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The Catalyst por CerezoHimeChan

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Notas del capitulo:

Hola Blossoms <3 (Hace mucho que los bauticé así :'( ) bueno pues como había prometido aunque sea una vez al mes intentaré actualizar los fanfics y bueno, aquí estamos, intentando actualizar todos si es posible.

 

Ayer había comentando en Facebook que lo actualizaría ayer por la noche pero como publiqué en la mañana, me quedé dormida y to'o así que hoy salí temprano de la uní así que aproveché para colocar el capítulo.


Espero que les agrade y no les moleste mi pequeña obsesión con el JongLo xD, prometo que en el siguiente capítulo habrá acercamiento del BangHim y claro, el DaeJae volverá a atacar :D

 

Sin más que decir, aquí el capítulo. ¡A leer!

Abrió los ojos sintiéndose extraño e incluso fuera de lugar. Todo estaba oscuro pero aunque se movió no se sintió chocar con nada ni nadie, estaba en medio de la nada, o eso creyó.


—¡Bang Yong Guk, Bang Yong Guk! —escuchó como su nombre era coreado por muchas personas, sintió su pecho inflarse por la alegría de sentirse tan querido, tan admirado, todo se fue aclarando. Estaba con cinco personas más, todos hombres.


Pero… ¿quiénes eran? ¿Por qué no les escuchaba cuando hablaban?


Supuso que él les conocía aunque no supiera de dónde, tampoco sabía como los había conocido y mucho menos por qué estaba con ellos. Intentó alcanzar a uno, estiró su brazo para tocarle el hombro. El chico se volvió y una sonrisa se apareció en su rostro redondo.


—Hyung… ¿por qué esa cara? —su voz, por fin la escuchaba, su rostro era desconocido aún, no lo recodaba de ningún lugar pero le hizo tan feliz verlo. Iba a responder cuando unos dedos se entrelazaron con los suyos, se giró para ver quién era y se llevó una gran sorpresa. Abrió los ojos tanto como pudo, esa sonrisa tan característica, con los dientes frontales a la vista simulando a un conejo, esos ojos gatunos. Su felicidad creció a un más y su sonrisa se dibujó poco a poco.


Enlazó sus dedos y apretó con fuerza la mano ajena, sonrió hasta que los músculos le dolieran, no le importó en dónde estaban y llevó su mano al rostro ajeno, lo tocó con suavidad, sus mejillas, su frente, delineó con su pulgar los labios. Era real.


Y de pronto, como si estuviesen en una burbuja, una mano externa la pinchó haciendo que las voces se callaran, que la luz desapareciera y vio como la sombra volvía a reinar poco a poco, uno a uno los cuatro chicos restantes desaparecieron, se asustó y él seguía sonriendo, ¿acaso no se daba cuenta de lo que pasaba?


Entonces sucedió… Dos brazos fuertes atraparan al chico frente a él y este luchó y también él lo hizo, no podían separarlo, no de nuevo.


Miró a su alrededor, las voces se habían extinguido y la luz había desaparecido. Todo era silencio y obscuridad, aún no estaba perdido, su agarre aún era fuerte con las manos ajenas.


«Aún no es tarde.»


 


—¡Him Chan! —gritó al escuchar cómo le pedía ayuda, aún tenía tiempo de salvarlo. Y cuando estaba por arrancarlo de esos brazos, la oscuridad lo tragó hasta hacerlo desaparecer, no daba crédito a lo que pasaba, lo había perdido de nueva cuenta en su inmensidad.


—¡Him Chan! —volvió a gritar desesperado, caminó entre las sombras y cayó, a un vacío sin fin mientras una risa hacía eco en esa inmensidad.


 


«No lo volverás a ver… Jamás»


 


 


Bang Yong Guk despertó de golpe, sudoroso y con el corazón a punto de salirse de su pecho.


«Kim Him Chan», fue su primer pensamiento esa mañana.


—¿Qué demonios? —susurró mientras apretaba su cabeza, le estaba doliendo, sentía como si hubieran penetrado con un taladro su cráneo.


 


Por su mente pasaban dos preguntas, ¿quién era ese chico? y ¿por qué estaba soñando con Kim Him Chan?


—Ese insolente… —murmuró antes de salir de la cama para ir a la ducha, un baño con agua fría le ayudaría a pensar mejor. Activó el servicio del baño de su hogar, esperó a que el agua enfriara lo suficiente para no morir congelado.


Se sacó la ropa y entro desnudo a la ducha, dejó que el agua mojara todo su cuerpo, notó como sus músculos se tensaron al choque de temperaturas, «refrescante», pensó. El agua mojó sus cabellos y escurrió sobre su cara, sus pensamientos seguían en aquel extraño sueño, era la primera vez que le sucedía.


Había sido él en ese sueño pero en el cuerpo de otro como él, como si hubiese usurpado la identidad ajena, quedó en silencio y recordó que no era la primera vez.


—Ha Na —susurró recordando el día de su examen, ella había detectado algo anormal en su examen y no hizo nada confundiendo todo con sentimientos que él nunca había conocido. Salió de la ducha cubriendo su cuerpo con una bata para absorber la humedad. Se paró en el monitor del comunicador—. A la residencia Bang-Jung, con Jung Hana —solicitó para darse la media vuelta mientras la máquina le confirmaba que estaba procesando su petición, empezó a cambiarse colocándose un pantalón y una camiseta, haría su rutina de ejercicio luego de hablar con la esposa de su hermano. Imaginó que Him Chan ya estaría camino a la base, el volver a pensar en él le causó escalofríos.


—¿Yong Guk? —la voz dulce de su cuñada llegó a sus oídos, sonrío cuando le vio aparecer en pantalla—. ¿Te sientes bien? ¿Te pasa algo?


—Me siento… bien, y sí, me pasa algo —respondió inexpresivo—. Seré directo. El día de mi examen que viste.


Ha Na no preguntó a qué se refería puesto que lo sabía, si Yong Guk hubiese estado conectado al Condensador, quizá ella hubiera podido tener una imagen semejante a la de sus pensamientos.


—Unas pulsaciones anormales en ti. Sólo eso.


—¿Y en el condensador? —Ha Na negó dándole a entender que no estaba conectado a él—. No era necesario que estuvieras conectado a él.


Yong Guk se maldijo y maldijo al equipo médico, ¿para qué tenían tantos aparatos si ni siquiera los usaban? El condensador se conectada al cerebro por electrodos, captaban los impulsos nerviosos y eran enviados a una computadora que los procesaba reproduciéndolos lo más parecido que se podía al pensamiento humano o alienígena.


—Si yo me conecto y me inducen el sueño podré ver lo que pasa…


—No funciona así —el rostro de Ha Na se ensombreció, la sonrisa desapareció—. Sólo funciona con ciertos niveles de pulsaciones, se usan para evaluar a pacientes psiquiátricos. Pasaste tu prueba escrita y la entrevista, no era necesario el condensador, tus niveles son normales no podríamos ver nada.


—Y si hago la prueba de nuevo.


—No se vale mentir para que sometas al condensador —dio un largo suspiro—. Me tengo que ir, Yong Guk —fue ella quién cortó la llamada como si le pesara en la conciencia no ayudar al hermano de su esposo. Quizá así era o… ¿Podría ocultar algo?


 


Yong Guk se dejó caer en la cama, estiró su mano para tomar una pelota de hule del buró, la apretó con fuerza hasta que sus nudillos quedaron blancos, estaba enojado. Largó un suspiro, miró la pared fijamente y aventó la pelota en aquel punto dónde su vista se había fijado. Maldijo en silencio todo, el incidente, a Tae Song, a Jong Up y Zelo, a Ha Na, a la vida, al maldito Estado, su Escuadrón y se detuvo, ¿por qué no maldecía a Kim Him Chan? Intentó concentrar su odio hacia él y nada, no sucedió, por el contrario la sonrisa de sus sueños apareció e involuntariamente, su propia sonrisa apareció.


 


—¿Qué mierda me pasa? —se paró de golpe y negó una y otra vez con su cabeza con la esperanza que aquello borrara de sus pensamientos a Him Chan, suspiró hondo, hizo un ejercicio de calentamiento, saltó varias veces en su mismo lugar, dio vueltas a su cabeza para calentar el cuello, estiró sus cuatro extremidades. Estaba listo.


 


Salió de su hogar, abordó la cápsula transportadora y tecleó su destino, cerró los ojos y el dolor se hizo presente. Tantos años viviendo así y aún no se acostumbrada al dolor que producían los teletransportadores. Llegó a un amplio campo, el pasto apenas crecía, había edificios viejos y destruidos, obstáculos por todo el lugar, era el sitio perfecto para entrenar.


Tomó un respiro al salir de la cápsula que le había transportado, volvió a calentar con la misma rutina que había hecho en su casa, saltos, estirones y movimientos en círculos, inició un pequeño trote al tiempo que esquivaba los escombros en el piso, saltó un muro, se impulsó en otro para pasarlo (al ser más grande que el anterior), rodeó un edificio y entonces su cuerpo chocó con otro, logró derribar a ese.


—Auch —se quejó una voz infantil.


—¿Zelo? —Yong Guk reconocería esa voz y cabellera dónde quiera que fuera, su cabello azulado. Le tendió una mano y el chico avergonzado se levantó sin tomar esta.


—¡Lo siento mucho hyung! —hizo una reverencia tras otra, Yong Guk suspiró aliviado, el chico estaba bien.


—Ya Zelo, entendí… ¡Basta! —ordenó para que el chico se detuviera, el menor le miró con ojos de asombro, su hyung parecía molesto.


—Hyung… ¿qué te pasa? —Yong Guk ignoró la pregunta y volvió a estirar su cuerpo haciendo tronar su columna. Zelo hizo una expresión de dolor.


—¿Qué haces aquí? —el mayor miró serio a su pupilo. Zelo hizo un puchero antes de hablar.


—Yo… hago lo que me pediste. Me preparo para la prueba final —Yong Guk abrió la boca y asintió, esbozó una sonrisa. Al fin de cuentas él era el culpable de exigirle mucho para estar en aquel lugar tan temprano, el sol apenas estaba por salir.


—En ese caso, ven, entrenemos juntos… Quizá pueda ayudarte.


 


El muchacho asintió y siguió la marcha que retomó el mayor, intentaba seguir su ritmo pero vaya que Bang Yong Guk, a pesar de estar inactivo, seguía teniendo las mismas capacidades, aunque Zelo no recordaba de niño poder seguir su paso ahora era adolescente quizá por eso ya podía. Había un montículo de concreto en el camino, Yong Guk en su carrera logró ponerse de manos y esquivarlo dando una vuelta en el aire para caer en el suelo de pie y seguir su marcha.


—Wow —susurró el pequeño y él por su parte sólo dio un gran salto—. Hyung, de verdad eres asombroso —dijo jadeando Zelo cuando alcanzó al mayor.


—¿Sí? —susurró Yong Guk—. Yo pensé que no iba a lograrlo —dio un largo suspiro cargado de frustración.


—Hyung… —volvió a hablar el menor, Yong Guk apenas si se dignó en verlo—. Sabes que no fue tu culpa —el mayor parpadeó varias veces antes de entender de que hablaba su pupilo—. Yo creo que… me voy, gracias por hoy líder Bang —hizo una reverencia y se alejó corriendo.


 


 


Kim Him Chan llegó al campo de entrenamiento, miró la hora, Bang Yong Guk estaba retrasado, suspiró antes de dirigirse al equipo, las caras de los miembros del equipo ya las imaginaba.


La mirada fría de OneKet lo recibió, acompañada de la sonrisa altanera del resto del equipo.


—¿Dónde está el líder? —preguntó Jong Up amablemente, Him Chan estaba por responder cuando fue interrumpido por Zelo.


—Lamento llegar tarde —su respiración era agitada, por su frente escurrían gotas de sudor, Him Chan solo asintió.


—Zelo, a armas. Los demás, cien vueltas alrededor del campo —ordenó Him Chan, nadie se movió, el comandante arrugó su entrecejo—. ¡No escucharon! —elevó el tono de voz haciendo que uno a uno empezaran a trotar. Zelo se encaminó hacia el entrenamiento de arma, Jong Up lo siguió con la mirada.


 


—Disculpe…


—Di una orden —Him Chan habló con calma—. Obedece, Jong Up.


—Sí… pero —el menor a veces era algo insistente—. ¿Por qué Zelo no calienta con nosotros? —Him Chan cerró sus ojos y suspiró de nueva cuenta.


 


«Yong Guk… ¿dónde estás?», fue el pensamiento de Him Chan, no le gustaba depender de él pero aunque no quisiera necesitaba que su compañero avalara sus decisiones, solo así el escuadrón le obedecería.


—¿Crees que necesita entrenamiento de calentamiento?


Jong Up miró de reojo al menor, sin duda había estado trabajando antes, no dijo nada y empezó la rutina que el comandante les había asignado. Him Chan se encaminó hacia Zelo, practicaba sus tiros a dos metros de distancia del blanco, como en un ataque real.


—Intenta alternar los blancos, en la batalla no siempre te atacarán por el frente —Zelo asintió y programó la máquina para tener blancos en diferentes distancias, ángulos y tiempos, algunos disparos daban en el blanco señalado, otros se perdían. El menor chasqueó la lengua, Him Chan negó varias veces y cogió el arma que llevaba el menor—. No lo pienses tanto, todos son culpables. ¡Dispara! —accionó el arma y la luz azul del disparo pegó en el blanco, volvió a accionarla y de nueva cuenta pegó en el blanco, una y otra vez, veinte blancos acertados en menos de medio minuto. Entregó el arma al menor, este lo veía maravillado.


—Wow, eres tan genial como Yong Guk hyung —dijo el menor, Him Chan solo sonrío.


—¿Lo has visto? —su instinto le dijo que el menor sabía, Zelo asintió.


—Entrenamos en la mañana pero vine hacia acá y él se quedó.


Him Chan asintió, vio de reojo a Jong Up detenido a escasos centímetros de ellos, parecía molesto, el mayor le recriminó con la mirada.


—Muevete Jong Up… Hasta una tortuga te ganaría —Jong Up parpadeó varias veces antes de continuar su camino. Him Chan dejó a Zelo seguir practicando mientras él se dedicada a observar y continuar con la evaluación diaria.


 


 


Jong Up se sentía un desastre, esa mañana llegó decidido a ignorar al que había creído su mejor amigo, y al no verlo en el campo se preocupó; cuando le vio llegar, se molestó. ¿Por qué llegaba tarde?, esa y más preguntas aparecieron en su mente. Y luego Kim Him Chan “consintiéndolo”.


¿Qué era esa punzada que sentía en su pecho?


Pero lo que le había hecho enfadar realmente era lo que Zelo había dicho, haber entrenado antes de venir con Bang Yong Guk. ¿Por qué el líder estaba con él? Impulsado por la rabia, alcanzó a sus compañeros y luego los rebasó, terminando antes el calentamiento aun cuando había empezado en último lugar.


Por su parte Zelo había acabado su entrenamiento de armas, los consejos de Kim Him Chan le habían ayudado mucho a mejorar. La felicidad del menor no pasó desapercibida por Jong Up menos por aquella sonrisa que alumbraba el rostro del menor.


Jong Up se acercó hasta Zelo, algo le estaba consumiendo por dentro.


 


—¿Dónde estabas? —lanzó la pregunta al menor, su voz era inexpresiva.


Zelo arrugó el entrecejo y le miró de reojo, no le respondió solo se encogió de hombros y empezó a caminar para alejarse de él. Jong Up le alcanzó y tiró de su brazo con fuerza.


—No te incube respondió al fin mostrándose lo más serio y firme que podía ser, con su mano libre deshizo el agarre de Jong Up, le retó con la mirada haciendo sentir a su mejor amigo desarmado el cuerpo de este tembló mientras se veía reflejado en los ojos ajenos.


—Sí, sí me incube —afirmó Jong Up—. ¿Con quién estabas? —susurró temeroso de la respuesta que ya sabía.


—Con Yong Guk hyung —respondió Zelo y siguió su camino. Jong Up no lo pudo detener más, llevó su mano a su pecho. ¿Qué significaba ese dolor que sentía en su pecho? Él estaba molesto con su amigo… Él… ¿En verdad lo estaba?


 


—¡Armas! —gritó Him Chan a un sub grupo del escuadrón, Jong Up apenas si le escuchaba, vio como Zelo saludaba a T.O.P, al parecer les tocaba luchar juntos, ese era su lugar. Miró con odio a T.O.P, más le valía no tocar a Zelo o él se las cobraría. Frunció el ceño al darse cuenta de lo que pensaba.


Todo era confuso, suspiró hondo y tomó un arma para empezar a derribar a todos los blancos de la práctica de armas mientras miraba de reojo al menor, y un sentimiento nuevo y extraño apareció respecto a Zelo.


 


 


 


 


Him Chan ordenaba las evaluaciones en el lugar que correspondía, cada uno tenía su expediente y ahí anexó sus observaciones. Un ruido extraño lo asustó haciendo que se diera un pequeño brinco.


—Maldito aparato —dijo refiriéndose al comunicador, el monitor se había encendido pero no veía nada. Pensó en una falla.


—Kim Him Chan —se quedó estático, esa voz… le sonaba más familiar que de costumbre, sabía de quién era y no era raro que la reconociera con tanta facilidad.


—Bang Yong Guk —se giró para mirar la pantalla. Esta vez una sensación extraña le recorrió, su corazón se aceleró de felicidad al verlo de tantas horas, parecían años para él. Reprimió la sonrisa que amenazaba con aparecer.


 


Sólo era Bang Yong Guk, el líder de escuadrón junto al cuál dirigía un equipo pero mirándolo a través de ese monitor, todo parecía diferente, era verlo con otros ojos. No, era como… como si hubiera pasado mucho tiempo sin verlo.


 


—Ven a la sala de reasignación —ordenó Yong Guk, la señal se perdió y todo aquel mar de sensaciones se fue con él.

Notas finales:

Gracias por todo, espero que haya sido de su agrado no olviden dejar sus preciosos comentarios aquí o en la página en Facebook, esto es para ustedes <3.

 

Besos y abachos <3.


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