Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

" M y P l a c e " por zafiroeindigo

[Reviews - 223]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Nota Aclaratoria I:

 

“Vale aclarar que los personajes de Naruto NO SON DE MI PROPIEDAD sino de Masashi Kishimoto, como también algunos sucesos que ocurren en la película La Otra Tierra, ya que ÉSTE FIC SOLO ESTÁ INSPIRADO en algunos sucesos y no en su estructura argumental; por lo que NO ES PLAGIO. Este fic ha sido escrito sin ánimo de lucro y solo por entretención, por lo tanto solo es de LECTURA LIGERA

 

 

 

Nota Aclaratoria II:

 

Mis actualizaciones mayoritariamente se dan cada tres semanas, aunque a veces puede fluctuar. De todas formas siempre lo anuncio a través de Facebook (dirección que aparece en las notas finales) Muchas gracias a todos quienes me han apoyado con sus ánimos por mis asuntos de salud. Lo aprecio muchísimo.

 

Dadas éstas aclaraciones podemos continuar…

 

 

 

Con ustedes, la primera parte del último Capítulo. 

 

“ M Y  P L A C E ”

(Capítulo XVII)

(Parte Uno)

 

 

 

 

 

Había dejado su automóvil en una calle cercana. Los pasos casi no podían si quiera escucharse, odiaba montar esas zapatillas, pero no podía entrar a esa casa con sus tacones. No era practico y debía hacer el menor ruido posible. Iba vestida completamente de negro y su cabello rojizo amarrado a una coleta alta, logrando que no interfiriera en su labor. El jardín se encontraba desierto, había sido el momento ideal. Estaban todos en el festival, Sasuke, Sai, Naruto y Gaara, e Itachi no llegaría dentro de un rato. El único que estaba en la casa Uchiha era Deidara y por supuesto la bebe.

 

Con pasos apresurados pero sin hacer mucho ruido llego a la entrada, observó por todas partes hasta que notó una ventana semi abierta. Así se inmiscuyó en la casa. Con paso lento entró y subió las escaleras. Escuchaba una suave voz y unos gorgojos de la que suponía provenía de la bebe.

 

— Espero que tu oto-chan gane algún premio sea cual sea, es una excelente historia.

La bebe solo le observaba atentamente. Deidara la sostenía entre sus brazos, mientras su dedo índice picaba a ratos la punta de la nariz redondeada de la bebe.

 

— Cuando vuelvan le tienes que dar un abrazo muy grande a tu oto-chan y felicitarlo. — la bebe sonrió para luego bostezar, Deidara la arropó dejándola encima de la cama. — Espero que decidan pronto un nombre para ti, el de “bebe” no me gusta mucho. — rió acariciando sus cabellos negros. 

 

De pronto sintió un ruido provenir detrás suyo, algo muy despacio. No creyó que fuera nada de importancia, por lo que se levantó para ir a cerrar la puerta y dormir con la bebe.

Cuando Deidara estuvo a punto de llegar al marco de la puerta un golpe sumamente fuerte le dio con tal intensidad que sintió hasta su propio cerebro removerse. Aturdido cayó al suelo, mientras escuchaba los fuertes pasos de alguien entrando. Intentó como fuese observar a la persona, pero solo veía una silueta, sintió que algo caliente resbalaba por su cabeza hasta su espalda y por toda su cara.

 

Se arrastró hasta donde había escuchado por última vez el ruido, se desesperó al escuchar el llanto del bebe. Sabía que algo malo debía estar pasando, su sobrina casi no lloraba. Fue en el momento en que enfocó su vista que vio quien era. Esa mujer pelirroja tomaba en brazos al bebe e intentaba caminar por encima de él, pero Deidara la agarró con fuerza por el tobillo.

 

— No te vas a escapar… ¡Devuélvemela!

 

Karin movió con fuerza su pie, hasta lograr soltarse.

 

— Jamás la volverán a ver.

 

Deidara solo pudo sentir otro intenso golpe en su cabeza, en la misma zona de la herida. La desesperación que sentía era enorme, pero no logró por nada menguar la sensación de cansancio, todo comenzó a volverse negro para cuando ya no pudo resistir más, cayendo en la inconciencia.

 

Karin por un momento se asustó, quizás y le había matado con esa patada. No le importara mucho que le pasase a ese hombre, pero tampoco quería que se la llevaran presa por un homicidio accidental. Dejo a la bebe en la cama y se agachó. Suspiró más tranquila al momento de sentir la leve respiración del rubio mayor. Observó a la bebe y notó que no había traído nada en que envolverla para que no pasara frio al momento de salir al exterior. No quería que enfermase, sino el plan se iba a la basura. Observó por un momento los cajones del dormitorio y los abrió con rapidez, encontrando algo con qué arropar a la pequeña, un chal negro supuso que debía ser del moreno, lo sacó de su lugar pero algo más sonó en el espacio. Karin observó hacia el suelo notando una pequeña pistola. Un miedo le invadió. No le gustaban las armas, nunca supo bien el porqué pero le parecían el peor invento que había hecho el ser humano. Algo que solo sabía hacer daño, pero algo también le llamó la atención de ella, era pequeña, oscura con una leve cubierta metálica que resplandecía tenuemente en la noche.

 

La verdad es que no tenía nada con qué defenderse más que el bate que llevaba encima, no le venía mal algo por si acaso si se encontraba con alguien indeseado, por más que le aborrecían las armas era algo seguro en esos momentos. Por lo que la tomó del suelo echándosela al amplio bolsillo de su chaqueta. Luego tomó a la bebe arropándola con el chal y salió de la habitación, bajó las escaleras. La bebe continuaba llorando, y un sonido proveniente del patio la asustó. Alguien había llegado y la bebe seguía llorando, no tenia más alternativa.

 

Sacó de su bolsillo un pañuelo con una leve solución de cloroformo, una que no pudiese producir nada en la pequeña. Se la llevó hasta diminuta boca y con tan solo olerlo la pequeña cayó en sueños. Tenía que irse rápidamente de allí, no sabía los efectos del cloroformo en los bebes pero no esperaba que fuese algo mayor, había utilizado menos de la porción usual para hacer caer a un adulto. Se quedó quieta tras unos muebles, sin poder ser vista. Esperó unos momentos hasta que escuchó los pasos de Itachi entrar, y comenzar a subir la escalera.

 

Inspiró con fuerza y corrió hasta la salida, la cual el moreno mayor había dejado abierta para su suerte. Sostenía con fuerza a la bebe en su regazo, lo más rápido que sus piernas lograban responder, en ese momento daba las gracias por haber escogido una carrera en que la fuerza física también fuese importante. Llegó hasta su automóvil, encendió el GPS y colocó la dirección a la cual debía dirigirse. Puso a la bebe en una silla especial en el copiloto y se largó con el corazón aún bombeándole por la carrera.

 

Observó de reojo a la bebe la que lentamente comenzaba a despertar, suspiró con alivio al parecer la dosis de cloroformo había sido mínima, pero al contrario de lo que pensaba la bebe no lloro. La pequeña observó todo el lugar para después posar su mirada azul en la de la pelirroja. Karin sintió la fuerte mirada casi atravesándola, haciéndola sentir desnuda ante aquella. Alejó sus pensamientos y se concentró en el camino, en llegar al destino que se le había asignado con la pequeña.

 

Itachi por su parte se extrañó de no escuchar ruido alguno de los dos que estaban en la casa, supuso que deberían estar durmiendo. Con una sonrisa subió las escaleras pausadamente, no quería despertar su sueño, pero al momento de llegar le dio curiosidad que la puerta estuviese abierta.

 

De pronto un sentimiento de angustia se posó en su garganta, siendo imposible deshacerse de él, y más al momento de llegar a la puerta y ver que la bebe no estaba por ningún lado y que su novio se encontraba en el suelo, desmayado, con el cabello empapado en sangre y una horrible herida en la cabeza. Itachi tembló hasta llegar con él, pero no fue capaz siquiera de tocarle, menos de levantarlo. Su tío siempre le decía que si alguien se golpeaba en la cabeza no había que mover a esa persona porque podía producirle algo peor. La angustia lo estaba matando. Lo único que se le ocurrió fue tomar el celular.

 

— ¿¡Aló, Obito… soy yo Itachi! a Deidara lo golpearon en la cabeza y mi sobrina… ya no está. Él está desmayado. No… yo no estaba presente, lo encontré así… No, no lo he tocado… Por favor, ven pronto. Estoy en la ca…

 

— ¿I… Ita… chi?

 

De pronto el moreno escuchó la suave voz de su novio que provenía desde el suelo. Sacando el auricular de su oído Itachi escuchaba solo algunos balbuceos por parte de su tío tras la línea. El moreno se agachó hasta Deidara para observarle.

 

— Dei…

 

— Estoy bien… — El moreno se enfadó ante la terquedad de su novio.

 

— No. No lo estás, Obito viene en camino. — y volvió a llevarse el auricular al oído. — ¿Aló?… si, ya despertó. Estoy en la casa de la familia. Si, ¿diez minutos?... bien te espero. — le colgó a su tío.

 

Deidara comenzó a incorporarse, sintiendo su cabello suelto tapándole todo su rostro y el leve olor a sangre seca. No se llevó su mano a la herida, no quería infectarla.

 

— No, no deberías levantarte no sabemos que puede haberte causado en la cabeza ese golpe.

 

— No te preocupes, me siento mareado. Pero… — de pronto el rubio recordó todo, mirando al moreno con pánico. A Itachi aquella mirada le lleno de dolor, ­ — ¿Dónde está nuestra sobrina?

 

— Dei… — el moreno lo aprisionó en sus brazos, sin por supuesto tocarle la cabeza. Podía sentir los temblores del cuerpo contrario en sus propios brazos.

 

— Era mi deber cuidarla. Yo tenía que protegerla… — Itachi sintió que las lágrimas comenzaban a salir de sus orbes, al igual que las desbordantes que mostraba Deidara.

 

— No es tu culpa… la defendiste, por eso estás así. — Intentó consolarlo Itachi mientras ambos se sumían en la tristeza, sin saber qué hacer cuando los padres de la bebe llegaran para saber que ésta ya no se encontraba en la casa y quizás dónde podría estar.

 

 

 

 

 

 

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

 

 

 

 

 

El moreno estaba impaciente, observaba continuamente hacia atrás. En los bancos en donde supuestamente su rubio esposo debería estar, pero ni rastros había de él ¿acaso había vuelto a irse? Ya habían pasado unos quince minutos y aun no se dignaba a aparecer. Sin poder aguantarlo más se levantó en medio de la ceremonia, pidiendo disculpas de paso. Poco le importaba lo que pensasen de él en esos momentos los del jurado ¿dónde diablos estaba Naruto?... dio una mirada a Sai, el que asintió comprendiendo que algo no muy bueno debió pasar para que Sasuke estuviese tan desconcentrado en la ceremonia.

 

El moreno se acercó rápidamente hasta Gaara y Hinata. Sentándose en el asiento que le correspondía al rubio.

 

— ¿Qué pasa Sasuke? ¿Por qué Naruto no ha vuelto? — preguntó temerosa la morena. Fue en ese momento en que el moreno le miró curioso.

 

— ¿No ha vuelto con ustedes?

 

Gaara de pronto intuyó que algo no andaba muy bien. Sasuke se veía más que sorprendido, además de ese feo golpe en el rostro del moreno.

 

— ¿Naruto y tú se encontraron después que le llamaron? Porque estuvieron ambos mucho tiempo fuera, y por ese golpe en la cara no creo que haya pasado nada bueno. 

 

— Estuvimos hablando en el baño, pero esto no tiene importancia y al contrario de lo que piensas…— Sasuke se sonrojó levemente, cosa que no pasó desapercibida por los otros dos y no quiso continuar con el tema. — El asunto es que le pedí a Naruto que esperara unos minutos para salir, no quería que los periodistas vieran que habíamos pasado un tiempo anormalmente largo allí. — al moreno le costó bastante hablarles a los dos sobre aquello. No quería aun anunciar nada, porque tampoco es que hubiesen podido hablar más allá de sus confesiones.

 

— ¿Quieres decir que ya ha pasado más de veinte minutos en que no vuelve? — Hinata se preocupo de sobremanera, y ambos hombres le miraron de la misma forma. Los tres se levantaron para salir rápidamente del salón, bajo la atenta y preocupada mirada de Sai que se encontraba en los puestos del jurado, observando de reojo la salida.

 

— ¿Naruto?... ¡Naruto! — gritaron el pelirrojo y el moreno al entrar al baño, pero no vieron a nadie. ¿Qué había pasado?, se acercaron abriendo los cubículos uno a uno, no encontrando a nadie.

 

Sasuke se impacientó, aquello no era normal. Naruto no hacia cosas como escaparse, menos desaparecer. Con paso apresurado salió del baño, bajo el grito de Gaara y los pasos rápidos de Hinata siguiéndoles. Sasuke corrió lo más fuerte que pudo hasta llegar a la puerta. El guardia se acercó rápidamente hasta él.

 

— ¡Uchiha-san! — los tres llegaron hasta el guardia, cansados debido al trote.

 

— ¿¡Ha visto a mi esposo pasar por aquí!?... Es casi de mi mismo porte, rubio de ojos azules y con unas marcas en el rostro.

 

— De eso mismo le iba a hablar. Un hombre lo traía en brazos, me dijo que se había desmayado en el baño y que debía llevarlo con urgencia a un hospital.

 

El corazón de Sasuke se detuvo por un instante. Cómo era posible algo como eso. Posó sus manos en su cabello, refregándolo con fuerza. << ¡Vamos, piensa Sasuke! ¡No te alteres, eso no te va a ayudar!>> se obligo a repetirse cientos de veces para luego hablar.

 

— ¿Le dijo a qué hospital se lo llevó?

 

— No, pero me dio éste sobre. Me dijo que era importante que se lo entregara después del festival y que él le llamaría a usted cuando llegase al hospital. 

 

Gaara miró con una ceja levemente alzada a Sasuke, al igual que éste miraba contrariado el sobre.

 

— Bien, gracias.

 

El guardia asintió para volver a su puesto de trabajo, mientras los tres salían del espacio.

Con manos temblorosas el moreno comenzó a abrir el sobre.

 

— Dios, no entiendo nada. — confesó Hinata a todos los demás.

 

— Créeme, yo menos. — concordó con ella el pelirrojo.

 

Pero la actitud de Sasuke al leer la carta y el temblor que comenzó a experimentar su cuerpo les hizo agarrarle con fuerza. El pelirrojo observó el rostro del moreno y el miedo le embargó, algo malo debió pasar. Era más que obvio, la mirada abstraída de Sasuke no era para nada alentadora. Le arrebató la carta de sus manos para comprobarlo él mismo.

 

 

 

Querido Sasuke,

 

Supongo que si ya te han entregado ésta carta ni tu esposo, ni mi querida sobrinita estarán contigo a éstas alturas. Pero no te preocupes, tienes mi palabra que no les haré nada malo, al menos por mi parte porque de Pein ni idea, sabes que está obsesionado con tu esposo.

 

En fin, lo que quiero hacer es que hagamos un intercambio. Me parece bastante justo con todo lo que he tenido que soportar por parte tuya y de Itachi. Si haces bien lo que voy a pedirte, nadie tendrá que lamentar nada después.

 

En poder de ustedes existe un diario, uno que tenía tu madre. Deberás llevarlo dentro de tres días a las 3:00 am a cualquiera de éstas dos direcciones. A cambio te devolveré a tú familia. Estás avisado que si llego a averiguar que la policía sabe de esto, ellos morirán y dudo que quieras que vuelva a pasar lo mismo que con la anterior, ¿no?

 

- Calle Osaka 345 - Konoha.

 

- Calle Kyoto 547 - Konoha.

 

PD: De acuerdo a donde lleves ese diario, recibirás tu retribución. Espero que dentro de este azar salgas bien parado.

 

 

 

Gaara observó estupefacto el papel, para luego posar su mirada en cómo Sasuke golpeaba con fuerza el pavimento, dañando sus manos. De pronto vio como unos periodistas en una esquina miraban durante un segundo lo que Sasuke hacía. Por lo que con rapidez le levantó del pavimento.

 

— ¡Calma!... buscaremos una solución. — le habló con seriedad el pelirrojo al moreno, Hinata por su parte vio que Sai salía corriendo del recinto topándose con ellos.

 

— ¿¡Qué diablos está pasando?! Sasuke, he tenido que disculparme no se cuantas veces con el jurado por tú actitud, ¿por qué no en…

 

— Sai.

 

El aludido vio a su novio pelirrojo que le miraba con rostro serio, pero sumamente preocupado y angustiado. Fue ahí cuando supo que algo no andaba del todo bien y aun más al ver el rostro perdido de Sasuke.

 

— Necesitamos salir de aquí, ahora. — le rogó Gaara a su novio, el que asintió.

 

— Bien, vamos por el automóvil. — Tomó por uno de los hombros a su primo. Los cuatro fueron caminando con tranquilidad hasta una calle aledaña.

 

Hinata pudo notar cómo unos periodistas llegaban corriendo al lugar. Sasuke y Hinata intentaron subir en los asientos traseros, mientras Sai y Garra en el de piloto y copiloto.

 

— ¿¡Uchiha-san, por qué se va de la ceremonia!?

 

— ¿¡Dónde está su doncel!?

 

— ¿Cree que es correcto que los donceles estén en un mundo tan mediático como éste?

 

El Uchiha reaccionó ante aquello, sumamente encabronado por que lo llamasen de esa forma y más porque él no estaba allí para defenderse. A punto estuvo de gritar que lo dejasen en paz mientras entraba al automóvil, cuando Hinata le cortó el paso.

 

— Caballeros, el señor Uchiha se retira porque su esposo le tiene una pequeña sorpresa.

 

— ¿Se siente orgulloso que su doncel lograse tal reconocimiento, recién partiendo?

 

— ¿Uchiha-san, no será un favoritismo por parte del jurado que se haya creado un nuevo premio?, Dada la casualidad que justo usted era miembro del jurado y el ganador haya sido su esposo.

 

— Uchiha-san, ¿su doncel o es muy tímido o quizás muy divo como para no recoger sus premios?

 

Eso ya le colmó la paciencia. ¿Su doncel?... ¿desde cuando los donceles se les trataba como pertenencias? A punto estuvo de salir del automóvil y agarrar a esos estúpidos a golpes pero Hinata volvió a hablar.

 

— Naruto es un doncel que ama a su marido y Sasuke-kun lo trata como lo que es, alguien con mucha habilidad. — y sin decir más con la sonrisa más falsa que pudo dar, Hinata cerró la puerta tras de sí. Todos se quedaron callados, mientras el automóvil salía del estacionamiento.

 

— Hinata, estuviste perfecta. — le comentó Sai.

 

— Eh… es que no quería que siguieran hablando de Naruto de esa forma. Él es un buen hombre.

 

— Arigato, Hinata. — dijo Sasuke con total sinceridad. La morena por su parte le dio una sonrisa tranquilizadora.

 

Pasaron algunos minutos hasta que finalmente Sai preguntó qué había pasado, Gaara recapituló todo anunciándoselos a los otros dos, los que miraban estupefactos el camino. Estaban al menos próximos a llegar a la casa Uchiha.

 

— Insisto, debemos estar tranquilos, concentrarnos más en la carta e intentar descifrar algo de ella. — habló Gaara, aunque más parecía tratando de auto convencerse que hablándoles a ellos.  — Sasuke, ¿sabes dónde podría estar ese diario?

 

El moreno negó con la cabeza, mientras su pierna se movía frenéticamente. Al llegar a casa, fue el primero en salir del automóvil. Al entrar vio cómo su tío Obito estaba en frente de Deidara curándole una horrible herida en la cabeza, notaba como la mirada del rubio estaba sumamente enrojecía e Itachi le sostenía con fuerza. Cerró sus ojos con pesar, no era una mentira. Tuvo la esperanza en que nadie se haya llevado a su hija, pero no. Ese condenado de Madara se había llevado a quienes más amaba.

 

De pronto vieron a un automóvil llegar, era Neji. Hinata se impaciento al verlo, pero se volvió a todos.

 

— Yo me encargaré de él, ustedes entren, espero que todo salga bien. Gaara llámame si logran encontrarlos.

 

El pelirrojo asintió mientras veía como la chica llegaba junto a su novio que de paso les miró desde la entrada bastante mal, para después ingresar al automóvil y retirarse.

 

Una pregunta por parte del rubio de cabello largo hiso flaquear a Sasuke, sentirse inútil ante todo lo que había pasado. Ahora cómo reaccionaría ante el hecho que no solo se habían llevado a la bebe sino también a Naruto.

 

— ¿Dónde… dónde está Naruto? — Deidara mantenía sus ojos fijos en todos, con cierto miedo.

 

— También se lo han llevado. — respondió Sasuke tras unos segundos que le parecieron eternos. Logró ver el rostro descompuesto de Deidara, como también el de su hermano mayor. El que sostuvo a Deidara con fuerza, sin dejar que éste se sumiera en el dolor.

Deidara se llevó una mano a la boca, intentando como fuera reprimir las lágrimas que deseaban volver a salir. Su hermano y su sobrina estaban corriendo un grave riesgo.

 

— Deidara. Tranquilízate, encontraremos una solución. — Le pidió Obito que se tranquilizara porque no podía curar bien la herida del rubio si éste se movía de un lado al otro.

 

— Yo… lo siento. — le dijo a Sasuke, el que lentamente fue acercándose hasta lanzarse a un sofá cercano — Intenté forcejear con ella, pero no pude. Me golpeó con algo en la cabeza, cuando intenté alcanzarla ya se había llevado a la bebe, y yo caí desmayado por el dolor.

 

— Deidara… — Sasuke intentó decirle que no se preocupara, que no era culpa suya. Pero las palabras que le siguieron por parte del rubio volvieron a sumirlo en la angustia.

 

— Perdóname…

 

 

Sasuke negó con la cabeza, apresando el puente de su nariz con fuerza. Intentando que las lágrimas no cayesen. — No. Perdóname tú, tampoco pude proteger a Naruto.

 

— No es culpa de nadie. — dijo Obito, colocando una gaza en la cabeza del rubio, — El único culpable aquí es Madara y con los que esté trabajando.

 

Ante esas palabras y las anteriores dichas por Deidara, Sasuke observó con curiosidad al rubio.

 

— ¿Ella? ¿No fue Pein quién vino?

 

— No. Fue esa mujer que hace un tiempo andaba contigo, esa actriz famosa.

 

— No… — Sasuke sintió la ira recorrer cada fibra de su cuerpo, y odio por primera vez a esa mujer, apresó con fuerza sus manos golpeando durante unos instante los respaldos del sofá.

 

— ¿Karin? — fue el turno de Sai en preguntar impactado por el descubrimiento, Gaara se le acercó, entrelazando sus manos.

 

Deidara asintió.

 

— Maldita perra… — Susurró Sasuke por lo bajo.

 

— ¡Sasuke! — Sai le gritó a su primo.

 

— ¿Qué acaso la vas a defender después de lo que hizo? — sonrió con ironía, no comprendiendo el enfado de su primo.

 

— No, por supuesto que no. Pero no sabemos por qué está haciendo esto. 

 

— ¿Por qué?... Yo te diré porque, ella me odia a mí y odia a Naruto. Karin sabe que lo más importante para nosotros dos en estos momentos es la bebe.

 

— No, Sasuke. Te equivocas. — intentó objetar nuevamente con rostro decidido, uno que hiso temblar y hacerse preguntar al pelirrojo inevitablemente de los sentimientos que Sai podía aun mantener hacia ella.

 

— Sai, no puedo creer que la estés defendiendo. — le habló Gaara con tono enfadado, alejándose de su novio.

 

— Fui muchos años su esposo, Gaara. Eso nada lo puede cambiar. Ella será déspota y ruin a veces, pero no a éstos extremos.

 

— Es que nunca la conociste bien. — dijo Gaara intentando convencer de la verdad a Sai, aun así su novio lo negó.

 

— Digan lo que quieran, puede que esté enojada y que los odie como dices. Pero no creo que a la bebe le haga nada. 

 

— Sai, es la verdad. Tan solo mira cómo fue de madre con Kazuo. — habló Itachi está vez.

 

— ¡Por eso mismo digo! — observó enfadado a todos, — No se qué la habrá llevado a esto, pero por algo debió hacerlo y al menos yo voy a averiguarlo. — Con paso rápido camino hasta la salida de la casa siendo seguido por Gaara, el que volteó su rostro por un momento mientras salía de la gran casa.

 

— Le acompañaré. Estamos en contacto.

 

Luego de un momento de silencio viendo cómo Obito estaba a punto de terminar su tarea con los puntos en la cabeza de Deidara, Itachi se dirigió a su hermano.

 

— Sasuke, muéstrame la carta.

 

El moreno la sacó del bolsillo del pantalón, se encontraba bastante arrugada debido a las emociones tras leerla. Itachi la tomó entre sus manos, mientras se sentaba al lado de Deidara.

 

— ¿No te molesta que la lea en voz alta, verdad?

 

Sasuke negó con la cabeza, dándole a su hermano el pie para leerla. Luego de que Itachi terminase, la reacción de Deidara no se hizo esperar.

 

— ¡Ese tipo está loco quizás que está planeando con la bebe!... Además está Pein, sin ninguna atadura, libre frente a Naruto… Si ese tipo le toca un solo pelo, yo…— habló colérico Deidara.

 

— Eso no pasará.

 

La pareja y Obito vieron al menor del clan Uchiha. 

 

— No voy a permitir que eso pase. — su mirada era segura, a pesar de las circunstancias, él mismo jamás permitiría que le pasara algo a la bebe y menos que Pein le tocase un pelo a Naruto.

 

— ¿Y qué harás, Sasuke?

 

— Desgraciadamente en éstos momentos tengo que jugar el mismo juego que Madara. Debo encontrar ese diario y dárselo. De seguro que está en ésta casa, y debo encontrarlo lo más rápido que pueda.

 

— ¿Pero y lo de las direcciones? — preguntó confuso el rubio.

 

— No lo sé…

 

Obito estuvo meditando durante unos momentos, leyendo y volviendo a releer la carta. Por su parte Itachi notó éste detalle.

 

— ¿En qué estás pensando?

 

— Hay algo extraño con las direcciones. — Todos le miraron curiosos, — Esas direcciones existen, acabo de verlas en internet, pero es ilógico. — Observen…

 

Obito les mostró el celular a cada uno, y todos tuvieron la misma expresión contrariada.

 

— No es Konoha. Realmente son calles de Kyoto y Osaka. — comentó el rubio.

 

— ¿Por qué Madara quiere que vayas a un lugar tan lejos? No tiene sentido… Él no pude salir de la ciudad con tanta facilidad. Puede que aquí no le encuentren pero si viaja y llega a pasar por alguna estación de cobro, lo van a identificar.

 

— Pero Madara tiene influencias, por algo volvió a Japón. — argumentó Sasuke.

 

— No creo que esas influencias estén tan ocupadas en él en estos momentos. — Habló en tono serio Obito, observando a ambos hermanos.

 

— ¿A qué te refieres? — preguntó el hermano mayor.

 

— Me enteré de esto hace pocas semanas a través de mi amigo, no le tomé la importancia en su momento, además bajo su protección no habían posibilidades. Pero ahora que esa amistad de Madara no está atravesando buenos momentos, tengo más esperanzas en que podamos encontrarle y mandarlo ésta vez si o si a la cárcel. — Todos le observaron contrariados, sin sabe muy bien a lo que se estaba refiriendo el mayor.

 

— Resulta que mi amigo investigó que el que dio orden para que Madara pasara bajo su protección fue nada más ni nada menos que el ministro, Danzou.

Todos le miraron estupefactos.

 

— Ellos dos son amigos y compañeros de negocios, de hecho Danzou posee un porcentaje en la empresa de automóviles Uchiha. No es tan grande como el porcentaje de Madara, pero aún así Danzou se debe llevar una buena tajada de esa empresa y por lo mismo continúa a flote sin que su dueño esté en éste país.

 

— No sé qué posibilidades ves en que podamos entonces atrapar a Madara. Danzou en éste momento es el manda más del país. — contestó Sasuke resignado.

 

— Solo a la luz pública, Sasuke. — contestó categórico Obito.

 

El moreno menor le miró ceñudo.

 

— Y es que el gobierno está intentando algo, ni idea qué eso mi amistad no me lo quiso decir porque es un asunto delicado. Pero ya Danzou no tiene la libertad que dice tener ante las personas, está amarrado dentro del mismo ministerio por culpa de las revueltas.

 

— Comprendo lo que quieres decir, y si las cosas son así es un hecho que Madara no puede salir, pero entonces porqué dejó éstas direcciones.

 

Deidara las observo durante unos segundos y de pronto una idea se hiso presente en su cerebro, notando una imagen de todo el puzle. Siempre había sido bueno para los acertijos, desde pequeño por lo mismo su fascinación por el arte al intentar encontrar significados en ellas hasta en lo más complejo. Esperaba haber acertado a aquel puzle, era algo descabellado, pero no perdía nada con intentarlo.

 

— Chicos… — todos le observaron, — sé a lo que te refieres Obito-san, y si lo que yo creo es verdad, puede coincidir. Lo que no me coinciden son las ciudades, pero supongo eso tú lo acabas de resolver. — observó a Obito. El que le miró sorprendido, maravillado ante el poder deductivo que había tenido el rubio. — De hecho eso es lo único que logro resolver, a lo demás no sé a que te refieres.

 

Ambos hermanos pasaban sus miradas al rubio y a su pariente, algo perdidos sin comprender muy bien el asunto, y eso que ellos eran los genios Uchiha.

 

— Perdón, no estoy entendiendo nada.

 

— Yo menos — habló Itachi, apoyando a su hermano menor.

 

Obito sonrió a sus sobrinos para comenzar.

 

— Lo que sucede es que Osaka y Kyoto son las ciudades en que nosotros tres nacimos. Fugaku y Madara nacieron en Osaka ya que tuvieron que ayudar a unos familiares allí, en esa familia Fugaku conoció a Mikoto. Así vivieron unos cuantos años, hasta que mi madre se embarazó de mi, y en unas vacaciones en familia a la ciudad de Kyoto, yo decidí en un momento muy inoportuno venir al mundo. Después de eso, unos cuantos años después volvieron todos a Konoha. Nuestros padres decidieron traer a Mikoto consigo, por su puesto con el consentimiento de nuestros familiares, se le veía muy unida a Fugaku y no quería separarse de él.

 

Todos le miraban contrariados ante la revelación pero Itachi y Sasuke sonrieron ante lo último, sabían desde muy pequeños que sus padres se habían amado desde niños. Al menos es una historia que siempre contaban, claro que no con tanto lujo y detalles. 

 

— Comprendo, por eso habla de Osaka, Kyoto y Konoha. Fueron los tres lugares en donde ha vivido la familia. — concluyó Sasuke, observando el papel.

 

— Y los números son… — esta vez fue el turno de Deidara indicando con el dedo índice los números. — la ubicación de su casa.

 

— ¿Qué? — reclamó Obito.

 

— Itachi, y yo fuimos hace un tiempo allá. Buscando información, algo que pudiésemos encontrar y hayamos un documento, además de la llave…

 

— ¿Llave? — preguntó confundido, Obito.

 

Itachi desabrochó el collar de su cuello en donde colgaba la llave en forma de abanico. Obito al verla quedó maravillado.

 

— Esa llave es nuestro escudo familiar. Solo pocas personas tienen una de ellas en la familia, casi siempre son las cabezas de una generación. 

 

Itachi meditó un momento, pero sin llegar a ninguna conclusión con ese ínfimo pensamiento, pero la inquietante pregunta de su hermano lo trajo de vuelta a la realidad.

 

— ¿Qué documento encontraron?

 

— No era de mayor importancia, la verdad. — Dijo con rapidez Itachi, pero Deidara observó con reprobación a su novio y aunque éste se enfadase con él, debía decirle la verdad a Sasuke. 

 

— Era una prueba del asesinato que Madara había cometido años atrás con ese socio, además de lo que creemos…

 

— Basta, Deidara. — le frenó de lleno Itachi, mirándole con rencor. A lo que Deidara agachó su cabeza, observando con melancolía.

 

— Díganme, tengo derecho a saberlo. Itachi ellos también fueron mis padres.

 

— No es seguro lo que creemos— contraargumento Itachi, intentando cerrar el tema.

 

— De todas formas, merece saberlo. — pero y a pesar de no observar a su novio, Deidara continuó en la misma posición, hablando.

 

— Cállate, Deidara. — le ordenó Itachi en un tono más grave de lo habitual. Ambos se observaron con el ceño fruncido.

 

Sasuke se dirigió directamente a su hermano mayor. — Por Dios, Itachi. Ya no soy un niño, hace años que dejé de serlo. He sufrido bastante como para que tengas que ocultarme algo más…

 

— Por lo mismo, no quiero.

 

— Itachi, — El rubio tomó la mano del mayor, mirándole ésta vez directamente — Te amo y eso ya todos lo saben — El aludido se sonrojó levemente, pero no despegó la mirada triste de su novio — Pero no estoy de acuerdo con lo que estás haciendo. Sé que no es algo seguro, pero es mejor comunicarle tus dudas a tú único hermano que mentirle, y eso lo sabe en carne propia el mismo Sasuke. — sus ojos azules se desviaron de reojo al menor, el cual asintió.

 

Itachi dejó escapar el aire que había estado reteniendo en esos momentos. Angustiado al ver a su hermano pequeño.

 

— Creemos que la muerte de nuestros padres, no fue solo un accidente automovilístico.

Sasuke se quedó quieto unos segundos, inspirando pausadamente. Intentando dejar de sentir el inminente temblor que comenzaba a aparecer por las emociones fuertes, además de luchar contra el instinto de tomar todas las cosas que tenía y lanzarlas por la ventana, o de encontrar rápidamente a Madara y él mismo dañarle hasta el colapso.

 

— Comprendo.

 

— Sasuke…

 

— Solo es una especulación. — El menor habló con voz calmada, cosa que los tres se observaron con dudas, pero aun así no quisieron continuar con el tema— ¿No hay nada que lo delate?

 

— La verdad no, solo hay una especie de insinuación en que les estaban molestando, pero nada más que eso. Lo único que nos queda al menos para meterlo preso es esa hoja de confesión perdida en los trastos del sótano de su casa. — terminó por hablar Itachi.

 

— Chicos, no es que quiera cortar su conversación, pero ¿no nos desviamos un poco del tema? — comentó Obito a sus sobrinos — Deidara tú decías que es la dirección de la casona de Madara, ¿por qué?

 

El rubio carraspeó con la garganta, para comenzar con su deducción. 

 

— Me fijé más que nada en que las direcciones que aparecen en la carta son: 345 y 547. Por lo que se me ocurrió juntar los últimos números de la primera dirección y los primeros números de la segunda, que serían 4554. Esa es por lo que recuerdo la verdadera dirección de la casona de Madara. Si juntamos los datos que acabamos de enterarnos por Obito, el mensaje sería: “En la casa que viví por última vez 4554, Konoha”. Supongo que el número 3 y 7 solo eran distractores, como el nombre de las calles. Ahora, por algo esto estaba en una especie de código ¿no?, supongo que si ésta carta llegase a caer en manos de los policías no podrían encontrarle. Esto es solo algo que saben ustedes.

 

Todos le miraron sorprendidos. Obito reforzó la teoría de Deidara al rememorar ciertas cosas:

 

— Esa casa había pertenecido a nuestros padres durante algún tiempo, la habían comprado para lograr independizarse y no tomar ésta casa, la que ha sido heredada por generaciones. Pero jamás se acostumbraron a ésa y finalmente volvieron aquí. Supongo que en el testamento la dejaron a Madara. — La mirada oscura se ensombreció.

 

— Obito-ojisan — la mirada del menor chocó con la oscura tan característica de la familia Uchiha, — Creo que podremos conocer todo si nos cuentas desde un principio lo que sabes. No tenemos idea del porqué Madara actúa así. Necesitamos al menos una versión de las cosas, puede que no sepamos nada nuevo después de que la cuentes, pero creo que no perdemos nada con saber.

 

— Me alegro en la persona que te has convertido Sasuke. Haber superado todo lo que pasaste y los problemas con Naruto, es digno de admirar. Pocos harían lo que tú hiciste y sé que Naruto lo sabe. — Sasuke sonrió agradecido de las palabras de su tío, pero acongojado al pensar en cómo debían estar él y su pequeña bebe.

 

— Bien no se si ayude, pero aquí vamos.

 

 

 

 

---------------------------------------------------------------------------------------------------------- 

 

 

 

 

Karin sostenía en sus brazos a la bebe, mientras la observaba con detención. Era la copia de Sasuke, de verdad que lo era salvo por los ojos azules de su otro padre. Karin desvió la mirada, no quería ver esos ojos de cerca, eran los que le habían quitado a Sakura. Era muy dificil verlos. De pronto sintió un pequeño ruido proveniente de la pequeña. La observó durante unos segundos y noto que le miraba con intensidad. Mientras alzaba sus pequeños bracitos hasta ella.

 

— ¿Qué… Qué quieres?

 

La pequeña solo sonrió durante unos segundos, hasta agarrar uno de sus propios dedos y llevárselos a la boca.

 

— ¿¡Tienes hambre de nuevo?!, ¡pero hace tres horas que te di el biberón!

 

Por su parte la bebe cerró sus ojos arrugándolos mientras continuaba chupando sus propios dedos con ímpetu. La pelirroja rodó los ojos, mientras le daba una ligera sonrisa.

 

— Bueno, pero es el último. Después tienes que dormir.

 

— ¿Desde cuándo tienes instinto maternal, Karin? — la voz de Madara la hiso saltar, apresó a la bebe en sus brazos. Ésta comenzó a hacer pucheros, asustada por algo. Karin se dio cuenta y comenzó a acunarla.

 

— No debería asustarme así. Además yo ya tengo un hijo, se como tratar a los bebes.

 

— Pero jamás te apegaste a él. — tras esas palabras Karin recordó en su mente la imagen de su pequeño hijo sonriéndole, los sentimientos contradictorios hacia el pequeño se manifestaron más que nunca. Enfadada se volvió a Madara.

 

— Madara-sama. Acepto muchas cosas, de hecho estoy aquí con usted. Pero no quiero que hable de mi vida como madre, no tiene ningún derecho de juzgarme. — le rebatió con una estampa autoritaria. Madara le miró curioso, de lo que recordaba esa mujer nunca se había puesto altanera con su presencia.

 

— ¿Perdón?... Voy a omitir el tono con el que me hablaste. Yo digo lo que quiero, estamos en mi casa, tú aceptaste jugar éste juego porque nunca pudiste tener a Sasuke. ¿Quieres vengarte de Naruto, no? Él te quitó a Sakura y ahora te quitó a Sasuke. No deberías cuidar tanto a ésa bastarda que tienes ahí, mal que mal sus padres están juntos por ella.

 

La rabia en la pelirroja comenzó a llenarla, de pronto el llanto de la bebe mermó todos sus pensamientos. Karin cerró sus ojos mirando a Madara, y él supo que la tenía bajo su mando.

 

— Por supuesto que quiero vengarme, por algo estoy aquí cuidando a ésta bebe hasta que llegue el momento.  Ahora si me disculpa, iré a alimentarla. — y así Karin salió de una de las recamaras yendo a otro cuarto. La bebe seguía llorando con fuerza.

 

— ¡Cállate, por Kami! — gritó la pelirroja, pero la bebe seguía llorando con más fuerza. Karin no podía entender el por qué siempre que Madara estaba cerca, la bebe lloraba de una forma estrepitosa ¿Sería acaso que notaba esa mala energía que emanaba?... Karin no pudo más que reír ante ese ridículo pensamiento. Encontró las cosas para preparar la leche y se dirigió a hacerlo, la bebe estaba ahora encima de una improvisada cuna, pero los sollozos continuaban claro que más bajitos, casi sufriendo por algo que Karin no pudo llegar a comprender. No al menos hasta que hoyó un grito, uno que le hizo temblar de pies a cabeza, más el llanto lanzado con fuerza por la bebe. Ese grito sin duda había salido de la boca del rubio.

 

Con cuidado dejó la habitación caminando por el pasillo hasta llegar al final del mismo. Abriendo la puerta levemente, sin ser detectada. 

 

— Si esa herida cura de aquí a mañana, estaremos… querido Pein ante una verdad muy alentadora.

 

— Vaya que sí. — Pein lamió la sangre impregnada de la pequeña katana que llevaba en la mano. Mientras pasaba su mano por la espalda desnuda, embelesado ante el tono de esa piel tostada junto con la roja sangre.

 

— No le hagas nada que lo marque, y sabes a lo qué me refiero. Lo necesito intacto hasta el momento indicado, además no sabemos qué provecho podemos sacarle con lo que hemos descubierto.

 

Pein frunció el ceño, mientras alejaba con rapidez su mano de esa espalda, y de paso agarraba con fuerza los cabellos rubios haciéndolos hacia atrás. Mientras posaba sus labios en el oído del mismo.

 

— Dicen que la espera hace recompensas más grandes, y estoy seguro que ése debe ser mi caso.

 

Luego que se embriagase con el olor de Naruto soltó su cabello bajándole la cabeza, haciendo que el cuello sonase por causa del movimiento. El rubio se quejó, pero aun así se mantuvo quieto, calmado.

 

Karin por su parte miraba impresionada la escena. Naruto se encontraba amarrado con unas cadenas a la pared, con el torso descubierto. La pelirroja podía ver completamente la multitud de heridas en la espalda tostada y cómo convulsionaba debido a la pérdida de sangre, pero Karin se desconcertó ante sus propios pensamientos. No sabía en ese momento qué pensar. Solo podía ver los espasmos del rubio, escuchar su toz a ratos y escuchar los enronquecidos llantos de la bebe. Miró hacia atrás, donde debía encontrarse la pequeña y volvió a caer en el desconcierto. La verdad es que no comprendía nada… ¿en dónde rayos se había metido? ¿Qué pasaría después de todo eso?... y en ese momento la vio. Al final del pasillo una sombra con una silueta sumamente parecida a la de Sakura la observaba con reprobación, avanzando por el lugar hasta perderse donde estaba la bebe.

Karin sostuvo su pecho, impactada ante aquella visión. Eso no podía ser real, Sakura no podía estar dando vueltas por el lugar, menos mirarla de esa forma. Sacudió su cabeza dejando atrás la puerta del cuarto donde torturaban al rubio, no tenía idea de lo que le estaban haciendo pero no debía importarle, Naruto solo estaba recibiendo parte de su medicina y si llegaba a morir a causa de la tortura es lo que merecía por haber matado a seres inocentes. Llegó hasta la habitación de la bebe y lo que vio allí la desconcertó a tal punto que tuvo que apoyarse en el marco de la puerta para no caer desmayada.

 

Sakura observaba a la bebe con una sonrisa, mientras la acariciaba y la bebe por su parte dejaba de llorar, lanzando pequeños gorgojos como si quisiera hablar con ella. Sakura dejó de acariciarla para luego volverse a Karin, negando con la cabeza en una actitud derrotada. Marchándose del lugar, o más bien desapareciendo por una de las murallas que conducían a… ninguna parte. Aquel lugar era el sótano detrás de las paredes solo había tierra y más tierra.

 

Karin corrió hasta la bebe, abrazándola y llevándola hasta su regazo mientras miraba asustada a la pared por donde se había perdido la mujer.

 

 

 

 

 

 

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

 

 

 

 

 

— Lo único que sé es que antes de mi nacimiento, mis padres y mis hermanos vivieron junto a los familiares Uchiha en Osaka durante unos ocho años. De eso mis padres me decían que a Fugaku siempre le había gustado estar allí y que al principio a Madara también. Ellos dos eran muy unidos, y junto a Mikoto también, pero que poco a poco Madara comenzó a alejarse de Fugaku hasta prácticamente aislarse. Fugaku y Mikoto siguieron tan unidos como siempre, pero no entendían el porqué del alejamiento de Madara. Todo se mantuvo así, hasta que al menos cuando yo nací.

 

Observó a sus sobrinos que le miraban expectantes al igual que Deidara, Obito comenzó a recordar su propia infancia.

 

— Recuerdo en mi infancia relacionarme bastante con Fugaku y Mikoto, pero no mucho con Madara. La verdad era muy extraño. De todas formas no fue un mal hermano, si mis padres le ordenaban cuidarme mientras no estaban, él lo hacia sin quejarse. Tampoco creo que haya sido un mal hijo para mis padres, ya que Madara les obedecía en todo, pero supongo que esa misma actitud comenzó por hacerles desconfiar. Lo normal era que un hijo fuese en contra de sus padres, como lo hacíamos Fugaku y yo, pero Madara no. Él era un caso especial. Fugaku siempre pensó que podía volver a afianzar esa hermandad por lo que se preocupaba constantemente de Madara, pero éste siempre lo alejaba. Ya para cuando Fugaku y Mikoto anunciaron oficialmente su noviazgo, a mitad de universidad, a Madara no le importó mucho que digamos. Él estaba en último año de universidad y su mente estaba ocupada encargándose de cosas en la compañía, era un alumno estrella. Yo también me defendía, con mi carrera de medicina. El único “descarrilado” había sido Fugaku, por querer dedicarse a la enseñanza ya que soñaba con tener una escuela. Mis padres vieron en él siempre a un niño con ganas de llegar a la independencia económica y no vivir de su herencia, supongo que por lo mismo lo apoyaron mucho con lo de la escuela. A mi como un erudito del que no tenían que preocuparse mucho, pero en Madara notaban algo que no era bueno. Cada vez que se hablaba el tema de la escuela Madara lo ridiculizaba diciéndole que ese sueño tan mediocre no era digno de alguien que se apedillace Uchiha. 

 

— Es tan típico decir eso en ésta familia — dijo Sasuke sonriendo con melancolía.

 

— Saliste a Fugaku, por más que no le gustase tu carrera mi hermano sabía que eras muy parecido a él. No quisiste seguir sus pasos, exactamente lo que él hiso con tus abuelos. — Obito miró a Itachi, el que le miró curioso — En cambio Itachi se parece más a Mikoto. Ella le había dado la idea a Fugaku al verlo tan apasionado, lo de la escuela.

 

Ambos Uchiha menores le miraron sorprendidos, ya que siempre habían pensado que Mikoto era la más apasionada con el tema.

 

— La verdad, Mikoto había lanzado la idea porque siempre notaba una gran pasión en Fugaku por la enseñanza. Pero esa fue la semilla de una idea que cambiaría la vida de él, fue en ese momento que esa meta se convirtió en su sueño. Mikoto decía que si Fugaku tenía ese sueño, ella le apoyaría y lo ayudaría a formar una excelente escuela en la que él se sintiese feliz cada vez que pisara ese terreno. Su motivación era verlo a él feliz, pero poco a poco al impregnarse con el ambiente de la enseñanza, a Mikoto le terminó agradando ser al igual que tu padre los directores de la escuela. Algo que también te ha pasado a ti, Itachi.

 

El mencionado sonrió para luego asentir. Era la pura y santa verdad, estaba orgulloso de lo que ahora tenía y les agradecía enormemente a sus padres por haberles heredado tamaña responsabilidad y sueño, uno que esperaba poder seguir.

 

— Pero ese sueño de Fugaku y Mikoto siempre se vio opacado por Madara. El que los despreciaba por ensuciar con algo tan banal el noble apellido. Cuando sus padres se comprometieron, Madara comenzó con una actitud aun más negativa, en especial con ella. Muchas veces presencie encontrones donde él la humillaba como pudiera y renegaba de Fugaku también. Ya después de que Fugaku y Mikoto se casaran, las cosas se habían calmado un poco. Madara pasaba viajando e inmiscuido con el negocio familiar no tenía ni quería tener tiempo con nosotros, en pocas ocasiones compartíamos todos, ¿no se si lo recuerdan? En fin, unos cuantos años después mi padre enfermó y no pudo encargarse más del negocio con Madara. Pero mi padre siempre decía que quería ser equitativo con todos los hermanos, pero yo no quería nada de dinero. Tenia mi profesión, mi departamento y no necesitaba nada más. Mi padre y mi madre se molestaron mucho conmigo cuando les dije que no quería nada de dinero, ellos ya habían cumplido en dejarme una herencia y esa fue la educación que recibí. Después de un tiempo comprendieron mis razones, por lo que decidieron heredar las partes equitativamente entre Fugaku y Madara, pero noté a que a Madara nunca le convenció por completo lo de la herencia. No se porqué, después de algunos años, en que ustedes ya eran adolescentes vino la muerte de mis padres.

 

Ambos asintieron recordando un poco el cómo aconteció eso para los tres hermanos.

 

— Después del funeral, Madara había heredado la casa en la que ustedes entraron, y ahora era oficialmente el dueño de la empresa automovilística. Fugaku había heredado la casa principal, una suma de dinero que le ayudó a comprar el terreno para construir la escuela, Mikoto también heredó algo ya que mis padres siempre la consideraron como a una hija; y a pesar que yo les dije que no deseaba nada también me entregaron bajo discreción una suma de dinero que ayudo a que terminase de pagar mi departamento. Luego pasó lo de Madara con el socio y antes de partir supe que visitó a sus padres, después de eso ya no supe de él hasta ahora.

 

Todos meditaron por un momento las palabras del moreno.

 

— Muchas gracias, Obito-ojisan. — agradeció Itachi.  

 

— No se si les habrá ayudado en algo en realidad.

 

— Algunas cosas las comprendo mejor. Otras por supuesto que no, pero tengo el presentimiento — Sasuke se levantó del sofá, observando toda la casa, analizando cada rincón lleno de posibilidades, — que en ésta casa debe haber algo que nos lleve a entender todo.

 

— O a encajarlo todo. — terminó por hablar Itachi.

 

Sasuke asintió, para mirar a su familia con actitud seria. — Ahora nuestra prioridad es encontrar ese diario. Solo tenemos tres días.

 

Todos asintieron, levantándose al igual que el moreno observando todo ese gran espacio. Convencidos de que podrían encontrarlo, esperaban al menos antes de los tres días. Sasuke cerró sus ojos, rogando al cielo. A sus padres, a su familia fallecida que por favor cuidasen a Naruto y a la bebe, donde quiera que estuviesen. Rogaba para que la nueva felicidad que tenía en su vida no se le volviera a escapar.

 

Apresó sus manos con fuerza, mientras se largaba a encontrar ese diario. No lo permitiría, no dejaría por nada que Naruto y la bebe sufrieran, él quería que ellos estuvieran juntos toda la vida que a él le quedaba por vivir en ese mundo, y si tenía que hacer hasta lo imposible para lograrlo, él sin duda alguna lo haría. Daría todo lo que tenía por ellos, por su pequeña hija y por Naruto.

 

 

 

 

 

 

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

 

 

 

 

 

Al llegar al edificio el guardia observó al hombre y al que le acompañaba con el ceño fruncido, iba a intentar negarles la pasada, pero al ver al más alto desistió. Por lo que sabía era el marido de la excéntrica mujer que vivía en el último piso. Se les notaba apresurados, tan solo le dieron una fugaz mirada al guardia para adentrarse ambos en el ascensor.

 

Gaara observaba a Sai de reojo de vez en cuando mientras subían, pero Sai en ningún momento se la devolvió ni siquiera en el trayecto hacia el departamento. Gaara estaba más confundido que nunca, no tenía idea de porqué su novio defendía tanto a su ex mujer.

 

– Gaara… – el aludido lo observó, mientras el moreno ponía atención en su reloj de muñeca. – La niñera se va en media hora más, creo que deberías ir con él.  

 

El pelirrojo le observó con el ceño fruncido, pero Sai no desvió su mirada de enfrente. – Ella puede esperar un poco más.

 

– Kazuo debe estar preocupado.

 

– Yo también lo estoy.

 

– ¿A qué te refieres? – Ésta vez el moreno le observó sin comprender, pero el pelirrojo desvió la mirada oscura, no estaba realmente seguro de qué decirle a Sai, ni él mismo sabía que le estaba pasando a su novio y prefería en esos momentos callar a enterarse de algo que no estaba seguro de aceptar.

 

– Nada. No es nada.

 

– Gaara…

 

Pero en el preciso momento en que las puertas del ascensor se abrieron se toparon con la gran y única puerta en todo el pasillo. Sai esperó unos momentos para luego tocar el timbre, pero nadie abría.

 

– ¿Karin?... – nada, absolutamente nada de ruido desde el otro lado – Karin no me obligues a entrar…

 

Gaara se quedó unos pasos atrás hasta que su enfado y desesperación por la extraña situación comenzaron a cobrar en él.

 

– Es obvio que no está, Sai. – Al moreno no le había gustado para nada el tono de su novio pero y a pesar de eso, no se volteó. Tenía una idea más o menos de lo que podría estar pensando Gaara, y aquel no era el momento. Sai tocó con fuerza la puerta, pero no logró hacer más. – ¿Aun ahora continúas defendiéndola?

 

Sai le observó con enfado, a lo que Gaara desvió su mirada de forma melancólica. Sai enfadado por toda la situación miró con rabia la puerta.

 

– A la mierda…

 

 El pelirrojo le miró sin comprender, pero luego de apreciar cómo Sai se alejaba para levantar su pierna y azotar con fuerza la puerta hasta lograr abrirla, Gaara le observó impresionado. Notaba la rabia en su novio al entrar al recinto, él tan solo le siguió de cerca.

 

– ¡¿Karin?! – pero como la vez anterior no lograron escuchar ni ver a nadie. Lo único que pudieron apreciar fue el departamento completamente desecho. No podían creer como un lujoso penthouse se había convertido en una pieza sucia y a mal traer. Sai observó extrañado todo el lugar, yendo hasta alguna de las pertenencias de su ex mujer.

 

– No hay nadie, es obvio que Karin maquinó todo esto junto a Madara.

 

Pero el moreno no le tomó en cuenta y continuó buscando. El pelirrojo enfadado por la actitud de éste se acercó a él hasta alejarlo de lo que estaba haciendo. El moreno continuaba observando el lugar que había estado registrando, no comprendía nada de la actitud del pelirrojo, no al menos hasta ver por completo su rostro.

 

– ¿Qué pasa, Sai? ¿¡Por qué la defiendes tanto?!– el pelirrojo continuó con su fuerte agarre mientras el moreno le observaba con esa mirada indiferente, una actitud a la que Gaara jamás se acostumbraría. Porque creía que luego de comenzar su relación ese tipo de mirada dejaría de existir en su rostro, pero al parecer tan solo se equivocaba.

 

– Gaara, no es el momento.

 

– No. Si es el momento. – el pelirrojo no aminoró en ningún momento el agarre.

 

– Tus celos no vienen al caso.

 

Pero lejos de lo que el moreno esperó Gaara le dio una fuerte bofetada mientras su cuerpo temblaba levemente. En ese momento Sai se recriminó, pero es que no estaba seguro de hablarle con respecto a ciertos temas a Gaara, no quería que éste tomase conclusiones equivocadas.

 

– No te creas tan importante – le dijo con enfado el pelirrojo, pero Sai notaba a leguas que no quería realmente hablarle en ése tono. Sai suspiró mirando de forma conciliadora a su novio.

 

– Esto va más allá de nosotros.

 

El pelirrojo le observó con tristeza.

 

– Vine aquí porque estoy convencido que Karin no ha maquinado esto con Madara.

 

– ¿Por qué estas tan seguro? – le miró con un ruego porque le contase la verdad.

 

– Fuimos marido y mujer durante años, y yo la quise mucho. Ella me hiso padre de un hermoso niño, y sé por esos mismos años que Karin está confundida con todo esto, ella en el fondo no es tan maquiavélica.  

 

Gaara agachó la mirada, sintiéndose en cierto sentido inútil. Él no podía competir con eso, por más que amase a Sai y a Kazuo, Karin siempre estaría ocupando un espacio importante en el corazón de ambos, y a él no le quedaba más remedio que aceptarlo. Con todas las fuerzas posible, y tragando parte de su dolor, Gaara inspiró para hablar. 

 

– Comprendo.

 

Pero Sai notaba que no lo hacía del todo. Se acercó hasta el pelirrojo.

 

– No confundas las cosas.  

 

– Lo sé –. El pelirrojo desvió la mirada para ayudar a buscar lo que supuestamente tanto quería revisar su novio. Sai le miró con tristeza, Gaara movía sus manos entremedio de las ropas redadas. – ¿Entonces qué estás buscando…

 

Pero toda pregunta fue silenciada cuando el pelirrojo sintió una mano tomando la suya, lanzándolo hacia los brazos cálidos del moreno, el que le apresó al sentir la calidez del cuerpo del de ojos verdes. Gaara le miró sorprendido y algo sonrojado.

 

– ¿Oye, qué…?

 

– Te amo como jamás he llegado a amar a nadie, y en éstos meses lo he comprobado más que nunca. Se que no soy muy bueno expresando mis emociones, pero no dudes de mis sentimientos por ti. – Sai estuvo a punto de besar los labios contrarios, pero el pelirrojo alejó su rostro mirando con tristeza a Sai. Había una duda que le estaba matando, para él no había sido ningún problema al menos hasta hace algún tiempo, y tras escucharle decir esas palabras, formuló su conjetura a Sai.

 

– Yo también te amo, pero… no puedo darte lo más importante.

 

– ¿A qué te refieres? – Sai tomó las manos de su novio, notaba que éste estaba triste desde hace algún tiempo, pero él no había querido tocar el tema al menos hasta esa noche luego que de dieran los premios, él había planeado felicitar a Gaara con una sorpresa, pero no había podido concretarse debido a las circunstancias.

 

– Tú mismo lo dijiste, Karin es importante para ti. Ella te pudo dar a Kazuo, en cambio yo…  – el pelirrojo agachó su mirada, jamás se lo había planteado. No al menos hasta hace un tiempo, al ver y cuidar a Kazuo las ansias de convertirse en padre biológico habían nacido, pero constantemente las hundía en lo más profundo de su mente, porque simplemente plantearse algo así era imposible.

 

Pero al sentir las manos de Sai en su rostro y tras darle un demandante y seductor beso, ambos abrieron sus ojos observándose con pasión.

 

– Escúchame bien porque no pienso repetirlo otra vez. Eres el mejor amante, el mejor novio, el mejor director fotográfico… – Gaara sonrió ante aquel comentario, pero Sai continuó:

 

– y el mejor padre que Kazuo o cualquier niño pueda tener. No puedes concebir, es una verdad y es algo que ni tú ni yo entenderemos jamás… – Gaara agachó su rostro con tristeza, pero logró sentir la cálida frente de su pareja apoyada en la suya, mirándole con intensidad – …Pero tienes algo mejor que eso y estoy seguro que es un don Gaara. El mismo kanji en tú frente lo demuestra y es que tú amor es inmenso.

 

Sai acarició las mejillas arreboladas y la frente tatuada del pelirrojo, mientras éste pestañaba concentrado en su mirada oscura. Atento a sus palabras, Sai sentía cada oleada del amor que ese ser le trasmitía.

 

– El amor que sientes hacia Kazuo es mayor al que una madre biológica como Karin, fue capaz de darle. El que no puedas concebir es irrelevante para mí, me importa más cómo tú te sientes con todo esto, Gaara.

 

– Sai, perdón… perdóname por no poder darte un hijo. Jamás había pensado en esto, pero ahora que estamos juntos… yo, no entiendo entonces porqué soy un doncel si no puedo concebir. – Gaara no pudo aguantar más las lágrimas que llevaba reprimiendo, las que caían desbordantes por sus mejillas. Sai lo apresó con fuerza contra él.

 

– No… no tienes porqué decir eso. No deberías tampoco hacerte esa pregunta, Gaara. Tan solo eres un doncel que no puede concebir, punto. No le des más vueltas. – Intentó amenizar el tema, pero la angustia en el pelirrojo seguía latente. 

 

– Pero no comprendo por qué.

 

– Puede que lo sepamos algún día o quizás no, pero créeme que si algún día llegamos a entender todo esto, será por una buena razón. Tú solo tienes cosas buenas, así que nada me preocupa realmente – le dio una sonrisa sincera a la que Gaara correspondió mientras se acercaba a su novio hasta sus labios y besarle durante unos cuantos minutos, hasta que empezaron a sentir la urgencia en sus cuerpos. Estaban excitados, pero ya habría tiempo para eso. Ahora había algo importante que resolver. El primero en alejarse fue Sai.

 

– Perdóname – besó por última vez a su novio, soltándolo poco a poco – De verdad quiero hacerte mío aquí mismo, pero creo que no es el momento.

 

El pelirrojo se sonrojó ante las palabras del moreno, pero asintió. Ya habría tiempo para eso. Ambos comenzaron a revolver el caos del dichoso apartamento, encontrando a veces comida en mal estado. Observaron el lugar sin comprender realmente que pasaba allí.

 

– Esto no es normal. Karin adora los lujos y el orden, ella no dejaría su departamento en éstas condiciones y menos con comida en mal estado…

 

– ¿Sai, qué estás buscando?

 

– Karin a veces escribía en algún cuaderno o cosas así… decía que le ayudaba.

 

– Pero no crees que quizás se ha llevado ese cuaderno donde tiene a la bebe.

 

– Puede ser, pero no lo sé. Algo me dice que podemos encontrar alguna cosa aquí, por lo mismo vine.

 

Y luego de inmiscuirse en cada rincón del departamento, Sai estuvo a punto de dejar todo como estaba, ya no había caso. Caminó hasta su novio, que se había quedado prendado en con unos cuantos papeles en el velador de la pelirroja, a punto estuvo de tocar su hombro para decirle que se marcharan cuando Gaara le habló.

 

– Aquí hay algo…

 

El moreno le miró confundido.

 

– Mira…

 

Sai tomó entre sus manos un montón de pequeños papeles con un sin fin de notas. Algunos decían:

 

 

“Debo cumplirlo”

“¡Es mi misión!”

“¡Te metiste sola en esto!”

“No hay más opciones”

 

 

Gaara buscó bajo la cama y encontró otros tantos papeles.

 

 

“¡Debo ir por ella!”

“Aun hay tiempo”

“No puedo dormir bien”

“¡Por kami, no dudes. Es solo una bastarda!”

“¡Pein no me deja en paz!”

“¡¿No entiendo qué quiere ahora Madara?!”

 

 

– Las ultimas notas las entiendo, pero no le encuentro sentido alguno a las primeras. – Le cuestionó Sai a su novio, pero Gaara seguía absortos en otros papeles. El moreno se acercó hasta él y notó que otros papeles se dirigían a otra cosa:

 

 

“Los sueños no paran”

“¡Si quiere rendirse, bien por ella!”

“¡Solo quiero que pague por lo que hiso!”

“¡No quiero soñar más con ella!”

“La echo tanto de menos…”

“Solo vives en mis recuerdos”

“Eres tan real en sueños…”

“¡Él te ha olvidado por culpa de ése idiota!”

 

 

– Gaara… no estoy seguro, pero no se referirá a…

 

 

pero el pelirrojo lo cortó de lleno al pasarle el último papel.

 

 

“¿Qué debo hacer, Sakura?”

 

 

– Una cosa está clara Sai…

 

El moreno observó a su novio, el que le miró con esa mirada conciliadora que solo él sabía entregarle.

 

–  O Karin realmente quiere dañar a la bebe o está completamente cegada por el recuerdo de Sakura…

 

Sai suspiró con pesar, negando con la cabeza releyendo las notas.

 

– Tenias razón, no quise creer que Karin había planeado todo esto con Madara.

 

– No, no la tuve – Gaara agrupó los papeles de cierta forma en encontrar sentido a las oraciones. – Siento al leer esto que Karin no sabía realmente qué hacer con respecto a algo. Es obvio mira… – le entregó los papeles en que la pelirroja se refería a Madara y Pein – Estos papeles son claros. Karin estaba teniendo problemas con esos dos.

 

– ¿Será que Karin no quería hacer esa misión?

 

Gaara asintió, – y esa misión supongo era tomar a la bebe. No puede ser otra cosa. – El pelirrojo abrazó a Sai, mientras éste le correspondía.

 

– Tú tenías razón… perdona por lo de antes. – Gaara le sonrió suavemente, mientras el moreno le correspondía. Ambos fundiéndose en aquel abrazo. 

 

– Creo que deberíamos decirle esto a Sasuke. – dijo Sai encaminándose a la puerta junto a Gaara.

 

– Si deseas yo iré por Kazuo y volveré junto a él a la casa Uchiha. – Sai estuvo a punto de replicar, pero Gaara se adelantó a su novio mostrándole sus argumentos – Naruto es mi mejor amigo y necesito saber qué le ha pasado a él y a la bebe. Sé que estando en la casa Uchiha podremos saber pronto sobre él – le rogó el pelirrojo. Sai estaba reacio pero al ver los ojos suplicantes de su novio no le quedó mayor opción, él estaba sumamente preocupado y sabía al ver los nebulosos ojos aguamarinas que su novio estaba pasando por lo mismo. Suspiró ante sus pensamientos, sonriéndole.

 

– Está bien. Yo iré en taxi a la casa Uchiha, tú llévate el automóvil. – Gaara asintió mientras salía del desordenado departamento.

 

Sai observó el espacio por un par de segundos, y de pronto una sensación de pesar le dio de lleno mezclada con una ligera angustia. Sentía al momento de cerrar esa puerta como si dejase algo atrás que le ocasionaba un peso que le era difícil de soportar. Se preguntó por unos segundos el porqué de esa sensación, era algo que solo había sentido una vez en su vida. Observó al pelirrojo él que apretaba el botón del ascensor para bajar. Sai cerró la puerta y esa sensación aun no se iba de su mente. Mientras el ascensor llegaba y Gaara se adentraba a él, Sai le siguió para luego voltear su cabeza. Tras alejarse de esa puerta no pudo evitar preguntarse el por qué de ese desasosiego.

 

 

 

 

 

 

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

 

 

 

 

 

Sintió como el golpe le hiso perder el equilibrio y darse de lleno con la muralla que tenía tras de si, haciéndole lanzar un pequeño grito por el dolor mientras escuchaba los despavoridos llantos de la pequeña. Sus ojos rodaron hasta la cuna improvisada y con algo de miedo vio a esos ojos oscuros dirigirse hasta la pequeña.

 

– No la toque.

 

El hombre levantó levemente una de sus cejas, mirando a la chica enfrente suyo con ironía. La pelirroja se levantó con dificultad, pero sin observar al hombre de enfrente con miedo alguno. 

 

– Usted me la encargó. – habló con autoridad Karin.

 

Madara sonrió, – Y haces más que bien tu trabajo, pero ahora la necesito. – volvió a estar frente a la cuna, pero Karin se puso a su lado. Contrario a lo que había hecho hace unos minutos en los que se había interpuesto entre él y la bebe, y por lo mismo el moreno se había enfadado lanzándola a la pared.

 

– ¿Para qué?

 

– Creo que eso no te incumbe. – El hombre observó con desprecio a la pequeña que lloraba en la cuna. Madara la observó con todo el desprecio del mundo, había algo en esa niña que no le gustaba del todo – ¿¡diablos, es que no puede parar de hacer escandalo?!

 

Karin se acercó hasta la bebe y se la llevó a sus brazos, mientras la pequeña se acurrucaba en su regazo calmando su llanto poco a poco. El moreno le observó con curiosidad, para luego de unos segundos dirigirse a la chica.

 

– Bien. Parece que eres la única que hace que la bastarda deje de llorar. Tráela al cuarto de atrás.  

 

Madara caminó hasta perderse en el pasillo con una dirección específica y Karin le siguió, sabía a donde se dirigían. No había de otra, no quería ir, pero ya no había tiempo para lamentarse. No podía escapar de todo eso.

Al atravesar ese pasillo la pelirroja sentía cómo algo o alguien le seguía, dio vuelta su rostro pero no vislumbró figura alguna tras del mismo, contrariada agarró con fuerza a la bebe quien se removía algo incómoda mientras se acercaban a la puerta final. La sensación de Karin no menguaba algo estaba mal, estaba segura. Abrió lentamente la dichosa puerta, pensó que estaba preparada para ese cuadro. Pensó meses atrás que deseaba que llegase pronto el día para verlo, pero la realidad era que en esos instantes lo que menos le dio fue dicha. Se recriminó a si misma ante sus sentimientos, pero éstos eran de esa forma y no podía evitarlos, por más que se enfadase consigo misma. Karin notó como la bebe se removía en sus brazos y los pucheros se hacían presentes en su rostro. Movió con delicadeza los mismos para acunar a la bebe, la que continuaba con los pucheros pero sin atreverse a lanzar llanto alguno era como si estuviese paralizada.

 

Los ojos de un color extraño observaron el cuerpo que se encontraba en frente, bañado en sangre, en un sin fin de colores morados tirando a negros en algunas zonas, pero lo que más le llamaba la atención era que… las heridas parecían no estar en ese tostado cuerpo.

 

– ¿Qué…?

 

– Lo que verás a continuación no lo creerás ni tú misma, Karin… – la sonrisa en Madara era a cierto punto perdida, observaba de arriba abajo al rubio con anhelo, un tanto maravillado.

 

Karin no comprendía nada de lo que estaba pasando. Miró al rubio, pero éste mantenía su mirada perdida, ni rastro de los ojos azules brillantes que había visto con anterioridad. Sintió de pronto regocijo al ver esa imagen, al fin ese rubio estaba sufriendo. Ese era el mismo rostro que ella de seguro había tenido tras enterarse de la muerte de Sakura, pero el sentimiento llegó tan pronto como para marcharse de la misma forma. Se preguntó el por qué.

 

– ¡Pein! – gritó Madara. Karin de pronto sintió un extraño escalofrío seguido de una leve brisa, miró el lugar pero allí no se encontraban más que ellos tres ¿De dónde provenían esas extrañas sensaciones? ¿O es que acaso se estaba volviendo loca?, pero sus pensamientos no pudieron ir más allá tras escuchar lo que Madara le ordenaba al pelinaranja. – Corta la espalda del Uzumaki.

 

Pein observó con regocijo el cuerpo tostado.

 

– Será todo un placer.

 

Karin observó con impresión la katana, para luego mirar a Madara, quien le sonreía de sol a sol.

 

– No me mires a mí. Yo no soy el centro del espectáculo.

 

Y tal como pidió el moreno, los ojos de la chica vagaron hasta posarse en el rubio. Pein levantó con suavidad la katana hasta posarla en el pecho el rubio, los ojos azules de pronto brillaron y Karin lo supo de inmediato, aquella no había sido la primera vez en que le habían cortado, el miedo era palpable en sus orbes, pero había algo más allá de eso que no supo muy bien como descifrar, salvo hasta que sus impactados ojos vieron lo imposible.

 

Pein rasgó con lentitud, pero con suma fuerza parte del torso del rubio. Naruto gritó ante el dolor, al sentir como la hoja de la espada cortaba lentamente su torso y como la sangre volvía a mojar parte de su tórax, pero el dolor duró tan solo unos segundos y sus orbes impresionadas apreciaron el llanto de quien era su mayor tesoro, sus ojos vagaron de un lugar al otro hasta toparse con los ojos de Karin y bajar hasta el bulto que ésta sostenía en sus brazos. ¿¡Su hija?!… ¿¡su pequeña estaba allí?!... si a él le estaban haciendo todas esas cosas, ¿qué querían hacer con ella?... pero intentó como fuese evitar mostrar sus sentimientos y dudas. Se mordió con fuerza el labio haciéndolo sangrar. Esperaría, no le quedaba de otra. No se caracterizaba por albergar esa virtud, pero ahora más que nunca ella florecía en él. Tenía que analizar la situación para poder escapar con su hija, y para eso necesitaba tiempo, por lo que cerró sus ojos con pesar.

 

Karin se había quedado de piedra tras ver las orbes azules, pero más aun tras ver algo que era para su mente irreal, eso no era para nada normal. Observó a la pequeña, la que había lanzado un llanto ensordecedor pero se había callado al segundo mientras mantenía sus orbes azules abiertas sin movimiento alguno, casi en estado de shock. Karin la observó asustada, la pequeña lentamente se acurrucó en ella pero sus ojos seguían abiertos de par en par y sus ojos lanzaban lagrimas pero sin sonido alguno.

 

La mirada impactada de Karin volvió al rubio. Hasta donde sabía los seres humanos no podían hacer eso… no podía ser que la herida tan grande que Naruto había tenido hace unos segundos, ahora se cerrase lentamente. Aun estaban las marcas, pero ya no sangraba, se mantenía como si la hubiesen suturado.

 

– ¿Qué…?

 

– ¿Increíble, no? – Madara se acercó hasta Naruto, para luego agacharse y quedar a su altura. El rubio por su parte mantenía los ojos cerrados.

 

– No entiendo… ¿cómo?

 

– ¿No te has preguntado nunca porqué los donceles están tan normados por la ley, Karin?

 

La pelirroja se quedó un momento en silencio. Mientras Naruto contuvo la respiración algo nervioso, no tenía idea a qué se estaba refiriendo Madara. Karin notaba cómo su mente trabajaba en procesar la información. Madara sonrió al ver al rubio.

 

– Los donceles tienen habilidades que el resto no posee.

 

Naruto abrió levemente los ojos, pero en la posición en que tenía su rostro agachado, Madara no podía ver el impacto que esas palabras habían hecho en él, ahora éste podía comprender muchas cosas.

 

– Danzou, mi querido amigo. Me dejó entrar a éste país con una condición en específica y esa era… averiguar qué son realmente los donceles.

 

El rubio continuaba en esa posición, impactado ante las palabras y cómo la cólera comenzaba a llenar su mente.

 

– Yo necesitaba entrar nuevamente a Japón para resolver mis intereses, y Danzou me dio la oportunidad. Coincidentemente tras investigar en qué estaban Itachi y Sasuke llegué a Naruto-kun. Le investigué y supe inmediatamente qué tipo de persona era, por lo mismo liberé a Pein de la cárcel para que me ayudara chantajeándole y saber sobre Sasuke. Necesitaba que mi sobrino estuviera de mi lado. Ese era mi plan inicial… – se dirigió con una sonrisa a su vasallo, el que la correspondió – Al menos hasta que me enteré de que eras doncel. – se dirigió al rubio, pero éste no se dignó en mirarle – La verdad esto me vino como anillo al dedo. Podía arreglar mis problemas financieros con la familia Uchiha e investigar lo que se me había pedido.

 

Madara se acercó aún más a Naruto hasta agarrar sus cabellos haciendo que éste le observara, la ira estaba plagada en cada parte del rostro tostado.

 

– Resulta que como te dije, Karin. Los donceles tienen la facultad de concebir por el solo hecho que poseen alguna cualidad única que debe ser trasmitirla a alguno de sus descendientes. Claro que algunos poseen esa facultad más desarrollada que otros, pero en si todos son capaces, y en ese mismo punto voy a detenerme. – Karin intuyó que la conversación se dirigía a un punto peligroso, pero Naruto continuaba mirando a su adversario con rabia, sin mostrar más que eso en todas las palabras que mencionó y mencionaría su captor.

 

– Danzou y yo nos preguntamos… ¿Cuánto podemos potenciar esa capacidad?

 

Karin y Naruto miraron ésta vez a Madara con asombro.

 

– Ahí… nuevamente llegamos a ciertos casos en específico. ¿Recuerdas, Naruto-kun al primer doncel que se mostró en televisión tras tener a su hijo?... él al igual que tú tenía la misma capacidad de regeneración, y digo “tenía” porque hace pocos días Danzou me pidió que me encargara de él. Le hice lo mismo que a ti.

 

Tanto Naruto como Karin les miraron impactados, eso solo podía significar una cosa. Karin observó a Pein el que se relamió los labios. Karin se sintió asqueada ante lo obvio y también con una sensación de desasosiego, tenía que escapar de alguna forma. Esos tipos vivían otra realidad, una bastante macabra e insana.

 

– Pero él no resistió. Una lastima, había tenido recién un hijo y había ayudado a que su esposo sanara de un cáncer. – Continuó esta vez Pein con un falso tono de pesar, Naruto sintió asco y rabia tras escuchar esas palabras. Esos tipos eran unos malditos, unos condenados asesinos.– Claro que se fue al otro mundo con un bonito recuerdo y es que nos dio tanta tristeza verlo tan herido y abandonado que quisimos darle una placentera despedida.

 

Naruto tembló de pies a cabeza. Sabía en su subconsciente a qué se refería Pein… y más al ver cómo este se agachaba hasta quedar a su altura, mirándole con deseo. Uno que le producía una repulsión inimaginable.

 

– ¿Sabías Naruto que un hombre por más que odie la violación aun así, si se le masturba puede eyacular?... Fue hermosa la imagen de ese suave doncel llorando y gritando mientras me venía en su interior y él se venía en mi mano para después morir. El ver cómo una vida se va de éste mundo mientras yo la profano es algo que me calienta como no tienes idea…   

 

Tras esas palabra Pein sintió el líquido viscoso en su rostro. Pasó la mano por su rostro notando el escupitajo que Naruto le había dejado. El rubio le miraba con rabia, irá, odio y un sin fin de sensaciones que no pudieron hacer más que hacer sentir a Pein vivo, embelesado ante aquel rebelde doncel. Sabía que cuando pudiera hacer suyo a ese rubio sería la mejor de las sensaciones, pero Madara le tenía prohibido tocarle, no hasta que terminasen al menos los experimentos. Hasta entonces solo podía hacer una cosa.

 

Con rapidez Pein levantó su mano golpeando al rubio con fuerza mientras le agarraba con la otra mano la cabeza zamarreándolo. Naruto ya se había acostumbrado a los golpes de Pein, aún sentía la sensación nebulosa del dolor y los golpes, pero al menos podía soportarlos, no como el día anterior. Al parecer su cuerpo se estaba acostumbrando al dolor y a la recuperación.

 

Madara se levantó mientras se dirigía hacia Karin, la que volteaba la mirada con los ojos cerrados. La bebe solo lloraba sin hacer sonido alguno, cosa que no pasó desapercibida por Madara. Estaba seguro que esa niña tenía alguna facultad y debía ser una bastante peculiar viniendo de un doncel como el rubio. Observó esta vez a Naruto, el que casi ni se quejaba por los golpes, y sonrió. La facultad del rubio era sin lugar a dudas más acrecentada de lo normal y tras el sometimiento que le había hecho pasar, las heridas cerraban a una velocidad inimaginable. El poder del anterior doncel no era nada comparado al del rubio.  

 

Otra cosa era el hecho en que la capacidad de los donceles y herederos podía potenciarse, algo que le vendría no solo bien a él sino también a Danzou y al gobierno japonés.

 

– Ya basta, Pein. No quiero que lo dejes inconsciente.

 

 

El pelinaranja con todo su pesar dejó al rubio en paz. Mientras se levantaba hasta estar junto a su jefe. Naruto levantó el rostro ensangrentado observándoles con irá, impotencia al pensar en cómo había muerto ese pobre doncel.

 

– Ustedes están enfermos… son unos malditos asesinos. 

 

– ¿Me lo dices tú? ¿Tú que asesinaste a la inútil de Sakura y a la bastarda de su hija?... me parece que la memoria te falla, Naruto-kun.

 

Karin abrió los ojos con sorpresa, acto que no fue desapercibido por el rubio tras escuchar cómo Madara se había referido a ellas, la mirada de la pelirroja estaba cargada de ira y molestia, pero el moreno ni se enteró ya que estaba de espaldas a ella.

 

– No. Yo no quise hacerlo, fue un accidente…

 

– ¿Accidente? Ibas manejando borracho. Accidente hubiera sido si hubieras estado sobrio y hubieras chocado casualmente el automóvil de Sasuke. Por lo que todos recordamos eso jamás fue así… – Naruto agachó la cabeza, sintiendo nuevamente ese remordimiento – En el fondo eres igual a nosotros.

 

– ¡¡¡No!!! – grito con toda la fuerza que dio su desgarrada garganta. Haciéndose daño en las muñecas debido al agarre.

 

– Di lo que quieras, miéntete a ti mismo pero tú también eres un puto asesino.

 

Naruto agachó la cabeza, sin querer decir nada más. En el fondo de su ser sabía que había cometido un error imperdonable, por más que no lo haya querido. No podía rebatir las palabras de Madara.

 

– Pero ya que nos has ayudado tanto y para que veas que soy un hombre bondadoso, te daré una pequeña recompensa.

 

Madara encaminó sus pasos hasta la salida seguido de Pein quien miró a la bebe con repulsión.

 

– Podrás pasar media hora con tu bastarda.

 

Naruto sentía como el dolor de los golpes pasados lentamente dejaban de doler, pero la sensación de desasosiego ante las palabras de Madara no menguaban. Sabía que tarde o temprano tras tener lo que necesitaban de él, Madara le daría permiso a Pein para que éste hiciera lo que quisiese con él. La sensación de pesar era incalculable, sobretodo al pensar en cómo ese tipo profanaría su cuerpo, uno que solo había recibido caricias de quien tanto amaba. Se preguntó como estaría Sasuke si le estaría buscado, esperaba que sí, pero al mismo tiempo rogaba que no. No quería que Madara y mucho menos Pein le hiciesen algo. Levantó su mirada lentamente, sabía que pronto sería el final y solo le quedaba una opción. Le hubiera encantado despedirse de Sasuke, pero al menos podría hacerlo de su pequeña hija.

 

Karin observó esa mirada, y no supo cómo ni cuando su cuerpo se había movido hasta estar junto al rubio a quien a pesar de las amarras en sus manos, se había acercado a ver a la bebe. Volvió a recriminarse a si misma al ver la mirada que ahora lanzaba los ojos azules, de completo regocijo al ver a la pequeña la que poco a poco dejaba de llorar estirando sus pequeños bracitos intentando alcanzar a su padre.

 

– Hola bebe-ttebayo.

 

Karin alzó a la bebe al ver como ésta se removía intranquila intentando alcanzar a su padre, y cuando esas pequeñas manos se posaron en las mejillas del rubio ésta paró de lleno su silencioso llanto, la pequeña observaba a su padre embriagada al ver los contrarios ojos azules. Karin sintió de pronto una sensación de tranquilidad al verlos, una que hace mucho no había sentido.

 

– Me alegra saber que estás bien. – se dirigió Naruto a su hija.

 

La pequeña hacia leves pucheros pero no desapegaba sus manos de las mejillas tostadas de su padre.

 

– Me queda poco tiempo…

 

Karin por primera vez observó al rubio, su mirada era decidida. Karin desapegó a la bebe de su padre quien comenzó a formar pucheros aun más fuertes y uno que otro sollozo. 

 

– Se lo que sientes hacia mi, se que te hise sufrir y sé que no soy merecedor de tú perdón, pero ella no tiene nada que ver con lo que yo hice.

 

La pelirroja le miró con rencor. – Ni Rin, ni Sakura, ni siquiera el bebe que ella esperaba tuvieron que ver con lo que hiciste.

 

– Lo se y me arrepiento cada segundo de mi existencia.

 

Karin desvió la mirada, no comprendía los sentimientos que ahora atormentaban su cabeza al ver esa mirada azulina sincera. – Eso a mi no me interesa, tienes lo que te mereces. 

 

– Pero mi hija, no. – El rubio le miró con enfado. Cosa que hiso a la pelirroja temblar de pies a cabeza, notaba la fuerza interna de Naruto al hablar en favor de la bebe. – Mi hija no tiene porqué pagar los errores que cometí, para eso yo estoy aquí.

 

Karin desvió la mirada a la pequeña, la que sollozaba.

 

– No quiero que sufra por nada. Ella no lo merece – El rubio rogaba en su interior que la chica recapacitara sus actos. Había notado al ver como la sostenía y miraba que algo dentro de ella la conectaba con su hija, por eso mismo ahora se humillaba ante ella, era la única solución. La única opción de salida, claro que no para él, pero si para su hija. 

 

– No sufrirá. – habló confiada la pelirroja.  

 

– ¿Cómo sabes eso?... Supongo que tú la trajiste aquí, – Karin desvió su mirada, pero el rubio continuó – ¿Qué planearon tú y Madara con mi hija?

 

La pelirroja miró extrañada al rubio, no es que fuera conocedora del plan por completo de Madara. De hecho no tenía idea de qué le ocurriría a la pequeña, y la verdad es que no le importaba. No al menos hasta ahora… había algo en esa pequeña que la hacía vulnerable a ella, no sabía qué. Tampoco sentía una especie de instinto maternal pero pensar en Madara y las cosas que le podría hacer a un bebe, la verdad es que no la dejaban tranquila.

 

– Yo no lo sé todo, Uzumaki. – lanzó indecisa mirando a la pequeña. Naruto tan solo suspiró, ya que sus sospechas habían sido acertadas, al menos le aliviaba en cierta medida que Karin no haya planeado el secuestro de su hija.

 

– Seguro que Madara no está planeando nada bueno con la bebe.

 

Karin la observó un poco desconcertada. Sabia más o menos que Madara quería torturar al rubio, y ella había estado encantada de ayudarle por todo lo anterior, pero luego de escuchar y ver todo lo que éste había hecho, esas ganas se estaban por perder en otro lugar. Había sentido regocijo al ver al rubio en ese estado, pero ya no. Se enfadó completamente consigo misma ¿Por qué ya no sentía placer verle sufrir?, ¿qué le estaba pasando?... ¿acaso las palabras de Sakura intentando tantas veces detenerla habían hecho efecto en ella? No lo sabía. No entendía absolutamente nada de lo que pasaba en ella y en ese lugar.

 

– Debes salir de aquí.

 

La pelirroja le vio impactada.

 

– Huye y llévala contigo, onegai. – Naruto se agachó hasta topar su cabeza contra el suelo. – No te pido que la lleves de vuelta con Sasuke… solo te pido que la salves de vivir o morir en manos de Madara y Pein. – Naruto temblaba pero no lloraría, no quería verse vulnerable ante esa mujer. Tan solo pedía por el bien estar de su hija.

 

Karin no supo qué responder. Estaba impactada al ver como quien jamás esperó ver en ese estado, en un ruego silencioso a su enemiga que tuviera piedad no de él, sino de su hija. La pelirroja suspiró y por primera vez no vio al rubio con rencor ¿Cómo hacerlo después de pedirle su último deseo?... No creía que Naruto pudiese escapar de ahí, pero quizás ella y la pequeña si.

 

– Haré lo que sea para que ustedes escapen.

 

– No creo que puedas resistir tanto.

 

El rubio levantó su rostro mirando con impresión a la pelirroja, la que por primera vez no le dedicaba una mirada de odio, sino de tranquilidad. Cómo si algo se hubiese esfumado en el aura de la pelirroja.

 

– El lugar está cerrado.

 

Naruto sonrió levemente, pero sin ser visto por la pelirroja, en el fondo se lo agradecía. A pesar de que la chica era una mujer déspota, egoísta y a veces sin emoción y empatía alguna, agradecía enormemente que al menos por esa vez pensara en la pequeña antes que en su propio dolor. Por primera vez Naruto no la vio como una molestia, como siempre decía Sasuke. La vio como realmente era, como la mejor amiga de Sakura.

 

– Debe haber algún lugar por el que puedas escapar. Vas a tener que investigar. Yo por mi parte haré todo lo que pueda para que Pein y Madara se concentren solo en mí-ttebayo. – dijo con convicción mientras ponía un rostro pensativo. La pelirroja le observó con curiosidad, ¿acaso ese chiquillo no pensaba en lo que esos dos le podían hacer?... realmente era un cabeza hueca.

 

La pelirroja suspiró cansada y en cierta medida enfadada, era lo que le había dicho Sakura en una conversación en sueños…

 

 

La pelirroja se agarraba de los cabellos no comprendiendo a la pelirrosada, la que le miraba con cansancio. – No entiendo por qué lo defiendes tanto…

 

– No hay mucho que entender –. Lo dijo sin ningún tipo de expresión en su rostro.

 

– Sakura, él te asesino. – le dijo con enfado la pelirroja intentando hacerle entrar en razón. En una razón donde solo el odio podía caber, pero la ojiverde le miró sería, con enfado.

 

– No digas eso, Karin. Naruto cometió algo horrible, lo se – Miró a la aludida con tristeza pero también con cierta comprensión – pero no tuvo la intención. Él tiene mi perdón. – la pelirroja le miró incrédula.

 

– ¿Por qué?

 

Y la sonrisa cándida de Sakura la descolocó por completo mientras hablaba de Naruto.

 

– Él es el típico chico que busca el bienestar de los demás antes que el propio. Es simplemente un cabeza hueca…

 

 

Vaya que Sakura había tenido razón en eso, ahora podía comprobarlo de su mano al ver cómo el rubio meditaba concentrado algún tipo de plan. De pronto observó el reloj de pared, ya estaba por finalizar la media hora. Se levantó con la bebe en brazos observando al rubio en el suelo, que se le notaba algo más relajado.

 

– La verdad, a mi me debería dar igual que le pase a tú hija, de más está decir que me da igual lo que te pase a ti… – Le miró con el ceño fruncido, iba a continuar pero el rubio la cortó de lleno.

 

– No me importa qué pienses así de mi, lo acepto. – le dijo sin rastro de tristeza, era algo con lo que el rubio cargaba y hacia ver a todos que no le afectaba, pero Karin había visto al momento en que Madara le recriminara que el tema le afectaba, y quizás siempre lo haría. – Lo que me importa es que ni Pein ni Madara puedan tocarla. Si tengo que recurrir a ti antes que a ellos, estoy dispuesto a aceptar todas tus condiciones.

 

– ¡No me compares con ellos! – Karin ya no sabía qué le había molestado más, si la comparación con esos tipos o la actitud tan segura de Naruto humillándose por su hija.

 

– Perdona, pero no puedo evitarlo. Te llevaste a mi hija a éste lugar sin pensar en nada más que en tú dolor.

 

Naruto había traspasado una barrera peligrosa, pero ya no había más que hacer. Podía con eso salir perdiendo, pero prefería arriesgarse, algo en su interior le decía que podía arriesgarse.

 

– ¿¡Qué sabes tú?! ¡Tú jamás has perdido a nadie importante en tu vida!– le gritó Karin a punto de derramar unas cuantas lágrimas, pero Naruto no se quedó atrás en su tono de voz.

 

– ¡Y tú no sabes lo que yo siento al haberlo echo! – Le gritó a la pelirroja, para luego toser levemente, estaba cansado. A pesar de que su cuerpo se recuperaba de una manera extraña, el cansancio mental estaba logrando hacer mella en él. Miró con tristeza a la pelirroja, la que continuaba allí de pie junto a la bebe. Entendía a Karin, y en el fondo de su ser si él no hubiera cometido esa colisión, le hubiera gustado conocer a Sakura. A pesar de todo, para él era increíble como el recuerdo de esa mujer seguía latente no solo en Sasuke, sino en esa chica frente a él. Suspiró con pesar para continuar.

 

– No solo le arrebaté a Sasuke su familia, sino que te quité a la persona que más querías. Lo sé, merezco todo esto y supongo que decidiste llevarte a mi hija para que yo sufriera lo mismo, para que yo la perdiera a ella y de paso a Sasuke con mi muerte. – La pelirroja desvió su mirada al suelo. Aquel había sido su plan inicial, pero ahora todo era tan confuso… – pero yo, al contrario de ti, nada de eso lo hice con intención. Yo no quería por nada del mundo dañar a una familia.

 

La pelirroja se quedó petrificada ante esas palabras y de pronto algo dentro de ella hiso un pequeño click. No pudo rebatir las palabras de Naruto, porque en parte tenía razón. La diferencia entre ella y él en esos momentos es que Naruto no había querido que nada de eso pasara en cambio ella… Observó a la pequeña mientras lloraba y al rubio que respiraba lentamente, parece que en cualquier momento caería en la inconciencia. Vislumbró una cruel verdad ella si que había querido dañar a una familia, por lo que eso la convertía en alguien peor que Naruto.

 

Negó con la cabeza con suma fuerza, intentando que ningún sentimiento de culpa la asaltase. Ella solo se estaba vengando, ¿una venganza justa, no? Ella no estaba en el mal camino, ella no estaba dañando a esa nueva familia. Ella… De pronto la bebe grito con dolor y su llanto fue estridente. Sacando a la pelirroja de sus pensamientos.

 

– Mi pequeña… – Naruto intentó levantarse mirando acongojado a la pequeña cómo ésta lloraba sin parar, pero el cansancio le hiso caer estrepitosamente al suelo. Karin lo observó, acunó a la pequeña en brazos, mientras ésta continuaba llorando.

 

– Tu hija es extraña – le miró de forma seria.

 

– ¿A qué te refieres?

 

– Su llanto no es normal. – Karin observó la congoja del rubio tras escuchar esas palabras, supuso más o menos en qué debía estar pensando. Se recriminó al sentir una especie de leve empatía hacia él. Naruto no la merecía, pero aún estaban dando vuelta las palabras del rubio en su cabeza.

 

– No puedo creer que esté diciendo esto, pero no te preocupes – Naruto la miró con sorpresa – No es que tenga un problema de salud ni nada de eso, pero llora con frecuencia cuando pasan cosas a su alrededor.

 

– ¿A qué te refieres? No entiendo-ttebayo – le miró con una clara mirada confundida, a lo que Karin le miró hastiada.

 

– Vaya que eres idiota.

 

– ¡Oye! – el rubio le miró con enfado.

 

– Se ha acabado el tiempo. – Le interrumpió Karin tras mirar el reloj. – No puedo prometerte nada.

 

El rubio asintió, hiso lo que sus instintos le pedían. No sabía en qué momento sus pensamientos se regocijaron con la esperanza que la chica aceptara su petición, pero no podía culparla. Ella tenía en parte razón y él estaba allí para pagar un karma.

 

La pelirroja comenzó a alejarse con la bebe algo más tranquila en sus brazos, hipaba de vez en cuando por el llanto, pero era mínimo en comparación con el anterior.

 

– ¿Cómo se llama? – le preguntó en un tono suave, no muy segura de haber hecho la pregunta.

 

– ¿Qué?

 

La pelirroja le miró con el ceño fruncido – ¿Quién va a ser? La bebe, por supuesto.

 

– Etto… aún no tiene nombre-ttebayo. – sonrió levemente al momento en que apoyaba su espalda en la pared. Ya muy cansado.

 

La pelirroja lo observó indignada. – ¿¡Qué?! ¡Tú y Sasuke son unos irresponsables!

 

– No pensamos que iba a ser niña.

 

– Esa no es excusa. Yo no sabía que sería madre de un niño y aun así le puse ese nombre en cuanto lo vi… – Miró a la niña con melancolía al recordar el nacimiento de su hijo – supe que él sería la paz que llegaría finalmente a la vida de Sai, por lo mismo lo nombré Kazuo.

 

Naruto la observó durante unos segundos, y notó que las palabras de Karin estaban cargadas de una sensación de pesar. Supuso que quizás la conexión que ahora esa pelirroja estaba haciendo con la bebe, era la que ella sola se negó con su hijo. 

 

– Kazu-chan también debería representar eso en tu vida.

 

– Ya es tarde para eso. – habló intentando mostrar un tono de indiferencia, que Naruto no creyó en absoluto.  

 

– Nunca es tarde para una madre.

 

– Eso no te incumbe, Uzumaki.

 

El rubio sonrió para luego hablar. Sentía que su mirada se ponía borrosa a ratos.

 

– Como tampoco te incumbe que yo aún no le haya puesto un nombre a la bebe dattebayo. 

 

– En eso… tienes razón, pero si tanto lo estas pensando es porque supongo quieres que sea especial.

 

Así sin más la chica se fue, mientras la bebe dejaba lentamente de sollozar para sumirse en un sueño repleto de cansancio. Al igual que Naruto al ver como lentamente la figura de ésa mujer junto a la bebe se diluía en su mirada, haciéndolo caer en la absoluta inconsciencia. Rogando que aunque fuera una pequeña esperanza Karin cambiara de parecer y huyera con la pequeña.  

 

 

Karin por su lado caminaba por el pasillo mientras veía como esas dos horribles figuras salían detrás de la puerta que los mantenían encerrados a ella, la bebe y a Naruto. Caminaban enfrente de ella, mirándole con astucia.

 

– ¿Te entretuviste torturándole?

 

“No” y esa era la verdad, pero no estaba dispuesta a decir nada de eso, por ahora todo debía continuar como siempre. Ya Madara le daba igual y más tras escucharle insultar a Sakura y a Rin.  

 

­ – Por supuesto, Madara-sama – dijo con una sonrisa de oreja a oreja, cosa que ni por un segundo los hombres dudaron. Karin jamás pensó que su profesión le ayudaría tanto, sobretodo en un momento como aquel.

 

– Bien, ahora nos toca a nosotros.

 

– No se si podrán, se ha desmayado hace un rato.

 

Pein se encogió de hombros a él le daba igual eso, iba a continuar cuando la mano de Madara lo frenó de lleno.

 

– Tendremos que dejarle descansar un poco. No vaya a pasarle lo del otro doncel – Karin tembló de pies a cabeza y no pudo evitar el enfado al ver a esos dos. Lo que le habían hecho a ese pobre hombre había sido una barbarie… ¿qué haría esa pobre familia al saber la verdad?,¿ qué le diría ese padre a su pequeño hijo después de enterarse de todo?... Lo pensó y la tristeza la embargó al ver en su mente esa escena. De pronto se preguntó quizás dónde habría ido a parar el cadáver. Removió su cabello desordenado con una de sus manos.

 

– ¿A qué viene eso?, quería un poco más de entretención. – le habló con cierto enfado Pein a Madara.

 

– No. Aun lo necesito, y no me sirve muerto.

 

El pelinaranja chasqueó la lengua en señal de molestia, mientras se volteaba para salir por donde había entrado.

 

– ¿Qué producirá ese rubio en las personas qué hace que se vuelvan locos por él?, además de su atractivo físico, claro…

 

Karin se encogió de hombros, la verdad no tenía idea o quizás si, muy en el fondo de su ser pensaba tras la conversación, que Naruto era una persona un tanto peculiar.

 

– A mí lo único que me vuelve loco es la facultad que tiene. Es un fenómeno de pies a cabeza.

 

Karin lo miró con el ceño fruncido, sin entender muy bien el porque de la sonrisa de Madara. Jamás le había visto tan contento.

 

– Y los fenómenos siempre se venden a un buen precio, ¿no estás de acuerdo conmigo Karin?

 

– Por supuesto – Le contestó con rapidez. Hasta que por fin el moreno se fue al igual que Pein, a través de esa misma puerta cerrándola por fuera con ese pesado mueble, impactada comprendió todo de golpe, o al menos gran parte de lo que pensaban hacer con Naruto.

 

Karin entró a la habitación mientras depositaba a la pequeña en la cuna quien dormía sin si quiera moverse, se encontraba agotada por el llanto. Karin acarició levemente su mejilla, se parecía tanto a su pequeño hijo cuando éste nació. Lastima que ella nunca pudo estar con él, jamás lo sintió como suyo era más de Sai que de ella. Karin jamás había amado a Sai, pero le tenía cierto cariño y por lo mismo le había dado un hijo. Al verlo por primera vez una sensación de protección le embargó, pero al mismo tiempo la desechó de lleno porque ese hijo era para Sai, no para ella. A veces sentía remordimientos al recordar el rostro de su hijo intentando acercarse con ella, preguntarle qué le pasaba o si quería estar con él y ella simplemente le rechaza y le compraba cuanta cosa podía para que no la buscase. Qué se entretuviera con todo menos con ella, que buscara cariño pero no con ella. Ya que Karin sentía que no le podría entregar ese mismo sentimiento.

 

La pequeña se removió, para luego tomar entre sus dedos el dedo anular de la pelirroja, abrió por un segundo sus orbes azules tan parecidas a las de su padre, para luego seguir durmiendo plácidamente. La chica sonrió, pero al mismo al ver esos ojos la curiosidad volvió descifrando al menos parte del misterio en porqué habían secuestrado al rubio ¿Madara y Pein querían llevar al límite el cuerpo de Naruto para que desarrollara esa facultad y luego venderlo al mejor postor?... ¿Eso le habría querido decir Madara?... No lo sabía. Todo era especulaciones, pero por un momento su cerebro dudo de si aquello estaba bien.

 

Miró a la pequeña y se imaginó en su cabeza el momento en que Sasuke le dijera a la pequeña que su padre doncel había desaparecido años atrás por culpa de unos tipos, que lo más probable es que estuviese muerto y que jamás encontraron su cadáver . Imaginó el triste rostro adolescente de la niña ante esas palabras y no quiso saber más. Ya no sabía que pensar. ¿Por qué se sentía tan conectada a esa niña? ¿Tanto le recordaba a su hijo? ¿Echaba de menos a su hijo? ¿Quería corresponderle los sentimientos que éste tenía hacia ella? ¿Por qué Sakura se había manifestado acariciando a esa niña? ¿Qué tenía ella de especial?¿Por qué Sakura perdonaba a Naruto? ¿Por qué Sakura estaba tan en contra de su venganza? ¿Qué tenia Naruto de especial para Sakura?... esas y mil preguntas más rondaron por la torturada cabeza de Karin sin saber muy bien qué hacer, ahora estaba más sola que nunca y se lo había buscado, como le había dicho Sakura.

 

Levantó su cabeza observando por la pequeña ventanilla que iluminaba levemente el lugar. ¿Acaso realmente Sakura sabía lo qué estaba por venir? ¿De verdad le estaba advirtiendo de algo?... Lo que si era seguro era que ese lugar era un peligro y no solamente para ella sino también para la niña. Por más que le pesara, Naruto tenía razón. La bebe no tenía culpa alguna de los errores de su padre, pero y por desgracia ella se había enterado de esa verdad bastante tarde. Ahora estaba enlodada en el problema, y tendría que ver desde ahí mismo cómo arreglárselas, tristemente no había más opciones. Solo esperaba que el día que les quedaba pasase con rapidez, solo al termino y ya cuando Sasuke entregara ese algo que no tenía idea de que fuera a Madara, ella sería libre. Libre suponía de llevarse a la bebe consigo, claro que no podía estar segura si el Uchiha mayor se lo impedía erradicándola de su camino. Sacudió su cabeza mientras al escuchar la respiración de la bebe poco a poco comenzaba a caer en un sueño, uno que ya sabía a donde la dirigiría.

 

Abrió sus orbes dentro del sueño viendo la misma habitación y a la chica frente suyo mirándola con seriedad y en cierto sentido se dirigió a ella con un tono autoritario. Con la exigencia por querer saber una gran verdad…

 

 

– En este momento tú tienes la decisión de cambiar a una familia para bien o para mal, dime Karin sinceramente ¿qué piensas hacer?

 

La pelirroja se acercó hasta la pelirrosa estando frente a frente de ella, mirándola con intensidad. Una mirada que Sakura jamás había presenciado en ella. Ambas frentes chocaron con delicadeza, cerrando sus ojos inspirando el aliento de la contraria. Así estuvieron al menos hasta que Sakura abrió lentamente sus orbes y se extraño al notar como la chica de frente suyo la observaba con una mirada que jamás -al menos mientras ella vivía- le había visto en su vida. Sorprendida tragó un poco de saliva.

 

– Karin…

 

– No hables.

 

Y así se quedaron durante unos segundos, sin moverse mientras Sakura esperaba impaciente la respuesta que decidiría en parte el destino de la familia Uchiha-Uzumaki. 

 

 

 

 

 

 

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

 

 

 

 

 

Gaara manejaba el automóvil a una velocidad prudente, quería llegar lo más rápido posible a la casa Uchiha, pero tampoco quería armar un accidente yendo hasta allá, observó a la persona quien le acompaña, que a su parecer le resultaba extraño que estuviese tan callado. Kazuo apresaba sus manos con incomodidad y observaba la calle con nerviosismo. El pelirrojo lo observaba de reojo en algunas ocasiones.

 

– ¿Qué ocurre Kazuo?

 

El pequeño volteó su mirada oscura hacia él.

 

– ¿Pasó algo con Naru-chan y la bebe? – no estaba seguro de preguntar, ya que su padre y Gaara no habían vuelto juntos, y le resultaba extraño que el pelirrojo le llevase tan tarde a la casa Uchiha.

 

– No te preocupes, ¿por qué mejor no juegas el juego nuevo que te regalé en la psvita?

 

– No quiero jugar.

 

El pelirrojo lo observó extrañado, ese niño adoraba jugar, incluso en los momentos que comprendía al niño le hacían incómodos, siempre jugaba. No comprendía esta nueva actitud.

 

– ¿Por qué no?

 

– Tengo miedo… y no puedo jugar cuando tengo miedo… – el tono triste en la voz del pequeño hicieron a Gaara voltearse a verlo luego que frenasen en un semáforo.

 

– No pasa nada, Kazuo.

 

– ¿Por qué los adultos mienten tanto? – dijo el menor con enfado, mostrando esa mirada tan característica de los Uchiha al sentirse amenazados. El pelirrojo le miró algo descolocado. – No te creo, Gaa-chan. Porque si no pasara nada malo, tú y oto-san hubieran vuelto a casa. Hace un tiempo que están pasando mucho en la casa de Sasu-ojichan y Naru-chan…

 

– Es que a veces tu padre y yo le ayudamos a Naru-chan con la bebe.

 

– Si, pero nunca me llevaron hasta ahora.

 

– No me mientas, Gaa-chan no tú… – le rogó con su mirada oscura.

 

– Kazuo… – Gaara suspiró, mientras arrancaba el automóvil. Estaban cerca, más o menos a una cuadra de la casona.

 

– Si no fuera importante no iríamos a esa casa tan tarde.

 

El pelirrojo suspiró mientras pensaba en las palabras de Kazuo, no había pensado en decírselo para no preocuparle, pero necesitaba ir allí y no tenían con quien dejar al niño. La niñera tenia asuntos que atender y no se podría quedar con el pequeño unos cuantos días. No había más opción y por lo mismo le había traído a la casona, estaba preocupado por todo y no podía, ni el ni Sai, pensar ni ayudar a Sasuke y a Naruto si no podían dejar en buenas manos a Kazuo; ese lugar era solamente la casa Uchiha.

 

– Naruto y la bebe han desaparecido.

 

El pequeño apresó sus manos con fuerza, mientras miraba con tristeza el horizonte, específicamente la casona a la cual finalmente estaban llegando. 

 

– Lo sabía… sabía que algo malo había pasado.

 

Gaara se quedó callado, mientras estacionaba el automóvil dentro de la casa Uchiha.

 

 

– ¿Cómo está Sasu-ojichan?

 

Gaara no sabia muy bien como responder esa pregunta pero la intensidad en la mirada morena por saber la verdad, no hicieron más que lanzar lo que esos ojos le pedían.

 

– No muy bien.

 

El pequeño parecía a punto de llorar. Gaara podía ver sus ojitos oscuros nublados por la incertidumbre.

 

– Él es especial para Sasu-ojichan. Desde que conoció a Naru-chan que ya no está triste, salvo esa vez que se pelearon muy feo… – dijo confundido al no saber el porqué de esa pelea, pero al mismo tiempo tranquilo porque la hayan solucionado – Son iguales que tú y oto-san.

 

Gaara sonrió afirmando con la cabeza.

 

 – Y aunque no conozca a mi nueva itoko-chan, ella debe estar muy asustada.– dijo con tristeza – Yo también lo estaría al no estar al lado de oto-san y que a ti te pasara algo, Gaa-chan. – le miró con intensidad y cierto miedo en su mirada.  

 

El pelirrojo sonrió y de pronto volvió a sentirse conectado a él, lo abrazó con fuerza acariciando su cabello rojizo.

 

– Tranquilo.

 

– Los encontraremos, Gaa-chan. – se separaron. Gaara le miró sorprendido, la mirada del niño mostraba que estaba completamente seguro en lo que se cumplirían sus palabras – Yo les ayudaré. Soy pequeño y los adultos no me dejan hacer mucho, pero puedo ayudar en lo que sea.

 

– Gracias por ayudar Kazuo-chan. – posó su dedo en la punta de la nariz del pequeño, mientras éste sonreía, para girar y bajar del automóvil al igual que Gaara. Cuando el mayor tomó la mano del pequeño, éste la apresó con fuerza para así entrar a la casa.  

 

 

 

 

 

 

 

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

 

 

 

 

 

Sasuke lanzó un objeto al suelo, cansado. Ya había pasado un día y no había encontrado absolutamente nada. La casa estaba vuelta por completo, habían movido parte de los muebles del salón y del comedor, como también algunos en la cocina. En esos momentos el moreno maldijo la casa que le vio nacer y es que nunca le había molestado tanto el gran espacio que tenía. Si hubiese sido una más pequeña quizás ya habría encontrado el dichoso diario. Se sentó en el sofá, mientras escuchaba a los demás mover cosas en otras habitaciones. Hasta en la suya propia, pero nada. No había encontrado absolutamente nada.  

 

El día anterior habían comenzado a registrar el lugar cuando vio a Gaara y a Kazuo entrar y como su pequeño sobrino corría hasta Sasuke abrazándole sus piernas. El menor no le dijo absolutamente nada. Sasuke apoyó sus manos en los hombros del niño, para luego mirar al pelirrojo y a Sai sin entender porqué el pequeño estaba en la casa, en una situación tan compleja. Sai argumentó que no tenían con quien dejarlo y Gaara que quería saber sobre Naruto.

 

Sasuke tan solo asintió ante los argumentos, tomando al pequeño en sus brazos y llevándolo hasta su propia habitación para que durmiese cómodamente. Al poco tiempo Kazuo se había dormido supuso por el cansancio ya que Gaara le había contado unas cuantas cosas.

 

El moreno había sido incapaz de dormir, no podía pegar un ojo al pensar en que cada hora, cada minuto en que se demoraba en encontrar el diario era quizás un una hora más de tortura o quizás qué en el rubio y en su hija. Qué estaría pasando por la mente de su esposo en esos momentos?...

 

De pronto las peleas anteriores las recordaba más vividas que nunca mientras él le recriminaba por la muerte de Sakura y Rin, por su parte Naruto tan solo aceptaba su odio y dolor. Agarró su cabeza con fuerza tironeando un poco de sus cabellos. Aquella ya no era la situación, pero los remordimientos estaban allí y sabía en el fondo que Naruto debía sentir que estaba pagando con lo que le pasaba el error que cometió hace ya casi seis años; pero no. La realidad es que Naruto ya había pagado aquello con creces, hasta el punto de que el moreno le perdonase e incluso le llegase a amar.

 

Quería alejar esos pensamientos de su pareja, ¿pero cómo? Sasuke no estaba allí junto a él, no podía decirle que eso no tenía nada que ver. No podía ayudarle a sobrellevar mejor esas horas, no podía ayudar a su hija para que estuviera tranquila. Porque nada bueno debía estar pasando si esos tres estaban juntos haciéndole quizás qué.

Pero un pensamiento lo debilitó más que todos los demás y la pregunta se convirtió en el asunto más importante entre todas…

 

¿Qué pasaba si Madara no cumplía con el trato y se encontraba con los cuerpos inertes de su esposo y la bebe?... ¿y si él solo había conocido al rubio para vivir otra vez la misma historia que con su anterior familia?

 

Tembló ante aquella posibilidad, pudo notar como un nudo se había formado en su estomago y garganta al imaginar tan siquiera que esa opción fuese posible. Se levantó del sofá, sus piernas temblaban por causa del cansancio, quería seguir buscando. Se dirigió a uno de los pasillos para entrar a una habitación, pero Itachi vio a lo lejos como su hermano caminaba con gran lentitud, mientras los demás continuaban buscando.  

 

– ¿Sasuke?

 

El aludido se volteó hacia su hermano, a lo que éste le miraba con gran preocupación. Estaba seguro que no había dormido nada, las ojeras marcadas eran símbolo de aquello.  

 

– Deberías dormir un poco.

 

– No puedo. – negó con la cabeza.

 

– ¿No tienes alguna pastilla que te ayude para eso?

 

Sasuke meditó un momento.

 

– En el mueble blanco con dorado de la cocina.

 

Itachi fue rápidamente hasta el lugar encontrando una caja de pastillas para dormir. No había de otra, su hermano debía descansar y esa era la única forma porque estaba seguro que aunque su cuerpo estuviese sumamente cansado, el sueño no se querría presentar.

Volvió con la caja y vio a Sasuke removiendo algunas ropas, buscando en una habitación.

 

– Sasuke, toma esto y ve a dormir. – pero el moreno menor no le hiso caso.

 

– Te dije que no puedo.

 

– Con la pastilla si podrás.

 

– No quiero dormir, Itachi. ¿Qué no entiendes? Cada minuto que pasa cuenta.

 

– Lo se, pero todos estamos colaborando. Ototo… – se acercó hasta Sasuke deteniendo su búsqueda. Ambos hermanos mirándose frente a frente. – No estás solo en esto.

 

Sasuke bajó la mirada, su ojos reflejaban perfectamente a su hermano el desconcierto por el cual estaba atravesando, e Itachi lo comprendió.

 

– Sasuke… – el mencionado elevó su cabeza –  Comprende que Naruto y la bebe no son Sakura y Rin. No tiene porqué volver a pasar lo mismo.

 

El menor meditó esas palabras. La situación era similar que la anterior, pero con una cosa diferente y es que ésta vez estaba en sus manos ayudar a su familia. Miró a su hermano con real agradecimiento por esas palabras.

 

– Además, necesitamos que tú cerebro esté al cien por ciento con nosotros, y si estás cansado no podrás ayudar.

 

El moreno menor asintió, Itachi tenía razón. Se movía como una especie de zombi desde la noche anterior y no había avanzado con la tarea que digamos, quería estar con su mente completamente volcada a encontrar una solución y poder ayudar a su familia. Su hermano mayor tenía toda la razón, debía ir a dormir aunque fuera a base de pastillas, pero descansar que sea unas cuantas horas para seguir buscando.

 

– Despiértame en unas cinco horas, será suficiente.

 

Itachi asintió mientras le entregaba la pastilla junto a un vaso de agua. Sasuke tomó los objetos en sus manos mientras caminaba hasta la escalera con dirección a su habitación. Supuso al ser de todas formas temprano que Kazuo debía seguir durmiendo.

 

Entró sigilosamente, suspiro con cansancio al ver cómo su habitación también había sido removida, pero no había encontrado nada. Curioso notó al pequeño que se encontraba sentado en la cama viendo hacia fuera por la ventana con una vista muy pensativa para su edad.

 

Dejó el vaso y la pastilla en el velador. Encaminó sus pasos lentamente hasta estar frente al pequeño que seguía cubierto por unas tantas cobijas.

 

– Despertaste temprano ¿Quieres que llame a tu padre o a Gaara?

 

Pero el pequeño le observó con una mirada brillosa, no era de un posible llanto pero Sasuke se preocupó.

 

– ¿Qué sucede, Kazuo?

 

– ¿Por qué todo está vuelto un lio, Sasu-ojichan?

 

El moreno no estuvo en primer momento seguro de decirle sobre eso al menor, pero al ver como el pequeño le exigía con su oscura mirada, tan característica de los Uchiha. Le dio la fuerza para decirle sobre eso. Ése niño quería le tenía aprecio a Naruto y suponía que si no le decía parte del asunto continuaría preocupado.

 

– Estamos buscando algo. Algo que debemos entregar a alguien. No sabemos si está aquí, pero creemos que sí.

 

El pequeño agacho la cabeza, se le notaba nervioso, pero decidido observó al moreno mayor mientras levantaba levemente sus mantas sacando entre sus manos un objeto de tonalidad rojiza. Los ojos del mayor poco a poco comenzaron a abrirse de par en par.

 

– ¿Esto es lo que buscaban?... noté que algo sobresalía por debajo de uno de los muebles ¿se abra caído cuando lo movieron?

 

Sasuke no salía de su asombro, allí frente a él, sosteniéndolo una pequeñas manos blanquecinas estaba lo que tanto había intentado conseguir. El diario rojo de su madre, al fin… por fin lo habían encontrado. El pequeño lo había encontrado.

 

El menor miró con tristeza al mayor quien se tapaba la boca con una de sus manos, mientras sus ojos se humedecían. – No… no llores, Sasu-ojichan. Tenlo, es tuyo – le decía el pequeño entregándole con rapidez el diario, dejándolo en sus manos. – No lo miré, lo juro…

 

Pero el niño se quedó callado tras sentir un abrazo que jamás otro ser además de su padre y Gaara le habían dado. Era cálido, fuerte y algo tembloroso. Las pequeñas manos correspondieron el abrazo, no era normal ver al orgulloso de Sasuke en ese estado. Algo muy importante debía significar ese objeto.

 

– Gracias, Kazu-chan…

 

El menor sonrió con fuerza, era la primera vez que Sasuke se refería a él de forma cariñosa. Sabía que le tenía estima, pero jamás pensó que se dirigiría a él con ese cariño que no le había visto demostrar ni siquiera a su padre, ni a nadie. Supuso en su interior que Sasuke debía ser como su propio padre, como le decía Gaara. No eran buenos en expresar sus emociones, pero cuando lo hacían conocían lo mejor de ellos.

 

– ¿Podremos encontrar a Naru-chan y a itoko-chan con esto? – observó el diario aún abrazado al mayor.

 

Sasuke asintió, mientras miraba con felicidad a ese niño e intentaba que las lágrimas de ansiedad no se desbordasen. Jamás se había sentido tan agradecido con alguien, y es que la inocencia pura había encontrado algo que los adultos no podían ver por culpa de la preocupación. Agradeció significativamente el momento en que el niño llegó el día anterior a la casa, en un principio no le había parecido correcto que estuviera allí, en una situación tan delicada. Pero si Kazuo no hubiese encontrado el diario, lo más probable es que hubieran demorado quizás todo un día en hallarlo.

 

Lo sostuvo en sus manos, estaba algo rasgado y polvoriento pero casi todas las páginas se encontraban copadas por la escritura de su madre. Lo abrió con cuidado, no quería entregárselo a Madara, suponía que en él debía haber algo importante, pero si de eso dependía el bienestar de su familia no le quedaban muchas opciones, aun así lo leería por completo antes de dárselo a Madara. Estuvo hojeándolo hasta que de pronto se topó con la última página. La observó con extrañeza, esa no era la letra de su madre… Se parecía a otra que desgraciadamente en esos momentos no lograba recordar con claridad, pero lo que más le llamo la atención eran las palabras de esa letra. Una frase extraña, que no tenía sentido alguno, pero que aún así le sonaban de alguna parte…

 

 

“Amarillas y cafés… ¡Hermosas, buscan el sol!”

 

 

 

 

 

 

 

CONTINUARÁ

 

 

.

Notas finales:

NOTA DE AUTORA: ¡¡¡Uyuyuy!!! Complicada la cosa, ¿no?... Fue un capitulo bastante tenso. Al fin muchas cosas son desveladas y otras tantas no, ya que queda un capitulo más y finish! :( aunque aun dudo si el próximo esté dividido en dos partes xD (pero no lo sé aun) En fin, supongo que aun tienen un tanto de My Place por leer :3

 

Sin alargar más el tallarín (xD) dejo la sinopsis del siguiente.

 

 

Sinopsis - My Place - Capítulo 17: “M Y  P L A C E  (Parte 2)”

 

Karin ha tomado una desición. ¡Hay que decifrar el código como sea! Un suceso remece a la comunidad. Konoha no será igual. El caos llega. Madara y Sasuke se buscan, ¿lograrán encontrarse? ¿Logrará Sasuke encontrar a Naruto y a la bebe? Pein se desepera y las piezas del puzle finalmente encajarán, con un solo y posible final. Demostrando que solo él más rápido logrará alcanzar sus objetivos.

 

Esto y mucho más en la segunda parte del último capítulo de My Place…

 

 

 Como siempre doy gracias a todos quienes me leen y a quienes me dejan reviews, en esta última etapa del fic he recibido muchos comentarios catalogando muy bien mi esfuerzo y estoy más que agradecida con ustedes. Siempre intento escribir lo mejor que pueda y creo fanfic Sasunaru más que nada porque me gusta escribir cosas que no he leido en éste fandom, además de querer hacer una historia con mucho misterio porque para mí, el misterio y el buen uso drama son las armas más fuerte de un autor :) si cumplo con eso, me siento realizada xD…

 

Como siempre muchas gracias por leer y aun no estoy segura si la próxima parte será la última o lo tendré que dividir por problemas de amor yaoi, y es que ¿qué le voy ha hacer?... menos de 30 páginas no puedo escribir, siento que en pocas páginas no se desarrollan por completo los personajes, me gusta hacer escenas con conflicto y dialogos reales, de la vida común… ¿está mal eso?  En fin, para amor yaoi y su tope de páginas si lo es… -__-

 

 

Cualquier consulta o próximos proyectos pueden seguirme en mi facebook

(he cambiado el nombre de usuario para las personas que no encuentran mi perfil :p)

 

https://www.facebook.com/zafiroeindigo

 

 

¡Nos leemos en la parte dos!

¡¡¡Matta ne!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).