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Entre las teclas por Sonrisas

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Notas del fanfic:

Ha sido un trabajo un tanto arduo, pero aquí está. El primer fic que me atrevo a comenzar de esta pareja. Van más de cinco meses que me adentré en su mundo, cuatro de que comencé pecar de ser una semi-sasaeng al querer saber todo de ellos (?). ¡Pero aquí está el resultado! Un pequeño y adorable intento de fanfic, en el cual he puesto el corazón (Y las lágrimas) por plasmar.  No hablaré mucho de la trama por ahora, y dejaré que os guieis por el resumen y las siguientes advertencias.


Siwon es un hombre adulto, de treinta años para ser exactos. Kyuhyun solo un chiquillo de quince. Si no concuerdas con esto, o no te agrada, supongo que esto no es para ti. No prometo una historia bonita ni dulce, y conociéndome bien, posiblemente llegue a ser todo lo contrario. Sin embargo, daré lo mejor que pueda para intentar hacer algo que pueda agradarles <3. 

I
 
 

— La estufa de la cocina funciona a leña, al igual que la chimenea. Si en la noche tiene problemas con las conexiones eléctricas, le recomendaría encender y apagar el generador que está en el pórtico —le guío el dueño, mostrando una larga hilera de dientes perfectos que intentaba emular una sonrisa de confianza—. Si llueve, le recomendaría apagarlo y esperar al día siguiente. Estas cabañas son muy antiguas, y las conexiones podrían causar problemas si llegan a mojarse. Por otra parte…

 

En la cabeza de Siwon no se escuchó más que eso. Sus oídos se volvieron sordos y su mirada se perdió recorriendo las inmensas paredes de ladrillo cubiertas de decenas de cuadros distintos.

 

Son sus primeras vacaciones en mucho tiempo. Si bien Choi nunca ha tenido problemas económicos o motivos por los cuales no debería retirarse a un sitio apartado por sí solo, nunca se le pasó por la mente el aislarse en una casona a los pies de la montaña. Incluso ahora le causa gracia: él, un hombre atractivo y en su plena adultez, ha optado por retirarse a un sitio completamente abandonado en su mayor momento de gloria.

 

La ciudad era un escándalo. Su última novela había tenido un éxito tan alto que ni siquiera su confiado editor Kim Heechul podía digerirlo del todo bien. La historia de un amor prohibido entre un joven y amargado maestro y una temperamental chiquilla de preparatoria había causado un furor inesperado, especialmente en un país que se regodeaba de ser tan conservador. Por lo mismo las cosas se volvieron tan… ruidosas. Revistas, programas, locuciones, de todo fue dedicado a ese último boom en la literatura coreana. “Dentro de él” vendió millones en cuestiones de meses, y él había caído ante la promesa de darle una continuación. Las personas estaban expectantes, y eso le alegraba.

 

Pero; también le ponía nervioso.

 

MooKyu estaba prácticamente bañándose en telarañas al fondo de su equipaje. Esa pequeña máquina de escribir que le regaló su padre (porque no aceptaría que su hijo escribiera en uno de esos futuristas cacharros del demonio) no había sido tocada desde el día en que la última hoja de quien le lanzó al estrellato fue escrita.

 

Hiatus, le llaman. Él prefiere decirle terror al fracaso.

 

— Por último, usted es nuestro único visitante. Todas las casas al interior del recinto están ocupadas por familias propietarias, así que no tiene por qué preocuparse de que llegue alguien siguiéndole —los pensamientos de Siwon fueron cortados por un pequeño carraspeo. La sonrisa del guía desapareció por unos segundos, y se pudo ver la duda en sus ojos—. Sería muy descarado de mi parte el pedir…

 

— ¡N-no, claro que no! —Por segunda vez (después de ese “Hola” forzado y  una presentación de pura cortesía), Siwon respondió al guía. No podía negar que estaba acostumbrado a esa pregunta.

 

El hombre de uniforme escudriñó entre sus ropas, tomando desde lo más profundo de su chaqueta el pequeño libro que Choi había escrito, el cual le tendió con algo de vergüenza. Siwon lo recibió y miró de forma rápida, dudando un poco si poner como dedicatoria el nombre que se leía perfecto sobre la placa de identificación del otro. Con la mirada buscó una respuesta. Sólo consiguió poner más nervioso al joven.

 

— E-es para mi novia —este intentó excusarse rápido, sacudiendo las manos en gestos extraños por encima de su pecho—. S-SeoHyun, por favor.

 

SeoHyun sería.

 

Una línea acá y otra allá, un corazón para darle cierto toque coqueto y la inevitable sonrisa compuesta de dos puntos y un paréntesis al final. Siwon devolvió el libro con una sonrisa en los labios, que el dueño no pudo hacer más que agradecer.

 

— Le dejaré solo entonces. Si llegara a necesitar algo, no dude en visitarme. Mi cabaña está a un poco más de un kilómetro hacia el norte, es la más cercana —El hombre le tendió una mano a Choi, y esperó la respuesta. Las estrecharon, y el primero no tardó en perderse camino a la salida.

 

 Siwon miró su equipaje y dejó ir un largo suspiro. Bien, era momento de acomodarse y ponerse con lo suyo. Tenía todo un día para acomodarse y volver esa pintoresca casucha en su nuevo centro de inspiración.

 

 No se dio por satisfecho hasta que la noche ya había caído, y el viento frío y seco estaba haciendo que su piel doliera ante una incómoda sensación de quemazón. Aunque tardó bastante, logró poner el orden básico. Armó una cama  y acomodó un par de cosas en la nevera y despensas, e incluso bajó a ese sótano tenebroso y oscuro para encender las calderas del agua caliente para poder darse un baño luego de haber recibido una enorme dosis de polvo. Todo era tan… anticuado en ese lugar. Y él se sentía extrañamente a gusto por ello.

 

 Al terminar se encontró a si mismo sentado en la pequeña salita de estar, junto a la chimenea prendida a leña. Sus piernas estaban cruzadas bajo la larga mesa de café, donde una taza de chocolate caliente esperaba acompañada de unos cuantos snacks dulces que compró en la ciudad. Y justo encima de sus muslos reposaba la dichosa máquina de escribir, MooKyu, que ya había sido usada para tipear al comienzo de una hoja blanca. "Parte de ella". Y nada más.

 

 Llegaba a desesperarle. Sí, esa simple hoja le resultaba molesta... ¿Cómo había llegado al punto de que el solo hecho de ver el blanco eterno de esta le producía terribles migrañas?

 

 Su reloj ya marcaba cerca de las diez de la noche y ya no sabía qué hacer. La única compañía con la que contaba era la del frío que repartían las corrientes heladas que se colaban por el hueco del pie de la puerta, y él sentía que así de solo no progresaría nada.

 

Y así fue. No una ni dos noches, sino casi una semana. Era su cuarto día de aislamiento total (excepto por pequeños viajes a la gasolinera por algo de comida), y poco a poco comenzaba a sentir que el haber ido a ese sitio no había sido más que un error. Un relajante pero costoso error.  

 

Volvería a casa el próximo fin de semana. O eso planeaba. Ya encontraría una forma de agachar la cara ante la imagen de Heechul, quien de seguro le fastidiaría constantemente por su incapacidad de escribir algo durante sus “vacaciones”. Pero… ¿Qué iba a hacerle él? Si sus dedos no querían moverse, no tenía mucho qué hacer.

 

 O eso creyó.

 

Le conoció una tarde, dos días después de que hubiera tomado su decisión de volver a Seúl antes de tiempo. Estaba solo, de pie en la orilla del río que cruzaba el jardín de su cabaña. Tenía los pies sumergidos en el agua cristalina y las palmas apoyadas con delicadeza en la superficie húmeda de las rocas. Vestía apenas una camisa blanca, que aun estando húmeda y pegada a su cuerpo no parecía dar mayor contraste contra el tono lechoso de su piel. Parecía ser alguien curioso, se lo decía su rostro infantil y aquellos preciosos ojos de tendencia felina, ojos que se encontraban perdidos en algún sitio, como si siguieran a esos pequeños pececillos de colores brillantes que nacían en la rivera antes de perderse junto al caudal. Por escasos minutos, sólo al estarle mirando, Siwon sintió ganas de nadar.


— ¿Qué es lo que miras? —se atrevió a preguntarle. No tenía ni idea de cuánto tiempo estuvo ahí, de pie a su lado y mirándole, pero el silencio se había vuelto incómodo y de alguna forma necesitó terminarlo—. ¿Hola?


— Hay algo que necesito encontrar… —balbuceó el niño como respuesta, entrecerrando un poco esos ojos alargados y aligerando su expresión. Cosa que duró poco.

 

 El chiquillo retrocedió sin previo aviso, casi cayendo de espaldas de no ser porque las finas rocas que cubrían el río de desbordes le sirvieron de apoyo. Sus ojos abiertos como platos recorrían el cuerpo de Siwon, como si no pudieran creer el que ese hombre le hubiera descubierto en un momento tan vulnerable. Lo peor vino cuando este intentó ayudarle, y el chiquillo le apartó con un solo bofetón.

 

— ¿Y tú quién eres? —Preguntó a gritos, hablándole de forma informal sin pensar en la amplia diferencia de edad—. ¿¡Y qué se supone que haces aquí!?

 

— Eh, eso debería preguntarlo yo... —no quiso sonar mordaz, pero estaba casi seguro de haberlo hecho. Aquel tono insolente del niño le había molestado un poco, por más que no quisiera admitirlo—. Mi nombre es Choi Siwon, y… acabo de adquirir este lugar. ¿Tú eres…?


 Al oírle, el muchacho arqueó una ceja y bufó por lo bajo. Así que él era el intruso…— Mi madre siempre me dijo que no debía darle mi nombre a extraños. Mucho menos si no eran de por acá.

 

—… Claro. ¿Y las charlas de tu madre nunca incluyeron no invadir propiedad privada? —Preguntó Choi, regañándose mentalmente por haberse oído así de mal. No quería asustar al chiquillo por parecer demasiado agresivo—. D-de todas formas… ¿Cómo entraste? Dejé la cerca cerrada y… Agh. No, eso no importa. ¿Puedes salir de ahí? Cogerás un resfriado si te quedas más tiempo en el agua…

 

— Un resfriado…

 

 Y el joven sin nombre volvió su mirada al río, ignorándole de forma triunfal. Por un momento Siwon tuvo que recitar toda una oración mental para no tomarle de un brazo y arrancarle de ahí a la fuerza.

 

— Debo encontrarlo… —Repitió el muchacho. ¿El qué?, se preguntaba el hombre—. Mamá estará muy triste si no lo hago…

 

 Por alguna razón el adulto sintió que no llegaría a ningún lado intentando sacarle de ahí por la fuerza, así que optó por una de las tácticas más bajas del mundo, y que siempre habían resultado muy bien con su hermana menor:  

 

— No sé qué buscas, pero prometo que te ayudaré a encontrarlo —Aseguró en voz alta, encogiendo los hombros en un movimiento impecable—. Solo si sales de ahí ahora. Tu mamá estará mucho más triste si sabe que estás enfermo.

 

 Aún si tuvo que recurrir a un montón de pequeñas excusas y a prácticamente suplicar para que le obedecieran, logró su cometido. Entre quejidos y amenazas de atacarle si no llegaba a cumplir, el crío le siguió a la cabaña. Arrastrando los pies, pero le siguió.

 

 Entonces Siwon actuó como un hermano mayor; una vez más. Corrió al cuarto principal en busca de ropa, y puso a correr el agua de la enorme bañera del cuarto de baño principal. Buscó las palabras más suaves (y que sonaran menos a un pederasta) para decirle al chico que un baño sería la mejor opción, y agradeció de todo corazón que este no saliera corriendo de su casa, acusándole de cualquier cosa sólo por buscar lo mejor para él. Sólo pidió privacidad, la cual él no tuvo problemas en darle, dejando la muda de ropa limpia en la cama y dejando que el menor pudiese encargarse a solas de lo demás.

 

 Mientras el ruido dulce del chapoteo del agua llenaba sus sentidos, Siwon se sentó en el pasillo justo afuera de su dormitorio, con la máquina de escribir sobre las piernas y una sonrisa atravesando su rostro.

 

 Por primera vez en meses, pudo volver a escribir.   

 

Notas finales:

—Beteado: 11/10/2013—


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