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" M y P l a c e " por zafiroeindigo

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Notas del capitulo:

Nota aclaratoria I:

“Vale aclarar que los personajes de Naruto NO SON DE MI PROPIEDAD sino de Masashi Kishimoto, como también algunos sucesos que ocurren en la película La Otra Tierra, ya que ESTE FIC SOLO ESTÁ INSPIRADO en algunos sucesos y no en su estructura argumental y visual; por lo que NO ES PLAGIO. Este fic ha sido escrito sin ánimo de lucro y solo por entretención, por lo tanto solo es de LECTURA LIGERA.”

Nota aclaratoria II:

Mis actualizaciones se realizan mayoritariamente cada 3 semanas, ya que cada capítulo contiene muchísimas páginas, por lo que la escritura demora un poco además de la corrección. De todas formas, siempre habrá un nuevo capítulo de acuerdo al tiempo que acabo de señalar.

 

Dada estas explicaciones, podemos continuar…

-  M y   P l a c e -

 

 

D I S T A N C E

(Capítulo IX)

 

 

 

Un pelirrojo observaba pasmado a quien tenía enfrente de él. Se encontraban en el restaurante de siempre, pero ésta vez no estaba la peliazul no había podido asistir porque Neji había pedido que le ayudase con las cuentas del último mes. El de ojos aguamarina no podía parar de mirar el vientre tapado bajo ese enorme abrigo del rubio y a los ojos del mismo. El de ojos azules estaba algo cansado, el de ojos claros llevaba bastante tiempo en esa faena.

— ¿No me vas a decir nada-ttebayo? — preguntó agotado el rubio.

Gaara ante esa pregunta cayó en la realidad.

— Bueno, no tengo mucho que decirte. Era obvio, ¿no?— dijo con una sonrisa algo sarcástica, a lo que Naruto bufó molesto inflando sus mejillas. — Ahora entiendo tu actitud extraña. Por suerte en estas 2 semanas has estado algo mejor.

— Ya estoy a días de cumplir los 5 meses. Ya esas sensaciones deberían haberse ido hace tiempo, pero supongo como no me daba cuenta de lo que sucedía, no estaba comiendo bien y por eso los mareos y vómitos— dijo como si hablase del tiempo — Lo que más me duele es dejar el Ramen por estos meses-ttebayo.

Gaara por su parte sonrió pero con una actitud algo preocupada, a lo que el rubio le miró dubitativo.

— No te preocupes. Mi estado no va a interferir con el cortometraje. Grabaremos éste feriado y parte de la semana; todo saldrá bien. — Levantó el pulgar en forma de darle ánimos al pelirrojo, luego continuó — Tengo unas vendas elásticas que apresan un poco mi vientre y he comprado unas ropas holgadas. No hay posibilidad de que se note demasiado.

Pero el pelirrojo seguía mirándolo de la misma forma, a lo que el rubio calló por un momento.

— ¿Cómo lo harás?

Naruto iba a hablar, pero el pelirrojo notó a donde se dirigía por lo que le cortó las ideas de inmediato.

— Me refiero a todo esto de la ley de los donceles.

Naruto por un momento flaqueó. Gaara no sabía nada de lo que Madara y él estaban ocultando; tampoco quería decírselo, ese era un asunto entre ese odioso Uchiha y él. No debía involucrar al pelirrojo ni a nadie.

— No te preocupes, lo mantendré bien oculto hasta que el bebe nazca.

— Demo… tendrás que registrarlo y tú también deberás entrar a la lista de donceles.

— Lo sé-ttebayo… — su rostro mostraba abatimiento, pero aun así le dio una pequeña sonrisa al pelirrojo — Pero por ahora quiero pensar en que mi hijo crezca sano y que todo resulte bien para su nacimiento; lo demás vendrá con el tiempo.

El pelirrojo no estaba para nada de acuerdo, pero la decisión en las palabras de su amigo lo hiso desistir en seguir objetando. Cuando la grabación del cortometraje y la entrega estuviera ya realizada, allí podrían hablar todo aquello en calma.   

— Comprendo. — admitió finalmente Gaara, mirando al rubio el que le sonrió— Ahora, falta poco para la grabación, veamos algunos de esos detalles.

— ¡Hai dattebayo! — le sonrió contento el rubio, así ambos comenzaron a trabajar.

 

 

********************************************************************************

 

 

Dos personas se encontraban tras un pequeño edificio en los jardines del Hospital de Konoha. La pelirroja observaba fijamente al hombre que tenía enfrente, sus opacos ojos azules se veían aun más tristes al ver la leve sonrisa de su marido.

— No te preocupes. 

— Demo… no puedo creerlo aún. — Su rostro reflejaba amargura.

Minato melancólico le abrazo: — Menos yo, pero no hay nada más que hacer. Debemos aceptarlo.

Kushina cerró los ojos con fuerza — No es justo. Yo... — pero Minato tomó el rostro de su mujer, aquella a quien había amado desde la primera vez que la vio, esa pequeña y revoltosa niña de cabellos rojos, que ahora era toda una mujer.

— Te amo.

Kushina sonrió levemente, tomando con las propias las de su marido que se encontraban en sus mejillas.

— Yo también.

Minato le sonrió, mientras apegaba su frente contra la de ella:

— Hemos estado casados desde hace muchos años y esto no significa una despedida.

— ¿Estás seguro-ttebane? — la voz de Kushina tenía ese toque dudoso, pero se aferraba fuertemente a las manos de su marido.

— ¿Tú podrías olvidarme y rehacer tu vida con un hombre varón?

— Ie, aunque me lo impusieran — le miró con convicción.

— Igual yo — le sonrió. 

Ambos se besaron con cariño y pasión bajo aquellos árboles, tras esa pequeña casita. Estuvieron un largo rato hasta que finalmente se separaron, apreciando sus orbes azules.

— Ya es hora — dijo Minato mientras extendía su mano hacia Kushina, la que suspiró con fuerza y la tomó. Ambos caminaron hacia los laboratorios del Hospital.

Al llegar Kushina soltó la mano de Minato mientras ingresaba a la sala, de pasó observó por última vez los ojos de su marido, éste le sonreía de forma conciliadora. Kushina también le sonrió pero de una forma desganada, mientras ingresaba a la sala de laboratorio.

Una vez allí comenzó a ver los ejemplos de tatuajes. Pensaba que todo aquello tan solo podía ser una triste ironía, su marido había resultado ser un doncel y ella como médico había decidido hacerle el tatuaje, si debían separarse al menos quería dejarle grabada su marca en él. Kushina sentía las traicioneras lágrimas alojarse en sus opacas orbes, pero con fuerza de voluntad no dejó que ninguna saliera.

Comenzó a diseñar el tatuaje que elegiría para su marido, hasta que logró trazar y realizar un utensilio antiguo, de la época de los ninjas. Un Kunai, pero este no era como cualquier otro, era especial, con la forma de tres puntas atado a un pequeño pergamino. Sin duda Minato representaba aquello; hermoso y muy fuerte.

Kushina se dirigió donde estaba la copia de los resultados de los exámenes de Minato, porque debía mandarlos en conjunto con el diseño del tatuaje. Kushina comenzó a revisar uno de los estantes, cuando de entre los papeles uno cayó en dirección al suelo.

Lanzó un improperio al aire y se recogió para volverlo a dejar en su sección, pero cuán grande fue su sorpresa al verlo; Kushina salió corriendo de la sala. Cuando Minato notó que la pelirroja se dirigía a él con rapidez y con aquel papel en la mano, pensó que lo que su mujer le diría sin duda no podían ser muy buenas noticias.   

 

 

********************************************************************************

 

 

El mayor de los hermanos Uchiha se mantenía en frente de esa puerta que le parecía sumamente imponente. Su dedo vacilaba entre tocar o no ese dichoso timbre. Inspiró con fuerza hasta que finalmente dejó caer su dedo en él. Quizás no debiese estar allí, pero prefería aclarar las dudas antes de someterse a la tortura mental que comenzaba a sufrir, además de confesar lo que realmente sentía luego de la conversación que ambos habían tenido hace unas semanas.

Mientras pensaba en una y mil razones del porqué de las ausencias de dicho profesor en su escuela, la razón de sus pensamientos hiso aparición al abrir aquella puerta que los separaba.

— ¿Qué haces aquí?

— ¿Por qué no has asistido?— negro contra azul.

— Eso no te incumbe. ¿No te son suficientes las justificaciones que llegan a tu escritorio todos estos días?— respondió arisco Deidara para luego apoyarse en el umbral de la puerta: — Ahora estoy algo ocupado… — hiso ademan de cerrarla, pero un imponente Itachi se coló en la residencia. Deidara cansado cerró la puerta tras de sí.

— Itachi, esto no…

— Te comprendo.

El rubio le miró algo confuso, preguntándose a qué se refería.

— Y comprendo a Naruto.

El pelirubio mayor de los hermanos estaba que no se lo creía. Debió haber puesto una cara muy extraña por la forma en que Itachi comenzó a explicarse.

— No debí ser tan apático con todo este tema, sé que no solo mi hermano sufre; sino también el tuyo y de verdad echo de menos a mi hermano de hace unos meses atrás. — Le dijo con una sonrisa melancólica, realmente lo había meditado mucho, y esa era la conclusión que había sacado.

Por su parte el rubio sentía un gran alivio en su pecho, al fin ese testarudo había comprendido:

— No está en mi enjuiciar a Naruto por lo que hiso. Él ha pagado, demo…

Se acercó a Deidara el que le miraba fijamente. —Tampoco está en mí perdonarlo o no, y sé como tú, que el único que puede darle el perdón que realmente desea es Sasuke.

Deidara asintió mirándole con tristeza, pero Itachi continuó:

— Mi ototo es testarudo, orgulloso y vengativo. Tú hermano también es testarudo, orgulloso y de cierta manera sorprendente. Quién sabe… — Itachi se dirigió al sofá para recostarse, no acostumbraba a hablar mucho sobre sus pensamientos, pero en ese momento sentía que debía sincerarse:

— Sus pasados fueron oscuros, pero eso no significa que sus futuros también lo sean.

Deidara por su parte asintió, correspondiendo completamente al moreno: — Arigato por entender, Itachi.

— Me gusta que me llames así…

Deidara le miró sarcástico.

— ¿En serio?, ¿quién hace unos meses me pedía autoritario a que le llamara Itachi-sama?— se mofó.

Itachi solo sonrió algo altanero, — ¿Prefieres llamarme así?— volvió a levantarse del sofá, Deidara por su parte miraba algo incomodo al moreno, — Te inspira autoridad o quizás… ¿dominio?

— No vengas con eso, solo porque eres varón no tienes ningún derecho conmigo ni nada — le miró enfadado, Itachi por su parte rió.

— Tienes toda la razón. — le miró fijo. Itachi para no molestarle más caminó hasta sentarse nuevamente en el sofá. Observó durante unos segundos a Deidara y no le notó enfermo ni nada por el estilo, sonrió un poco al ver que las mangas de su camisa ya no sobrepasaban sus manos, al menos algo bueno había hecho por el rubio, pero le confundía aun el porqué a pesar de todo Deidara no asistiera hace unos días a la escuela. Prefirió aclarar ese tema de inmediato.

— Lo segundo que te iba a mencionar, no tienes porqué faltar a la escuela por tu condición de doncel.

Deidara miró hacia otro lado.

— Es mi decisión que tú enseñes en la escuela o no; los demás no pueden opinar. — dijo categórico.

— Pero es mi decisión quedarme o no en tu escuela. — Deidara le miró desafiante esta vez. Itachi tuvo un extraño presentimiento.

— ¿Hay algo que no sepa?

Deidara caminó hasta sentarse en frente del moreno, ambos mirándose a los ojos.

— Quiero renunciar.

El moreno algo impactado, intentó serenarse. La noticia no solo le había caído de mala forma, sino que de pronto sintió como si algo le hubiesen arrebatado.

— ¿Qué hice?

El rubio le miró confuso, — ¿Tú?... Nada.

Itachi le miraba sin comprender. — ¿Entonces?, eres un buen profesor, el que seas un doncel no quiere decir que no puedas…

— Ya no es igual, los alumnos no me respetan. Las clases son demasiado complicadas, además por haber estado tanto tiempo dedicado a las clases he dejado lo que realmente soy — Deidara le interrumpió sin más, Itachi por su parte le miraba estupefacto.  — Yo no soy solo profesor; soy un artista y como tal quiero realizar mis obras y presentarlas.

Itachi no sabía muy bien con qué objetar, ¿por qué los artistas eran tan egoístas?... ¿acaso nadie pensaba en él?. Su hermano por el arte había seguido su meta de ser realizador cinematográfico y su relación en ese tiempo se había distanciado, hasta ahora sentía que él ya no era algo de vital importancia para su ototo. Ahora Deidara quería hacer lo mismo, ¿seguir su arte y también dejarle en un segundo plano?... ¿qué era eso que el arte reclamaba tanto las mentes de quienes más quiere como para dejar todo lo demás de lado?

— No comprendo…

— Tampoco te pido que lo hagas. Debes pensar que es una locura, dejar mi estabilidad. Pero prefiero seguir esa locura, ese susurro que me pide a gritos crecer. Prefiero una y mil veces seguirlo a que luego me arrepienta por no haberlo hecho. — dijo sincero.

En ese momento Itachi comprendió un poco a ese rubio doncel y a su hermano, sus frases habían sido muy similares. De pronto Deidara se veía fuerte y decidido. En ese momento al verlo notó que aunque fuera varón o doncel eso no definía nada, cada persona era única. Al analizar esas palabras comprendió también como él por su parte jamás había tenido una motivación en su vida, no quería hacer nada y solo había aceptado el legado de sus padres y continuarlo porque no quería ver como éste se desmoronaba. Si el día de mañana le dijeran que debía cerrar su escuela… qué sería de su vida?... una sola respuesta cruzó por sus pensamientos: No podría seguir viviendo. ¿Qué sería de su vida sin ella?, ¿sin la enseñanza?, sin los rostros orgullosos de sus alumnos por pertenecer a ella, sin la brisa matutina mientras caminaba por los jardines de la misma.

Esa escuela era una de las mejores de Konoha, jamás permitiría que ese prestigio y la fuerza que sus padres dejaron en ella se consumiesen. En ese momento no solo comprendió a Deidara, entendió el porqué éste y su hermano luchaban contra viento y marea; que a ambos les fascinara el arte solo era el resultado de una compleja ecuación.

— De todas formas, te agradezco todo el tiempo en que estuve en esa escuela. Aprendí muchísimo y…

Pero el sonido del celular del rubio cortó de raíz la atmosfera que comenzaba a generarse en el lugar. Deidara se disculpó mientras tomaba su celular. Al ver el nombre de quien llamaba tan solo posó una mirada de incomodidad. Cortó la llamada para luego dejar el celular encima de una mesa.

— ¿Sucede algo?— Preguntó Itachi al ver el rostro contrariado del rubio.

— Ie. — Un momento de silencio que se les hiso una eternidad. Con rapidez Deidara cambió de tema; — Etto… ¿deseas algo de beber?, ¿té, café, zumo o algo?

Itachi asintió.

— Un té estaría bien.

Deidara se dirigió a la cocina mientras hablaba en voz alta.

— ¿De qué quieres?... tengo té verde, rojo, blanco, te negro con esencia a berries, mezcla de hierbas.

Itachi se levantó del sofá admirando la sala de estar y las tantas fotografías de la familia mientras Deidara le preguntaba sobre qué infinidad de tipos de té le gustaría tomar.

— Té rojo, estaría bien.

— ¡Hai!— respondió mientras comenzaba a prepararlo.

Itachi por su parte observa una fotografía de la familia completa, no pudo evitar que se escapara una pequeña sonrisa al ver como los hermanos pequeños sonreían ante la cámara. Tomó la fotografía y la volteó, en ella mostraba la fecha en la cual había sido tomada dicha foto y las edades de todos, pero por sobretodo miró la de los dos hermanos, Deidara (10) y Naruto (5). Se les veía muy contentos e inocentes en su infancia.

Luego su mirada pasó a dos fotografías que le llamaron mucho la atención. La primera mostraba a los dos hermanos algo más mayores. Ambos abrazados por los hombros sonriendo a la cámara, mientras Deidara mostraba orgulloso su diploma de la universidad y vestía el típico traje de graduación. El rubio menor por su parte vestía un traje de gala pero de un color muy vivo y algo extravagante. Volteó la imagen y sus ojos se ensombrecieron; Deidara (22) y Naruto (17).

Quien iba a pesar que en ese mismo año Naruto conduciría ebrio y daría muerte a esas personas inocentes. Itachi en ese mismo instante negó fuertemente con la cabeza, por más que pensamientos oscuros llegaran a su mente, no tenían sentido a estas alturas. En la fotografía se le veía un rostro tan despreocupado y no solo en Naruto, en Deidara también lo apreciaba. Lo notó al momento de dejar la fotografía y apreciar la que le seguía; una reciente.

Lo notaba por las ropas que usaban. La familia completa, los padres de los hermanos mirando a la cámara con una sonrisa un poco más apagada, mientras Deidara tan solo mostraba una leve sonrisa y Naruto por su parte no mostraba ninguna, sin duda esas ropas oscuras y holgadas demostraban los sentimientos del rubio menor.  

En ese momento lo volvió a comprender. No solo su familia se había quebrado con ese incidente. La de Deidara también.

La vibración del móvil que descansaba en la mesa hiso que dejase la fotografía en el lugar donde estaba y se dirigiera al móvil sin poderlo evitar. Su rostro mostró una mueca de enfado al ver el nombre de la persona que llamaba: Sasori. No pudo evitar preguntarse al tomar el celular, si ese pelirrojo también podría ser una de las razones de la renuncia del rubio. Intentó negarlo, luego de haber visto hace unas semanas la discusión de ambos, pero también sabía que Deidara era de esas personas que no le gustaba tener conflictos con personas que había o son importantes en su vida. La duda lo asaltó… ¿sería él importante para el rubio?... él ya lo había aceptado, sabía que sentía algo muy fuerte por Deidara.

— ¡¿Qué haces con mi móvil, Uchiha Itachi?!— casi gritó el rubio, la molestia en sus ojos era palpable. Itachi dejó rápidamente el móvil en la mesa.

Deidara caminó hasta él, dejó el té en la mesa. Mientras tomaba su móvil.

— Creo que debes irte — dijo enfadado indicándole la puerta.

— Demo… ¿y el té?— intentó desviar el enfado del rubio.

— No me interesa. Hay algo que no me agrada y que se metan en mis cosas. Por favor… — Deidara comenzó a caminar hacia las escaleras. — Cierra la puerta cuando te vayas.

Pero Itachi comenzó a seguirlo mientras subía las escaleras.

— ¿Qué no me escuchas?

El moreno no sabía que más objetar. Ambos se quedaron quietos en la escalera, Deidara esperando las palabras del moreno, mientras éste no sabía qué decir y esperaba a que el rubio hablara.

Pero como acto de magia un ruido los interrumpió. Un manojo de llaves queriendo abrirse hacia la puerta, Itachi miró a Deidara contrariado. El rubio sin más remedio bajó las escaleras hasta llegar donde el moreno, le tomó de la mano y lo hiso subir, hasta hacer que pasara a su habitación. Itachi le miraba sorprendido. Deidara cerró la puerta tras de sí hasta acercarse a él.

— No tenía otra opción, no creo que estén muy felices de ver a un miembro de los Uchiha después de todo lo que pasó entre Naruto y tu hermano. — Itachi por su parte iba a hablar, pero el ojiazul le freno de lleno. — No se te ocurra hacer ruido — el rubio tomó el control remoto de su televisor y lo encendió: — Luego hablamos.

Sin más salió de la habitación dejando a un Itachi estupefacto en ella. La habitación era tal cual a como se la había imaginado, atriles, cuadros pintados por el rubio y algunas esculturas, además de muchos materiales.

Podía sentir el olor del rubio en cada rincón de la misma dejando escapar una sonrisa. Observó la televisión, nuevamente manifestaciones en el centro de la ciudad. Al parecer el gobierno tenía problemas con la nueva ley.

Hacia hace unos pocos meses que las manifestaciones en contra de la misma habían comenzado. Cada vez eran más regulares, y los miembros principales advertían que si no se modificara, ellos tomarían cartas en el asunto y no sería a través de razones, sino por la fuerza. Del mismo modo en que los miembros del ministerio habían impuesto esa nueva ley.

Él estaba completamente de acuerdo con todo aquello y deseaba fervientemente que la ley se modificara. Quizás era imposible derrocarla por completo, ya que había sido firmada por muchos miembros políticos, pero si lograba modificarse o crearse una nueva para aminorar la otra; aquello ya era un buen avance.

Un grito que venía desde el hall de la casa, llamó sin duda su atención. Al parecer había una gran discusión en la familia. Con la curiosidad a flor de piel abrió levemente la puerta. La conversación llegaba a sus oídos, al parecer el pleito venía justo al final de las escaleras.

 

 

 

********************************************************************************

 

 

 

 Kushina abría la puerta de un golpe, observando el lugar seguida de su marido. Dejó su chaqueta y sus llaves en el sofá. Para luego gritar, mientras Minato cerraba la puerta:

— ¡¿Naruto?! —

Deidara bajó rápidamente la escalera. Esperaba que no notaran al moreno, sabía que ese día sería complicado. Era la despedida de su padre del hogar; pero tampoco esperaba esos gritos. Contrariado llegó al final de la escalera. Apoyándose en el marco de la misma.

— ¿Qué sucede?, ¿por qué gritas oka-san?

— ¿Está en casa?— le pregunta Minato.

Deidara niega y tiembla levemente ante el tono de su padre, en muy pocas ocasiones éste hablaba con enfado. Algo muy malo debe haber sucedido como para que ellos reaccionaran de esa forma.

— ¿Demo… qué?

— Minato, llama a Naruto.

Minato comenzó a marcar su móvil para llamarle.

— No contesta.

— ¡Kuso! — Deidara se impactó levemente, su madre tenía un carácter bastante voluble, ¿pero para que comenzara a maldecir? , qué tan grave había hecho Naruto como para que estuvieran en ese estado.

Pero sus preguntas dejaron de manifestarse en su cerebro en el momento en que sintieron otro manojo de llaves y la razón de sus pensamientos hiso aparición en el hogar. El rubio entró, mientras apoyaba sus pies fuertemente en una colcha para no ensuciar el piso de la casa. Cerró la puerta tras de sí, y al voltearse pudo observarlos a todos mirándole.

— ¿Qué sucede?, ¿por qué están todos en la casa-ttebayo?... — nadie respondía. Minato comenzó a acercarse al rubio menor. — ¿Sucedió algo?

Pero lo que no se esperó fue lo que a continuación comenzó a suceder. Minato había levantado con fuerza su mano y el sonido del golpe de aquella contra su mejilla hiso mella no solo en su cuerpo, sino también en su alma. Minato hace mucho que no le golpeaba, ya casi ni recordaba la última vez en que aquello había sucedido. Kushina miraba a su hijo menor con enfado, mientras Deidara miraba impactado la situación.

El bolso del rubio menor cayó al suelo con impacto. Su mejilla estaba sumamente roja. Miraba a su padre contrariado.

— ¿Qué?...

Pero no pudo preguntar nada porque Kushina se había acercado hasta quedar al lado de su marido, estiró su mano mostrándole unos papeles. Naruto los observó y los tomó entre sus manos.

Tan solo lo que faltaba, allí ante él estaban los mismos papeles que leyó hace un tiempo. La comprobación de su condición de doncel y además de su estado.

Sin más que decir suspiro.

— ¿Cuando lo supieron? — intentó que su voz no temblara ni un ápice. Él era por sobretodo valiente, y no se desmoronaría por lo que sus padres pensaran.

— ¿No nos ibas a decir nada?— preguntó indignada Kushina.

— Esto es mi problema — les miró desafiante.  

— En tu condición; no. ¿Cuántos meses? — le increpó Minato.

— 5 meses. Soy mayor de edad, he pasado por cosas peores. No necesito a na…

Kushina le interrumpió, mientras se acercaba a su hijo menor y levantaba su rostro.

— Eres un doncel y estas en estado, Naruto. No es cualquier problema. —  El impacto de Deidara fue inevitable, no comprendía nada de lo que hablaban, pero luego de eso comenzó a hilvanar todo. Se sentó en la escalera, sin saber muy bien que decir ni que pensar.

— Eso no me hace débil-ttebayo. — Naruto apretó sus puños con fuerza, pero sin dejar el tono seguro de su voz. — Eso no me hace vulnerable. 

Minato rebatió, no porque sus hijos fueran donceles opinaba como los demás: — No queremos decir eso.

Kushina desesperada y no sabiendo cómo convencerle le gritó: — ¡Entiende que no puedes ocultarte para siempre!

— ¡Yo puedo con todo esto! — le gritó de la misma forma.

— Naruto… hijo — Kushina acarició las hebras doradas de su retoño. Sabía por la mirada llena de seguridad que le daba que estaba seguro de sus decisiones, pero debía intentarlo — No estás solo. Nosotros te podemos ayudar, te acompañaremos a registrar…

— ¡De ninguna manera! — Naruto tomó su mochila. — No me voy a registrar, no voy a perder a mi hijo. Yo me metí en esto, y yo veré como salgo. — Abrió la puerta de su hogar  y salió rápidamente ¿A dónde?... a cualquier lugar, lo que menos quería en ese momento era continuar hablando ese tema con sus padres.

Por otra parte Minato y Kushina suspiraron cansados. En ese momento lo mejor era dejarle solo. No había mucho más que decirle, no podían evitar sentir impotencia ante todo el asunto, pero no sabían cómo tratarle, al menos no en ese momento. Que fuera en verdad un doncel era complicado, pero que además estuviera esperando un hijo; era más de lo que en ese día podían soportar.

Deidara se levantó y recogió los papeles que Naruto había lanzado antes de salir, leyendo todo. Para luego mirar a sus padres con enfado:

— Naruto no tiene la culpa. Los primeros exámenes estaban mal, no pueden exigir ni enojarse con él. No tienen derecho.

Kushina y Minato no le miraron, sabían que no habían actuado de la mejor manera.

— Lo único que pueden hacer después de haberle tratado de esa forma es ser padres de verdad.

Deidara enojado caminó escaleras arriba, mortificado entre tantos pensamientos, dejando a sus padres en igual o quizás peor estado.

 

 

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Deidara entró a su habitación, apoyándose tras haber cerrado la puerta, conmocionado e impactado por la noticia, pero por sobretodo una tristeza se posaba en su corazón.

Abrió sus ojos con pesar y recordó quién estaba en la habitación, mirándole. Los ojos negros estaban algo apesadumbrados, supuso que esa misma mirada debe haber tenido él.

— ¿Escuchaste?— era una tontera hacer esa pregunta y luego de decirla lo notó, ya que Itachi sonrió con ironía.

— ¿Es de Sasuke?— tan solo preguntó el moreno.

El rubio se sentó a un lado suyo, en la cama. Tan solo asintió. — Es obvio, ¿no?... hace 5 meses que está en estado. La misma cantidad de meses en que dejó de ver a tu hermano.

— ¿Qué piensas hacer?— le preguntó seriamente a Deidara.

— Apoyarle. Es todo lo que me importa, que pase los meses que le quedan de embarazo en buena forma. Luego… no se qué pasará.

— Sasuke debe saber. — le dijo categórico, Itachi.

A lo que Deidara le miró con horror reflejado en sus ojos:

— ¡De ninguna forma!

— Tiene que saberlo. Es su hijo. — argumentó el moreno.

— Pero también es de mi hermano… — Deidara le miró a los ojos, — Tú sabes que en este momento tu hermano no tiene buenos sentimientos por el mío. Si lo rechaza, Naruto no lo podrá soportar y si se lo quita, mi hermano no sé cómo podrá vivir. Ya lo escuchaste, sabes que Naruto aun siente algo por Sasuke. Sino… no se arriesgaría tanto por ese bebe.

Itachi lo meditó un momento, Sasuke volvería a ser padre, y él sería nuevamente tío. Le costaba asimilarlo, luego de que su hermano lo perdiera todo un rayo de esperanza cruzaba su vida. No era una maldición, un hijo nunca podía llegar a serlo, en eso pensaba fervientemente. Era lo que sus padres le habían inculcado desde pequeños. Sabía que Sasuke jamás rechazaría a ese bebe, pero no estaba seguro cómo reaccionaría ante Naruto. Aún no estaban preparados para enfrentar algo así.  

— Está bien.

Deidara suspiró aliviado. Itachi por su lado miró fijamente al rubio.

— Pero no estoy de acuerdo del todo, entiendo lo que me dices. Pero la verdad, siempre sale a la luz.

Sus rostros estaban a escasos centímetros, Deidara podía sentir el aliento del mayor en su rostro.

— Hay cosas que quizás nunca deban salir a la luz — los sentidos de Deidara se adormecían a la par que sentía como el moreno acariciaba su cabello. A pesar que su corazón le doliese por todo lo que significaba una posible relación; lo amaba.

Itachi se acercó hasta rozar sus labios.

— Pero hay otras que sí…

Y así se fundieron en un beso tenue y sutil… muy ligero. Donde soltaban al fin el peso que llevaban soportando ambos hace unos años, antes que todo pasara. Antes que sus hermanos se reencontraran, antes que Deidara aceptara completamente sus sentimientos. En el momento en que Itachi y él se conocieron en la entrevista de trabajo para evaluar al rubio. Desde ese preciso momento todo había confabulado para que finalmente ellos pudieran explotar, sentirse libres y etéreos, en donde sus sentimientos pudieran fluctuar a través de ellos.

— Ita… — Deidara habló entre besos.

— No te preocupes, tan solo por hoy no te preocupes de nada más. — habló Itachi sosteniendo el rostro de Deidara. Ambos se fundieron en un cálido beso.

 

 

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Naruto caminaba a través de la acera con solo de acompañante sus propios pensamientos, ya comenzaba a hacerse tarde cuando sacó su móvil del bolsillo y marcó. Se alegró al notar que habían contestado su llamado, algo cansado le pidió a Gaara que le excusara en el trabajo porque no se sentía muy bien. Notó como Gaara quería indagar en el tema pero tras algunos balbuceos del pelirrojo, éste solo le pidió que se cuidara.

Naruto al cortar el móvil observó el lugar en donde se encontraba, ya el sol comenzaba a caer, mientras los últimos rayos de luz iluminaban esa esquina. Esa fatídica esquina.

Se había acostumbrado desde el alejamiento con Sasuke a visitar el lugar y hoy justamente después de toda la pelea con sus padres a causa de su estado. Sentía que aquel era el único lugar donde podía sentirse algo más cómodo, sin realmente saber a dónde ir o a quien acudir. No quería hablarlo con Gaara, no deseaba acarrearle más problemas ni a él ni a nadie. Por lo que caminó como siempre hasta apoyarse a un lado de la pequeña estatua con forma de casa, pasó sus manos por el techo de la misma limpiándole el polvo y alguna que otra suciedad.

Dejo caer un poco de agua de la botella que tenía sobre la misma y sobre sus manos para limpiarse. Acto seguido, sacó de su bolso un clavel azul zafiro, dejándolo allí.

— Espero, que les guste mi presente… gomen por no traer algo más-ttebayo. — sonrió melancólico, mientras  pasaba su mano debajo del abrigo, tocando su vientre.

— Espero también que no le tengan rencor a él o ella, no lo sé aún dattebayo… — arregló algunas flores que habían sido dejadas hace poco. — No sabía lo que podía ocasionar, gomen.

Su móvil comenzó a sonar, lo sacó de su bolsillo y al ver el nombre su rostro pasó de una expresión melancólica a una de suma ira, a pesar de todo contestó.

— ¿Qué quieres?

— ¿Kitsune?— esa voz de nuevo.

No se escuchó contestación por parte del rubio, Madara por su parte tampoco hablaba.  Sabía para que estaba llamando. Inspiró con fuerza y contestó:

— No lo haré.

— ¿Estás seguro?— insistió el Uchiha.

No se escuchó absolutamente nada desde la otra línea, Naruto dudaba y no podía negarlo.  

Tan solo pudo escuchar la voz con una leve risa: — Por lo que veo, no lo estás.

— ¡No! Ya dije que… — Intentó revocar el rubio. Pero Madara le interrumpió de golpe.  

— No lo dilatemos más. Tendrás que aceptar de todas formas. 

El rubio iba a volver a replicar, cuando una voz detrás de sí lo sacó abruptamente de su plática. Sin decir más cortó la llamada:

— ¿Qué haces aquí?

 

Hace mucho que no se veían. Hacía mucho que no veía sus ojos extremadamente oscuros como la noche que comenzaba a caer. Hacía demasiado que no apreciaba su cuerpo y aura imponente. Sencillamente tenerlo al frente lo desestabilizó, y pocas cosas lograban hacer eso en Uzumaki Naruto:

— Gomen. — No pudo decir nada más, tampoco es que supiera que más decir.

Tan solo se levantó del suelo siendo observado por el moreno, al cual aquello le pareció extraño, el rubio demoraba en levantarse, como si algo le pesara. Finalmente tras ponerse de pie, Naruto acomodó su abrigo para caminar y pasar de Sasuke. Pero el moreno fue mucho más rápido que él tomándole del brazo. Un sinfín de sentimientos atravesó el cuerpo de Naruto por aquel agarre, como otro sin fin pasó por Sasuke, salvo que estos se entremezclaban de una forma no muy sana. 

— Te pregunté qué haces aquí — Más que una pregunta sonaba a una exigencia.

— Yo… — El ojiazul intentó zafarse, pero el moreno ejercía presión. Sasuke acercó su rostro frio  hasta el rubio, pero Naruto bajó la cabeza. No soportaba ver esa mirada que le dirigía, tan distinta a las de meses atrás. Sabía de sobra los motivos y los había aceptado, pero aun así dolía muchísimo.

— No deberías estar aquí. — El moreno sentía que sería capaz de cualquier cosa al mirarle, pero al notar la reacción de Naruto bajando su cabeza, algo lo descolocó. No supo qué, pero le molestó en demasía. — Tú menos que nadie tiene derecho a estar aquí. No tienes porqué venir, a estas alturas tu remordimiento me da igual. 

— Hai, lo sé. Demo… — Naruto posó su otra mano en el brazo de Sasuke ejerciendo presión para que le soltara, hasta que éste finalmente lo hiso. Ambos mirándose a los ojos. La mirada del rubio no era en ninguna oportunidad desafiante, sino fuerte y sincera.

— No lo hago por ti, ni por mis remordimientos como tú dices — Naruto cogió mejor su bolso colocándolo en su espalda. — Lo hago por ellas-ttebayo.

Y sin más, pasó a un lado del moreno mientras trotaba alejándose del lugar, dejando a Sasuke sin entender muy bien esas palabras. Tan solo apreciando el brillante clavel zafiro que resaltaba en las puertas de la escultura en recuerdo a las personas que tanto amo.

 

 

 

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El rubio caminaba llegando a su barrio, sin duda verle le había descolocado, no lo había esperado y por lo mismo había soltado la verdad de sus visitas, la verdad del porqué iba allí.

Mientras caminaba notó un automóvil que al parecer ya se le estaba haciendo conocido, se encontraba estacionado a unas casas de la suya. Sabía perfectamente quien era, inspirando con determinación se dirigió hasta el vehículo. La ventana del asiento trasero comenzó a abrirse dejando ver al hombre.

— ¿Qué mierda haces aquí-ttebayo?— le preguntó con fastidio.

— Uy… no deberías hablarme así, ¿cuántas veces lo hemos conversado, Naruto?

— ¿Y cuántas veces hemos conversado que me dejes en paz?— le habló con rabia.

La sonrisa de Madara se apagó al instante, al contestarle: — Solo te dejaré en paz cuando cumplas lo que te ordené.

— No soy tu esclavo.

— Pero estás cerca, ¿sabes el precio, no?— Madara le observó con sus ojos oscuros penetrantes y fríos, tan parecidos a los de Sasuke pero al mismo tiempo completamente distintos. Los del menor jamás ni siquiera a él le habían mostrado esa maldad, una maldad con la que  pensó tan solo podías nacer con ella.

— Tan solo depende de ti.

— Estás loco-ttebayo.

— No más que él, ¿o no? — dijo indicando con su mirada al conductor.

Naruto le miró extrañado, luego en aquel momento recordó que Madara se encontraba como pasajero, pero no tenía idea de quién podría estar conduciendo. Sus ojos azules pasaron al espejo retrovisor, ya que no podía observar bien por los vidrios polarizados;  lo que vio le dejó sumamente impactado.

Ese cabello naranja podía reconocerlo a distancia. Esos ojos grises en forma de remolino, los mismos ojos que hicieron que su estadía en la cárcel fuera un verdadero infierno. La razón de muchos golpes, el motivo por el que casi le sometieran a más años de presión por haber dejado casi muerto a ese hombre que se encontraba en frente de él luego de que éste intentase violarle.

Aquel hombre era un peligro y no solo para él, sino para la sociedad. Era un psicópata. No podía creer que estuviera allí. No creía que le hubiesen dado su libertad, y menos que estuviera con Madara.

— Las leyes en este país no son justas Naruto-kun. — argumentó con una sonrisa el de ojos grises.

Ambos hombres rieron, mientras un colérico Naruto le observaba. 

— Te ves muy bien. — le observó de pies a cabeza.

Naruto por su parte desvió su mirada.

— ¿Y cómo está tu noviecito luego de la tumba que le di?

Naruto le observó con sorpresa pero también con suma impotencia, había algo extraño en ese asalto y ahora comprendía el porqué.  

— ¡¡Tú!!

— ¡Bingo, Naruto-kun!

— ¡¡Eres un…!!

Naruto comenzó a golpear la ventana del conductor, pero Pain tan solo se mofaba de él. Hasta que la voz de Madara lo detuvo.

— ¡Hey, cálmate! — le gritó Madara, pero Naruto continuaba golpeando la ventana, mientras que Pain le veía con una sonrisa sugerente. Cosa que asquiaba al rubio.

— Naruto-kun, puedo ir a saludar a tu noviecito cuando quiera— se rió. 

— Tú no… — Naruto le miraba con suma ira. No iba a permitir que ese hombre tan peligroso estuviera ni un centímetro cerca del moreno.

— Creo que no tienes más opciones, Kitsune.

Naruto golpeó con fuerza el automóvil, mientras se retiraba a su hogar, no quería pensar en la verdad que decía Madara. No quería perder a su bebe, pero tampoco podía dejar que Pain volviese a hacer lo mismo a Sasuke. Debía decidir y con rapidez.

 

 

 

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Gaara iba de una a otra mesa dejando los pedidos, de forma muy rápida. La verdad es que le era difícil atender a gran parte sin la ayuda del ojiazul. Tomaba los pedidos y prácticamente corría hacia el barman y hacia las cocinas, para luego volver. Entre esas vueltas se preguntaba qué le abría pasado a Naruto como para no asistir, él era responsable y nunca faltaba al trabajo. Supuso que debía ser algo complicado, lo había notado por el tono de voz del rubio. Para él Naruto era como el hermano que nunca pudo tener, sabía que era una buena persona. Lo había comprobado en todos esos meses trabajando juntos y preparando el cortometraje, si algo que definía a Naruto eran las palabras “Nobleza y Constancia”. Por lo mismo volvió a preguntarse qué le habría sucedido como para no asistir y menos decirle. 

— Te noto hoy con un rostro preocupado, Gaara.

El pelirrojo saltó levemente tras escuchar las palabras de quién ya conocía. Allí estaba otra vez y varios pasos más atrás le seguía esa mujer.

El pelirrojo se volteó al verles mientras sonreía pero de forma fingida, Sai notó de inmediato la sonrisa, si en algo era experto era en ese tipo de sonrisas. Gaara notó que además les  acompañaban dos tipos que vestían formal.

— ¿Necesitan una mesa, señores, dama? — se dirigió a ellos para después mirar a Karin. La que le miró de reojo y volteó el rostro en gesto de indignación. Sai, por su lado asintió.  

 — Bien, síganme por favor ¿qué buscan?, ¿zona vip o zona normal?

— Zona Vip, onegai — Volvió a responder Sai, mientras miraba a sus acompañantes quienes asentían.

— Bien, pasen por aquí—Gaara los llevó a una zona con sofás y unas cuantas mesas, mientras en medio había una gran vasija con múltiples cubos de hielo y algunas botellas con distintos tipos de bebidas alcohólicas.

Luego que las personas realizaran los pedidos, Gaara se marchó.

— Bien, ¿qué les parece? — preguntó Sai, para comenzar.

— Ya había asistido una vez a este lugar; me encanta. — dijo uno de los hombres.

— Es verdad, tiene buen gusto.

Karin por su parte encendió un cigarrillo mientras movía su pie al sonar de la música. Gaara luego de unos tantos minutos llegó con los pedidos, preguntó si necesitaban algo más pero nadie pidió nada. Por lo que el pelirrojo se marchó, pero sin despegarse mucho del lugar. La maravilla de la zona vip era que el canto de las personas se escuchaba, pero no tan fuerte como en la zona normal, por lo que por esa distancia podía escuchar lo que se conversaba.

— Bien, ¿qué les parece nuestra propuesta?— preguntó impaciente Sai, pero uno de los hombres observó a Karin durante un momento:

— ¿Karin, trabajaras en esto?

La pelirroja asintió.

— ¿Y quién representará al protagonista?— volvió a preguntar.

— Aún no tenemos bien definido al actor, pero en nuestra cabeza es… — Sai miró de reojo a Karin, Gaara en ese momento notó que Sai estaba algo incomodo de hablar ese tema junto a ella — Yo creo que el protagonista debería ser trigueño, pero la otra opinión es que sea rubio.  

Karin en aquel momento dejó de fumar, para dar a su marido una mirada  confusa.

— ¿Y eso por qué?— se atrevió a preguntar la pelirroja.

— La historia lo amerita, el protagonista es de otro tiempo. Es una ciencia ficción.

Gaara por su parte observó con curiosidad, parece que no era el único quien pensaba en esas historias.

— Y en ese tiempo la mayoría de las personas son con estos rasgos, en esos años se estaba alcanzando lo que se llama “pureza genética” en donde los padres podían decidir si sus hijos nacerían con el color de ojos, cabello y piel que quisieran. — Sai sonrió algo sarcástico ante lo que diría.

— Ustedes saben también como yo que la hipocresía abunda y la mayoría de las personas desean ser de esta forma, en ese futuro la mayoría posee estas características; por lo que comprobamos la maldad de las razas una vez más con esa “evolución”. Como ya sabemos y es un hecho verídico nuestro sol está teniendo problemas en su temperatura, por lo que las tormentas solares son más preponderantes. Por lo mismo, las personas nuevas que este mundo crea en esos tiempos son más susceptibles al calor, por lo que comienzan a vivir bajo tierra o en cuevas, generando el problema que nos lleva a la trama principal de la serie. Pero eso es tan solo parte de la historia, el argumento principal es otro, pero de todas formas estoy aquí para resolver todas sus dudas con respecto a éste proyecto.

Los hombres asintieron. Karin por su lado también entendió y prefirió dejar el tema. Gaara por su parte observa intrigado, al parecer lo que planeaba Sai y la persona con la que trabajaba era muy interesante.

Mientras Sai explicaba parte de la propuesta, los hombres asentían ante todo aquello, pero uno de ellos se detuvo.

— Esto que me cuentas se ve interesante. Pero, ¿cómo no es algo elevado monetariamente?, necesitaremos set con… — pero Sai levantó la mano para interrumpir, a lo que el hombre asintió para que Sai hablase.

— En realidad es un tema menor — Sonrió. El hombre le miró confundido, al igual que Gaara, que se mantenía un poco más alejado de la reunión. Sai respondió inmediatamente ante su rostro.  

— Porqué solo habrán cuatro locaciones, y la mayoría se desarrollará en un subterráneo. — dijo dándole un sorbo a su vodka.

— ¿De verdad?— dijo uno de los hombres intrigado.

— Hai, de acuerdo a la historia argumental en unas cuantas líneas que Sasuke les enviará a sus correos mañana, ustedes comprenderán mejor a qué me refiero.

— A mi me parece más que interesante. — dijo el otro hombre a su acompañante.

El otro hombre meditó un momento, mientras observaba a Karin por unos segundos.

— Yo creo también que es interesante, demo… — Sai y Gaara observaron expectantes a que el hombre hablara.

— Es muy pequeño para una serie.

— ¿A qué se refiere? — preguntó Sai, no era la primera vez que recibía esa argumentación.

— Es complejo, al menos en lo argumental. Tiene trasfondos relativos y trascendentales, que es lo más interesante de todo. Pero por lo que nos dices es viable, y al mismo tiempo hay simpleza en cómo nos lo cuentas.  La series denotan más subtramas, más personajes, mientras más temporadas; mucho mejor. Esta propuesta no pasaría de las tres temporadas. En mi mente no lo veo como una serie gomen, pero es la verdad. — dijo categórico.

Sai luego de unos segundos asintió, la preocupación era notable y Gaara podía notarlo al verle. De pronto un pensamiento surgió por la cabeza del pelirrojo, pero cayó al escuchar al otro hombre.  

— No estoy de acuerdo del todo, pero comprendo a lo que te refieres y es un punto. Lo que a mí no me termina de convencer… — observó a Karin un momento para luego mirar a Sai.

— Karin es la actriz “famosa” con la que engancharas la serie a los espectadores, ¿no?— por su parte Sai asintió, y Karin se enderezó con aires de suficiencia, a lo que Gaara se mofó quedito.

Karin por su parte no le gustaba que ese pelirrojo estuviera tan cerca de la conversación que tenían, pero era el mesero. Esto para ella era tan solo para su carrera, por la ganancia que Sai tendría con eso y por Sasuke, para que volviera a ser lo que fue; lo demás que ellos hablaban no le importaba en lo más mínimo. Por lo que continuó fumando.

— Perdón por lo que diré, y estamos hablando de manera profesional y laboral, no quiero que se malinterprete pero creo que deberían trabajar con otra actriz.

Karin estuvo a punto de tocer a causa del humo de su cigarro por lo que había escuchado, observó al hombre como si le hubiese dado la cachetada más fuerte en la faz de la tierra. Tanto Sai como Gaara observaban impresionados, el hombre al lado del que hablaba no mostró rostro sorprendido en ningún momento, estaba de acuerdo en ello.

— ¡¿Perdón?!

— No me malinterpretes Karin. Eres una buena actriz, pero éste personaje tiene otro perfil…. — Karin lo mira fijamente —Es transparente, callada, pero al mismo tiempo fuerte. Y tus actuaciones no acompañan a ese perfil; gomen.

La pelirroja tan solo rió, para hablar con un tono gutural: — ¡¿Y quién se cree…

Pero Sai se levantó de inmediato junto a su esposa. — Disculpen, debo salir un momento; regresamos enseguida. 

La pareja salió mientras los hombres murmuraban entre sí, el de ojos aguamarinas observó como ambos se perdieron entre medio de las personas. Ni corto ni perezoso Gaara preguntó a los hombres si necesitaban algo más y fue a la barra, lugar donde cerca se encontraba el matrimonio, por lo que podía escucharles, a pesar de que la música se mezclaba con más fuerza en el ambiente.  

— ¡¿Por qué hiciste eso?!— le gritó Karin.

Algo que sorprendió al pelirrojo fue el hecho que jamás había visto alterado al moreno, se prometió a sí mismo jamás alterarle de ese modo si es que no quería ver la furia hecha hombre.

— ¡Por si no te das cuenta ahí sentados hay dos productores muy importantes, y tú estuviste a punto de insultarles con tu estúpido ego herido! ¡¿No ves que sin ellos, yo no tengo trabajo y tú no comes?!

Karin se quedó cayada un momento, para luego beber de su trago, mientras observaba enfadada a su marido.

— Eres una porquería.

— Tú no estás lejos de eso, querida. — le respondió sarcástico.

— Si pudiera retroceder el tiempo, nunca hubiera aceptado casarme contigo.

Sin decirle más la pelirroja se marcho del lugar. Dejando a Sai intranquilo, posó su mano en su cabello y rascó su cabeza con fuerza. La argumentación que le había dado la pelirroja era sin dudas una de las cosas en las que había coincidido últimamente. Él tampoco sabía en realidad porqué seguía con ella, el amor que al menos alguna vez le tuvo, Karin se había encargado de pisotearlo como había querido. Lo único que sabía era la razón principal del porqué seguía peleando en tener al menos una buena convivencia con ella.

— Ten — Una voz tranquila lo sacó de sus pensamientos. Miró hacia aún lado, Gaara sostenía un pequeño trago junto a un pequeño pedazo de pastel de chocolate. — Al parecer estas algo cansado, eso te reanimará.

Sai en esos momentos sintió como si lo que le ofrecía el pelirrojo fuera un oasis en medio del desierto, con ojos sonrientes aceptó.

— Eso no va por cuenta de la casa.

Sai lo miró por un momento, Gaara tan solo rió bajito.

— Es broma.

Sai sonrió enternecido, la risa del de ojos verdes le supo a calma tras esa desagradable pelea.

— Arigato, Gaara.

— De nada. — dijo para luego intentar salir de allí. Pero el moreno le tomó de la mano.

— ¿Cuanto has escuchado?—

El pelirrojo tan solo le observó con sinceridad, de nada le servía mentir: — Lo suficiente.

— Bien, no te culpo. Pero ya no se que más hacer…— el pelinegro se sentía abatido y no tenía con quien más desahogarse.

—Espera un momento… — Gaara se acercó a Ino para pedirle que le ayudara en algunas mesas, que tan solo debía ausentarse un segundo y volvía. Ino tan solo asintió, mientras Sai miraba al pelirrojo llegar junto a él.

— ¿Qué te tiene preocupado?...— el moreno lo miró curioso, a lo que Gaara habló con rapidez — Lo pude notar cuando rechazaron el hacer la serie. — habló el pelirrojo mientras no despegaba su verde mirada de la negra. El pelinegro tan solo sonrió compungido, mientras observaba los dedos de sus manos.

— Sasuke y yo nos hemos esforzado mucho. Quiero que vuelva a trabajar, desde que no está trabajando a mi lado nada es igual.

Gaara lo observó un momento, para luego decir sincero:

— Te preocupas por él, pero también lo haces por ti.

Sai sorprendido, pero sin demostrarlo, solo asintió. A lo que Gaara continuó:

— A veces es bueno ser un poco egoísta. Pero te comprendo, me ocurre algo parecido con algo que quiero hacer. ¿Pero sabes?— el pelirrojo desvió la mirada hacia el escenario, al ver como un hombre cantaba con entusiasmo, — A la final no es solo egoísmo, ya que por algo se quiere trabajar con esa persona. — Gaara pasó su mirada al oscuro poso de Sai, — Crees en el fondo en esa persona y en ti mismo. Crees fervientemente en que juntos pueden realizarse.

Sai observó impresionado al pelirrojo, como si casi leyera sus sentimientos. Aquello hiso mella en él sin lugar a dudas, esas sabías palabras eran más que ciertas. Comió un trozo de pastel y se sintió tal como el pelirrojo había mencionado, mucho más vivaz. Este tan solo le observaba, pero Sai estaba convencido. Esa mirada, esa sonrisa y esa forma de hablar la habían visto antes.

 Por su parte Gaara se apoyaba en la vitrina de cocteles.

— Además, he de decirte que extraño las grandes películas que ambos hacían — dijo sincero el pelirrojo. Sai por su parte se emocionó, por lo que veía al pelirrojo también le gustaba el cine.

— Ya que eres tan asertivo al aconsejarme…— dijo Sai en un tono pícaro, a lo que Gaara tan solo enrojeció, pero aun así le sostuvo la mirada — ¿Qué piensas de lo que ambos dijeron?

— ¿La verdad?— preguntó sin atreverse a decirla, pero la mirada confiada que le devolvió Sai terminó por convencerle, — Creo que es fascinante la historia, pero también creo que no debería ser una serie. Es una historia que no tiene el ritmo que debería tener una serie.

El moreno le miró curioso.

— He visto mucho cine y muchas series en mi vida. Quizás el problema es el ritmo, si me dejas opinar claro.

Sai asintió, meditando el asunto.  

— Pero eso no quiere decir que la deseches. Es algo muy bueno, quizás deberías pensar en otro formato — le dijo con fuerzas para que no desistiera.  

Sai volvió a mirarle impresionado, ¿qué acaso ese pelirrojo estaba metido en el mundo del cine?, que sabía todo aquello… Iba a preguntarle cuando notó que éste miraba a los productores que se acercaban al moreno, éste se levantó en seguida.

— No te preocupes, Sai. Sabemos el carácter que tiene tu esposa. — habló cansado uno de los hombres.

— Gomen — hiso una reverencia. Los hombres le pidieron al pelirrojo unos tragos mientras se acomodaban en la barra junto al moreno.

— Es más cómodo aquí, escuchando la felicidad de las personas al cantar — dijo uno de los hombres.

Sai sonrió, al igual que Gaara mientras preparaba los cocteles en frente de ellos.

—Sai, estuvimos discutiendo y llegamos a una pregunta que nos gustaría que nos respondieras con sinceridad— se dirigió el otro hombre al moreno, el que le miró serio esperando dicha pregunta:

— ¿No has pensado quizás que tu idea debería no ser una serie, sino una película?... — Sai miró confundido,  mientras el hombre se explicaba — Mal que mal tiene todos los puntos y lo que nos llama la atención al hacer un film, ¿qué mejor que bajo presupuesto y una brillante idea?

El pelinegro tan solo sonrió mientras miraba de reojo a Gaara, el que satisfecho le correspondió mientras dejaba los tres cocteles en la mesa y los tres productores se disponían a servirlos.

 

 

 

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Naruto estuvo unas cuantas horas recostado en las pequeñas escaleras fuera de su hogar, meditando como también sin estar seguro de entrar y enfrentar lo que aún no habían terminado. Su estomago le dolía un poco y se sentía cansado. Ese día había soportado mucho estrés.

El rubio acarició su vientre por encima del abrigo.

— No te preocupes, no voy a permitir que pase nada malo-ttebayo.

Luego de unos segundos la puerta se abrió. Deidara le observaba desde arriba. Naruto iba a levantarse, pero su hermano mayor se inclinó para sujetarle del brazo y ayudarle a levantar.  Naruto por su parte le observaba atónito.

— ¿Dei…?

— Hablemos adentro— Le interrumpió.

Tras entrar, sus padres le esperaban sentados en la mesa, con una cena algo simple, pero al parecer muy nutritivo.

— Ven, Naruto. Si quieres tener un hijo sano, debes comer bien dattebane. Nada de ramen, embutidos, pasteles, ni bebidas durante estos meses que quedan. — le dijo su hermano, haciendo que se sentara para comer.

Naruto miró a todos y comprendió sus miradas, a pesar de estar contrariados por todo, aun así querían ayudarle. Emocionado, bajó su cabeza mientras apretaba con sus puños su pantalón. No sentía deseos de llorar pero sí se sentía muy débil, algo cansado por todas las emociones vividas en ese día. Kushina comprendiendo a su hijo menor se acercó a él y le abrazó.

— Quizás no preguntamos cómo debíamos haberlo hecho-ttebane.

Pero el menor negó con la cabeza.

— Es normal-ttebayo. Realmente no quería preocuparles, pero no medí con eso que también les hice daño a ustedes. — Naruto miró a sus progenitores. — Por mi silencio y mi miedo que me registraran como doncel, oto-san tiene que pagar ese error y registrarse como algo que no es— No pudo evitar sentir la culpa, llevaba pensando en ello desde que se enteró de la verdad.

— Hijo… — Minato le miró seriamente, a lo que Naruto le contuvo la mirada, — Yo por ti, al igual que por tu hermano soy capaz de aceptar eso y mucho más. — relajó su mirada, observándole con cariño.

— Ie, oto-san. No deberías. — se negó Naruto.  

— Cuando seas padre lo comprenderás-ttebane— Kushina abrió el abrigo de su hijo dejando ver algo del vientre mientras le acariciaba— Cuando tu hijo esté contigo sabrás que no es tan solo un sacrificio, es protección; es amor. — le acarició el cabello, mientras el rubio se lanzaba a sus brazos escondiendo su rostro en el cuello de su madre, mientras Minato y Deidara les abrazaban también.

— Somos una familia-ttebane— la familia asintió.

— ¡¡Hai!!— respondieron todos a la vez.

— Demo… — Naruto miró preocupado a sus padres, — ¿Cómo lo harás, oto-san?

— Tendré que irme de todas formas, como teníamos previsto.

— No tienes que hacerlo-ttebayo. — le recriminó Naruto, pero Minato le miró serio.

— Ya te dije mis razones. Si quieres que tu hijo esté contigo y nosotros con él, todo debe seguir como siempre. Por suerte su madre es médico y ella puede realizarme el tatuaje cuando quiera, por lo que esperaremos un tiempo para ver que tal resulta todo.

— Demo, ustedes me lo dijeron. Tarde o temprano…

— Naruto no se si has visto lo que ha pasado últimamente, pero la ley tiene problemas. Shizune le dijo a Tsunade que las cosas en el ministerio están complicadas. No sabemos bien, pero es mejor esperar a actuar en estos momentos. Nosotros… — Miró a Minato, el que asintió para que continuase, — Luego de que te fueras meditamos con tu padre que lo mejor ahora es que no te registres como doncel. No al menos hasta que nazca tú bebe. Sé que no es lo mejor tal vez, pero preferimos eso a que te lo quiten en cuanto nazca, y por eso mismo Naruto. No tendrás a tu bebe en el hospital.

Naruto la miró confundido.

— Pero haremos lo posible para tenerlo aquí. Traeré todo lo necesario, Tsunade y yo nos encargaremos de todo.

Naruto emocionado tan solo tomó las manos de su madre con fuerza.

— Arigato Oka-san, Oto-san y Dei-niisan.  

Deidara se acercó a su hermano y le abrazó.

— Ahora tienes que descansar. Te noto muy cansado.

Naruto asintió, para despedirse de sus padres con un gran abrazo y subir junto con Deidara a su habitación. Cuando llegaron a la habitación del rubio menor, Deidara comenzó a hablar. No estaba muy seguro si estaba bien mencionarlo en esos momentos pero a nadie ayudaba dilatarlo más.

— ¿Has hablado últimamente con Uchiha Madara?

Naruto por su parte abre sus ojos con sorpresa, pero desvía inmediatamente la mirada, para que su hermano no lo notase. Tan solo entró a su habitación, sin responder ni objetar nada a su hermano. Deidara tan solo suspiró, su silencio era la afirmación.

— Oyasumi nasai, Naruto.

— Oyasumi nasai, Dei-niisan.

Y sin más que decirse, Deidara cerró la puerta para que Naruto tuviera privacidad. Se apoyó ligeramente en la misma, sin saber que hacer por su hermano menor.

Sí éste no quería entregarle información sobre sus conversaciones con Madara, no sabría muy bien cómo ayudarle. Lo único que se le ocurrió en ese momento era hablar con Itachi sobre su tío, éste debía tener más información sobre él, o mínimo podría acercase a éste y saber que era lo que pretendía realmente con su hermano. Rogaba porque pronto pudiesen encontrar alguna solución al tema.

El rostro de Itachi, sus besos y su mirada penetrante le hicieron sonrojar al recordar cómo al fin había podido hacer lo que hace meses tenía urgencia porque se realizara. No pudo evitar un sonrojo enfadado, no comprendía aun después de aceptar sus sentimientos cómo ese moreno director robaba los mismos de forma tan avasalladora:

— Kuso, Itachi no Baka.

Murmuró bajito, mientras se retiraba a la segunda planta, en específico a su habitación.

 

Por su parte Naruto sintió de pronto un sonido, notó que su hermano bajaba las escaleras y por fin pudo relajarse, se recostó en su improvisación de cama en el suelo, pero se sentía un poco incómodo. Observó su antigua cama, la cual había armado cuando Sasuke había alojado en su hogar, simplemente no había tenido el valor de deshacerla. De sacarla de la habitación. Era el recuerdo de un amor.

Melancólico con sus pensamientos, se levantó hasta acostarse en esa cama y arroparse. El bebe comenzaba a moverse en su estomago.

— Gomen ne… — volvió a acariciar su abdomen, ya sin vendas ni nada que le apretase. — Tendrás que ser fuerte y resistir por un tiempo hasta que nazcas-ttebayo. — continuó acariciando.

— ¿Sabes?, si no estuvieras aquí jamás aceptaría lo que Madara me ha propuesto, no quiero pero tendré que hacerlo. Ahora no soy solo yo. Somos tú y yo. — Naruto comenzó a sentir un cansancio profundo, poco a poco sus parpados le fueron pesando aún más. Tan solo posó su mano en su vientre mientras poco a poco se rendía a un mundo en donde al menos la realidad no podía inmiscuirse.

 

 

 

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Unos golpes insistentes en la puerta hicieron de esa mañana una muy ajetreada. Un rubio daba tumbos a la puerta de su hermano menor. 

— ¡Naruto! ¡Levántate! ¡El desayuno se va a enfriar! — pero al momento de abrir la puerta notó que era imposible que le contestaran. Naruto no estaba en el lugar.

Deidara observó extrañado el espacio. Era relativamente temprano, se preguntó qué lo habría sacado de la cama a esas horas, supuso que quizás había ido a ver a su pelirrojo amigo. Comenzó a bajar las escaleras a paso lento, un extraño presentimiento se alojó en su pecho pero intentó no tomarle mucha atención.

 

 

 

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Sus pies bajaban con cuidado cada escalón del bus, mientras el chofer esperaba a que bajara para que partiese. En el momento en que posó el pie en el suelo, el bus comenzó a partir, por lo que tuvo que alejarse rápidamente si no quería ser atropellado. El rubio observó enfadado al conductor mientras le mostraba con el dedo un gesto obsceno. Sin duda las leyes de conducción y la entrega de licencias estaban muy mal reguladas en esa ciudad.

Naruto se encontró de frente con la hilera de árboles de Sakura, los cuales continuaban secos a pesar de la fecha en la que se encontraban. Inspiró con fuerza, ya no había marcha atrás. Posó su mano sobre su bajo vientre un momento y comenzó a caminar con rapidez hacia el lugar, el viento era algo extraño, como también el clima a esas alturas, bastante voluble.

Se arropó con su abrigo negro.  Al toparse con el gran portón comenzó a observar su mecanismo. No había forma de manipularlo. Comenzó a rodear la casa, notó que debía estar Sasuke adentro ya que escuchaba un poco de ruido de platos al limpiarlos. Supuso que hace poco debió haber desayunado.

Luego de rodear toda la casa con cuidado y de no ser visto por ningún motivo, notó que era casi imposible entrar, de no ser por el único lugar que estaba libre de seguridad donde un árbol descansaba a un lado de la reja, allí no había cerco eléctrico, pero si un imponente cable de púas.

Tan solo se quedó cerca de aquel lugar, aquel punto ciego de seguridad y se recostó en el suelo, esperando a que el moreno saliese en algún momento de su hogar.

 

La tarde había llegado y al parecer nada daba indicios de que saliese del lugar. Ya no podía quedarse mucho tiempo más, si comenzaba a atardecer tendría que volver e ir al otro día, pero como si sus plegarias fuesen escuchadas, sintió un ruido desde la casa. Se escondió un poco y observó entremedio del menjunje de plantas que el moreno salía del lugar y atravesaba el portón. Naruto supuso que iría a hacer algunas compras, y por lo que recordaba el lugar más cercano estaba a unos ocho minutos caminando; sin duda tiempo suficiente para inmiscuirse. El rubio esperó un momento hasta dejar de escuchar el sonido de los pies del moreno en la tierra.

Así dejó su escondite, se quitó su abrigo, dejando ver una casaca con capucha holgada, su estomago no lograba verse en demasía por la misma, pero aún así se notaba ese pequeño bulto. Lanzó su bolso hacia el otro lado de la reja. Levantó el abrigo y lo colocó sobre el alambre de púas. Tironeó un poco de él para asegurarse. Inspiró con fuerza mientras se agarraba con fuerza de la reja y comenzaba a subir. Sin duda el peso extra en su abdomen dificultaba su capacidad de movilidad, posó una de sus manos en el abrigo y logró llegar a la cúspide de la reja.

En aquel momento pasó sus piernas con rapidez, no podía estabilizarse del todo pero de todas formas intentó mantenerse sereno para que el pánico por caer, no fuese un impedimento. Con decisión se soltó, cayendo con rapidez, pero su pie se dobló levemente al sujetarse de la reja de alambres, por lo que su caída al suelo fue inminente.

Lo primero que pasó por su mente fue la protección de su abdomen y espalda, por lo que con fuerza apoyó sus rodillas y sus manos al suelo; el dolor en sus articulaciones fue casi monstruoso, pero tampoco le dio mayor importancia porque había logrado que en ningún momento su abdomen pegara contra el suelo. Pero al estar apoyado en el suelo e intentar incorporarse, sintió de pronto como si su espalda le hubiese mandado un tirón muy fuerte.

Intentó serenarse, mientras se sentaba y apoyaba en la reja, suspirando con fuerza. El dolor seguía allí pero los saltos entre cada uno eran más lejanos.

Obligándose a sí mismo a continuar, comenzó a levantarse con cuidado. Apoyó sus manos en sus rodillas para estabilizarse. Agarró su bolso y luego su abrigo, tironeando de él con fuerza rompiéndose un poco. Lo llevó en sus manos, para luego comenzar a caminar al rededor de la casa. Notó una ventana entreabierta, recordó que aquella daba al pasillo, por lo que con rapidez la abrió y logró pasar. Notó que el sonido del televisor estaba encendido, se preguntó con extrañeza del por qué, por lo que recordaba Sasuke nunca veía televisión.

Sin más por qué pensar el rubio caminó por el amplio pasillo, respiraba con fuerza, estaba cansado; estresado por todo. Tan solo tenía un pensamiento en su mente, salir lo más rápido posible del lugar. Finalmente llego a la sala de trabajo del moreno y notó que la puerta se encontraba abierta. Se coló por ella hasta llegar a los manuscritos, comenzó a hojear algunos y desechar otros, la mayoría los había leído las veces en que había ido a la casa. Ya no sabía por donde más buscar hasta que de pronto se topó con un lote que estaba algo más guardado, lo hojeo y lo que pudo leer entre lapsus, le llamó mucho la atención. Al parecer era un guión bastante largo, quizás una trilogía de películas o quizás una serie. No podía saber realmente que era, y no tenía el tiempo como para averiguarlo. Rápidamente tomó su bolso y guardó los manuscritos cuando una oleada de dolor le atravesó por toda la espalda hasta sus articulaciones, pero por sobretodo el dolor se presentó debajo del vientre. Naruto suspiró con fuerza, ¿qué había sido eso?... no tuvo más tiempo para preguntárselo ya que de pronto la puerta comenzó a abrirse.

Los ojos azules del rubio se voltearon con pánico, no podía haber llegado tan rápido. Pero grande fue su sorpresa al verle a él, quién le miraba extrañado.

— ¿Naruto?

— ¿Sai? — el moreno aún sostenía el pomo de la puerta y le miraba curioso.

— ¿Qué haces…? — de pronto un dolor inundó cada fibra del cuerpo de Naruto, por lo que tuvo que doblarse a consecuencia del mismo dando un pequeño aullido de dolor, apoyándose en una mesa mientras intentaba colocarse el abrigo.

Sai sin mucho que entender de la situación, pero si al ver que el rubio tiene un problema, se acerca e intenta ayudarle. Naruto se niega, pero otra holeada de dolor atraviesa su cuerpo, dando un quejido de dolor. Sai preocupado le observa con detención mientras toma el brazo del rubio y le ayuda a apoyarse en su cuerpo.  

— Naruto, ¿qué haces aquí?

— Yo…

Pero el ruido de la puerta les llama la atención. Allí de pie, Sasuke observa confundido a ambos.

— ¿Qué mierda haces aquí?

Naruto intranquilo y a pesar del dolor se aleja de Sai. No tenía que más decir, tan solo apoyó bien su bolso en su espalda, al menos ya tenía lo que necesitaba. Comenzó a caminar sin siquiera mirar los ojos oscuros de Sasuke, pero al momento en que iba a pasar a su lado. Sasuke le sujetó del brazo.

— Te he hecho una…

Pero antes de poder terminar la frase. Naruto dio un grito de dolor mientras volvía a retorcerse, ya no sabía por qué estaba pasándole. Sasuke le miró extrañado, no comprendiendo absolutamente nada, por instinto sujetó a Naruto impidiendo que cayera. El rubio mantenía sus ojos cerrados mientras apretaba su abrigo con fuerza.

Sasuke observó ese rostro sin comprender qué sucedía… ¿Quién era aquella persona que sostenía?

Sai se acercó hasta el rubio, notó que estaba sudando al pasar su mano por la frente de éste.

— Sasuke, no es el momento de discutir.

Sasuke no despegaba la mirada del rubio… ¿Quién era aquella persona pálida?

— Hay que llevarlo al Hospital.  

No dijo nada, tan solo asintió al momento de sostenerle. Pero Naruto abrió lentamente sus ojos, mientras miraba a ambos, de su boca salían pequeños quejidos al hablar.

— Ie…. Yo… No puedo ir allá.

Sasuke continuaba prendado a esa mirada… ¿Quién era aquella persona con ojos tan apagados?

— ¡No sé si te das cuenta pero estás gritando de dolor!— argumentó Sasuke al no entender la testarudez del ojiazul.

Naruto negó con la cabeza.

— No puedo-ttebayo. Onegai… — inspiró y cerró sus ojos, las oleadas de dolor eran muy continuas. Intentaba tranquilizarse para apaciguarlas, pero no había remedio, algo sucedía… algo le sucedía a su bebe. — Solo déjenme un momento y me iré…

Naruto se separó del moreno e intentó sentarse en el suelo, recargado en la pared. Sasuke no intentó acercársele, estar cerca del rubio hacia que sus pensamientos se revolvieran y no pudiera concentrarse con claridad. Se levantó, mientras que Sai se agachó para estar junto al rubio.

— Tranquilo. No iremos.

Sasuke le miró incrédulo, por su parte Sai lo comprendió. Sasuke estaba en una batalla mental muy compleja, pero la voz de un niño les llamo la atención a todos.

— ¿Etto… qué sucede?— Algo adormilado Kazuo caminó hasta ellos, mientras posaba su mano en uno de sus ojos, para despertar por completo. Había comenzado a escuchar unos gritos que le hicieron levantarse. Al mirar a los tres, sus ojos se sorprendieron al ver al rubio.

— ¡¡Naru-chan!! — Naruto por su parte sonrió levemente, Kazuo tenía un rostro preocupado al acercársele. — ¿Por qué no has venido?, ¿estás enojado con oji-chan?, ¿Qué pasa?, ¿te duele algo?— eran una y mil preguntas que atravesaban la cabeza del niño, pero preguntas que también cruzaban por alguno de los miembros que se encontraban en el lugar.

El ojiazul por su parte tan solo asintió.

— ¿Dónde?

Naruto estaba acorralado. No sabía muy bien que argumentar, pero prefirió ser sincero con el pequeño, mal que mal nadie sabía de su condición.

— Me duele la espalda, y parte del vientre.  

— Oh… Naru-chan, ¿por eso no te puedes levantar?

Naruto tan solo asintió.

— ¡¿Qué esperas Oji-chan?! — Kazuo miró a Sasuke con urgencia.

El moreno en cuestión le miró extrañado.

— ¡Llévalo a tu habitación, no ves que no puede caminar!— le exigió el pequeño. A lo que Sai tan solo sonrió.

— Tú no me mandas, mocoso. — le argumentó el moreno mirándole con enojo, mientras que Kazuo con un puchero enfadado. Sai sudó una gota de anime, mientras Naruto dio una pequeña sonrisa, al parecer el carácter de Sasuke no había cambiado en absoluto.

El pequeño pelinegro le miró seriamente. Una mirada a la cual Sasuke no podía resistirse, finalmente suspiró apesadumbrado.

— Está bien.

— Ie. Yo me iré en cuanto esté mejor. — argumentó Naruto, no quería estar más allí y tampoco podía.

— No seas terco, Naruto. — Le recriminó esta vez Sai, a la vez que le miraba de forma reprobatoria. La misma mirada que le estaba lanzado el hijo de éste. Naruto tan solo sonrió ante ello.

Sasuke suspiró mientras se agachaba y pasaba un brazo bajo el hombro del rubio y le ayudaba a levantarse. El rubio por su parte, no podía creer lo que estaba pasando, su corazón se contrajo por un momento para luego mirar estupefacto al moreno.

— Apóyate en mí para subir las escaleras. Iremos despacio.

Sasuke en ningún momento observó al rubio a los ojos, siquiera volteó su cabeza para hablarle. No quería pensar en que sentiría al ver esos ojos tan cerca. No quería y no podía pensar en ello. Naruto tan solo asintió.

Poco a poco subieron las escaleras, hasta finalmente llegar a la cama. Sasuke abrió la colcha, Kazuo ayudó a quitarle los zapatos para luego se acomodara en la cama. Sasuke iba a quitarle el abrigo, pero el rubio apretó con fuerza negando con la cabeza. Sasuke no quiso insistir. Naruto dijo un leve “gracias” al estar acomodado, de pronto otra punzada llegó pero esta vez algo más débil. Todos le miraron al escuchar el quejido.

— No pasa nada, ya pasará-ttebayo.

Sai observa a Sasuke, el que suspira cansado y asiente, ambos se conocían de hace ya tantos años, ambos trabajaban juntos en algo que amaban. Sabían con la mirada del otro que querían decir.

Sasuke miró a Kazuo, el que sostenía la mano de Naruto.

— Kazuo, acompáñame abajo. Ayúdame a preparar algo.

Kazuo asintió mientras seguía al Uchiha. Naruto sonrió levemente al ver como Sasuke tomaba la mano de Kazuo y se perdían por el pasillo.

Supuso que Sasuke debió haber sido un muy buen padre, preocupado por su hija. Dedicado también a su pequeño primo. Pero no esperaba que fuese preocupado por el hijo que esperaba, mal que mal, jamás padre e hijo se conocerían. Aquello le dolía muchísimo y sus ojos lo demostraban al estar tan opacados. Tristeza que apreció Sai al mirarle, cerró la puerta tras de sí y fue a sentarse a un lado de Naruto.

— ¿Qué sucedió entre tú y Sasuke?

Naruto desvió su mirada un momento. Mientras apretaba su estomago por debajo de las colchas, acariciando levemente su vientre.

— Por favor, solo quiero que me respondas con sinceridad. Si no es así, prefiero que no me contestes.

Naruto le miró a los ojos y encontró los negros conciliadores, tan parecida a la mirada que le daba Gaara cuando hablaban algo importante para él.

Sai inspiró con fuerza. — Te prometo que no voy a juzgarte.

Aquellas palabras dieron paso para que el rubio contara su historia.

Naruto le contó la forma en que manejó aquel día de la colisión. Cómo ayudó a Sasuke. Cómo fue a verle mientras estaba en el hospital, algo de su estancia en la cárcel. Cómo finalmente sus destinos se encontraron, y luego de darse cuenta de una cruda verdad tuvo que confesarle lo que él era.

Naruto sentía que poco a poco el dolor comenzaba a aminorar, pero su vientre se encontraba muy caliente. Estaba sudando.

Sai cerró los ojos por un momento. Asimilando toda la información.

— Se que es difícil hablarme después de enterarte que maté a la familia de Sasuke. 

— No digas eso.

El rubio tan solo se cayó, mientras cerraba los ojos con un poco de fuerza tras una punzada,  Sai abrió los ojos por un momento.

— Cómo te dije antes, no soy quien para juzgarte.

Naruto tan solo sonrió para luego abrir sus ojos cansados. Sai le miró con curiosidad.

— Es curioso-ttebayo, esas palabras las escuché de alguien a quien conoces muy bien— Se notaba la duda en los ojos negros. — Gaara me dijo lo mismo.

Sai por su parte tan solo sonrió.

— Y tiene toda la razón… — se acomodó a los pies de la cama del rubio, mirándole fijamente. — Cuesta asimilar todo lo que me has dicho. Yo conocí a Sakura, a pesar que nos peleábamos continuamente, era una buena mujer y apreciaba mucho a Sasuke. Ella en ningún caso merecía lo que le sucedió — Naruto apretó las sabanas con fuerza, al mismo tiempo que desviaba la mirada, él eso lo sabía más que nadie. — Demo…

Posó su mano en la pierna de Naruto, el que le observó.

— Eso no quiere decir que tú seas un error en la vida de mi itoko.

Naruto le miró algo confundido.

— Sé al escucharte que estás arrepentido hasta lo más profundo de tu corazón, pero seguir pensando en ello no te ayudará. Tampoco a él le ayudara en su vida continuar con ese dolor. — más que una argumentación para el rubio, parecía decírselo a sí mismo.

— ¿A qué te refieres?, yo solo quiero que Sasuke esté tranquilo, y sé que la única forma que lo sea es que no me vea nunca más. El y yo no tenemos nada que nos una-ttebayo. — mintió, él sabía que aunque lo negara ese hijo era esa unión, por más que el moreno no quisiera, ya se había creado una.

— Eso no lo sé. — Por un momento los cabellos del rubio se erizaron del miedo, casi sonaba como si supiera que estaba pasando, — Nadie lo sabe ni tú, ni yo; tampoco él. Pero creo mucho en que no existen las casualidades.

Naruto le miró curioso, se acomodó un poco mejor en la gran cama. El calor bajo el vientre era muy fuerte, aun así quería escuchar al moreno atentamente. Llevo sus manos bajo la colcha, específicamente bajo su vientre transmitiéndole sentimientos de serenidad al pequeño.

— Estudié cine Naruto, las películas y la realidad no tienen mucho de diferencia. En el guión un punto te lleva al otro, no hay causa sin efecto y en la vida es lo mismo.

Naruto asintió, no comprendiendo muy bien a donde iba a parar con eso.

— Está tu razón de ser, tú premisa. Tu línea argumental, que es tú forma de vivir y superar los obstáculos para cumplir esa premisa y las sub-tramas que te ayudan a reforzar tu premisa; son los motivos por los cuales queremos seguir luchando. Todo aquello es importante, no solo una cosa.

Naruto logró comprender y ante esto tan solo sonrió.

— Arigato, Sai. Al igual que Gaara por no juzgarme. Mis errores jamás se podrán pagar…— Miró con tristeza al moreno, el que notaba la misma palpable en el aire, — demo, ya no puedo hacer más por eso.

Sai tan solo le sonrió como siempre.

En aquel momento la puerta de la habitación se abrió mientras Sasuke entraba con un hombre un poco más alto que él, vestía una bata de médico. Naruto se sorprendió levemente al verle, tenía la mitad del rostro con algunas marcas, supuso que se las había causado en algún accidente. El hombre ingresó seguido de Sasuke y de Kazuo.

— ¡Vaya!... tanto tiempo.

— Hai… ¿Cómo estás, Sai?— se saludaron de un apretón de manos. Naruto los miró curiosos, ya que al parecer era alguien conocido.

El médico se acercó hasta la cama y se sentó a los pies de ésta mientras observaba al rubio.

— Mi nombre es Uchiha Obito. Soy el médico de la familia.

— Etto… mucho gusto. Mi nombre es Uzumaki Naruto.

— Bien, voy a examinarte — se levantó iba a sacar sus instrumentos cuando miró a todos en la habitación.

— ¿Y ustedes qué hacen aquí?

— ¡Queremos saber qué tiene Naru-chan! — dijo el pequeño al parecer respondiendo por el grupo.

— Yo les diré cuando lo sepa, ahora onegai necesito que salgan.

— Demo… — intentó persuadir el niño con sus ojitos brillantes y haciendo pucheros.

Obito miró al pequeño con autoridad, sin flaquear ni un ápice. Por su lado Sasuke salió sin siquiera echar una mirada al rubio. Sai le siguió, pero le dio una sonrisa y Kazuo finalmente se rindió y siguió a su padre; cerrando la puerta. Obito no comenzó hasta que notó luego de unos minutos que las pisadas de todos se dirigían a las escaleras y descendían.  

— Son algo sobre protectores contigo, al parecer. — dijo Obito al ver sus reacciones. A lo que el rubio rió levemente, pero un calor más una pequeñita punzada en su espalda le hizo quejarse.

— Bien, veamos…— Obito sacó un medidor de presión, un estetoscopio, y algunos otros utensilios para revisarle, mientras le preguntaba sobre las molestias.

— ¿Qué te duele?

— El vientre y parte de la espalda

— ¿Es un dolor constante?

— Hai. 

— ¿Hace cuando comenzó?

— Hace una media hora.

El rubio estaba algo impaciente, Obito abrió la colcha de la cama.

— Necesito que dejes el abrigo a un lado y todo lo que tienes puesto, cintura hacia arriba.

Naruto no sabía cómo sacarse al hombre de encima. Pero sabía que si o si se iba a enterar. Comenzó a sacarse una a una las prendas.

— Qué hiciste con tu cuerpo para que comenzara el dolor.

— Me caí de una superficie alta — no iba a dar detalles de lo que había querido hacer, — pero me apoye con mis manos y piernas en el suelo. No choqué con mi cuerpo el suelo.

Obito le miró curioso, ya que si era así no entendía por qué le dolían esas partes.

— ¿y tus articulaciones?

— Duelen, pero no superan lo de mi vientre y espalda-ttebayo.

— Vamos a ver—

Naruto sacó su última prenda y miró hacia abajo, mientras aflojaba las vendas de su estomago. Obito no había notado nada por estar inmiscuido en sus artefactos hasta que le observó.

Ambos se quedaron en silencio hasta que el mayor lo rompió:

— Caíste de una superficie alta en ese estado. — más que una afirmación parecía un tono castigador.

— Hai-ttebayo.  

Obito tan solo suspiró, para luego hablar:

— Debes tener más cuidado. Ahora si quieres perder al bebe, tendrás que esforzarte tan solo un poco para la próxima vez.

— Yo quiero tener a mi hijo. — le dijo Naruto en un tono serio, sus ojos destilaban seguridad y enojo ante las palabras del mayor. Obito al ver aquellos ojos seguros, dejó de incomodar al rubio.  

— Tu presión está un poco alta, es por el dolor que estás sintiendo, te dejaré unas pastillas suaves para esto, que no afectan tu embarazo. — Mientras comenzaba a guardar sus utensilios.

— Tuviste mucha suerte, esa caída pudo haberte hecho abortar.

El rubio miró asustado su vientre, mientras posaba sus manos en él. Obito al ver el miedo reflejado en esos ojos azules, aminoró su tono de voz:

— Pero no sucedió. Por lo que no debes preocuparte. Independiente que tu estómago no golpease contra el suelo, la fuerza de gravedad al caer no es la misma que cuando no estás en estado, tu espalda sufrió el peso de tu abdomen, y como debes saber el dolor pasó a través de tu vientre. El cuerpo es integro y debes tener cuidado.

Naruto asintió apenado.  

— Estás muy delgado. Debes alimentarte más. Intenta no comer nada que pese a tu estomago, verduras puedes comer a destajo, pero no así las frutas. Tan solo máximo dos al día, si quieres mantener alejada la diabetes.

El rubio volvió a asentir.

— Lo primero, te dejaré una crema hidratante para que tu piel no se quiebre por el aumento del vientre, debes echarla todas las noches antes de dormir. Lo segundo, debes tomar vitaminas por lo que debes comprar suplementos, en las farmacias hay un conjunto de prebióticos y vitaminas en tabletas, lo más importante que consumas mucho calcio y aceites omegas, eso está en el pescado. Lo tercero, te dejaré un medicamento que se llama acetaminofén, que puedes usar por el dolor que tienes, es especial para embarazos, pero por favor no debes excederte al tomar. Sabes que cualquier cosa puede afectarte y por consecuencia a tu bebe. — argumentaba mientras le dejaba unas muestras de cada medicamento.

Naruto asintió. Intentando memorizar todo y que no se mezclaran los nombres.

— No te preocupes, cuando baje le dejaré la orden de los medicamentos a Sasuke.

Naruto le miró preocupado.

— Etto… usted… ¿lo va a comunicar-ttebayo?

— No te preocupes, esto se queda entre nosotros. Soy médico y tú eres mi paciente, si no quieres que se enteren yo guardaré el secreto; es más bien ético. — habló con seriedad.

— Demo el ministerio… — preguntó preocupado el rubio.

— ¿Te digo una gran verdad?— dijo Obito mirando al rubio con una sonrisa. — Estoy en desacuerdo con la ley de los donceles.

Naruto tan solo asintió para luego sonreír, sabía que ese hombre no diría nada.

— Demo, también es verdad que aunque no me agrade, se debe cumplir y cuando nazca tendrás que registrarlo y por consecuencia tú también deberás hacerlo.

El rubio le miró de forma tranquila:— En ese momento me haré responsable-ttebayo.

— ¿El padre varón lo sabe?

Naruto negó.

— Está en ti decidir cuándo llegará ese momento, son tiempos difíciles Naruto y por muy en contra que estemos la gran mayoría de esa ley, los varones en este momento tienen más derechos.

Naruto tan solo asintió.

— Demo se te ve un doncel resistente y sabrás manejarlo. — le sonrió para luego cerrar su maletín, a lo que Naruto también le sonrió, mientras se colocaba sus ropas.

— A propósito, Naruto.

El rubio le observó.

— No necesitas llevar esas vendas, tan solo con ropa holgada no se notará. Los embarazos de los donceles no son tan prominentes como los de las mujeres, supongo que de todas formas lo has notado, ¿no?

El rubio asintió.

— Estás en tu quinto mes, en una mujer su embarazo es más que notorio, pero en ti parecieran unos 3 meses, tan solo se ve una curvatura algo más desarrollada; sin ropa se nota inmediatamente tu estado. Por lo que no es necesario que apreses tu estomago, si no tienes más remedio, solo en ocasiones especiales. En unos dos meses más ya tu vientre se notará.

Naruto volvió a asentir. Luego de unos minutos ambos se despidieron, mientras Obito cerraba la puerta tras de sí. Naruto por su parte acarició su vientre por debajo de su ropa, y se agachó levemente:

— Perdóname pequeño. No pensé que esto se escaparía de mis manos. Gomen dattebayo… — susurro mientras continuaba acariciando su abdomen.

 

Por otra parte Obito llegaba junto a los tres varones de la casa. Sai y Kazuo le miraban expectantes, mientras Sasuke tan solo le observó de reojo.

— ¿Y cómo está?— preguntó Sai.

— No te preocupes, solo necesita un poco de descanso. Está muy estresado.

Sasuke por su parte solo bufó sarcástico. A lo que Sai le miró reprobatoriamente. Sabía y comprendía ahora plenamente el por qué de la actitud de Sasuke y que no tenía mucho que opinar con respecto a lo mismo, pero en fondo de su corazón sabía que era imposible odiar al rubio. Naruto era al igual que Sasuke una víctima, claro que éste sabía lo que había ocasionado, pero hasta el día de hoy lo pagaba, sobre todo con cada mirada despectiva por parte de su itoko.

— ¿Por cuánto tiempo?

— Una semana al menos, estaría bien. Debe no intentar caminar por prolongadas horas, está con un dolor permanente en la zona lumbar, le dí medicamentos para ello. — dijo ofreciéndole la receta a Sasuke, el que no entendía por qué se la daba a él, pero la mirada inquisidora de su primo hiso que recogiera el papel.

Leyó los medicamentos que estaban en él para después mirar a Obito. Kazuo por su parte subió las escaleras para estar un momento con su rubio amigo. 

— ¿Sabes que Madara está rondando por Konoha? — el ceño de Obito se frunció apáticamente. — ¿y qué tiene contacto con él? — Continúo Sasuke indicando con su dedo índice hacia la segunda planta. Obito no respondió nada, notaba por lo poco que había hablado con el rubio que no era una mala persona, y que algo debía pasar como para que mantuvieran contacto.

Sai por su parte miró con el ceño fruncido a su itoko. 

— Debe haber una explicación para eso. — argumentó. 

Sasuke por su parte se mofó; — Sí claro que la hay. Los dos son iguales y por eso se llevan.

Obito tan solo suspiró cansado, se despidió de ambos y se marchó. Sai por su parte se mofó del moreno, sabía que quizás le costaría su vida hablarle así, pero prefería hacerlo:

— Vaya Sasuke, si no te conociera diría que estás celoso.

Sasuke le miró impactado e incrédulo, no dando crédito a lo que escuchaban sus oídos. 

— ¡¿Nani!?

— ¿Qué más da si ellos se hablan?, tú desprecias a Naruto por lo que no debería importarte con quién esté. — argumentaba mientras masajeaba su cien, cansado.

— No me interesa.

— ¿Entonces por qué hablas así de él?

— Porque es la verdad, la basura se junta con la basura, ¿no?— sonrió irónico, sus ojos destellaban rabia, pero al mismo tiempo un sentimiento más, uno que seguramente se negaba a aceptar. Sai sabía el mar de sentimientos que podían estarle aquejando, pero eso no le daba derecho a hablar de esa forma de Naruto. 

— No tienes remedio— Sai le arrebató la receta de su mano, y comenzó a caminar hacia las escaleras, mientras susurraba— Tan solo espero que no te arrepientas de lo que estás haciendo, Sasuke.

Pero éste en ningún momento le escuchó, tan solo se quedó allí intentando descifrar la mar de emociones que le aquejaban.

 

 

 

********************************************************************************

 

 

 

Naruto sostiene la PSVita de Kazuo jugando, mientras el pequeño le dice que es lo que tiene que hacer; se les nota muy concentrado. Sai golpeteó ligeramente la puerta. Ambos le observaron:

— ¡¡No!! Naru-chan perdiste. — se quejó Kazuo en el momento en que su padre les interrumpió.

— ¡¡No… dattebayo!! — dijo al volver a mirar la pantalla. 

Ambos observaron con un puchero la pantalla. Sai por su parte tan solo rió, estaba seguro que si la vida le daba una oportunidad a Naruto, éste sería un buen padre.

— Kazuo, baja y arregla tus cosas que nos vamos.

Kazuo asintió mientras Naruto le devolvía la PSVita, Kazuo abrazó al ojiazul.

— Espero verte de nuevo, Naru-chan

— Yo también, Kazu-chan.

El niño le sonrió mientras bajaba de la cama en dirección a la primera planta.

Sai cerró la puerta tras de sí, mientras se sentaba a los pies de la cama.

— Yo te llevaré a tu casa ahora.

Naruto asintió.

— Ahora, me siento con la obligación de hacerte esta pregunta…

Naruto esperó a que hablara.

— ¿Por qué entraste a la casa de esa forma?

Los bellos del rubio se pusieron de punta. No debía siquiera comentar el porqué; — Yo… no puedo responder a esa pregunta por más que quiera.

— No quieres o no puedes.

Hubo un momento de silencio, pero el rubio suspiró para responder:

— Lo segundo-ttebayo.

Le miró intrigado, pero de cierta forma preocupado. Tenía un leve presentimiento: — ¿Por qué…?

— No puedo decirte, pero si puedo devolverte esto…

Naruto le pidió el bolso, a lo que Sai se lo entregó. Naruto sabía que después de todo lo que Sai y también, aunque no quisiera, Sasuke habían hecho por él. Naruto no podía hacer lo que le habían pedido.

— Ten… — dijo mientras le entregaba los manuscritos de Sasuke a Sai, el que le miró con curiosidad.  — Hace un tiempo intentaron entrar a casa de Sasuke, ¿recuerdas?

Sai tan solo asintió, 

— Fue por esto-ttebayo. — indicó los manuscritos.

Sai, algo intranquilo decidió preguntar: — Naruto dime la verdad, ¿Tuviste algo que ver? — pero ante el rostro angustiado de Naruto sabía que no debió haber hecho esa pregunta, y demasiado tarde lo supo, ya que en aquel momento la puerta se abrió de golpe.

— Lo sabía… — murmuró Sasuke, mientras observaba a Naruto con esa mirada sumamente fría. El rubio no pudo evitar compararlo con Madara, en ese momento estaban a milímetros de equiparse, simplemente no respondió nada.

— Por eso estuviste con esa seguridad aquel día, sabías que a esas horas ya no iban a estar esos tipos, ¿no? — lo observó con una seriedad abismal. Pero el rubio no respondía ni negaba nada y aquella actitud lo ponía más que furioso:

— Vete, Uzumaki— La crueldad era palpable en sus pupilas. Sai por su parte se levantó enfadado, tampoco iba a permitir que le tratase de esa forma.

— Oye, Sasuke no deberías…

— ¡Sé por qué lo digo, tú no tienes idea de nada! — le gritó de lleno Sasuke. Intentando zanjar el tema, pero lo que menos se esperaba era la contestación de su primo:

— ¡¿y tú que sabes, Sasuke?!

Ambos se quedaron en silencio durante un momento. Naruto tan solo apresaba fuerte la colcha con sus manos, debía irse de ahí lo más rápido que pudiera, tampoco era su intención hacerlos pelear. Simplemente no respondía porque ya no tenía más argumentos. Pensó simplemente que el moreno pensase lo que quisiera.  

Naruto levantó la colcha, se sentó y colocó sus zapatillas.

— Me marcho. — dijo mientras lentamente se levantaba. Le dolía un poco su espalda y vientre, pero aún así camino en dirección a la salida de la habitación.

— Yo te llevo, Naruto. No ando en mi automóvil, pero iremos en taxi — argumentó Sai.

Sasuke por su parte observó a su primo con recelo. No comprendía en si las palabras que le había lanzado ¿acaso sabía lo que Naruto había hecho?, y si era así ¿cómo era posible que tan siquiera le hablara?

— Ie, Sai. No quiero molestar. — Negó con la mano mientras con dificultad daba unos pasos, pasando a un lado de Sasuke sin dirigirle la palabra, cómo éste tampoco si quiera le observó cuando el rubio pasó junto a él. 

— No te preocupes. — Se dirigió hasta él y le tomó del hombro, mientras le ayudaba a caminar hasta llegar a la escalera.

Abajo un preocupado Kazuo escuchó parte del griterío, se preguntó el porqué su Oji-chan le echaba la culpa a su Naru-chan por lo que había pasado hace unos meses.

Kazuo observó como su padre y Naruto bajaban las escaleras. Logró apreciar en aquel momento como Sasuke se acercó a la escalera y observaba hacia los dos hombres que bajaban, y la mirada de Sasuke, tanto como la mirada de Naruto transmitían una gran tristeza y la de su padre una gran preocupación.

Aquello no le gustó al pequeño. Ellos hace unos meses se llevaban bien, sabía que Sasuke se preocupaba por Naruto. Entonces, ¿qué había pasado como para que ahora se trataran así?. Pensó que si pudiera, les echaría una mano sin lugar a dudas. Pero, ¿cómo? esa sería una de sus tareas.

— ¿Guardaste todo en tu bolso, Kazuo?— el pequeño asintió.

El menor tan solo observó como Sasuke le dio una pequeña mirada y se volteó dirigiéndose a su habitación. Kazuo continuó observando hacia aquel lugar.

— ¿Oto-san? — Sai le observó durante un segundo, — ¿no vamos a despedirnos de Oji-chan?

La mirada de su padre se opacó por un segundo, sin saber muy bien como contestar a esa pregunta.

— Sasuke se encuentra cansado. Otro día volveremos.

Kazuo tan solo asintió a las palabras de su padre.  

 

El trío esperó hasta que un taxi llegó al lugar. Sasuke por su parte se dirigió a la ventana tras escuchar el sonido de las ruedas del automóvil. El primero en ingresar fue Kazuo seguido de Naruto a quien Sai le ayudaba.

No entendía el porqué en que Sai le ayudara, no comprendía que era lo que transmitía Naruto a todos los que le rodeaban que querían verle sin preocupaciones, sin esas miradas opacadas. ¿Por qué?, simplemente no lo merecía. Pudo notar como Naruto volteó su mirada hacia la casa, tan solo un momento, un segundo. Pero aquel segundo hiso que Sasuke dudara si creerle o no a ese rubio. Se le notaba abatido, una mirada que pedía a gritos… ¿el perdón?, Sasuke cerró la cortina de su ventana, mientras el automóvil arrancaba.

El moreno se volteó a mirar su gran cama solitaria; vacía hace tantos años, pero que había sido llenada hace unos meses de lo que recordaba era un rubio de ojos azules sumamente revoltoso. Un joven que le había mentido, pero que también reconoció; le había dicho la verdad. Un joven que ahora le era irreconocible… ¿aquél era el verdadero Naruto?

Sasuke se recostó en su cama para observar hacia la ventana, el manto oscuro y esas estrellas que le iluminaban con esa gran luna.

Naruto en aquel momento observó el mismo cuadro por la ventana del automóvil, tan solo una pregunta pasó por su cabeza, al igual que en la morena:

¿Algún día podrían entender el significado real de la palabra “perdón”?

Ambos cerraron los ojos al mismo tiempo.

Eso aún no podían saberlo.

¿O quizás si?

 

 

…CONTINUARÁ…

Notas finales:

 

Nota: Como lo prometido es deuda =D después de una semana y algo, he aquí un nuevo capítulo de My Place… jeje. Aunque éste fue nuevamente titánico, con 44 hojas en Word x.x

Gracias como siempre por los reviews y las lecturas, saben que me alegra mucho que les guste mi trabajo =) También agradezco toda esa fuerza al volver, el apoyo para que mejore de una vez por todas, que espero fervientemente que así sea y no moleste mucho con la actualización de estos últimos capítulos.

En fin, dejo la sinopsis del próximo como siempre:

 

My Place, Capitulo 10: “R E D E M P T I O N”:

Los preparativos para entregar el cortometraje de Naruto y Gaara comienzan. Una conversación dará paso a un malévolo plan. La ley tiembla. La fecha esperada llega. Un acuerdo… Un pub… Una canción… Una mirada… Una pelea… Una redención.

 

…A tan solo pasos para el final…

 

El siguiente capítulo estará luego de las tres semanas, si llegase a demorar por temas de salud será anunciado en mi facebook, ya que en él anuncio cualquier cosa en cuanto al fic:

https://www.facebook.com/zafiro.indigo.5


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