Una noche de halloween. Los dos vocalistas discuten de manera acelerada su admiración hacia la dichosa fecha que tanta polémica suele generar. El pelirrojo descansa sentado sobre unas escaleras las cuales más temprano había usado para acabar de pintar las paredes de lo que era el departamento de su amigo. El rubio revisa tocando con temor la pared de color negro que parece ya haberse secado, suspira aliviado. Mikki termina sus argumentos respecto su romántica visión de la sombría fecha mientras Yuki, el rubio, le oye en silencio.
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-Es una interesante forma de ver Halloween- Le dije a Miki sonriendo – ¿Pero estás seguro que me vería bien vestido de negro? – Debatí mirando mi pálida piel sin poder imaginarme tal cosa.
-Bueno… ¿por qué no lo probamos entonces?- Sugeriste seductoramente mientras ponías tus dedos en la pintura negra, me miraste con malicia y creyendo comprender esa mirada comencé a retroceder. -¡Vamos! Yuki san, ¡Acércate!- Dijiste riendo mientras yo continuaba alejándome de ti hasta chocar con la pared tras de mí –Te… Tengo- Murmuraste al por fin acorralarme en una de las esquinas mientras comenzabas a levantar mi camiseta hasta la altura de mi pecho.
Respiré algo fuerte… -¡Ya! ¡Miki kun!- Dije comenzando a sonrojarme, odio cuando juegas así.
Acercaste tus dedos entintados a mi pecho descubierto y los deslizaste por mi cuerpo hasta llegar a mi ombligo.
-No puedo mentir, te queda bastante bien Yuki… a pesar de ser tan tierno y angelical siempre- Continuaste diciendo ahora mirando tu traviesa marca en mi cuerpo entretenido, tentado, a lo que reaccioné tímidamente. Incliné mi rostro a ver la pintura que habías dejado en mi torso.
-¡Me embarraste todo!- Te respondí espantado con un puchero.
-No todo… Aún- Entonces tomaste mi mano que yacía en tu hombro con el motivo de alejarte, sentí tu cuerpo presionarse contra el mío en la pared y pronto tu tibia respiración contra mi cuello. Me estás poniendo nervioso y comienza a notarse. Inclino mi rostro para evitar que tú lo notes pero con tu otra mano, manchada aún de pintura, levantaste mi cabeza por el mentón manchando ahora mi cuello, sonríes y me besas. No puedo evitar emitir suaves sonidos de mi garganta mientras lo haces y es que mientras lo hacías presionabas aún más mi cuerpo contra la pared. Poco a poco fui cediendo a tu encanto, casi como un hechizo que se ocultaba en tus oscuros ojos. Cayendo cada vez más en el éxtasis que me provocan tus labios. Apoyaste tus dos manos en la pared una a cada lado de mi cabeza y mientras yo seguía hipnotizado por tu mirar te agachaste solo un poco para besar mi cuello. Cada vez que sentía tus dientes clavarse como en un roce a mi piel sentía que caería en el piso en cualquier segundo, mi mirada se nubla un poco y es que siento como mi cuerpo se calienta y se deja llevar por tus acciones. Así sentía hasta que
//pov Keiji
>>Entré al departamento esperando ver a Yuki. Lo más probable viendo películas de terror fantasiosas o al menos eso espero, así podría sentarme a su lado, acariciar un poco su fino cabello y calmarlo, y es que Yuki ya es como un hermano menor para mi, podría ver sus ojos brillando ante la luz del televisor, el pobre cachorro asustado por la noche de halloween. Pero no… la escena fue un poco diferente.
Abrí la puerta risueñamente soñando despierto con el rubio hasta que lo vi. Ahí estaba, no viendo sus películas, ni siquiera un poco asustado sino más bien rompiendo mi ilusión del inocente Yuki, inconscientemente claro.
-¿Yuki?... –susurré casi sin voz, sentí como un nudo en la garganta aunque no entiendo muy bien por qué. ¿Me desilusionaba verlo tan cariñoso con otro? ¿Estaría celoso o solo me frustraba el descubrirlo así? No hiciste caso, parecías muy ocupado con ese pelirrojo devorándote lentamente, no hacías nada por evitarlo, te vi con los ojos cerrados y tus brazos rodeando su cuerpo hasta parecías disfrutar que Miki te tocara, como si lo hubieses esperado mucho tiempo y sin embargo jamás oí ni un solo comentario respecto él siendo que éramos “tan cercanos” Por alguna extraña razón mi corazón duele.
Entreabriste los ojos y recorriste la sala con tu mirada hasta hallarme. Nuestras miradas se cruzan rápidamente y pronto separas de tu cuerpo al pelirrojo.
-¿¡Keiji!?- Dijiste sorprendido y con mirada atónita. No respondí. El pelirrojo me miró irrelevante, casi con desprecio. Decidí irme. Retrocedo un paso, afirmé la puerta y pronto volteé a echar a correr fuera de ese lugar. No noté si me seguiste o no, pero sí escuché un grito más, uno de ti que pronunciaba mi nombre avergonzado.
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-Miki… por- Mi respiración está cortada – ¿por qué haces
-Te deseo Yuki- me cortaste con un tono provocativo deslizando ahora una de tus manos dentro mi pantalón, tiemblo de vergüenza pero apenas te siento tocarme se siente bastante bien, me rindo y dejo que todo tu peso venga contra mí, me besas de nuevo y esta vez respondo y un par de gemidos van a termina en tus labios. Todo iba bien, o al menos bien para la repentina situación hasta que escuché la puerta abrirse. No hice caso pensando que podía ser mi imaginación. Tenía mis ojos cerrados en secreto intentando no dejarme llevar completamente por Miki pero era imposible mantener la calma mucho tiempo más. Oí la voz de Keiji, mi mejor amigo con el cual recordé solía pasar la noche de Halloween, sentí una vergüenza atroz invadirme a tal punto que me dejó mudo e indefenso a las manos de Miki. Sentí que las manos impacientes de él me liberaban un segundo intentando quitarme los pantalones, regresó su mano a mi entrepierna y no puedo evitar soltar un débil gemido que oigo resonar en el lugar, junto eso mis ojos se abrieron espontáneamente, Miki besa mi cuello, mi respiración más pesada y fuerte. Recordé haber oído a Keiji y decido inspeccionar con la mirada el lugar y en la entrada, bajo el marco de la puerta lo encuentro mirándome con esos ojos de decepción. “Keiji” Le dije apartando un minuto a este demonio que me metió en líos.
Instintivamente intento aproximarme a ti pero tú te quedas inmóvil. Quería explicártelo por alguna razón sentí esa responsabilidad, explicarte todo el malentendido. >> ¡Bueno! ¡Bueno! No lo era perro quería que entendieses << Abrí mi boca para intentar comenzar mi excusa pero huyes de la habitación. Salí también viéndote correr veloz por el pasillo, ibas muy lejos pero corrí lo más rápido que pude. No volteabas. Vi que ya subías al ascensor y comprendí que ya no podía alcanzarte, algo decepcionado me detuve y una última vez grité con la esperanza de que oyeras “¡Keiji!” Vi la puerta del ascensor cerrarse. Triste y avergonzado susurro viendo el piso “Lamento que vieras eso…” Vi una inesperada lágrima caer al piso y retorno a mi departamento a paso lento. De alguna forma al volver a mi departamento Miki ya no estaba, me sentí algo deprimido al quedarme solo de nuevo. Unas horas más tarde busqué algo de beber para pasar el mal rato, quizás alcanzar alguna película en la televisión con un buen vaso de gin pero al ir a mi estante de licores descubro que estaba con seguro puesto, busco la llave sobre el pequeño mueble donde suelo guardarla pero no está, solo encuentro una nota, pronto descubro que era del idiota de Miki.
“No bebas mi querido Yuki, no te hace bien.
Me llevé la llave para asegurarme de que no lo hagas pero si la quieres ven por mí.
Llama aquí…” Y luego un número.
-Qué se cree ese engreído, si quiero beber bebo, si no quiero usar su estúpido negro no lo uso…- Refunfuñaba mientras marcaba el teléfono en el mío y esperando a que contestaran tomé una toalla para limpiar la pintura que el muy infantil de Miki dejó en prácticamente todo mi cuerpo.
“…”
-Estúpido si vas a dejar notas así ten la dignidad de contestar tu teléfono- Pensaba a punto de colgar hasta que se oyó una voz responder, para mi sorpresa la voz de una joven mujer, cosa que me quitó un poco las energías para ser sincero, no sé por qué.
-¿Moshi Moshi?- Dijo ella. [Uy que era japonés yo cuando chico’ moshi moshi uy si’]
-¿Ehh… está? ¿Se encuentra Miki?- Le pedí algo apenado.
-Claro, espera (grito: Miiiikii kuuun!) Aquí tienes- Dijo la mujer.
-¡Yuki! ¿Qué sucede? ¿Quieres terminar lo que empezamos, no es así?- Contestó haciéndose el seductor.
-¡Claro que no!
-Por si te lo preguntas la chica que contestó es solo mi prima. No estés celoso- Dijo Miki a lo que sinceramente me sentí aliviado.
-¿Y-yo? ¡Oh! Estás demente, solo tráeme la llave del minibar ¿quieres?-Respondí acelerado.
-Por su puesto, pero para que te las dé debes hacer algo por mí primero…
-¿Qué cosa?
-Quiero que gimas mi nombre Yuki…
-¡Jamás! ¿¡Qué cosas dices!?- Le grité aliviado de que no pudiera ver lo sonrojado que estaba ahora.
-¡Vamos Yuki! ¿O es que necesitas que te provoque? – le oí decir y mi corazón dio un salto.
-Miki por favor, no estoy para juegos ahora… - Le oí reír - ¡Ya tráela!
-No. Guardaré la llave. Así estarás sobrio hasta que estemos los dos solos… ¿Qué te parece eso?
-Oh, vete al demonio- Y colgué ya harto de tus tonterías que me ponen nervioso. Fui a mi pieza y me lancé a la cama a tan solo pensar… “Hasta que estemos los dos solos” Realmente… ¿qué pasaría si estuviera ebrio yo solo con Miki? Pude pensar en tantas cosas distintas que acabé regañándome a mi mismo por estar pensando en él.
Estaba un poco desvelado así que salí a caminar y poder aclarar mi mente un poco.
“Es increíble como simplemente la mirada de Miki me hace sentir como si atravesara cada hueso de mi cuerpo, como sus labios me cautivaron y como verdaderamente disfruté cada beso que daba a lo largo de mi cuerpo. Como incluso antes de que esto pasara anhelaba juntar nuestros labios, que nuestras lenguas percibieran cada centímetro del otro. Increíble como el sentir sus manos en mí… me hace desear que posea mi cuerpo en ese mismo momento. Y como incluso luego de haber ocultado estos sentimientos hasta de mi buen amigo Keiji terminó dándose cuenta de lo que siento por él. Estúpido… cómo sigo pensando en ello pero realmente ¿por qué si nunca antes se me había insinuado ahora me intenta provocar en todos los sentidos posibles?... “-Rayos, quiero verlo.- suspiré antes de alzar mi vista para continuar caminando por la ciudad y distraerme un rato de estos pensamientos. Planeaba dar un paso hacia adelante pero me congelé de la sorpresa. -¡OOH, Vamos, ¿en serio?! ¿¡Qué me sucede!?- Grité al darme cuenta de que había inconscientemente caminado hasta el lugar donde acabaría cavando mi propia tumba, la casa de Miki…
