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The Catalyst por CerezoHimeChan

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Notas del capitulo:

Hola... He vuelvo... aparentemente, no sé cuando volveré a escribir así que... Bueno, no prometeré nada.


Espero les guste este capítulo ^^

 

 

CAPÍTULO VII: DÉJÀ VU

 

Cuando los rayos del sol se colaron por la ventana y llegaron directamente a su rostro, Young Jae supo que era hora de despertar, aunque no quería, menos después de la noche anterior, estaba cansado pero hacía tanto que no hacía el amor con su esposo que no le importó el desvelo aunque ahora lo resentía, una sonrisa se asomó en su rostro, aún con los ojos cerrados se dio la vuelta buscando el cuerpo del mayor más solo encontró la cama vacía y el lado contrario frío. Se incorporó en la cama un tanto decepcionado, miró la hora, tampoco era tan tarde, un delicioso olor empezó a inundar la habitación y seguro todo el departamento. Vio cruzar por el umbral al chico moreno, con la camiseta negra que vestía resaltaban sus músculos, Young Jae no supo si se le caía la baba por ver a Dae Hyun o el desayuno que llevaba en sus manos.

La sonrisa en el rostro de Dae Hyun alegraba sus días, más estos donde casi todo era estrés, pero ver siempre la sonrisa del moreno al terminar su día, le alegraba por completo.

Dae Hyun colocó la mesita del desayuno al lado de su pareja mientras él se acomodaba con cuidado de no derramar nada, se acercó a Young Jae y le dio un beso en la frente.

—Buenos días— susurró mientras seguía besándolo, esa vez el turno de la mejilla, Young Jae solo sonrió cuando sintió los labios del mayor sobre los suyos, el tercer beso de la mañana, llevó sus manos hacia el rostro del mayor para mover sus labios a la par.

—Despertaste muy amoroso hoy— Young Jae separó sus labios de los contrarios.

—Te he extrañado mucho— Dae Hyun bajó la mirada para ocultar la tristeza que reflejaba su rostro.

—Siempre estoy a tu lado— susurró el menor tomando de la barbilla a aquel hombre que era toda su vida, Dae Hyun solo negó.

—No de la forma que quiero— añadió, y ninguno de los dos dijo nada, solo eran los latidos de sus corazones los que hablaban susurrándose así lo mucho que se amaban. — ¿Quieres probar lo que te preparé?— Young Jae asintió repetidas veces.

Fue una tregua de ambos porque sabían que justo ahora su relación no estaba en un buen momento, incluso Young Jae pensaba que ese matrimonio que difícilmente había logrado se esfumaría más rápido que la espuma de aquel café que por vez primera tomaron.

Mientras que la misión, en la que estaba sumergidos, era más importante para Jung Dae Hyun, para Yoo Young Jae eran más importantes los sentimientos, experiencias y recuerdos vividos hace algún tiempo.

— ¿Crees que estemos haciendo lo correcto? — Brillante, pensó Young Jae, acaba de iniciar la conversación con el tema que ambos evitaban todos los días.

— ¿Acaso importa? — atajó el mayor.

—Y si fuéramos… nosotros— finalizó con un susurro inaudible pero Dae Hyun lo conocía muy bien y supo entender.

— ¡Pero no lo somos y punto! — Alzó la voz lo más que pudo.

El silencio embargó la habitación, mientras Young Jae clavaba su mirada en aquel vaso lleno de jugo, Dae Hyun miraba algún punto muerto de la habitación. Los cubiertos bailoteaban en las manos de Young Jae, en silencio, absoluto silencio ambos intentaban mantener, ¿sería posible que lo lograran esta vez?

— ¿Está bien? — preguntó Dae Hyun sin quitar la vista. Young Jae asintió solo por compromiso, y eso le bastó para levantarse de la cama y dirigirse a la puerta sin decir palabra alguna.

 

El menor permaneció con la cabeza gacha y por más que se contuvo, no pudo evitar hablar de nueva cuenta, y caer en el mismo tema de conversación.

 

—De no ser por ellos… —susurró y cortó sus palabras. Acaba de iniciar lo que ambos evitaban en los últimos meses, desde que todo había vuelto a empezar. — ¿Por qué no dejar que sean felices esta vez? —Levantó la mirada aunque imaginaba encontrar vacío aquel espacio pero la figura de su esposo seguía ahí, a su lado. —Si fuéramos nosotros.

Dae Hyun solo suspiró, negó con la cabeza repetidas veces, quería no gritar pero el desahogo le estaba quemando ya la garganta.

—Por enésima vez… Yoo Young Jae— enfatizó en el apellido de su esposo —No lo somos, por favor, no hagas más difícil esto, por favor, no digas nada, concéntrate en la misión, es lo más importante — respiró hondo —Y si no estás capacitado para esto, estás a tiempo para retirarte, no eres el único científico al que podemos recurrir.

Young Jae iba a repelar pero decidió callar por esta vez, ya mucho había ayudado a propiciar la discusión.

—Mira Young Jae — el mayor dulcificó su voz y besó su frente —No quiero hablar de esto… me encantaría hacerte feliz pero temo que no puedo…— el rostro del menor se ensombreció —a veces siento que eres tú o mi trabajo —terminó la frase en un susurro. El mayor se levantó de la cama y caminó hacía la puerta.

— ¿Y quién es más importante? — el menor interrumpió la marcha de Dae Hyun

—Ambos lo son, no puedo elegir— y sin decir más explicaciones salió de la habitación con las palabras en la mente, palabras que no pudo decir… “pero algún día tendré que hacer mi elección”

 

Para Young Jae, escuchar de nueva cuenta su apellido en la voz ajena le había hecho latir aprisa su corazón, decir que no le necesitaba había detenido su corazón. Sí, era cierto, había miles de científicos a los cuáles recurrir pero ninguno de esos miles tenían los conocimientos o experiencia que a él le sobraba pero lo que realmente le dolía era pensar que para Dae Hyun él era un obstáculo en su trabajo. Se metió un pedazo de fruta a la boca para intentar olvidar las lágrimas que amenazaban con salir, no sirvió, y la dulce miel sobre su desayuno se volvió salada.

 

Cuando Dae Hyun vio por vez primera a al ahora su esposo pensó todos menos casarse con él, no iba a negarlo, le había gustado pero no para algo serio, un par de noches quizá pero su corazón se fue abriendo hasta hacerle un lugar del cual ya no quería sacarlo pero no se sentía seguro ni capaz de hacerlo feliz, en el fondo sentía que Young Jae merecía más que a un jodido soldado. Young Jae era un reconocido científico e investigador y admiradores nunca le faltaron, no sabía que es lo que ese hombre perfecto había visto en él, no era más que una pieza del tablero, una pieza que era movida por la mano ajena.

 

En realidad Young Jae no era ajeno al dilema de su esposo, la culpa le acechaba, dos culpas, exigirle tanto a Dae Hyun sacando siempre a tema de conversación aquella decisión hace algún tiempo; pero la culpa de ese secreto que guardaba también le robaba el sueño.

 

Terminó de desayunar, mientras dejaba los trastos limpios no dejaba de lamentarse.

—Si tan solo cerraras la boca — susurraba como si alguien pudiera escuchar, imaginó las manos de su esposo tocar los mismos trastos muy temprano. Esbozó una triste sonrisa, era el más idiota de los dos. Las discusiones tenían lugar por su culpa. Cerró los ojos antes de recordar aquella tarde cuando entró a ese centro de mando, distraído como siempre y chocando con aquel soldado de bajo nivel, como los superiores le había llamado a Jung Dae Hyun.

—Si supieran lo que ese bajo nivel ha podido hacer— susurró. Tomó las llaves de su hogar, a diferencia del resto de las zonas, en la que él vivía aún se regían por viejas tecnologías, y amaba eso, era como si en ellos el tiempo no hubiera pasado.

—Yo también tengo que tomar una decisión… Dae Hyun, no quiero perderte— pensó en voz alta y sus palabras fueron arrastradas por el viento con la esperanza de llegar a los oídos ajenos.

 

 

 

Dae Hyun caminaba por los pasillos de su edificio de trabajo, una vieja construcción a medio terminar les servía de fachada, las verdaderas instalaciones estaban cuesta abajo. Hizo una pausa en su recorrido antes de seguir su marcha, pensó en sus duras palabras, había sido cruel, Young Jae sin duda lloraría.

Idiota, se dijo para sí, y su inseguridad volvía a parecer, él un simple soldado que solo seguía órdenes sin cuestionarlas casado con el mejor de los científicos e investigadores de la organización a la que pertenecía, debería ser un sueño o un broma. Y en realidad no le dolía pensar en que algún día debería elegir, lo que sí dolía era saber a quién elegiría, su misión o el amor de su vida… y pensar en la respuesta le destruía aún más el alma.

 

 

***

Him Chan apagó el despertador cuando empezó a sonar, no le había costado problema alguno, llevaba varias horas fuera de la cama, pesadillas de nueva cuenta, si es que esta vez podría llamarle así. Este sueño había sido diferente a los pasados, era él, en medio de un escenario con muchas voces infantiles coreando su nombre. Esbozó una sonrisa, se sentía tranquilo, con calma, lleno, satisfecho y… feliz.

 

Borró esa idea de su mente y se encaminó a la zona de entrenamiento militar, echó una mirada a lo que llamaba hogar, tenía una sensación extraña respecto a él pero no supo qué, supuso que era parte de la paranoia que sus médicos había dicho podía presentar.

 

En su trayecto no dejaba de pensar en las palabras de aquel médico o lo que fuera en realidad, ahora sentía una inseguridad sobre Bang Yong Guk, tendría que buscar la forma de averiguar que pasaba en realidad.

 

—Buen día— escuchó la voz de Yong Guk detrás suyo.

 

Himchan se sorprendió y miró a su al redor, había llegado al cuartel sin darse cuenta, había caminado completamente sumido en pensamientos que ignoró el lugar en el que andaba.

—B…buen día— respondió nervioso, Yong Guk enarcó una ceja ante la obvia reacción del menor, se acercó hasta el menor haciendo que sus rostros quedaran tan cerca que ambos pudieran sentir la respiración de cada uno.

—Bu— le dijo mientras le tomaba del mentón dejando en él una suave caricia —Andando.

 

Him Chan había quedado completamente sorprendido, no podía moverse, parecía que los pies se le habían clavado al suelo y su mente estaba atascada, muerta, en blanco, le era imposible procesar lo que había sucedido, lentamente llevó su mano al lugar dónde Yong Guk había tocado, no entendía que acababa de pasar, se sentía confundido, aunque no sabía por qué.

 

Por su parte, Yong Guk intentaba explicarse su comportamiento hacia el menor, creyó vivir un deja vu, la forma en que Him Chan le había respondido, esa mirada, esos ojos… todo le recordaba algún momento de su vida… ¿pero qué? Era algo que se ocultaba en su mente, algo que no podía descifrar, era como si intentara desenterrar un tesoro del cual no tenía ni un mapa.

 

—No tengo todo el día— Yong Guk volvió a hablar con un tono más severo, haciendo que Him Chan rompiera su burbuja de pensamientos y se puso al lado de él, ambos en silencio y discretamente se miraban el uno al otro, sin saber que las cosas volverían a trazarse.

Notas finales:

Muchas gracias por leer ^^

Les dejo la página ^^ << Cerezo Kim >> por si gustan escribirme por allá, les quiero *w*


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