Cap 17 Extra: La luna de Miel
Había pasado una semana desde la boda y todo se daba bien para Matt y Mello. Básicamente sus vidas no habían cambiado mucho, la diferencia es que ahora cada uno portaba un anillo plateado. Eran las doce menos cuarto del mediodía y Mello se encontraba un tanto desesperado.
-¡Matt! –Llamó fuertemente.
El pelirrojo no respondió, tenía puestos los auriculares con la música a todo volumen y no escuchaba lo que le decían.
- Hey soul sister b34;b35; -Cantaba bajito mientras terminaba de subir los bolsos al maletero.
-¡MATT! –Gritó arrancándole un auricular del oído.
-¿Qué?
-¡Que te quites los auriculares y me escuches!
-¿Qué pasa Mello?
-¿Ya cargaste el auto? –Preguntó de brazos cruzados.
-Si, así que si quieres sacar algo tendrás que esperar.
-¿Guardaste también el bolso azul?
-¿Cuál bolso azul?
-El de los cierres grandes –Dijo el rubio haciendo alusión al bolso que usaba para guardar chocolates y otros alimentos.
-¿El tiene muchos cierres?
-Si, ese el que tiene el coso verde pegado a la manija.
-¡Ahh, el de los cierres con coso verde! –dijo entendiendo.
-¿Lo guardaste?
-No me gusta esta canción –dijo ignorándolo olímpicamente mientras cambiaba la canción del reproductor mp4.
-¡Matt! –Llamó con los nervios a punto de estallarle.
-¿Qué?
-¿Lo guardaste?
-¿Qué cosa?
-¡Dios! ¡Que alguien me levante un monumento a la paciencia! –Gritó mirando al cielo fuera del edificio de apartamentos donde estaba estacionado el auto.
-Justo a ti un monumento a la paciencia… El bolso está en la cocina.
-Tengo que volver a subir… demonios. –Dijo arrastrando los pies dentro del edificio.
Subió al ascensor y cuando llegó al apartamento tomó la llave de su bolsillo y entró dejando la puerta abierta tras de sí. Tomó el bolso de la cocina y volvió al auto cerrando todo previamente.
-Te dije que tanto chocolate te iba a hacer mal. –Matt regañaba mirando como el rubio sacaba un chocolate del bolso.
-No eres mi madre.
-Pero soy la madre de eso que llevas dentro.
-Me casé con una niña y ni me enteré. –Dijo ignorando su reacción de enojo al ser tratado como niña.
-¡Mello! –Se quejó.
-No les dijiste a donde íbamos ¿verdad?
-No, pero me descontarán un día del sueldo por no avisar que faltaba al trabajo.
-Pero yo soy más importante que tu trabajo –Comentó metiendo el bolso dentro de la valija y cerrándola fuertemente.
-Pero sin mi trabajo no te mantengo.
-Yo te mantengo.
-¡Claro! ¡Tú y tu sueldo de secretaria me mantienen!
-¡Yo administro el dinero! De no ser por mí tú serías un bicho encerrado en su sala de videojuegos idiotas. Córtala con el sarcasmo si no quieres morir.
-¡Ya vámonos!, quiero llegar cuanto antes. Necesito un descanso.
-De dejarle el trabajo a tus asistentes… -Dijo el rubio por lo bajo.
-¿Cómo?
-Arranca.
A las dos menos cinco de la tarde Matt miraba preocupado el camino.
-¿Estás seguro de que es por aquí? –Preguntó.
Llevaban más de dos horas conduciendo y no lograban dar con las aguas termales, de camino habían parado a preguntar pero nadie les decía nada así que se resignaron y usaron el mapa. Matt conducía y Mello miraba el dichoso mapa. El muy bestia no sabía leer mapas así que en vez de mirar página por página había decidido abrirlo en toda su extensión llenando el auto de papel.
-¡Pero claro que estoy seguro! ¿Me viste cara de despiste a mí? –Respondió con el orgullo a flor de piel.
-No veo ningún cartel que diga que es por aquí.
-Dobla a la derecha. –Pidió mirando el camino trazado en el extenso papel.
-¿Seguro? Esto parece “The Amazing race” dos tipos con un mapa y no llegamos a ningún lado. Solo faltan las cámaras siguiéndonos. –Dijo mirando sobre el volante.
-¡Cierra la boca y confía en mi lectura de mapas! ¡Dobla a la derecha! Ya quiero ver tu cara cuando dobles y veas el cartel del lugar.
Tal como Mello le indicó, el pelirrojo giró el volante y dobló a la derecha, pero para su sorpresa no había calle, el camino estaba cortado.
-Mello aquí no hay calle.
-¡¿Como que no?! ¡Es la ruta nueve! –Gritó mirando el mapa.
-La ruta nueve la pasamos hace media hora. –Dijo resignado tirando la cabeza contra el volante.
-¡Mira! –Le tendió el mapa mientras señalaba con el dedo.
-Ay Mello, yo igual te amo. –Suspiró fuertemente y volvió a darse la cabeza contra el volante.
-¿Qué pasa? No me gustan tus jueguitos Mail. –Le dijo acusándole con el dedo.
-¡Estás mirando el mapa en la orientación contraria!
-¡¿Me estás tratando de desorientado?! –Se defendió –Si nosotros salimos por aquí y… carajo.
-Mejor cambiemos.
Matt se bajó del auto y le cambió el puesto al rubio, ahora era él el que veía el mapa.
-Bien dime a donde ir –dijo Mello sentándose en el puesto del conductor.
-Primero abróchate el cinturón de seguridad.
-Eso es de niñas maricas.
-Mello… -Pidió.
-No.
-Hazlo.
-Tú no me mandas.
-Por favor.
-Ya que… -Bufó molesto y abrochó en condenado cinturón de seguridad. –Se útil y mira el mapa. –Dijo arrancando el auto. Súbitamente subió la velocidad.
-No vayas tan rápido. –Rogó el pelirrojo apurándose a colocarse el cinturón para evitar una muerte segura.
-Voy como se me antoje.
-Después te preguntas porqué pierdes el examen para renovar la libreta de conducir.
A las tres menos veinticinco Mello seguía conduciendo, Matt había rearmado el mapa y ahora lo leía correctamente.
-¿Y ahora?
-La primera a la derecha, ahora es cuando vemos el cartel del lugar. –El rubio giró rápidamente haciendo que Matt se estrellara contra la puerta a su lado.
-Ay no…
-¿Qué? –El muchacho se acomodó nuevamente y levantó la vista del mapa para mirar al frente.
Tres carteles gigantes se mostraban frente a ellos.
“GENTE EN OBRA”
“PELIGRO ZANJA ABIERTA”
“DESVÍO”
Y varias máquinas y personas arreglando la calle.
-No lo puedo creer…
-¡Justo hoy! ¡No podía ser mañana, pasado mañana, la próxima semana! –Se quejó el rubio golpeando el volante.
-Y bueno, tomaremos el desvío.
-Qué desvío ni que desvío les pasaré por arriba a todos esos bichos del gobierno. –Dijo moviendo rápidamente la palanca de cambios y preparándose para pisar el acelerador a fondo.
-¡¿Estás loco?! ¡Caeremos en la zanja! ¿O no leíste el cartel?
-¡Zanja de mierda! –Gritó impotente.
-Tomemos el desvío.
-De acuerdo.
Condujeron unos diez minutos más hasta que llegaron al final, el punto en el que las dos calles volvían a juntarse para seguir con el camino. Pero frente a ellos había otro cartel.
“CALLE CERRADA”
Matt estalló de risa mientras Mello arrugaba la frente y contenía la furia.
-No puedo creerlo –Rió el chico de la remera a rayas.
-Pusieron un cartel de calle cerrada al final del desvío. –Refunfuñaba.
-Esta gente no piensa. –Siguió el pelirrojo con su risa. -¿Y ahora qué hacemos?
-¡Vámonos con el cartel!
El rubio bajó del auto y tomando el cartel, le hizo señas a Matt para que abriera el maletero; caminó hasta ahí y lo lanzó adentro dejando abierta la valija porque gracias al tamaño del mismo no cerraba. Arrancaron y pasaron por al lado de las máquinas y de los obreros que los miraron enojados y les gritaron al ver como se llevaban el cartel.
A las tres menos diez estacionaron el auto en las aguas termales.
-Al fin llegamos –dijo Mello encajando el auto de la manera más bruta posible en un puesto.
-Que mal me siento por llevarme el cartel.
-Es la prueba de que la sociedad de hoy en día está podrida.
-¿Podrida? ¿De dónde sacaste eso? –Preguntó el pelirrojo.
-Del show de Light.
-¿El show de Light? ¿Tiene un programa?
-Sí, ¿nunca encendiste el televisor a las tres de la madrugada?
-No. –Dijo mostrando su obvio desconocimiento de tal show.
-Tienes que verlo, tiene un show “El reino de Kira”
-¿Y cómo es?
-Aburridísimo, “Llame al 555 – 555 – Kira” –Dijo haciéndole burla. Matt rió ante la imitación. – “Presione 1 si desea donar para caridad en nombre del dios Kira, Presione 2 si desea una entrevista personal con el dios Kira, Presione 3 si desea mejorar el mundo” Bla Bla Bla.
-No lo creo. –Rió fuertemente.
-Como sea, vamos a la casa.
Como originalmente no tenían donde quedarse habían planeado alquilar una pequeña casita que quedaba a unos pocos pasos de las aguas termales, así que tomando el pelirrojo los dos bolsos de Mello (el de la ropa y el del chocolate) y el suyo propio se dirigieron al lugar.
-¿Es esa no? –preguntó el de los goggles al ver la casita.
-Si, supongo, es la única por aquí además de los hoteles.
Mello tomó la llave del bolsillo de Matt y probó abrir la puerta.
-Sí, es esta.
Al entrar lo primero que observaron es que estaba toda cerrada, así que dejaron los bolsos dentro y comenzaron a abrir las ventanas para que el olor a encierro saliera. Una vez hubieron terminado se sentaron en los sillones a observar.
-Es bonita, ¿no crees? –Preguntó el pelirrojo observando el lugar.
-A mi me da igual como sea, mientras tenga un techo y cuatro paredes –tomó el bolso de los chocolates y lo abrió.
-A ti todo te da igual.
-Algo así.
El pelirrojo se acomodó a su lado y miró el vientre de su esposo.
-Ya está comenzando a abultarse ¿no crees?
-Mentira.
-¿Ah si? ¿Y esto qué es? –Preguntó tocándole.
-Bueno, si, ya… es que no quiero verme gordo.
-Solo será un tiempo. Luego podrás volver a ejercitar y volver a tener el vientre plano o en sus efectos casi plano.
-Pero igual
-Como sea… guardemos las cosas y vayamos a dormir un rato, estoy cansado.
-Pero son como las tres y media
-Una siesta, vamos tengo sueño –dijo haciendo puchero
-Tú no debiste haber sido seme.
Casi cuatro horas después un ruido fuerte proveniente de la cocina hizo que Mello se despertara sobresaltado y mirara hacia todas direcciones en busca de tu teléfono celular donde miró la hora, 19:23 de la tarde. Nuevamente sintió ruido y esta vez movió el hombro de Matt para intentar despertarlo.
-Mmm… déjame cinco minutos más… -Se quejó.
-Matt despierta.
-¿Qué mamá? –Preguntó haciéndole burla mientras se volteaba para verlo.
-Escuché un ruido –Dijo en un susurro.
-Mello estás delirando te dije que no comieras tanto chocolate.
-¡Te estoy hablando en serio!
De repente se escuchó el sonido de algo que caía en la sala de estar.
-¿Qué es ese ruido? –Matt se levantó de golpe acomodándose el boxer azul oscuro.
-¡Te dije! Ve a ver
-¿Pero y si es un ladrón?
-Ya te digo que no sirves para seme. –Dijo levantándose el mismo. Abrió el cajón de la mesa de noche contigua y tomó su pistola la cual cargó en cuestión de segundos.
-¿Estás loco? –El pelirrojo lo miró asustado. –Dame eso a mí.
-Sí claro.
-Que me la des. –Dijo quitándosela de la mano. –Lo único que me falta es que te dañes a ti mismo o al bebé.
-No vuelvas a hacer eso en tu vida Mail Jeevas, tienes suerte de que tuviera puesto el seguro.
Matt hizo caso omiso y giró el pomo de la puerta saliendo lentamente del cuarto arma en mano.
-Oh dios cuanta sangre.
-¿Qué cosa? –Mello se acercó con tan solo la camiseta de Matt puesta sobre el boxer negro. Se llevó una sorpresa al ver en el suelo de la sala de estar una enorme mancha de sangre que mostraba claramente que habían estado arrastrando algo. –Oh… mierda.
-Mello quédate aquí.
-¿Estás Mal? No vayas –le susurró –Llamemos a la policía.
-¿Desde cuándo Mihael Keehl llama a la policía? –Preguntó delante de él.
-Desde que se te ocurrió embarazarme –Se quejó.
-Es solo un momento, quédate aquí.
Matt caminó unos pocos pasos siguiendo el rastro cuando sintió el sonido de algo de vidrio estrellarse contra el suelo pero sin romperse. Pegó un salto por el miedo que le provocó el repentino sonido y se quedó esperando un rato.
-¿Pero qué…?
Miró al suelo, un frasco vacío de mermelada de frutillas rodaba hacia él.
-¡No puedo creerlo! –Gritó dejando el arma sobre la mesa de la sala de estar con gesto molesto. –Mello, ¡sal!
En ese instante vieron una figura delgada y encorvada inclinarse hacia el suelo estirando una mano para alcanzar el frasco, tenía la otra ocupada con algo aparentemente pesado.
-¿Qué rayos haces aquí Beyond Birthday? –Preguntó el rubio enojado.
-Hola –Saludó el recién llegado.
-¿Cómo que “hola”? ¿Qué llevas ahí? –El pelirrojo quería ver el bulto que sostenía con la mano izquierda pero el cuerpo del hombre lo tapaba.
-¿Esto?, lo cacé por ahí –Mostró un jabalí apuñalado que aún sangraba, pero que ya estaba muerto.
-¿Por qué traes eso aquí? ¿Qué haces aquí? –Mello no daba crédito a lo que veían sus ojos.
-¿Yo? Pues hoy es veintitrés de septiembre y mes por medio en un día veintitrés salgo de cacería.
-¿Y por qué aquí? –Se quejó Matt.
-Yo solo conduje, no sabía que vendrían al mismo lugar –dijo encogiéndose de hombros.
-Olvídalo B, vuelve a casa.
-¿Con L? ¿Estás loco? ¿Para que vuelva a ganar en la batalla naval y en el ajedrez y en todo a lo que jugamos? El nunca me da la oportunidad de ganar.
-¿Tuvieron una pelea? –preguntó Matt.
-Más bien creo que Beyond peleó solo –le susurró su esposo al oído.
-¿Qué dijiste? –Preguntó el aludido.
-Nada –dijo volviendo a su posición.
-¿Hace cuánto que te fuiste?
-Hace… -Extendió su mano manchada de sangre y comenzó a contar. –Uno, dos… no… si… cuatro… cinco días creo.
-¡¿Cinco días?! ¡L debe estar conduciendo un coche patrulla para buscarte! –le regañó Mello.
-Es su culpa que yo me haya ido.
-En serio B –Empezó Matt –Si no vuelves L se preocupará.
-L no muestra muchas emociones que digamos… -Susurró Beyond por lo bajo.
-¡Ah pues empezará a mostrarlas si no vuelves!
-Pero que tanto drama si yo no molesto a nadie –Puso el jabalí muerto en el suelo y sentándose en un sillón encendió el televisor donde pasaban las noticias.
-Se han reportado numerosas denuncias de gente de la zona quejándose de disturbios y múltiples destrozos a la propiedad privada a manos de un hombre joven, cabello negro, franela blanca y blue jeans…
-Oh claro no molestas a nadie –Dijo Mello sarcástico mientras miraba el noticiero.
-Por dios esto parece “En busca y captura”… -Matt miraba asombrado como mostraban retratos hablados de B.
-…se dice que este hombre es peligroso y va armado, se recomienda a las personas de la zona que permanezcan en sus hogares hasta nuevo aviso de la policía…
-Eso quiere decir que te están buscando –Mello corrió la vista del televisor y tomó el arma de arriba de la mesa.
-Ya se lo que significa.
-¿Qué haces Mello? Dame el arma es peligroso
-¿Discúlpame? Que yo sepa fui el primero en aprender a usar un arma y tiro mejor que tú, se muy bien los peligros que conlleva el tener un arma…
-Pero…
-…Y déjame decirte que las armas no son peligrosas, ni matan a nadie, la gente que las usa es peligrosa y es esa gente la que mata, no las armas…
-Pero yo lo decía por…
-…Y Matt querido el hecho que esté embarazado no significa que no pueda portar armas…
-¡Ya Mello cállate! ¡Deja de repetir la palabra “arma” que me vuelves loco!
Mello fue a propinarle un golpea a las costillas por gritarle tan fuertemente pero el sonido de un celular proveniente del bolsillo de B hizo que frenara el acto.
-¿No los odiabas? –preguntó Matt.
-No los odio, me resultan un medio para que la gente sepa mi paradero y eso es lo que odio.
El de ojos rojos sacó el aparatito de su bolsillo y con un dedo empujó la tapa para abrirlo, luego lo tomó con el dedo pulgar e índice y lo acercó a su oído izquierdo.
-¿Diga?
-Near quiere saber si volverás hoy o cuando…
-Tal vez vuelva para la cena.
-Mas vale que me traigas algo para disculparte.
-Claro, llevaré la cena. Te amo.
-Yo también te amo.
Y dicho esto L cortó la llamada telefónica. Ellos no solían tener charlas muy largas por teléfono.
-¿Y? –Matt se desesperaba con todo lo que ocurría.
-Bueno chicos, nos vemos luego –Guardó su teléfono celular en el bolsillo izquierdo, tomó el saco con el jabalí, el frasco de mermelada del suelo y salió dejando al rubio y a su compañero en un extraño silencio.
Abrió el maletero de su auto y metió al jabalí dentro procurando no manchar nada. Luego miró hacia todos lados por si alguien le veía y solo cuando estaba seguro de que estaba solo, subió y arrancó hacia la tienda más cercana.