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De perdidos al río por moskafleur

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Notas del capitulo:

Bueno, primer capítulo, a pesar de que no había reviews. Éste fanfic va a tener unos cuantos capítulos, tampoco demasiados, pero con ésto quiero decir que no habrá lemon en seguida, habrá pronto, pero no ya mismo xD ¿ENTENDEIS?

Notó cómo su piel quemaba. Sentía mucho calor en la cara y los brazos, aparte de un fuerte dolor en el brazo. Comenzó a mover los dedos y notó que estaba sobre arena... ¿arena de playa? El sol... pega mucho... debe ser mediodía... o quizás más tarde. Definitivamente, no se encontraba en el Sunny. Abrió ligeramente los ojos, pero la luz era demasiado cegadora, por lo que volvió a cerrarlos hasta que se acostumbrara un poco. 

*¿Qué ha pasado...?* pensó. Hizo uso de su memoria y retrocedió en el tiempo...

 

FLASHBACK: 

Oyó a Nami gritar desde cubierta, parecía realmente alarmada, y hacía un par de minutos había visto a Usopp intranquilo debido a la aparición de unas nubes en lontananza. No le había dado importancia, ya que confiaba en la navegante y en sus predicciones, pero por lo visto, ésta vez... falló.

Bajó de la torre como una exhalación lo antes que pudo y se dispuso a obedecer las órdenes de la arpía usurera. Sanji, que había venido corriendo de la cocina, y él debían recoger las velas lo antes posible, pero ése estúpido moja-braguetas no hacía lo que se le decía; se puso a tontear con la pelirroja una vez más, inconsciente del peligro que corrían.

Mientras subían por la red hacia el palo mayor, ambos se dedicaron toda clase de improperios, pero Zoro no quería llegar a las manos, al menos no ahora, parecía un asunto feo el de la tormenta.

Sanji, ignorando el peligro que la situación suponía, le dio un puntapié en la cabeza al llegar al final de la red; evidentemente, con la intención de provocarlo y empezar otro de sus piques absurdos. 

- ¡¿Qué cojones haces, cejas de molinillo?! - la lluvia era tan densa que apenas podían verse ya el uno al otro - ¡Recoge las velas! 

- ¡Qué ya voy, cara de red! - respondió el rubio - ¡Cara.. de.. red! 

- ¿¡Qué mierda de insulto es ése!? - el rubio crispaba los nervios de Zoro. 

- ¡Cuerpo jota! - gritó Sanji entre risas. 

- ¡Deja de hacer el imbécil, cejas de sushi!¿¡Has recogido las velas por ese lado!? 

- ¡Sí, marimo!¡Vamos a bajar! - respondió el cocinero. Zoro asintió en silencio. 

El agua le impedía abrir los ojos siquiera, pero sintió que algo andaba mal. El viento era muy fuerte, y el movimiento del mar, extraño. Consiguió abrir los ojos con dificultad y vio como una gran ola caía sobre ellos como una manta. 

- ¡Sanji! - fue lo último que consiguió articular antes de que aquel tsunami les tragara por completo, arrancándolos del barco como si los succionara. Vio como el rubio era engullido antes, pero la ola fue más dura con él. Lo golpeó fuertemente contra el mástil antes de arrojarlo al mar.

El peliverde, por el contrario, había conseguido sujetarse a una soga que colgaba del barco con sus fuertes brazos. Buscó con la mirada al rubio, pero no conseguía ver nada, su corazón palpitaba muy rápido; si no le encontraba ya, se ahogaría.

De repente, distinguió algo de una tonalidad rosada. *¡Su camisa!*. Sin dudarlo, soltó el cabo y nadó y buceó hacia aquel bulto. La corriente lo arrastraba, pero no podía permitirse quejas, tenía que sacar del mar a su nakama. Cuando llegó a él, su pulso se paró durante unos segundos, estaba sangrando; su costado sangraba. Buscó una posición mediante la cual no tocara la zona dañada mientras nadaban hacia el barco, pero el problema vino cuando otra gran ola, aunque de menos magnitud que la anterior, les sumergió. Zoro cogió todo el aire que sus pulmones le permitieron antes de ser engullido por el mar y abrazó al rubio. Le tapó la nariz y pegó su boca contra la de éste, metiéndole todo el aire que pudo, quedándose él sin apenas oxígeno. Después, tapó su boca también y dejó que la corriente les arrastrara, pues era imposible nadar hacia el barco y por tanto contra ella. Al cabo de un minuto aproximadamente, la corriente les sacó a flote, pero muy lejos de dónde estaban. 

*Estamos... en medio del océano... y está herido... ¡No podemos morir aquí!* pensó el peliverde desesperado. *Creo que la corriente venía... de allí* miró en una dirección *Por tanto, debemos nadar en ésa dirección... bueno, debo* miró al rubio. Sacó la corbata del cocinero de su cuello y la usó para atarle las manos; pasó éstas alrededor de su cuello y se lo colgó a la espalda.

A pesar de su dolor de brazo, comenzó a nadar lo más rápido que pudo.

 

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que empezó a nadar, pero, de repente, vio una isla. *Gracias, si estás ahí arriba, seas lo que seas, gracias.* Nadó hacia ella*Aunque teniendo en cuenta mi reputación y actos, probablemente estés ahí abajo* rió para sí. 

FIN DEL FLASHBACK.

  

*Así que llegué aquí, y me quedé tirado durmiendo en la arena... sí, es propio de mí* suspiró terminando de abrir los ojos *¡...!* se incorporó sobresaltado - ¡SANJI!

Se levantó y no tardó en encontrarlo, unos metros más allá descansaba el cuerpo inmóvil de su nakama. Por un momento temió lo peor. *No, no, no pienses en ello, búscale el pulso*. Y así lo hizo, parecía tener, pero era muy débil. - ¡Vamos, cara sushi, no me jodas! - su costado aún sangraba, así que le abrió aquella ridícula camisa rosa de floripondios. Esperaba encontrarse el torso del rubio atravesado o algo por el estilo, pero gracias a... lo que quiera que cuidara de Zoro... no parecía tener nada roto, sólo un gran moratón; aunque eso no era precisamente tranquilizador, si tenía una hemorragia interna estaba jodido.

Chopper le había dando alguna que otra clase sobre primeros auxilios, por si acaso, así que tuvo que tirar de su escasa experiencia médica. Lo primero era sacar el agua de los pulmones del cocinero.

Le hizo el boca-boca, durante unos 10 minutos. Zoro no podía más, veía que su nakama no se despertaba y estaba, por primera vez, aterrado. 

- ¡Estúpido cocinero!¡Escupe el puto agua! - estaba al borde del llanto mientras presionaba su pecho - ¡Vamos! - gritaba. Las lágrimas empezaban a asomar en sus ojos. Se le estaba muriendo en los brazos prácticamente. 

Sanji giró la cabeza de golpe y vomitó, al menos, 1 litro de agua de mar en los pantalones de Zoro. El peliverde no podía ser más feliz en esos momentos. Le apartó el pelo de la cara. 

- ¡Shitty cook!¡Nunca pensé que me alegraría tanto de que me vomitaras encima! - sonrió. 

- ¿Dónde... dónde estoy? - respondió el rubio aturdido. 

Su expresión se volvió seria - Eres un egocéntrico – puso énfasis en la siguiente palabra - ESTAMOS – y miró hacia la frondosa selva que se erguía ante ellos - en una isla. 

- Brillante observación, marimo. 

- ¡Cállate, cejas de caracol! 

- ¡¿Has llorado?! - preguntó Sanji sorprendido. El espadachín tenía los ojos llorosos.

- ¡Claro que no! - respondió éste enfadado.

*Ya, claro, tss* sonrió el rubio para sí.

Sanji hizo un gesto de dolor al intentar incorporarse para quedarse sentado. 

- ¿Te duele? Temo que sea una hemorragia interna, ero-cook... - comentó Zoro preocupado. 

- Siempre tan positivo, me encantas – sonrió sarcástico. 

- Mientras no tosas, mees o cagues sangre, significará que estás bien – respondió levantando el pulgar como señal de aprobación. 

- No voy a llamarte para que veas mi caca cada vez que quiera cagar, lo siento – hizo una pausa para mirar a su alrededor – Supongo que estamos aquí debido a la tormenta... ¿Dónde están los demás?¿También cayeron del barco? 

- No que yo sepa, sólo caís... - no terminó la frase. Recordó que sólo había caído Sanji, él sólo se tiró a sacarle – caímos nosotros – No sabía porque se corrigió, supuso que para no hacerle sentir culpable. 

- Qué torpe, marimo... 

- ¡Mira quién fue a hablar! 

- E-Espera... yo estaba inconsciente... - a lo que Zoro asintió con la cabeza - … eso significa... que tú nos trajiste hasta aquí. 

- Sí... (?) - Zoro no parecía entender sus razonamientos. 

- ¡Oh, mierda, estamos perdidos! - Sanji se cubría la mano con la cara y hablaba con tono lastimero - ¡Seguro que has nadado en dirección contraria!¡Milagro que no hemos llegado ya a Raftel! 

- ¡Gilipollas!¡Encima que te rescato!¡He tenido que hacerte hasta el boca boca! - le replicó el espadachín, y después se limpió los labios con la camiseta poniendo cara de asco. 

- ¿¡Me has besado!? - Sanji se aterrorizó, la sola idea de que el marimo le hubiera besado le daba escalofríos. 

- ¡No te he besado!¡Eran primeros auxilios, estúpido cocinerucho! 

- ¡Yo guardaba mis suaves labios para Nami-san, y tú los has profanado!¡Alga bastarda! 

- Oh, perdone usted, señor cara arroba, la próxima vez dejaré que se ahogue en el fondo del mar o que se lo coma un rey marino, ¿le parece? – se levantó completamente y se fue andando por la playa. 

Sanji aún ligeramente incorporado en la arena, le gritó - ¡Estoy herido!¿¡Vas a irte así!? 

Sanji tenía razón, no podía dejarle a su suerte en ése estado – Tsk.. - murmuró, y volvió sobre sus pasos de mala gana. Cuando llegó a él, le ayudó a levantarse, haciendo que se apoyara en su hombro. Sanji se quejaba por el dolor, parecía una contusión fuerte, aunque no parecía tener nada roto. 

- ¡Con cuidado, marimo!¡Estoy herido!¡Más despacio! 

- ¡Ya he tenido bastante cuidado!¡Cuando me preocupo por ti, me desprecias, así que jódete y camina! - respondió toscamente, y se adentraron en la selva, aunque no demasiado. *Será gilipollas... la próxima vez, que se ahogue* 

Sanji no dijo nada al respecto, sólo se quedó pensativo. Aquellas palabras le habían dolido un poco, aquel estúpido marimo había conseguido hacerle sentir culpable. *Me salvó la vida... Tsk, ahora estoy en deuda con la marmota verde ésta... * pensaba *Intentaré ser amable*. 

El cocinero apenas pudo andar 10 minutos, estaba débil después de accidente, así que se sentó sobre una gran roca – Marimo, no puedo más, busca un estanque, lago o manantial, necesitaremos agua... o algo de comer... sí, también haría falta. 

- Pero yo no sé qué plantas se pueden comer, éso lo sabes tú. Además, necesito desinfectarte esa herida, no es profunda, pero si se te infecta... 

- ¿Preocupado por mí, marimo? - preguntó el rubio en un tono presumido. 

- Por supuesto que sí – respondió el espadachín, y se giró nada más decirlo, buscando con la mirada algún sendero ya trazado que indicara la existencia de habitantes. 

Sanji se quedó muy sorprendido. A diferencia de él mismo, Zoro estaba actuando de forma sensata, madura y responsable, dejando atrás sus absurdas peleas; le hacía quedar como alguien infantil e inmaduro. *Tsk... yo soy más responsable que él... siempre cuido de mis chicas* 

- Venga, yo creo que estoy bien ya, buscaré comida, tú busca agua, nos reuniremos en... - lo pensó mejor – Oye, voy a buscar piedras, voy a hacer una cruz con ellas en la arena; será una gran cruz, nos encontraremos allí. 

Zoro parecía no entender. 

El rubio suspiró – Sé que conseguirás salir de la selva, pero me apuesto mi ojo visible a que no sales por aquí, así que solo tienes que rodear la playa una vez estés en ella, hasta que encuentres la cruz, ¿vale? ¿Lo entiendes, marimo? 

- Bien, nos vemos en un rato – respondió éste. Ambos se separaron, cada uno por su camino, Zoro tardó bastante en encontrar un manantial, pero parecía un buen sitio. Con ayuda de sus katanas, cortó varios bambúes, fabricando tubos huecos pero con fondo, por los que introdujo el agua, los tapó con otra rodaja de bambú y se los ató cual mochila a la espalda con unos helechos fuertes. *Soy todo un explorador* pensaba para sí. *El cocinero... - suspiró - es muy testarudo. Por no mencionar que es estúpido, pero eso no es nuevo* rió. 

El rubio volvió a la playa y trazó la dichosa cruz con pedruscos que encontró repartidos en la arena, después se puso en marcha. Caminaba con dificultad, le dolía terriblemente el costado, no como para tener una costilla rota o una hemorragia interna, pero sí como para que su músculo estuviera muy resentido- *Maldita alga con patas... * maldecía para sus adentros. Su actitud no hacía más que hacerle sentir más culpable por actuar como un crío - Venga, Sanji, tienes que madurar. Bueno, ya eres maduro, sólo tienes que mostrarlo más. Entonces el marimo, verá que eres mejor que él, y se arrodillará ante ti y te respetará, y serás mejor que él... - continuó hablando tonterías consigo mismo durante largo rato mientras observaba plantas que podían ser comestibles. Consiguió recoger unas cuantas, suficientes para un día.

 

Cuando volvió, ya eran aproximadamente las 8 de la tarde y empezaba a oscurecer. Se encontró al peliverde sentado en la arena con la mochilita de bambúes a la espalda. 

- ¿¡Has llegado antes que yo!? Impresionante – Sanji estaba realmente sorprendido. 

- Ha. Ha. - rió con sarcasmo – ¿Trajiste comida? 

- ¿Y tú agua? 

Ambos mostraron lo que habían obtenido y sonrieron. Sanji calentó su pierna con Diable Jambe y consiguió hervir el agua para purificarla - ¡No sé qué clase de bambúes son éstos, pero resisten el fuego!- rió -¡Deberíamos coger más, serán muy útiles! 

Al cabo de un rato, Zoro volvió cargando un gran cargamento de dichos bambúes. Era una suerte que el mastodonte pudiera cargar tanto peso. 

- Ahora que lo dices, no son como los normales... - miró hacia la selva curioso – me pregunto... si será ésto lo único anormal en ésta isla... 

Sanji, que estaba concentrado prendiendo fuego a duras penas con la pierna al agua, le miró ofendido - ¡Ya empiezas!¡Tú si que eres anormal! 

- ¡No hablaba de ti, imbécil! - hizo una pausa pensativo – Aunque la verdad es que te es aplicable – y sonrió de forma arrogante. No pudo resistir la tentación de picarle un poco, estaba en su naturaleza. 

El rubio intentó ir a darle una fuerte patada pero le fue imposible, debido al dolor del costado, y se dejó caer al suelo derrotado. 

- Deberías hacer reposo, prepararé una... ¡una caseta con los bambúes! - respondió el peliverde. Se acercó al cargamento, y empezó a cortarlos a diestro y siniestro. Al cabo de unos minutos, ya había hecho una pequeña cabaña. 

*Lo que no haga éste... * pensó sonriendo para sí. 

- No es un palacio, pero tiene dos “hamacas”. Serán algo duras... - comentaba Sanji mirando hacia el interior del habitáculo. 

- Pero te jodes, ceja espiral – respondió. Se dio la vuelta y quitó los bambúes del fuego para que se enfriaran y así poder beber el agua – échate un rato. 

- Espero que sea seguro – dijo el rubio tumbándose cuidadosamente en una de las hamacas. Era sorprendentemente cómoda. 

- Debería serlo, además, si ataca algún animal salvaje, lo mataré. Hasta que te cures, me toca a mí defendernos – comentó mientras volvía a la cabaña – debes sentirte como una princesa – rió el espadachín. 

El cocinero bufó – ya decía yo... no eras tan maduro... 

- ¿Ha? Claro que lo soy, sólo que picarte es uno de esos pequeños placeres que me hacen feliz – se recostó en la otra hamaca cómodamente, con las manos detrás de la nuca. 

Sanji sonrió ampliamente. Para él también era divertido. Ese comentario, aun siendo... “negativo”, había conseguido aliviarle el dolor del costado. Era un momento agradable de amistad para ambos. 

- Por cierto – dijo el peliverde. Sanji le miró, indicándole que continuara. - ¿Has meado, tosido, o cagado sangre cuando estabas sólo? 

El rubio se limitó a mirarlo seriamente, sin expresión. *Es un experto en arruinar momentos agradables* - Buenas noches, marimo. 

Zoro sonrió satisfecho, y se durmió. 

 

Notas finales:

Bueno, decidme qué os ha parecido en un review y espero subir un capítulo pronto,aunque debido a mis estudios, subiré uno o dos capítulos por semana aproximadamente, lo siento u_u 

Además tengo otros dos fanfics empezados, y otros en proceso así que a ver si puedo llevarlos a cabo todos :)


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