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Esas Dos Palabras por SoySONE

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Jiyeon se preguntaba una vez más, de las miles en los últimos días, por qué ya no era suficiente. Por qué esas dos palabras no parecían tener el efecto esperado sobre la mujer que le daba sentido a cada uno de sus días. Jiyeon nunca se había sentido tan impotente, tan sola, tan perdida. Porque había transitado por el camino el caos más de una vez, y más de una de esas creyó que no podría superarlo, pero antes de que pudiera rendirse y echarse atrás, ella estaba para atraparla, sostenerla, abrazarla, acariciarla. 
Siempre. 
Y ahora, otra vez transitaba por el camino del caos. No, transitaba por el camino de la nada misma, porque era así cómo se sentía. Nada. Nada aquí, nada allá, nada al rededor, ni adelante ni atrás, ella no estaba ahí. Y cada objeto que la rodeaba, cada concepto que su mente atrapaba, los entendía totalmente, los entendía más que nunca. Al ver un vaso de vidrio, podía sentir lo frágil que este era, el frío que le transmitía al rozar sus labios, y le asombraba su transparencia… ¿Cuándo se había vuelto tan transparente? Era casi como si no estuviera ahí. De no ser por la mesa que lo sostenía; ese pedazo de madera, madera sólida, oscura, fuerte, definitivamente no se rompería tan fácil como el vaso, y al tocarla no sentía el frío que el vidrio de éste le proporcionaba a sus labios, y la madera sólida no le transmitía nada a sus manos, tal vez no estaba ahí para transmitir nada, sino sólo para sostener el vaso. Sólo estaba ahí, necia, ciega a todo. Tal como ella misma lo había estado. Vaya que había sido necia, culpando a su chica todo ese tiempo, cuando la verdadera culpable había sido ella misma. Pero es que no tenía ni idea. ¿Cómo pudo haber sido tan tonta? Para no darse cuenta de sus propios errores, del daño que le había causado a la mayor. Si tan sólo hubiera sabido… 
Tal vez habría podido salvar todo antes de hubiera sido demasiado tarde, tal vez hubiera impedido que aquellas dos palabras se devaluaran tanto.
O tal vez no. Porque el error ya lo había cometido. 
Pero tal vez, de haberse dado cuenta, Eunjung estaría a su lado todavía. 
Y aunque sabía que la mayor no estaba muy lejos, ella lo sentía así. Y pasaría el día preguntándose en dónde podría estar, qué podría estar haciendo. Se pasaba el día incluso haciéndose preguntas extremadamente ridículas, pero sinceras, como cuántas veces Eunjung habría sonreído en el día, y quiénes habrían sido los afortunados en ver semejante belleza. 
Se preguntaba si la extrañaba, si lo ha hecho si quiera un poquito, desde la última vez que se vieron. 
Y vivía con la duda, de si volvería escuchar esas dos palabras dirigidas hacia ella, de la boca de su chica. Y esperaba que sí, de verdad que sí. Ella se moría por decírselas, de verdad que sí, las diría una y otra vez para intentar que atravesaran el corazón de la mayor, pero sabía que era inútil. Y no podía entender, cómo es que esas dos palabras habían perdido todo su sentido, cuando eran las dos palabras más sinceras que había dicho jamás, y sólo para ella, sólo para Eunjung. 
Y Jiyeon lo daría todo, todo, para que Eunjung le creyera, para que le creyera al menos un poquito.

Y si esas dos palabras ya no era suficiente, no sabía qué podría serlo, y recordaba firmemente cuando aquel día le dijo a la mayor “Haré todo para demostrárselo.” La vedad, no tenía idea de cómo hacerlo. Todo el tiempo anterior, cuando ambas eran felices entre los brazos de la otra, los sentimientos se mostraban solos. Los regalos, los gestos… eran bonitos detalles, eran detalles. Y definitivamente no aludían en absoluto a lo que Jiyeon sentía por Eunjung. Lo que sentía era algo muy grande. 
No sabía qué hacer. Y se preguntaba por qué aquellas dos palabras ya no eran suficiente.

 

Y allí estaban, entre los árboles desnudos y sus últimas hojas amarillas que caían cubriendo el suelo del enorme parque, de los tantos en la ciudad de Seúl. Había pasado un mes… ¡Un mes! Y Jiyeon no podía creer que estaba viendo otra vez a esa hermosa mujer frente a ella. Estaba desesperada por abrazarla, por besarla. Pero se sentía sin ningún derecho.

Se miraron en silencio tras un suave “Hola.” Y sorpresivamente, fue la mayor quien se encargó de romper el silencio, y fue increíble el oír esas palabras salir de sus labios. 
“Tus ojos se ven bonitos.”
Y wow, de verdad era increíble, Jiyeon se sentía incrédula porque era sorprendente que eso fuera lo primero que le diría la mayor luego de cuatro semanas, y por supuesto, era increíble que lo dijera cuando la menor llevaba aquellas notables bolsas bajo sus ojos, que el maquillaje apenas podía disimular. 
Jiyeon encurbó ligeramente sus comisuras hacia arriba, y en ese momento hubiera querido decirle lo hermosos que eran los ojos de la mayor, que eran los ojos más hermosos que había visto jamás, y que estaba segura que eran los ojos más hermosos en todo el mundo. 
Pero fueron otras palabras las que impulsiva e instintivamente salieron de sus labios. 
“Te extraño.” 
Vaya, que lo hacía. La extrañaba mucho, muchísimo. La necesitaba mucho, muchísimo. 
Y no fue sorpresa para Jiyeon el no obtener una respuesta a eso.

Y así, en silencio, se sentaron en una banca, mirando el paisaje frente a ellas. Aunque ninguna de las dos estaba viendo en realidad.
Jiyeon no fue discreta, ni disimulada, no lo hizo con lentitud ni inseguridad… bueno, tal vez eso sí, un poco. Pero lo hizo decidida y con suavidad. Tomó la mano de Eunjung, que estaba sobre su pierna, y la acarició. Era su manera de decir “Lo siento.”

Sabía que a la mayor no le gustaba que pidieran disculpas.
Para Jiyeon era necesario pedirlas de algún modo.

Temía que Eunjung apartara su mano y se alejara, pero no lo hizo. La castaña mantuvo su mano inmóvil, dejándose sentir aquellas suaves caricias que la menor le proporcionaba. Tal vez… tal vez tenía un poquito de ganas de abrazarla, pero no estaba segura.

Entre el silencio volaron algunos fugaces comentarios sobre lo lindo que estaba el día, sobre si se habían cuidado durante ese tiempo y cómo habían estado. Bueno, la mayor parte de las preguntas provenían de Jiyeon, y sólo algunas veces Eunjung finalizaba sus respuestas con un ‘¿Y tú?’ Y la menor era atenta en responder omitiendo el hecho de que había sido miserable sin la castaña a su lado.

Fue en otro momento de silencio que los ojos de Jiyeon se llenaron de lágrimas, porque moría por decirle esas dos palabras y necesitaba que Eunjung le creyera. 
Necesitaba abrazarla y besarla que la mayor la abrazara y la besara de vuelta. De verdad lo necesitaba. 
Entonces, esta vez con un poco más de discreción, recostó su cabeza en el hombro de la castaña. Y al ver que ésta no lo había rechazado, Jiyeon procedió a rodearla con sus brazos, abrazándola de costado, esforzándose por retener sus lágrimas, para que no mojaran la piel blanca de la mayor, y en lugar de eso, fueran sus labios los que la tocaran, con suavidad en su mejilla.

Fue entonces que sintió cómo la cabeza de Eunjung se apoyaba ligeramente sobre la suya, y su mano apretaba sutilmente la suya, que seguía acariciándola. 
Era el primer contacto físico de voluntad de la mayor que había sentido en un largo, largo tiempo, sintió una mezcla de tranquilidad y una ráfaga de felicidad y ansiedad que se apoderaba de su cuerpo. 
No podía resistirlo más. Levantó su cabeza de aquel cómodo soporte, haciendo que la cabeza de la mayor se levantara también, y el repentino acto provocó que ambas se miraran de frente, justo como Jiyeon esperaba. Porque era lo necesario para que pudiera acercar su rostro al de la castaña, y así, ligeramente rozar sus labios, rozarlos por unos segundos, asegurándose de que la mayor no la alejaría para el momento en que uniera sus labios concretamente. Lo hizo con firmeza, pero con suma delicadeza, y mantuvo sus labios quietos de ese modo durante unos pocos segundos, para luego darles un pequeño movimiento, con la misma suavidad.
Al principio no supo si lo estaba imaginando, necesitaba constatarlo. Llevó su mano a que sostuviera el rostro de la castaña, reafirmando la unión de sus labios… 
Y sí, lo confirmó. Y aunque Eunjung había correspondido muchas veces a sus besos —uff ¡Muchas veces!— nunca había sentido esa mezcla de alegría, culpa, tristeza y nostalgia al mismo tiempo.

Cuando la falta de aire obligó al beso a romperse y abrieron sus ojos para mirar directo en los contrarios, Jiyeon no desvió su mirada en un sólo momento, y tanto como amaba mirar los ojos de Eunjung, detestaba ese momento, porque aún podía ver el dolor a través de ellos, el daño que ella le había causado.

Pero allí estaban ¿No? Allí la tenía de vuelta, allí estaban sus manos entrelazadas y allí acababan de besarse. 
La menor necesitaba comprobar que todo aquello no era un mero producto de su imaginación, y necesitaba, debía ante todo… 
No dejarla ir.

Entonces, mirando los ojos de Eunjung, con los propios llenos de lágrimas, susurró esas dos palabras.

"Te amo."

Y no fue sorpresa para Jiyeon, el no obtener respuesta.

 

Notas finales:

Bueno, es el primer fanfic que publico acá, sin embargo no es el primero que escrito ni mucho menos. Tengo una cuenta en AFF: http://www.asianfanfics.com/profile/view_author_stories/121355/L

Ahí pueden leer mis otras historias, entre ellas también está ésta misma, pero sobre otra pareja (:

Espero sus opiniones.


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