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Videocámara por Hyuniie

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Notas del capitulo:

HolaAAAAAAAAAAAAAA )o)

¿Cómo están? Yo soy un mar de lágrimas :'). Acabo de terminar el capi y les juro que lloré como condenada escribiéndolo e imaginándomelo xDD.

Perdón por la tardanza, juro que quería subirlo antes, pero es que la semana pasada estuve bajo observación médica por mis arritmias y no me soltaron hasta hoy en la mañana lol.

¡Espero que les guste!

Capítulo 28 “Matthew”



 

 

-¿Sabes exactamente en qué hospital se encuentran? –Preguntó Near desde el asiento trasero.

-Por supuesto que lo sé –aclaró L al volante. –Yo se los recomendé. Allí son discretos.

-He llamado por teléfono a Matt, pero no responde.

-Eso es perfectamente lógico, Gevanni –explicó su pareja. –Conociéndolo, debe estar tan nervioso que no escucha el teléfono.

-O se desmayó nuevamente.

-O se desmayó nuevamente –repitió las palabras de su padre para darle énfasis.


L conducía a velocidad normal entre el tráfico. Ya iban veinte minutos desde que Beyond les dejó plantados en su propia casa llevándose el auto de Matt y con él a la futura familia. No podía negar que muy en el fondo de su ser, y más allá de la lógica en la que se basaba a la hora de pensar, estaba nervioso. Ya varias veces habían detenido a B y conducir prudentemente no era su fuerte. Solo esperaba no tener que presenciar ningún accidente o tener que pagar otra fianza. Por lo que depositó la poquísima fe que le quedaba en que Beyond no arremetería violentamente contra la policía (porque sí, ya daba por sentado que la policía le había perseguido).

-Mello tampoco contesta su teléfono.

-Gevanni, dudo mucho que alguien en medio de tan complicado trabajo de parto se tome un momento para atenderte el teléfono.

-Tienes razón, Near.

El peliblanco retorció un mechón de cabello entre sus dedos y abrazó con más fuerza su robot de juguete.
L estiró el brazo derecho y abrió la guantera del auto y sacó la videocámara de Matt. Luego se la tendió a Gevanni que le acompañaba en el asiento del copiloto.

-¿La cámara de Matt? –Cuestionó este.

-La dejó olvidada y la traje creyendo que tal vez quería documentar este día. Y los siguientes.

-¿Y qué debo hacer con ella? –Preguntó tocando todos los botones.

-Sostenla hasta que lleguemos.




Matt caminaba de un lado a otro por toda la sala de espera. Esta estaba vacía, puesto que habían sido trasladados a otro sector del edificio donde le estaban haciendo los chequeos pertinentes a Mello. Revisó su celular y vio una llamada perdida de Gevanni y otra de L, pero no las devolvió. En cambio, siguió caminando como desquiciado por toda la sala mientras mordía uno de sus dedos enguantados. Había intentado distraerse jugando con su PSP pero le resultó imposible.

-¡Ohhh Matt! –Exclamó Beyond desde su lugar en uno de los sillones. –Mira esa máquina tan genial.

El pelirrojo alzó la vista y pudo ver como una enfermera se adentraba al consultorio con un ecógrafo. La siguió y apenas llegó a la puerta de la sala pudo sentir la voz de Mello y luego la del médico.

-¿Puedo entrar? –Pidió nervioso.

El hombre con la túnica blanca carraspeó y miró unos papeles que tenía enganchados a una tablilla y tras corroborar que se trataba del padre asintió con la cabeza y los labios fruncidos. Matt ingresó rápidamente y se colocó a un lado de Mello, el cual estaba acostado boca arriba con la indumentaria correspondiente ya puesta.

-¿Cómo te sientes? –Le preguntó a su pareja.

-Mal –respondió el rubio sosteniéndose de una de las barandas laterales de la cama. Tenía puesta una intravenosa en la mano y temblaba.

-No estés nervioso. Yo estaré contigo.

Mello bufó molestísimo. Odiaba los médicos. Odiaba que estuviesen revoloteando a su alrededor con sus tapabocas y sus batas blancas dando órdenes y haciéndole exámenes.

-Bien –habló el médico, captando la atención de la pareja. –Haremos una ecografía para saber la posición exacta del bebé.

Ambos asintieron y rápidamente apareció una enfermera con el gel para el ecógrafo. El hombre se sentó en un banco a un lado de la cama y tras untar gel en el abdomen bajo del rubio comenzó a pasar el aparato. Miró atentamente por todos los lugares en que lo pasaba e hizo algunas anotaciones veloces. Luego Mello se quejó y se incorporó sosteniéndose con sus codos, apretó los dientes con fuerza y cerró los ojos.

-¡Mello! –Habló Matt nervioso. Le tomó la mano para que se la apretase y se aguantó el dolor de su agarre fuerte.

-Tranquilo, es otra contracción –aclaró el médico guardando su bolígrafo en el bolsillo exterior de la bata. Se ajustó los lentes y tras darle una última mirada a la pantalla del ecógrafo chasqueó la lengua y lo apagó.

-¿Qué ocurre? –Preguntó Mello recuperando la respiración con dificultad.

-Bueno… el bebé está en posición. Todas las condiciones para un parto se están dando a la perfección, pero el único problema es que, como ya ustedes saben, no hay espacio suficiente para que el bebé salga. Y no podemos dejarlo más tiempo o causará complicaciones, debemos realizar una cesárea de emergencia ahora mismo.

Mello se recostó pesadamente en la cama. Soltando todo el aire en sus pulmones, ya se lo veía venir. Y aunque no estuviese preparado, tenía que ser en ese momento.

-Necesitaré que firmen unos papeles y apenas estén firmados te llevaremos al block quirúrgico –el hombre les sonrió tranquilamente y se retiró mientras una enfermera le entregaba a Mello una planilla y un bolígrafo.

-Firma por mí –dijo este.

-No puedo –habló Matt con la voz totalmente quebrada.

-Ni se te ocurra desmayarte de nuevo.

-No e-es eso. Es e-es q-que me tiemblan las manos –dijo mostrándoselas.

-¡Caramba Mail! –Rió bajo – ¡Pareces un jodido enfermo con Párkinson!

El rubio tomó la planilla entre sus manos y firmó por sí mismo. Entonces la puerta se abrió y una cabeza con cabello negro se asomó sigilosamente.

-¿Beyond? ¿Qué haces aquí? –Preguntó.

-Oye Mello –llamó en un susurro sin dejar de asomar la cabeza.

-¡Agh! –Este se quejó y se colocó en posición fetal para aguantar otra contracción. Respiró hondo durante todo el tiempo que pudo y se mantuvo así un momento.

Beyond se acercó gateando hasta la baranda de la cama y asomó sus enormes ojos rojizos para ver mejor.

-Mello –volvió a susurrar.

-¡¿Qué?! –Le gritó dolorido.

-He estado pensando… nadie puede saber si una contracción duele más que una patada a los testículos. Porque nadie puede vivir ambas cosas. Pero tú si puedes, dime Mello, ¿qué duele más? ¿Una patada en los gemelos íntimos o una contracción? –Preguntó finalmente con la mirada flameante de duda, agarrado a la baranda con ambas manos y los ojos completamente fijos en la panza del muchacho.

-¡Este no es el jodido momento Beyond! –Le respondió agresivamente mientras tomaba la mano de Matt como apoyo.

-Pero Mello, yo tengo que saber.

-B, no puedes estar aquí –habló el pelirrojo.

Y en efecto, en ese momento el médico volvió al consultorio seguido de tres enfermeras, todos con sus vestiduras quirúrgicas ya puestas y dispuestos a trasladar nuevamente al rubio, cuando se encontraron con el sujeto extraño agazapado sobre la baranda de la cama de hospital. Una enfermera le pidió que por favor se retirara, pero Beyond la ignoró esperando ansiosamente la respuesta. Entonces la muchacha llamó al guardia que esperaba en el pasillo y le tomaron por la fuerza.

-¡Mello! ¡Tienes que decirme la respuesta! –Pidió mientras era arrastrado fuera del consultorio.

-¡Púdrete! –Le gritó este.

-¡Por favor! –Exclamó sosteniéndose del marco de la puerta, forcejeando con el fornido guardia de seguridad. – ¡Es una duda universal! ¡Tú tienes la verdad contigo! ¡No puedo morir sin saberlo!

Luego de unos segundos más de forcejeo, Beyond fue sacado del consultorio sin la respuesta a su duda. Y Matt pudo ver fuera de este, como una lente conocida se asomaba por la puerta. Detrás de esa lente pudo divisar una cabellera blanca despeinada.
El personal médico se llevó a Mello otra vez, caminaron con la camilla por el pasillo y le avisaron a Matt en qué habitación se haría el procedimiento para que pudiese estar presente. Tan solo tendría que ir y allí una enfermera le proporcionaría la indumentaria reglamentada para que pudiera ingresar.

En tanto salió del consultorio constató su corazonada. Allí estaba Near apuntando con la cámara hacia adentro, y detrás de él estaba L comiendo de un paquete de galletas azucaradas. Más al fondo y sentado en un sillón, estaba Gevanni leyendo el mismo libro que al mediodía.

-¿Están enteros? –Preguntó L.

-Increíblemente –respondió Matt.

-La policía me confundió con Beyond cuando llegamos. Querían agregarme otra multa por conducir cuando “me lo habían prohibido”.

-Yo no pagaré la multa de B, que quede claro –se excusó el pelirrojo.

-Matt –llamó Near. – ¿Qué haces aquí? Va a nacer tu hijo.

Instantáneamente entró en sí y prácticamente le arrancó la cámara a Near de la mano para dirigirse al lugar que le habían indicado con anterioridad. Tomó un ascensor y cuando salió al piso indicado se encontró con Near esperándolo frente a la puerta donde habían ingresado a Mello.

-¿Near? ¿Cómo llegaste tan rápido?

-No estoy solo –anunció mirando un punto detrás de Matt.

Entonces el ascensor volvió a abrirse haciendo un sonido y de él salieron L y B. Luego, por las escaleras, apareció Gevanni. Este se acercó al peliblanco y le tomó la mano con cariño mientras se guardaba la otra en el bolsillo del pantalón. Matt les ignoró olímpicamente y se acercó a la puerta del block quirúrgico donde una enfermera le esperaba con las vestimentas entre sus brazos.

-Matt –la voz de L le detuvo. – ¿Crees que Mello te dejará filmar eso?

El pelirrojo miró la cámara en su mano. L tenía razón. Conociendo a Mello este no hubiese querido que documentara una cesárea. Ya podrían tener fotos de su hijo después.

-Tienes razón. No creo que Mello me deje utilizar la cámara ahí dentro.

Entonces L se la quitó de la mano y le dio un empujoncito en la espalda tras un “¡Ve!”.
Matt entonces se dio la vuelta y temblando como gelatina en terremoto se acercó a la enfermera.
Momentos después, ya tenía la nueva muda de ropa celeste puesta. Se había quitado los guantes negros para cambiarlos por unos desechables blancos y bajo la gorra celeste se podían ver sus ojos verdes totalmente al descubierto. Abrió la puerta del lugar y entró. Se encontró con Mello en posición fetal mientras los instrumentistas acomodaban las bandejas a los costados de la mesa de operaciones. Una enfermera monitoreaba los signos vitales del rubio a través de una pantalla.

-¡Matt! –Refunfuñó. –Un minuto más y empezaban sin ti.

-L-lo siento –se disculpó acercándose a él. Un anestesista le había acercado una silla para que tomara asiento a un costado de su pareja.

-Vamos a pasar la anestesia y comenzaremos con el procedimiento –habló el médico. –Ya te había hablado el tema de la anestesia. Se utilizará regional, por lo que es normal que no puedas mover las extremidades inferiores.

Mello apretó lo más fuerte que pudo la mano de Matt mientras le inyectaban y casi al instante de haberlo hecho le voltearon para colocarlo boca arriba. Luego le colocaron una cortina a la altura del pecho para poder realizar el procedimiento más tranquilamente.

-Matt, ni se te ocurra mirar y contarme lo que pasa –pidió con la voz temblorosa pero igual de amenazante que siempre.

-N-no pienso ver.

-¡Oh por dios Matt! ¡Puedo sentir cómo hurgan en mi interior! –Exclamó con los ojos desorbitados y la vista clavada en el iluminado techo.

-Aún no he hecho la incisión, señor –añadió el doctor.

-Oh Kira, oh Kira, oh Kira –repetía bajito el pelirrojo mientras se aferraba a la mano del rubio y cerraba los ojos con fuerza.

-Matt, cálmate.

-¡Pero acabas de decir que hurgaban en tu interior!

-Cuando estemos en casa nuevamente, tenemos que mandarle hacer una camiseta de los Guns N’ Roses.

-Y una de Super Mario –dijo dejando ir los nervios y esbozando una sonrisa. Acercó el rostro y le dejó un beso en la mejilla.







-Y ¿por qué estamos aquí? –Preguntó B mientras seguía al resto por el centro comercial que había frente al hospital.

-Es prácticamente una norma social –comenzó Near– regalarle algo a los padres cuando tienen un hijo.

-Puede ser flores –dijo Gevanni.

-Si le regalamos flores a Mello seguro se las come y las vomita en nuestras caras a propósito –corrigió L.

-¿Algo para el bichito? –Preguntó B. –Aquí tengo algo. –Dijo tomando un pote de mermelada pequeño.

-No creo que el bebé recién nacido coma eso, B.

-Pero L, es un pote tamaño bebé –se quejó mientras sostenía la videocámara encendida con la mano libre.

L se acercó a una góndola y tomó una canasta que estaba a la venta, luego la llenó con pañales, un chupete, dos o tres mamaderas y baberos. Near se acercó a una cesta que había en el centro del lugar y tomó un globo celeste inflado con helio, luego se acercó nuevamente a Gevanni.

-¿Es para Matthew? Buena elección Near –le dijo este.

-Es para mí.

El mayor sonrió y le revolvió el cabello bajo su mirada seria. Near nunca crecería, siempre sería un niño grande rodeado de juguetes.
Beyond se cargó los brazos con varios potes pequeños de mermelada ignorando lo que L le había dicho.

-Este será mi regalo para el bicho. No te preocupes L, si él no puede comerlos, lo haré yo por él.

-Beyond, irás al cielo por bondadoso –le contestó este sin prestarle atención.






Mello y Matt hablaban de cosas sin sentido mientras el médico y el personal de enfermería trabajaban a su alrededor. Los nervios les estaban jugando en contra y habían decidido tranquilizarse de esa manera, pensando motivos para camisetas de bebé. Matt había querido asomarse para mirar lo que ocurría pero había desistido rápidamente cuando vio los guantes ensangrentados del hombre. Segundos más tarde ambos se encontraban mirándose en silencio cuando un sonido rompió la pequeña paz que tenían entre ellos.

Un llanto sonoro y enfermeras llevando ese llanto a unos metros de distancia para limpiarlo.

Los ojos de ambos se iluminaron enormemente y Mello sintió el impulso de moverse para ver al bebé, pero el estar inmovilizado de medio pecho para abajo se lo impidió.

-Es un varón y se ve saludable –habló el médico. –Ahora vamos a suturar.

-¡Matt! ¿Qué estás haciendo? ¡Ve a verlo! –Le ordenó con la voz quebrada y al borde del llanto.

El pelirrojo se paró con las rodillas temblándole tremendamente y caminó despacio hacia el llanto. Cuando llegó pudo verlo, era diminuto y su piel rosada contrastaba con las mantas blancas en las que lo habían envuelto. Sus manitos eran del tamaño de su dedo meñique replegado y tenía los ojos cerrados.

-¿Quiere cargarlo? –Preguntó una de las mujeres allí. Matt solo atinó a estirar los brazos en su dirección y la enfermera lo acomodó como es debido.

Con Matthew acunado entre sus brazos se recostó contra una pared. Era tan liviano y pequeño, parecía tan frágil que sintió la desesperada necesidad de protegerlo de todo y lo miró con una sonrisa en los labios. Tenía el pelo de un color parecido al rubio ceniza, más oscuro que el de Mello. Pasó los dedos de una mano por sus delgados cabellos, era tan suave.
Entonces cayó en la realidad y pasó la vista a la mesa de operaciones. Una enfermera acomodaba la camilla y en ese mismo momento comenzaron a moverla para llevar a Mello a la habitación en la que se recuperaría.
Una mujer joven uniformada se le acercó y le pidió que le cediera al bebé.

-Debemos hacerle pruebas para cerciorarnos de que esté saludable –dijo con una sonrisa tras el tapabocas. –En muy poco rato se lo llevaremos a la sala donde su pareja se recupera.

Matt le acunó incluso más entre sus brazos.

-Es que… no quiero soltarlo –admitió. La joven sonrió incluso más.

-Solo serán unos minutos y volverá con ustedes, yo misma lo llevaré.

-De acuerdo –dijo pasándoselo cuidadosamente.


Cuando salió del block quirúrgico volvió a tomar el ascensor y al llegar a la habitación de Mello se quitó las batas y el pantalón que le habían dado, debajo tenía su ropa. Luego se volteó y vio a su pareja intentando subir la cabecera de la cama para erguirse más. A su alrededor estaban B y Near intentando descifrar el misterio de las contracciones y las patadas en los testículos.

-Por enésima vez, no voy a decirles nada. ¡Mueran con la duda!

-¡Por favor Mello! –Rogó el de ojos rojos.

-Ya, déjenlo descansar –exigió Matt sentándose a un lado de la camilla.

-¿Lo viste? ¿Lo sostuviste? ¿Es lindo? ¿Cómo es su pelo? ¿Tiene pelo? ¿Tiene mis ojos? ¿Cuánto pesa? –Las mil quinientas preguntas del rubio le abordaron al instante como proyectiles.

-En unos minutos lo traerán para que lo conozcas oficialmente. Pero desde ahora te digo que es lindo.

Mello no pudo evitar sonreír ante el comentario y luego borró la sonrisa cuando vio la cara suplicante de Beyond a los pies de la cama.

-No –le espetó sin siquiera dejarle hablar.

La canasta de L descansaba en una mesa pequeña en una esquina de la habitación y a un lado de esta se podía ver la gran bolsa de supermercado llena de pequeños potes de mermelada que harían las veces de regalo de B. Y luego estaba Near, que sostenido de la mano de Gevanni se encontraba reacio a renunciar a su globo celeste.
Mello había recibido calmantes hacía unos minutos por lo que ahora se encontraba sin dolor, pero algo incómodo por los vendajes.

Hablaron durante largo rato. De cosas como la licencia maternal, de hacer una fiesta, de no hacerla, de hacerla un fin de semana, de quién le cambiaría los pañales y demás. Cuando por fin cruzaron la puerta con el pequeño.
La enfermera posicionó el carrito a un costado de la cama y tomó al bebé para pasárselo a Mello que tenía los ojos tan abiertos por la ansiedad que parecía que se le saldrían. Este estiró los brazos y sin que nadie le explicara en un segundo supo como cargarlo.

Todos asomaron la cabeza para verlo mejor. El rubio lo estrechó entre sus brazos y sonrió ampliamente. Lo abrazó y le besó por todas partes con sumo cuidado de no hacerlo llorar.

-Mail, es hermoso –dijo finalmente.

-Sí, nuestro hijo es hermoso.

-Ya deja de sonreír como idiota –ordenó suavemente.

-Tú también deja de hacerlo.

-Es que no puedo –rió besando la cabeza del bebé. Matt se inclinó y le robó un beso largo en los labios.

-Gevanni, mira –habló bajo el peliblanco mientras fijaba su vista en Matthew. –Es un humano pequeño.

-Así es –dijo pasándole un brazo por los hombros.

Luego de un largo rato observándolo el pequeño se removió en brazos de Mello y abrió apenas los ojos. Ambos padres pegaron sus cabezas y se acercaron curiosos, cada movimiento que hacía era para el recuerdo.

-Matt.

-Lo sé, lo sé –sonrió.

Allí en los ojos del recién nacido, podía observarse un tenue y hermoso verde esmeralda.

Notas finales:

Lo quise hacer más largo pero juro que me quedé sin palabras. Estaba tan pero tan maricona que lloraba por todo y ;;

Tengo que escribir a la velocidad del rayo porque se me acaba la batería de la note omgggg.

Espero que les haya gustado el capi tanto como a mí, les juro que mientras escribía moría con Matt, Mello y Beyond y su duda existencial xDDDD. Yy y y y el chiquitito es precioso ;; (al menos en mi imaginación lol). 

Ya veremos qué historias cuenta esa videocámara jujujujuh. Y cómo les va a Mello y Matt con su hijo c:

Muchísimas gracias a todos por sus reviews pasados y esperaré ansiosa sus opiniones sobre este capítulo tan importante hihihihi )o).

Los amo a todos <3 <3.

(les juro que ando super amor y paz ahora omg)


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