Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los colores del corazón por Error404notFound

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Gracias por haber posado la mirada en este fic. Disfrútenlo por favor.

Notas del capitulo:

Hola. Este fanfic es una pequeña historia que tenía planeada desde hace algún tiempo, pero que había dudado en escribir. La pareja no es muy común, y personalmente no me gustaba en un principio. Pero después de ver imágenes en internet y toparme con bastantes de estos dos chicos, terminó pareciéndome interesante. 

Si no les gusta, denle una oportunidad, ¿vale? Yo estaba igual, y ahora mírenme aquí.

Disfruten, por favor.

Intenté apresurarme. Si no lo hacía, no lo encontraría ya. A ninguno de ellos.

El sol estaba radiante y el cielo azul sonreía a todo mundo en la calle. Menos a mí, claro. Yo iba con un nudo en la garganta y con las piernas cansadas desde que había salido de mi práctica. El Capitán me había dado permiso de salir temprano porque le di la excusa de que mi hermana me andaba buscando. Y obviamente, al tener a Gou de por medio, él me dejó sin preguntar nada. Sólo me pidió que lo mencionase cuantas veces me fuera posible. Vaya tío enamorado, me decía yo antes, molesto. Me irritaba que cada vez que mencionase a mi hermana por casualidad, él se ponía como idiota a alabarla en cuanto pudiese. Bah.

Esa idea tenía yo de la gente enamorada. Estúpida. De verdad estúpida. Sólo incomodaba a los demás con sus murmullos incoherentes y sus miradas idiotas. Es decir, cuando hay tantas cosas por las que preocuparse en un mundo tan ocupado como éste, ¿para qué dedicarle tiempo a una sola persona? ¿Y más aún cuando ni siquiera sabe que piensas de más en ella? Eso era en verdad estúpido para mí.

Pero ahora pienso distinto. Fue cuando le vi de una manera diferente cuando me pude sentir así. Como estúpido.

Cuando le vi en la carrera de relevos de las regionales… Dios, no supe cómo era que no me había dado cuenta de su belleza. Ni de su manera de ser. Es decir, lo había conocido desde hacía un montón de tiempo, al igual que a Haru y a Nagisa. Ellos siempre estaban alrededor mío, incluido él. ¿Entonces por qué?

Doblé en la esquina siguiente, y la calle volvió a abrirse, infinita. La gente pasaba a mi lado sin darme importancia alguna. Me pregunté si yo había hecho eso con él; mirarle, pasar junto a él, reír junto a él… sin saber que realmente estaba allí.

Sacudí la cabeza.

El día de San Valentín siempre era un puto lío. Bueno, por lo menos para las tías. Es decir, ellas se mataban toda la semana haciendo sus chocolates caseros, a base de prueba y error, para finalmente entregarlos junto a sus sentimientos. Unos eran correspondidos y otros no. Y a los tíos, nos tocaba la parte de aceptar toneladas de cajas y devolverlas prácticamente intactas al día siguiente. Esperar hasta el día Blanco era de mala educación. ¡Y con toda razón! ¿Cómo ibas a dejar esperanzada a una chica con la idea de que has aceptado debidamente sus sentimientos, y el día en que se supone que se lo harás saber formalmente, tú la rechazas? Eso es de monstruos.

Aunque yo lo hacía.  Bueno, algo parecido. Pero es que no me parecía correcto mentir sobre lo que sentía solo por no herir a una chica. O al montón de chicas que me daban chocolates. De verdad que podían llegar a ser bastantes. De Samezuka y de otras escuelas también. Eran EL DOBLE. Todo mundo me daba chocolates, menos la persona que yo quería que lo hiciera. Qué cruel puede ser el mundo.

Giré a la izquierda y entré a la escuela de Iwatobi. Había alumnos por todas partes, nerviosos. Muchas chicas llevaban pequeñas cajitas adornadas contra el pecho, y las abrazaban con devoción, casi. Algunos chicos se escondían. Y otros pasaban con toda la intención del mundo frente a las chicas. Sí, el ambiente era algo parecido a Samezuka.

Pasé por la entrada intentando no llamar la atención de nadie. Si me topaba con Gou, tenía que dar una explicación. No. Nunca. Ni en un millón de años. Apreté el paso lo más que pude. Gané las canchas de baloncesto y los salones caminando a zancadas, y mirando a todos lados, listo para saltar a los arbustos en cuanto viera a alguien con el cabello rojizo. Pero no, ni rastro de ella. Tal vez ya se había ido o algo así.

Caminé un poco más, hasta que pude visualizar la alberca a lo lejos. Ah, no sé cómo es que nadan en una alberca al aire libre. Se ensucia más fácilmente, y el sol te destroza la piel. Aunque no parecía que alguien estuviese nadando. Cuando llegué, el agua tenía sólo unos cuantos pétalos de cerezo que habían salido Dios sabrá de dónde. Las ondas del agua tranquilas, y el sol resplandeciente. Se veía agradable para nadar un rato, me dije.

Miré de un lado a otro, y no vi a nadie. Ni un solo movimiento. Tal vez ya se habían ido. Suspiré, con algo parecido a alivio. Quería verle, pero también rezaba porque no estuviese aquí. Para liberarme una vez más del “deber” que sentía encima, y dejarlo para otra ocasión, como casi siempre hacía.

Con otro suspiro, me pasé la mano por el cabello y me agaché junto a la orilla de la alberca. Metí una mano al agua. Estaba tibia, y muy azul. Un reflejo del sol me lastimó los ojos en cuanto toqué un pétalo de cerezo que flotaba por allí. Chasqueé la lengua.

— ¿Rin? —preguntó una voz lejana, a mi espalda.

Yo casi resbalo del susto. Esa no era cualquier voz. Era su voz. Mi pulso se aceleró de golpe, y sentí que debía salir corriendo de allí antes de humillarme a mí mismo. Mierda. Creí que me había salvado.

Una figura pequeña salió de mi mente y tomó forma sobre mi hombro derecho. Tenía la forma de un corazón, y era rosado. Ah, ellos de nuevo.

— ¡Voltea, Rin! —me dijo con voz chillona.

Estuve a punto de obedecer cuando otra figurita saltó de algún lado y aterrizó en mi hombro izquierdo. Ésta también tenía forma de corazón, pero era rojo carmín.

— ¿Estás loco? —le dijo al otro, y después me volteó a ver con sus ojitos negros — ¡Pírate, tío! ¡No tienes nada que hacer aquí!

Aghh. Estos tíos sólo salían cuando menos era oportuno. Y la verdad es que no ayudaban mucho a decidir algo. A mí no. Había empezado a verlos desde hacía casi un mes. Primero me dije que estaba alucinando. Después pensé en que alguien cercano a mí fumaba droga y que me había afectado. Y al final, terminé aceptándolos. Mierda, necesito ir a un psicólogo.

— ¡Rin! —repitió su voz. Y escuché unos pasos acercándose a mi espalda.

Oh, mierda.

—Ah, pero qué grosero —dijo Rosa.

—Y no lo has visto jugando Gears. Ahí se pasa —contestó Rojo.

Maldije mentalmente varias veces y me decidí a levantarme. Cuando lo hice, los dos inútiles desaparecieron. Como siempre que necesitaba sentirme acompañado.

Y entonces, me topé con sus ojos. Sus hermosos ojos verdes.

—Makoto —dije sin aliento, perdido en las esmeraldas infinitas.

Él me sonrió con esa hermosa sonrisa que llegaba a sus labios de la nada. Siempre sincera y tranquila. Siempre.

— ¿Qué haces por acá, eh? —se acercó a mí, vestido con unos jeans desgastados y camiseta blanca. Ya habían terminado con las actividades del club, al parecer.

—Ah… yo… yo no… —tartamudeé. ¿Qué podía decirle? No estaba preparado mentalmente para…

— ¿Has venido a buscar a Haru?

Eso me tomó por sorpresa. Claro que no. Estuve a punto de responderle algo sarcástico, pero me acordé de lo que había ido a hacer allí.

Sólo negué con la cabeza, sintiéndome incapaz de hablar aún.

— ¿A Gou? —preguntó él.

Tenía el cabello mojado aún, y unas cuantas gotitas caían sobre sus hombros. Por un momento me arrepentí de no haber venido un poco más temprano. Tal vez hubiese podido verlo en traje de baño. ¡Ah, por Dios! Parezco mi hermana.

—Sí, la verdad sí. —Rojo se asomó por detrás de mi cabeza.

—Tch. Cállate —le dije.

— ¿Ah?

Makoto ladeó la cabeza, confundido.

— ¿Qué…? —preguntó.

Yo negué con la cabeza, y tragué saliva. Malditas ratas. Algún día iría al médico a una operación de cerebro para que los extrajeran como tumores. ¿Me escuchan, malditos?

Makoto volvió a sonreír.

—Lo siento. Ambos se han ido ya. Haru y Gou. Como es día de San Valentín tenían que irse rápido, ya sabes. Son bastante populares, esos dos.

Una brisa de aire le movió el cabello, y él lo puso en su lugar con cuidado.

—Me he quedado para poner en orden algunas cosas. Si quieres puedo decirles algo de tu parte.

Yo negué de nuevo con la cabeza. ¡Habla, maldición!

— ¿Eh? —Él hizo una mueca — ¿Entonces por qué…? ¿No has venido a verles?

Yo tragué saliva con más fuerza, y tomé una gran bocanada de aire. Era ahora o nunca. Me había tomado bastante tiempo para decidirme. Así que ahora tocaba enfrentarlo.

Con un nudo en la garganta, di unos pasos hacia él. Si iba a decirlo quería que sólo él lo escuchase.

—En realidad —murmuré, bajando la vista al agua —, he venido a verte a ti.

Makoto pareció sorprendido. Se señaló con un dedo.

— ¿A mí?

Yo me mordí la parte interior del labio de abajo. Era tan vergonzoso…

—Presta atención. — Hice una pausa, para evaluar su reacción — No me hagas repetirlo.

Le miré, y sólo vi que estaba confundido. No parecía sospechar nada. Y de ser ese el caso, no se veía asustado. O peor aún: asqueado.

Metí la mano en mi mochila, y sentí la cajita rectangular que había estado observando todo el día en las clases. Tragué saliva, y me quedé sosteniéndola. ¿Y si esto salía mal? ¿Y si me rechazaba? ¿Y si llegaba a odiarme? No… no podía… No. Tal vez con sólo verle de vez en cuando estuviera bien. Tenía una foto junto a él, en las regionales. Con eso debería ser suficiente. No podía arriesgar esa pequeña “amistad” que teníamos por algo que tal vez estaba destinado a fracasar antes de siquiera iniciar.

— ¿Rin?

Al parecer, había tardado algo de tiempo sin moverme.

No. Quería sacar esos sentimientos de mí. Quería que él estuviese consciente. El que no arriesga no gana. Era tiempo.

Saqué la cajita de la mochila, y la escondí en el hueco de mi mano. Le miré a los ojos y di unos últimos pasos hacia él. Odié la pequeña distancia que nos separaba. Si tan solo pudiese acortarla…

— ¿Qué pasa, Rin? — me preguntó él, algo nervioso.

Dímelo a mí, pensé. Un sonrojo me atacó el rostro. Desvié la mirada e intenté no mirarle a los ojos. Tomé aire y lo aposté todo por el todo. Llevé la cajita a su pecho, prácticamente obligándolo a tomarla. Sin mirar su rostro, sentí que sus manos la sostenían y, el sonido que producía al abrirla me llegó a los oídos.

— ¿Chocolates…? —preguntó él. Soltó una especie de gemido. O suspiro. Algo como un “Ah” corto, como quien no sabe qué decir —Rin, tú…

—Me gustas —le interrumpí, completamente seguro de estar sonrojado a más no poder.

No pude mirarle al rostro. Simplemente no pude. Ah, tenía que decirle algo. Cualquier cosa. Sólo…

Sentí que sus manos se cerraban en torno a las mías.

—Rin —su voz sonaba a disculpa.

Y eso me asustó. Sus manos tomando las mías, que al mismo tiempo sujetaban la cajita. No, eso era demasiado. Si iba a rechazarme, no tenía por qué fingir ser buena persona conmigo. Con un “no” me bastaría. A fin de cuentas, lo que dijese iba a dejarme llorando en la noche. Debía proteger mi dignidad desde antes.

Quise retirar la mano, pero el agarre de Makoto no era débil. Con intención de poner más fuerza en ello, le miré por accidente. Tenía sus ojos verdes clavados en mí. Estaba frunciendo el ceño, como si algo triste pasase frente a él. Sí, esto iba a denigrarme. Makoto iba a rechazar mis sentimientos. No cabían dudas. Debía irme antes de romper a llorar. O peor aún: antes de que el corazón me estallara en mil pedazos.

Cerré los ojos de golpe y me solté de sus manos. Di media vuelta y eché a correr sin esperar nada.

— ¡Rin! —me gritó él.

Yo no me detuve. Sólo corrí consciente del golpe de mi corazón contra las costillas. Estaba lastimándose. Rompiéndose lentamente. Me agarré la camiseta sobre el pecho, e intenté pensar en un lugar para romper a llorar sin que nadie me viese. Sin que nadie escuchase mis sollozos.

Rojo y Rosa se quedaron callados. Llorando en silencio.

Notas finales:

¿Qué tal? ¿Muy inútil? XDD Esta historia no será muy larga. Será romántica y con momentos cómicos. Como vieron, Rin está loco XD Rojo y Rosa me parecieron buenas personalidades de Rin, dado que es algo Tsundere. Siempre está entre los sentimientos y su orgullo. Tal vez Rojo y Rosa son esas representaciones.

Bueno, espero que les haya gustado. Por favor esperen el próximo con ansias.

¡Nos leemos! n.n/

¿Reviews?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).