Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

" M y P l a c e " por zafiroeindigo

[Reviews - 223]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Nota aclaratoria I:

“Vale aclarar que los personajes de Naruto NO SON DE MI PROPIEDAD sino de Masashi Kishimoto, como también algunos sucesos que ocurren en la película La Otra Tierra, ya que ESTE FIC SOLO ESTÁ INSPIRADO en algunos sucesos y no en su estructura argumental y visual; por lo que NO ES PLAGIO. Este fic ha sido escrito sin ánimo de lucro y solo por entretención, por lo tanto solo es de LECTURA LIGERA.”

Nota aclaratoria II:

Mis actualizaciones se dan mayoritariamente cada tres semanas o quizás menos ya que nos acercamos al final…

Dada estas explicaciones, podemos continuar…

 

-  M y   P l a c e -

 

 

“M A R R I A G E”

(Capítulo XIII)

 

 

— Entonces te aceptaron — Decía cabizbajo el moreno mayor de los hermanos Uchiha.

— ¡¡¡Sí!!! ¿¡Puedes creerlo?!— el rubio estaba colgado a los hombros del moreno, no pudiendo creer tan buena noticia. — Hoy hace unas horas me acaban de avisar, quería que fueras el primero en saber…

Itachi se quitó con cuidado los brazos de Deidara. El que lo miró con curiosidad.

— Itachi, qué…

— ¿Cuánto tiempo?— le habló serio, dando un paso hacia atrás. Intentando alejarse, mientras el rubio le miraba confundido.

— Etto…  son seis meses.

— No. — El moreno negó con la mano, mientras se colocaba su mano entre su cien. —No puedes irte.

Deidara se sobresaltó ¿Por qué el moreno estaba tan en desacuerdo?... Era claro que él también lo extrañaría, pero era un paso muy importante para él.

— ¿Itachi? ¿Qué pasa?

— ¡No!— Itachi lo miraba enfadado con el ceño fruncido. — No quiero que vayas.— se volteó.  

— ¡¿Nani?!— Deidara no comprendía la necedad del moreno — Pero Itachi tú fuiste el que me dijo que participara y que de seguro ganaría.

— Sí, ¿pero del dicho al hecho?... es muy distinto. ¡No pensé que llenarías el formulario inmediatamente!— prácticamente le gritó. Lo que hiso más que enfadar, entristecer al rubio.

— Pero… no te entiendo.

Itachi chaqueó con la lengua. — Déjalo. No tiene caso.

— ¿Qué?… ¿a qué te refieres?

El rubio de pronto sintió que su corazón se freno, sobre todo al ver pasar al moreno a su lado yendo hacia la puerta, con claras intenciones de salir.

— Que lo nuestro no tiene caso.

— ¡Itachi!

Deidara se colocó en frente de él, aun cuando el moreno pensaba abandonar la sala.

— Quítate.

— No lo haré — dijo interponiéndose en la salida, extendiendo sus manos para que el Uchiha no pudiera pasar.

— ¡Con un demonio, te dije que salgas! — pero antes que el Uchiha intentara siquiera apartarle el rubio se abrazó a él y  sus labios envolvieron los del moreno director.

No pudiendo evitarlo más Itachi abrazó con fuerza y con posesión al rubio, fundiéndose en un beso desesperado. Lleno de sentimientos contradictorios pero ansiosos por no separarse. Hasta que la falta de oxigeno se hiso inminente, separándolos lentamente.

— ¿Por qué… de qué tienes miedo?

Itachi observó los angustiados ojos de su novio. Mientras acariciaba esos cabellos largos y rubios, le gustaba, le amaba. Amaba todo en ese talentoso rubio.

— No quiero perderte.

El rubio tan solo dio una leve sonrisa.

— No lo harás. Yo te amo, baka.

Acarició los largos cabellos oscuros que caían por su rostro.

— Pero te irás… — le habló con pesar.

Deidara por su parte solo sonrió. ¿Cómo no enamorarse de él?... mientras él perdía el tiempo con alguien que jamás le valoraría como lo hacia el moreno.

— Solo serán seis meses y además no me iré hasta dentro de tres meses más.

— Demo…

— Pero nada — lo volvió a acallar con otro beso que al Uchiha le sabía a gloria. — Deberías confiar más en mí.

— Y lo hago. — le rectificó serio.

— No. Porque sabes que no te abandonaría, solo a ti te quiero. Itachi-no-Baka

Itachi poco a poco bajó sus defensas, ese rubio podía con ellas y destrozarlas como quisiera. Estaba atrapado en el torbellino de amor que sentía hacia ese rubio doncel.

 

 

********************************************************************************

 

 

Karin llegaba a la casa, mientras hablaba a través de su móvil.

— Así que esos dos planean estar juntos.

— Hai, ¿Madara-san?

— Bien. Creo que eso no es del todo malo.

— ¡¿Nani?! De qué está hablando. No me había pedido usted qué...

— Si no puedes lograrlo ya no hay más que hacer. El estúpido de mi sobrino aún no acepta que lo está perdiendo todo, si es así no me quedan más opciones.

— ¿De… de qué habla Madara-san?

— Tan solo me queda robarles lo que más quieren, y borrarlos del camino. Los bienes Uchiha deben estar con quien mejor los sepa administrar.

Karin observaba el móvil estupefacta. — ¿Qué? ¿A qué se…?

— ¿Karin?— pero la voz de Sai la sacó de su conversación. Colgó inmediatamente para voltearse a verle.

— ¿Qué haces aquí, Sai?— tan solo esperaba que el moreno no se haya enterado de la conversación.

— No, ¿tú qué haces aquí? ¿No deberías estar ensayando con Sasuke?

— No voy a volver a verle.

Sai quedó impactado ante aquello. No lo podía creer, ¡pero si Karin amaba con locura a su primo! Siempre lo había hecho. De pronto una duda asaltó su mente, la voz que había salido del móvil de Karin le resultaba conocida.

— ¿Con quién hablabas?

— Eso a ti no te importa.

— Claro que sí, desgraciadamente eres mi esposa.

— Tú lo dijiste, desgraciadamente.

Mientras entraba al hogar y dejaba la cartera y las llaves encima de la mesa, la pelirroja observó el espacio. Esa casa nunca le había gustado.

Kazuo por su parte de pronto comenzó a escuchar gritos, dejó la consola portátil encima de la cama. Mientras caminaba despacio, abría la puerta de su habitación y se acercaba a la baranda del segundo piso, escuchando la disputa.

— Karin, tenemos que hablar.

— No tengo nada que platicar contigo, Estoy cansada.

Sai vio a su esposa con una sonrisa sínica, — ¿Platicar?... tú y yo no platicamos hace años. Lo único que hacemos es discutir.

Karin posó sus manos en sus oídos, cansada. Mientras en las alturas Kazuo observaba a sus padres con preocupación, — Puedes dejar de darme el sermón. ¡Por Kami, eres sumamente molesto! No sé qué vi en ti.

Sai enfadado se acercó a la pelirroja tomándola del brazo.

— Yo te diré lo que viste en mí, Karin.

La pelirroja le observó insegura. Sai jamás le había puesto si quiera la mano encima.

— Viste a un imbécil de apellido Uchiha y viste en mí la oportunidad de acercarte a él. ¡¡¡Jamás me viste a mí!!! Tan solo era alguien para ayudarte a cumplir tu verdadero propósito. ¡¡Estar con mi primo, con Sasuke!! 

Kazuo observaba impresionado la escena, los gritos de su padre no eran solo de enojo. Lo intuía a pesar de su edad, en esas palabras había dolor.

— Y vaya que ni para eso me serviste, Sai.

Sai la observó estupefacto.

— Ni siquiera sabes la verdad después de tanto tiempo, eres un iluso.

— ¿A qué mierda te refieres?

— No tengo porqué decírtelo. Pero gracias, gracias por haberme acercado a la persona que más he querido en mi vida, incluso después de casados.

Sai levantó su mano, nunca en su vida había estado tan descontrolado, pero por sus pensamientos atesoró a su hijo, Kazuo. Que estaba en su habitación. Esperaba que no haya escuchado nada. Intentando calmarse bajó la mano.

— ¿Qué, ahora vas a golpearme?... un solo golpe, te denuncio y me llevo a Kazuo muy lejos — Karin le observaba con seriedad. Kazuo tembló ante la mención de las mismas.

— Eres de lo peor, Karin.

— Eso no solo tú me lo has dicho, ya perdí la cuenta y en verdad, me da igual.

— Mientes.

Karin estaba dispuesta a subir las escaleras, cuando lo que dijo su esposo la saco de sus cabales.

 — Eres altanera, caprichosa, histérica y ahora no podría dudar que estas desquiciada. — ambos se observaban serios. — Pero mientes, si te importa. Sé que en el fondo sigue algo de la Karin que conocí en la universidad, de la que me había enamorado. Ya no te amo, hace años que lo sé, pero conservé siempre la esperanza de que volvieras a mí y si no podíamos ser un matrimonio dichoso, al menos que volviéramos a llevarnos bien. 

Pero Sai se encontró con el rostro amoratado debido a la fuerte golpiza en su mejilla proporcionada por Karin.

— De esa ingenua y estúpida Karin no queda nada Sai. — la pelirroja bajó la cabeza, temblaba.

— Lo sé. Como también sé el momento exacto en que esa Karin falleció. — Le observó con tristeza, hasta con pena. Cosa que la pelirroja no pudo soportar. Odiaba que le viesen de esa forma.

— Basta. No lo aguanto más, me voy de ésta casa.

Kazuo temblando y con los ojos acuosos debido a las múltiples lagrimas, rápido y sutilmente se escabulló a través de la puerta cerrándola despacio. Solo allí se dejó caer en la cama llorando. Sintiendo la pena por la que debían atravesar sus padres. Les dolía mucho que no se quisieran, sentía que tenía algo de culpa. Por más que no se lo dijesen. El sabía que sus padres se habían casado tan solo porque su madre había quedado embarazada. No podía evitar sentir la culpa de condenar a sus padres a estar tanto tiempo juntos solo por su causa, porque por más que su padre lo negara todo el mundo lo gritaba, hasta en la escuela le molestaban porque su madre le era infiel a su padre y en los medios todo se sabía.

 

Karin observó por un momento la puerta cerrarse del cuarto de su hijo. Por un momento sintió la necesidad de ir hasta él, pero al momento se arrepintió. Ese más que su hijo era hijo plenamente de Sai. Ella tan solo lo había engendrado y no tenía mucha relación con el menor. No era el momento de crear un lazo, ya el tiempo había pasado y no podía entablar algo con el pequeño tan tarde. Era mejor que las cosas siguieran como debían.

 Karin entró en su habitación y sacó lo más importante, dejando algunas cosas. Ella tenía dinero, por lo que no le interesaba mucho si dejaba grandes y lujosas joyas en esa casa, ya vería Sai que hacía con ellas.

Karin ordenó dos maletas y bajó a la primera planta. Mientras veía como encima de la mesa en donde había dejado su bolso y llaves había unos documentos. Kazuo se acercó nuevamente a la puerta tras escuchar algunos ruidos.

— ¿Y esto?

— Son los trámites del divorcio.

Karin tan solo los tomó mientras le sonreía.

— Lo tenías todo planeado, ¿no?

— ¿A qué te refieres?

— Tú y ese tal Sabaku-no-Gaara. ¿Hace cuanto que están juntos?

El pequeño Kazuo tras escuchar esto observó impresionado a su padre, esperando su respuesta.

— Eso no tiene ahora que ver con nuestra separación.

— Pero sí influyó para que pasara.

— No entiendes nada.

— No… tú no entiendes nada. Pero al final ese pelirrojo lo consiguió.

— ¿A qué te refieres?

— ¿No lo recuerdas?

Sai le miraba expectante y con los ojos abiertos. Karin por el contrario jamás había visto así a su ahora ex esposo, tan solo sonrió autosuficiente. 

— Vaya al parecer no. Bueno, no te daré el placer de tener esa satisfacción. Adiós, Sai. Te enviaré copia de los papeles firmados por mail.

Sai le miró con el ceño fruncido, Ya Karin había sido franca y por más que quisiera preguntarle la chica no hablaría. Pero su rostro se desencajó al ver como Karin observaba por un momento hacia la segunda planta. Fue solo un momento pero pudo apreciarlo con claridad.

Su mirada reflejaba demasiada… ¿tristeza?

Pero no pudo pensar en nada más ya que su ex esposa, se volteó con rapidez saliendo de la casa, dejando la puerta abierta tras de sí. Sai tan solo se acercó hasta la misma y la cerró.

Ya estaba hecho, ya no había más matrimonio.

Sintió como si un peso se evaporara. Por primera vez desde hace muchos años se sentía tranquilo. Observó hacia el lugar que había mirado Karin… ¿acaso? Y sus respuestas llegaron a sus ojos al ver los de su hijo. Su pecho se resquebrajo al ver esa pequeña mirada llena de confusión y empapada por las lágrimas.

Kazuo al notar que su padre le estaba observando se sobresaltó yendo rápidamente a su habitación. Sai por su parte corrió hacia las escaleras, subiendo a pasos apresurados y entrando de lleno a la habitación de su hijo.

Kazuo se veía tan pequeño en medio de ella. Por un momento le recordó a él mismo cuando supo la verdad de su origen, tenía la misma edad que Kazuo. El destino era irónico, no quería que ningún hijo suyo sufriera lo mismo, pero ahora sabía que por más que uno planeara ciertas metas, no todas lograban cumplirse.

Lentamente llegó hasta donde se encontraba su pequeño hijo.

— Kazuo…

— Oto-san…

Ambos morenos se observaron. El dolor era profundo. Sai no pudo aguantar más se sentó en el suelo y por primera vez extendió sus brazos. Kazuo por su parte le observaba sorprendido y sobre todo al ver como el inexpresivo rostro de su padre comenzaba a emanar lágrimas, un sinfín de ellas cayendo silenciosas. Kazuo no lo soporto más y corrió hacia sus brazos, ambos entrelazándose. Se sentían al menos más reconfortados al estar juntos. Ya que era la primera vez que se abrazaban de esa manera. Lo que más le agradecía Sai a Karin era el haber tenido a Kazuo, y lo que más le agradecía Kazuo a su madre era tener un gran padre como era Sai. Ambos continuaron abrazados hasta que las lágrimas dejaran de derramarse.

 

 

 

***************************************************************************

 

 

 

Unas semanas habían pasado desde la última vez que había hablado con Naruto acerca del casamiento y tras que el rubio aceptara, y pudiesen ver algunos trámites en el registro civil. Sasuke manejaba observando con cuidado las calles. Últimamente el barrio donde vivía Naruto estaba atravesando las últimas manifestaciones. Sasuke necesitaba arreglar prontamente la casa, ya no era seguro para Naruto y menos para el bebe estar allí. Claro que para los padres y hermano del menor rubio tampoco. Pero sus casos eran diferentes ya que Naruto estaba en estado.

Dobló una de las esquinas y deslumbró como un camión rociaba un gas hacia los donceles, supuso, y manifestantes en contra de la ley. Observaba todo aquello, cuando vieron como dos personas con unos letreros salían del tumulto y tosían tras ser rociados con dicho gas.

Namikaze Minato y su esposa Uzumaki Kushina, los que corrieron hasta su hogar. En ello notó como Naruto abría la puerta, una tela cubría su rostro para así no aspirar dicho gas, sus ojos le miraron con reproche.

¿¡Acaso ese usuratonkachi no podía quedarse quieto un rato, sin andar haciendo cosas que alteraran su psiquis?!... ¡No! ¡Tal parece que eso era imposible!

Sasuke estacionó su camioneta en frente de la casa, a lo que Naruto observó. Sasuke pudo ver mientras bajaba y se tapaba con la manga de su camisa, como los ojos luminosos del rubio le llamaban.

— ¡Sasuke!

Los padres del rubio lo vieron estupefactos y luego a su hijo, ¿qué pasaba ahí?... ¿desde cuándo esos dos?, pero sus pensamientos fueron cortados al momento en que Naruto los arrastro dentro de la casa y como el moreno entraba seguido de ellos.

Naruto se quitó la tela de la boca.

— ¡Vaya que fue emocionante! Lástima que no pude estar pero vi todo desde el segundo piso. Si no estuviera en estado, sin duda hubiera ido-ttebayo!

— ¡Naruto!— El moreno le miró enfadado. A lo que el rubio suspiró. — ¡No debiste haber salido! ¡Y si te pasaba algo! Recuerda que tienes que cuidarte por mi hijo…

Pero el moreno calló al instante mientras los padres de Naruto miraban estupefactos pero ahora a su hijo.

— Etto…

Sasuke observaba a Naruto y a los padres de éste, hasta que cayó en cuenta de una problemática realidad.

— No me digas que no les dijiste….

Naruto se sentía algo cohibido tras las miradas de sus padres, éstos observaron a ambos con reproche.

— No es asunto tuyo. — el rubio no volteó ni un momento a verle, pero Sasuke sabía que el rubio no quería enfrentarle.  

— Pero debiste…— replicó el moreno. Pero Kushina caminó hasta Sasuke el que la vio curioso. Naruto notó al instante lo que se proponía a hacer. Por lo que se colocó delante del moreno.

— Naruto…— la pelirroja le miró sorprendida.

— No, Oka-san. No te permito eso. — dijo con esa mirada llena de fiereza, tan característica de los Uzumaki.  

— Quítate, Naruto. — volvió a replicar la pelirroja. 

El rubio tan solo negó con la cabeza.

— Si quieres hacer algo tendrás que pasar encima de mí dattebayo.

El moreno observaba la escena, bastante incomodo. No comprendía la actitud del rubio, a veces y la mayor parte del tiempo no entendía nada, sobretodo el ¿por qué Naruto le protegía tanto?... después de todo lo que había pasado. — Naruto no necesito qué…

— Cállate. — le ordenó, sin siquiera mirarle.  

Sasuke frunció el ceño bastante mal humorado. — ¡Oye!

Pero Minato interrumpió, se le notaba un rostro melancólico. Algo que hiso mella en el rubio menor. — Nosotros no te preguntamos quién era el padre porque queríamos que tú nos lo dijeses.

— Yo hace unos días pensé que no se los tendría que decir. — Su rostro reflejaba tristeza, bajó sus brazos, colocándolos dentro de su chamarra. —pero pasó algo…

Antes de que Naruto pudiese continuar, Sasuke intervino. No quería ver más esa escena, no le gustaba ver al rubio en esa situación. Por más que aun le tuviese aun rencor a Naruto, no fue a la casa de éste a que la familia se enemistase.

— Lo que Naruto quiere decir es…— se quedó callado un momento al ver como el rubio menor le miró algo acongojado, pero Sasuke le dirigió una mirada tranquila.

— Hace poco me dijo que yo era el padre del bebe. Por lo que ahora queríamos decirles algo; ambos.

  — Demo… — Kushina iba a replicar. Nadie la dejaba con la mano alzada. Quería moler a golpes al chico que había dejado a su hijo en estado.

— Kushina, déjales. — se acercó Minato hasta su esposa, le tocó el hombro y se dirigió a la cocina. — Tomémoslo con calma, síganme. — así todos fueron al mismo lugar.  

Sasuke pasó a un lado de Naruto el que se quedó allí, con una mirada confusa, observando el suelo. Sasuke tan solo suspiró al verle.

— Vamos, gatito asustadizo. — se mofó de él. A lo que el rubio le miró enfadado.

— ¡¿Qué no aprendes a callarte, teme?!— Naruto caminó con rapidez y sobrepasó al moreno, el que se quedó observándole… ¿Qué diablos le pasaba? ¿Por qué se preocupaba de Naruto?... ¿sería por su hijo?... Sí; se escudó en ello, tan solo le preocupaba su hijo. Si Naruto tenía emociones fuertes, éstas le hacían mal al bebe, y Sasuke por lo único que continuaba con todo aquello era para poder volver a ser padre; lo demás no le importaba.

Con esos pensamientos que rogó se fijaran en su mente, siguió al rubio y a los padres de éste.

— ¿Bien y de qué quieres hablarnos?— Minato y Kushina observaban a Sasuke y a Naruto sumamente serios.

— Le he propuesto matrimonio a Naruto.

 

Y como había ocurrido con Itachi y Naruto. Minato, Kushina y en su habitación escuchando la conversación, Deidara. Estaban estupefactos ante el anuncio.

— ¡¿Na… Nani?!

— ¿¡Qué-dattebane?!

Naruto suspiró ya se lo veía venir pero realmente era lo mejor. Lo había meditado hace unos días con el moreno y ambos habían acordado decirles la verdad a los padres del rubio y las razones por las que habían decidido aquello.

— ¡¡Es que no puedes lanzar una noticia así, de golpe. No tienes tacto dattebane!!— le replicó Kushina. A lo que todos asintieron, haciendo sudar una gota animé en el moreno. La pelirroja suspiró con pesar, tomando el asunto en serio.

— No comprendo tú odias a mi hijo. ¿Por qué te casarías con él?

Sasuke aquello le pilló desprevenido. No esperaba que la madre del rubio le reclamara por ello. Pero ya sabía que decir ante algo así, inspiró tomando un poco de aire, pensando bien en las palabras que diría a continuación. Pero antes de poder siquiera botar el aire de sus pulmones, su rubio compañero había hablado.

— Por el futuro de nuestro hijo.— la mirada del ojiazul se veía decidida, a lo que Kushina no supo qué objetar. Pero Minato no se intimidó ante eso.

— No veo que tiene que ver el futuro de su hijo, con que contraigan matrimonio.

— Él merece tener a sus padres-ttebayo. — Volvió a hablar el menor. Sasuke poco a poco comenzaba a enfadarse, ¿acaso él no tenía ni voz ni voto en esa conversación?

— Los tiene. De alguna forma u otra estarán con él. Tan solo en papel seremos Kushina y yo los padres. 

— Lo siento Minato-san. — interrumpió el moreno, antes que Naruto dijese alguna cosa. — Pero queremos ser nosotros los que seamos los padres en papel.— su mirada era seria y retadora, se denotaba que no cambiaría de opinión.

El rubio mayor y la pelirroja le miraban con el ceño fruncido.

— No. Ya está decidido. Naruto tendrá el bebe en casa y nosotros lo asistiremos.

— Eso es peligroso. No sabe lo que puede pasar en la cirugía. — volvió a interferir Sasuke. Naruto pasaba su mirada de uno al otro, el ambiente estaba sumamente tenso. Hasta Deidara que estaba en el segundo piso escuchando podía intuirlo. Pero le encontraba gran razón al Uchiha. Nunca le había gustado la decisión que habían tomado Naruto y sus padres. Pero él no sabía cómo inmiscuirse en ello. Sintió un gran alivio al notar que no era el único en desacuerdo.

— Soy médico, no me subestimes. Estará Tsunade-sama también. — habló Kushina indignada.

Sasuke posó sus manos en la mesa, su mirada aún más seria — No lo permitiré. Si ocurre una complicación  más grave no podrían llevarlo a la clínica.

Sus ojos se abrieron de sobremanera con lo que el rubio a su lado comenzó a decir:

—… Tsunade-obaachan y Oka-chan harían hasta lo imposible para que mi hijo nazca— terminó esta vez por decir Naruto, con la mirada algo perdida. No había que ser muy inteligente para notar a qué se refería. El moreno le observó, rechinó un poco los dientes ante esas palabras.

— ¿Y si a ti te pasa algo?— Sasuke se dirigió directamente al rubio. Kushina y Minato se miraron un momento. Algo extraño debía ocurrirle a Sasuke, después de todo lo que había pasado no podía preocuparse por Naruto… ¿o sí?, el rubio por su parte solo sonrió. Pero a leguas Sasuke comprendía que era una sonrisa fingida. 

— En ese momento la prioridad es el bebe, baka.

Sasuke por un momento sintió su sangre arder. Algo dentro de sí se enfadó tras esas palabras. No comprendía muy bien el por qué, pero le enojó bastante la poca preocupación del rubio por su propia situación, ¿acaso no le importaba en absoluto el no estar presente en el crecimiento de su hijo?... ¿acaso no le importaba en lo más mínimo morir de esa forma?... ¿qué no se acordaba lo que él le había dicho la noche en que Pein le ataco?... Sasuke le observó reprobatorio.

— Me equivoqué. Pensé que habías aprendido de tú error. — el rubio le miró con ojos confusos. El moreno por su parte le sostenía la dura mirada. — Pero sigues siendo un irresponsable. — el rubio desvió la suya. Vaya que esas palabras habían dolido. Sabía a lo que se refería Sasuke,  ¿pero qué más podía hacer?, cuando sus padres le propusieron esa opción era la única que había y con respecto a lo otro… No sabía cómo responderle. El pesar le embargó. 

El moreno observó con el ceño fruncido a los Uzumaki-Namikaze — y ustedes también.

— ¡¿Perdón?! ¡Primero no te atrevas a hablar así a mi hijo-ttebane! ¡Si tú no has comprendido aún que lo que pasó hace años fue un accidente, allá tú!— le gritó enfadada, levantada de su asiento. Pero Naruto se inquietó en demasía, al ver la fría mirada de Sasuke, aquel era un tema sumamente delicado.  

Sasuke dio intenciones de levantarse. Pero Naruto les cortó de lleno.  

— ¡Por favor, no estamos discutiendo eso! Sasuke…— el moreno le observó intentando calmarse, Naruto le devolvió una mirada sincera, pero seria. — Yo aprendí de mi error y por lo mismo prioricé la vida de mi hijo antes que la mía — Sasuke rodó los ojos en un acto en que no dejaría su pensamiento pero que también comprendía al rubio, por lo que solo asintió. Mientras el rubio se dirigió a su madre — y Oka-san… por favor, sabes que no fue un accidente y he asumido las consecuencias desde ese día.

Todos le miraban apenados. Pero la mirada de Sasuke reflejaba aceptación ante el hecho.  

— Es un tema complicado y prefiero que no se mencione. Al menos no en frente de nosotros.  

Kushina por su parte, vio como Minato le miraba reprobatorio. A lo que ella tan solo se sentó en una postura muy digna a la mesa.

— Entiendo, Naruto — suspiró Kushina, pero aun mirando enfadada a Sasuke — Pero no tiene nada que recriminarnos, mal que mal él te dejó en estado.

Eso era en parte verdad, por lo que Sasuke iba a hablar, pero el rubio menor nuevamente cortó las palabras.

— ¡Sasuke no sabía que yo era doncel!

El Uchiha tenía una clara y visible vena palpitando en su frente.  Hasta que finalmente explotó:

— ¡Demonios Dobe, sé defenderme solo!

A lo que Naruto se sonrojó levemente pero miró al Uchiha con enfado. Rechinando sus dientes.

— Yo solo trataba de ayudar, baka.

— Mejor calla, usuratonkachi.

Por un momento Sasuke observó curioso, como Minato sonreía levemente mientras miraba a ambos de forma conciliadora. Sasuke se quedó mirando un momento al mayor. Se parecía tanto a Naruto, esa misma sonrisa pero algo más madura, esa misma mirada conciliadora, pero mucho más profunda… ¿el dobe sería así a esa edad? Sacudió enérgicamente su cabeza y se sonrojó levemente. Estaba en medio de una conversación seria ¿y él pensando en cosas como esas?, miró con enojo al rubio. El que le miró confundido pero aun enfadado.

— Hagamos que aceptamos la propuesta de que quieren casarse. — habló esta vez Minato, a lo que Sasuke y Naruto les miraron sorpendidos.

— ¡Minato!— gritó Kushina reprobatoriamente.

— Tranquila. Solo quiero saber el porqué se les ocurrió esta opción. — dijo como mediador, intentando resolver el problema y no crear más.  

Naruto asintió algo más calmado. Sasuke por su parte comenzó a explicar.

—Concluimos que es lo mejor porqué así nuestro hijo podrá tener a sus verdaderos padres. Naruto no tendrá que ocultarse ni arriesgarse a una complicación al dar a luz y ustedes no tendrán que separarse. Así nadie se sacrificaría.

Sasuke sabía que mentía con lo último, pero prefería -al igual que Naruto- pasar por ese sacrificio antes de no tener a su hijo o ver como una familia se desmoronara por una insana decisión. Minato y Kushina lo meditaron un momento, la pelirroja se acomodó mejor en su silla tomando una fruta del centro de la mesa y comenzando a girarla, mientras hablaba:

— Yo me he hecho pasar por un embarazo para justificar el nacimiento de tú hijo. He llevado un arnés todos estos meses… — explicó haciendo mención al falso vientre que llevaba, — ¿Qué irán a decir todos si de la noche a la mañana dejo de usarlo?

— Que ha tenido un aborto espontaneo. — Contesto rápido y conciso el Uchiha.

— A Naruto pueden llevarlo a la cárcel por haber ocultado su estado. — volvió a objetar.

— Se mostrará la equivocación de los papeles. — volvió a contestar el moreno.

— ¿Vivirán en tu casa? — preguntó Minato.

Esta vez Naruto miró a Sasuke expectante. No habían hablado de ello, pero era más que obvio que eso pasaría. No le gustaba mucho aquella casa por todo lo que había pasado, pero era el hogar del moreno.

— No.

Naruto abrió sus orbes sorprendidos.

— Viviremos en la que era la casa de mis padres.

— ¿Por qué?— Ésta vez todos voltearon a ver quién había hablado. Deidara había bajado. Sentía que las aguas estaban más calmas, y también quería inmiscuirse en el tema. Le alegraba por cierta forma que Naruto se casase para que así no hubiera ningún contratiempo en el nacimiento de su sobrino. Pero había muchos temas también inmiscuidos allí.

— No creo que sea lo mejor vivir en mi casa; en ese lugar hay muchos recuerdos. — desvió la mirada levemente. Naruto comprendió al instante.

— Entiendo-ttebayo. Pero, no deberías dejar esa casa sola. — dijo Naruto mirándole con preocupación, aún recordaba lo que había pasado cuando Pein y los matones habían entrado.

— No te preocupes. — Miró a Deidara, — Le he pedido a Itachi que la cuide.

Deidara por su parte se sonrojó levemente. Al parecer no le quedaría de otra que quedarse en esa casa con Itachi.

— Chicos. Saben que casarse es para siempre…— cambió el tema Minato, mirándolos a ambos.

Sasuke y Naruto sabían que la respuesta era que para ellos no había un para siempre. Pero no habían hablado de todo y tampoco tenían intención de hacerlo. Para ellos su matrimonio acabaría pronto. En cuanto Naruto pudiera tener la tuición de su hijo, sin ningún inconveniente.

Pero a pesar de sus pensamientos, ambos asintieron.

— No es bueno casarse por una obligación.

— Lo comprendemos Oto-chan, pero es nuestra responsabilidad y nuestra decisión. — respondió el con convicción el rubio menor.

Minato los miró a ambos, los que le observaban seriamente de vuelta. Él lo había notado. Por eso había reído hace unos momentos, esas peleas infantiles, esas sutiles miradas, esa preocupación por el otro que no querían revelar. Esos dos estaban enamorados. Pero el dolor entre ellos y todo lo que habían sufrido les impedía abrirse completamente, la pena embargó su corazón por la misma razón. Pero esos dos se querían, lo sabía a pesar de todo y por lo mismo, creía fervientemente en que ese amor florecería tarde o temprano, y que finalmente podrían ser una familia.

Miró a su hijo con orgullo. Naruto había sufrido mucho, pero se alegraba por la tenacidad que le caracterizaba y esperaba que aquella no se apagara jamás. Aun más con lo que venía en el futuro de ambos.

— Yo doy mi aprobación, pueden casarse. — terminó por decir Minato. A lo que Kushina le miró conmocionada. Mientras que los dos jóvenes suspiraban aliviados. Deidara por su parte sostenía una sonrisa, había notado la mirada de su padre y por lo que intuía éste había pensado lo mismo que él. No se puede nadar contra la corriente.

— ¡¿Qué?!   

Minato posó su mirada hacia su confundida mujer, como queriendo decir ¿por qué no lo aceptas y ya?... pero era su esposa. Igual de terca que su hijo menor.

— No lo puedo creer.

— Kushina…

— ¿¡No ves que estos dos no saben lo que dicen?! ¡Toman un acto tan importante como el matrimonio a la ligera dattebane!

— Kushina…

— No entiendo cómo puedes…

— Al mirarlos deberías entenderlo. — Minato le miró reprobatoriamente interrumpiéndola, a lo que Kushina dejó de gritar para mirar a ambos. Serios, con una mirada de valentía. Con una mirada de enfrentamiento, con una mirada de amor… un cariño incondicional a quien venía a unirlos por el resto de sus vidas. Kushina comprendió al verlos a qué se refería su marido, se vio reflejada a sí misma junto a Minato. Aquella vez en que ambos se habían enfrentado a Tsunade diciéndoles que querían casarse. De eso, muchos años. Pero el recuerdo aun era vívido. Comprendió en ese momento los sentimientos de Tsunade, y también comprendió los de Naruto. Era simplemente amor. Aunque ellos aun no lo aceptaran. 

— No estoy de acuerdo. — se cruzó de brazos. — Pero, ¿eso impediría su casamiento?

Ambos negaron con la cabeza. Kushina tan solo suspiró cansada. El rubio mayor miró con una sonrisa a su esposa, conocía demasiado a esa mujer como para no haber entendido lo último que quiso decir. 

— ¿Cuándo se casarán?— preguntó algo más relajado, Deidara.

— En una semana. — respondió serio Sasuke. A lo que todos les miraron sorprendidos.

— Al día siguiente iré a registrarme y haré el tatuaje. — afirmó Naruto.

— Demo Naruto en tu estado no deberías hacértelo.— Deidara se preocupó ante aquello.

— Yo le acompañaré. Por si ocurre algún inconveniente. — rectificó Sasuke, él también no estaba de acuerdo en que le realizaran el tatuaje, pero vería cuales eran las circunstancias y de acuerdo a ellas analizarían la situación.  

— ¿Y cuando se mudarán?— preguntó Kushina.

— Dentro de cuatro días.

 

Todos miraron atónitos al de ojos ónix, incluso Naruto. ¡¿En tres días iría a vivir con Sasuke?!... No estaba preparado para encerrarse junto a él dentro de cuatro días. ¡Demonios!, ni siquiera estaba preparado para verlo todos los días durante un año completo. Naruto sentía como si su mente trabajase rápidamente imaginándose todas las experiencias que tendría ese año y comprendió que -sin lugar a dudas- sería complicado.

 

 

 

********************************************************************************

 

 

 

Unos días habían pasado desde la última vez que había visto a su ex esposa y para ser sincero, no la extrañaba en lo más mínimo. Lo único que le decaía era ver el cielo tan oscurecido por las nubes de las que comenzaban a caer un sinfín de gotas. La lluvia le deprimía, pero a pesar de todo nunca se imaginó que algún día podría respirar tranquilo en un clima que le desagradaba. Como tampoco imaginó que algún día podría vivir sin esa mujer. La había amado mucho, desde la primera vez que la vio por los pasillos de la Universidad, pero el intentar conocerla, entablar una relación con ella y casarse con ella, había sido el empezar de una vida sin complicidad, sin confianza, sin cariño. Sin amor y sin ello no había relación sentimental alguna. Le dolía, por lo mismo había llorado ante Kazuo, pero no había más que hacer. Lo único bueno de aquella relación y de haber aguantado tanto, había sido tener a su hijo.

Pero al mismo tiempo se recriminaba el haber estado tan pendiente de lo que hacía su ex esposa y no ponerle la debida atención a su retoño. Ahora, y a pesar de que juntos estaban atravesando la perdida de la mujer en esa enorme casa vacía, Sai no sabía qué le pasaba a su hijo. Kazuo no había querido ir a la escuela, a penas probaba bocado y no salía de su habitación. Cada vez que Sai intentaba hablar con él, Kazuo decía que no le ocurría nada. Que solo se sentía algo enfermo, cosa que intuía como una mentira. Su hijo casi nunca enfermaba por lo que ya no sabía qué más hacer, solo le quedaba una esperanza.

De pronto el timbre sonó y Sai dio una leve sonrisa algo melancólica al ver desde la ventana que se trataba de quien estaba esperando. Con paso apresurado se dirigió a la puerta. Al abrirla y ver al pelirrojo le invadió un sentimiento de regocijo mezclado con su propia tristeza. El pelirrojo llevaba un gran abrigo largo y negro,  ceñido en a su delgada figura. Mientras se quitaba el paraguas tan rojo como su cabello, observó a Sai con una mirada preocupada. 

— ¿Estás bien?

Sai como toda contestación, cerró la puerta tras del pelirrojo. Se acercó a él y lo abrazó por la espalda, pero no contestó. Gaara por su parte esperó unos segundos, hasta que finalmente se volteó. Mientras se miraban fijamente.

— Algún día tenía que pasar.

Sai asintió.

— No te sientas mal, aguantaste demasiado.

Sai volvió a asentir. Gaara le miró con melancolía, le dolía en el alma ver la perdida mirada del moreno. Las dudas afloraban en su pecho, pero ya había decidido continuar con lo que había querido hacer hace mucho. Ya no había vuelta atrás, no quería seguir ocultándolo, el mismo Naruto se lo había dicho en una conversación, de las pocas que ahora tenían por culpa de las manifestaciones, los donceles no salían mucho a las calles. Pero el mismo rubio le había dicho que debía sincerarse y que las mentiras solo te llevaban a un peor camino, en donde podías perder lo que más amabas.

— ¿Te duele mucho?— dijo posando su mano en la mejilla del moreno.

— Yo… lo intento. Pero aún no lo logro… no soy bueno expresando mis emociones.

— Yo tampoco lo era.— Sai le miró extrañado. — Pero alguien me enseñó que sino expresaba mis emociones, nunca podría conocer a mi verdadero yo y me volvería en una persona tan taciturna a como él lo era… y tú… no deseabas eso para mí.  

Era como si un desgastado engranaje en desuso hubiera comenzado encajarse y a girar de pronto en una velocidad descomunal. Sai abrió sus orbes con fuerza mientras daba un paso hacia atrás, alejándose del contacto del de orbes acuosas. Gaara sabía lo que pasaría a continuación, por lo que tan solo se quitó su abrigo que estaba levemente mojado ya que el paraguas no había podido cubrirle completamente, dejándolo encima del sofá. Sai aun observaba confuso al pelirrojo, pero éste tan solo lo sacó de sus pensamientos con un nombre.  

— ¿y Kazuo?

— Arriba. — Sai se notaba un poco descompensado.

— Bien, voy a subir. Cualquier cosa te llamaré, así que te pido que estés atento. — Gaara se encaminó hacia las escaleras. Pero la mano de Sai en la suya le hiso detenerse.

— Gaara… yo…— Sai continuaba en ese estado, pero el pelirrojo no se había volteado. No quería ver esa expresión en el moreno. 

— No me digas nada. No quiero saberlo.

— Demo… — Sai había intentado jalar para verle, pero el pelirrojo en ningún momento volteó.

— Por favor… ahora no. — la voz era algo voluble. Por lo que Sai no quiso insistir más, soltando lentamente la mano del pelirrojo. A lo que Gaara subió a la habitación.

Sai se quedó allí, sin saber que hacer pero con unos tantos recuerdos danzando en su mente. Algo abrumado fue hasta el living de la casa y aprovechó de recostarse, mientras rememoraba cada uno de esos momentos.

 

Gaara por su parte abrió lentamente la puerta de la habitación y lo que vió le entristeció en demasía. Inspirando con fuerza se dirigió hacia el aparato que estaba tirado en una esquina de la habitación, para luego observar cómo el pequeño Kazuo se encontraba recostado en su cama, sin mirarle.

— Vine a visitarte. — Gaara se recostó a  un lado de él.

Kazuo por su parte, no le dirigió la mirada en un primer momento.

— Tenías tú consola tirada. ¿Por qué no jugamos algo y me dices por qué no has ido a la escuela?

— ¿Crees que eres el psicólogo de la escuela?

Gaara le miró algo sorprendido Kazuo jamás le había hablado de esa forma. El pequeño se levantó levemente, para recostarse en la cama y mirarle serio. Gaara le observaba acongojado, el pequeño se veía más blanco de lo normal y sus cabellos algo descoloridos. Sin lugar a dudas ese niño estaba sufriendo y mucho.

— No. Yo soy tú amigo.

— Tú no puedes ser mi amigo. — Kazuo desvió la mirada, posándola en una esquina. Su mirada hacia gala de la familia Uchiha, ennegrecida y llena de oscuridad.

— ¿Por qué dices eso?... Tú sabes que lo somos hace tiempo. — Gaara no comprendía muy bien qué le pasaba a Kazuo, pero era un niño y éste no podía razonar como lo hacía un adulto. No era la misma perspectiva, por muy inteligente que fuera. Mejor tanteaba el terreno para así poder sacarle información y ver qué lo estaba acongojando.

— Seré un niño, pero no soy tonto. Un adulto y un niño no pueden ser amigos es ridículo. Tú… — el pequeño apretó con fuerza las sábanas en sus manos, — ¡¡Tú solo te acercaste a mí para estar cerca de oto-san!! ¡¡Yo jamás te importé!! — Kazuo tomó la consola de las manos de Gaara y se la aventó encima. A lo que el pelirrojo tan solo se protegió.

Sai escuchó un golpe de algo caer. Preocupado, subió las escaleras. Acercándose pero no se atrevió a interrumpir, tan solo se quedó allí, observando entremedio de la puerta.

El aparato había caído con fuerza, destrozándose aún más en el acto. Gaara pensó en un momento al tomar el aparato que éste se parecía mucho a su propio corazón, resquebrajado y dolía… dolía bastante. Pero quería llegar al meollo del asunto, por lo que no podía dejar ver sus sentimientos.

— ¿Por qué piensas eso, Kazuo?

— Tú…— el niño le miraba con rabia, — Yo noto como miras a oto-san. — desvió la mirada.

Gaara le observó sorprendido.

— Es la misma mirada que se dan Sasuke Ojichan y Naru-chan. Aunque no sé por qué ahora no se llevan bien, esa mirada sigue igual… ¡es la misma! y también la he visto en Itachi Ojichan con Deidara-san.

Gaara algo sonrojado iba a hablar pero se quedó callado al instante.

— Soy un niño, pero no estúpido.

Gaara sonrió levemente, — Nunca dije eso.

Pero Kazuo no apartaba su mirada seria de Gaara. El pelirrojo notaba que dentro de esa cabecita había una batalla campal, porque le miraba con enojo pero también con dolor. 

— No permitiré que estés con Oto-san.

Gaara y Sai, ambos miraron atónitos lo que el pequeño decía.

— No quiero que le hagas sufrir. — dijo enfadado el pequeño. — No quiero que estés con él.

 — Yo, demo Kazuo… sé que eres un niño. Pero si me dices eso, entiendes lo que yo siento por tú padre. ¿Por qué haces esto? — Gaara se sentía deprimido. Sabía que en su sano juicio Sai tampoco quisiera estar con él. Menos habiéndole ocultado un sin fin de cosas, pero no comprendía por qué Kazuo no quería nada con él. Le dolía mucho, Gaara quería tanto a ese niño que era como si su propio hijo le estuviese rechazando.

— Dime una razón…— Gaara le miraba con melancolía, pero comprendía a pesar de todo que si ya ambos no querrían verle, él los amaba y por tanto daría un paso al lado. Ya no pudo aguantar sus sentimientos. — Una razón y me alejaré de ustedes para siempre.

Kazuo y Sai en ese momento sintieron algo que ni si quiera con Karin habían sentido, las mentes de ambos tan solo se descolocaron ante el pensamiento de no ver más al de ojos claros. Kazuo apretó las mantas con fuerza, mientras desviaba la mirada y derramaba unas cuantas lágrimas.  

— No quiero que estés con él para después abandonarle, como lo hiso Oka-san.

No solo fue Gaara el que le miró impresionado. Sai por su parte se sentía abrumado, ¿esos eran los pensamientos que tenía su hijo?, sintió que había fallado como padre al no poder conocer por completo a su pequeño. Pero lo que Gaara dijo a continuación le cortó los pensamientos.

— Sabes… eres un niño muy noble— El pelirrojo tomó la mano del pequeño.

— ¿y eso qué tiene que ver? — el niño hipaba a causa del llanto y algunos pucheros. 

— Mucho. Porque amas mucho a Oto-san, ¿no? A pesar de que no se hablen tanto.

El niño tan solo asintió.

— Eso, Kazuo. Es amor incondicional… — Gaara sonrió, a lo que Kazuo le miró algo más calmado, se sentía bien las caricias en su manito. — El mismo amor incondicional que yo siento por tu padre y por ti.

No tan solo Kazuo, Sai observaba impresionado. Su corazón latía a mil por horas, ¿tanto los amaba a los dos ese pelirrojo?, su corazón se regocijó.

— De… demo yo no soy tu hijo y oto-san no es tú marido. — le miraba algo confundido el pequeño.

— Eso no importa. No veo eso al mirarlos. — Gaara se levantó un poco y se acercó a Kazuo, colocándose a un lado de él en la cama. Abrasándole por los hombros. — Yo solo veo al hombre que amo y al niño que adoro como si fuera mi hijo, aunque nunca pueda llegar a tener uno. Tú eres el hijo que siempre me hubiera gustado tener.

— Pero… soy hijo de la mujer con la que está casado oto-san. ¿No… estás enojado con ella?, ¿no me odias a mí por ser hijo de ellos?— preguntó con pesar.

— ¡Uchiha Kazuo! ¡No te permito que hables así! Yo te aprecio mucho, ¿qué no me escuchaste? — Gaara le miró seriamente. A lo que Kazuo le miró extrañado, no entendía el porqué del tono enfadado. — ¿Tú estás muy enojado a pesar de todo lo que pasó con tu madre?

El pequeño negó con la cabeza. A lo que Gaara suspiró tranquilo. — Es lo mismo. Si ellos no te hubieran tenido a ti, yo no tendría a qué niño adorar — dijo con una leve sonrisa. A lo que Kazuo sonrió campante.

— No es para tanto, Gaa-chan.

— Ie. — dijo serio. A lo que Kazuo tan solo rió levemente al ver tan seria expresión en el de ojos claros.

— Ahora… — Gaara tomó la consola entre sus manos mostrándosela al pequeño. El que de pronto se puso pálido — ¡Mira lo que has hecho con tú consola!

— Etto… — El pequeño colocó sus manos en la cabeza, mientras tironeaba de sus propios cabellos — Gomen, es que estaba muy enojado.

— No deberías desquitarte con las cosas. — le regañó.

— Pero… — el pequeño intentó escudarse mostrando un adorable puchero.

— ¡No me vengas con esas caras Kazuo!

Sai tan solo poco a poco comenzó a alejarse con una grata sonrisa en sus labios. Ese pelirrojo era único. No podía creer aún que a pesar de todo el pelirrojo continuaba allí, con ellos, amándoles. Sai sintió un cúmulo de tristeza al recordar los acontecimientos que habían hecho olvidarse de tal persona, pero es que el pelirrojo había cambiado demasiado, hasta tal punto de que le era irreconocible.

 

 — ¿Ahora lo recuerdas?

Gaara y Sai se encontraban frente a frente en el amplio living de la sala. Kazuo al fin había decidido bajar a comer algo y conversar un poco, hasta que finalmente el desgaste del día le mandó a dormir plácidamente, sin remordimientos y pensamientos oscuros. Gaara y Sai por su parte se miraban expectantes.

— No entiendo. — Sai aun estaba estupefacto.

— ¿Qué no entiendes?— la actitud del pelirrojo fue bastante paciente.

— ¿Por qué no me lo dijiste?

El pelirrojo tan solo rodó sus ojos, sin saber bien qué responder.  

— Tú apellido es Sabaku-no...

— …Ibas a saber inmediatamente quien era — dijo interrumpiéndole.

Pero Sai mostró una actitud seria.

— ¿Y eso era malo?

— Claro… — respondió con obviedad. Dio una sonrisa desganada, — Dejémoslo atrás. Yo ahora me marcho… — continuó, mientras estaba a punto de tocar el largo abrigo.

— Has cambiado mucho.

Gaara dejó de acercar su mano al abrigo, mientras apretaba la otra con fuerza, volteándose lentamente hacia Sai, con una sonrisa sínica.

— Qué, ¿de la bola de grasa que era?

El moreno se desencajó ante la mención.

— No me refiero a eso. Tú actitud… ahora te expresas.

Gaara le miró sorprendido por un momento, para luego seguir con la misma actitud.

— Me lo dicés tú.

Sai continuaba rememorando en su mente los recuerdos.

— Sufriste mucho… en la universidad. Cómo te molestaban por tu condición.

Gaara alzó su mano, intentando frenar las memorias. — No me lo recuerdes.

— Gaara….

¿Qué acaso el moreno continuaría rememorando lo que a él tanto le había costado olvidar?, por esa misma razón odiaba cuando a Kazuo le molestaban en la escuela. Le recordaba a su propia vida.

— ¡No!... ese es el Sabaku no Gaara del pasado. La bola de grasa, el segregado, al que pisoteaban como querían y que tenían para los mandados. El estudiante modelo en dirección fotográfica que tan solo lo compraban con un buen trato, pero que al fin y al cabo a nadie le importaba. No quiero recordar ese vacío, Sai — El pelirrojo mantenía su vista fija en el suelo, perdida recordando aquellas malas experiencias.

Sai le miró con tristeza, lo recordaba en ese momento tan bien como quien tenía enfrente.

— Yo…

Pero Sai calló al momento de ver la mirada melancólica del pelirrojo.

— Te di mi primer beso, Sai. — el moreno ante la confesión se quedó callado. Sabía que al besarle como aquella vez, su sabor y su forma en el beso jamás se habían olvidado. Algo tímida, pero también decisiva. Inexperta, pero llena de cariño. Sonrió levemente, ¿cómo no se había dado cuenta antes?... le observó. Al fin podía verle, al fin recordaba esa sensación. Le quería, de eso no había duda. Pero antes no lo había comprendido, hasta hoy.

— Yo te quería… y te odié, te odie mucho después de lo que me hiciste. Después de que te obsesionaras con Karin y que no hayas tomado enserio lo que habíamos tenido, aunque fuera fugaz… ¿Por qué me rechazaste así?, ¿por qué era gordo?, ¿tan poco valía? ¿Y ahora…?

El moreno se acercó hasta el pelirrojo y lo abrazó. No soportaba ver esa mirada verde, plagada de tristeza. Tan distinta ha la que acostumbraba a ver últimamente con él mismo y con Kazuo.  

Pero las palabras de Gaara continuaron llamándole.

— ¿Ahora si te resulto atractivo?... Hablabas maravillas de Karin incluso en frente de mí. Pero yo en esa época no podía hacer nada, ¿quién era yo para hacerte olvidar a esa mujer? — Sai observaba hacia algun punto fijo del lugar, mientras Gaara hacia otro lugar — Ahora…  ¿soy el que ocupo tus pensamientos, ¿verdad?... — Sai tomó con sus manos el rostro del pelirrojo, mientras se aferraba a esas orbes claras, estando a escasos centímetros, respirando el aire del contrario — Ahora… No puedes resistirte a mi cuerpo… ¿Ahora no te resulto desagradable?…— Sai sentía que tenía que terminar aquella distancia. Pero, en el momento en que Gaara comenzó a desabrochar su camisa, mostrando el ahora formado torso, Sai tuvo un momento de lucidez. 

— Ahora si puedes hacerme el amor, ¿no?

Ese no era Gaara. No era el serio pero dulce chico que había conocido en la universidad. Ese no era el chico que hace unas horas había hablado de amor incondicional. El rencor estaba llenando los pensamientos del pelirrojo.

— Gaara… — el moreno se detuvo, con pesar, en medio camino. Le aprisionó de los hombros. — No te mientas. Ni me mientas a mí.

Gaara le miró algo descompensado. Mientras se miraba a sí mismo, y se sonrojaba con fuerza. Mientras se encogía y cerraba lentamente los botones de su camisa con una mirada desolada, melancólica, y con una sonrisa lejos de sentir alegría.  

— Tú nunca me verás como yo te veo. He hecho de todo para alcanzarte, pero no es suficiente… supongo que nunca lo es.

Sai no soportó más. No podía ver esos ojos con lágrimas a punto de caer ni menos soportar todos esos sentimientos. El cuándo joven se había portado mal con Gaara. Lo había conocido en el primer año de universidad, pero Gaara iba en un año adelante, tras ver como unos compañeros del pelirrojo le molestaban él se había interpuesto. Por supuesto esos tipos no volvieron a molestarle más, meterse con un Uchiha era una tontería. Aun recordaba la primera vez que le había visto y Gaara tan solo le observaba sorprendido e inmerso en su mirada. Tras eso, comenzaron una grata amistad. Hasta que un día ambos algo pasados en cervezas Gaara le había preguntado quién era su mujer ideal, pero Sai le había contestado que no tenía preferencias en cuanto al género, y aquel había dado el pie a que Gaara le besara. Sai se había sorprendido, pero lejos de asquearse o cualquier cosa, les había agradado. La inocencia del pelirrojo y su cariño habían llegado a su corazón. Tan tomados habían estado esa noche que lograron alcanzar un acto sexual, no el propiamente dicho, pero si uno intimo. Aquello había torturado a Sai por mucho tiempo, ya no sabía cómo dirigirse a su amigo. Intentaba evitarle, y Gaara no sabía qué ocurría, fue cuando conoció a Karin y de ahí en adelante cualquier atisbo de relación entre ellos se había desmoronado. Tan solo se hablaban un par de veces, hasta que lentamente comenzaron a alejarse. Sai ya era el novio de Karin y Gaara había abandonado la carrera y él jamás supo porqué.    

No podía creer que después de todo aquello…

— No entiendo, por qué aun me sigues amando.

Gaara tan solo sonrió con pesar.  

— Porque eres el único que se acercó a mí sin querer algo a cambio. Porque fuiste el que me dijo que debía expresar mis sentimientos porque no podía estar solo para siempre. Fuiste el primero en defenderme, mi primer amigo de verdad y mi primer amor… yo, no pude olvidar todo eso a pesar de toda la rabia que sentí.  

Sai, volvió a sostenerle. Gaara parecía a punto de quebrarse, y él no quería ver aquello en quien ahora… amaba.

— Cuando supe que te habías casado con Karin y habían tenido un hijo, decidí olvidarte por completo. Pero por casualidad encontraba revistas en donde hablabas de tus proyectos y pude ver cómo tú carrera había continuado. Te envidié y aun lo hago.

— ¿Por qué dices eso? Yo pensaba que te habías hartado de todo, porque no te vi más en la universidad. Intenté encontrarte, pero nunca pude saber más de ti. — le habló con angustia. No era mentira, siempre intentó ubicarle pero era como si el pelirrojo hubiese desaparecido de su mundo.

— No podía con el pago. A pesar de estar becado, mi trabajo de medio tiempo no servía para pagar la universidad, por lo que decidí salir. Fue muy difícil… pero pienso que aunque no tenga mi profesión como tal, aun puedo luchar por mí mismo y alcanzar lo que anhelo. Me coloqué la meta de adelgazar, porque estaba teniendo problemas de salud, por lo que me dediqué a mí durante un tiempo. Luego me dije que debía comprar mi cámara y comenzar a vivir de lo que realmente quería, aunque antes de ello tenía que conseguir un segundo trabajo. Uno que no me ocupara hasta muy tarde, ya que tenía el del pub. Fue en ese momento que surgió lo de la escuela de Konoha. Fue también en ese tiempo en que conocí a tú hijo.  

Los ojos del pelirrojo se llenaron de regocijo y Sai lo pudo comprender. Ese ser que tenía en frente amaba tanto a Kazuo tanto como si fuera parte de sí.

— Cuando vi por primera vez a Kazuo me emocioné tanto… se parecía tanto a ti. No podía creerlo, empecé a estar con él porque su personalidad me recordaba mucho a la tuya, hasta que poco a poco comencé a tenerle afecto y cuando te volví a ver… me impacté mucho. Yo había decidido olvidarte, pero de nuevo te apareciste en mi vida. Volví a convencerme a mí mismo que no tenía derecho alguno a entrometerme, tú estabas casado con  Karin y tenias un maravilloso hijo, y dijeran lo que dijeran los medios yo sabía que tú la amabas a pesar de todo. Pero esa mujer no te quería y no te quiso nunca. Pensé que me reconocerías pero no lo hiciste y en el fondo me alegré. Podía empezar desde cero nuevamente, y lo así hice…

Sai volvió a abrazarle, respirando de ese atlético cuerpo su aroma a través de su cuello expuesto.

— Perdona… perdona… yo…

Pero la voz de Gaara había sonado dura, no quería tener falsas expectativas.

— No me digas nada si realmente no lo sientes.

Pero el moreno le tomó de su rostro, observándole serio. A lo que Gaara se sonrojó levemente, tener a quien tanto amaba cerca, siempre le había inquietado.

— Yo te amo. Tarde mucho en entenderlo pero lo hago…— Gaara le observaba estupefacto, pero Sai continuó con una voz algo voluble, — Por kami, Gaara el amor que tienes hacia mí y hacia Kazuo es tan grande que temo no poder corresponderlo de la forma que debería. Sabes que no soy bueno con los sentimientos.

Pero esta vez fue el turno de Gaara en sostenerle la mirada.

— Pero yo estoy aquí para echarte una mano.

Le sonrió, y por primera vez desde hace mucho tiempo Gaara disfrutaba de una mirada sincera por parte del moreno.

— Te amo, Gaara.

— y yo a ti, Sai.

Se fundieron en un regocijante beso, bocas que se reencontraban y volvían a rellenar esos años de separación, felices, dichosos. Llenas de paz y de un amor que al fin podía concretarse. Ya que a veces algunas parejas necesitan de una madurez más grande para volver a reencontrarse y notar que están destinados a estar juntos.

— ¿Cómo se lo diremos a Kazuo?— preguntó algo cohibido el pelirrojo.

— ¿Crees que tenga alguna objeción después de lo que nos dijiste?— sonrió el moreno acariciando los cabellos rojos. Gaara rodó los ojos mientras levantaba sus hombros.

— Supongo que no.

— Exacto, gordinflón.

Gaara tan solo le miró con vergüenza e ira, pero antes de poder decir nada el moreno había reído mientras le daba un apasionado beso, uno que el pelirrojo correspondió mientras reían bajito, intentando no despertar al pequeño que dormía plácidamente abrazado a la consola que Gaara había intentado arreglar, tal como la primera vez que se habían conocido.  

 

 

 

********************************************************************************

 

 

 

Naruto se observaba frente al espejo con una expresión sumamente seria, mientras su hermano cepillaba su cabello, intentando ordenarlo.

— Tsk… ¡Naruto tú cabello es un revoltijo!

Pero Naruto no se enfado, ni nada, tan solo se observaba en el espejo. Ya no había vuelta atrás. Su abultado estomago no se apreciaba en demasía gracias al traje tradicional. Ya no llevaba esas incómodas vendas. Por un lado lo agradecía por el otro, no se sentía muy cómodo con el traje.

— Nunca esperé casarme con un hombre. Pero jamás pensé llegar a casarme con ésta gran barriga-ttebayo. — dijo en tono desanimado.

— ¡No seas así, te ves hermoso Naruto!

— Si tú lo dices.

Los acontecimientos habían pasado bastante rápido y no todo lo que se había planeado había resultado como su futuro marido hubiese querido. Para empezar Itachi y Deidara se habían ofrecido finalmente a ordenar un poco la casa. Para así cuando ellos se mudaran allí, pudiesen seguir pero sin tanto trabajo que hacer. Habían ordenado la casa en tiempo record. Tan solo cuatro días les había tomado. Sasuke se los agradeció con creces, pero solo un favor le pidió a su hermano, y aquel era que no ordenase por nada del mundo la habitación de sus padres. Quería ordenarla él mismo. A lo que el hermano mayor accedió, pero ambientó la antigua pieza de Sasuke para que el futuro matrimonio pudiese vivir en él. Pero quién se había encargado de los preparativos de la boda, habían sido Minato y Kushina como un regalo de matrimonio. A lo que Naruto y Sasuke no quisieron en un principio, pero el matrimonio les convenció agradeciéndoles porque gracias a su decisión ellos podrían estar otra vez juntos, a lo que Sasuke y Naruto aceptaron. Habían decidido no mudarse hasta estar finalmente casados, supusieron que era lo mejor. Estrenar la casa con nuevos aires, con el mismo matrimonio realizándose en ella. Sasuke no quería que se comunicase a ningún medio, quería algo discreto. Ya que si la prensa se enteraba que se casaría con un ex convicto las penas del infierno llegarían a ellos y por supuesto no quería pasar por eso, no quería que investigasen el porqué del que Naruto había estado preso, no quería que por consecuencia se arruinara la vida de su hijo. Por lo que Sasuke solo pidió que asistieran las personas más cercanas a ellos.

Y allí estaba Naruto, arreglando su amplia Kimono blanco. Hubiera preferido casarse con un traje y de la forma occidental, pero Sasuke y los demás insistieron en que por su condición un kimono le sería más cómodo y además se le vería mejor en su condición.  

El kimono era más ceñido en la parte superior, mientras que la inferior caía con suavidad. Logrando apreciarse algo del abultado vientre, pero no en su totalidad, ya que el sobre kimono que le envolvía tenía pequeños grabados dorados que combinaban con su cabello. El contraste de su piel con el blanco del traje, su cabello, pero sobre todo sus ojos azules; era descomunal. Deidara no recordaba haber visto tan guapo a su hermanito. Aun y en estado. 

— Insisto Naruto — Deidara logró controlar un poco el cabello rebelde de su hermano. Lo ayudó a que se pusiera de pie, para luego colocándole en la solapa del sobre kimono el adorno final, un prendedor en forma de remolino. Símbolo de la familia Uzumaki Namikaze. — Te ves mejor que nunca.

Naruto tan solo se sonrojó levemente dando una de esas sonrisas zorrunas, pasando su mano en su propio cuello en un acto avergonzado.

— Estás exagerando dattebayo.  

A lo que Deidara tan solo sonrió. Observó el reloj. Poco faltaba para la hora. Se observó en el espejo. Un ceñido Kimono colorido de azul marino y con adornos celestes, sin dudas hasta él mismo aceptaba que se veía muy guapo e Itachi se lo había dicho hace unos momentos al verse. Deidara salió de sus pensamientos y observó a su hermano menor. Ambos se encontraban en el segundo piso de la casa. Específicamente en el dormitorio que Sasuke y Naruto compartirían.

— Debemos bajar.

Naruto le observó con cierta melancolía.

— No te sientas mal — el rubio menor le vio curioso. Mientras Deidara le ayudaba hasta llegar al pasillo.

— A pesar de todo, Naruto. Te casas con el hombre que amas. Eso, pocas personas pueden decir que realmente lo hayan logrado.

Naruto por su parte, dejó de sentir esa inquietud. Deidara en cierto sentido tenía razón. Con una sonrisa continuó caminando hasta llegar a la escalera.

Lo primero que recibieron fue la sonata de la marcha nupcial tocada desde la esquina del living, todos a quienes conocía estaban presentes y a quien más quería. Su tan querida Tsunade-Obachan con un Kimono gris perlado sin adornos y la amiga de ella, Shizune, con un Kimono negro. Jiraiya tomaba algo de sake en una esquina, vestía un kimono gris. Sus padres, Minato vestido con uno tradicional negra y Kushina vestida con un kimono del mismo color, respetando el código de una boda tradicional japonesa, en donde los matrimonios debían ir vestidos de negro mientras los solteros y parejas de colores llamativos. Vislumbró a todo el personal del pub, incluyendo a los dueños los que le miraban con cariño, sobretodo Hinata que vestía un Kimono morado con adornos perlados, haciendo resaltar aun más sus bonitos orbes, sus ojos pasearon por el lugar  y apreció a un elegante Itachi con kimono rojo, quien le sonreía y posaba su mirada en su hermano. Naruto sonrió; Itachi idolatraba a su hermano. Finalmente Naruto logró ver a Sai y a Gaara, el primero vistiendo un kimono gris con adornos negros y el segundo un kimono rojo con adornos verdes, se les veía bastante cercanos, cosa que Naruto agradecía. Ellos se merecían estar juntos, el pequeño Kazuo iba vestido con una formal negra, se le veía muy tierno a lo que Naruto rió.

 

Pero los orbes del rubio se detuvieron en una persona en específico. Su corazón dio un vuelco al ver a su futuro marido. Le miraba seriamente, pero al parecer con cierta curiosidad y… ¿maravilla? Sasuke vestía un kimono tradicional japonés, pero éste no poseía los colores típicos. Sasuke había mandado a pedir específicamente uno blanco, al igual que el de Naruto. Para Sasuke, independiente que la sociedad los separase en varón y doncel, quería casarse como iguales. Por lo que pidió ambas vestimentas de aquel color. A lo cual Naruto agradeció.

Minato le dio un beso a su esposa para luego subir las escaleras. Hasta posarse a un lado de Naruto.  Deidara le dio una pequeña sonrisa a su padre y soltó a su hermano, bajando rápidamente las escaleras hasta colocarse a un lado de Itachi, el que tomó su mano.

— Bien, Naruto… ha llegado el momento. — Minato le miraba con cariño, al ver a su retoño que se convertiría en todo un hombre. — El único consejo que puedo darte— se acercó hasta el oído del menor, — Espero que tengas una vida plena y que puedas encontrar tú lugar en éste mundo.

Naruto miró con admiración a su padre.

— Arigato, oto-chan. — dijo con sinceridad, mientras ambos bajaban las escaleras con cuidado hasta llegar junto al Uchiha menor.

Minato dejó de sostener su mano, para después acercarse a Sasuke.

— Sasuke — el moreno le observaba seriamente, Minato suspiró. El menor de los Uchiha se notaba hasta más nervioso que su propio hijo. Se acercó hasta él y le dijo en secreto. Sin que nadie escuchase. — No puedo pedirte que le hagas feliz. Sé lo que sufres y lo que mi hijo también, solo te pido que tú y él tengan una vida plena. El matrimonio lo conforman dos personas y solo depende de ustedes, los hijos son una linda consecuencia de esa unión.  

Sasuke analizó esas palabras. De verdad Minato comprendía sus situaciones, no era fácil, pero por primera vez todos sus pensamientos le rectificaron que esa decisión había sido la correcta.

— Arigato, Minato-san. — sinceramente le agradeció. Para que luego el aludido se retirase, el sacerdote les miró. Haciendo un gesto para que unieran sus manos, con dificultad Naruto y Sasuke levantaron las suyas hasta finalmente unirlas. De más estaba decir que ambos sintieron un leve calor dentro de sí al sentir la del contrario.

— Estamos reunidos aquí para afianzar el matrimonio entre el varón Uchiha Sasuke y el doncel Uzumaki Naruto, ya que todos los familiares y amigos de la pareja se encuentran aquí damos por empezada la ceremonia.

Así todos se sentaron en los pupitres en altura que se realizaban en una boda tradicional japonesa. Bebiendo Sake cada vez que el sacerdote terminaba algún artículo del discurso Meiji.

— Uchiha Sasuke, de acuerdo a la tradición y la nueva ley. ¿Acepta al doncel, Uzumaki Naruto en santo matrimonio? 

Sasuke cerró sus ojos, inspirando con fuerza. Ya no había vuelta atrás y tampoco es como si se arrepintiese, continuaba pensando que aquello era lo correcto, las palabras de Minato más todos los beneficios le daban plena razón. 

— Por supuesto.

Naruto vibró levemente ante la fuerte respuesta de Sasuke.

— y usted, Uzumaki Naruto, de acuerdo a las tradiciones de nuestro gran país y sus leyes, ¿acepta al varón Uchiha Sasuke?

Por supuesto que no aceptaba casarse bajo esa nueva ley, a pesar de estar contrayendo matrimonio con el hombre que amaba, esa condenada regla los había obligado. Había forzado a Sasuke a asumir un rol que no tenía por qué responder. Pero ya todo era como tal, tenía esperanzas a que revocaran la ley, pero eso supuso sería durante mucho tiempo más y él no podía esperar ese momento. Debían actuar de acuerdo a las reglas del juego y él con tal de proteger a su hijo, asumía toda la responsabilidad. Observando al sacerdote con seriedad y madures respondió con un tono plagado de valentía:

— Acepto. 

Tono que hasta al mismo Sasuke le había calado profundo. La mirada madura y decidida en Naruto era digna de admirar, él no flaqueaba ante nada. Esa era su personalidad, pasase lo que pasase.

De pronto un recuerdo vino a su mente… uno vago pero que con claridad llegaba a él.

 

Un hombre que le hablaba de su día a día, mientras él dormía en la sala de un lúgubre hospital. Los ojos del moreno se abrían lentamente. Recordando aquello… sus padres aún vivos tras el rubio y una conversación…

— No despertará. Los médicos dicen que es casi imposible que vuelva con nosotros. — su madre derramaba pequeñas lágrimas.

— Lo hará, Mikoto-san. Yo no me voy a rendir.

— Naruto… tienes que entender algo — su padre miraba serio al rubio — Sasuke jamás te reconocerá. Nosotros aceptamos que estés aquí porque por esas cosas del destino, eres el único compatible con su sangre y a pesar de todo lo que hiciste y las consecuencias, nos alivia que al menos hayas podido dejar una parte de él con nosotros. Que nuestro hijo siga con vida es en parte por ti.

Naruto asintió, pero su mirada estaba cargaba de pesar, culpa y un sinfín de más sentimientos.

— Lo sé y no los culpo. Después de lo que hice, lo ilógico sería que me perdonen-ttebayo.

Las palabras estaban cargadas de dolor, Sasuke al rememorar sentía que su pecho dolía. Naruto volvió a mirar al postrado Sasuke una vez más, para luego mirar el reloj. Una enfermera llegó al lugar dirigiéndose directamente al rubio:

— Uzumaki-san, está todo listo para la transfusión.

Naruto se levantó para luego acercarse al moreno. Mientras los padres de Sasuke salían de la sala.

— Sé que aquí no te esperan muchas cosas. Yo te arrebaté las más importantes, pero no te arrebataré la vida. No podría soportar que otra persona más allá muerto por mi error. Iré a la cárcel y pagaré cada día lo que te hice, pero tú debes prometer a cambio que vivirás.

La mano mate acarició la nívea piel del moreno, mientras le daba una mirada plagada de valentía, coraje y madurez. Para luego retirarse de la sala.

 

— Uchiha-san…

Pero el moreno estaba en otro lugar recordando aquello con asombro, así que Naruto… ¿gracias a Naruto había vuelto? Y lo más importante… ¡¿Naruto conoció a sus padres!?

— ¡Sasuke!

El moreno le miró impresionado y algo descolocado. ¿Por qué Naruto estaba sonrojado?

— Despierta, teme. — dijo con el ceño fruncido. A lo que Sasuke volvió en sí.

— Señor, debe besar a su esposo.

Y aquella fue la gota que rebalsó el vaso.

¿Besarlo?... ¿¡por qué?! ¡¡Él había pedido específicamente una boda tradicional japonesa para no besarle!!... ¿por qué ahora?

— Sasuke hace un momento el sacerdote preguntó si queríamos finalizar la ceremonia con el beso porque muchos matrimonios jóvenes lo hacían y tú solo dijiste que… sí-ttebayo.

Sasuke obviamente no estaba pensando con claridad. Simplemente había respondido por inercia tras los recuerdos que había rememorado. Los colores le subieron a la cabeza, no pretendía aquello. ¿Pero qué más podía hacer ahora?

— Está bien.

El rubio le miró sorprendido.

— Ya dije que sí, dobe.

Y sin más Sasuke se acercó hasta Naruto, estando a escasos centímetros para luego darle un suave beso en los labios. Uno que duró un segundo pero que para ambos supuso minutos… hace mucho que no sentían esa calidez, hace demasiado que no sentían esa emoción en su corazón y hace mucho que no sentían el cuerpo del otro tan cerca del propio. Naruto cerró sus ojos al igual que Sasuke, para luego lentamente separarse.

Separación que dos personas infiltradas les habrían encantado infundir. Desde la esquina de la casa un hombre en traje tradicional y una mujer con un peinado y kimono insinuantes, su mirada enfadada, pero por sobretodo resentida. Mientras que la otra, tan solo sonreía de forma sínica.

— Debemos hacer algo, Madara-sama. — la chica apresaba con rabia el brazo de quien iba acompañada. No podía dejar de observar al nuevo matrimonio y también a su ex esposo y a Gaara.

— Por supuesto, eso ni lo dudes, Karin. — dijo con regocijo Madara, mostrando una sonrisa demasiado extraña para cualquier persona. — Pero con calma… todo a su debido tiempo.  

Lejos el nuevo matrimonio se había conformado, mientras los aplausos se escuchaban. Sasuke y Naruto se separaban tras el beso, mirándose directo a los ojos, reconociéndose y aceptando que de aquí a dentro de un año él mismo se rompería sin otras opciones a objetar. Pensaron que debían intentar que fuera llevarse bien dentro del mismo, mal que mal todo era por el pequeño retoño que se movía inquieto dentro del vientre de su joven padre.

 

 

 

CONTINUARÁ….

Notas finales:

 

Nota de la Autora: Y finalmente el par se ha casado, ¡yay! xD y finalmente se supo la verdad de Gaara y estos dos al fin pueden comenzar :D fue un capítulo bastante feliz dentro de todo, y sip… Naruto conoció a los padres de Sasuke. En fin, para que seguir contando lo que ya leyeron. He aquí la sinopsis del próximo capítulo…

 

My Place  - Capítulo 14: “S i g n” (Señal):

Comienza la convivencia en el nuevo matrimonio, ¿las malas energías podrán infundir en su relación?, ¿Qué es lo que realmente pretende Sasuke en aquella casa?, ¿Qué sabe realmente Naruto de los padres de Sasuke? Un plan y una verdad. El festival se acerca. Los ganadores ya están escogidos… y la entrega está dispuesta.

 

¡¡Esto y mucho más en el próximo capítulo!! Gracias como siempre por sus ánimos a que mi salud se estabilice, gracias a cada lectura que se me dá y por cada hermoso review que me anima cada vez. Yo amo escribir chicos y chicas, gracias por apoyarme a que continúe. Si la suerte nos acompaña. La actualización antes de las tres semanas ;-)

Y como siempre cualquier cosa respecto al fic, cualquier anuncio de alguno nuevo. Si me quieren conocer o simplemente quieran pasar. Aquí mi facebook y denle a seguirme para que sepan inmediatamente mis actualizaciones :D

https://www.facebook.com/zafiro.indigo.5


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).