El sueño que quería que se hiciera realidad
Ya no podía seguir con ese ritmo de vida. Si no detenía pronto lo que estaba pasando iba a traspasar todo los límites de la cordura y, en el fondo, sabía que ya lo había hecho. Entonces ya no habían más límites que traspasar. Ese hombre; ese maldito e irresistible hombre, había cambiado mi vida por completo.
Su nombre era Choi Siwon, mi nuevo compañero de trabajo y para mi “gran suerte” (nótese el tono irónico, por favor), me tocaba trabajar a diario con él. Era un integrante permanente del nuevo equipo de reporteros. Ambos somos periodistas destacados de uno de los más famosos canales televisivos en Corea del Sur.
Desde la llegada de Siwon nos la pasamos discutiendo porque no encuentro otra forma de expresar mi enorme frustración sexual y lo mucho que gusto de él. Choi Siwon me encantó desde el primer momento que entró a la sala de reuniones, pero para mí ese es un signo de debilidad que no estoy dispuesto a demostrar ante nadie.
Varios meses han transcurrido y a veces creo que toda esta locura me ha desquiciado más de la cuenta. Es domingo en la noche, me disponía a dormir cuando de la nada comencé a imaginar mi vida como una noticia más. Una digna de burla y pena:
“¡Extra Extra Extra KBS Noticias!
Buenas noches estimados televidentes, interrumpimos el drama The master’s Sun para reportarles acerca de una noticia urgente que remecerá al país entero. Uno de nuestros periodistas estrella más querido, Cho Kyuhyun, el castaño alto con cara tierna, mirada y sonrisa traviesa y piel blanquísima, ha confesado en exclusiva que todas las noches tiene sueños eróticos con su nuevo compañero de departamento de prensa, Choi Siwon. No es que lo culpemos, es un verdadero bombón ese Choi, pero el muy desvergonzado intentó violarlo aquí mismo en nuestras inmediaciones. Fue descubierto por la periodista que les habla y aunque al principio quería matarme, (no porque pudiera desvelar la noticia, sino por detener el acto mismo) finalmente logré convencerlo para una exclusiva conmigo en un lugar más cómodo que el baño donde lo descubrí en plena acción.”
“De remate” Así es como estaba. Lo último que me faltaba era imaginar que salía en el noticiero de la noche interrumpiendo uno de los dramas más exitosos, contando mi “problemita”. Me arropé lo mejor que pude, me di vuelta e intenté dormir para no asistir con ojeras al trabajo.
Y ahí estaba, otra mañana más despertando de pésimo humor porque mi amiguito estaba totalmente encendido y formando una carpa considerable con las sábanas. Me hervía la sangre de rabia y de deseo; temblaba aún y no sólo de indignación, los sueños eran tan intensos que ya llegaba a un punto en el que me dolía recordarlos. El que había tenido hace unos momentos había sido espléndido y esa molestia en mi pecho no se había hecho esperar. Como era habitual, las imágenes desfilaban en mi mente: Siwon y yo nos habíamos desgarrado de placer, era tal el modo en que nos compenetrábamos, esa forma de unirnos no sólo en cuerpo sino que también en alma, sinceramente me aniquila y me hace sentir insignificante saber que el fondo de mi ser implora ser amado por Siwon. Por más que yo intente negarlo todo el tiempo mis sueños no mienten, porque es en los sueños donde aparecen nuestros deseos más recónditos.
Todas las noches mi compañero nuevo se colaba hábilmente en mi mundo onírico y era gracias a esos encuentros permanentes que había descubierto que estaba enamorado de él. Eso me frustraba y hería más todavía; eran meses en ese estado deplorable, meses en los que había logrado saber todo de él, porque no podíamos discutir todo el día e independiente de la incómoda situación yo soy muy profesional en mi trabajo, por lo que yo mismo propiciaba treguas durante el día. Además Siwon no es rencoroso, él es amigable y amoroso con todo el mundo incluso conmigo que por cómo me porto con él bajo ningún punto de vista merezco su buen trato. Aún así, me ha contado de su vida y metas; conozco a fondo sus vivencias, su forma de ser, de trabajar, su positivismo, su chispa, valores, sueños, carisma e interminables encantos. TODO en él me ha cautivado, y lo peor es que a diario descubro algo nuevo, algo que aumenta mis ya crecidos sentimientos por él.
Me levanté con esa sensación que odio, que no me permito admitir; me golpeo el pecho aun sabiendo que no existirá cambio alguno, pero una vez en la ducha siempre logro poner una capa en mi corazón y el juego de mentirme a mí mismo y al mundo comienza otra vez.
Lunes, empiezo otra semana de trabajo intenso en la oficina, una noticia muy importante estaba a mi cargo y… de Siwon, también. Hacíamos todos los trabajos juntos desde la llegada de éste y a pesar de que era obvio que cubriría esta noticia con él, sentía que hervía de rabia. Mi autocontrol está llegando al límite y cuando eso sucede, el que termina pagando es el inocente de Siwon.
Pasaban las 9 de la noche, la jornada laboral terminó hace rato. Ya no quedaba nadie en la oficina, pero nosotros seguíamos trabajando. Me sentía morir sólo recordar mi horrible comportamiento con él durante todo el día. En ese momento estaba en una pequeña oficina con la persona que menos quería estar en un espacio tan reducido y… como guinda de la torta, “solos”. Estaba más alerta que siempre, y cuando sentí que se movía hacia mí ni escuché lo que me dijo, simplemente le espeté que no se me acercara tanto. Tenía unas hojas en la mano y estaba a unos centímetros de mí, me ignoró y volvió a decirme cosas que no procesé por la cercanía de nuestros cuerpos y ésta vez le grité que si acaso era idiota y no entendía lo que le había dicho. Me había pasado otra vez. Francamente había estado muy a la defensiva ese día, no comprendía aún como Siwon no me había golpeado. Me atreví a mirarlo, él se había alejado lo suficiente pero vi como crecía su enojo, uno muy justificado.
Escuché vagamente como Siwon explotaba, tenía paciencia el hombre pero no era un santo; yo sabía que la culpa era completamente mía, lo había molestado como nunca todo el santo día, porque mi alma, mi cuerpo y mi mente me exigían llamar su atención de la manera que fuera. Todos pensaban que yo detestaba a Siwon y era mejor así, era mi única arma de defensa para la infinidad de sentimientos que él me provocaba.
Siwon echaba humo y me estaba exigiendo que le explicara de una buena vez porqué siempre lo trataba como si fuera basura, porqué lo molestaba hasta el cansancio y parecía regocijarme en eso y sobre todo porqué creía que él iba a seguir soportando ser mi bolsa de boxeo. Terminó diciéndome que más me valía explicarle qué maldita manía tenía con él porque la situación ya no daba para más y él estaba exhausto de vivir cada día en esa relación tan desgastante, defendiéndose de mis malos tratos.
Pensaba responderle que yo pensaba hacer lo que se me diera la real gana y que no tenía por qué darle explicaciones, pero al parecer yo tampoco podía seguir con mi sarta de mentiras e idioteces. De mi boca comenzaron a salir casi atropelladamente las palabras que había escondido con tanto esmero; le dije que estaba enamorado de él, que cada vez que estábamos juntos, luchaba contra mis demonios internos que me rogaban por devorarlo en vez de hacerlo sentir mal y que lo deseaba como nunca había deseado a nadie, tanto así que me dolía; que todas las noches me visitaba en sueños donde nos amábamos apasionadamente y que anhelaba con todo mi ser se hicieran realidad.
Vi como Siwon tardaba en reaccionar, asimilando toda esa información. Incluso yo estaba sorprendido de mi atrevimiento. Me pareció que el mundo se paralizó cuando Siwon susurró: “Debiste decirlo antes, debiste decirme esto mucho antes Kyu, porque yo me siento igual que tú”.
Yo sonreía mientras mi hombre me arrinconaba y se me acercaba como si yo fuera una verdadera presa; era tan excitante. La temperatura de la oficina había aumentado enormemente, mi cuerpo ardía como nunca y estaba seguro que Siwon podía ver en mis ojos cuánto ansiaba lo que estaba por ocurrir. La tensión sexual se sentía en el aire, en nuestras miradas y cuerpos anhelantes del calor del otro y de pronto colisionamos.
Esa noche después de tanto esperar mi sueño se haría realidad y sabía que sería infinitamente mejor de lo que había imaginado jamás.
Fin.