Nunca olvidare aquel día, todo mi mundo se vino abajo en cuanto logre visualizar la situación en la que me encontraba, mis lagrimas eran insostenibles, no podía parar de llorar, estaba destrozado, solté el arma que sostenía entre mis manos y me deje caer lentamente al suelo, sentí mi corazón volverse trizas poco a poco, había perdido a la persona que amaba por obra del odio y el resentimiento.
Fue una tarde de verano, había encontrado a Jonghyun besándose con otro chico en la puerta de su propia casa. Lo había llamado para salir, pero el me negó la invitación alegando que supuestamente se había extendido su turno por falta de personal, por lo que tenia que quedarse a trabajar hasta más tarde. Inconforme con su respuesta, y un poco sospechoso, fui a verlo de todas formas, ese fue mi error, lo ultimo que vi de él antes del “accidente” fue como enrollaba sus brazos en la cintura de aquel castaño, cuya identidad hasta el día de hoy desconozco.
Me quede congelado, no podía creerlo, sentí las lagrimas caer por mis mejillas, lo único que pude hacer en aquel momento fue correr, correr a cualquier lugar con tal de perder de vista la casa de Jonghyun, la casa que tantas veces había visitado, donde se encontraba su habitación, y en ella, la cama en la cual Jonghyun me hizo tantas veces suyo, tantas que me es imposible recordar.
Probablemente en ese mismo instante se estaba revolcando con aquel desconocido de delgada figura, recibiendo los besos y caricias que tantas veces me pertenecieron a mí, solo a mí, o eso era lo que había creído desde que empezamos a salir, fui un grandísimo tonto, pensaba en Jonghyun como un hombre diferente del resto, pero al parecer me había equivocado.
Luego de procesar todo lo que había pasado, mi corazón se estrujo cual esponja, despojándose de todo el amor que alguna vez había sentido por él, remplazándolo por odio, tan fuerte que me carcomía por dentro.
No habían pasado más de dos horas cuando recibí una llama de Jonghyun, tome una bocanada de aire e hice todo lo posible por no sonar diferente, para no llamar la atención, no quería que comenzara con sus interrogantes.
-A que no adivinas lo que paso, al parecer ya estoy libre- No podía creer lo cínico que era.
-No me digas, parece que fue rápido- vociferé.
-Así es, ¿por qué no vienes a mi casa esta noche?, podemos comprar algo rico para comer y terminar con broche de oro, ya sabes- Quería acabarlo, quería decirle algunas verdades en su cara, quería que entendiera que no se puede jugar con los sentimientos de las personas, tenia ganas de terminarlo todo en ese momento, pero tenia curiosidad por escuchar que mentiras inventaría para encubrir su infidelidad, para luego restregarle en la cara su traición y hacerlo sentir lo suficientemente mal, quería escucharlo pedir disculpas, para luego mandarlo a la mierda.
-Aló, ¿Key, sigues ahí?- Por un momentome había olvidado de la conversación que manteníamos a través del teléfono.
-Sí, discúlpame estaba pensado en otras cosas, claro que quiero verme contigo, pero preferiría que vinieras a mi casa Jonghyun, no quiero salir.- Inconscientemente en mi cabeza se estaba maquinando un plan mucho más macabro de lo que había supuesto en un inicio.
Me dirigí a mi habitación, muy al fondo de mi armario, en una cajita grisácea se encontraba escondida el arma, la tenia desde hace tiempo, con el fin de usarla en caso de presentarse alguna emergencia, en casa tan solo vivíamos mi madre y yo, y el barrio se había puesto bastante peligroso, por eso, había decidido conservarla, pero nunca le había dicho a mi madre sobre su existencia. Nunca había existido la necesidad de utilizarla… hasta ese día.
Me preocupe de revisar si estaba cargada, no había problema, contaba con las balas suficientes. De repente, pude oír el auto de Jonghyun fuera de la casa, había llegado y sin más se encontraba golpeando la puerta principal.
Procedí a esconder el arma bajo mi remera, y me dirigí a la entrada. Estaba decidido, Jonghyun pagaría de la peor forma por lo que me había hecho.