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Camino a casa... por Nami Takashima

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Notas del fanfic:

One shot

Es realmente corto...

Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Ya estoy de regreso n_n 

Esta vez con un one shot, bastante corto, pero bueno quise intentar narrarlo de manera diferente a como habitualmente lo hago, espero sea de su agrado.

Nos leemos en las notas finales!!!

Aquella noche como cualquier otra, terminaba una dura jornada tras seis horas de clases aburridas y rutinarias, que ya pasaban factura a su espalda y trasero adoloridos debido a las incómodas sillas en las que se había estado toda la tarde, definitivamente ser un estudiante universitario no estaba resultando nada fácil… o eso le parecía a él.

Drew, era nada más y nada menos que un chico pelinegro con 20 años de vida, cosa que no se notaba pues era flojo en toda la extensión de la palabra y renegaba de hacer cualquier cosa que careciera de su interés. El chico tenía piel clara, complexión media, ojos cafés y tierna sonrisa…  o al menos así era cuando estaba de buen humor, pero a estas horas de la noche no salía precisamente su mejor faceta.

Tras hacer una breve parte del recorrido con su mejor amigo se despidió de él, pues a partir de ese punto sus caminos se separaban y así, con los ánimos por los suelos, se dirigió pesadamente hacia la fila que ya comenzaba a formarse en espera del autobús; aquél que era la única ruta viable para regresar a casa y por azares del destino también era el único maldito autobús que salía cada cuarenta minutos… si acaso había perdido el anterior estaba jodido.

Ya en la fila, teniendo un lugar seguro, se pasó la mochila al frente y sacó el abrigo que había traído a cuestas todo el día, sin embargo el esfuerzo no había sido en vano. Aun en la oscuridad de la noche podían apreciarse densas nubes que no tardarían en comenzar su espectáculo mojando todo a su paso, el viento comenzaba a sentirse helado al contacto y después del escalofrío que le había causado sentir la última ráfaga, sin titubeos se arropó.

Después batalló un poco con toda la basura que yacía en sus bolsillos antes de conseguir sacar lo que buscaba… ¡El bendito celular que lo salvaba de escuchar el río de estupideces que desbordaban por las bocas de las personas!

Conectó los audífonos y eligió una estación de radio a su gusto, satisfecho con la música ajustó el volumen y se dispuso a ignorar al resto del mundo. Casi veinte minutos más tarde, el anhelado autobús hizo su aparición ante un montón de caras alegres cual si de un gran acontecimiento se tratara, los ansiosos pasajeros comenzaron a subir uno detrás de otro quedándose con la mayoría de los mejores lugares.

Para el momento en que Drew tuvo que abordar sólo quedaba un lugar detrás del conductor, el cual definitivamente no era su favorito y de manera fugaz pasó por su mente la idea de mandar al demonio ese lugar de mierda e ir de pie todo el camino, manteniéndose cerca de la puerta para mayor comodidad al momento del descenso, pero estaba tan cansado que optó por tomar el asiento, más tarde se preocuparía por la manera de llegar hasta las puertas.

Los asientos se mantenían paralelos a las ventanillas por lo que resultaba difícil ver a través del cristal… tenía que torcerse el cuello si quería mirar un poco.  Una razón más por lo que ése, no estaba ni cerca de ser un lugar agradable para viajar, pero no había de otra pues el autobús estaba completamente lleno y a pesar de ello, varios atolondrados seguían subiendo sin importarles la escases del espacio disponible dentro.

Por fin después de algunos minutos, cuando el conductor consideró que ya no entraba ni una aguja en semejante lata de sardinas, se pusieron en marcha… una marcha muy lenta, al punto en que el chico no dejaba de preguntarse cuál era el jodido problema del idiota al volante, no tenía absolutamente ningún impedimento para ir más rápido y a pesar de ello iban tan despacio que probablemente ir andando sería igual de provechoso.

Entonces, como si sus reclamos mentales fueran escuchados, la velocidad del autobús aumentó repentinamente, ocasionando que la sonrisa del malhumorado pelinegro apareciera espontáneamente y aun así poco le duró el gusto, ya que para desgracia suya justo cuando el conductor había decidido ir más a prisa se encontraron con que el tránsito estaba completamente detenido. ¡Tantas ganas que tenía de llegar a tumbarse en su cama y se topaba con esto! Sintió ganas de azotarse contra el cristal, pero se dio cuenta de que seguir enfadándose con la nada no le llevaría a ningún sitio.

Poco a poco los autos comenzaron a moverse y de pronto la lluvia se hizo presente, inició como algo apenas notorio, convirtiéndose en diluvio a los pocos minutos…

Resignado a que pasarían algunas horas antes de llegar a su destino aumentó el volumen de la música, abotonó completamente su abrió y cruzándose de brazos sobre su mochila cerró los ojos; siendo arrullado por el suave movimiento del autobús al avanzar de cuando en cuando.

Antes de darse cuenta, estaba absolutamente perdido en un profundo sueño… aun contra sus deseos había cedido rápidamente al cansancio y de esta manera fue que pasó un largo rato, antes de que la chatarra en la que viajaba frenara desconsideradamente provocado que todo se zarandeara de un lado a otro y haciéndolo terminar casi sobre el pasajero de al lado.

El pelinegro se disculpó y se acomodó nuevamente en su asiento mientras que escuchaba a la gente murmurar un montón de insultos, todos dirigidos al conductor por supuesto. Tomó sus audífonos, que habían caído durante el incidente momentos atrás y los colocó en su lugar de nueva cuenta; con mucho esfuerzo giró hacia la ventanilla y pasó la mano sobre el cristal empañado para mirar en donde se encontraba.

Con satisfacción comprobó que habían avanzado la mayor parte del camino mientras se había quedado dormido y puesto que aún faltaban varios minutos decidió que podía dormitar un poco más. Sin embargo no fue posible, algo no se sentía bien, era una sensación extraña… incómoda, tuvo que pensarlo algunos momentos antes de notar lo que era… Estaba siendo observado.

Frente a todos los pasajeros que se encontraban sentados, había una fila de pasajeros que viajaban de pie y en ella, justo a dos asientos de donde se encontraba el pelinegro, yacía el chico cuya mirada lo había incomodado; el cual tan pronto se vio descubierto desvió la mirada fingiendo que no ocurría nada.

Pero había conseguido captar la atención del pelinegro, por lo que éste ya lo examinaba. Era un chico castaño que lucía ligeramente más alto que él mismo, de piel clara pero un tanto enrojecida por el calor que hacía en el autobús, vestía un pantalón negro, una playera blanca que se ceñía a su cuerpo y una chamarra del mismo color que lo hacía ver bastante elegante.

Él chico se negaba a voltear mientras que era examinado, así que el pelinegro cansado de esperar por la debida atención volvió a sus asuntos, hasta que nuevamente sintió el peso de la mirada ajena, volteando instantáneamente para atrapar la mirada oscura del chico, que de manera más desinhibida correspondió el gesto. Por alguna razón que él pelinegro no logró comprender se sintió un tanto intimidado y esta vez fue él quien tuvo que girarse para disimular el sonrojo que comenzaba a hacerse cada vez más evidente en sus mejillas.

Aun así, la situación le resultaba curiosa… era una curiosidad morbosa y en cierta medida bastante divertida, por lo que rápidamente entablaron un juego de miradas, en el que en ocasiones se correspondían y en otras trataban de disimular el interés que sentían el uno por el otro.

Hasta que de pronto el pelinegro notó que debía comenzar a moverse si pretendía descender a tiempo. Tomó la mochila y comenzó a removerse en el asiento mientras se preparaba para levantarse; se percató de que el chico con quien se había involucrado en un juego mudo se movía con dificultad entre los pasajeros buscando abrirse paso hasta el asiento donde él se encontraba.

Éste, ingenuamente creyó que iba tras el lugar y tuvo la bondad de esperar a que llegara para cederlo, sin embargo a nada de posicionarse frente a él, inexplicablemente se detuvo. Contrariado por la actitud del castaño, optó por levantarse y rodeando a las personas que tenía enfrente consiguió abrirse camino hacia las puertas. Sólo para voltear y darse cuenta de que ahora el castaño lidiaba con la gente que le cerraba el paso… sorprendido notó que se dirigía hacia él… ¡Otra vez!

Prefirió hacerse el desentendido y fijo la mirada en el camino; una vez el castaño llegó hasta él, no pudo evitar que las sensaciones se reflejaran en su estómago y menos aun cuando el dorso de la mano de éste comenzó a deslizarse disimuladamente sobre su pierna.

Cualquiera podría pensar que había sido un simple incidente, hasta el momento en que giró su mano y comenzó a moverla ascendiendo de forma más descarada, provocando que el pelinegro sintiera flaquear sus piernas, aferrándose con todas sus fuerzas al tubo que tenía delante suyo mientras mantenía la mirada fija al lado contrario en el que se encontraba el castaño, esforzándose por fingir que no estaba al tanto de lo que ocurría. Dio gracias de que el autobús estuviera lo suficientemente lleno como para que el resto de los pasajeros no lo notaran.

Lo cierto es que su rostro estaba rojo como un jitomate y sentía su cuerpo caliente, al punto en que se maldijo por haber abotonado completamente su abrigo. ¡Ahora se estaba asfixiando! Y obviamente no era el exceso de abrigo la razón de ello…

En medio de esto, se dio cuenta de que había llegado a su destino y sin pensárselo dos veces bajo por la escalerilla sintiendo claramente como la mano del castaño se deslizaba sobre su trasero.

Así, con la respiración agitada camino sin atreverse a volver la mirada por temor a encontrarlo a él y al llegar a la parada en donde esperaría el próximo autobús que por fin lo llevaría hasta casa, se dio cuenta de que no había un alma en la cercanía…

Tal vez la lluvia había ahuyentado a la gente, tal vez su estúpido autobús había pasado momentos antes que él llevándose a todos… fuera la razón que fuera, el punto era que ahora que necesitaba el consuelo de ver a alguien cerca no se le concedería, o eso pensó hasta que sintió una mano posarse sobre su hombro, lo que le provocó un sobresalto tremendo, logrando a duras penas contener un grito.

El chico castaño de hace un rato se había atrevido a seguirlo…  ¡sí que era todo un acosador!

Drew intentó decir algo, pero sus palabras fueron silenciadas por los labios ajenos, lo cual hizo que sus ojos se abrieran de manera exagerada mostrando sorpresa. La lengua del chico se deslizaba sobre sus labios como pidiendo permiso para entrar y aun cuando el pelinegro no podía terminar de creer que un desconocido lo estuviera besando, abrió la boca de buena gana.

Después de todo debía admitir que el chico castaño le resultaba extremadamente atractivo y por más que su sentido común gritaba que todo era una locura, su cuerpo no lo creía tan descabellado, además, ¿cuál era el problema? Él no tenía ningún tipo de compromiso y hace tiempo que estaba deseando encontrar a alguien así.

Mientras el pelinegro se encontraba ensimismado, el castaño se separó de él con una sonrisilla dibujada en el rostro, haló a Drew por el brazo y lo llevó a uno de los callejones aledaños, en dónde la penumbra se hizo su cómplice. El castaño se acercó a él lentamente acorralándolo contra la pared, asegurando tener el control sobre la situación y de alguna forma esto le resultó benéfico al tímido pelinegro, puesto que las piernas le temblaban como si de pronto se hubieran transformado en gelatina.

Nuevamente se fundieron en un profundo beso que a diferencia del anterior estuvo acompañado por las demandantes caricias del castaño, el cual se afanaba en explorar cada centímetro de las largas piernas del contrario, robándose varios suspiros en el camino.

En algún punto de sus jugueteos Drew comenzó a sentir que ya no tocaba el suelo, pues las atenciones del otro eran más de lo que siquiera había imaginado en sus fantasías más eróticas. Fue más de lo que podía resistir… o eso quiso pensar…

Su compañero clavó en él una mirada que acabo por desconcertarlo, la sombra juguetona que había acompañado al castaño antes ahora le abría paso a la más pura lujuría. Su mirada estaba cargada de deseo y pronto se sobrecogió ante el tacto del otro, que ahora exploraba su virilidad, dibujando círculos sobre la superficie de su pantalón.

Entonces fue traicionado por su mente…

—No… espera… V-vas muy rápido —dijo el pelinegro entre jadeos tratando de alejar a su compañero—. Ni siquiera sé tu nombre —se excusó de manera infantil en un intento inútil por alejar al otro.

—¿Entonces necesitas mi nombre? —cuestionó el castaño conteniendo la risa y clavando los dientes en el cuello del otro, provocando que este gimiera ante la mezcla de dolor y placer que lo invadía—.  Me llamo Mark —respondió separándose apenas un poco para que sus palabras fueran entendibles y luego lamió la herida que había causado antes.

Dando por sentado que ahora que había dado su nombre el pelinegro estaría satisfecho, desabotonó el pantalón que le impedía llevar a cabo su tarea y presto, tomó entre sus manos la erección frotándola con tortuosa lentitud, atento a cada gesto del que a su juicio era un sensual pelinegro,  que se mantenía aferrado a sus hombros para evitar caer, jadeando y provocándolo para que siguiera.

Mientras tanto Drew había optado ya por dejarse hacer, su cuerpo le había ganado la partida a su mente y ahora se dedicaba a disfrutar de las experimentadas manos de Mark, el cual momentos después se detuvo y abrió su pantalón sacando su miembro para luego hacer que el pelinegro le diera las mismas atenciones que él estaba otorgando.

Al principio éste, como el santurrón que era, se mostró renuente a tocar al otro, pero al recibir nuevamente las caricias de Mark se olvidó de todo prejuicio, por lo que en medio de sonoros besos, de los cuales lograba escapar la saliva que terminaba escurriendo a través de las comisuras de sus bocas, ambos sintieron llegar al final.

Y aunque Drew estaba más que satisfecho con lo obtenido, Mark aún se encontraba  anhelando más; desde el momento en que fijó su mirada sobre ese pelinegro, se propuso hacerlo suyo completamente y estaba decidido a cumplir con su cometido, por lo que sin dar más explicaciones a “su chico” lo obligó a girarse y aun cuando éste a  duras penas lograba recuperar el equilibro apoyándose sobre la pared, se hundió en él sin pensárselo dos veces.

Como resultado de ello obtuvo una penetración difícil y a un pelinegro que gemía dolorosamente, sin prestarle mucha atención siguió con su labor, disfrutando de cada estrecho centímetro que lograba avanzar,  no era más que un invasor dentro del cuerpo ajeno y no pudo importarle menos, le excito en demasía el reto que tenía delante. Y tras haber penetrado por completo decidió esperar algunos momentos para que el pelinegro pudiera acostumbrarse a él.

Nuevamente tomó el miembro de Drew y lo masturbó en compensación por el dolor que le estaba causando. Fue cuesión de tiempo antes de que el pelinegro comenzara a disfrutarlo otra vez y no dudó en hacerselo saber a su compañero.

—M-muevete... —pidió Drew casi en un susurro, logrando arrancarle una sonrisa de satisfacción a Mark, pues el pelinegro ya se estaba moviéndo por su cuenta como buscando profundizar más su unión.  Se inclinó sobre él y repartió besos sobre sus hombros mientras recuperaba el aire para reanudar el movimiento que había detenido antes.

Comenzó con suaves movimientos, casi imperceptibles y poco a poco fue aumentando la intensidad hasta llegar a frenéticas embestidas que lograron llevarlos a ambos al orgasmo, dejándolos agotados, con sus corazones latiendo a mil por hora, sus cuerpos sudorosos y una enorme satisfacción.

Entonces como negándose a lo ninguno de los dos podía evitar, se besaron nuevamente, enredando sus lenguas como no queriendo separarse jamás… fue un beso lento que sugería  que ellos estaban intentando memorizar cada sensación que se provocaban; cada centímetro de sus cuerpos…

Luego como si las palabras sobraran ambos se dispusieron a retomar sus respectivos caminos, Drew no quería que el castaño se fuera así como así, pero no hallaba que decir para detenerlo. Se molestó consigo mismo por lo estúpido que se estaba comportando; entonces se percató de que Mark metió algo en el bolsillo de su abrigo y se despidió con un beso en su mejilla.

—Gracias, ha sido todo un placer y quisiera que esto se repita —dijo guiñándole el ojo al pelinegro antes de encaminarse al mismo lugar del que había venido, dejando al pelinegro peor que mudo.

Nuevamente sintió su rostro arder y sin esperar más metió la mano a su bolsillo, curioso por saber que le había dejado el castaño, encontrándose un pequeño papel en donde se leía el número de un móvil… 

Notas finales:

Ok, ¿les ha gusto? ¿O merezco ser vilmente abucheada? XD

Espero que si alguien lo lee tenga la bondad de dejar review, todo lo que me comentan me es muy útil para mejorar y si no por lo menos hacen feliz a mi frágil corazoncito XD

Estoy por comenzar otro fic largo, pero bueno esa es otra historia, entonces nos leemos luego y espero esto no sea un rotundo fracaso...


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