Capítulo 1: La mañana.
Era una mañana muy tranquila, como habitualmente en su barrio, el niño de doradas hebras se tallaba paulatinamente sus pequeños orbes color avellana, formo un pequeño pucherito en su boca, pues no le agradaba levantarse muy temprano, aunque por otro lado, estaba feliz porque vería a ese lindo profesor de Arte que tanto le hacía sentir especial. Era pequeño y no sabía que era ese sentimiento desbordante en su corazoncito y este daba brinquitos, y esa sonrisa pequeña no se borraba las dos horas que tenía con ese alto maestro de grandes ojos.
Bajo de su cama y se puso sus pantuflas de pororo. Sonrió al ver a su padre en el marco de la puerta, ella le miro enternecida al ver esos mofletes tan rojizos a esa hora por la mañana.
- Vamos bebé, a ducharse.- dijo la mujer con una simpática sonrisa en sus rosaditos labios.
- ¡Mamá!- el pequeño hizo un mohín.- ya soy niño grande… puedo ducharme solo.- se cruzó de brazos.
- Lo sé, ya eres todo un hombrecito pero… no puedo dejar que el niño grande haga desastres como la última vez.
Él solo rio al recordar el desorden que hizo la última y primera vez que intento ducharse solo. Había mojado todo el suelo y el jabón había desbordado la bañera incluso había metido su ropita sucia a ducharse con él, según para lavarla y no dejarle trabajo a su mamá.
El agua calentita llegaba a sus rinconcitos dándole honditas de calor agradables, las manos de su madre se encargaban de enjuagar cualquier rastro de suciedad en todo ese blanquecino y delicado cuerpecito.
- Mamá, mira… ¡La serpiente te comerá! Grrr.- tomo su muñequito y lo acercaba a su madre, ella como defensa dijo:
- Oh, que feroz serpiente pero yo tengo a mi fiel caballero para que me salve ¿no es así?
- Si mamá, yo te cuidaré.- sonrió mientras seguía jugando con sus muñecos.
Su madre le puso su chalequito color azul marino y su corbatita color bordo dentro de esta, le acomodo sus pantaloncitos grises y lustro sus zapatos de charol negros. Peino su cabello a la moda haciendo que su rostro se viera más dulce e indefenso.
- Taemin, toma tu banana milk para el desayuno.-La mujer, Jessica, le alcanzó el botecito de ese más delicioso lácteo fresco para su bebé.
- Gracias mamá.- dijo él tomando esa lechita de su pajilla.
- Recuerda, hoy tendrás que venir con el autobús, no podré recogerte… debo de ir a cubrir horas extras y tú, te irás a la casita de tu primo Jonghyun ¿entendido?
- Si mamá, ya sé dónde vive Puppy… soy niño grande.
- Tan solo… no hables con nadie que no conozcas y sientas que es mala persona ¿sí?
- Entiendo mamá, llevo a Goku el me salvará.- sonrió con su figura de acción en manos
- Bueno bebé, vamos….- La mujer llevo al niño al carro y lo aseguro en los asientos traseros, manejo lentamente hasta la escuela primaria Oliver.- Trabaja duro mi vida.- le dio un besito en la mejilla y lo acompaño hasta la entrada.
- ¡Sacaré muchos dieces!
- Si es así mañana nos iremos de picnic ¿te parece?- Sonrió Jessica a su pequeño
- ¡Yahoo! Si, madre. Le aseguro que tendré muchitos dieces.- el niño tomo su mochila de pororo y corrió hasta dentro del colegio mientras su madre se marchaba a su trabajo.
Estaba en la primera hora, Matemáticas, y aún que a él no le gustara esa materia le iba demasiado bien y le agradaba su maestra, Taeyeon, era bonita y graciosa.
- Muy bien Donghae. Taemin, ¿2x3?- preguntó mientras le veía con una sonrisa.
- Mmh… seis.-dijo tímido
- Genial, todos estudiaron mucho, eh, se merecen otra estrellita en su libro de logros.-La señorita les motivaba con estrellas de oro o plateadas.
Las siguientes horas fueron muy lentas y aburridas para Lee Taemin, pues él quería tener Arte y ver a su profesor alto.
- Muy bien niños, saquen sus hojas de dibujo y dibujen lo primero que se le venga a la cabeza.- el muchacho alto caminaba por entre los bancos observando a sus alumnos dibujar, ese rubiecito que parecía ser de fantasía dibujaba muy bien.
El niño rubio había terminado su obra de arte y fue a mostrársela a su profesor tan alto y bonito, según él.
- Que bonito, Lee Taemin.- su voz sonaba más ronca de lo normal y eso erizaba los casi inexistentes vellitos de Taemin.
- ¿Enserio? ¿Le gusta?- sus mejillas se tatuaron de un color rosa magenta mientras jugaba con sus pequeños deditos.
- Sí, ¿y quiénes son?
- mmm este, este soy yo.- sonrió el nenito señalando al muñequito rubio en su hoja.- y este… este es un principito.- señalo a un pelinegro en su dibujo.
- Es muy bonito ¿no te importa si lo llevo a mi casa?
- No, no me molesta. Porque, era para usted.- en esos momentos su lengua se trababa y parecía no querer articular correctamente.
- Que dulce de tu parte.- acaricio el delgado bracito y el pequeño solo pudo suspirar ante ese dulce toque.
Cuando quiso darse cuenta ya era la hora de la salida, y sin más que hacer y con pocas ganas recogió todas sus pertenencias colocándolas en su bolso y camino perezosamente hasta la salida. El cielo estaba algo nublado y debía ir a la parada del autobús, en la entrada del instituto, para poder ir a la casa de su primo Jonghyun.
Salió del colegio y camino hasta la parada del autobús, mientras que sus ojitos pesaban, y apenas se notaba la luz del día. Sabía que era por ahí, la parada del bus debía estar cerca pero él no se ubicaba muy bien.
Y más aún, sentía que alguien le seguía y sentía miedo
- Mami.- hizo un pucherito, quedo parado en medio de la acera, habían dos caminos para tomar y no sabía por cuál debía ir.
- ¿Taemin? ¿Qué ocurre?
- ¿Huh? ¡Profesor!.- corrió a donde se encontraba el adulto y sus ojitos se llenaron de lagrimitas saladas.
- ¿Qué ocurre?
- Creo que un hombre malo me seguía.
- Tranquilo, ¿vas a casa?
- Sí, digo no, iba a la casa de mi primo Jonghyun pero… me perdí.- tallo sus ojitos con sus puños.
- Vamos a mi casa, llamaré a tu madre ¿bien?