Una semana entera en que viví en carne propia lo que era el bullying. Solo deseaba que llegara el día en que comenzaría de cero.
Me había convertido en la burla del instituto, no dejaban de tratarme mal. ¿Desde cuando a esta gente le importaba lo que pasara en la vida de los demás?
Era fin de semana, el más largo de mi vida, mi padre ya había arreglado el traslado aunque fuera mitades del curso lectivo.
Estaba en el jardín, acostado en el verde césped que cubría totalmente el exterior de mi casa, jugaba con una pequeña pelota que me había regalado Howon para el estrés.
La lanzaba hacia arriba innumerables veces mientras mi vista estaba perdida, me encontraba en el lugar pero mi alma, mi conciencia, todo mi ser no físico se encontraba en otra parte, perdido en el cosmos.
Escuchaba voces a lo lejos pero seguía pensando en nada, mi mente estaba en blanco.
Se que suena masoquista pero era inevitable no pensar en Howon, sus besos, sus caricias y sus palabras tan falsas pero que en ese momento tenían demasiado significado para mí.
Nunca me había sentido querido y el me daba ese amor que yo necesitaba, eso hizo que me enamorara de el, su forma de ser era tan especial, única y diferente, aunque todo era una mentira, su actitud conmigo en ese momento me parecía muy real y llenaba mi vacío corazón.
Mi madre nunca fue una buena mamá, muchas veces sentía que en vez de un hijo, yo era una carga para ella, siempre desde pequeño me sentí una carga y es por eso que prefería mantenerme alejado de ella para evitar ser más de lo que ya era.
Sentía envidia cuando mis compañeros hablaban en voz alta y mencionaban alguna actividad que realizaron con sus madres, yo quería saber como se sentía eso, nunca lo había sentido…
Por otra parte, mi padre no era tan malo, me entendía en silencio y lo único que lo pedía lo cumplía…
No estaba presente en mi vida y técnicamente nunca le pedía nada así que cuando lo hacía, y si tenía ms fundamentos, el hacía lo necesario y que estuviera en su alcance para cumplirlo.
Por otra parte estaba Naila, llego hace aproximadamente tres años, cuando cumplió su mayoría de edad. En ese entonces yo tenía 15 y todas las hormonas y sentimientos estaban tan mezclados que técnicamente caí en depresión…
Hasta que ella llego… mi confidente, mi mejor amiga… mi todo
-¡SUNGGYU! –sentí como un limpión era lanzado en mi cara, sobre exaltándome.
-Ay noona ten mas cuidado.
-¡Hace rato estoy hablándote! –se levantó y me quito la pelota que tenía en las manos –esto tiene que acabar –la tiró a un basurero que se encontraba cerca.
-¡Hey! ¿Qué te pasa? –grite enfadado.
-No te estás haciendo bien, debes eliminarlo de tu vida.
Tenía razón, pero me resultaba imposible en ese momento querer aceptar las cosas y dejarlo ir, aun no caía en la realidad de lo que me había hecho… simplemente nadie deja de amar a otra persona de la noche a la mañana. Yo lo amaba, lo hacía, desprenderme de él era muy difícil después de todo lo que vivimos juntos.
Estábamos cenando, ¡Como desearía tener una cena en familia de verdad!
La tensión se sentía en todo el ambiente, mis padres solo estaban unidos por un papel y por conveniencia. No comprendía el hecho de por qué tantas peleas, si era un matrimonio así, lo usual hubiera sido que ni se hablaran o fueran simples amigos.
Estaba cabizbajo esperando el momento de terminar y levantarme de este infierno hasta que mi padre hablo.
La conversación inició con normalidad, me pregunto sobre mi opinión del nuevo instituto y yo simplemente asentí diciendo que me parecía bien, todo estaba bien si me encontraba alejado de Howon y del nuevo matadero que tenía por instituto. No tenía relación alguna con mi padre pero agradecí el hecho de que al presentarme las opciones para un nuevo instituto, me haya preguntado por todo lo que me había pasado en los últimos días. Comentó que me había notado muy extraño, más de lo normal.
Mi madre me pregunto sobre lo que había pasado, no entendía nada de lo que habíamos hablado. Ahí comenzó el problema…
La tensión aumentó considerablemente, las voces comenzaron a elevarse y la cena “tranquila” se había convertido en un verdadero lio, de nuevo…
Mi madre pregunto que había pasado, mi padre se molestó.
Decía enfadado que como era posible que una madre no supiera nada sobre el estado de su hijo, el aceptaba su gran falla como padre pero le reclamaba a mi madre el hecho de no estar presente en mi vida. Le dio en su orgullo cuando mencionó a Naila… diciendo sin ningún miedo que ella siendo mayor que yo por muy poco tiempo, era más cariñosa y mejor madre que ella.
Entendía el punto de mi padre, pero no apoyaba el hecho de que por todo hicieran un verdadero caos.
Mi cabeza comenzó a doler, estos problemas me estaba llevando al borde de la desesperación, no entendía porque no dejaban de hablarse y ya, además nunca existió un lazo afectivo entre ellos.
Vi a Naila a lo lejos y me hizo una señal de que me fuera de ahí. Asentí y me levante sin que mis padres se dieran cuenta.
Cuando llegue a su lado me abrazo fuertemente. No sabía qué hacer, no entendía el porqué de su abrazo pero sentí mucho de su cariño en él. Cerré los ojos con fuerza y la abrace también.
“Te quiero Sunggyu, estoy contigo”
Esas palabras significaban para mí mucho más de lo que podría imaginar. Me sentía solo, traicionado, sin nadie que me entregara su amor pero ahí estaba Naila, siempre apoyándome en todo lo que pudiera, era como una hermana mayor para mí.
Ya había llegado el día en que empezaría en el nuevo instituto, estaba nervioso, no quería que todo se repitiera así que decidí no mostrar mi verdadero yo. No era conveniente.
Naila intentó convencerme de que fuera yo mismo pero le hice caso omiso, después de todo no necesitaba la compañía de alguien, solo me quedaba un año y medio de instituto para comenzar a trabajar.
Y ahí estaba de nuevo yo, frente a un instituto.
Me dirigí a la dirección y me dieron las indicaciones necesarias para “acoplarme” a este nuevo lugar. Eran las típicas reglas que nadie cumplía.
Entre al lugar que me indicaron y los chicos me miraron extrañados, examinándome por completo como si fuera una especie de bicho raro.
Odiaba ese tipo de miradas, yo no era un experimento o algo así pero prefería no quejarme, después de todo es mejor tener esas miradas que estar siendo intimidado por las demás personas.
Así que pensé… ¿por qué no ser yo la persona intimidante? De todos modos nadie me conocía en absoluto…
Un callejón era la historia de la vida que llevaban esos cinco chicos…
Drogas, alcohol… Nunca faltaban en sus noches y e incluso en las mañana en las que faltaban al instituto.
Un par de padres irresponsables, malas juntas y el dinero disponible llevaron a la ruina a Sunggyu.
No era ni la sombra de lo que llegó a ser un día.
No era el mismo niño que se ilusionaba, que las mejillas se le coloraban al tener la presencia de alguien o por el simple hecho de tener la mirada de alguien encima de el.
Reportes y más reportes de parte del instituto llegaban sin cesar a la casa de los Kim, pero cada uno de ellos eran ignorados por los padres de Sunggyu a excepción de Naila que como siempre intentaba proteger a su pequeño y aconsejarlo.
Era un día normal, la nieve caía cubriendo todo el lugar de un refrescante y tranquilizador color blanco.
Sunggyu había llegado temprano ese día… eran las 11 de la noche y el recién entraba en su habitación, normalmente llegaba a entrada la madrugada.
Se acostó en su cama y miró al techo, aun conservaba todas las fotografías que tenia con Howon, por alguna extraña razón seguía teniéndolo en mente, como si su vida dependiera de el y por mas de que Naila insistiera en que las quitara e intentara que el lo olvidara a toda costa, Sunggyu era cabeza dura y todo lo que aquella mujer decía le valía en lo más mínimo.
“Sunggyu, ¿en que te has convertido?”
La voz de la empleada resonó en toda la habitación, la mejor amiga y la hermana mayor para Sunggyu lloraba silenciosamente en medio de la noche.
El chico la miro sorprendida pero en su rostro no se vieron signos de emociones, estaba tan drogado y había tomado tanto alcohol que más bien había sido un milagro que se pudiera haber mantenido de pie camino a casa.
La chica con las lágrimas cayendo frenéticamente por su delicada cara le dedico una sonrisa fúnebre y melancólica mientras con ira y rabia mezcladas dejó caer en los brazos del chico un par de papeles.
Se dio la vuelta y se escuchó por toda la silenciosa habitación un par de ruedas… era el equipaje.
“Espero que esto haga que mi niño vuelva… no este despojo humano”
Tan rápido como vino, así se retiró de la habitación.
Ese pequeño niño, ya ni tan pequeño, estaba en un estado tan deplorable que ni era consciente de lo que pasaba a su alrededor.
Pensó que el ataque de nervios que había demostrado hace algunos segundos atrás su noona, era una simple rabieta… estaba equivocado.
Se quedó dormido a los pocos minutos sin saber la realidad que le esperaba al día siguiente.
Los rayos de luz últimamente habían pedido su gracia y lindura, ahora solo dolor de cabeza y rabia le causaban.
Eran ya las 9 de la mañana y Naila no había llegado como de costumbre con su bebida milagrosa que hacia que su resaca desapareciera como el viento.
Se movió pero todo su cuerpo estaba tan adormilado que lo único que consiguió fue un leve movimiento de muñecas.
En ese momento sintió los papeles que su noona le había entregado la noche anterior.
Con pereza y desgano se dispuso a leer la primera carta. Era del instituto.
“Querido Señor y Señora Kim.
Reciban un cordial saludo y buenos deseos de parte del instituto Fallod.
Se les informa que el porcentaje de asistencia de su hijo Kim Sung Gyu se acercó al 25% y como ya había sido notificado, al llegar a este nivel, su hijo queda expulsado del instituto.
Esperando su comprensión y deseando bienestar en sus vidas
Director Lee Yoseob”
Los ojos del chico ni llegaron a inmutarse, seguía con su cara de poker face y al contrario, suspiro aliviado sin darse cuenta de lo que esto significaba en su vida.
La siguiente carta estaba en un sobre característico de su familia, se tenso y trago fuerte antes de poder ser capaz de leerla.
Lentamente la abrió y se esperó lo peor.
Era una carta de despido para Naila, y según las especificaciones, el motivo de su despido fue por el simple hecho de cubrirlo a el.
Las lágrimas del chico caían por sus mejillas. ¿Hace cuanto tiempo no lloraba? Estaba tan concentrado en aliviar el dolor con drogas y alcohol que se le olvido ese sentimiento de dolor y angustia.
Atrás de la carta había una nota y reconoció la falta de habilidad en hangul de Naila, sonrió involuntariamente hasta que de nuevo la realidad lo golpeo.
“Mi niño, se que en el fondo estas ahí, ocultándote… que deje de trabajar en la casa de tus padres y la expulsión de tu instituto signifique un cambio en ti y en lo que eres ahorita. Que todas esas cosas que sacrificaste sean de provecho y no te hundas más, has que mi despido no sea una pena, si no que te abra los ojos… espero que si te vuelvo a ver, seas Sunggyu, mi niño, aquel tierno niño enamoradizo que se sonroja por todo. Por favor, vuelve a ser tu…”