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¡Perra Vida! por sakua_chan

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Notas del capitulo:

Pfff... Pues ¿qué les digo? Estoy bien agradecida con esas seis personitas que se tomaron la molestía de escribirme esta semana. Me encantaría poder actualizar todos los lunes por la noche... Pero! eso solo se puede conseguir si ustedes me ayudan a inspirarme con sus comentarios... A veces se siente feo que tanta gente te lea y que no te dejen ni un "Hola"... pues el hecho de que abran el fic no significa que hayan leido todo el capitulo ¿O si? Bueh... Ojala que este capitulo si les convenza.

PERRA VIDA
The GazettE Fanfic
Por Sakua-chan

De pesadillas, croquetas y pedacitos de tocino

Los gemidos inundaban todo el apartamento. Las oleadas de placer eran casi palpables para cualquiera que estuviese escuchando aquella sinfonía tan obscena y atascada de sensualidad. Mierda… Inclusive podría jurar que cualquiera podría empalmarse del solo estar degustándose el oído con tanto jadeo mal reprimido.

A sus peludas y perceptivas orejas llegaban claramente los sonidos provenientes de cada estocada… del momento en que el pasivo se apoyaba con fuerza a algo que le sonaba seco como la madera. Eran sus obscenas y morbosas orejitas las que le ganaban la jugada y le orillaban a caminar por ese solitario pasillo. Tan absorto iba en la sola idea de imaginarse que tan perfectamente Aoi estaba follándose a Uruha, que no se percató del momento en el que llegó hasta la puerta de la que provenían todos esos ruidos que inevitablemente se le antojaban deliciosos aún en su condición perruna.

¡Carajo! ¡¿Eso había sido un grito?! El calor le recorrió todo su pequeño cuerpecito y claramente sintió ese tan conocido cosquilleo en su vientre. El cosquilleo que indicaba que estabas comenzando a excitarte. Para su sorpresa, esa necesidad de ver satisfecha esa placentera parte de su existencia, se hizo más fuerte y ansiosa que nunca… Requería atención pronto. Miraba a ambos extremos del pasillo con desesperación… ¿Qué mierda esperaba encontrar a esas horas de la noche? ¡¿Una perra?! Revoleó los ojos del solo pensarse la idea de desfogarse con una canida.

Oh, diablos… Eso era increíble. Jamás en su vida una erección le crecía tan rápidamente en su entrepierna y menos con solo escuchar ese tipo de inoportunas situaciones. ¿A los perros solían pasarle ese tipo de sucesos tan repentinos? Patéticamente ahora era él quien se encontraba jadeando todavía parado frente a esa puerta… y no era precisamente porque tuviese sed ni mucho menos, antes de irse a la cama se había encargado de hidratarse perfectamente en su tazón de agua, luego de habérselo pensado demasiado obviamente… ¿Tomar agua de un tazón y a lengüetazos? Vaya locura.

Ahora eran quejidos lo que escuchaba, sollozos inclusive… ¿Uruha estaría muy estrecho esa noche? Pero si tan solo en la tarde recordaba haber estado encerrado en el baño, ya que ambos guitarristas deseaban desfogarse sin ser interrumpidos. No pensaba que tan rápido el castaño estuviese estrecho otra vez ¿O sí? Vaya… debía de estar acostumbrándose ya, los sollozos no paraban, pero eran tenues ya.

Optó por tomar asiento en ese sitio. ¿Qué si lo estaba pasando bien ahí satisfaciendo su morbo auditivo? La verdad era que sí. Su pequeña excitación en su entrepierna, la cual penosamente se negaba a mirar siquiera, le indicaba que si… Estaba feliz de la vida escuchando ese acostón ajeno. Su lengua continuaba asomándose jadeante de su hociquito y ya ni le sacaba de cuadro el estar con los ojos entrecerrados perdiéndose en medio de esa verbena sexual que bañaban la media noche.

Que putada era esa de ser perro. Estar excitado hasta las pelotas… más por instinto que por verdadero deseo. Y no tener ni con quien jodidos satisfacer tus necesidades fisiológicas.

Tal vez cuando volviese a ser humano no tendría cara con la cual ver nuevamente a sus guitarristas, pero eso no podía quedarse así. Decían por ahí que la curiosidad había matado al gato, no estaba seguro de que aquello aplicase también con los perros, pero de cualquier manera no podía perderse la oportunidad de contemplar la escena desde primera fila. ¡Era el puto instinto animal lo que le estaba obligando a tomar esas drásticas medidas!

Se levantó en sus cuatro patitas y con paso decidido se pegó hasta la puerta. Tomando impulso con sus patitas traseras, se arrojó sobre la madera. Esta cedió a penas unos centímetros, a penas lo suficiente como para que alguien de su talla pudiese adentrarse a la habitación. A saber en medio de que frenesí se encontraban los dos ocupantes de la cama, pero ni en la cuenta cayeron de que ya tenían un espectador dentro de la habitación.

Quizás no había sido del todo una buena idea el haberse adentrado a aquellos aposentos. Lamentablemente lo descubrió demasiado tarde…

Se encontraban desnudos, ni siquiera una sábana les cubría, o por lo menos eso alcanzaba a ver desde esa distancia. El ambiente hedía a sexo por todas partes, más su valía de cualquier manera le hizo avanzar cada vez más hacia la cama.

-¡A-ah…!

Qué manera tan patética y cortante de gemir. Ese Takashima debía de estar perdiendo facultades para estar de pasivo. Aunque si lo pensaba bien, tampoco se imaginaba a Aoi cumpliendo con ese papel… Era idiota en demasía como para ceder y descubrir los verdaderos placeres de la vida una vez que te metían semejante pedazo de carne en el culo y te hacían gritar y suplicar por más como si no… Ok, ok… El instinto era una cosa, pero ya estar convirtiéndote en un demente pervertido era otro asunto completamente diferente.

-Más… por favor…

¿Por favor? Por todos los cielos… ¿Quién en su sano juicio le pedía a alguien que “por favor” se lo follasen? Tenía entendido que esos dos ya llevaban algo poco más que un par de años de pareja. A no ser que a Aoi se le pusiera dura escuchando que le hablasen con tanta sumisión, no se explicaba por qué otra razón Uruha estuviese mostrándose como si fuera de todo su desconocimiento esa materia sexual. Aunque…

¡Un momento! Se pedía a sí mismo, deteniendo su paso justo a un lado de la cama… Esa voz suplicante no le sonaba a la del Takashima, pero aun así debía de admitir que le era conocida.

-Todo cuanto quieras, Taka…

¡Conocía esa voz! ¡Conocía ESA voz! ¡Y encima lo estaba llamando “Taka”! Casi con pánico miró en todas direcciones. ¡Eso no era posible! Reconocía también esa habitación desordenada… ¡Esa era SU habitación! ¡¿Qué carajos hacía ÉL ahí?! ¿Qué no se suponía estaba en casa de los imbéciles esos? ¡¿Cómo jodidos había conseguido teletransportarse?!

¡No! ¡No! ¡NO!

Sus pequeños y saltones ojos se agrandaron más si era posible… Todo era más que obvio, pero se negaba a aceptarlo, no lo aceptaría hasta que él mismo lo comprobara con sus propios ojos. Los gemidos, los jadeos, el olor a sexo, todo provenía de un acto sexual efectuado por…

-Suzuki-san…

-“¡NO! ¡NO!” –Era evidente que, aunque estuviese gritando con desesperación y miedo, de sus fauces no saldrían más que ladridos. Fatídicos y lastimeros ladridos- “¡NO! ¡KORON, NO!”

-¡¿Ruki-san?! – Se reincorporaba prácticamente de golpe aquel que, hasta el momento yacía a cuatro puntos sobre la cama siendo embestido una y otra vez por…

-“Akira…”- Sollozaba en medio de un quedo aullido luego de que, detrás de su estúpida mascota usurpadora, alcanzará a ver la silueta de su querido bajista.

 

Koron…

Koron…

¡Koron-chan!...

Koron…

-¡Carajo, estúpido perro!

¿Eh? ¿Qué diablos era eso? ¿Qué hacía Aoi ahí frente a él y sacudiéndole el mundo de aquella forma? ¿Por qué le estaba sosteniendo de esa manera entre sus dos manos? Jadeante y nervioso alcanzó a ver que detrás de él Uruha le observaba con preocupación, a diferencia del pelinegro que lo inspeccionaba con el ceño fruncido, como quien revisa que un juguete no este roto.

-¡No le grites así, imbécil! – Espetaba el primero en guitarra al tiempo que le soltaba un sopapo en la cabeza a su pareja – Estaba asustado. ¿Qué no has escuchado sus aullidos mientras dormía?

-No me vendrás a decir que estaba teniendo pesadillas esta cosa, Uru…- Decía de manera burlona y no muy convencida el mayor.- Vaya… quizás tengas razón. Esta más tembloroso que de costumbre – Ahora si le miraba con cara de circunstancias-.

-Claro. En el Discovery recién vi un documental en el que hablaban de los sueños de los perros, Aoi-shi.

¿Una pesadilla?

¿Todo había sido una jodida pesadilla?

Por alguna extraña razón sentía su pequeña naricita húmeda; en una ocasión recordaba haber preguntado al veterinario que si los perros sudaban o transpiraban de alguna manera, y el especialista le explicó que lo hacían a través de sus naricitas y en ocasiones con las almohadillas de sus patas. En sus patas no notaba nada fuera de lo común, pero lo que era su nariz… la llevaba empapada, casi como si estuviese padeciendo un resfriado.

-Míralo nada más. Dámelo, Yuu –De buenas a primeras el Takashima le arrebataba de las manos de Aoi, quien solo le miraba mal. Curiosamente en brazos de Shima se sentía más seguro, más aún por la manera en la que le acunaba como si se tratase de un bebé- Hasta ahora se ha portado bien con nosotros, Yuu. No deberías de ser tan duro con él. Mira que, diferencia de otras ocasiones, no ha intentado orinar la maceta de Pakira-chan.

Aquella observación le descolocó un poco… ¿Koron-chan solía orinarle la jodida planta a Uruha? Si ese era el caso, entonces Uruha era todo un santo como para estarle tratando de los mil amores en esos momentos solo por haber tenido un mal sueño.

Todavía se sentía nervioso y tembloroso, pero lo suficientemente tranquilo como caer en la cuenta de que, a pesar de lo mala que había sido su primera noche en casa de los guitarristas, por fin amanecía… y sus dos compañeros parecían haber despertado hacía rato, pese a que la cama seguía revuelta y ellos vestían todavía sus pijamas. Je… casi hubiese soltado un risita del solo observar que, en efecto,  al parecer esos dos eran muy dulces para dormir… Eso de usar pijama para dormir no se lo esperaba... Uno pensaría que se la pasaban fornicando como conejos durante toda la noche.

-Llévalo a la cocina entonces. Me ha pegado un susto de muerte con ese último aullido, Kou.

Aoi se alejaba en dirección a la dichosa cocina. Se le permitió dormir en la misma habitación que ellos si prometía permanecer dormido toda la noche, y así lo había hecho hasta que ese mal sueño le interrumpió de golpe su descanso. Por lo visto su aullido sirvió para truncarles la tarea de preparar el almuerzo, pues un delicioso aroma a huevos fritos y tocino llegaba hasta sus fosas nasales.

-Ese Yuu…- Murmuraba Uruha, haciéndole cariñitos en la barriga- Ha salido corriendo para acá en cuanto te escuchó aullar así, Koron. Nos asustaste…- Le hablaba como si de verdad pudiese entenderle. Quizás si fuese completamente perro no entendería ni una palabra de lo que le decía, pero como una parte de él continuaba siendo humana… Se dobló un poco y alcanzó a darle un lengüetazo agradecido en el dorso de la mano – Ey… Si has amanecido muy simpático hoy ¿No? Creo que hasta podrías ganarte un buen trozo de tocino, aprovechando que no está acá tu aprehensivo amo.

¿Un trozo de tocino? ¿Eso no era más que un gran trozo de carne con grasa de cerdo? Del solo pensar en esas palabras juntas, su estómago comenzó a gruñir como poseso. Suponía que el entender lo que era un tocino y su instinto animal era una muy mala combinación. Casi al instante se revolvió entre esos brazos para recargarle las patas delanteras sobre el pecho y comenzar a mover la colita con emoción. Lo cierto era que no encontraba otra manera de indicarle que la idea le parecía simplemente perfecta.

-Ya, ya… Solo te falta comenzar a lengüetearme la cara y ahí Yuu se enfadará. Sabes que detesta que me babees.

¿Así que al torpe ese le molestaba que Koron-chan fuese cariñoso? Humm… De haber podido hubiese enarcado una ceja, pero se olvidó por completo de todo en cuanto llegaron a la cocina. El Shiroyama vestía un gracioso delantal con manchas de vacas y tenía en la mano una pala de madera con la que al parecer movía los alimentos dentro de la sartén. Se giró un poco a mirar a quien ahora le transportaba… Llevaba una sonrisa estúpidamente enamorada en los labios.

-“¿Tu lo obligas a vestir así?”- Quiso preguntarle en medio de sus amistosos ladridos al lado de su oído.-“Se ve ridículo”

-¿Estás loco? Ponlo en el suelo, Shima. No esperarás que coma a la mesa con nosotros ¿O sí?- Preguntaba Aoi al darse la vuelta, pues aquellos agudos ladridos le indicaban que su pareja estaba de vuelta y que el perro le acompañaba.

El guitarrista acomodó dos platos con omelette de queso y tocino sobre el comedor de cuatro plazas y se apresuró a servir dos vasos de jugo de naranja. Desayunaban bastante modestamente en su opinión. Pero solo bastaba con observar a Uruha, quien sentado a la mesa y con él en su regazo, para saber que así vivían perfectamente… en medio del lujo, pero manejándose con la humildad que solo podía tenerse cuando se era feliz con el solo hecho de permanecer al lado de la persona a la que se quería.

-Koron-chan tuvo un mal sueño, toda la tarde de ayer fue un buen perro y me ha prometido no subir la patitas a la mesa, si a cambio le convido un poco de tocino, Yuu

¿De verdad Uruha solía ser así de… adorable? Pero si normalmente era un inaguantable sarcástico para joder a la gente, y un sujeto que pasaba de todo cuando en verdad no deseaba mover ni un solo dedo en el trabajo. A veces creído y pedante cuando le llevaban la contra y aquí, frente al torpe de Aoi, era un pan en dulce… Aunque debía de aceptar que, al parecer, Aoi solía complacerle casi siempre.

-¿Y las croquetas, Shima? Bunny no nos las ha dejado aquí de a gratis.- Pese al recriminamiento por parte del Shiroyama, lo cierto era que estaba comentando aquello solo por comentarlo, pues ya se encontraba en su labor de alimentarse sin importar si Uruha le daba o no de comer algo más que no fueran las condenadas croquetas, las que hasta el momento se había negado a probar siquiera.

-Que las croquetas sean su postre – Agregaba Uruha al tiempo que cortaba el omelette junto con el tocino y le ofrecía un pedazo de este último en el hocico.

¡Manjar de todos los dioses del Olimpo! ¡¿En verdad era así de rico el tocino?! ¿O solo sus nuevas papilas gustativas le estaban jugando una mala pasada haciéndole ver como que ese cutre pedazo de grasa porcina sabía más rico que cualquier cosa en el mundo?

-Debes prometerme que comerás un poco de croquetas en un rato, Koron-chan. No quiero provocarte una diarrea por darte demasiada comida fuera de tu dieta acostumbrada… - Uruha estaba teniendo todo el cuidado del mundo por no tocar su comida directamente con las manos, al parecer estaba consciente de que no era nada higiénico tocar al perro y alimentarse al mismo tiempo. Pero aun así no dejaba de complacerle con otro trozo de tocino, al tiempo que el optaba por beber jugo y comer el omelette-.

-“No voy a comerme las estúpidas croquetas” –Rezongó en algo que más bien había sonado a un gruñido. El deseaba continuar almorzando lo mismo que ellos comían.

-Creo que no planea hacerte mucho caso, pato –Se mofaba Aoi del otro lado de la mesa.

¡Condenado vejete! Pero si ya se había terminado su ración al completo, por ahora no hacía más que beberse su jugo y… ¡Mierda! Aoi también observaba a Uruha con esa sonrisa idiota de enamorado. ¿Qué no llevaban ya más de dos años? ¿Cómo diablos era que conservaban ese tipo de gestos en sus rostros? ¿Acaso no se aburrían el uno del otro? Él estaba por cumplir precisamente un par de años con Reita en cosa de un mes y a veces sentía que en verdad le desquiciaba. Odiaba que se metiese tanto en su vida, peor que si fuese su madre…

-Aoi-shi ¿Te tomaste las tabletas de vitamina C? –Preguntaba Uruha de repente-

-Para eso estoy preparando tantos jugos de cítricos por las mañanas, Uru. Sabes que no me gusta tomar medicamentos, pato – Repelaba el otro. Bien, justo en lo que pensaba… Las parejas que se sentía con el derecho de meterse en tu vida como si fuesen tus padres. Si Aoi reaccionaba como justo él hacía con Reita, seguro no tardaba en levantarse de la mesa dejando a Uruha con la palabra en la boca.

-Shiroyama –Decía Uruha de una, con un cambio radical en el tono de su voz. Se ponía seria la cosa.- No quiero que te vuelvas a resfriar como pasó en Europa. Sabes que me preocupo y si a ti no te importa, a mí sí. Ya sabes que si no quieres que me ocupe de ti, tan fácil como que…

-Si, si. Tan fácil como que simplemente no vivamos juntos para que no tengas que estar al pendiente de mí, viendo de primera mano cómo enfermo – Le remedaba el mayor al tiempo que se levantaba de la mesa para encaminarse a la alacena. Del mueble sacó un botecito con una graciosa etiqueta con dibujos de diferentes frutas cítricas y en medio de las cuales se leía algo como “VitaminC”. Impresionado abrió sus saltones ojos y contuvo la respiración en el momento en que Aoi, con el ceño fruncido, se servía un vaso de agua para luego tomarse un par de tabletas de esas. ¿Por qué estaba cediendo? Fuera cualquier otro y Aoi ya le hubiese mandado a la misma mierda, pero con Uru… Era diferente.

No supo en que instante ocurrió, pero ya Uruha le había colocado en el suelo para ir hasta donde su pareja terminaba de beberse el vaso de agua hasta el fondo. Le abrazaba por la espalda, a la altura del cuello y le susurraba cosas al oído, entre las cuales alcanzó a escuchar algo como “Gracias, Yuu…”

Fue en ese momento, en que observó que se comían a besos, que recordó lo mal que le había sentado su pesadilla matinal. ¿Reita acostándose con otra persona? Simplemente no le entraba en la cabeza. Independientemente de que ahora le tuviese una condenada envidia a Koron, y rezaba a todos los dioses de los perros para que ese ingrato perro no le traicionase…

 

“-Ni se te ocurra decirle que si, Koron – Le ordenaba entre ladridos. Y es que ninguno de los dos se había esperado que Reita llamara esa noche para decirle aquello. ¿Cómo así? ¿Osea que si no pasaban juntos el fin de semana entonces le mandaba al demonio? Ha-Ha y más Ha… que no le hiciera reír, a Takanori Matsumoto nadie lo botaba y Akira no sería el primero en hacerlo.

-Pero… Está diciendo que esta vez es en serio, Ruki-san ¿Serás tan soberbio para perderlo por algo tan estúpido?- Era lo que le respondía su mascota, teniendo el cuidado de tapar la bocina del teléfono celular, para que su interlocutor no le escuchase.

-¡Patrañas! Ese sujeto lo que quiere es volver a manipularme… -Gruñía mientras desquitaba su frustración mordisqueando uno de los juguetes de Koron.

-¡Ruki-san! Esto es serio, Suzuki-san se escucha alterado, dice que no le gustó en nada la actitud con la que le respondió el teléfono anoche, que es la última vez que le dejas con la palabra en la boca.

-¡Pues que se meta sus palabras por el culo! ¡No voy a dejar que maneje mi vida!- Ladró furioso arrojando el juguete fuera de su vista… El juguete terminó cayéndose de la cama, que era el sitio en donde ambos se encontraban sentados en ese momento-

-Esta bien… A-Aki-chan…-Respondía Koron con cierto timbre de timidez. Ruki prácticamente ardía de furia. ¡¿Estaba desobedeciéndolo?!- Si, pasa por mi mañana temprano, pasaremos a encargar a Koron-chan con Aoi-sa… -Perro imbécil ¡Él nunca hablaba con tanto respeto!- Con Aoi y con Uruha. Si, si. Esta bien. Hasta entonces, Akira.

La llamada fue cortada y como si se hubiese tratado de un hechizo… La repentina timidez de Koron desapareció y de pronto volvía a imponer.

-Más vale que te tranquilices, Ruki-san. Esto estoy haciéndolo por tu bien, igual no está de más que pases por eso de que siempre me mantenías encargado con otras personas –Se encogía de hombros el humano. Ahora se dirigía a sus cajones y el closet… ¿En verdad estaba haciendo maletas para pasar el fin de semana con Akira?- Además… ¿Por qué haces tanto drama? ¿No dices que no te importa Suzuki-san y que te tiene harto?

Contuvo la respiración del solo notar ese extraño brillo retador en los ojos de su mascota, casi de inmediato todo su cuerpo comenzó a temblar sin que pudiese evitarlo. Estaba molesto, pero también estaba consciente de su situación, asi que no dudó en retroceder unos pasos en cuanto Koron se volvió a acercar a la cama.

-¿A qué le temes? Igual va a quedar entre nosotros dos el que Suzuki-san se convierta en un zoofilico sin querer – Se burlaba aquel usurpador.

-No te atreverías…- Gruñía desafiante el chihuahua - ¡Tu no me quitarías a Akira!

-¡¿No que Suzuki-san no te importa?!

¡Aquello era de locos! Un perro discutiendo con un humano de manera acalorada. ¿En dónde se había visto semejante cosa? En otro mundo más cuerdo no habría tenido ningún temor, pero en este mundo de locos en el que tu perro le hablaba con tanto respeto a tu…

-¡Momento! –Ladró Ruki de pronto. Las cosas comenzaban a calzarle –No será que tu…

-¿Qué yo qué?- Se detuvo Koron antes de continuar gritoneándose con el perro.

-¿No será que tu estés… enamorado de Akira?

 

Recordaba que Koron-chan no había respondido a su cuestionamiento, simplemente le arrojó unos pantalones por encima de la cabeza. Pero ese sonrojo en sus mejillas, mientras hacía como que le ignoraba, no le engañaba… Todo encajaba. Reita era una de las pocas personas a las que Koron no agredía, por el contrario… Koron agredía a quienes se acercasen al bajista, por eso era que Akira insistía en que tenía demasiado mimada a su mascota.

Esa era una idea que no podía sacarse de la cabeza desde la tarde anterior en que le habían pasado a dejar en casa de los guitarristas. Esa idea fue el fundamento de su pesadilla y ahora él… continuaba dándole vueltas una y otra vez mientras contemplaba con asco su platito con croquetas.

-Anda, Koron. Aunque sea unas poquitas, y te prometo que saldremos a pasear un rato a la alameda – Le insistía Uruha, quien esperaba pacientemente a su lado encuclillado - ¡Es más! Me comeré una por ti ¿Ok? Siempre te las has comido muy bien, y hoy no puede ser la excepción.

-Uruha, deja de negociar con el perro –Regañaba Aoi desde el fregadero en el que estaba lavando platos.

Demasiado tarde para regaños, Uruha no solo había tomado una, sino un pequeño puño de croquetas, y se había metido por lo menos diez en la boca y ahora las masticaba. Le miró con un asco que sus facciones perrunas no podían expresar… Aoi también se dio la vuelta para mirarlo de cerca… ¿En verdad lo había hecho?

-¿Qué? –Inquiría el Takashima mirando altercadamente al perro y a su novio- No saben tan mal, cuando era niño también llegué a probarlas. –Explicaba con una sonrisa- Saben a frituras.

Soltó un leve suspiro y resignado… Comenzó a comer solo un poco de las dichosas croquetas. Increíblemente no sabían mal.

-“¡Saben a frituras!”- Admitió con un ladrido de festejo antes de volver a enterrar el hociquito en el platón.

 

Notas finales:

ALGO MÁS DE MÁS CON SAKUA-CHAN

¡Ay, Dios! Hola, soy Sakua y me he quedado impresionada con unas ideas suyas que leí en los reviews... Primero me decían que querían ver conejear a Reita y Koron y luego leí que quería que Koron se violará a Reita. WTF?! xD pequeñas mentes enfermas, las amo!!

¿Qué les digo? AMO rolear, pero a veces en verdad una se mete en líos que en verdad no se espera. Hoy terminé de escribir este capitulo y terminé algo desganada para publicarlo... Todo por el rol... En fin, lamentablemente a fechas recientes es mi mayor fuente de inspiración.

En fin... ¿Qué les va pareciendo la trama? ¿Les gusta? ¿Merece un review o ya de plano me arrojó a un pozo? XDD por favor, siquiera dejenme un "Hola" y me harán realmente feliz. Recuerden que sin presión no trabajo. De nueva cuenta les paso mi Twitter por si quieren interactuar más con su servidora: https://twitter.com/shudder_nausea


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