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Eternidad por Lizzy IS

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Notas del capitulo:

Espero que os guste, me tomé mi tiempo...

Transilvania, Rumania.
Principios del S.XVI

Sobre las llanuras de los Cárpatos se hallaba el castillo de los Velmorn, Vladimir, cabeza de familia era uno de los aristócratas más influyentes de Rumania, tenía dos hijos, Mir y Dimitri. Mir era la oveja negra de la familia, el rebelde, podríamos decir. Sus ojos eran de un verde tan intenso como el de una esmeralda y sus cabellos oscuros como la noche. Por otro lado, Dimitri , era el hijo sensato que todo padre estaría orgulloso de tener, sus ojos eran de color negro tan negro como el abismo y sus cabellos castaños cual chocolate. Entre ellos siempre reinaba la competencia.
El invierno comenzaba a notarse, a Mir le encantaba salir de casa en aquella época, se sentía bien rodeado de tanta pureza y blancor, Dimitri prefería leer un buen libro sentado en frente de la chimenea contemplando de vez en cuando por la venta aquellos maravillosos copos de nieve que caían lentamente. La tranquilidad se hacía dueña del hogar. Era la hora de cenar, Lucas había preparado solomillo de ternera poco hecho tanto que al mínimo movimiento la sangre salía desparramándose por el plato, lo había acompañado con vegetales al vapor. Vladimir se sentó en el extremo de la mesa, a su izquierda se hallaba Dimitri y a su derecha no había nadie, Mir llegaba tarde, como de costumbre. Seguramente se habría entretenido mordiendo a algún animal inofensivo y succionándole toda la sangre hasta dejarlo muerto. Normal que nunca cenara. Pensó Dimitri.

- ¿Dónde está tu hermano?- el padre miraba a Dimitri.

-No lo sé. Supongo que matando a algún animalito.

-Ve a buscarle- señaló Vladimir la puerta.

-Sí padre- Dimitri se levantó de la silla y fue en busca de su hermano. Comenzó a andar algo apesado, el nivel de la nieve era bastante considerado y le dificultaba los pasos rápidos que solía hacer en verano.- Mir, Mir. Maldito mocoso. Mir ¿Dónde estás? Sabes que padre se va a poner hecho una furia. MIR- Dimitri intentaba apelar a la conciencia del menor, pero no hubo resultado.
Supuso que estaría en la pequeña cabaña con alguna mortal, como siempre decía él.

-Joder, vete, el pesado de mi hermano ha venido a buscarme- comenzaba a vestirse Mir.

-Vale, vale. Relájate ¿qué más dará si viene? ¿Nunca ha visto a un hombre? Já- aquella voz sonaba ronca y varonil. Mir se hallaba en la cabaña con Sam, un joven ruso de ojos azules y piel blanca y fina como la porcelana, sus cabellos eran rubios como el oro. Todo él era hermoso.

-Quieres irte, me vas a buscar la ruina con ese gilipollas- comenzaba a alterarse Mir.

-Bueno, para que veas lo que hago por amor, querido- salió Sam riéndose.

-Maldito mocoso, le voy a arrancar los colmillos cuando lo encuentre- Dimitri estaba rebosante de furia y hambre, quería cenar, ya estaba harto de los jueguecitos de su hermano.-Tiene 18 años puede cuidarse por si solo. Siempre igual.

-Hermanito deja esos nervios que pareces un mortal, tanto juntarte con ellos es lo que tiene ¿Cuándo aprenderás que los vampiros los dominamos ? Son nuestros, ellos simplemente están para servirnos.- Mir se hallaba en la rama que yacía sobre la cabeza del mayor.

-Baja de ahí y deja de decir sandeces, padre se va a volver a enfadar. Madura. Vámonos.- Comenzó el castaño a caminar.

-¿Por qué no vamos volando? Vamos, digo yo que por algo podemos. Eres como ellos...

-Mir, cállate y vamos. Me da igual cómo pero vámonos.- Ambos salieron volando del bosque y pusieron rumbo a la mansión. Vladimir los esperaba. Esperaba aquel granuja que tenía por hijo.

-Papi, hola ¿No estarás enfadado? Mis instintos me llamaban, aquel ciervo tenía que ser mío.- Mir intentaba excusarse pero el rostro de su padre estaba pleno de rabia. Dimitri prefirió ir a cenar a la cocina, no le gustaba aquellos habientes tan tensos que ni un cuchillo podría cortarlos.

-Hola, Lucas- saludó con una sonrisa al cocinero.- Te vengo ha hacer compañía.- Rió.

- ¿Se están volviendo a pelear, verdad?- Sonrío Lucas.

-Sí... Llevan así una eternidad.- no sentía miedo de que Lucas descubriera que fuera un vampiro, se sentía a salvo y feliz. Deseaba gritarle a los cuatro vientos que era vampiro... Deseaba que aquel mortal viviera eternamente a su lado... Deseaba sentir sus manos calientes recorriéndole el torso desnudo mientras su labios se deleitaban con los suyos ¿Estaba mal amar a un humano de tal manera...?¿ Estaba mal... amar a un hombre siendo hombre...?

-Dimitri ¿Vives?- no sabía la gravedad de aquellas palabras, pero Dimitri despertó de su trance y fijó su mirada en Lucas.

-Sí, sí perdona estaba pensando en otras cosas- se frotó la cabeza con una mano mientras le sonreía.

-Come, se va a enfriar. Voy a lavar los platos.- el castaño comenzó a comer tranquilamente, mientras de vez en cuando ojeaba a Lucas de espaldas a él, incluso así era hermoso.

-Lucas...

-Dime- se giró secándose las manos en el pantalón.

-¿Crees en los vampiros?- Lucas no sabía si era broma y debía reírse o si de verdad se lo estaba preguntando. Optó por poner cara de circunstancia.-Esto... Me refiero a que... Emm.... ¿Qué pasaría si encontraras a uno?

-Pues...- estaba anonadado.- No se. Estoy delante de ti y no pasa nada, no huyo cada vez que estás en mi cama.- aquellas palabras hicieron que el menor de los dos se le desencajara la cara. Sabía que era un vampiro pero no pudo evitar sonreír al recordar la mención que anteriormente Lucas había hecho a las relaciones que mantienen.

-¿Cuanto hace que lo sabes?- Se acercó a él.

-Hombre, no eres muy discreto cuando tienes sangre a mano, te vuelves loco y tus ojos toman el color de ella. Una noche me develé y al contemplar por la ventana te vi cazar. Eres realmente hermoso en esa situación. Pierdes el control al igual que en la cama.- rió.

-¿No temes?- sus ojos se volvieron escarlata, se hallaba muy cerca de Lucas, percibía sus venas y la sangre corriendo por ellas. Le volvía loco.

-¿Intentas intimidarme? Por mucho que tus ojos cambien de color y tengas deseos de devorarme el cuello y succionar toda mi sangre no te temo, te amo. Cada vez más.

-Yo también te amo.- ambos se fundieron en un beso apasionado. No temían que alguien les fuera a descubrir porque Vladimir y Mir se pasaban horas discutiendo o eso creían. El pequeño estaba cansado por el esfuerzo físico que depuso en la cabaña y no le apetecía discutir se comió el sermón de su padre y se fue a la cocina a avisar a Dimitri de que podía volver al comedor, pero se topó con aquella preciosa escena de amor y le pareció repugnante. Un humano... Un miserable humano... Su hermano estaba enamorado de un mortal...

-Pero cuanto amor hay en el aire. Hermanito, acabas de sentecíarte tu solo. Desde ahora en adelante, harás lo que yo te diga si no quieres que me vaya de la lengua y nuestro amado padre sepa de tus amoríos con un mortal y encima hombre.- Mir se sentía poderoso, tenía a su hermano, al hijo ejemplar comiendo de su palma. Era hora de mandar. Las tornas habían cambiado.

-Mir, no es lo que parece. Yo me había desmayado y Lucas me estaba ayudando- Dimitri comenzaba a ponerse nervioso, estaba acabado, aquel retorcido crío acabaría con él.

-Claro... ¿Y a que te ayudaba? No necesitas aire, tus pulmones no están activos, tus células no necesitan oxigenarse. Estás muerto. No puedes desmayarte.- podía ser el más pequeño de los dos y la oveja negra pero en el campo de la medicina nadie le ganaba.

-Señorito... Verás esto...- Lucas fue interrumpido.

-Cállate, luego me ocuparé de ti.

-Mir, no te atrevas a tocarle porque te juro que...- ambos hermanos se miraban muy fijamente. La ira corría entre ellos al igual que el desprecio, la envídia y el sentimiento de competición.

-¿Qué me vas a hacer? ¿Matarme? Já. Estúpido, ahora estás bajo mi poder y te juro que vas a ver quien manda aquí. Si no quieres que le pase nada a tu mascota- hizo un gesto señalando a Lucas- Mejor obedece.-Dimitri no podía permitir que nada malo le pasara a Lucas, amaba a aquel mortal por encima de todo. No tuvo otra que ceder al jueguecito de su hermano.

-Está bien Mir- salió el mayor de la cocina.

-¿Y tú que miras? Ve a limpiar que por algo te pagan- se estaba refiriendo Mir a Lucas.

-En seguida señortio- Lucas volvió a sus quehaceres mientras su mente y su corazón que en aquel momento se hallaba en tensión pensaban en dónde se encontraría su amado. Le preocupaba, les había descubierto... Aquel retorcido ser acabaría con aquel romance, acabaría con la integridad física y psicológica de Dimitri.

-Mierda...- Dimitri se hallaba caminando hacía la cabaña pensando en que no debió de haber dejado solo a Lucas con su hermano, pero supuso que estaría bien lo único que Mir quería era destruirle, un simple humano no le interesaba... O si... Lucas era su punto débil, era lo que más amaba en el mundo, era lo único que le hacía sonreír, llevaba una eternidad esperando a aquel humano y por un estúpido descuido podía perderle. En aquel momento se le ocurrió la aterradora ida de convertir al mortal en vampiro... Pero... Eso sería ir en contra de las reglas, reglas... Le tenían harto, estaba cansado de ser el buen y ejemplar hijo, en no poderse equivocar en nada. Llegó a la cabaña y se colocó una silla delante de la chimenea apagada. Su mente se hallaba en cahos, se sentía angustiado y desamparado, indefenso. Eso no le gustaba. En menos de una hora se oyeron los pasos de dos personas que se dirigían en donde él estaba. Humanos pensó y decidió ocultarse.

-Sam, adivina lo que he descubierto hoy- aquella voz le resultaba familiar, era Mir, pero... ¿Sam? ¿Esa quien era? ¿Otra humana? ¿Vampiresa? sitió curiosidad y se quedó a averiguar quien era esa Sam.

-A ver, ¿Qué has dscubierto?- era imposible, una voz de hombre, qué hacía Mir con un hombre yendo a la cabaña. Ahora la curiosidad se intesificó más y sus ojos se abrieron como platos al ver entrar a su hermanito con aquel chico cogidos de la mano.

-Pues mi hermanito, Dimitri, está con un humano, un miserable cocinero, es muy gracioso. Ambos estaban en la cocina diciéndose cosas en plan "¿Intentas intimidarme? Por mucho que tus ojos cambien de color y tengas deseos de devorarme el cuello y succionar toda mi sangre no te temo, te amo. Cada vez más."- comenzó a imitar la voz de Lucas.- " Yo también te amo"- ahora ponía la voz de su hermano. Ambos empezaron a reír.

-¿Un humano? Tu hermano tiene serios problemas eh. Bueno, tú eres mejor, estás con un vampiro que en vez de decirte cursiladas te empotra de tal manera que te hace revivir tu corazón.- espera, qué había dicho. Su hermano follaba como perra en celo con otro vampiro, no lo había oído mal, ahora el que comía de su palma era el pequeño. Siguió observando la escena.

-Calla, no digas esas cosas.- se sonrojó Mir. Sam no dudó ni un segundo y le plantó un beso lleno de deseo y ansias, pronto la ropa sobraba y ambos se hallaban desnudos, sus torsos y sus miembros se tocaban, Sam mordía al pequeño dejándole ríos de sangre cayendo de su cuello, el dolor era apagado con fuertes gemido. Sin dilatar, el mayor introdujo su miembro dentro de la cavidad de Mir, las uñas de este se incrustaban en la espalda de Sam. Dimitri estaba viendo aquella escena perplejo, sus ojos estaban llenos de satisfacción, ahora el poder era suyo. No dudó en adoptar su forma humana y ponerse en frente de la cama donde aquellos dos fornicaban como conejos.

-Mira por dónde, ¿Quién lo diría hermanito? ¿Tú con un hombre?- comenzó a reír. Aquellos dos se separaron mirando a Dimitri perplejos, la habían cagado y de lo lindo.

-Dimitri, me estaba violando, ayúdame hermano.- intentaba lamentarse Mir.

-¿Pero de que hablas?- Sam lo miró con recelo.

-Mir, crece y deja de buscar excusas tan miserables como esas, ahora estás bajo mi poder y te vas a cagar, hermanito.- se dirigió hacía la puerta. Pero Sam impidió que se fuera.

-Mira, Dimitri, si continuas con esta amenaza el que se va a cagar eres tú. Estúpido. No me gustaría ver a tu precioso humano muerto, supongo que a ti tampoco. Deja a Mir en paz- sus ojos se volvieron rojos.

-Sam, déjale.- gritaba Mir aún desnudo desde la cama.

-Cállate.- se giró hacía Mir con un leve gruñido.

-Para empezar, el único estúpido eres tú, para continuar no te metas en esto porque no te conviene y para finalizar te aviso de que quién tiene el poder soy yo, pongas como te pongas.- ahora los ojos negros adquirieron aquel precioso rojo escarlata que Lucas tanto amaba, le hacía parecer un ser aterrador.

-RELAJAROS.- ahora Mir se hallaba entre los dos, notaba como las respiraciones de aquellos dos se intesificaban cada vez más, temía que alguno acabara muerto. Empujó a Sam dejándole caer en el suelo mientras con una mano impedía que su hermano le atacase.- Dimitri, lárgate.- abrió la puerta y empujó a su hermano a fuera de la cabaña.- Sam, ¿Te encuentras bien?- Mir se había colocado al lado de su amante cuyos ojos volvieron a la normalidad.

-Sí, tranquilo, mocoso.- se levantó y comenzó a recoger toda su ropa para vestirse.

-Pero... ¿No vamos a seguir?- el moreno miraba fijamente la escultura de Sam.

-¿Tienes ganas de seguir aún así con todo lo que acaba de pasar?, mocoso estás enfermo. Me vuelvo a casa, por hoy es suficiente para mi.- salió volando de la cabaña.

-Supongo que volveré a casa...- Mir estaba abatido, sabía que jamás Sam podría amarle tanto como él lo hacía, solo era su juguete sexual, al principio para si mismo también lo era pero con los años fue amándole más a su propia eternidad y eso para Mir era inmenso. Caminaba por la nieve inmerso en aquellos pensamientos, estaba triste y pronto sus ojos se llenaron de lágrimas, le dolía ser un juguete, se había enamorado y eso le hacía vulnerable. No quería volver a casa y se sentó en la nieve debajo de un precioso pino. Sus lágrimas se congelaban por el frío y su respiración aumentó hasta que oyó una voz femenina cantando la misma estrofa todo el tiempo, pronto sus ojos se secaron y su respiración volvió a la normalidad. Aquella estrofa le calmaba.

 

-Dulce voz, ven a mi, que el alma recuerde, oigo aun cuanto oí, una vez en diciembre.- aquella voz cada vez estaba más cerca de Mir.- Hola.- una bella muchacha de ojos verdes y pelo cual llamas de fuego que le llegaba hasta la cintura se hallaba en frente de Mir mirándolo de par en par.

-Ho..la...- estaba perplejo.

-¿Te encuentras bien? Te veo muy triste, el sol comienza a ponerse, no es bueno que un muchacho ande solo por este bosque y menos a estas horas. Hay criaturas malas que acechan y solo ansían devorar tus carnes y lamer tus huesos posteriormente.- comenzó a reír la muchacha.

-No le temo a nada.- se puso de pie Mir seguido por la muchacha que antes se hallaba de cuclillas frente a él.

-¿Seguro?- se acercó todavía más.- No eres humano.- se alejó lentamente de su rostro.

-Tú tampoco. Tus ojos se han vuelto rojos, al parecer no dominas tu ansia de sangre. Lárgate. Quiero estar solo.- Mir hizo un gesto con la mano para que se fuese.

-Cómo quieras.- la muchacha se alejaba cantando una vez más aquella estrofa. Mir se volvió a sentir tranquilo, aquella estrofa lo relajaba y le hacía olvidar los malos recuerdos.

-Espera- concluyó Mir.- ¿Qué cantas?- en aquel momento la muchacha se giró sonriendo, la noche había caído y lo único visible eran aquellos hermosos ojos escarlata.

-Una canción.- rió y volvió a retomar el paso.

-Eso creo que es evidente.- dijo Mir algo molesto.

-Me la cantaba mi madre de pequeña, era lo único que hacía que parara de llorar.- de un brinco la muchacha se volvía a hallar cerca de Mir.- ¿Cómo te llamas?- sonrió.

-Mir, ¿Tú?- sus ojos se cruzaron con los de la muchacha.

-Juliet, un placer Mir.- volvió a sonreír.

-No puedo decir lo mismo- comentó apartando la vista.- He de irme, me esperan- Mir comenzó a caminar.

-Oye Mir- el muchacho se giró.- Ten cuidado, te vas a comer la rama- efectivamente así fue.

-Estúpida- siguió su camino oyendo de fondo la voz de la muchacha cantando aquella estrofa, cada vez se hallaba más lejos hasta que dejó de oírla.

-Mir, ¿Se puede saber dónde estabas? Nos tenías preocupado- Dimitri corrió al lado de su hermano.

-No te preocupes estoy bien. Me voy a mi cuarto, necesito estar solo- no hubo acabado bien la frase y se dirigió a su recamara, se puso en aquella enorme cama dejando la puerta del balcón abierta, la luz de la luna iluminaba todo el cuarto. Su mente no podía parar de recordar a Juliet, era hermosa y apaciguaba sus tristeza. Aquella muchacha había hecho que olvidara al cabrón de Sam, hasta que este apareció en su recamara.

-Mir, querido mío ¿Retomamos lo de la cabaña? Me quedé con las ganas...- con paso vacilante se acercó a la cama de Mir.

-Si te has quedado con las ganas haberte quedado cuando te lo dije- se giró dándole la espalda.

-Vamos Mir, se que tú también quieres, no seas mocoso y ven y cumple con tu hombre- giró a Mir de cara a él haciéndole daño en el costado.

-No eres "mi hombre", lárgate no quiero verte- se levantó de la cama y caminó hacía el balcón dónde la luna quedaba oculta por las nubes.

-Eres un mocoso, puto crío- lo agarró por la espalda y lo estampó contra la cama arrancándole toda la ropa e introdujo bruscamente su pene dentro de la cavidad del menor, las embestidas eran demasiado fuertes, Mir no controlaba su respiración, las lágrimas volvían nuevamente a salir como ríos por sus ojos. Aquella situación se había repetido inumerables veces, Mir amaba a Sam y por eso le dejaba que le violara de tal manera, Sam era muy posesivo con su juguete, le dejó claro que jamás le amaría pero tampoco deseaba que nadie más se acercara a él y cada vez que eso sucedía Mir era violado brutalmente. Su cuerpo siempre se hallaba pleno de moratones y mordiscos, con aquello Sam dejaba claro que era de su propiedad. Cuando acabo con la faena se vistió y se dirigió al balcón para irse.- Ah! antes de que se me olvide, dile a esa zorra que no se vuelva a acercar a ti o acabará como el resto- salió volando. Mir no podía parar de llorar su cuerpo estaba destrozado y su mente también, no podía continuar con esa situación, no podía permitir que otra persona sufriese por los celos de aquel ser que amaba tanto... Bueno... Amaba.


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