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Miedoso Lillipup por Tem-chan

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Notas del capitulo:

Bueno, aquí vengo esta vez con un fic raro pero es que hasta jugar al pokémon me da ideas para fics yaoi… creo que empezaré a preocuparme por mi mente, jajajaja Aquí viene este fic… Humanicé a algunos pokémons para poder escribir esta historia, espero que les guste.

Debo advertir, que las partes del relato que están centradas son unos fragmentos que salen en el juego de pokémon Negro 2, y están tal cual… no sé si eso cuenta como plagio, pero aviso… por si acaso.

Lillipup miedoso

 

Cheren y Bel habían ido a la biblioteca de Ciudad Esmalte, donde estaba la gran amante de los pokémon de tipo normal, aunque ya no era líder del gimnasio y solo se dedicaba a restaurar fósiles, mantener la biblioteca y el museo y estudiar fósiles y huesos de pokémon, todo junto a su marido, el cual hacia visitas guiadas a los nuevos visitantes mostrando un esqueleto, de lo que parece un Dragonite. Entraron a la biblioteca y encontraron un nuevo libro que relataba trozos de una historia. Mientras Cheren se iba con Aloe a estudiar huesos, ya que para eso había ido la muchacha siempre tan despistada y distraída se quedó leyendo ese libro pero como solo había el volumen 2 y el 4 se tuvo que imaginar todo lo demás.

 

Lillipup miedoso Vol.2

Un cuento que narra las peripecias de un miedoso Lillipup y un irascible Zorua. Lillipup se dirige a una cueva en pos de la hierba medicinal pero un Zorua con muy malas pulgas le bloquea la entrada. Por alguna razón, al final los dos hacen buenas migas y deciden emprender juntos el viaje.

 

Al leer eso la chica empieza a imaginar el relato y su nariz empieza a sangrar. Nunca había pensado en cosas de ese estilo al menos no con pokémon y menos aun humanizados pero leyendo eso le había aparecido en la imaginación esas escenas y al imaginar el porqué Zorua podía haber aceptado ir con él haciendo su amigo le había dado mucho que pensar respeto el Perrito y el Zorropillo.

 

“Estaba un joven, que aparentaba de quince años, con una piel un poco clara, más bien de color canela, pelo cortito y salvaje de un color marrón claro y ojos negros, con una mirada sincera e inocente y una sonrisa tímida. Unas orejitas del mismo color marrón sobresalían de su cabecita, con una forma un poco peculiar, tenían una punta grande y ancha y otra un poco más pequeña debajo. Tenía una mancha azul parecida a una estrella en la espalda y en su trasero tenía una colita muy chiquita de igual color que su pelo. Su nariz era pequeñita y redondita como la de un perrito, aunque eso era normal ya que era de la Especie “perrito”. Este chaval estaba al lado de la cama donde estaba una mujer tumbada en ella, parecía bastante enferma. Al salir a recoger unas bayas para la cena se había encontrado con un Trubbish que le había atacado con un tóxico al pensar que le atacaba. El veneno actuaba poco a poco, realmente era muy lento, cosa rara teniendo en cuenta que tóxico era un fuerte ataque de tipo veneno. A lo mejor la abuela por su edad, tenía más resistencia al veneno. El chiquito no lo entendía mucho pero ver a su abuela con el bigote canela caído se le hacía raro normalmente era muy alegre y reía mucho. Sus ojos negros estaban un poco apagados por el veneno, y eso hacía que el pequeño pensara en que podía hacer. Tomó una decisión iría a buscar las dos hierbas que necesitaba para hacer los polvos para curar a la abuela.

¿Estás seguro, querido? preguntó preocupada por si algo le pasaba a su pequeño nieto, nunca se había alejado del lugar.

Sí, no puedo estar sin hacer nada, tengo que ayudarte. Hiciste mucho por mí y no puedo dejar que te mueras como les paso a mis padres.

—Está bien, hijo —dijo suspirando— Está en una cueva situada al otro lado de la montaña.

—De acuerdo abuela Herdier —se levantó rápidamente para irse.

—Lillipup espera —le llamó, este se giró— Ves con mucho cuidado, puede ser peligroso.

—Tranquila, iré con mucho cuidado —respondió sonriendo.

Salió de la cueva para ir a la montaña que su abuela le había dicho. En verdad no estaba tan seguro como le había hecho creer a su abuela, estaba muy asustado de lo que pudiera pasarle en el camino. No era muy fuerte ni tampoco un buen luchador por lo que no las tenía todas. Con miedo y rapidez empezó a andar hacia allí, o más bien correr. Su faldita de color marrón que tapaba solo sus partes intimas se movía al ritmo de sus pasos al casi correr, no sabía porque, pero sentía que algo pasaría. Y no sabía si quería que eso pasara. A medio camino se empezó a hacer de noche, el pobre y miedoso Lillipup estaba poniéndose nervioso por momentos al no saber qué hacer. Dormir allí era peligroso pero no encontraba ningún otro lugar. Estaba por ponerse a llorar cuando encontró que algo obstaculizaba el paso, estaba asustado pero la curiosidad hizo que por ese momento no llorara y se acercara sigilosamente.

Aun y sus intentos por no hacer ruido el obstáculo lo escucho y levanto su rostro del suelo. Era un chico, de unos dieciséis años, de piel un poco tostada, con el pelo un poco largo de color gris-liloso y con un pequeño mechón que parecían llamas en la parte de arriba con las puntas rojas. Sus ojos eran azules y tenían una mirada pícara junto con una sonrisa un poco siniestra pero hermosa. Tenía una mata de pelo más oscura en el cuello a modo de collar y una corta cola gris-lilosa a la parte trasera. Lillipup al verlo sintió un pequeño escalofrío a la vez que pensaba lo lindo y sexy que se veía el chico. Sabía muy bien la especie y sabía que era peligroso para él acercársele pero ya estaba cerca y este ya le había visto así que aunque intentara escapar no podría.

Hola dijo con una sonrisa maliciosa el otro chico.

Ho-hola respondió tímido y asustado.

¿Qué haces en mi territorio a estas horas de la noche? le preguntó un poco enojado por la invasión aunque seguía sonriendo con malicia.

—Vo-Voy a-a la mo-montaña…

—¿Para qué?

—Pa-Para u-una hi-hierba.

—¿Estás enfermo?

—Mi-mi a-abuela…

—Pero no puedes pasar por aquí es mi territorio.

—Pe-pero… es el ca-camino ma-más corto… —se excusó el pequeño lillipup.

—Eso a mí no me importa —le gritó dándole un golpe al árbol— Es mi territorio y nadie entra sin mi permiso.

—Pe-pero…

—Nada de pero… ¿Qué quieres? ¿Qué te de una paliza?

—N-no… —respondió medio lloroso— E-esto… ¿y-y si pi-pido permiso? —preguntó bajando la cabeza.

—¿Y quien dice que yo te lo vaya a conceder sin nada a cambio? —respondió cambiando su tono de voz.

—No… —empezó a decir sin saber cómo acabar— No sé que podrías querer de mi… —bajó la cabeza apenado.

—Bueno, a mí se me ocurrió una idea —dijo con una mirada lujuriosa.

Se acercó al menor, quien aun tenía la cabeza gacha, y le cogió por el mentón antes de besarlo. Este se sorprendió, ya que no esperaba ese movimiento por parte del otro. Cerró sus ojos sonrojado sin saber muy bien qué hacer. Era la primera vez que le besaban. Simplemente movió sus labios intentando corresponder al otro, el cual le mordió su labio haciéndole un poco de sangre. El pequeño Lillipup gimió un poco, por el dolor, y Zorua aprovechó para meter su lengua dentro de su boca y someter a la suya dejando bien claro quién dominaba allí. Por la falta de aire el chico de orejas canela jadeó, al notar como su subyugador se separaba para reponer el aire.

—Puedes darme tu cuerpo a cambio —le sonrió y sin esperar respuesta se abalanzó sobre el menor tirándolo al suelo con un golpe.

El peli-canela gimoteó por el dolor de la caída pero no pude hacer nada más ya que el mayor le besó de nuevo. Los besos del peli gris-liloso no le molestaban, más bien lo contrario, le gustaban. Era muy raro aquello pero le hacían olvidar todo con el roce de esa lengua con la suya. Las manos de Zorua empezaron a tocar su cuerpo, deteniéndose en las tetillas donde empezó a apretar y tirar de sus pezones, aunque lo hacía con fuerza, era un dolor placentero para el pequeño Lillipup, el cual gimió un poco entre el beso. Después de tirar de su pezón hasta que dolía lo dejaba ir y lo acariciaba con su dedo haciendo que el oji-negro sacara suspiros, entre beso y beso.

Dejó de besar sus labios para bajar a su cuello y empezar a morderlo. Algunas veces mordía lo suficientemente fuerte para hacer sangre mientras que otras solo dejaba marcados sus dientes. Entre mordida y mordida hacia pequeñas succiones. El menor estaba que deliraba por el dolor-placer que sentía a manos de su “violador”. Cuando estuvo satisfecho por su obra de arte, sonrió y giró al peli-canela y le subió la única tela que llevaba este, dejando esa pequeña colita al aire junto con tu trasero. Se veía lindo des de esa posición, hizo que subiera un poco su trasero dejándolo a la alzada de su ya erecto miembro y dirigió este hacia la entrada del menor, metiéndolo de golpe y sin previo aviso.

—Aaaaaah —gritó el perrito al notar como alguien entraba en él de forma brusca. Muchas lágrimas empezaron a salir de sus ojos— du-due-e-le mu-mu-cho… —lloriqueó entrecortadamente.

El oji-azul se quedó quieto unos momentos mientras escuchaba sus sollozos y al poco empezó a moverse produciendo más dolor en el menor, el cual lloró más, al menos durante el principio. Pero luego a medida que las embestidas se hacían más profundas e iban tocando una parte dentro de él que le nublaba la mente por el placer, el dolor fue desapareciendo lentamente. Empezó a gemir primero flojo pero a medida que iba sintiendo más placer, iba aumentando el volumen de sus gemidos.

El peli gris-liloso iba aumentando más la velocidad y la intensidad a la vez que gruñía de placer. Ese interior tan caliente y estrecho, le ponía a mil, nunca le había pasado con ningún otro, así que estaba seguro que ese Lillipup era especial, al menos para él. Estaba inmerso en el placer que le daba la cavidad y no pensaba en nada más que en los gemidos que daba el menor bajo de él. Cuando notó que estaba por correrse en el interior del perrito acercó su mano al miembro de este, el cual estaba duro, por lo que sonrió, y empezó a masturbarle para que también pudiera llegar a su orgasmo. Podía no ser la persona más amable del mundo pero realmente no había olvidado la necesidad del otro.

El peli-canela al sentir la mano del otro en su miembro no pudo hacer más que gemir más fuerte, realmente que ese chico le estaba haciendo sentir bien aunque al principio le había dolido. Ambos empezaron a notar como una corriente eléctrica pasaba de sus miembros a su espalda y volvía a su parte noble con más fuerza. Lillipup ante eso gimió más fuerte aun, casi gritando, viniéndose en el suelo. El mayor al notar como la cavidad que lo envolvía empezaba a contraerse y apretarle mientras embestía, se corrió también, él en el interior del menor, el cual suspiró al notar como la esencia del otro lo llenaba.

El peli-gris estaba extrañamente satisfecho con ese polvo así que salió del interior del lillipup, el cual suspiró de nuevo al notar como el mayor se separaba. De su trasero salió un líquido rojizo y blanquecino a la vez. Había sangrado por la brusquedad de Zorua pero estaba feliz. Suponía que era por el chico, pero también podía ser porque era la primera vez que sentía algo así. Él era virgen en todos los sentidos de la palabra, y hasta algunos más que aun no se habían inventado. Al moverse notó dolor por lo que hizo un pequeño gemido y segundos después unos brazos le giraron y envolvieron.

—Puedes pasar la noche aquí y mañana nos iremos a por la hierba.

—¿I… Iremos? —preguntó no entendiendo el verbo.

—Sí, iremos porque tu solo no llegarás.

—Pe-perdón.

—¿Por qué te disculpas?

—Po-por inútil —dijo escondiendo su carita.

—No dije que fueras inútil, pero eres demasiado fácil de comer.

—Yo…

—Si vas a disculparte, mejor calla y duerme.

El perrito simplemente decidió callarse e intentar dormir pero, aunque estaba envuelto en ese abrazo que hasta cierto punto se notaba protector, si le ponías un poco de imaginación, notaba que no estaba todo bien. Había algo en el ambiente que le molestaba y le daba miedo. No quería moverse por miedo a molestar al mayor quien le abrazaba pero sabía que algo se acercaba, empezó a temblar por el miedo.

Con unos pasos más quien fuera que se acercaba llegó al lugar donde estaban y se los quedó viendo. Lillipup notó la mirada pero no sabía de dónde venía así que se acurrucó más en esos brazos. Al notar el movimiento el peli gris-liloso despertó y olió algo raro en el ambiente por lo que se incorporó un poco. Entonces un chico que se veía mayor que ellos, como de unos 20 se acercó. Era un chico de piel morena, con el pelo negro en punta hacia arriba y un poco de punta hacia abajo. Con los ojos rojizos y una mirada perdida y una sonrisa atontada. Tenía la nariz un poco aguileña y llevaba una máscara amarilla en sus partes nobles a modo de taparrabos.

 

-Pobre Lillipup —susurró apenada por lo que pensaba su propia mente— Zorua se pasó un poco en esa parte, pero llega Yamask…

Su imaginación en ese momento llegó a su fin, durante unos instantes. Había leído ya todo el volumen 2 y un poco del 4, desgraciadamente no estaban el 1 ni el 3, eso no era muy agradable, que se dijera, pero al menos así podía dar rienda suelta a su loca imaginación que sin saberlo la llevaba a ser un inicio a fujoshi zoofílica, o al menos, fujoshi a secas.

 

El miedoso Lillipup vol.4

En este libro se relata la historia de tres amigos: Lillipup, Zorua y Yamask.

En su camino dan esquinazo a una bandada de Woobat y aúnan fuerzas para derrotar a Krokorok que se estaba metiendo con ellos.

 

“Ese chico se había presentado como Yamask y la verdad es que había conseguido apaciguar la ira de Zorua con una baya, si en verdad el peli-gris iba de duro pero no lo era tanto. Los tres emprendieron el viaje hacia la cueva. Lillipup estaba muy feliz de poder hablar con alguien y de ir acompañado. Y aunque el moreno tuviera cara de atontado o no lo era en absoluto. Estuvieron hablando todo el rato, bajo la atenta mirada de oji-azul. No le gustaba verlo hablar tan animadamente con ese moreno. Al fijarse en el andar de peli-canela se fijó que cojeaba un poco y sonrió. Eso si le gustaba. Eso y las mordidas que había por su cuello y pecho, realmente lo había marcado bien como suyo. Se puso de mejor humor pensando en que manera podía comerse a ese perrito sin que el oji-rojo se metiera de por medio.

Mientras pensaba y observaba a su perrito, caliente, eso era como estaba él de verlo, empezó a escuchar un ruido, el cual los otros dos también escucharon porque se pararon y el menor lo buscó con la mirada pidiendo protección. Se acercó a él con cara seria, una cara que daba a pensar que en verdad no le importaba una mierda pero se puso en alerta por si debía proteger al peli-canela.

De repente vieron pasar una gran estola de chicos y chicas que volaban con unas alas negras y de un tamaño suficientemente grande para mantenerlos al flote, pero bastante pequeñas. Tenían el pelo grisáceo claro, de ese que a veces se confunde con el azul muy suave, y tenían una nariz redonda con un solo agujero en forma de corazón. Sus ojos casi no se veían de tan pequeños que eran y seguramente no tendrían mucha vista y solo les veía un diente triangular en el centro de la boca. Iban vestidos con un manto blanco-sucio. Eran una bandada de Woobat que huían de algo bastante asustados. Cuando la bandada se hubo ido ellos volvieron a su marcha, no les importaba mucho lo que hubieran visto o dejado de ver ellos eran fuertes y no tenían nada que temer.

Al poco vieron un claro, llegaron a él y encontraron lo que había asustado a la bandada de Woobat. Era una Krokorok muy enfadada. Iban a intentar pasar sin que les vieran pero se dieron cuenta que debían de luchar con él sí o sí. Sin previo aviso, Yamask lanzó un energibola, que dio de lleno en esa cola de un color marrón a rayas negras que tenía una forma alargada y que se estrechaba conforme se separaba del cuerpo. Esta miró hacia la dirección de donde vino el disparo e hizo un terremoto. Este afectó a Lillipup y a Zorua pero no a Yamask el cual había levitado como buen Espíritu que era. Aun escondido entre las sombras de los árboles lanzó otro energibola esta vez tocando al cuerpo entero de la mujer de piel morena oscuro, aunque sin llegar al color casi negro de Yamask.

Mientras estos dos peleaban, el pequeño peli-canela había ido moviéndose detrás de la Krokorok y encontró esas hierbas justo a la entrada de la cueva. Al acercarse notó como algo se movía detrás de él. Pero Zorua lo salvó usando hierba lazo. Eso sorprendió al menor, pero no era el momento de preguntar. Así que siguió acercándose a la entrada de la cueva viendo lo nerviosa que se ponía Krokorok.

—No te acerques más a la cueva —gritó casi desesperada.”

 

Para su sorpresa ¡Al vencerlo hallan la tan ansiada hierba medicinal! Cada uno de los tres amigo emprenden el camino de vuelta a casa, no sin antes prometer verse de nuevo, pues todos quieren pasarlo pipa juntos de nuevo.

 

“Lillipup la miró un poco preocupado por ese tono de voz, a lo mejor le pasaba algo y necesitaba esa planta, si era así ella había llegado primero y se debía respetar el turno aunque eso significara la muerte de su abuela, la única persona que le había cuidado hasta ese momento.

—¿Necesitas la hierba? —preguntó inocentemente.

—¿La hierba? —preguntó extrañada— No.

—¿Podemos llevárnosla?

—Cla-claro… —dijo avergonzada al darse cuenta de lo sucedido— ¿Era eso lo que queríais?

—Sí-si… —respondió moviendo la cabeza enérgicamente.

—Podéis llevárosla pero iros ya de aquí. Y no ataquéis a la gente porque sí, solo vigilaba que nadie quisiera matar a mis crías.

—Perdón… es que vimos huir unos Woobat… y pues…

—Está bien. Ahora largo de aquí, mis bebés deben de estar llorando —dijo yéndose para dentro de la cueva, donde en verdad solo había huevos por el momento.”

 

Las hierbas medicinales que Lillipup trae de vuelta a su hogar surgen efecto ¡la abuela se recupera en un pispas!

Entre los tres pokémon se fragua una amistad inquebrantable.

Fin

 

—Que linda historia —dijo Bell más bien pensando en lo que ella se inventó— Pero el final es un poco soso —sonrió y se puso a pensar en un final más adecuado según ella.

 

“Al conseguir la hierba deshicieron el camino de regreso al comienzo y luego acompañaron al pequeño a su casa para que no le pasara nada por el camino. De nuevo fueron charlando todo el rato o al menos Lillipup, el cual estaba muy contento por conseguir la hierba para su abuela. Pero esta vez había algo distinto en todo ello. Zorua se había unido al grupo de parlanchines aunque él solo escuchaba y cogía a Lillipup de la mano para que este supiera que era suyo.

Al llegar a la casa prepararon la medicina y la abuela se recuperó rápidamente. Yamask se despidió con un hasta pronto y se fue por su banda mientras que Zorua y el pequeño Lillipup salieron de la casa para hablar a solas. El peli-canela no quería separarse del oji-azul, le había gustado des de que le había visto y tener que separarse le ponía triste. Bajó su cabeza pero el mayor se la subió para besarle los labios, no era un beso suave pero tampoco era uno brusco… era un intento de beso amable por parte del peli gris-liloso. El oji-negro sonrió ante eso.

—Y-Yo… Zorua… esto… no quiero separarme de ti —le dijo con una voz un poco triste.

—Está bien vivo cerca de aquí. Puedo venir a verte cada día.

—¿Seguro? ¿No es molesto hacer el viaje cada día?

—Puede, pero sería raro que me quedara y tu abuela me mira raro…

—L-lo siento.

—Tranquilo, en cuanto se muera yo te cuidare, por el momento nos veremos cada día en este lugar.

—Está bien —dijo sonriendo mientras abrazaba tiernamente al mayor, y este correspondía gustoso.”

 

—Si este final queda perfecto, pero creo que aún le queda algo… —se decía a si misma— Ah… Ya sé…

 

“Pasaron los años y ese amor duraba. Pareciera que fuera a ser eterno. Aunque de momento no se habían dicho el te quiero o el te amo, cada día se encontraban en su lugar y en su hora, hablaban, jugaban, reían, tenían sexo, más sexo, más sexo… bueno en definitiva eran unos viciosos. O al menos Zorua lo era y arrastraba al perrito en ello.

La abuelita con el tiempo murió de vieja, esta vez no se podía hacer nada por ella, y solo se murió. Fue triste y la enterraron como era debido pero como siempre todo mal lleva algo bueno, y en ese caso lo bueno fue que al fin podían estar juntos todo el tiempo. Como había prometido Zorua se había ido a vivir con Lillipup, con lo cual podía disfrutar de más tiempo con él y más diversión, o sea más sexo aun.

Era uno de esos momentos en los que uno acababa de tener un polvo estelar, y no de los que se venden si no de los que se sienten, y estaban recostados en la cama que compartían des de la muerte de la abuela. Zorua mantenía al pequeño bien pegado a su cuerpo abrazándolo por la cintura fuertemente. Mientras que el peli-canela tenía su cara escondida en el pecho del mayor.

—Te amo —le susurró Zorua al oído del menor por lo que este alejó la cabeza de su pecho y le miró muy feliz con sus ojitos negros brillando.

—Yo también te amo —exclamó mientras le besaba.

Y así pasaron los años juntos y felices. Pero no debemos olvidar al pobre Yamask, el cual iba de vez en cuando a verlos y una de las veces trajo a su pareja, que no era ni más ni menos que uno de los Woobat de esa bandada. Le felicitaron por ese logro y hasta hicieron una fiesta para ambos, es decir Lillipup hizo una fiesta y Zorua solo estaba allí por el peli-canela”

 

—Sí, definitivamente este final es más hermoso —dijo orgullosa de si misma mientras cerraba el libro.

—Bell, ¿Aun estás aquí? —preguntó la voz de Cheren a sus espaldas.

—Sí, aquí estoy, pero ya acabé así que ya me voy.

—Entonces vámonos juntos.

—Genial.

—¿Por qué tanta alegría de golpe? —preguntó Cheren un poco curioso por el comportamiento de su amiga, aunque siempre era raro, a decir verdad.

—Nada, solo que hay parejas lindas en el mundo —dijo feliz mientras Cheren le miraba con cara de no entender nada, pero simplemente se encogió de hombros dejando a su amiga por inútil

FIN

Notas finales:

Hasta aquí este One-shot de pokémon. Es el primero que hago, así que espero que les haya gustado y que me comenten. Muchas gracias por leer y espero que no rompa ninguna de las normas.


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