Cuando crees que todo va bien. por Carpie

La miré, ésta era la última vez que lo hacía -o eso decía ella- ya que ella se marchaba, se iba de mi lado por la cliché excusa de que ya no sentía lo mismo.

Cinco años de relación, millones de sonrisas y ni una sola lágrima de tristeza, aunque ahora éstas adornaban sus mejillas deslizándose por su suave piel; siempre que se asomaba una nueva un pinchazo en el corazón se hacía presente, me atormentaba la idea de que fueran por mi culpa.

Balbuceaba cosas sin sentido o por lo menos sin sentido alguno para mí, intentaba de explicarme lo que ocurría en su mente y según ella, en su corazón. Pero había algo en su tono de voz que no me convencía, ella no estaba segura de lo que me decía, le costaba mirarme a los ojos.

Conocía esa actitud: miedo; eso era lo que ella sentía, pero con las palabras que salían de sus labios trataba de demostrar una seguridad que ella no poseía.

Escuchaba su voz mientras mi mente pasaba por una lucha mental con respecto a qué hacer. 

¿La dejaba ir?, ¿La mantenía conmigo?

Una solución iluminó mis ojos, a paso rápido me acerqué a ella y tomé su rostro entre mis manos y obligué a que sus cristalinos se encontraran con los míos. Su voz se detuvo al momento en que nuestros orbes coincidieron y todo se hizo claro para mí, esto no era lo que ella quería, toda esta actuación de finalizar con lo nuestro era simplemente eso, una actuación. Al verla a los ojos lo comprendí, hacía esto por otra razón desconocida, no porque así lo sintiera.

Nos quedamos en silencio observándonos y acerqué mis labios a los de ella, encontrándolos satisfactoriamente.

Moví los míos buscando que todo acabara, que esta loca idea de ella se fuera de su mente pero me desilusioné cuando ella no reaccionaba a la acción, nunca había rechazado uno de mis besos y ahora simplemente se dejaba hacer. Aun así insistí, seguí besándola como a ella le gustaba y mi corazón latió con celeridad cuando comenzó a corresponderme; proseguí con el beso mientras ella no mostraba señal alguna de alejarse de mí, empero una fuerte mordida en mi labio inferior hizo que cortara el beso separándome unos cuantos centímetros de su rostro. Un fuerte golpe en mi mejilla me tomó por sorpresa haciéndome cerrar los ojos, el sonido de la puerta ocasionó que los abriera de golpe encontrándome sola en el apartamento que compartíamos de un tiempo para acá.

Me acosté en el sofá que se encontraba a un costado de donde había ocurrido todo, miré la puerta como esperando que ella entrara diciéndome que todo había sido un error y que se quedaría conmigo para siempre –como anteriormente me había dicho en distintas ocasiones-, pero el sentimiento de preocupación me tenía invadida, algo me decía que estas esperanzas eran falsas con respecto a cumplirse.

Algo dentro de mí, con seguridad me dejó en claro de que me enteraría de lo ocurrido, de esta repentina desconformidad que ni el día anterior había demostrado.