Una atmósfera cargada de tensión era testigo del enfrentamiento entre dos grandes mentes, en una batalla brutal con unos pocos soldados resistiendo con valentía, negándose a ceder con facilidad la victoria.
Christa despertó con brusco sonido de Armin al mover una pieza sobre el tablero de ajedrez. Miro con pereza la concentración y perseverancia plasmada en el rostro del menor, en cambio, Erwin miraba de reojo el juego mientras leía despreocupadamente un libro.
Recogió su mochila y salió sin hacer ruido, no quería interrumpir a los otros miembros del club de ajedrez.
Debido a su falta de amistades y timidez, su profesora jefe le había recomendado participar en una actividad extra-escolar. Llevaba semanas visitando diferentes clubes, pero hasta ahora ninguno era de su agrado.
Vio la hora de su celular; aún tenía tiempo para intentar en otro. Camino por los desiertos pasillos del establecimiento con cierto desgano, hasta que un cartel con diversos colores le llamo la atención.
—“801”—Leyó en voz alta. No había oído antes una actividad con un número como nombre y, tras dudar un momento, abrió lentamente la puerta.
— ¡Bienvenida!—Una chica de lentes la recibió de manera efusiva—Soy Hanji Zoe del salón 3-B y presidenta del club”801”.
—Ehm… me llamo Christa Renz, de la clase 1-A… ¿Qué hacen?
La castaña parpadeo incrédula ante la pregunta ¿Cómo no sabía que representaban aquellos dígitos? No la culpaba, se notaba a leguas su inocencia. Esbozó una enorme y traviesa sonrisa: era hora de corromper un alma pura y traerla al lado oscuro del yaoi.
—Básicamente apreciamos, juzgamos, creamos obras literarias y artísticas ficticias en torno a temas de carácter romántico.-Las menor quedo fascinada con las palabras de Zoe, tal vez, por fin, había encontrado el club correcto para ella— ¿Quieres ver uno de mis trabajos?
—Por supuesto.
La mayor le extendió un doujinshi y, sin percatarse de la portada, Christa lo abrió en una página al azar. La sangre se acumulo en sus mejillas con vergüenza y sus ojos se abrieron impresionados con el indecente dibujo de dos hombres desnudos en una posición comprometedora.
— ¡Es muy fuerte para mí!—Grito completamente roja, arrojo el manga y emprendió una veloz huida.
—…—Mikasa vio con seriedad como la rubia corría despavorida sin dirección alguna; aliviada internamente que no se percato de su presencia. Recogió el doujinshi y de inmediato reconoció cual era—Debiste empezar con algo mas soft—Regaño a Hanji mientras se limpiaba el sangrado de su nariz con su inseparable bufanda.
—…pero, funciono contigo…—Dijo en un puchero
No podía creer lo que sus castos ojos acababan de ver ¿Cómo podían dibujar hombres haciendo eso? Trato de olvidar aquella perturbadora imagen, pero su subconsciente jugaba en contra. Aumento la velocidad y agito su cabeza tratando de borrarlo de su mente.
En medio de carrera, entro sin darse cuenta al gimnasio. Cayó al piso; había chocado con una persona realmente alta.
—Perdón —Se disculpo en un susurro. Alzo la vista con timidez y una mano le ofrecía ayuda, acepto con vergüenza ante las miradas interrogantes y curiosas de las otros chicas.
—Fíjate por dónde vas—Le dijo indiferente— ¿De qué huías?
En ese instante la reconoció. La tez morena con el rostro adornado de pecas y el cabello negro sujeto en una coleta; era Ymir del salón 2-C, capitana del equipo femenino de básquetbol y una de las chicas más conocidas en el colegio debido a su actitud rebelde.
—De un club de pervertidas—Respondió rápidamente y vio como la otra arrugaba el entrecejo y soltaba un bufido—… De todas maneras, quisiera unirme.
—… Discúlpame un momento—Pidió la más alta y fue al lavabo.
Frunció el ceño molesta, estaba sonrojada y no era exactamente por la práctica de básquetbol. Estaba a punto de gritar de emoción, pero su orgullo le impedía dañar su tan preciada imagen. Respiro profundo y trato de calmarse.
Cuando salió, la rubia se encontraba apartada, viendo con un brillo en sus ojos como jugaban las otras chicas del equipo. En ese momento se percato de la vestimenta de Christa; llevaba el uniforme escolar.
-No tienes la ropa adecuada y ya estamos a punto de terminar por hoy, así que mañana vuelve y vemos si sirves de algo, enana.
Podía ser cohibida y amable, pero algo que no toleraba era que le recordaran que media más bajo del promedio y menos con una de las palabras que mas detestaba. Sin pensarlo, se acerco a la morena y le dio un fuerte cabezazo en la mandíbula.
— ¡Cállate, titán! —Exclamo furiosa, pero rápidamente su enojo se difumino y cayó en cuenta el error que acaba de cometer—Perdón, no quería…
—Parece que la enana tiene actitud—Dijo burlonamente—Pero eso no es suficiente.
Su ira resurgió con mayor intensidad. Ahora estaba dispuesta a demostrarle sus capacidades a Ymir. Le dedico una mirada cargada de desdén y salió a paso firme del gimnasio.
Quedo absorta en la puerta por la cual se había ido Christa. Su aire lleno de dulzura e simplicidad le había llamado la atención durante la ceremonia de bienvenida, pero aquella actitud desafiante y tenaz definitivamente la había cautivado. Soltó una pequeña risa; el cabezazo ahora hacia efecto y realmente dolía.
— ¡Ymir!—Un grito de advertencia la saco de sus pensamientos, volteo y sintió el intenso impacto del balón de basquetbol sobre su nariz.