El escuadrón está en hora de descanso, los chicos se agrupan en el patio, bajo la sombra de un día caluroso. El aire es fresco, parece una tarde perfecta para pasear o disfrutar de la brisa, pero eso es algo que en este mundo ninguno de ellos se puede permitir. Reiner parte una manzana y le entrega la mitad a Bertholt mientras Jean, apoyando contra un árbol junto a ellos, se ajusta los cinturones de sus piernas. Mikasa se acerca al tiempo que también lo hace Arlelt.
- Jean, el Comandante Erwin solicita tu presencia y la de Armin- dice la pelinegra.
- De acuerdo.- El castaño suspira y aprieta un poco más de las cuerdas.
Ambos chicos entran a la oficina del general. Que los recibe con una sonrisa, tan característica de él, dando la sensación de falsa seguridad, perfecta para un líder.
- Chicos, requiero de sus cualidades para una misión.- El rubio toma unos papeles y los golpea contra la mesa para ordenarlos. -Es sencilla, pero necesito a personas de confianza ¿Y quién mejor que ustedes?
- Cuente con nosotros, señor- dice Armin, poniendo su mano en un puño sobre el lado izquierdo de su pecho, y la otra mano atrás.
Los chicos preparan sus caballos, les dan agua y comida mientras ponen las monturas. Se colocan sus capuchas de color verde con el símbolo de alas en la espalda, las cuales representan la libertad que tanto anhelan. Montan y sus amigos les desean suerte mientras se dirigen a las puertas que se abren para dejarlos salir. Cabalgan sigilosamente hasta que se internan en el bosque, el aire es incluso más fresco y ligero, todo está bastante tranquilo.
- No sé porque aún no dejan que Eren vuelva a los muros- dice Jean cabalgando al lado del rubio.
- Creo que es por su seguridad, aún hay personas que le temen y pueden atentar contra su vida.
- Bueno, de todos modos no hay nadie mejor para cuidar de él que el capitán Rivaille ¿no? Ése hombre tiene un aura letal.
Ambos ríen relajados. La misión consiste en llevar víveres al castillo dónde se esconde Eren, ya que los suministros se les acaban y Levi no puede dejar solo al muchacho, perdió a todo su equipo en la última misión para atrapar a la titán femenina. Nadie sabe la ubicación del chico, excepto las personas de confianza de Erwin. Además el general sabe que no le hará mal al joven Jaeger ver a sus amigos, aunque no pueda ser a todos.
El de ojos miel observa su entorno atento, los leves silbidos de pájaros crean una melodía bella que no se puede apreciar dentro de los muros. Pero la tranquilidad pronto lo aburre y suspira con pesadez.
- ¿Hace cuanto que conoces a Eren?- pregunta el mayor intentando entablar algún tema de conversación.
- Desde siempre. Él y Mikasa han cuidado de mí desde que éramos pequeños y yo siempre intento devolverles la mano, aunque a veces no pueda hacer mucho.
- ¿Por qué dices eso?
- Pues yo no soy tan fuerte como ellos, a veces el miedo me paraliza… no puedo evitarlo. Me siento un completo inútil.- El blondo sonríe con pesar.
- Nadie puede evitarlo, Armin- dice el castaño, que extiende su mano tocando el hombro del chico. -Pero yo te admiro. A ti, y a tu inteligencia.
El de ojos azules se ruboriza, no sabe porqué las palabras del castaño provocan un extraño calor en su pecho. Sonríe y vuelve su vista al frente para que Jean no vea su rubor, aunque ya es tarde, puesto que el mayor notó el rojizo de sus mejillas, que se le antoja tan dulce...
Desde hace algún tiempo ambos chicos tienen esas reacciones el uno con el otro, se ruborizan, se miran y se cuidan.
De pronto entre los árboles se puede divisar el castillo, ambos cadetes apuran el paso. Se ve antiguo y desgastado, pero en perfecto estado. Las ventanas abiertas y murallas altas con enredaderas verdes y tupidas engullendo toda su gris longitud. Ambos chicos se detienen en la puerta, Jean se baja del caballo y llama a todo pulmón, en unos segundos Eren abre ambas puertas dejando entrar a los chicos.
- ¡Armin!- exclama el oji-verde con emoción
El de ojos color miel siente una extraña sensación en el estómago al ver como el castaño abraza a Armin fuertemente, sujeta su rostro y sonríe. El blondo le responde de la misma manera, con un brillo especial en sus ojos.
- Bien, bien. Demasiados abrazos, hay que descargar para descansar.
- Jean- habla Eren. -Tan simpático como siempre.
- Sé que también me extrañabas, idiota.
- Lo más probable es que sea al revés.- Sonríe el de ojos verde azulados.
- Menos habladurías y más trabajo... límpiense las botas antes de entrar- les ordena el capitán Rivaille parado en el marco de la enorme puerta.
Los chicos descargan los víveres y bajan las cajas a la bodega, dónde Levi tiene todo limpio y ordenado. Armin está arriba de un banco ordenando las cosas en una estantería mientras el castaño deja unas cajas sobre la mesa.
- Creo que el capitán es algo obsesivo con la limpieza. – dice mirando a su alrededor
- Según comentó una vez la sargento Hanji, es un maniático por la higiene- cuenta el blondo y ríe ante ello. Una carcajada dulce y relajada.
- Debemos quedarnos aquí hasta que Rivaille termine su informe ¿no?
- Pues sí- responde Armin. -Servirá para despejar la mente, después de tantas muertes cualquiera necesita un breve descanso.
De pronto Jean recuerda a Marco, su amigo, el que arriesgó su propia vida por salvarlo...
Las lágrimas asoman a sus ojos café claro, Armin se gira al escuchar su sollozo, y bien sabe a qué se debe, desde la muerte de su compañero, Jean está melancólico, a veces tiene la mirada perdida y sus compañeros están preocupados por él. El blondo se baja del banco y camina hacia el mayor.
- Tranquilo Jean- dice con voz dulce mientras acaricia su espalda.
- Es que... siempre me pregunto porque alguien como Marco haría algo así por alguien como yo... pudo haber dejado que ese titán me comiera.
- Ni digas eso.- Armin gira al castaño y lo abraza fuerte. -Eres una persona maravillosa, valiente y preocupada por los demás, lo que sucede es que eres muy sincero. A veces la gente se molesta... pero yo creo que es algo admirable.
Jean no puede creerlo, jamás nadie le había dicho algo así, y sabe que el blondo es sincero. Sus palabras son cómo bálsamo para su quemadura, una herida que arde en su pecho desde que perdió al pelinegro. El castaño aprieta al de ojos azules más a su cuerpo, sintiendo como Armin esconde su rostro en el hombro del mayor, el que alza su mano dubitativo, en un impulso, acariciando la cabellera platinada del chico.
El menor aspira el aroma a bosque y tierra que se impregna en Jean, es tan delicioso y masculino…
Se aleja alzando el rostro y el de ojos cafés lo observa con detención, se le hace tan bello e inocente, con una orbes azules y grandes, precioso. Sigue acariciando el cabello del blondo, de pronto su vista se fija en los labios de este, finos y rosados ¿cómo será besarlo? Entonces dejándose llevar por los impulsos de su cuerpo, se inclina levemente, nota el rubor en el menor cuando sus alientos chocan. Jean no puede dejar de mirar los labios del chico mientras se acerca...
- ¿Cadete Arlet?
La voz del capitán hace que ambos chicos se separen de inmediato, se escuchan los pasos de Levi cuando aparece en la puerta.
- Aquí estás- dice el mayor, que ve a un agitado castaño apoyado contra la mesa y al blondo totalmente ruborizado.
- ¿M-me buscaba c-capitán?
- Sí, quería saber si Erwin me mando algún recado, pero...- Levi no es idiota, y a pesar de encontrarlos separados, nota la atmósfera cargada de tensión amorosa. Así que observa el lugar y los mira de manera desaprobatoria. -Lo hablaremos durante la cena - dio vuelta- terminen de ordenar esto pronto, dejen de perder el tiempo.
Eren y Armin colocan las cosas en la mesa del comedor, entre risas se cuentan las cosas vividas y las que aprendieron durante el tiempo que han estado separados. El castaño prepara la tetera en la cocina y Rivaille se dirige hacia la mesa para sentarse.
Están cenando y Jean no puede evitar observar al blondo más de la cuenta. El cual parece relajado, feliz y tranquilo.
- ¿Y cuál es ése mensaje?- pregunta el capitán alzando su tasa.
- El sargento Erwin dijo que estuviéramos aquí hasta que usted elaborare un informe exhaustivo sobre Eren, sus progresos y lo que se debe reforzar- contesta Armin de manera muy formal.
- Ya veo.
- ¿Y cómo han estado las cosas en los muros?- pregunta Jaeger.
- Bastante tranquilas, ya ha pasado la repercusión al saber que te puedes convertir en titán. Pero los soldados, todos pierden esperanzas.- contesta el blondo con la vista en su plato.
- Eres tú Eren.
- ¿A qué te refieres Jean?- El castaño aludido frunce el ceño ante las palabras del más alto.
- Que tú eres la razón por la cual estamos peleando, nos has dado nuevas fuerzas, a pesar de que a veces decaigamos, recordar que tenemos a alguien tan fuerte cómo esos bastardos gigantes, nos hace tener esperanzas de vencerlos.
- Bueno, no hemos podido hablar sobre tu decisión de entrar a la Unidad de Reconocimiento.- El de ojos verde mira al castaño mientras muerde su trozo de pan.
- Es un mal tema Eren...- dice Armin mirando al castaño de ojos color miel.
- No te preocupes.- Jean le sonríe con melancolía al menor. -Marco... él... murió en nuestra primera batalla. Unos minutos antes él me salvó cuando mis engranajes se trabaron y después...
Jaeger mira de soslayo al pelinegro de ojos grises, sabe lo que se siente, después de la última misión Rivaille perdió a todo su equipo. Y Eren se culpa por ello.
- Por eso decidí que no podía despreciar su sacrificio al quedarme con lo más fácil. Debo seguir lo que él inició.
El de ojos azules sonríe ante las palabras del castaño. Desde lo que sucedió con Marco, el rubio no ha dejado al mayor, lo apoya y acompaña en la medida de lo que puede. No impulsado por la pena, si no por algo más. Algo fuerte, que nace de la admiración y el cariño, pero un sentimiento así asusta a Armin.
A pesar de eso el blondo pone su mano sobre la del castaño, dándole un suave apretón.
- Como ya lo dije- interrumpe el capitán. -No se sabe las consecuencias de tus decisiones hasta que las tomas y ves las consecuencias…
- Sólo entonces sabes si fueron equivocadas.- termina Jaeger.
- En fin.- Rivaille se bebe el último sorbo de su té. -Me voy a la cama- dice mientras se levanta y camina hacia el de ojos verdes. -Te espero allá.- el pelinegro besa la cabeza del menor, que se ruboriza hasta las orejas al ver semejante muestra de cariño delante de sus amigos.
- ¿Us-ustedes...?- tartamudea el castaño apuntando hacia la pareja.
- No es de tu incumbencia, cadete- responde Levi con semblante monótono. -Eren es mío, en todo aspecto, punto.
- ¡Capitán!- exclama el aludido que ya tiene una hemorragia cerebral por toda la sangre que se acumula en su rostro. -Se supone que nadie tiene que saberlo.
- Ellos son tus amigos ¿no? Dudo que lo divulguen por los muros ¿no es así?
- Jamás capitán- contesta el rubio.
- Además los degollaría antes de que siquiera abrieran la boca.
El mayor se aleja y Armin no puede dejar de mirar a Eren con la boca abierta. El menor se levanta y recoge las cosas con su vista clavada en algún punto de la madera.
- Tranquilo Jaeger, mejor ve, yo levanto las cosas- le ofrece Jean al notar el temblor en las manos del menor. -No vaya a ser que el capitán se aburra de tanto esperar- agrega el de ojos miel moviendo las cejas de arriba a abajo con una sonrisa pícara.
- ¡Eres un...!
- Ya basta Jean.- el blondo le pega un codazo. -Anda, nosotros ordenamos.
Eren asiente y se despide para subir a toda prisa.
Jean está acostado, con las sábanas hasta la cintura, su pecho descubierto se refresca con el aire nocturno. No puede dormir, como ya se hace costumbre. Tiene la vista perdida en la luna a través del cristal, plateada y brillante, que ilumina su habitación. No puede dejar de pensar en lo sucedido con Marco, en sus decisiones.
Y en sus nuevos sentimientos.
De pronto alguien llama a su puerta, el castaño se incorpora sobre los codos esperando a que se abra.
- ¿Armin?- pregunta pestañeando sorprendido. - ¿Sucede algo?
- Es que...- el rubio no termina la frase y esconde su rostro tras su mano.
- Tranquilo- dice con voz suave. -Dime.
- En mi cuarto hace demasiado frío y bueno... no quiero incomodarte...
- Ven aquí.
Jean sonríe enternecido ¿cómo podría resistirse a la dulzura del rubio? El cuál cierra la puerta y camina hacia la cama del castaño, que tira de las sábanas en una obvia invitación para que el menor se acueste.
Ahora ambos miran el techo, perdidos en sus propios pensamientos.
- ¿Problemas para dormir otra vez?
- Sí- responde Jean apoyando el dorso de la mano en su frente. -Últimamente es siempre lo mismo.
- Yo tampoco puedo dormir.
- ¿Y eso por qué?
- Es... por lo de Eren y el capitán.- Jean se gira para ver al rubio, que sigue mirando el techo. -Digo, no es como si tenga algo de malo... bueno... es que son hombres ¿no? ¿eso siquiera se puede?
El castaño sonríe ante la inocencia del chico, se nota que carece de información amorosa y lo más probable es que jamás haya tenido ningún tipo de encuentro sexual, quizás besos... y el mayor no puede evitar preguntarse a qué saben los labios del de ojos azules.
- Pero de todos modos lo sospechaba, la manera en que el capitán Rivaille lo mira, y bueno, la manera en que Eren se comporta con él.- prosigue el blondo. -Es sumiso, lo admira y le hace caso, y Eren suele ser bastante terco.
- Creo que... no tiene nada de malo. Si son hombres da igual ¿qué importa las condiciones, si has encontrado el amor entre tanta destrucción y muerte? Todo cuenta mientras te haga feliz ¿no?
Armin se gira y se encuentra con los ojos claros del mayor, como miel, dorados y bellos.
Entonces recuerda que esa mañana estuvo a punto de besarlo. Jean iba a besarlo... no puede evitar lamerse los labios mientras mira los del mayor, entre abiertos y sensuales. Tiene razón, ¿qué importa si son hombres? En un mundo a punto de destruirse ése sentimiento es lo único que puede darte esperanzas, y la cercanía de Jean lo hace sentir extrañamente feliz.
El menor cierra sus ojos y se acurruca contra el castaño. La acción toma por sorpresa al muchacho, que luego sonríe y abraza al blondo, con cariño y ternura.
- Eres mi esperanza Armin y me vale verga que seamos hombres.
Bien, eso ha sonado de lo más romántico, excepto por lo de "me vale verga". El rubio suelta una risita dulce y pasa su brazo por el dorso del castaño para apegarlo a él, absorber su calor y envolverse con su aroma.
Hace mucho tiempo que esperaba esa declaración…