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Las cosas como son. por Lyon

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Notas del capitulo:

No sé si debí actualizar tan rápido, tampoco sé si realmente le ha gustado a alguien...

Pero, a mi me gusta escribirla, así que, aquí tienen.

¡Ojalá les guste!

iiiiit's tasty

It's like a cupcake

It's cotton candy

It melts in your mouth

And lately

I been gettin hunger pains

When you lick

your lips while

you check me out

Rápidamente rompió el contacto visual. Sospechó que no le caía bien a ese chico, y bueno, ni si quiera se había disculpado correctamente cuando tropezó con él. Si es cierto que logró susurrar una ligera disculpa, pero no había actuado para nada bien. Se sentía completamente estúpido.

La voz de la directora resonó en toda la estancia con leve eco. Explicaba casi detalle a detalle cómo serían las clases, pero antes, daba una pequeña introducción de los valores de la escuela, el derecho que tenían ellos a permanecer en la escuela y como lo perderían; e incluso el lo importante que se tenía en cuenta.

Percy ya sabía que era una escuela bastante cara, no por la matrícula.

Si no porque las escuelas de artes, en cuanto a material, son las más caras para poder cursar.  Un día podías llegar y te pedían de todo, y otro, solo una hoja de papel. Pero siempre que pedían algo, era completamente nuevo y cada vez más difícil de conseguir.

Hubo una pequeña presentación de los profesores, cada uno les daba una materia, y a veces para cada curso, si por ejemplo tenían inglés, tenían otro profesor. Es decir, que para el A, B y C había un profesor de inglés, y para D, E y F, otro diferente. Un lío.

Siguió con qué pasaría si faltásen y las penalizaciones, hizo una breve pausa y anunció que el tema lo podrían debatir con sus respectivos tutores. El pelinegro estaba en el grupo B, su tutor era el profesor que se hacía cargo de la enseñanza de volumen que trataba de… Bueno, ahora no importa, el resto, tenía también un tutor diferente. Y la presentación e información general que parecía ser más larga, finalizó al cabo de unos  cuarenta y cinco minutos.

Los alumnos comenzaron a salir. Algunos ya se conocían, por no decir la mayoría. Reían o discutían. Esperó a que los chicos que se habían sentado a su lado empezasen también a salir, pero tardaron más de la cuenta, eso le hizo revolverse un poco nervioso, y como no, no pasó desapercibido por el chico rubito, quién fingió ignorarlo.

El día consistía en solo eso: Informar a los alumnos y avisar de que mañana, el día siguiente un viernes, tendrían que estar en la escuela a las 9. Pues empezarían las pequeñas introducciones de cada profesor, y aun no se sabía con exactitud la hora a la que se entraría a clase normalmente, aunque Percy lo sospechaba.

Tenía ganas de volver ya a casa y de alejarse de esos sujetos. Nada más salir por las puertas que daban al patio, y por consiguiente, a su salida, observó de reojo como una chica del mismo color de cabello que aquel hombre se acercaba a él. Fue frenando suavemente a medida que esta se acercaba restando esos metros que los separaban. Tenía unos bonitos ojos grisáceos… y una cara bastante femenina. Agradable a primera vista. Pero, la pregunta que cuestionaba su interés en él, cruzaba sus pensamientos.

No pudo evitar dirigir la mirada al colgante que esta llevaba en su cuello. Típico corazoncito plateado que se abre y puedes meter una imagen, o cualquier cosa mientras sea pequeña, literalmente. Una baratija que se puede encontrar en cualquier lado, aunque también podría ser de plata. ¿Tendría novio? La forma ya era casi peculiar, los había visto por ahí los corazones que se abrían. Pero este estaba roto, y tenía un pequeño imán dónde la ruptura… Guau, que ojo, Percy, se burló de sí mismo.

- Disculpa… ¿Necesitas algo? – Trató de sonar lo más tranquilo posible. Pero formular esas palabras con tanto esfuerzo le dio un toque artificial.

- Oh, nada. – Sonrió con naturalidad, había algo que igualmente era extraño. Parecía estar analizándole a medida que formulaba esas dos palabras. Percy desvió la mirada, incómodo. – Soy Annabeth, ¡encantada! – Estrechó la mano.

Habría advertido que era alguien introvertido, pues no se le había abalanzado literalmente a darle un beso o dos; o un abrazo como las demás chicas.

- P… Percy – Respondió el agarre. – Igualmente…

- Si, bueno. ¿Vas a primero? – Soltó rápidamente su mano, como si le hubiese molestado. El pelinegro volvió a mirarla confundido. Si tenía la oportunidad y la suerte, ella estaría en su clase, eso sería genial. Tan solo asintió. - ¿Qué clase?

- B. – Ella puso cara de no haberle entendido.

- ¿D? –

- … B. De… -

- ¿Bobo? – Entonces, ambos se quedaron en silencio. Estaba claro que le había insultado, en cierto modo, al menos no directamente. – Perdona… Fue un impulso. – Se disculpó, pero sus ojos decían otra cosa.

- Ya. Bueno, me tengo que ir. – Le dio la espalda.

Ni si quiera había averiguado cuál era la clase de esa señorita, ahora tampoco tenía demasiada importancia. ¿Era acaso una broma tratar de llevarse bien con él? ¿O es que era un imán para gilipollas? Porque, básicamente, siempre que alguien se acercaba era para molestarle o reírse un rato.

Un impulso, ya. Claro, suspiró.

● ● ●

- Annie, ¿sucede algo? –

Se escuchó una voz detrás de la joven, unos brazos la rodearon por la espalda, cálidamente. Se aferraban a su cintura y entrelazaba sus dedos. Repartió dos pequeños besos entre el cuello de Annabeth, cariñosamente.

- ¡Luke! – Exclamó ella riéndose.

- ¿Sí, princesa? – Le devolvió la sonrisa expectante. - ¿Qué hablabas con ese chico? – Cuestionó repentinamente. La rubia hizo una mueca, ya pensaba que Luke estaba demasiado cariñoso con ella para no preguntarle nada. Siempre que se ponía celoso o su lado posesivo saltaba, actuaba así. Si no, era extraño.

No se podía quejar, él también era un poco cariñoso cuando se encontraba a gusto.

- Nada en especial, pero fue un poco grosero – Mintió.

● ● ●

Como odiaba vivir solo. En el fondo, era lo mejor: Nadie le decía nada, nadie le discutía, no era obligado a limpiar y no tenía por qué hacer el resto de tareas de las que no se solía ocupar… Pero, nadie le recibía. Ni le hacía la comida que más le gustaba. Ni le decía cosas, o se quejaban y luego reían.

Bufó. Se dejó caer sobre el sofá y prendió el televisor, con el mando apretaba diferente botones, terminando en un zapping aburrido y de poco interés. Dejó puesto el Canal 3, y se acomodó en el sofá. Tenía muchas cosas en las que ponerse a pensar como para perder el tiempo así. Imaginó su día a día en esa escuela, en el ritmo que tendría que acostumbrar a su vida. No, él se tenía que acostumbrar a ese ritmo.

No podría descansar.

Los nervios iban cogiendo forma. Perdió el apetito y decidió no hacer el almuerzo, ni la cena. Es más, no tenía hambre extrañamente. Lo pagaría en la mañana cuando su cuerpo rechazase el querer desayunar, seguramente con fatiga, y aun así ahora mismo le era indiferente. Apagó la tele.

Los sucesos del día de hoy le habían hecho preocuparse si algo estaba mal con él. Ya era demasiada casualidad que dos personas diferentes le tratasen de aquella manera tan… poco agradable.

● ● ●

Una melodía resonó como si de un eco se tratase. Empezó a abrir los ojos poco a poco y dejó escapar un perezoso bostezo, se estiró volviendo a abrazar a su almohada. Pero la melodía no cesaba de sonar, y segundo por segundo iba aumentando su volumen. Estiró entonces su mano para llegar al móvil y quitar el despertador.

- … Si son las ocho de la mañana. – Lo dejó nuevamente sobre la mesilla que tenía al lado de su cama. – Las ocho… Y la presentación es a… - Abrió los ojos preocupado. - ¡Las nueve! -

Se levantó de golpe. Al haber sido repentino, un mareo sacudió su cabeza, propinándole también un fuerte dolor. Trató de ignorarlo, pero por poco casi perdía la desorientación. Se vistió con la ropa que se había dignado a preparar la noche anterior, ignorando los recuerdos que vagaban en su mente sobre aquellos sujetos.

Cogió el móvil y rápidamente el bono para poder entrar en aquel tren. Ya estaba llegando tarde y era el primer día, o bueno, como él lo llamaría, el prólogo o la iniciación, pero no lo pondría como un primer día oficial. Se aseguró con prisas de haber apagado todas las luces, y pasó por alto recoger un poco su cuarto o hacer al menos la cama, simplemente salió por la puerta ajetreado.

El traqueteo del tren esta vez era menos tímido, menos amable. Se movía con cierta brusquedad, y al estar de pie y coger las curvas, casi se caía. Se aferraba con fuerza para no darse de bruces con el cristal de la puerta de salida y así mantener el equilibrio un poco. A su alrededor no era el único, otros más también se aferraban pero con más delicadeza, como si estuviesen acostumbrados.

Tenía los cascos en su bolsillo trasero del pantalón, con la mano que tenía libre hurgó dentro de estos y tiró de uno de los auriculares para poder sacarlos. Casi se le cayeron. En lo que él iba preparándolos para escuchar música y así distraerse en medio del viaje, el tiempo comenzaba a cambiar a uno más cálido.

Estuvo durante el viaje escuchando música que tratase de motivarle, entre ellas, Boring de P!nk.

Vale. No sabía dónde estaba su clase, ni tampoco si el profesor que le había tocado los reuniría abajo o les esperaría en el aula. Lo más sensato, o eso creía él, era perseguir a alguien que perteneciese a su mismo grupo y esperar, rezar, porque esa persona supiese a donde dirigirse y así no perderse por los pasillos. Pero parecía que nadie sabía dónde ir.

Todos los estudiantes vagaban por lo que era la entrada al edificio. Como habían dicho, a las nueve empezaban. Una voz se hizo escuchar por encima de los murmullos de los jóvenes.

- A todos los estudiantes, en este momento deben de prestarme atención. – Tosió una señora de aspecto mayor. – Mi nombre es… - Apenas logré escuchar - … Dotts. La jefa de estudios, ¿Vale? Así que empecemos.

Todos se quedaron observando a aquella figura femenina que empezaba a leer con voz clara una lista con los grupos del A hasta el E y sus respectivas aulas de estudio. Con tono imperativo, ordenaba a cada curso donde subir, Percy sospechó que era primero de bachillerato, ya que nadie había dicho nada de segundo todavía.

Grupo B, aula 2C3.

Alcanzó a ver a varias personas moverse y subir por las escaleras. Eran de su clase, no había que ser muy listo para darse cuenta, así que las siguió tratando de pasar desapercibido. Era para su alivio, ya que ni el chico aquel se encontraba entre ellos, ni la chica esa que le había llamado indirectamente bobo, o estúpido, ni se acordaba.

Muchos de sus compañeros hablaban entre ellos, no armando jaleo, ni con mucha confianza como suele hacerlo una clase que se conoce. Pero si es cierto que con ánimos, el pelinegro estaba quedándose atrás. Divisó entonces a su tutor, que se acercaba alegre a la multitud.

- ¡Buenos días! Pueden llamarme señor Brunner. – Pareció vacilar. Miró a los ojos a Percy, que no estaba tan entusiasmado como todos los demás, y le regaló una nítida sonrisa. - ¿Entramos? – Añadió cortés.

Los profesores rotaban. Cada momento duraba media hora para ellos, muchos se presentaban primero por su nombre, luego indicaban si trabajaban en algo ajeno al centro o en otro y explicaban un poco de su asignatura. A decir verdad, el azabache nunca había rellenado tantos papeles con su nombre, D.N.I, nombre de sus padres y lugar de residencia en su vida. Cada tutor que venía les entregaba exactamente la misma fotocopia a todo el mundo, y además, les hacía decir en voz alta su nombre, centro del que venía, y gustos.

Lo cual, atemorizaba al pobre chaval. Claro que tuvo que decirlo tantas veces, que empezó a dejar de darle importancia. De tartamudear un poco, comenzó a soltarse, y de soltarse, ya decía las cosas sin ganas.

- Me llamo Percy Jackson. – Volvió a decir esperando ser la última vez. – Vengo de otro país. – Tragó saliva. – Y me gusta mucho el mar, tocar la guitarra… Leer.

Y así todo el dichoso día. Cada vez resumía más y más sus datos, acabando en un, soy Percy, vengo de otro país, me gusta leer. Suprimiendo parte de la información inicial. No era el único de todas maneras.

Tuvieron un pequeño descanso en el cual Percy trató  de desaparecerse hasta tener que volver a entrar. Controlar la hora no parecía ser difícil, y fue uno de los más puntuales al volver del recreo. Nadie había tenido intención de acercarse por ahora, era un alivio.

- ¡Hey! – Escuchó a sus espaldas, y pensó un claro: Oh, no. – Soy Thalia Grace.

Ya lo sabía, con tantas repeticiones, ¿quién no?

- Percy, Percy Jackson. – Intentó esbozar una sonrisa, pero en su rostro solo se marcó una expresión bastante graciosa debido al intento.

- En realidad ya lo sé.

- Ya… bueno. – Y ella se encogió de hombros.

Era una chica más bajita que él, de pelo negro y con pecas repartidas en su cara de una forma traviesa, le recordaban a una niña más que a una adolescente, pero si la mirabas bien, no parecía ser una cría. Vestía con una chupa de cuero, camisa a rayas y pantalones negros desgastados. Converse seguramente, negro.

- En serio, el gato dio vueltas de un lado a otro, y entonces… ¡El pobre se ahogó! - Trataba de respirar sin ahogarse de tanto reírse. Había provocado también una pequeña risa en Percy, que la miraba con curiosidad. Era simpática, de veras. – Era el clásico gato con la nariz achatada… - Llevó su pulgar hacia la suya, empujando hacía atrás su nariz. – Y el cuerpo sin pelo, se llamaba Alberto.

El pelinegro no podía evitar reírse más.

- ¿Y lo rescataron? –

- Claro que sí, pero tuvimos que volverle a bañar, al pobre. –

El carisma de esa chica no le hacía sentirse incomodo, le transmitía cierto alivio y calidez. Seguridad, para ser exactos, le agradaba y eso era un buen comienzo. Si se paraba a pensarlo, nadie parecía ser una mala persona después de todo. Eran simpáticos, eso supuso.

Al salir, Thalia se despidió de él. Ella tenía más prisa al irse de la que se había imaginado Percy, pero no le dio importancia, el lunes la vería, ¿no? Eso era lo que valía la pena. Y bueno, allí estaba, tardó un par de minutos en percatarse de su estúpida sonrisa de niñito que había salido así porque sí. Se sonrojó un poco, por la vergüenza y se dirigió a su camino habitual de vuelta a su hogar, no sin antes divisar cierta cabellera rubia.

Mierda, pensó, ¿me está mirando?

Había olvidado que no todos iban a ser sus amigos, no aparentemente. Temió que se acercase a él, así que empezó a caminar más rápido, procurando hacer un rodeo pasó de largo, o eso creyó. Pues una mano se posó sobre su hombro pillándole un poco desprevenido.

- Así que tú eres el idiota que va molestando a mi chica, ¿eh? – Le obligó a mirarle a la cara. Percy, mantenía los labios completamente sellados.  - ¿No dices nada?

Detrás de él estaba la chica que se había presentado como Annabeth, y un par de amigos suyos. Algo no encajaba en todo esto, ¿molestando? ¿Percy Jackson molestando a una chica? Hubiera sido probablemente la paradoja que destruyese la tierra si es que algo así ocurría. Era respetuoso con las mujeres, demasiado, debido a como fue criado. Llamarle acosador, o algo así, hubiese sido un grave error.

- Yo… -  Pronunció a penas en bajito. Sus ojos se encontraron con los del chico rubio, que parecía volver a quedarse sin palabras. Su expresión cambió ligeramente. No lo entendió. - … No le he hecho nada, nunca lo haría. – Trató de excusarse.

- ¿Ah, sí? Y dime… -

- ¡Luke! – Irrumpió ella. – Se nos hará tarde, ¿vamos? – Intentó calmar o eso parecía, la situación que seguramente acabaría en algo conflictivo.

Le propinó un empujón que casi le obligó a perder el equilibrio, y la pareja se fue. Se pudo divisar un pequeño agarre de manos y como sus amigos también se iban. Le había salvado de haber recibido un par de golpes, sin embargo no entendía la razón, empezaba a no comprender nuevamente a las mujeres. Pues, si alguien le había dicho que se metía con ella, tendría que haber sido Annabeth, ¿no?

Se sacudió y acomodó la mochila. Era hora de irse a casa y de pasar el fin de semana de una manera relajada.

Luke…, miró por el rabillo del ojo, aun pudiendo distinguir su figura.

Notas finales:

La historia arranca poco a poco, cuando llegue el desenlace será más rápida e intensa, creo. Y cuando llegue el final, terminará de coger fuerza.

Gracias por... leer, aparecerán más personajes, claro.

Bye bye bi.


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