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Embarazo no deseado por Unno Takashiro

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Notas del capitulo:

Bueno este es un pequeño oneshot, espero les guste

 

Es terrible darse cuenta de que uno ha perdido lo más valioso que teníamos en la vida cuando le vemos brillar de felicidad en manos de otro.

 

Esta no es una historia de amor y perdonen si les confundo un poco, mi interés no es enredarlos, sino dejar en claro a cuanto puede llegar la estupidez humana.

Realmente merezco lo que me pasa, uno piensa que porque es solo un crío la vida nos perdona todos nuestros errores, no señores, no es tan sencillo, el karma llega, tarde o temprano siempre llega.

A mí me llegó tarde pero me cobró todas mis faltas con intereses.

Quisiera retroceder el pasado… pero eso no es posible.

Una lágrima circula por mi mejilla y muere en el olvido, ya no tengo oportunidad y lo mejor es que lo deje por las buenas, él es feliz, mi niño, mi precioso y hermoso niño, siempre velaré por ti.

Aunque sea desde las sombras.

El alma me duele y mi pecho se atora, el dolor me consume, 5 años es mucho tiempo, demasiado.

Siempre tuve la vida soñada, dinero, fama mujeres y padres que me daban todo sin pensarlo; cuanto quería tenía el doble de ello, y ahora que lo pienso de nada me sirvió pues ahora solo me hundo en la soledad de una habitación de alquiler en uno de los barrios más bajos de mi ciudad, el dinero a lo mucho que me alcanza es para comprarme la comida y pagar la renta, cuando antes estrenaba ropa cada día, ahora llevo años sin saber lo que es comprarme un par de camisetas nuevas y aunque la gente que me ve por la calle diga que todavía me falta mundo por recorrer, que todavía soy joven, la verdad ya no le veo sentido a mi realidad.

Tengo 21 años y trabajo de mesero en un bar de mala muerte pero lo que les vengo a contar no es mi presente, es mi pasado, quizás y en un futuro me anime a contarles qué sucedió con mi vida pero ahora ese no es el caso.

Vivía en Chicago y ahora de ese lugar solo puedo recordar lo similar de las casas, todas hechas bajo un mismo patrón pero que cada dueño se empeñó en hacerla distinta una de la otra, ya que tenían con qué. Era una urbanización de ricos por así decirlo, y yo pertenecía a esa categoría de personas.

Papá era uno de los magnates de la moda, dueño de una de las empresas que siempre lideraba en los anaqueles con más de billones de dólares ganados anualmente, siempre en el punto de mira de los demás, personas envidiosas que buscaban la imperfección de su vida para sacarla a luz pública. Mamá era una top model reconocida mundialmente y con miles de pasarelas en su historial y todavía a sus 43 años lideraba como mejor modelo para algunas campañas publicitarias tanto de Christian Dior, Channel, Versace, Prada, etc. Y yo era el hijo prodigio, un experto en el arte de la actuación, el niño más aclamado de la sociedad, a mis 16 años ya había hecho películas con reconocidos directores como Steven Spielberg, películas las cuales habían sido las más taquilleras en su momento, tenía la vida que todo adolescente desearía tener.

Todo era bueno hasta que una prueba de embarazo logró poner mi mundo de cabeza.

Atónito y sin poder creer lo que me sucedía, “¿por qué a mí?” fue lo único que pude decir en aquel momento.

No eso no podía ser cierto.

 

 

-Señorito le dejé su desayuno en la cómoda, tostadas francesas con huevo de codorniz revuelto, ensalada de frutas y un vaso de jugo de naranja, son las 8 y 15 por favor levántese ya es de mañana y hace un espléndido día.

Gruñí un par de veces antes de revolverme entre las sábanas de seda de mi cama y murmurar varias maldiciones a la sirvienta que había venido a interrumpir mi dulce sueño, después de escuchar un “lo siento” y el sonido de mi puerta cerrándose me desperecé por fin y levanté el rostro de entre las almohadas, estaba todavía medio dormido pero el placentero olor de mi delicioso desayuno preparado por uno de los mejores chef del mundo logró despertarme por completo al revolver mi estómago y mandarme directo al baño.

Estaba devolviendo lo que no había comido y yo sabía la causa de ello.

Llevaba 1 semana, 3 días y 8 horas sabiéndolo y todavía no superaba la respuesta de aquella prueba.

Estaba embarazado.

Por dios que era un idiota, no un idiota no, un súper idiota, aish! Cómo coño me había dejado embarazar como un imbécil. Y lo que es peor, no tenía ni puta idea de quién demonios era el padre de aquel engendro que tenía en mi vientre. ¡Maldición!

Era una puta, una puta por no saber quién fue el maldito que se regó dentro de mí, había tantos en la lista…

Me quería morir, mi vida se vendría abajo si la gente se enteraba que era un “maldito”

Para aclararles: “maldito” se le denominaba al hombre capaz de engendrar vida; la sociedad a la cual pertenecía todavía no era capaz de aceptar la nueva raza biológica que resultó como producto de un experimento del gobierno de los EE.UU hace 10 años. Experimento que dio por origen a un humano del sexo masculino capaz de procrear bebés al igual que las mujeres. Al principio dicho experimento fue callado pero al ver que día con día aumentaba el nacimiento de hombres “malditos” la verdad salió a la luz pública causando gran furor en el mundo. Lo que algunos consideraban como milagro, la mayoría lo tachaba de aberrante y maligno, no lo aceptaban y aún hoy en día se discriminaba a los hombres que poseían esa condición.

Yo era uno de ellos pero nadie más que mi familia lo sabía y había prometido que sería un secreto que me llevaría a la tumba de ser posible, pues los “malditos” en esta putrefacta y asquerosa sociedad no tenían derechos.

Me iba a hundir sino hacía algo rápido.

Me observaba frente al espejo del baño, mi cara se veía un poco pálida, nada que no pudiese cubrir con maquillaje, tenía que averiguar una forma segura de deshacerme del intruso que llegó para arruinar mi perfecta existencia.

Como pude ingerí mi desayuno aunque fueron más que 2 cucharadas de la ensalada, sentía que si probaba otro bocado estaría de nuevo de rodillas en el retrete, pausadamente me vestí con mis ropas de marca y salí de casa rumbo fijo a alguna farmacia.

Papá y mamá como de costumbre no estaba en casa, no los veía más que 2 o 3 veces al año pues se la pasaban viajando alrededor del mundo “por negocios”

Ahora que lo pienso con determinación, ellos tuvieron cierta culpa en lo que me sucedía pues si bien ya era bastante “grandecito” como para saber que un pene me preñaría, mi actitud libertina a mis 16 era causa de su descuido, no me prestaban atención y como adolescente hormonal que era me iba con el primero que me cruzaba, citando el dicho: “cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta”, esa era mi vida, una vida sin control, una vida plagada de sexo, alcohol y drogas, una vida de perdición.

Si preguntan por qué mi descuidada vida no estaba en las principales revistas de chismes ni en boca de los más críticos, simplemente les respondería que no se imaginan lo que el dinero puede hacer para callar a las personas

No entraré en detalles.

Como sea, volviendo al hilo principal de la historia, esa mañana fui a una farmacia, por supuesto, iba disfrazado pues no quería que ningún individuo me reconociera como el joven y reconocido actor que era.

Recuerdo que compré diversos remedios y pastillas sin ningún tipo de recetario, no había ido a ningún doctor, yo solo quería abortar sin que nadie supiese nada y echarle tierra al asunto.

Pero un mes pasó y sentía como aquella criatura seguía creciendo en mi vientre.

El pánico me tenía a flor de piel, por suerte mi vientre todavía seguía plano, todavía me quedaba tiempo para deshacerme en secreto de aquella cosa que no me dejaba descansar en las noches, seguía tomando pastillas para inducir al aborto, no comía para ver si moría de inanición lo cual solo empeoró mi salud pues me hizo sufrir de desmayos frecuentes y en vista de que eso no era muy buena idea dejé de hacerlo, revisé en internet maneras de inducir al aborto pero nada de eso ayudó y las semanas seguían pasando y aquella criatura seguía con vida.

A los 3 meses yo tenía el corazón en la boca, mi vientre se empezaba a ver abultado ya no podía dormir y mente solo buscaba una forma de deshacerme de una vez por todas de aquel estorbo, se me había salido de control así que con todas las de perder me fui a consultar con un médico a riesgo de que me reconociera aun mostrándole papeles falsos, era una cara pública, una cédula falsa en donde constataba que era mayor de edad y tenía otro nombre no era suficiente para poder hacerle la vuelta a algún médico pero venga, si colaba, colaba.

Tenía 2 opciones solamente: que me descubriesen o no.

Por suerte el médico que me atendió fue lo suficientemente estúpido para no reconocerme pero al enterarse de lo que era y de mi “condición” solo sonrió soberbio.

Aún recuerdo lo que me dijo de modo tan petulante “lo siento yo no atiendo a malditos, suerte con tu bebé y me avisas si consigues un doctor que te haga la buena obra de quitártelo del camino”

Me había olvidado de ello, me había olvidado por completo de la injusticia que corrompía al mundo, no me atendieron, ni siquiera para decirme de cuantos meses estaba, llevaba la cuenta desde el día en que descubrí que estaba en estado pero no sabía con exactitud cuantos meses llevaba de gestación.

No conseguí un puto médico que quisiese atenderme, las opciones se me cerraron, prácticamente me cerraban las puertas en la cara en el momento en que se enteraban de que yo era un “maldito” era como si me gritaran “apáñatelas solo, tú te empaquetaste en esto, tú solo salte de ello” ni siquiera los médicos más rastreros se interesaron por cuánto podía ofrecerles.

Estaba solo y los días pasaban, se burlaban de mi suerte.

Las sirvientas se empezaron a dar cuenta de mi cambio mas no dijeron nada, ellas solo se divertían a costa de mi sufrimiento, quizás devolviéndome todo lo que yo las había humillado en lo que llevaba de vida.

Al quinto mes ya estaba como muerto en vida, la barriga se me notaba por más que la cubría con telas y telas de ropa, e encerré en casa y creo que fue lo peor que pude haber hecho.

Los rumores se empezaban a esparcir pues de un momento a otro había rechazado todas las propuestas que numerosos directores me habían hecho para películas y las que ya había comenzado las dejé a la mitad, nunca me volví a aparecer por el set de grabación, aquello solo acarreo demandas en contra de mi persona por incumplimiento de algún contrato de trabajo y fue por ello que mi popularidad empezó a caer en picada, dicha noticia llegó a oídos de mis padres.

La bomba estaba por reventar.

Todavía recuerdo sus caras pasmadas al verme con una barriga cuando llegaron a casa por tercera vez en lo que llevaba de año.

No hubo palabras, solo acciones.

Papá me golpeó como nunca antes lo había hecho y aunque no lo crean lo único en lo que pensaba era que él lograra con sus golpes provocar un aborto, no me resistía dejaba que me golpeara brutalmente, realmente quería que dañara a ese bebé que no paraba de crecer en mi vientre adolescente.

La paliza que me había ganado había sido mundial, no recuerdo ni qué parte de mi cuerpo dolía más, me sentía fatal de pies a cabeza si con ello no abortaba de verdad no sé con  qué lo haría.

Estuve confinado en mi habitación 3 días seguidos mientras mis padres se encargaban de las demandas contra mi persona sin revelar la verdadera causa de mi retiro laboral, mientras yo me recuperaba en cama y veía con odio profundo aquella panza que se empeñaba en proteger a aquella criatura que yo detestaba aun sin conocer.

-¿Quién es el padre?

Preguntó mi papá una vez volvió a casa para poder terminar de resolver aquel problema del cual pendía la reputación de los 3

-No lo sé.

Me gané otra cachetada por ser una puta pero no me quejé.

-Consulté con un médico amigo, me dijo que podía hacer una excepción y hacerle el aborto pero primero tendría que ver el estado del bebé.

Habló pausadamente mi madre mientras colgaba su celular.

-Entonces dile que mañana mismo iremos al hospital. Cuanto más rápido nos deshagamos de ese monstruo mejor.

Dirán ustedes qué clase de padres tenía pero yo no los podía juzgar pues yo mismo llevaba intentando deshacerme de aquel bebé desde que me enteré de su existencia.

El entrar al hospital fue el día en que todo se reveló.

Era una trampa, aquel médico había revelado la información que le había dado mi madre a los medios de comunicación por lo tanto miles de flashes nos inundaron la cara al pisar las puertas de la instalación, todo había acabado, las máscaras perfectamente estructuradas que teníamos por fin se quebraron.

No había acabado el día cuando ya miles de noticieros e informaciones recorrían las redes sociales del mundo entero: el hijo maldito de los Schwart

El dedo público acusador no paraba de señalarnos, éramos la comidilla del día a día de los ciudadanos, a donde quiera que íbamos nos señalaban, era una de las peores torturas el saber que todo se desplomaba cual pirámide de naipes y no importaba lo bien que lo habías hecho durante años, solo y pequeño error y todo se quebraza cual débil cristal.

Entre en depresión, mi padre no dejaba de decirme que todo era mi culpa y mi madre no dejaba de recalcarme que era el peor error que ella pudo haber tenido en su vida, aunque yo no me quedaba atrás, yo maldecía y culpaba de todo a ese bebé, quería que sintiera todo el dolor posible, que sufriera por ello empecé a auto-golpearme, me aseguraba de hacerle todo el daño posible, quería que sintiera por todo lo que me hizo pasar.

La gota que rebaso el agua fue cuando mis padres me desheredaron y me botaron de la casa cual mugrienta basura, se deshicieron de mí, tan simple como eso, se recuperarían ellos y yo que me las arreglara solo, ya no era más su hijo.

No bastaba con ser marcado y señalado por la sociedad, ni por las caras públicas, tenía que ser abandonado a mi suerte y con un bebé en camino.

Solo y sin ayuda ante un mundo que despreciaba a los “malditos”

Llegué a los extremos de vagar en las calles y comer de los botes de basura pues nadie le alquilaba ni le daba trabajo a un “maldito”

Pasé de ser un rico y famoso joven a un alma desamparada y solitaria, humillada hasta el alma en tan solo 6 meses.

En ese momento entendí que mi vida nunca fue la mejor de todas, que aunque tenía todo el lujo posible ante mis narices, no basto que solo un viento suave pasara para que se derrumbara lo que yo creía era la felicidad. Que mi familia no fue más que una mentira pues el que se denominaba mi padre, siempre de mirada seria y dura, nunca fue el padre amoroso y dedicado, solo sabía darme órdenes como si fuese un soldado, en ese momento no le odiaba pero tampoco le quería, tan solo me acostumbré a convivir con él como un miembro más que ocupaba nuestra enorme mansión. Y la que se hacía llamar mi madre, de facciones delicadas y voz suave, nada maternal, y que me dejaba al cuidado de miles de niñeras, era la primera en actuar hipócritamente ante el desliz que había tenido su hijo y la primera en entregarme con gusto a la soledad. No era la familia soñada me dieron la espalda cuando más los necesité. Siempre fuimos una familia rota llena de fachadas falsas.

Pasé los últimos 3 meses de embarazo dependiendo de la caridad de las personas que por burla lanzaban unas pocas monedas a mi cara.

Realmente odiaba a ese niño, ni con todo el sufrimiento que pasé por el último trimestre de embarazo se murió en mis entrañas.

Y allí volvía a estar yo retorciéndome del dolor en alguna calle de aquella ciudad, sentía que la vida se me iba a ir de las manos, era un dolor agudo insoportable que me succionaba hasta el alma, mis uñas rasgaban la suciedad de aquella calle y se metía entre la carne de ellas, el sufrimiento me consumía por dentro, la gente me miraba y pasaba de largo, nadie me ayudaba, nadie y todo por ser un “maldito”

Las lágrimas de impotencia y rencor empapaban mi rostro, cómo podían ser tan egoístas miserables con una persona que sufría y suplicaba ayuda, que se moría ante su atenta mirada y ellos solo lo ignoraban. Que cruel era el mundo.

Mis gritos se hacían cada vez más desgarradores, sentía como mi garganta se destrozaba, de verdad solo quería morirme y no sufrir más.

Sudaba a montones, tenía el labio astillado de tanto morderlo y mis ojos ya sin vida no enfocaban bien, como pude me paré planeaba atravesármele a algún carro, ya no quería seguir viviendo pero en la vida no todo está perdido, por más podrida que esté la humanidad, todo tiene su rayito de esperanza, aún en el más oscuro lugar puede brillar la luz.

A dos pasos de la avenida principal un sujeto mal estacionó su vehículo y me metió en su carro.

-Tranquilo, todo va a estar bien, te llevaré al hospital.

Yo le escuchaba pero no podía responderle, solo gritaba de dolor y me revolvía en el asiento trasero del vehículo.

-Necesito varias enfermeras en quirófano ya mismo, esto es una emergencia, el paciente está en estado de parto.

-Pero Doctor, es un…

-¡!!!!!!!!AHHHH!!!!!!!!!!

-Olviden el quirófano, ayúdenme a sacar al bebé antes de que muera.

Le sentí abrirme de piernas allí mismo en la entrada de emergencias del hospital mientras me murmuraba cosas que yo no escuchaba.

-Pero Doctor

-¡YA CIERRA LA PUTA BOCA Y AYÚDAME O LARGATE DE UNA MALDITA VEZ!

-No pienso atender a un maldito- reprochó la enfermera.

-Pues que pese en tu conciencia la muerte no de uno sino de 2 seres humanos, como doctor no pienso quedarme de brazos cruzados, me gradué con la intensión de ayudar a todo aquel que me necesitase y me vale una mierda si quieres ayudar o no, perra.

La gente aglomerada en aquel lugar rápidamente se puso manos a la obra, incluso los mismos pacientes que se podían mover ayudaban a traer sábanas hasta la entrada del hospital mientras yo pujaba con todas las fuerzas del mundo

-Vamos puja una vez más, ya veo su cabeza. Ahí viene, un poco más.

Le sentí salir de mí, por fin, por fin me había librado de él.

Cuando desperté me hallaba en una habitación y aquel doctor me revisaba.

-Ah, por fin despertaste, estoy orgulloso de ti, tu hijo es precioso y nació sin complicaciones pese al modo en que lo tuviste, tu salud también se encuentra estable aunque un poco baja en cierto lugares, en unos días más te daré el alta si no presentas ninguna observación y no te preocupes por los gastos, lo dejaré correr todo a mi cuenta, descansa y recuerda alimentarte bien, entre unas horas te traeré a tu hijo.

Le vi marcharse, nunca olvidaría esa cara, era un ángel de persona, de cabellos castaños, mirada tranquila y soñadora, labios definidos, impactantes ojos verdes, nariz respingona, mentón fuerte y sonrisa encantadora, el hombre que me había mostrado el lado bueno del mundo. Lástima que yo todavía estaba negado a abrirme a esa manera de ver las cosas.

En cuanto sentí que pude levantarme y caminar, escapé.

Abandoné a ese bebé que no había visto, esa siempre fue mi meta deshacerme de él.

Lo dejé a su suerte siendo tan pequeño e indefenso.

 

….

 

-Doctor, no va a volver, tenemos que entregarlo a algún orfanato, el niño no se puede quedar aquí.

-Sí, supongo que esperar 3 meses es tiempo suficiente. Siento lástima por este pequeño, está solo ante el mundo.

 

 

Nunca lo volví a ver, ni a saber de su existencia, no me interesó pues yo ya estaba rehaciendo mi vida, conseguí una vivienda y trabajo pues ya no había barriga de por medio que me delatara de mi condición y el público ya se había olvidado de mi rostro de actor, estaba empezando una nueva vida y me sentía más solo que nunca.

Jamás hubiese vuelto a pisar aquel hospital de no ser por el casero que me llevó en su auto cuando me encontró desmayado frente a mi habitación, el tiempo había pasado volando, ya de aquello hacía 1 año y 2 meses y verdaderamente comprendí en ese instante la razón de mi soledad.

Despertaba nuevamente en una camilla y con aquellos ojos verdes puestos en mi persona, revisándome.

Mi corazón latió débilmente al verle otra vez y solo atiné a pensar “¿qué me diría?”

Sus ojos me miraron pero en ellos no había regaño alguno, no había nada.

-Te tengo malas noticias, tuvimos que extirparte el útero, lo tenías infectado, casi te mueres.

Al principio pensé que eso era una buena noticia y no una mala como él decía, puesto que sin útero por fin sería un hombre normal y no un “maldito” pero lo que él me quería decir lo entendí con el pasar del tiempo. El milagro que me había dado la ciencia, ella misma se encargaba de quitármelo.

Él siguió enumerando mi caso pero en mi ignorancia yo seguía festejando el volver a ser normal, fui feliz, momentáneamente.

-¿No vas a preguntar por él?

Le miré enarcando una ceja sin entender lo que me quería decir más el castaño suspiró ante mi esperada reacción.

-Ahora tiene una nueva familia, un hombre lo adoptó, se llama Misael y ya tiene 1 añito, es el bebé más saludable que he visto, vive bien en los condominios Prairie District Town Homes II, soy su padrino.

La información me revolvió el estómago, no quería escuchar de aquella aberración que destruyó mi vida y el doctor pareció entenderlo.

-No te preocupes, no te lo digo para que te arrepientas, el adora a su papá, lo tiene a él y a una familia que lo quiere, incluyéndome, no necesita de quien lo repudió hasta el final.

No dije nada, no podía decir nada.

 

….

 

Los años pasaron y algo en la sociedad fue cambiando, empezaban a aceptar a los “malditos” ya no se les consideraba un error y se les empezaban a ver como el milagro que eran, empezaron a salir leyes contra la discriminación de aquellos seres y en las constituciones se plasmaban nuevos artículos en pro de sus derechos y deberes como ciudadanos del mundo.

5 años para darme cuenta que había perdido todo en mi vida y lo más importante a mi hijo.

Y volvemos al inicio de la historia, sí, allí me encontraba divisando a lo lejos a un pequeño de 4 añitos que rebosaba de alegría en los brazos de su papi y le llenaba la cara de besos mientras picaban la torta del feliz cumpleaños.

Realmente le había perdido, a mi pequeño milagro, lo había despreciado hasta el final, el único que estuvo conmigo y me acompaño durante los 9 meses en mi vientre y cuando nació para por fin darme la cara yo le había abandonado, con qué derecho iba yo hasta aquella casa, no podría darle la cara aunque quisiera, no tenía la voluntad para romper aquel cuadro familiar, no podía y mi alma se resquebrajaba, mi vida era una mierda, realmente lo había perdido todo.

-Papi bájame- murmuró un pequeñito que se revolvía entre los brazos fuertes de su familiar, mientras tomaba en un puño de su manita un pedazo de torta e iba corriendo a las afueras de su casa.

-¿Para dónde vas? –preguntó el hombre inseguro.

- A donde el señor que llora- respondió mientras se acercaba al lugar y con sus pequeñas manitas abría la reja para mirar con sus ojos redondos al hombre frente a él que le miraba asombrado- señor ¿por qué llora? No llore tome, es mi torta que papi hizo porque yo cumplo año- abrió su manita mostrando un masacote de masa y crema de torta todo revuelto como su fuese una bola de arena.

Yo no pude más que arrodillarme a llorar con las manos en mi boca intentando acallar en vano todo mi dolor, las lágrimas no dejaban de caer.

Y le sentí abrazarme, ese menudito y pequeño cuerpo me abrazaba como podía intentando consolarme.

Dios, lo que daría por repetir el pasado.

Había cometido el error más estúpido.

Había abandonado al único ser que aun sin conocerme y conocer la clase de persona que era me abrazaba con sus pequeños y cortos brazos.

Hicieron falta 5 años para poder entender que te había tenido y te había perdido y aunque no me conozcas quiero que sepas que lo eres todo para mí Misael, nunca te lo dije pero...

-Te quiero Misael.

 

Notas finales:

Espero que les haya agradado y sacado algunas lagrimitas (?) xDDDD


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