CAPÍTULO V: BIENVENIDO
Una cabecita azul se movía por toda la habitación, caminaba de un lado a otro, pasaba de la sala a la cocina, de la única habitación y el baño, Jong Up se encontraba estático, observaba como el pequeño gigante se movía preocupado intentando encontrar algo de interés. Zelo se detuvo al sentir la mirada fija del mayor.
-Esto está ¿cierto? – Preguntó aunque sabía la respuesta del menor, Zelo se limitó a asentir. – ¿Y por qué lo haces? - Zelo se encogió de hombros y JongUp sonrió.
-Seguiré buscando – Se dio media vuelta para ocultarle al mayor el leve sonrojo que empezaba a adornar su rostro.
Mágicamente al pequeño se le vino a la mente el recuerdo más valioso de su infancia: El día que conoció a Moon Jong Up.
** Flashback**
Ya todos los niños se habían marchado, solo un pequeño permanecía en la sala, abrazaba sus piernas mientras los sollozos se hacían cada vez más fuertes. No quiso ni levantarse y nadie se atrevió a intentarlo. Las noticias eran claras, sus padres esta vez no asistirán a recogerlo a la escuela.
-Vamos a casa- Escuchó la voz de otro pequeño. Un pequeño que jamás había escuchado.
-No tengo casa, mis papás murieron. ¿No escuchaste el aviso? – Sus sollozos se intensificaron.
-Ven a mi casa, solo soy yo en casa, y mis papás estarán feliz de recibirte- Con cuidado el otro pequeño separó sus brazos para verlo a los ojos, le sonrió con ternura, esa sonrisa iluminó el rostro del pequeño.
-Choi Jun Hong, me llamo Jun Hong
-Mucho gusto, Zelo.
-¿Zelo?
-Tienes cara de llamarte Zelo- volvió a sonreír –Así te digo en secreto-volvió a reír – Soy Moon Jong Up.
-Hola Jong Up … Yo no te digo de ninguna manera… -Calló de pronto.
Ambos pequeños rieron y caminaron a casa, el Estado nunca se hacía cargo de huérfanos por bombardeos alienígenas, por lo tanto no hubo problema con que un Choi viviera en una casa Moon.
*** Fin flashaback ***
-Ahora comprendo- se dijo para sí.
El rostro de Jong Up se ensombreció, ¿era posible que Him Chan no tuviera nada que rastrearle? Él tenía su certificado de nacimiento, y muchos papeles más, bueno sus padres los guardaban, recordó su infancia, en casa no había nada, solo lo básico, cuando se anotó en la milicia junto a Zelo, fue cuando sus papás le dieron poder para entrar a...
-¡Eso es!- Gritó, asustando al menor quién acudió a él preocupado.
-Una apartado- El más alto frunció el ceño –Mamá y papá tenía uno, ¿recuerdas cuando íbamos a la escuela? Una vez nos hablaron que anteriormente la gente guardaba las cosas en unas casas llamados Bancos, que había cajas fuertes, ahora son los apartados. Son lugares específicos ubicados en los lugares menos inesperados, podrían comparársele a buzones de correo. Cuando entramos a la milicia mis padres me dieron permiso para acceder a ellos. Y si Him Chan tiene uno igual.
-¿Y si Him Chan es huérfano? –Jong Up apagó su alegría ante las palabras del menor -Yo no cuento con uno porque no tuve familia, todo pasó a poder de la milicia, ¿sabes porque no se preocupan de los huérfanos? Porque ya somos de ellos, a menos que mueras.
-Zelo- habló con ternura mientras acariciaba el rostro del menor – Eres tan inteligente. ¿Crees que estés listo para hablar de esto?
El menor negó con la cabeza.
-¿No lo haces ni por mí? –
El menor soltó un suspiro y cerró sus ojos, quería sentir esas suaves caricias en su rostro. Lo estaba convenciendo, sintió las manos del mayor en sus hombros y sin aviso fue atraído hacía él. Los brazos le rodearon con fuerza, siendo el mayor más bajito sus labios quedaron cerca de su oído.
-¡Por favor, Jun Hong! Es nuestra oportunidad. – Jun Hong, resonó en sus pensamientos, no le llamaba así salvo en ocasiones especiales, cuando le pedía favores especiales, cuando le suplicaba para ir a algún lado. Esto era demasiado.
-De acuerdo- Susurró y hasta entonces correspondió el abrazo. Se separaron luego de un momento. Fueron cuidadosos de dejar las cosas en su lugar, las ventajas de entrenar su memoria como militares.
-Ven, vamos por un helado.
Salieron como entraron, en silencio, sin ninguna palabra en sus labios y sin ningún pensamiento que pudiese delatarse. Mientras más investigaban al mayor, más curiosos estaba, Jun Hong no iba a negarlo ahora, estaba interesado en saber de aquel nuevo líder misterioso.
***
Him Chan caminaba por las calles solitarias, con los nuevos transportes ya nadie usaba el más importante: El cuerpo humano, él aún conservaba esa afición de usar su cuerpo para hacer las cosas, desde que había despertado de aquel coma… aún le intrigaba saber sobre aquel accidente.
-¿Coma? ¿Accidente?- Susurró.
Claro que recordaba haber despertado en aquella habitación blanca y pulcra, recordó lo primero que vio, los ojos de la enfermera y enseguida el doctor. Habían dicho que era un milagro pero él jamás lo creyó, ¿era posible olvidar prácticamente toda tu vida? Pero lo que más le intrigaba era que su historial estaba limpio, sin padres, sin hermanos, sin amigos, sin nada, solo, ¿estaba realmente solo?
Claro, por eso le pertenecía al Estado, por eso es que tenía que ser parte de la Milicia, por eso tenía un pequeño hogar que había sido otorgado por el gobierno, aunque quisiera, él nunca saldría de ello, la gente como Yong Guk y Jong Up, podrían hacerlo, pero él y el pequeño Jun Hong, no. Su salida significaría el despojo de sus pertenencias e incluso su muerte. Suspiro, ellos sí que la tenían difícil. Ahora que lo pensaba, podía hacer amistad sincera con esos chiquillos, con Jong Up ya había avanzando, podía intentarlo con Jun Hong y con su ayuda acercarse más al líder, ese terco líder Bang se estaba convirtiendo en un tremendo dolor de cabeza. Bufó, es que ese hombre era más necio que una mula, no podía ni siquiera pensar en llevar una buena amistad por el bien del escuadrón.
-Pues claro, si el jodido escuadrón solo le sirve a él- Masculló.
Su estómago gruñó. Recordó que no había probado alimento alguno más que su desayuno ligero de jugo y fruta antes de salir a correr. Divisó a lo lejos una cafetería, no había nada más a su alcance así que optó por ir a ella.
***
Caminaba por todos los pasillos, buscaba por todos los cuartos, se asomaba a todas las salas incluso se comunicó con Yong Nam pero la respuesta había sido un ‘no ha hablado conmigo’, le informó el resultado a él y quedó pensativo. Ese resultado crucial para que se quedará pero también estaba la decisión de su hermano menor, fuese el resultado que fuese.
Hana empezaba a desesperarse, ¿y si el idiota de Bang Yong Guk acaba de cometer una locura? Entonces recordó, no había revisado el techo, subió a prisa usando las escaleras. Abrió de golpe y lo vio apoyado en el barandal que rodeaba el perímetro del techo.
-¿Yong Guk? – Apenas si se escuchó su voz, su instinto le dijo que tomara medidas.
-No quería decírtelo pero… -Empezó a hablar Yong Guk -hubo un momento en el examen en el que tuve paz y a la vez mi interior se alteró al no poder saber quién era esa persona que me hacía sentir de esa manera. Es la primera vez que me pasa.
-Así que eso fue – dijo en el tono más bajo que pudo usar pero fue escuchada.
-¿Por qué no dijiste nada?
-Porque se asemeja a lo que sucede cuando te enamoras. –Finalizó en un susurro.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Yong Guk, recordó los brazos que en su sueño aparecieron, ¿podría ser eso verdad?
-Yo… solo pensé que tal vez… había alguien en tu vida – Hablaba a grandes pausas, vio como Yong Guk lograba tensarse, eso no era habitual en él. – Pasaste el examen, bienvenido – Se dio medio vuelta, no esperaba respuesta y sabía que no la habría.
Yong Guk apretó el vaso que sostenía en sus manos derramando sobre ellas el resto de café que aún quedaba en él, ¿qué estaba pasando? ¿Por qué ahora sentía esa necesidad de querer recordar esos brazos, de querer volver a vivir esos momentos, de escuchar esa voz? Dejó caer el vaso al vacío por suerte lo hizo en un contenedor de basura, no se hubiese perdonado que quedara en el suelo.
***
-¿Estás seguro que es buena idea acercarnos a él ya?
-¿Por qué no? No quiero que las cosas se vuelvan a arruinar y re comencemos, odio eso. Fuimos víctimas y nos encargaremos que esta vez no lo arruine.
-Está bien. Está entrando en una cafetería. –Apagó su intercomunicador mientras seguía espiando a aquel chico que no resultó ser otro más que Kim Him Chan. Miraba serio, ¿sería lo correcto? Y si las cosas no habían salido porque ya estaba predispuesto a que así fuera, y si ellos se equivocaban. No. Nunca lo hacían. No tenía por qué dudar ahora. Era hora de actuar prontamente, tenía que tener la cabeza fría, lista para pensar planes lo más rápido que podía. Vio como su compañero entraba a la cafetería justo minutos después de Kim Him Chan. – Mantente alerta- Fue lo que dijo cuando volvió a encender el intercomunicador para volver a apagarlo.