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Un marimo y un sombrero por SaraChan

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Notas del capitulo:

Bueeeno, como estos días no se si podré trabajar mucho en este Fic, os dejo ya el segundo capítulo. Llevo toda la tarde pensando y escribiendo el Fic, así que estoy muy cansada y mi mente no piensa muy lúcidamente (como si lo hiciera habitualmente no? xD) El caso es que como pudisteis comprobar, el anterior capítulo se basó principalmente en Sanji, pues en este nos encontramos con la perspectiva de Nami. 

Con respecto a este capítulo... me atreveria a decir que en él empieza el auténtico ZoLu... los sentimientos comienzan a esclarecerse!

Por cierto, en el anterior se me olvidó pornerlo, pero por si acaso una cosa: Letra cursiva y con "" = pensamiento de los personajes.

RECUERDO: Los personajes y la historia original pertenecen a Oda Eiichiro. Yo sólo tomo prestados los personajes para... fantasear... *¬*

Disfrutad del capítulo ~

Nami luchó por dejar su mente en blanco. Intentó dejar de escuchar los gritos de Luffy y compañía, sus risas y los halagos que Sanji dirigía tanto hacia ella como hacia Robin. Ahora tenía que concentrarse. “Esto no puede volver a pasar, nunca más”, se dijo a sí misma mientras apretaba el mapa que llevaba en su mano. “Nuestro objetivo era la isla Gyogin, el Log Pose apuntaba hacia ella. Pero tras esa maldita tormenta este maldito cacharro se volvió loco”, dirigió una mirada de resignación hacia su muñeca, observando cómo la flecha no paraba de moverse dentro de la esfera de cristal. Levantó la vista hacia la isla a la que estaban a punto de llegar. “Nos ha llevado mucho tiempo encontrarla”. Tras la tormenta, Nami había tomado una decisión muy arriesgada. Observando el mapa que había obtenido en un cofre de Thriller Bark dedujo no con mucha seguridad que el barco estaba cerca de una isla. No sabía que isla era, pero creyó que lo mejor era desembarcar y utilizarla como una parada estratégica para pensar cómo podían llegar a la isla submarina. Por eso, sin que los demás se dieran cuenta, había conseguido que el barco diera vueltas sobre una misma zona que ella había delimitado. En estos momentos se sentía aliviada, pero días atrás su decisión la había atormentado de tal manera que estuvo reconsiderando contarle a todos que era su culpa que hubieran estado vagando sin rumbo en medio del mar. Al fin y al cabo, nadie más que su instinto le había asegurado que estaban en esa zona del mapa.

Nami había vivido los peores días de su vida desde que había dejado atrás a Arlong. No paraba de imaginar la decepción en los ojos de sus nakamas tras su confesión, miradas que le dolerían como si fueran flechas de fuego clavadas en cada célula de su piel. “Ellos confían en mi”, y ella confiaba en ella y en sus instintos, pero el miedo a que esta vez le hubieran jugado una mala pasada era insoportable. El alivio que sintió al escuchar el grito de Zoro minutos antes era comparable al alivio que le había recorrido cuando pudo abrazar de nuevo a Robin después de rescatarla en Ennies Loby. Una pequeña sonrisa se mostró en sus labios mientras observaba la isla.

Sin embargo, un escalofrío la recorrió por completo cuando recordó que eso no era lo peor que le podría haber pasado. Todo este tiempo que pasó encerrada en la biblioteca no tuvo otro propósito que evitar a sus nakamas. Si alguno de ellos le hubiera preguntado “Nami, ¿dónde estamos?” o “¿Cuándo llegaremos a una isla?” sin ninguna duda se habría derrumbado. Si eso hubiera llegado a pasar, no sólo habría visto decepción en sus ojos, si no también desconfianza. Sin embargo, esas preguntas nunca llegaron, y ella quería creer que era porque había evitado estar con ellos y no porque ellos sabían desde el principio que había tomado esa importante decisión sin consultarles.

La pelirroja sacudió su cabeza alejando todos esos pensamientos, ya habían encontrado la isla y ya podía respirar tranquila. “Nunca más”, se repitió. Volvió a fijar su vista en la isla, esta vez decidida a examinarla. A primera vista y desde su posición, parecía que la isla contaba con tres zonas diferenciadas: la playa, una superficie suavemente ondulada que se extendía por toda la costa y que estaba formada por arena y piedras (“ideal para acampar”), un bosque lleno de árboles enormes y matorrales espesos que cerraban el paso (“ideal para que se pierdan” pensó con resignación) y una montaña rojiza, en parte cubierta por el bosque pero desnuda en su cima, en la cual podía divisar una pequeña superficie nevada (“ideal para cartografiar la isla”, sonrió). A lo lejos, en la ladera de la montaña, creyó divisar un río que bajaba hasta el bosque y que parecía desembocar al otro lado de la isla. “Parece una isla tranquila, perfecta para relajarse”.

Tras su análisis, Nami archivó esos pocos datos superficiales en un cajón de su mente y se centró en el desembarco. Fijó su vista en el mar y se dio cuenta de que si seguían avanzando encallarían el barco.

-          ¡Franky, detén el barco! El agua es poco profunda en esta zona, así que a partir de aquí continuaremos con un bote.

-          ¡Roger! – contestaron todos, mientras se ponían manos a la obra.

 

 

 

 

-          Bien, escuchad, tenemos unas 5 horas hasta el anochecer, así que este es el plan – comenzó a decir Nami mientras esperaba a que casi todos se agruparan a su alrededor. La adrenalina de una nueva isla se había evaporado de la sangre de Luffy, quien se encontraba nuevamente tirado sobre el césped de la cubierta llorando por un poco de carne.

-          Como no podemos acercar el barco a la isla, acamparemos en la playa, justo enfrente del Sunny para no perderlo de vista.

Nami comenzó a pensar en las mejores opciones para organizarse con la mayor eficacia y rapidez. Dirigió una mirada a Luffy, “él no será de mucha ayuda”; y volvió su vista hacia Zoro, “no puedo permitir que se pierda”. Cerró los ojos y exhaló un pequeño suspiro antes de continuar. – Sanji-kun, comienza a cocinar algo con lo que encuentres en la playa, pero no te alejes mucho del campamento. “Lo principal es la comida, eso es obvio”, pensó volviendo a mirar a Luffy, que se encontraba encogido, dando vuelvas y haciendo pucheros.

-          SIIIIIIIIIIIIIIIII NAMI-SAAAAAAAAAAN ~.

-          Robin, ¿podrías conseguir un poco de agua del río? – A Nami no le gustaba pedirle cosas a Robin, pero el estado en el que se encontraban todos lo requería. Robin lo entendió, y como respuesta asintió con una sonrisa en silencio. Nami le devolvió la sonrisa, agradecida, y continuó.

-          Chopper y Franky, id a por madera para encender una hoguera.

-          ¿Sólo para una hoguera? ¡Nami, puedo construir unas cabañas para todos en menos de una hora!

Nami sonrió. – Bien, entonces Franky, después de conseguir madera construye algunas cabañas.

-          ¡SUUUUUUUUUUUUUUUUUPEEEEEEEEEEEEEER!

-          Brook y Usopp, os toca conseguir comida. Chopper, cuando acabes de recoger madera únete a ellos.

-          Claro Nami-san. Me dejaré la piel en esta misión. Aunque claro, yo no tengo piel. ¡Yohohohoho~!

-          ¡Oe Nami! ¡Aún falto yo! – dijo un irritado espadachín.

Nami le miró con cara de pocos amigos.

-          Tu misión es vigilar que Luffy no se vaya corriendo hacia el bosque, en estos momentos ninguno de nosotros tenemos fuerzas como para perseguirle.

-          ¿¡Ha!? ¡Nami, conseguiremos más comida si me dejas entrar en el bosq…!

-          BAJO NINGÚN CONCEPTO VAS A ENTRAR EN ESE BOSQUE, NO VOY A PERMITIR QUE TE PIERDAS Y TENGAMOS QUE MALGASTAR LA POCA ENERGÍA QUE NOS QUEDA EN BUSCARTE.

-          ¿Qué acabas de decir bruja? – Zoro se acercó a Nami enfadado para encararla. Nami, con la mirada del demonio en su cara, le respondió:

-          Estoy diciendo que como te alejes de mi vista subiré los intereses de tu deuda y te obligaré a pagarla aunque para eso tengas que empeñar tus katanas – susurró con una voz engañosamente suave que hizo temblar a todos los presentes (excepto a Sanji, por supuesto, quien continuaba mirándola con ojos de corazón y murmurando incoherencias sobre su belleza y su determinación).

Zoro retrocedió y miró a Nami con rabia y sumisión. Evitando la mirada de los demás, se situó al lado de Luffy, que ahora se había quedado dormido babeando.

-          Bien, ahora que ya estamos organizados, desembarquemos.

 

 

 

 

 

Nami observó cómo Franky se aproximaba hacia ellos cargando enormes troncos sobre sus hombros. Chopper le seguía con mucha leña para la fogata en sus brazos. La depositó cerca de Sanji, quien se lo agradeció y cogió unos cuantos palos para comenzar a preparar la comida. Alrededor de la playa Sanji había conseguido encontrar cocos y plátanos a la entrada del bosque y unos cuantos cangrejos en la arena. Sin embargo, eso no iba a ser suficiente ni para llenar un solo estómago de esa tripulación. Mientras Nami escribía en una libreta sus primeras impresiones sobre la isla, escuchó como Sanji le pedía a Chopper que buscara cierta hierba para dar sabor a los cangrejos antes de que éste volviera a desaparecer en el bosque. Nami sonrió, pensando que en ese momento lo que menos les iba a importar es el sabor de la comida, pero Sanji jamás se plantearía el cocinar por cocinar. Siempre buscaba la perfección para el paladar.

De repente, un pequeño rugido que salió de su estómago hizo que se sonrojara. Nerviosa, miró a su alrededor para ver si había alguien cerca, pero por suerte nadie pareció darse cuenta. Ya aliviada, iba a continuar escribiendo en su libreta cuando un rugido mayor llegó a sus oídos. Miró detrás de ella y vio como Zoro comenzaba a reírse mientras Luffy hinchaba sus mofletes y llevaba sus manos a su estómago. Sin elevar su voz se unió a las risas del peliverde, observando cómo Luffy se quejaba y comenzaba a patalear, lo que hizo que el espadachín pasara de la risa a la carcajada. De repente, Luffy se levantó e intentó correr hacia Sanji, quien había comenzado a hervir agua en una olla enorme. Sin embargo, Zoro, sin levantarse, le sujetó del chaleco impidiendo su avance. Como un niño, Luffy se volvió hacia este y le sacó la lengua, haciéndole burlas y muecas con el propósito de que se despistara y le soltara. Sin embargo, lo único que consiguió fue que el espadachín, enfadado, se levantara y agarrara a Luffy por el cuello, utilizando la mano libre para frotarle la cabeza. Cuando Luffy proclamó su rendición y se tumbó nuevamente en la arena, el espadachín suspiró, sonrió, y se tumbó a su lado.

-          Zoro, no querías cuidar de Luffy pero ahora lo estás disfrutando. Mira que sonrisa de bobo tienes – susurró Nami sin dejar de reír ante la escena que acababa de presenciar. Todos eran unos idiotas, pero también sus nakamas.

-          Tienes razón, Koukai-san. Aunque creo que es la misma sonrisa que pone siempre que Sencho-san está cerca.

El grito de Nami resonó por toda la playa, seguido de la suave risa de Robin. La pelirroja no había notado que la arqueóloga había vuelto, y mucho menos que se había sentado a su lado.

-          No me asustes así – se quejó Nami. Robin sólo sonrió. - ¿Encontraste el río?

-          Si, allí están las vasijas llenas de agua.

Nami dirigió la vista hacia donde Robin señalaba, y desde el bosque vio aparecer a las vasijas con unas piernas a cada lado que se aproximaban hacia donde se encontraba el cocinero. Nami sonrió y agradeció en silencio a Robin por su trabajo. Dejó su libreta a un lado y disfrutó de la puesta de sol que había frente a ella. Aunque seguía muy hambrienta, era la primera puesta de sol en semanas que podía disfrutar con tranquilidad.

-          Realmente hacen buena pareja, ¿no crees Koukai-san?

Nami se sobresaltó y miró extrañada a Robin, que sonreía observándola. “¿Pareja? ¿Quiénes?” Paseó su vista por la playa. En un lado sólo estaban Sanji y Franky, el primero concentrado en cocinar y el segundo retocando la segunda cabaña que había construido. “¡Qué rápido!”, pensó. Y detrás sólo se encontraban Zoro y Luffy. Luffy parecía refunfuñar en sueños, nuevamente se había quedado dormido. “¿Antes dormía tanto? Se parece a Zoro” rio para sí Nami. Supuso que era algún estúpido mecanismo de defensa que tenía el pequeño para no pensar en el hambre. Desvió su mirada desde su capitán hasta Zoro, y lo que vio la sorprendió de una manera inesperada. Zoro había posado su mano cerca de la cabeza de su capitán, y le miraba con unos ojos que transmitían ternura y protección, y con una sonrisa cargada de sentimientos. ¿Desde cuándo la sonrisa de Zoro hacia su capitán había sido así? Aún sorprendida, volvió a dirigirse a Robin con clara intención de formular alguna pregunta que se le olvidó cuando la arqueóloga posó un dedo en sus labios sonrientes, pidiéndole silencio. Nami le devolvió la sonrisa y siguió contemplando la puesta de sol. Y sus pensamientos la trasladaron al pasado, muy lejos.

Era cierto que Zoro había sido el primer nakama de Luffy, y todos sabían que su relación era especial y diferente a las demás existentes en ese barco. Su lazo había sido único desde el principio. Zoro fue el primero en confiar ciegamente en su capitán, aunque por desgracia ella no lo había visto. Aún se culpaba por haber huido con el Going Merry del Baratie. Ella no sabía más que por la sobreactuada historia de Usopp y los pocos detalles que Sanji le había dado lo que había pasado entre Zoro, Luffy y ese Shichibukai… Taka no me no Mihawk. Sólo una noche había conseguido una declaración más contundente de Sanji, después de una fiesta con mucho sake de por medio y unas leves insinuaciones que consiguieron que el rubio soltara un poco más su lengua.

-          Esa estúpida alga ha decidido que ser el mejor espadachín del mundo consiste en recorrer el camino del Rey de los Piratas.

Recordando esas palabras dirigió una rápida mirada hacia atrás. Y fue rápida porque se dio cuenta de que Zoro también observaba la puesta de sol y no le apetecía iniciar una pelea con él por sus miradas indiscretas.

Sus pensamientos le llevaron a Whiskey Peak. Allí Zoro y Luffy pelearon con una fiereza inigualable. Era cierto que ella había detenido su pelea, y que después de las explicaciones tanto el espadachín como el moreno se olvidaron de todo el odio que mostraron en su lucha, pero también era cierto que antes de detenerlos ella se había quedado anonadada viendo su lucha. Transmitían un odio tal que parecía que realmente querían matarse. “En ese momento, ¿cómo había sido la mirada de Zoro?”. Fiera, salvaje, pero también llena de una ardiente excitación. Algo similar a las miradas del espadachín y del cocinero cuando pelean, pero con mucha más intensidad. “Siempre tienen ese brillo especial… ¿es que todos los hombres de esta tripulación son unos salvajes idiotas?”. Su mirada se endureció llena de incomprensión, e incluso pareció que al sol le entraba prisa por ocultarse.

Alejando esa escena de su mente, viajó hasta Arabasta. Cuando Luffy les abandonó sobre ese cangrejo gigante y pervertido para iniciar su lucha contra Crocodile, todos se habían alterado, temerosos de lo que pudiera pasarle. Al fin y al cabo, se enfrentaba a nada más y nada menos que a un Shichibukai. “Y ahora ya ha derrotado a otro…”, pero eso no venía a cuento en este momento. ¿Cuál había sido la reacción de Zoro en ese momento? No la recordaba. En realidad, nunca había esperado que las reacciones de Zoro fueran algo que debiera recordar. Pero ahora, esa sonrisa que había visto en sus labios era algo que no quería olvidar. “¿Cuándo sus sentimientos hacia Luffy se volvieron más profundos que los de los demás? ¿Cuándo se volvieron tan profundos?”, Nami se frotó la cabeza con ambas manos, frustrada por no haberse dado cuenta antes de la situación. Zoro era un bruto y Luffy un idiota, pero ambos eran sus nakamas, y ambos la habían salvado del infierno de su infancia. Podría no llevarse del todo bien con Zoro, pero no dejaba de ser alguien muy importante para ella, y quería ayudarle, ojalá se hubiera dado cuenta antes para ayudarle, deseaba…

-          … hacer algo por él – murmuró de manera prácticamente inaudible.

-          Es mejor que no hagas nada, Koukai-san – sonrió Robin. Nami se sobresaltó, no sabía que había hablado en voz alta. Intentó decir algo, pero las palabras no venían a su boca, así que la arqueóloga continuó. – Es mejor dejar que las cosas sigan su rumbo, quizá nuestras conclusiones estén equivocadas y los sentimientos de Zoro no vayan más allá de… - Robin meditó un momento - … la hermandad.

Nami la miró sarcástica, pero no intentó llevarle la contraria, había otra cosa que le interesaba más.

-          ¿Cuándo te diste cuenta?

Robin fijó la vista en el horizonte, por el cual el sol casi se había ocultado. Tras unos minutos de reflexión en los que Nami esperó pacientemente, comenzó a hablar.

-          Creo que el primer día que llegué a la tripulación. Cuando Luffy me aceptó como su nakama, todos me mirasteis desconfiados, pero la mirada de Kenshi-san me trasmitió algo más… cercano a la preocupación. Y momentáneamente su mirada viajó hacia Sencho-san, asustado, y cuando regresó a mí se convirtió en un odio sobreprotector. O eso creo – su sonrisa volvió. – Desde ese momento he estado muy atenta a las reacciones de Kenshi-san y de Luffy… y he sacado mis propias conclusiones.

-          ¿Ah, sí? Me gustaría mucho que me las explicaras – Nami esbozó una sonrisa perversa que Robin imitó.

-          Claro, pero ¿qué tal si ahora ayudamos a Cook-san? La cena parece estar casi lista y no creo que Kenshi-san consiga retener por mucho más tiempo a Sencho-san. Si no preparamos ya la mesa será capaz de devorar toda la comida… cazuelas incluidas.

Nami empezó a reír mientras se levantaba y, seguida de Robin, se dirigió hacia el lugar donde habían depositado la mesa, las sillas y las cajas con los platos y los cubiertos, comenzando a preparar todo para la tan ansiada cena. Hacía ya rato que la expedición de búsqueda de comida había regresado con un par de ciervos, un jabalí, algunos pescados y mucha fruta y plantas aromáticas. Franky ya había terminado de construir las cabañas, cuatro en total, y junto con Chopper y Usopp había preparado una hoguera enorme alrededor de la cual Brook había comenzado a cantar canciones. Zoro había permitido que Luffy se acercara a la hoguera, pero no le quitaba el ojo de encima. El ambiente comenzaba a llenarse de un rico olor a comida, irresistible hasta para el estómago más lleno. Cuando Nami y Robin acabaron de poner la mesa, se acercaron hasta Sanji, quien con gran alegría aceptó la ayuda que le ofrecían las chicas para acabar de preparar el gran festín que se traía entre manos. Mientras comenzaba a servir los platos, Nami se dio cuenta de que había dejado la libreta cerca de la orilla. Como no quería que se la llevara el mar, se disculpó con Robin y fue a cogerla. Cuando se dispuso a regresar vio cómo Zoro agarraba a Luffy por la espalda, Franky por los hombros y Usopp y Chopper (en su Heavy Point, forma humana) de un brazo cada uno… y aun así no conseguían detener su inexorable avance hacia Sanji, quien asustado, intentaba acabar a toda prisa lo que faltaba para terminar la cena. Nami corrió de nuevo hacia Robin y le ayudó a colocar los últimos platos. Cuando todo estuvo servido, Sanji cogió un gran pedazo de carne (una de las patas del jabalí) que había apartado y la lanzó hacia el grupo de contención del estómago sin fondo que tenían por capitán.

-          ¡Oe Luffy! ¡Cógelo!

Luffy, con la boca hecha agua, el estómago rugiéndole con fiereza y los ojos más brillantes que el sol, liberó uno de sus brazos y cogió el pedazo de carne.

-          ¡Corred a la mesa y coged vuestro plato antes de que Luffy llegue! – gritó Sanji.

En ese momento todos fueron conscientes del plan de Sanji. Todos se dirigieron apresuraros a la mesa, en la cual había comida para una fiesta con 20 comensales. Sin embargo, en esa tripulación Luffy comía por 10… y eso cuando no tenía mucha hambre.

Aunque todos consiguieron servir comida en sus platos, rápidamente Luffy alcanzó la mesa y comenzó a estirar sus brazos hacia todas las partes en las que había alimentos. Nuevamente comenzó una fiera batalla, una que se daba todos los días en el barco y en la que se luchaba por llevarse un pedazo más de comida a la boca. La comida poco a poco se fue acabando, al mismo tiempo que algunos se retiraban de la mesa más que satisfechos. Robin y Nami fueron las primeras en salir, seguidas por Sanji, que les guio hasta la mesa que había utilizado para cocinar mostrándoles unos deliciosos postres a base de fruta que había preparado exclusivamente para ellas. Más tarde, el espadachín y el ciborg se acercaron a la hoguera, también llenos. Brook les siguió al poco rato, mientras Usopp, Chopper y Luffy seguían peleando por los restos. Cuando finalmente los tres cayeron al suelo, satisfechos, Franky cogió su guitarra y Brook su violín y comenzaron a cantar. Hacía tanto tiempo que no disfrutaban de un festín tan abundante que las risas pronto inundaron la playa. Luffy, Usopp y Chopper rápidamente se repusieron y se unieron a la fiesta bailando, cantando y contando historias. Nami y Zoro bebían sake (nadie sabía exactamente de dónde lo había sacado el espadachín, pero estaba de tan buen humor que había aceptado compartirlo con la pelirroja) mientras Robin tomaba un café acompañada por un adulador rubio que no cesó en invitarla a bailar. La diversión que se mezcló con el alivio de la tripulación era tal que aún había muchos en pie cuando el sol volvió a asomar. La hoguera hacía ya muchas horas que se había apagado, y el sake ahora duraba más en las copas debido a su escasez. Por ello, una ebria pelirroja decidió que ya era hora de ponerle fin a la fiesta y se alzó entre las risas y la música, comenzando a hablar:

-          Vale, atenderme todos un segund… ¡hip! – no sólo le costaba hablar, si no que se estaba tambaleando peligrosamente. – Vamos a repartir las cabañas. Una es para mí y para Rob… - la navegante resbaló y cayó de culo sobre la arena, eso sí, manteniendo el vaso de su mano bien seguro. Las risas no tardaron en hacerse oír y la pelirroja, avergonzada, intentó volver a ponerse en pie para golpear unas cuantas cabezas, pero Sanji se le adelantó.

-          ¡CALLAROS IDIOTAS! ¡No os riais de una dulce flor como ella!

El problema fue que su comentario sólo provocó risas más fuertes y Nami, roja de ira (y de alcohol) se puso en pie levantando su puño. Sin embargo, Robin también se puso en pie y posó su mano sobre ese puño, sonriendo a la pelirroja, pidiéndole permiso para continuar ella. Nami accedió volviéndose a sentar y dándole un largo trago a su vaso.

-          Otra cabaña será para Cook-san, Franky y Brook.

-          ¡SIIIIIIIIIIIIIII ROBIN-CHWAAAAAAAAAAAAAN ~! – bailoteó Sanji.

-          Otra será para Isha-san y Nagahana-kun… aunque alguien tendrá que llevarlos a ella – ambos, junto con Luffy, habían sido los primeros en caer. Sin embargo, se habían dormido hacía apenas una hora. Habían aguantado casi toda la noche cantando y riendo.

-          Y la última… -envió una mirada significativa a Zoro. – La última será para Kenshi-san y Sencho-san, al que también habrá que llevar.

Zoro iba a quejarse. ¿Por qué debía ser ella la que organizara las cabañas? Sin embargo, cuando vio la sonrisa y la mirada de la morena, sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda. “Creo que será mejor que hoy lo deje pasar…”, al fin y al cabo, el alcohol comenzaba a afectarle (… después de pasarse toda la noche bebiendo) y tenía ganas de descansar.

-          ¡KYAAAAAAAAAAAAAA ONEE-SAN, ERES MUY PERVERSA! – gritó Nami riéndose ella sola y alzando su copa al cielo. Antes de que pudiera continuar hablando, Robin la levantó agarrándole el brazo y le quitó el vaso de la mano, dejándolo en la mesa más cercana.

-          Nosotras nos retiramos ya a descansar. Mañana tendremos el día libre. Cook-san, no creo que tengas que preocuparte por la comida, dudo que alguien pueda levantarse hasta la hora de merendar. Espero que descanséis bien.

Todos se quedaron observando cómo una muy alegre pelirroja agarrada del brazo de una sonriente morena se alejaban y entraban en la primera cabaña. Durante todo el camino escucharon a Nami gritar cosas como “ERES MUY MALA, ONEE-SAN” o “A MI NO SE ME HABRÍA OCURRIDO” o “MUY BUENA JUGADA”. Cuando la puerta se cerró tras ella, los que aún quedaban en la playa intercambiaron miradas preocupadas.

-          ¿A qué creéis que venían esos gritos de Nami? – preguntó Franky mientras acababa la última botella de cola de la noche.

-          No lo sé, y creo que es mejor no saberlo – respondió Zoro imitando a Franky con su botella de sake.

-          Ah… - suspiró Brook. – Y yo que quería aprovechar esta noche para preguntarle a Nami-san si podía mostrarm… - un golpe resonó por toda la playa, seguido de lo que pareció un hueso crujir.

-          ¡NI SE TE OCURRA MALDITO ESQUELETO! – gritó un alterado cocinero. Se volvió hacia Chopper y Usopp. – Oe Franky, ayúdame a llevarlos a su habitación, durmiendo aquí acabarán enfermando.

Franky se levantó y recogió a Usopp mientras Sanji hacía lo propio con Chopper. Se dirigieron a la segunda cabaña, mientras un tambaleante y risueño esqueleto les siguió hasta encerrarse en la tercera. A los pocos minutos Zoro observó cómo Sanji y Franky salían de esa cabaña, dirigiéndose a la suya.

Con esfuerzo, Zoro se levantó, la verdad es que estaba muy a gusto sentado en la playa, pero no podía dejar a Luffy durmiendo de esa manera. Le observó con atención. Tenía una sonrisa en su cara, la cual por primera vez en semanas mostraba tranquilidad. Dormía con los brazos y las piernas separadas, y un pequeño globito salía de su boca cada vez que respiraba. Verle dormir así hacía que Zoro se sintiera misteriosamente feliz. Se agachó a su lado y le retiró un par de cabellos de su rostro. Tras unos minutos de contemplación, decidió que ya era hora de dormir para él y cargó a Luffy (no sin dificultad) en su espalda. A medio camino entre la playa y la cabaña se quedó totalmente paralizado. De repente, Luffy se había abrazado a su cuello y había posado sus labios en su mejilla. Zoro sintió que se estremecía con ese contacto, pero decidió ignorarlo y continuar su camino. Sin embargo, apenas había avanzado unos pasos más cuando escuchó un leve susurro cerca de su oído:

-          … Zoro…

Ahora sí que se estremeció. Zoro sintió cómo su interior comenzaba a arder, no entendía por qué. Intentó girar su cabeza para ver el rostro de su capitán, y lo encontró dormido apaciblemente y babeando sobre su hombro. Incluso los brazos que antes le habían abrazado ahora volvían a colgar sobre su pecho. “¿Qué demon…? ¿Me lo he imaginado todo?” Extrañado y un poco asustado, apuró su paso hasta la cabaña y entró en ella. Dentro encontró algo parecido a dos camas con una manta encima y una almohada de plumas en cada una. “Sí que se esforzó Franky”. Depositó con sumo cuidado a Luffy sobre una, quitándole sus chanclas y arropándolo con la manta, mientras él se quitaba su camisa y sus botas y se sentaba en la suya, observando detenidamente el rostro de su capitán.

-          Cuando duerme parece un niño… - su propio susurro le sobresaltó. No esperaba decir lo que pensaba en voz alta… es más, ni si quiera esperaba pensar eso. Soltó un largo y profundo suspiro y desvió la vista de su capitán, tumbándose de forma que se quedó mirando a la pared.

“He bebido demasiado… debería controlarme” fue su último pensamiento antes de caer completamente dormido.

 

 

 

 

 

Robin sonrió y bajó sus brazos. El ojo y la oreja que habían aparecido en la puerta de la cuarta cabaña desaparecieron. Pensando en todo lo que había visto y escuchado, su sonrisa se amplió. Miró a la pelirroja, que dormía enredada en la manta en una postura que pocas personas serían capaces de usar para dormir.

-          Koukai-san, mañana tenemos mucho de qué hablar.

Notas finales:

Bueno, este capítulo es un poco más largo, espero que no se os haga pesado xD

Si hay algo que no os ha gustado o algo que os haya gustado podéis dejarlo en los comentarios e intentaré corregirlo o potenciarlo.

Como muy tarde el siguiente capítulo espero que esté para el próximo fin de semana.


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