“Hay ocasiones en que el pretexto más curioso
e impredecible es el detonante de una historia importantísima”
María Fernanda Heredia
Respiré profundamente por enésima vez. Estaba agitado, era comprensible porque me habían obligado hacer una cosa que detestaba. Aflojé el nudo de mi corbata en señal de frustración. Aquello me hizo sentir más ligero. El clima era un maldito infierno y yo vestía un traje en pleno día. Un conocido de la infancia de mi madre había muerto. Yo no lo conocía, pero ahí estaba. Resoplé de fastidio. Odiaba ver los muertos. En el momento que vi el féretro mostrando a aquel desconocido para mí, empecé a sudar. No miento. Casi podría jurar que fue la hora más escalofriante de mi corta existencia. Así que una vez que la ceremonia acabó, corrí tan rápido como mis pies me permitieron hacia al parque que estaba del frente.
-¡Odio los funerales!-estaba enojado-Solo tengo 13 años…
Sacudí la cabeza. Era mejor que no pensara en cosas horrendas y que recreara mi mente. Me dediqué a observar el parque. Abuelos, padres, niños y parejas paseaban por el lugar. Unas sendas sonrisas se plasmaban en sus rostros. Incluso algunas personas hacían picnics. No pude evitar que mi estómago gruñera de hambre al ver comida, hice caso omiso a ello y continué viendo el parque hasta que algo captó mi atención. Había un perro, solitario en medio del parque y parecía perdido, se movía inquietamente de un lugar a otro. Nadie le hacía caso, inevitablemente terminé caminando hacia él.
-¿De dónde saliste tú? ¿Dónde está tu dueño?- le acaricié la cabeza. Me di cuenta que tenía un collar llamativo- Te llamas Gaho. ¡Qué lindo eres!-al parecer le gustó porque movió la cola con alegría- ¿Y ahora qué hago contigo?-como si me escuchara me ladró. Yo reí ante ello.
-¡¡Gaho!! Me hiciste correr mucho- escuché que una voz- ¡¡Eres travieso!! Lo siento. Él no te mordió, ¿verdad?
-No.
-Es raro. Gaho suele ser agresivo con extraños- escuché una risa que se convirtió en música para mis oídos. Sin dudarlo me giré a ver al dueño de aquella voz.
-Supongo que le agrado-observé a un muchacho rubio y de facciones finas sonriéndome.
-Creo que sí. Me alegro que no te haya causado problemas-volvió a reír.
-Él es lindo- sonreí con dulzura mirando al animal.
-¿Pasaste mucho tiempo cuidándolo? Lo siento-parecía apenado.
-Hace poco llegué. No te preocupes.
-Déjame compensarte como agradecimiento. Te invito algo.
-No es necesario- murmuré, sin embargo mi cuerpo me traicionó. Mi estómago volvió a gruñir fuertemente para mi vergüenza.
-¿Es mi parecer o alguien tiene hambre?- él rió suavemente- Acepta, ¿sí? Estaré más tranquilo.
Sentía que mis mejillas ardían, sin embargo ver su mirada suplicante y apenada me hizo desistir.
-Está bien- aún sentía bochorno.
-Conozco un lugar cerca. Soy Ji Yong-me extendió la mano.
-Seung Hyun- le correspondí con un ligero apretón.
No sabía la razón, pero por algún motivo me sentía cómodo con Ji Yong. Sentía confianza y tal como lo pensé no tardamos en congeniar. Algo me decía que quizá en un futuro seríamos mejores amigos. Si bien el día había empezado siendo pésimo, cambió dando un giro de 180°. Al parecer el día me ofrecía un espacio para sonreír y pasar un momento agradable. Todo gracias a un muerto y a Gaho también, cierto?