Watson subió las escaleras muy enfadado y entró a su habitación del hotel dando un portazo, se puso la pijama de mala gana mientras decía para si mismo, claro, como yo soy Sherlock Holmes y soy un genio nadie puede ser mi amigo, que tonto eres John, mira que pensar que eras su amigo, ¡bah! Él no tiene amigos; no dejaba de repetir eso en su cabeza así que para despejar un poco su mente decidió que lo mejor sería meterse de una buena vez a la cama y así lo hizo, era una cama pequeña, pero lo suficientemente amplia para estar cómodo, al menos de eso no podría quejarse.
Cerró los ojos y se dispuso a dormir pero no dejaba de pensar en Sherlock y en lo triste que se sentía por su reciente discusión, por que más que enfadarse se había decepcionado mucho, pues él se consideraba amigo del detective pero éste no lo veía así. Sin darse cuenta se fue quedando dormido pero su sueño pronto se vio interrumpido por ruidos que venían del otro lado de la puerta, el doctor creyó estar soñando así que no les dio importancia y se acomodó mejor en la cama para seguir durmiendo.
De pronto el ruido se convirtió en golpes, golpes que se repetían insistentemente en su puerta, decidió levantarse y abrir la puerta para ver quién llamaba a su puerta, se sorprendió mucho cuando se encontró con que Sherlock era quien llamaba a la puerta, el pelinegro no esperó a ser invitado y se metió a la habitación de su compañero y se sentó en la cama, Watson no le reclamo pues estaba acostumbrado a que su compañero hiciera ese tipo de cosas, por lo que se limitó a mirarlo, Holmes se veía agitado y aún tenía esa mirada de miedo que tenía desde algunas horas antes pero a pesar de eso empezó a hablar con normalidad, miró a John y le dijo
-Cuando nos conocimos y resolvimos el caso del taxista no lo pensaste dos veces para matarlo ¿cierto?
-¿A qué viene eso? Preguntó Watson algo confundido.
-¿Lo hiciste para protegerme verdad? Dijo mirándolo a los ojos
-Pues claro, tú eres tan tonto que seguramente te habrías tomado la pastilla, tenía que ayudarte, dijo el rubio sonriendo un poco.
-Y cuando la mujer me atacó y me drogó me llevaste al departamento y me cuidaste, además dijiste que estarías ahí por si necesitaba algo.
-Pues claro que lo hice Sherlock, pero ¿A qué quieres llegar? ¿Por qué me recuerdas todo eso? ¿Acaso vas a reclamarme o algo así? Respondió John con un ligero deje de enfado
-Claro que no, John. Es que ahora necesito algo, tu dijiste que estarías al lado si necesitaba algo.
La voz de Sherlock se hizo un poco más baja y en ella se notaba la preocupación, esto hizo que el doctor se suavizara un poco, por lo que dejó de mirarlo tan seriamente y empezó a hacerlo de una manera más comprensiva, se sentó en la cama junto a Sherlock, le sonrió y esperó a que el menor comenzara a hablar de nuevo, el pelinegro se giró hacia John y le dijo, la verdad siempre me he sentido muy bien contigo, me siento cómodo y protegido, se que esos sentimientos son poco racionales y nada coherentes pues estoy expuesto contigo o sin ti pero después de lo que pasó con el enorme sabueso ya no se que más pensar. Dicho esto se tapó la cara con las manos y se recargó en John, éste instintivamente levantó su brazo y rodeó al detective con él permitiéndole acomodarse en su pecho.
John comprendió todo entonces, el menor estaba experimentando sentimientos que nunca antes había tenido como el miedo y la necesidad de protección, ahora estaba claro el por qué de su comportamiento, sonrió para si y le dijo a su amigo, de acuerdo, puedes quedarte conmigo esta noche, te prometo protegerte y hacer todo lo que esté en mis manos para que el sabueso no te haga daño, Sherlock se descubrió la cara y miró a John sonriendo, esa hermosa sonrisa como la de un niño que acaba de recibir un lindo regalo, por que para John así era su compañero como un niño pequeño y curioso que se moría por saber el por qué de todas las cosas y cuyo cuerpo y mente no descansaban nunca, se sintió feliz de ser la única persona en quien Sherlock confiaba para abrirse y mostrar otro lado, su lado sentimental, sin darse cuenta mientras pensaba esto Holmes lo abrazaba y él le revolvía los suaves rizos con los dedos, ambos parecieron percatarse de ello al mismo tiempo y se sonrojaron un poco, pero sin alejarse el uno del otro, John rompió el silencio diciendo, vamos a dormir, mañana nos espera un largo día, Sherlock se soltó del agarre y se acomodó en la cama, Watson lo miró interrogativamente y Sherlock pareció leerle el pensamiento pues respondió, no esperabas que me durmiera en el piso ¿o si? Además dijiste que estarías conmigo para protegerme, Watson movió la cabeza de manera negativa pero sonriendo al verse derrotado con ese argumento, así que se acostó junto a Sherlock, quien se acomodó sobre su lado derecho para darle espacio a su amigo, Watson también giró y quedaron frente a frente, se miraron unos segundos y John acercó a Sherlock hacia él tomándolo de la cintura, el menor se acurrucó en su pecho y el doctor recargó su barbilla aspirando el dulce aroma de los rizos de Sherlock, le dio un casto beso en la cabeza y le susurró al oído, no creas que por esto ya te he perdonado, el menor no pudo evitar reír ante este comentario pero no dijo más, simplemente se acercó más al mayor y acomodó sus manos sobre la suave pijama que cubría el pecho de su amigo y con esta sensación de cariño y protección ambos se quedaron dormidos.