Hay un chico que toma el mismo autobús que yo para ir a la escuela.
Él tiene ojos café oscuro, tan profundos como el chocolate que los niños comen después de la merienda.
Él se sienta siempre con sus amigos y ríe demasiado de pequeñas cosas, que en realidad para muchos pueden no tener gracia, pero para él parece tenerla.
Cuando sus amigos se quedan en silencio, él mira por la ventana al mundo exterior. Se pierde en sus pensamientos, se transporta a su propio mundo. Su mirada toma otro color, muchas veces me he preguntado qué es lo que piensa.
Yo me siento dos asientos detrás de él, y pienso que él es hermoso.
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Hay un chico que toma el mismo autobús que yo para ir a la escuela.
Él actúa feliz cada mañana desde las 7 am. Físicamente se ve perfecto, pero internamente puedo saber que no lo está. Su mirada está perdida, y no tiene el mismo sentimiento.
Él se sienta con sus amigos y les dedica unas sonrisas vacías, que claramente son falsas, aunque ellos parecen no notarlo. A pesar de ser sus amigos, ¿no pueden notar que no es el mismo?
Viste manga larga aun en medio del verano. A veces pienso si tendrá frío, o es que oculta algo.
Yo me siento dos asientos detrás de él, y pienso que él es hermoso.
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Hay un chico que toma el mismo autobús que yo para ir a la escuela.
Tiene ojos cafés y vacíos, como un gran pozo de lodo que los niños hacen en el parque mientras juegan.
Él se sienta con sus amigos.
La mayoría del tiempo mantiene la mirada fija en su regazo, y cuando sus amigos dicen algo gracioso, él ya no ríe más, incluso cuando reía de cosas sin sentido, ya no lo hace.
Últimamente ha comenzado a ser distante con sus amigos, tanto él como ellos se van alejando. A veces pienso si me debería acercar.
Yo me siento dos asientos detrás de él, y pienso que es realmente hermoso.
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Había un chico que tomaba el mismo autobús que yo para ir a la escuela. Sus ojos cafés siempre destacaban de los demás. Eran un café profundo y vacío, como un tarro de café sin aroma.
Él fue encontrado por sus padres después de haberse disparado así mismo, se había suicidado.
Él escribió una carta a sus amigos diciéndoles cuanto los quería, cuanto extrañaría las bromas y los chistes dichos tantas veces, las risas en el autobús.
Él escribió una carta a sus padres pidiéndoles perdón, por haberse suicidado, por haberlos dejado.
Y él escribió una carta para un triste chico que se sentaba dos asientos detrás de él, diciéndole que era hermoso.
Él escribió una carta para mí, en la que decía que yo era hermoso. Yo nunca pude decirle que también él era hermoso para mí.
A veces pienso qué pudo haber pasado si nos hubiéramos dirigido un “hola”. Más nunca podré saber que destino pudimos haber tenido.
Lo único que sé, es que él en verdad era alguien hermoso.