PRÓLOGO
Las calles frías eran su único compañero en esa tarde de octubre, pues a pesar de saber que su vida se estaba acabando no pudo detenerlo, no pudo decirle a ese chico frente a él que lo amaba demasiado como para poder resistir su abandono. Era egoísta de su parte querer vivir solo ese dolor, querer luchar sin la ayuda de nadie, tal vez era miedo de que él se quedara a su lado tan solo por lástima.
Las lágrimas recorrían su fino rostro marcando un camino doloroso para él, porque a pesar de querer aparentar ser fuerte, no podía simplemente fingir que su corazón no sentía nada. A pesar de que su mente ya sabía lo que pasaría, su corazón seguía preguntando lo obvio, intentaba callarlo ahogándolo con amargas lágrimas de dolor y soledad pero este seguía insistiendo, seguía igual que desde el principio.
¿Cómo borrar un amor tan grande?, eso era imposible en ese momento. Veía como las hojas marchitas caían una tras otra llenado el lugar de ese color característico de otoñó, con la brisa dando de lleno contra su rostro logrando secar un poco de esas amargas lágrimas. Quería gritar y desgarrarse la garganta de tanto llanto, pero no lo hizo, se quedó parado viendo al horizonte, pensando en lo que vendría en poco tiempo, porque no solo era haber perdido una parte de su corazón al ver marchar al muchacho de mirada dulce, era también el hecho de saber que dentro de poco moriría si no luchaba por vivir, pero entre sus esperanzas estaba sobrevivir para poder tener una vida feliz junto al amor de su vida, y ahora todo eso ya no le sería posible, una simple palabra había logrado terminar con todo lo que se había propuesto, con los sueños que fueron construidos en esas noches de amor, o en la cafetería que ambos amaban acompañados de esas tazas humeantes y buena música, en la soledad de su habitación ahora ya solo quedaban sueños destruidos llenos de dolor. Por eso se negaba a regresar a ese lugar, quería correr y huir de lo que un día fue un hogar, ahora solo representaba un hueco en su lastimado corazón.
Las luces de la cuidad eran las únicas que lo acompañaban, y un par de tazas de café, se sintió un tonto al haber pedido dos nuevamente, pero por muy estúpido que pudiera parecer a los ojos de cualquiera, su corazón aun guardaba la esperanza de que el amor de su vida regresara para devolverle la otra parte de su vida, no sabía cómo viviría por el resto de sus días sin él, no entendía cómo de un día para otro una persona podía cambiar a tal grado de destrozar el corazón del hombre a quien una noche atrás decía amar más que su propia vida.
Por favor sé feliz… ¿Feliz?, eso era algo imposible a su parecer, cómo llegar a encontrar una pizca de felicidad en el laberinto de dolor que se le presentaba antes sus ojos rojos y cansados por el llanto. Llevaba ya tres días sin pisar su apartamento, posiblemente era un cobarde por no querer regresar a ese lugar que estaba seguro estaría lleno de esa esencia conocida para él, por eso se negaba a volver. ¿Cómo quedarse despierto incontables noches?, porque al parecer todas esas promesas que hicieron juntos ya no serían necesarias, pero a pesar de eso, aunque le doliera en el fondo del corazón seguiría apreciándolas como su tesoro más grande, pues podría ser que podría llegar a anhelarlas y las buscaría más tarde… Iluso…
~~~
En ocasiones cuando la mente no se acostumbra a la realidad es capaz de crear un mundo alterno en donde nuestro corazón encuentra todas esas cosas que anhela con tanto deseo, ese mundo para él era el de los sueños. Porque a pesar de tener los ojos abiertos no era capaz de ver con claridad las cosas, no podía mirar su realidad, no era capaz de encontrar a su dañado corazón de lo nublado que estaban los desgastados recuerdos, no podía hacer ya nada para intentar sonreír pues estaba atado luego de haber llorado demasiado, no importaba lo mucho que lo pensara día tras día, su mente le decía que en cuanto lo volviera a ver estaría todo bien.
¿Por qué a pesar de todo quería protegerlo?, porque por mucho que le dolió el abandono y desprecio quería seguir siendo una persona importante en la vida del moreno, aunque parecía más difícil con el paso de los años, cada mañana cuando el sol anunciaba un nuevo día colándose por su ventana alumbrando toda esa habitación blanca él decía a la nada… Te Amo… Aun sabiendo que esa frase no tendría respuesta.
Por mucho que se esforzaba ya no podía sonreír, porque tiempo atrás cuando lo hacía era capaz de recordar a esa persona que lo lograba hacer feliz, pero ahora le era imposible recordar, porque esa persona frente a él no era quien conoció tiempo atrás… ¿o sí?... Porque sentía como si fuese un sueño y en cualquier momento abriría los ojos dándose cuenta de que tan cruel podía llegar a ser la realidad. Incluso cuando lo veía era como si no estuviera con él, porque le era difícil e incómodo expresar los sentimientos que por años estuvieron atascados en su garganta queriendo ser liberados de su prisión.
El tiempo corría en su contra, porque a pesar de no ser capaz de recordar a la persona frente a él, a ese chico que le regalaba una hermosa sonrisa, quería protegerlo, por muy raro que pareciera algo en su interior le decía que lo conocía, tal vez era su corazón pues su mente le decía que no era así, que ese chico que se hacía llamar Kai no formaba parte de su pasado. Incluso al verlo frente a él era como su no estuviera.
Por más que no era capaz de reconocerlo se negaba dejarlo ir, sabía que si lo permitía dolería aún más de lo que su corazón lograría soportar, moriría de ese sentimiento confuso en su interior, porque los latidos en su pecho le decían lo que en verdad sentía, porque amaba a ese chico frente suyo aun cuando no estaba a su lado, porque en sus sueños le sostuvo tantas veces la mano diciéndole que lo amaba pero ahora no podía hacerlo más…
Por muy egoísta que sonara, aun sabiendo que su fin estaba cerca no podía dejarlo ir, no podía dar a nadie más ese tesoro tan grande que necesitaba tener a su lado para poder sonreír en los últimos momentos de su vida. Porque a pesar de saber que moriría le dijo que lo amaba y ya estaba curado. ¿Por qué?, por amor, por el sentimiento que lograba hacerlo olvidarse de su realidad, o tal vez era la enfermedad que padecía que había creado otra forma de él.
-¿Serás feliz cuando encuentres una calidez diferente?