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Compartiendo al hombre de mi madre por BrokenBlood

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Notas del fanfic:

Respondiendo a un desafío. ¡A ver qué os parece!

Por fin sonó el timbre. Había sido un día muy largo, ya que estaba terminando el segundo trimestre y había tenido muchos exámenes. Recordaba haber estado estresadísimo el día anterior, y haberme quedado dormido sobre el libro (lo había babeado entero y después no lo pude leer bien…).

Me dolía la cabeza horrores, y cogí el ibuprofeno que siempre llevaba en el bolsillo de la camisa para casos como aquél. Salí lo más deprisa que pude y fui al baño. Cuando llegué no pude evitar (como siempre hago cada vez que hay un espejo, por muy narcisista que suene) analizar mi imagen. El chico que me miraba, reflejado en el cristal, tenía el pelo negro, y ligeramente largo, una piel blanca que parecía de un cadáver y unos ojos que, por muy azules y bonitos que fueran, me daban asco. Eran tan inseguros, tan serios, tan reservados… Contuve las ganas de escupir a mi reflejo, respirando hondo.

Mientras estaba tragando la pastilla con agua (cosa que ya era bastante difícil de por sí) oí a unas chicas gritar desde fuera: “¡AAAHHH! ¿Lo has visto? ¡¡Es Noli Rolaaaaak!! ¡¡Vamoooos!!” Entonces me atraganté, me puse morado, casi muero y, después de estos sencillos pasos, salí pitando del baño y dejé como pude a aquellas chicas atrás. Pero no fue fácil, no, corrían como locas. El caso es que les di esquinazo al salir del instituto entre todo el bullicio que se formaba justo después de sonar el timbre final. Y sí, ese soy yo.

Me llamo Noli Rolak, como ya os supondréis, y… bueno, no hay mucho que decir. Soy un simple estudiante de Bachillerato (eso sí, a punto de terminar) de dieciocho años, y mi madre es Karen Rolak. Es una cantautora muy famosa en este momento, y de vez en cuando hay gente que me reconoce por la calle y me piden autógrafos y todas esas cosas fuera de lo normal… Pero yo no quiero eso.

En fin, continuemos con mi historia. Cuando salí del instituto me dirigí a casa, empezando a sentir nervios, pero no sólo nervios. También sentía un poco de rabia, rabia y enfado.

Mi madre me iba a presentar a su nuevo novio a la hora de comer, y no me apetecía en absoluto, porque sabía que aquél que hubiera conseguido engañarla sólo iría a por su fama, quizá a buscar cotilleos para alguna estúpida revista del corazón, y no porque de verdad quisiera protegerla o la amara. Mi madre había tenido dos novios más, y uno había sido un periodista infiltrado y otro un asqueroso interesado… Parecía que no aprendía, que sólo quería darse de bruces contra la realidad, y yo quería que ella estuviera bien y que alguien la quisiera de una forma especial. No quería ninguna falsa sonrisa más.

Llegué al jardín del chalet donde vivíamos mi madre y yo. Y como suponía, allí estaban todos los periodistas.

-¡Hola, señorito Rolak! ¿Podría declarar para nosotros?

-¡Noli Rolak, ¿qué opina de la nueva relación de su madre?! ¿No es demasiado tener cuarenta años y andar aún buscando pareja?

-¡La gran conocida Karen Rolak ya ha tenido dos relaciones! ¿Cree que de esta saldrá algo que dure?

-¡Déjenme!-dije, abriéndome paso entre ellos hasta mi puerta. -¡Este tema no es asunto de nadie! ¡Dejen a mi madre en paz! -sin querer estampé a un periodista contra su cámara, pero bueno, me dije, uno menos.

Conseguí pasar con mucho esfuerzo y haciendo cortes de manga a montones hasta mi jardín, y cerré la puerta tras de mí. Respiré hondo de nuevo, y esta vez conté hasta diez.

Cuando entré a mi casa y dejé la cartera, me tumbé en mi cama antes de ir al comedor, donde suponía que tendría lugar el encuentro que tanto deseaba que no se produjera. Esperaba que todo aquello pasara pronto, y poder estar tocando mi violín durante horas, para olvidarme de los exámenes, del novio de mi madre, de la fama inmerecida… De todo.

Encendí la televisión en busca del canal de música, pero cuando vi un anuncio de la nueva película “Alas de ángel” me detuve a mirarlo. Era una de esas películas de amor cursi e irreal que tanto os gustan a las adolescentes de hoy en día, de esas que el tío se pasa la película entera sin camiseta e inexplicablemente no tiene frío. Ya me entendéis. El actor principal era Maitú Lauria, un chico rubio de unos veinticinco años, bastante atractivo, sinceramente, con ojos oscuros y una buena figura. Además, para actuar en una de esas películas tan horribles, lo hacía bastante bien, y parecía una persona inteligente. No me terminaba de desagradar del todo.

-Ah, en ese tráiler salgo bastante bien. -dijo Maitú Lauria apoyado en el marco de mi puerta.

-Sí- asentí, mirando de nuevo la televisión.

 

Un momento.



-¡AAHH! -grité, cayéndome de la cama del susto. -¿¡Q-qué hace Maitú Lauria en mi casa!? -Me di un golpe en la cabeza con el suelo, pero no me hice daño.

Él corrió hacia mí, y cogiéndome de la mano y tratando de levantarme, me preguntó:

-¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?

-¡N-no me digas que…!- yo aún estaba creyendo que alucinaba.

-Lo prioritario ahora es saber si te has hecho algo. -me agarró de la muñeca, y cuando estuve de pie, me atrajo hacia él para evaluar mi estado. En cuanto su mano rozó mi cabeza me invadió una sensación de relajación y paz que necesitaba, y me sorprendí.

Cuando al fin vio que no me había hecho nada, sonrió y dijo, mirándome a los ojos:

-En perfecto estado.

“Qué persona más… dulce.” pensé sin querer, correspondiendo a su mirada, también sin darme cuenta.

-Noli, ya estás aquí. -oí decir a mi madre desde la puerta. Enseguida fui consciente de la situación.

-Mamá, no me digas que…

-Así que Noli, ¿eh? Encantado, me llamo Maitú, aunque creo que ya lo sabías, y voy a ser tu padrastro.

Al instante, miré de nuevo a Maitú, ese que me había parecido tan dulce… y que en realidad se quería aprovechar de mi solitaria madre.

-¡¡¡Vete!!! ¡¡Márchate de mi habitación!! -grité como un loco mientras le empujaba, mirándole a los ojos con furia.

-¡¡Noli, para!! -escuché la voz de mi madre.

-¡¡¡NO!!! ¡¡Quiero que se vaya!! ¡¡NUNCA LE VOY A ACEPTAR!!

-Vale, pero para de empujarme. -dijo, aún con voz amable, aquel interesado. ¿Por qué trataba de aparentar ser tan dulce? ¡¡Me enfurecía aún más!! -Tranquilo, ya me voy yo solo. -y al decir eso, salió de mi habitación cogiendo a mi madre del brazo y cerrando la puerta tras ellos.

-¡¡¿POR QUÉ NO LO VES?!! -grité, tirando al suelo uno de los cojines de mi cama con fuerza. Después me tiré yo, apoyado sobre la puerta. -Siendo tan joven… guapo… y amable… -enterré mi cara en mis rodillas. -¿No es obvio que te está engañando?

-Déjale. -escuché la voz de Maitú Lauria al otro lado de la puerta, hablando con mi madre. -Aún tiene que hacerse a la idea… Y Karen… creo que deberíamos decírselo. Tiene derecho a saberlo.

-No… Todavía no, al menos. Él no lo entendería.

-Como tú quieras. Vamos a comer, ya bajará. -pude intuir su sonrisa a través de la madera.

“¿Decirme qué?”... pensé con los ojos llorosos. Pero no me importaba en realidad. Maitú y Karen… la pareja sería portada al día siguiente en aquellas asquerosas revistas de cotilleos.


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