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AKIRA. por ChizuruTakachan

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Notas del fanfic:

 

 

¡Por fín soltaron la canción que llevo esperando en estos meses! Así que este fue el resultado. aquí les dejo la canción tan linda que me inspiro. ¡Llore tanto cuando la escuche en el concierto del Primera Fila! 

 

http://www.youtube.com/watch?v=1d8mLCULOqs

 

Así como lo termine se los pongo. ¡Ahora vayan y lean por favor!

 

 

Historias de chicos y chicas enamorados hay miles. Incluso son historias ignoradas por su cotidianeidad, ya que todo mundo se enamora y termina por ser un sentimiento común y corriente.

 

Akira era un chico alegre, poco atractivo a la vista de todos, poseedor de una sonrisa tímida y una mirada brillante. Unos ojos color gris que parecían mirar más de lo que la gente común. Atento y respetuoso. Un chico educado.

 

No se podría decir que fuera el típico chico popular. La posibilidad de verle rodeado de numerosas chicas era casi nula. Él era de los chicos que gustaba de pasar las horas de clase en compañía de su mejor amigo, y las tardes en casa de alguno de los dos peleando videojuegos.

 

Pero Akira también se quería enamorar…

 

Incontables fueron las veces que su mejor amigo le cancelaba por irse de noviero. Muchas más, fueron las ocasiones en que se sintió incómodo en los vestidores tras las prácticas de futbol, cuando notaba que él no formaba parte del equipo. Escuchaba atento los cometarios de sus compañeros e incluso siendo su mejor amigo parte de ellos. Akira siempre detrás de Kouyou, aprovechaba el ser casi invisible para mirar al mejor defensa del equipo: Aoi.

 

Cuando vas en secundario todo es prioridad y a la vez nada. Cuando asistían a las fiestas él simplemente miraba al equipo ligar con cuanta chica linda podían, él no tenía ese ímpetu y prefería aprovechar que sus compañeros se embriagaban para fingir que había cumplido con el requisito.

 

— ¿Te vas Aki-chan? —Kouyou tenía en sus piernas a una chica pequeñita y de apariencia tierna. La cuál apenas le ponías atención, notabas que su blusa a  medio desabrochar y las manos de su compañero dentro de su falda quitaban esa superficial apariencia.

— Sí. Tengo que llegar temprano a casa. ¡Diviértete! —Apenas decir lo último se giró haciendo un gesto de despedida con la mano para salir.

 

Sus oídos zumbaban debido al alto volumen de la música, acercó su manga a su nariz notando el excesivo olor a cigarro en su ropa, levantó la mirada al cielo obscuro y noto esos puntitos brillando a lo lejos. Soltó el aire en sus pulmones y decidió encaminarse a su hogar. Apenas dar unos pasos para salir de esa casa, oyó una risa inconfundible para él, y como la curiosidad mató al gato, Akira se acercó apenas y asomando la nariz para poder ver lo que sucedía a un costado de la entrada.

 

Al igual que muchos de los asistentes a la fiesta, el tan codiciado Aoi se entretenía con una linda chica. Akira aguantó la respiración al notar ese movimiento que la cadera del pelinegro hizo, al adentrarse en su compañera. La chica sólo optó por colocar bien sus manos contra la pared, haciendo un ángulo perfecto y aguantar su peso. Con las piernas perfectamente abiertas y el trasero apenas expuesto, gracias a la tela de su falda y la pelvis que poco se separaba de ella, la chica comenzó a chillar ahogadamente sacando al rubio de su burbuja. Con la garganta seca, Akira se alejó logrando escuchar al pelinegro gemir un tanto ronco.

 

Si, Akira quería enamorarse… Aunque ese dolor en su pecho le decía a gritos que ya estaba enamorado del pelinegro, de hace mucho tiempo.

 

 

Llega tarde a casa con la bruma del mar,

Llega con la rabia enroscada,

 

 

 

Luego de esa fiesta Akira aprendió a beber. Se sintió estúpido al pedirle a Kouyou que le enseñara, pero lo que menos quería era convertirse en el borracho idiota del equipo de futbol. Así que algunas veces bebieron dentro de la escuela y otras en sus casas. Cuando menos se dio cuenta, Akira ya convivía con más personas en las fiestas, y fue en una de tantas, que Aoi se sentó a beber con él, después de haberse cogido a una incauta.

 

—Es raro verte tan contento Suzuki. —Aoi se relajó casi acostándose en el sofá. —¡Hasta Takashima se ha ido antes que tú!

—Lo que es raro es que tú estés desocupado. Por eso no te habías dado cuenta que hace mucho me voy cuando sale el sol. Es menos probable que me tropiece al andar.

 

De forma vana pasaron el resto de la madrugada entre risas y estupideces típicas de adolescentes. Aoi pregonando lo bueno que era en la cama y lo mucho que le encantaban las pocas curvas en las chicas, y Akira haciendo de tripas corazón. Así de sencillo y difícil al mismo tiempo forjaron su amistad.

 

 

Entra muy despacio para no secuestrar

El sueño más bonito que hay.

 

 

¿Cuántas veces Akira fue su confidente? ¿Cuántas veces quiso ser a quién él besara? Eran tan contadas las veces que podía sentir sus brazos envolverle, cuando Aoi se caía de borracho y Akira le llevaba a su casa. Akira con eso se conformaba. Sonreía como bobo cuando ambos caían en la misma cama para que el pelinegro cayera en un profundo sueño, mientras él simplemente le observaba. Mientras él respiraba su aliento con disimuladas lágrimas.

 

 

 

Sale de la niebla de un bostezo lunar,

Descalza y despeinada, corre.

 

 

 

Akira estaba tan feliz en su burbuja que no se dio cuenta que su secreto había sido descubierto. El equipo decidió ponerle a prueba sin siquiera él saberlo, a sus espaldas planearon forzarle a relacionarse con chicas ante su extraña soltería. Aoi fue partícipe de ello al presentarle siempre una chica nueva, o comentarle cuál era la más fácil para llevarse a la cama. Akira simplemente le ignoro.

 

Un día se quedó prácticamente solo en las duchas tras un entrenamiento, hacía mucho que había dejado de ser invisible y esa tarde mientras terminaba de ducharse, sus cosas desaparecieron misteriosamente. Al salir notó que sólo los títulares del equipo se encontraban y se sonreían de forma aterradora, fue ahí que descubrió su casillero vacío.

 

Buscó la mirada de Kouyou que sólo le evitaba, sus lindos ojos grises se plantaron en los de Aoi y sólo obtuvo nada. Al sentir las manos de sus compañeros y escuchar las burlas, él no se inmuto. Su mirada pasaba del pelinegro al castaño sintiéndose vacío y sólo. Los silbidos y las groserías inundaron los vestidores, Akira de pronto tenía puesto un corto vestido rojo que resaltaba en exceso con su pálida piel. Le empujaban e incluso le manoseaban entre todos, haciendo que Akira se hiciera cada vez más pequeño.

 

Cuando sus rodillas chocaron contra el piso y sus manos alcanzaron a detener su peso contra el piso, tuvo miedo. Estaba sólo y expuesto, intentó levantarse y salir huyendo. Ni Kouyou, ni Aoi impidieron que le arrastraran del cabello, nadie hizo más que reírse cuando “la nenita” comenzó a llorar y sin importarle nada logró su cometido.

 

 

 

Corre hasta sus brazos como nadie lo hará

Jamás, jamás, jamás.

 

 

 

La gente le miraba raro, era sólo una chica asustada corriendo descalza y salida de quien sabe dónde. Era tal su desesperación que se ahogaba entre su respiración y el llanto, corrió hasta que su cuerpo no dio más y simplemente cayó de rodillas. Akira cubrió su rostro con sus manos llorando a lamentos su existencia, él sólo quería morir.

 

Las horas pasaron y él no se movió de debajo de ese árbol, con la mirada perdida no notó que poco a poco aquél parque oscurecía, su cuerpo no había dejado de temblar desde que cayó ahí, así que el frío no le importo. De pronto un par de piernas se posaron a su lado, una maleta cayó en golpe seco y levanto un poco de tierra. Él miró su mochila con sus pertenencias y sólo la acercó débilmente para abrazarse de ella.

 

Kouyou y Aoi le miraron en silencio, Akira sólo evitó mirarles sabiendo que eran ellos y espero a que se fueran para intentar moverse.

 

—Lo siento Ue-chan… —Kouyou intentó tocarle el hombro, pero Akira sólo le esquivo temblando con más fuerza.

 

Akira abrazó con más fuerza su mochila y tras oír que los chicos se alejaban murmurando quien sabe qué, sacó el pantalón y el saco para ponérselos. Cuando llego a su casa las luces estaban apagadas, como ya era costumbre que saliera, ya no le esperaban.

 

 

 

Y María le dice que si, dice sonrojada que si,

Y se esconde en sus brazos.

 

 

 

Akira se miró en el espejo del baño. Tenía los pies lastimados, el pantalón roto de arrastrarlo al caminar. Sus ojos rojos e hinchados, todo él lleno de tierra y debajo de su saco del colegio, ese vestido rojo que ahora era casi negro de haber estado sentado en la tierra.

 

Él ya no sentía las lágrimas que caían de sus ojos, se aseo y en completo silencio se acostó a dormir, deseando fervientemente que a la mañana siguiente no despertara.

 

Akira faltó dos semanas al colegio a causa de una fuerte neumonía. En ese tiempo apenas comía, y sólo monosílabos formaba su vocabulario. Akira simplemente no tenía nada que decir.

 

 

 

Y él contesta que todo irá bien,

Que las flores volverán a crecer donde ahora lloramos.

 

 

 

 

Apenas llegar al colegio lo que Akira se topó, fue a Aoi dándole la bienvenida a una alumna nueva. Una chica casi rubia de hermosos ojos azules. Akira con el rostro impávido paso a su lado evitando molestarlos, había vuelto a ser el chico introvertido de antes, sólo que ahora su cuerpo gritaba: “frágil”.

 

—Disculpa… ¿Me puedo sentar aquí? —Un chico un tanto más bajito que él, le miraba a la expectativa. Akira sólo asintió e hizo su silla un tanto más a la orilla para no molestar al nuevo. —Me llamo Takanori. ¡Mucho gusto!

—A-Akira…

 

Apenas y había sido un susurro su contestación, pero ahora Akira tenía la sensación de peligro hacia todos.

 

Ese mismo día supo que su compañero era hermano de la “novia” de Aoi. Takanori era un chico sociable, sin problemas le contaba sobre su vida y porque ahora se habían mudado a Tokyo. Akira sólo asentía respondiendo lo menos posible, siempre con la mirada baja y con sus manos dentro de los bolsillos, así nadie notaba que cuando alguien se acercaba mucho a él, apretaba los puños con tanta fuerza, incluso terminando por enterrarse sus propias uñas. Gracias a que Takanori era el sobrino del director, nadie se volvió a meter con él.

 

—¿Hace mucho que te gusta verdad? —Takanori miraba el partido de futbol mientras le preguntaba sin expresión alguna.

—Sí. Antes jugaba… Es algo que extraño hacer. —Akira se encorvó más al doblar sus codos apoyados en sus rodillas. La nostalgia se notaba en sus ojos.

—¡No el futbol! —Takanori se estiró hacia atrás abarcando la grada que quedaba debajo de ellos. —Me refiero a Yuu. Tienes ese mismo brillo en los ojos que tiene mi hermana. —Akira le miró asustado y a punto de salir corriendo. —¡Tranquilo! No se lo diré a nadie… Pero lo mejor sería que no perdieras tu tiempo. Sus padres y los míos se conocen y no ven con malos ojos que se casen en un futuro.

 

Akira seguía con los ojos muy abiertos, sólo que ahora se humedecían. Miro hacía el frente y noto que Aoi miraba hacia ellos, supuso que lo mejor era irse.

 

—Creo… Creo que lo mejor será que tú y yo no nos hablemos más. Si Aoi va a ser tu cuñado a ese grado, sé de lo que son capaces de hacer en el equipo. Pensará que corres peligro conmigo.

—¿Te han hecho algo? ¿A ellos les tienes miedo? Yo no necesi…

—Sólo hazme caso. Lo mejor es empezar de cero y estarás bien. Todo estará bien.

 

 

 

Cae la madrugada mientras ella de pie

Mira con la chispa adecuada,

 

 

 

Un nuevo ciclo escolar comenzaba, era inevitable que Akira esperara que algo mejor le deparara el destino. Kouyou algunas veces le visitó en su casa durante las vacaciones, ambos hicieron como si todo fuera igual y siguieran siendo amigos, aunque apenas cruzar las puertas del colegio, Kouyou le ignorara por completo a fin de no molestar al equipo. Akira lo entendió y tristemente se resigno. Cada uno en su lugar.

 

Un nuevo chico se integraba al grupo y otra vez Akira compartía su lugar. Apenas llegar, Yutaka ya formaba parte del equipo de futbol, tras devolver un balón en una patada que dejó a todos con la boca abierta. ¡Grande era la suerte de Akira! No había más lugares donde el nuevo se sentara, así que no había modo de deshacerse de su desgracia.

 

Por suerte, Yutaka era un chico muy fiel a sus principios, y cuando supo de las bromas que hacían en torno al rubio de ojos grises, no le quedó más remedio que ser firme y claro.

 

—¿Entonces desde ese día nadie en la escuela le habla a Akira?

— Matsumoto algún tiempo cuando recién llego lo hizo. Pero dicen que como rechazo ser novio de Suzuki, él dejó de hablarle. ¡Qué estúpido! Hace dramas como princesa.

 

Kai se sintió indignado. Ver como se referían de su compañero, que aunque hablaran poco, siempre se había mostrado educado y tranquilo, era algo que iba contra su pensar.

 

—Ya veo… Entonces supongo que si una bromita insignificante fue el modo de correr a Suzuki del equipo, tendré que irme por mi propio pie. Yo soy gay y si a él, que no sabían exactamente si lo fuera o no, le hicieron eso… No veo el caso de que yo me tenga que cuidar las espaldas.

 

Y tranquilamente Yutaka tomó sus cosas y salió del vestidor dejando un silencio sepulcral.

 

 

 

Cara de emboscada, cielo abierto a la vez

Él piensa que bonita es.

 

 

 

 

Y sin darse cuenta Akira comenzó a sonreír. Aoi lo notó cuando se rumoraba que era el novio de Yutaka. Había pasado el primer trimestre del curso y Akira y Yutaka hacían todos los trabajos en equipo juntos. Algunas veces el rubio acompañaba a Kai, —como ahora le conocían en la escuela—, a sus partidos de futbol. Porque si, Yutaka era tan buen jugador que el equipo tuvo que tragarse su orgullo, y pedirle se uniera a cambio de que nunca más se meterían con Akira en ningún sentido. Para algunas chicas enamoradas del amor, eran la pareja perfecta.

 

—Te has sonrojado… —Kai le mostraba esa hermosa sonrisa que le hacía ponerse nervioso.

—Esto es bastante estúpido. —Akira abrazó sus piernas recargando su quijada en sus rodillas. —No deberías buscarte problemas…

—Yo no le veo problema alguno. Me gustas Akira… Si de por si piensan que somos pareja, no hay razón de porque no…

—Yo sólo… Nunca he tenido novia, ni novio… Yo no sé cómo debería sentirme.

—Tú déjamelo a mí.

 

Kai se acercó despacio, levantando la quijada del rubio comenzó a besarlo con unos roces primero, seguido de envolver ligeramente con sus labios la boca del otro, para después de unos minutos, rosar sus lenguas lentamente. Akira se dejó abrazar por Yutaka, debajo de ese árbol que una vez le vio como el más infeliz del mundo, hoy le veía sonreír tímidamente.

 

Aoi se encontraba a escasos metros de ellos, también siendo testigo de cómo Akira sonreía igual de radiante que alguna vez lo hiciera estando con él.

 

 

 

 

Juntos y olvidados por el sueño se van

Contando adivinanzas,

 

Tan común era verles tomados de la mano, tan tierno era ver como Akira se sonrojaba y le daba un pequeño empujón a Kai, cada vez que éste salía corriendo de su entrenamiento para darle un beso y una sonora carcajada. Akira era intocable para todos, Kai le adoraba y en más de una ocasión se había ido a los golpes a escondidas del rubio, cuando alguien insinuaba algo sobre su reputación.

 

—Vamos Aki…

— Yo no quiero. Ellos me detestan y no quiero que hagan algo. ¡Pero ve tú y diviértete!

—¡Pero eres mi novio y será la fiesta del partido final! Por favor… Acompáñame. ¡Estaré contigo y nos divertiremos!

 

Akira no pudo negarse a esa carita que Kai solía poner cuando quería una cita romántica.

 

El equipo por supuesto ganó. La tercia que hacían Kouyou, Aoi y Kai era infalible. La fiesta como era de esperarse caía en los excesos, pero a nadie le importaba, sólo eran chicos en busca de libertad y sentirse los dueños del mundo.

 

Kai arrastraba a todos lados de la mano a su novio, hasta que un grupo de chicas entre risas y sugerentes miradas se llevaron al moreno hacía la pista de baile, separando sus manos. Incluso Akira sintió como una de las chicas le había enterrado las uñas al momento de alejarlos. Sobó su mano y se hizo a un lado del camino viendo a su pareja reír a carcajadas entre ellas.

 

Hacía tanto que no sentía esa sensación en su cuerpo, su espalda sintió un escalofrío y de pronto Aoi le extendía un vaso. Akira le miró con esos hermosos ojos que tenía y negó con la cabeza.

 

—¡Oh vamos! No pensarás dejarme con la mano estirada hasta que Kai regrese… ¿O sí? —Akira cogió el vaso que se olía excesivamente cargado de alcohol. —Ese mechón negro te queda bien. Te hace ver más rudo, pero lindo al mismo tiempo.

 

Akira le miró azorado. Aoi daba pequeños sorbos a su bebida y le miraba de reojo. Fue casi autómata sentir la garganta seca ante ese “cumplido” por parte del pelinegro, dio un trago acabándose la bebida que éste le diera. Tras una mueca de desagrado por parte del rubio al notar que era casi alcohol puro, Aoi sonrió mirándolo con ternura.

 

—Hace mucho que no conversamos Akira…

 

 

 

Hasta que la flor se va cerrando con él,

Se va cerrando con él.

 

 

 

Akira se reía… Sólo eso podía hacer ante lo entorpecidos que estaban sus músculos. Aoi soltaba carcajadas y tras regresar del baño se encontró con un rubio sonrojado y muerto de risa en el piso de su habitación. Sonrió enternecido al ver lo inocente que era el menor. Akira comenzaba a jadear y entre risas se sacudía la camiseta para refrescar su cuerpo.

 

Si… Akira era tan inocente, al grado de no tener ni la precaución de avisarle a su novio que estaría charlando con el capitán de su equipo.

 

 

 

Y María le dice que si, dice sonrojada que si

y se esconde en sus brazos,

 

 

Akira jadeaba…

 

Su cuerpo hasta ese momento aun virgen, estaba a merced del pelinegro, que extrañamente sabía qué hacer con el cuerpo de un hombre.

 

Aoi sonrió…

 

Separándose con dificultad del perfecto cuerpo del rubio, colocó la pequeña cámara en el mueble frente a su cama. Revisó que se viera a la perfección el cuerpo sudado del menor y regreso a su posición sobre él. Besando, lamiendo y mordisqueando toda piel a su paso.

 

—Yu… Yutaka…

 

Una bofetada le trajo un poco a la realidad. Aoi le había golpeado con fuerza tras oírle gemir el nombre de otro. Sacó sus dedos que hasta hace un momento jugueteaban en el ano ajeno, y le penetró con fuerza. Akira ahogo el gemido, y abriendo los ojos notó quien era el que tenía encima.

 

Akira lloro… Sintiéndose vil. Estaba engañando a su novio sin siquiera haberlo notado.

 

La habitación se llenó de gemidos que aumentaban su volumen. Akira pudo intentar zafarse y huir de ahí, pero Aoi le decía cosas tan denigrantes, gemía su nombre con tanto morbo, que Akira sentía que nada de eso era real. Fue extraño ver al rubio llorar y gemir con placer al mismo tiempo. Aoi hizo de su cuerpo como quiso.

 

Akira sólo se mordía los labios tratando de no disfrutar lo que su cuerpo gozaba. Hasta que todo pudo más, y tras correrse se quedó perdido en el inconsciente.

 

A la mañana siguiente un ruido seco le despertó. Kai y Aoi se agarraban a golpes. Kai con la furia destilando por su piel y Aoi con una sonrisa socarrona y apenas un pantalón de dormir puesto. El pelinegro golpeo a Kai tan fuerte que éste cayó sobre la cama, Akira encogió su cuerpo abrazándose bajo la sábana y llorando al darse cuenta de todo lo que había pasado.

 

—¡Eres un bastardo Aoi! —Kai se limpió la boca quitando la sangre que le escurría—Tienes novia y aun así… ¡Me das asco!

—Él también tiene novio. Aún así gimió como perra en celo y me movió el culo hasta el cansancio. Entonces también debería darte asco tu noviecito.

 

Aoi encendió la cámara y sonriendo le mostró una parte del video. Kai miró al rubio con sorpresa, terminando en un gesto de lástima al escuchar como Akira gemía “Aoi” en repetidas veces antes de correrse. El moreno le entregó el aparato a Aoi y salió sin mirar siquiera al rubio.

 

 

 

 

y él contesta que todo irá bien

Que las flores volverán a crecer donde ahora lloramos.

 

 

 

Las vacaciones fueron días vacíos sin más. Akira no sonreía e incluso estaba demacrado y sin brillo en su mirar. Llamo incontables veces a Kai, todos los días y a toda hora. Se disculpo millares de veces más por mensaje de texto y correos electrónicos, le explicó como había sucedido todo con la esperanza de obtener su perdón y no perderlo, pero nunca obtuvo respuesta.

 

—Creo que todo ha sido mi culpa… —Akira levantó su mirada hasta toparse con el rostro de Kouyou. —Debí avisarte lo que estaba pasando…

—Se llama remordimiento de conciencia. No tienes por qué… Tú y yo ni siquiera somos amigos ya. —Akira apagó su cigarro en la tierra a su lado. Recargó su espalda en el tronco de ese árbol que tan fiel testigo era. — No deben verte conmigo Kou… Aoi lleva 10 minutos vigilándonos. Será mejor que te vayas antes de que quiera correrte del equipo.

—Ya no me importa el equipo. No después de lo mucho que te han lastimado. —Kouyou se sentó a su lado incomodando al rubio. —De verdad lamento mucho haberte dejado sólo todo este tiempo.

—¿Recuerdas que aquí nos hicimos amigos tu y yo? —Kouyou le sonrió y asintió con la cabeza. —Supongo entonces que es un buen lugar de comienzo.

 

El teléfono de Akira timbró y al revisarlo sus ojos se empañaron.

 

De: KAI

 

Te perdono…

 

 

 

 

 Y el invierno llego y él se fue

 Y cuentan que María sin él no se mira en los charcos,

Cada 13 de marzo a las 10 ella espera verle otra vez

Pero él se ha marchado.

 

 

 

Akira esperaba reencontrarse con Kai. En este último curso su primera clase del lunes era a las 10. Así que desde temprano espero que llegara Kai. Los alumnos pasaron a su lado y él con una sonrisa boba en los labios, esperaba verle llegar. El último alumno se adentró corriendo y Kai simplemente no apareció. Le marcó al móvil pero la llamada se iba directo al buzón. Entró a su clase cabizbajo y espero la práctica de futbol para por lo menos verlo desde las gradas. Kai no se presentó.  

 

Al salir corrió hasta la casa del pelinegro con un Kouyou persiguiendo sus pasos. Tocó el timbre desesperado, aporreo la puerta hasta lastimarse los puños e incluso manchar un poco la madera, pero nadie abrió. Aunque Kai no le escuchará, le pidió perdón entre llanto, se dejó caer sobre sus rodillas lastimando más sus puños, pero Kai no le escucharía.

 

—Alguna…  ¿Alguna vez te has enamorado Kou? —Luego de un rato Akira se puso en pie y le preguntó a su amigo que le esperaba con una distancia prudente.

—No…

—Me lo imaginé… Por eso ustedes actuaban como lo hacían. Yo siempre deseé enamorarme como lo hacían ustedes, pero sólo era un error.

 

Después de eso, Akira no volvió a mencionar a Kai, tampoco buscaba estar mucho con Kouyou, se dedicó a terminar sus estudios y dejar que los años pasaran.

 

Cada año volvía a ese árbol donde Kai se le declaró, ese árbol que le había visto crecer. Habían pasado 6 años de que conoció a Kai un 13 de Marzo, así que como siempre, se sentó en ese lugar bebiendo un café mientras algunas personas pasaban ejercitándose. Su reloj marcó las 10 y tras un suspiro se dispuso a ponerse de pie.  

 

—Me gustas Akira…

 

El rubio se giro sobre sus talones y vio a un moreno de pie a unos pasos de él. Podría haber cambiado en estos años, pero esa sonrisa seguía siendo la misma. Aún después de lo sucedido.

 

—Yuta…

 

 

 

 Llega tarde a casa con la bruma del mar,

Llega con la rabia enroscada,

 

 

Akira ya no era el chico debilucho de hace 6 años, pero Kai ahora poseía un cuerpo ejercitado y le hacía sentir pequeño a su lado. Se abalanzó acortando la distancia y hundiéndose en sus brazos después de extrañar esa calidez en él.

 

—Perdóname… Yo no sabía que había puesto droga en mi bebida… Kou me dijo después que Aoi le dijo y cuando tu no regresaste al colegio el maldito me lo confirmo… ¡Yo no te engañe! Yo te amaba Kai… no quería que te fueras así.

 

Akira apretujaba la ropa del moreno en sus manos al tiempo que escondía su llanto en el cuello ajeno. Que ahora tuviera 22 años no le hacía sentir menos ofuscado. ¡Al contrario! Le gustaría regresar el tiempo atrás y nunca haber soltado la mano de su entonces novio, y haber tenido su “primera vez” con el chico que amaba.

 

—Tranquilo Aki… shhh… Kouyou me contó todo lo que sabía.

—¡Pero te fuiste! Te esperé y…

—Lamento haberme ido como lo hice. Esa mañana al llegar a mi casa, recibí un correo para irme a un campamento de futbol. Como estaba furioso contigo, no dude en tomar la oferta e irme a entrenar a España. Se suponía que sólo estaría un par de meses allá, pero de 2 meses pase a quedarme dos años. Cuando volví tú ya estabas en la universidad y obviamente no estaba seguro de que quisieras verme, lo peor, es que tenía miedo que tuvieras alguien a tu lado. Busqué oportunidad en una liga menor para jugar futbol aquí en Japón y ahí fue donde me reencontré con Kouyou hace poco. Akira, todo este tiempo he pensado en ti.

—Te amo Kai… te juro que te he esperado todo este tiempo…

 

 

 

 

         Entra muy despacio para no secuestrar el sueño más bonito que hay,

Sale de la niebla de un bostezo lunar descalza y despeinada,

 

 

 

—Kai…

 

Akira se aferraba a la espalda de su amante. Con los ojos cerrados y los labios abiertos, jadeando sutilmente al tiempo que su cabello rubio se enredaba sobre la almohada.

 

Kai sonrió al ver esa expresión tan dulce en el rubio. Guió sus besos por el cuello hasta llegar a su quijada y mordisquearla suavemente al tiempo que se restregaba en el cuerpo ajeno. Akira envolvió entre sus piernas la de Kai, impidiendo que separara sus cuerpos para seguir rozándose entre sí.

 

—Te amo Aki…

—Te ahh… Kai…

 

Kai fue tan cuidadoso al penetrarlo que sonrió al tiempo que un par de lágrimas resbalaban por su sien. Se aferró un poco más a la espalda del moreno.

 

—¿Te lastime? Aki… ¿estás bien? —Kai se sostuvo sobre sus manos alejando su tórax del cuerpo de Akira y este optó por cubrir su rostro con sus manos, al tiempo que sollozaba.

—Te extrañe tanto… temía no volverte a ver nuca… tengo miedo de volver a perderte.

 

Con mucho cuidado, Kai se separó sentándose sobre sus rodillas, levanto a Akira que de inmediato se abrazó a él, escondiendo su rostro en el cuello de Kai y dejándose penetrar de nueva cuenta.

 

—No me iré Aki… Te lo prometo.

 

Akira creía que el mundo era perfecto ahora. Ser uno con Kai fue algo que añoro tanto y por fin lo tenía entre sus brazos.

 

—¿Tú no piensas trabaja o qué? —Kai sacudía al rubio a su lado que por más que lo hacía, más se aferraba a su cuerpo, escondiendo su rostro en su cadera.

—Hueles a sexo. ¡A mucho sexo! —Akira dejo unos besitos sobre el abdomen del moreno, que se encontraba recargado en la cabecera de la cama. Sonriendo ambos al mirarse.

—Pues no tengo idea de quién será… Tiene días que no me acuesto con nadie. ¡Serán imaginaciones tuyas!

 

Akira le soltó de golpe al oír la carcajada del moreno. Suspiro cansado entendiendo sus palabras, aunque eran en broma, había algo que si era verdad. Lo había notado con las muchas posiciones en que lo había acomodado para hacerle el amor. Kai tenía mucha experiencia y eso significaba que había estado con varias personas.

 

Se vistió ante la sorpresiva mirada de Kai, quien dejó de reír al notar la expresión en Akira. De pronto entendió que Akira realmente le había estado esperando durante mucho tiempo.

 

—Aki… Yo… tengo pareja. —Evadió esos ojos grises tan expresivos. Escuchando ese sonido de exclamación que se ahogaba en la garganta del rubio. —Es una gran persona… Dejo todo por seguir mis pasos y apoyar mi carrera. En estos momentos debe estar en compañía de su familia ya que los extrañaba mucho. Pero eso sólo demuestra que realmente me ama.

—No eres tan diferente de Aoi entonces… —Akira terminó de vestirse con los ojos enrojecidos, pero sin derramar una lagrima. —Aoi sólo se acostó conmigo por simple y egoísta curiosidad, porque a él, sólo yo le había mirado como tú y yo nos mirábamos. Incluso ahora que está a punto de casarse, ha tenido la delicadeza de disculparse… Algo me decía que algún día nos veríamos, me aferre a eso para no “cometer error tras error”, pero supongo que el peor de ellos ha sido creer que tenías “algo” por que volver. ¿Me pagaras tú y tengo que pagarte yo la cogida? Al menos no te quedaste con las ganas y probaste a la puta barata. Tengo que admitir que Aoi tuvo la decencia de nunca decir que me amaba y ahora que me ha buscado, decirme claro y directo que sólo quería que fuera su puta porque estaba harto de aquella niña. Si no hubiera pensado en ti, esta situación no me haría sentir la mierda que soy. Ya estaría acostumbrado. Pero seguí creyendo que en verdad volverías…

 

Akira revisó en sus bolsillos su cartera y las llaves de su casa. Tomó su celular y sin mirar hacia atrás salió igual que aquella mañana había salido Kai, muchos años atrás.

 

¿Akira…?

— Tú sabías ¿cierto? Sabías que Kai había vuelto.

Kouyou también sabía y él tampoco te dijo nada… Kai y él se miran igual que como ustedes lo hacían. Tú sabes lo que eso significa. ¿Te miró así Aki? ¿Te miró como ahora mira al precioso Takanori? Yo sólo te ofrecí no estar solo Akira. Tú quisiste creer que él volvería por ti.

— Aoi… Acepto.

 

 

 

Corre hasta sus brazos como nadie lo hará

Jamás, jamás, jamás.

 

 

 

Esa tarde, apenas llegar a su pequeño departamento, Akira se vio ultrajado ante el apetito de Aoi. Fue tomado sin delicadeza y de su cuerpo borradas las sensaciones que Kai le había hecho sentir. Akira gimió agonizante su tristeza y una vez que Aoi se fue, Kouyou llego encontrando al rubio con completo silencio.

 

—Te estás equivocando Akira… Meterte con Aoi no te hará…

—¿Por qué no me lo dijiste? —Akira miró a Kouyou con la mirada vacía. —¿Kai juega en tu mismo equipo? ¿Por eso nunca insististe en que te acompañara a algún partido? ¡¿Por qué siempre te quedas callado Uruha?! ¡¿Hace cuantos años sabes que son pareja y nunca intentaste decírmelo?!

—Tres años… Taka me lo dijo en la fiesta de cumpleaños de Aoi hace tres años.

 

Akira se encaminó al baño y estuvo metido bajo la ducha casi una hora. Cuando salió se encontró con que Kouyou había ordenado la cena y le esperaba para cenar juntos, Akira se dejó caer en la silla de frente y pico la comida en completo silencio.  

 

—¿Soy un imbécil no Aki? Siempre termino cagándote la vida.

—No Kou… el idiota soy yo al creer que todos tendremos la misma suerte. No te preocupes, no buscaré a Aoi, pero si él me busca no me pienso negar. Al menos tendré sexo gratis.

—Viéndolo de ese modo, supongo que no está tan mal la situación.

—No… No es tan malo.

—¿Qué pasará con Kai?

—Nada. Kai tiene a quien amar. Es feliz… bien por ellos.

 

Akira siguió su vida. Cada uno siguió la suya a su modo. Akira estuvo siempre cuando Kouyou lo necesito, y aunque no lo pareciera, Kouyou estaba para Akira desde siempre. Un día Akira descubrió que los brazos a los que siempre volvía, eran los de su amigo. En ellos siempre tuvo la fortaleza cuando más lo necesito y eran los únicos que no le pedirían nada a cambio. 

 

 

Notas finales:

 

 

Y eso fue... 


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