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Steam and Water por midori_bs

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Notas del fanfic:

pwp básicamente

amo el sekai, help.

Notas del capitulo:

Se lo dedico a mi querida Hyone aunque debería habérselo mostrado cuando lo terminé, hace... meses.

ja, ja, ja.

(no me mates).

 

 

Jongin se remueve en su lugar en la cama, controlando la anticipación que se concentra en su estómago, cálida y asfixiante. Se acaricia la nuca, sonriendo en cuanto la puerta de entrada emite un golpe seco al ser cerrada. El dormitorio está vacío por el momento, algo temporal pero perfectamente suficiente para los planes que urdió en su mente.

El uso de poderes fuera de una situación crítica, le traería problemas sin lugar a excepciones. Es irresponsable, y peligroso, y estúpido, y etc etc etc. Ya no recuerda con precisión los mil y un adjetivos negativos que Suho utilizó para regañarlo aquella vez. Y las anteriores.

Jongin es usualmente lo que se dice ‘un chico obediente’, pero también se enorgullece de saber aprovechar las oportunidades que se le presentan. Esta es demasiado tentadora como para darle vuelta la cara. ´

El ruido del agua correr llega desde su izquierda. En el baño, Sehun se encuentra muy ocupado aseándose. Sus palabras antes de cerrarle la puerta en la cara (y con llave, para dejar en claro las cosas) fueron «Voy a darme un baño rápido. No se te ocurra intentar nada mientras tanto». Sabe muy bien a qué se refiere el menor, y con toda la consciencia del mundo, piensa ignorar su “pedido”.

Se lo agradecerá más adelante.

Con un solo chasquido de sus dedos, el vapor obstaculiza su visión unos momentos y el calor envolvente de éste lo recibe. El ruido del agua correr es más intenso, originándose pocos centímetros frente a él. A través de la puerta de vidrio puede distinguir la silueta delgada de Sehun, brazos extendidos y manos masajeando el cabello lleno de shampoo. Su espalda se arquea ligeramente y Jongin se relame ante la deliciosa vista. Sehun tiene el poder de despertar ese lado suyo que comparte espíritu con el del artista en escenario pero no exactamente. La estrechez sufocante en sus pantalones ocupa gran parte de su atención, cadera moviéndose contra el aire de forma inconsciente para buscar algún tipo de satisfacción o roce. Podría irrumpir en la ducha ahora mismo, pero siempre disfruta de torturarse un poco, hasta que el deseo se lleva todo tipo de raciocinio restante en su mente. Se deshace de su remera primera, dejándola olvidada en algún lugar cerca de la puerta. Lo más probable es que se moje por efecto del vapor en el suelo, algo de lo que se preocupará más tarde. Las yemas de sus dedos tocan tentativamente la tela de sus cómodos pantalones que cubre una erección casi dolorosa. Su labio inferior es atrapado entre sus dientes mientras sus ojos observan a Sehun comenzar a enjabonar su cuerpo luego de enjuagar todo el shampoo de su cabello. Los mismos recorridos que las manos del menor hacen sobre su piel pálida, son los que sus manos se mueren por imitar. Lentamente baja el elástico de sus pantalones, dejándolos caer sobre sus pies y conteniendo un quejido cuando palmea su entrepierna sobre su ropa interior ahora húmeda allí donde entra en contacto con la punta de su miembro.

Suficiente tortura, se dice, arrojando dicha ropa interior sin cuidado y caminando hacia la puerta de vidrio de la ducha como si de un depredador acercándose a su presa se tratase.

La puerta no emite mucho ruido al ser desplazada, y aún así Jongin espera una mirada alarmada de Sehun que no recibe. El menor le está dando la espalda, ignorándolo olímpicamente (¿o no lo notó realmente?) y continuando con su tarea de higienizar su cuerpo. Jongin observa la amplitud de sus hombros, la curva de su espalda, el trasero que tocó indiscretamente en público más de una vez porque se considera un mero mortal débil a ciertas tentaciones. Sin preocuparse por algún codazo de sorpresa, atrae a Sehun a su pecho, éste aún dándole la espalda. Se escucha un suspiro, aunque Jongin no descifra si es una muestra de satisfacción o fastidio.

Sehun no dice nada, optando por gemir bajo cuando una mano conocida acaricia lentamente su estómago y rodea su miembro. Jongin aprovecha también para dejar un camino de besos por su cuello, tan pálido y tentador como siempre. La mayoría de las tentaciones en su vida provienen del cuerpo del menor. Sólo puede empezar a imaginarse lo mucho que alimenta a su ego.

Sus dedos trabajan rápido sobre la creciente erección de Sehun, que clava sus uñas cortas en la piel de los antebrazos de Jongin, casi haciéndolo sangrar. Sus caderas se mueven hacia delante, buscando incrementar la velocidad con que Jongin lo acerca al borde de la locura, imitando la forma en que éste se mueve contra su trasero. Idiota, piensa el más joven, sintiendo la presión de la erección ajena. Su plan inicial era tomar un baño rápido, pero el calor acumulado en su estómago bajo que amenaza en explotar en cualquier momento lo hace rendirse ante Jongin. Al fin y al cabo, el último no es el único que se deja llevar ante las tentaciones.

Su orgasmo no está muy lejos, se siente como si de un segundo a otro pudiera correrse, lo que lo impulsa a llamar la atención del mayor.

Jongin entiende aquel mensaje silencioso con efectividad y Sehun deja escapar un quejido gutural cuando su espalda colisiona con la pared recubierta de azulejos.

—Animal —gruñe, rodeándole el cuello con los brazos y atrayéndolo a un beso feroz de todos modos. Inserta su lengua en la boca de Jongin, invitando a su lengua a un baile ya familiar mientras intenta distraerse de los dedos lubricados con su preciada loción para el cuerpo (¿en qué momento la agarró, de todos modos?) para evitar llegar al clímax prematuramente.

Jongin le responde con una risa, mucho más masculina que la usual y rebalsando en lujuria. Lejos de conservar un ápice de dignidad, Sehun empuja contra los dedos que lo preparan para el evento principal y muerde el cuello del otro, instándolo a apresurarse. Jongin presiona su dedo índice contra aquel punto especial del maknae, masajeando luego esa zona y disfrutando la forma en que podía arrancarle gemidos cada vez más agudos. Le va a costar caro luego, pero vale la pena.

—Deja de jugar —lo reprende Sehun, dándole más énfasis a sus palabras con una mordida dirigida al hombro de Jongin. El mayor obedece, apenas ocultando una risa, retirando sus dedos del interior del otro y posicionándose frente a su entrada. Por unos tortuosos segundos, introduce su erección poco a poco en el anillo de músculo. Sehun respira hondo (¿cuándo fue la última vez que tuvieron tiempo para intimidades?) y clava sus uñas cortas en la espalda de Jongin, un hábito suyo que siempre le acarreó rasguños incómodos a su novio.

Cuando Sehun comienza a acostumbrarse a la intrusión, Jongin cesa sus movimientos.

—¿Qué haces?

—Calla —lo ataja el mayor, cambiando su posición de forma en que Sehun enfrenta la pared, sus manos estiradas contra esta para servir como apoyo y su linda, linda retaguardia sobresaliendo. Jongin sujeta los costados de la cadera ajena, embistiéndolo sin aviso previo. Sehun deja escapar un pequeño jadeo, apoyando su frente contra los fríos azulejos y arqueando aún más su espalda a medida que el placer entumece sus sentidos.

—Estúpido… cerdo… autoritario —murmura, apenas inteligible. Sus palabras (indudablemente hipócritas: todos saben que es él quien se la pasa dando órdenes en su relación) le ganan una nalgada que enrojece la zona victimizada y lo hace chillar humillantemente.  

—Cuida tus palabras, princesa —son las palabras, acompañadas con una sonrisa grande, de Jongin.

El piso es algo resbaloso y en contando todos los factores, esta no es la posición más cómoda para tener sexo, pero ninguno de los dos dice nada ni intenta llevar las cosas a otra habitación porque eso acarrearía más tiempo y la paciencia es eclipsada por el deseo.

Sehun comienza a moverse al ritmo dictado por Jongin, agrandando la brecha entre sus piernas para brindarle mejor acceso, y gimiendo por primera vez cuando su próstata es hallada por el mayor. Jongin duda un momento, preguntándose si podría ignorar ese punto para frustrar a Sehun, pero decidiendo que no es conveniente. No hay nada más mortífero que un Sehun negado de placer.

No quiere perder sus bolas.

Con una demanda sin aliento al mayor para que aumente su velocidad, Sehun cierra los ojos y concentra toda su atención a los ruidos de piel chocando contra piel y la sensación de embriagarse en placer y una satisfacción aún más grande cada vez que su nombre se escapa de los labios de Jongin.

El ritmo del mas alto se vuelve errático, poco calculado, más rápido. Sehun protesta, habiendo ya deslizado una mano hacia su abandonado miembro si eso no acarreara perder el balance y caer con poca gracilidad en el suelo de la ducha. Jongin comprende su problema y lo hace por él, los movimientos de su mano no menos desesperados que los de su cadera. Todo lo que tiene en mente es que Sehun tenga su orgasmo de una vez para poder alcanzar él mismo aquella sensación gloriosa que desatará el nudo en su estómago.

Sehun llega al clímax con un grito de “¡Jongin!” más agudo que los anteriores pero nunca lo suficientemente alto para traspasar las paredes del baño, algo de lo que se enorgullece seguido. Jongin lleva sus manos a las nalgas de su pareja, separándolas sólo un poco y embistiendo con renovado vigor que no dura demasiado, su visión nublándose y sus caderas moviéndose como reflejo un par de veces más mientras llena a Sehun del producto de su orgasmo. Siente al menor gruñir cuando se separa de él, insultándolo y protestando por obligarlo a limpiarse nuevamente, anulando todos sus esfuerzos de higienizarse anteriormente.

“Lo menos que puedes hacer es limpiarme” son sus palabras, arrojando el jabón en dirección a Jongin y esperando a que comience a moverse. Jongin no lo contradice, una sonrisa complaciente en su rostro y el desenlace de toda la situación ya claro en su mente.

Sus manos van a cada lado de la cintura de Sehun, atrayéndolo a un beso lento y casi perezoso, separándose sólo para atacar ese cuello pálido tan familiar, volviendo rojiza la piel de porcelana. La respiración de Sehun se vuelve más superficial, una de sus manos perdiéndose entre el cabello oscuro de Jongin.

—Te ayudo más tarde —promete este último, pasando sus manos con deliberada lentitud por los costados de Sehun.

—Más te vale.

Más tarde llega casi media hora después, pero no se emite ni una sola queja.

Notas finales:

Si me quieren, regálenme galletitas (reviews)

Y si no me quieren, también. ♥

 


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