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Cuerpo, Mente y Espíritu por minima

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DESPUES DE LA LLUVIA

Está de nuevo en el mismo cuarto barato de la pasada noche, escucha el ruido de la regadera en el pequeño humilde baño, Steve se encuentra ahí dentro bañándose, él no puede regresar a su casa, ambos no pueden, y lo más cercano que tienen para refugiarse es ese cuarto barato.

Había pensado venir para una despedida y se topa con un escalofriante reencuentro, tal vez debería estar más alterado, ambos deberían, pero no lo están.

Le conto lo que paso y no le juzgó, solo se quedó a su lado y lloro junto a él.

Mira por la ventana, el encargado del edificio los miro extrañado cuando los vio entrar por la puerta y pedir una habitación, pero no los reconoció, al parecer estaba más preocupado por el hecho de que tendría que trapear el piso y la peste que despedía Steve.

A él no le dio importancia en un principio, pero realmente apestaba si se le ponía atención.

Cuando entraron Steve se dirigió al baño directamente y cerró la puerta, siendo seguramente más consciente de su aspecto y las expresiones que ponía la gente al verlo, no era bueno llamar la atención, no ahora.

Olor a cadáver, algo podrido, en fermentación por un largo periodo de tiempo y en un lugar cerrado.

Eso es a lo que olía Steve, el olor de su propia muerte.

Después de deshacerse de su ropa se metió a la regadera y abrió el grifo sin importarle si el agua estaba helada o caliente, necesitaba un baño con urgencia, las primeras gotas chocan a la ya empapada y fría cara por la lluvia, recorren su cuerpo llevando suciedad dejando en el suelo un charco de lodo que no se fue del todo por la lluvia y sustancias usadas para tratar un cadáver.

Agarra un jabón y se lo empieza a restregar por todo el cuerpo, apenas se da cuenta que debajo de la suciedad hay una capa pastosa, parece pintura, claro, maquillaje para cadáver, pero también otra cosa.

En la unión de su brazo y antebrazo siente una pequeña protuberancia, por la ropa no había notado varias cosas, pero están ahí, bajo la capa de maquillaje es como aceite viscoso, que se termine de diluir por el jabón y el agua y deja respirar la piel con comodidad, nota que la unión suave de sus dos brazos se encuentran esas dos protuberancias, como ronchas de mosquito o de algún insecto ponzoñoso.

La lógica llega después de que recuerda cierta clase de biología, en una práctica con en un laboratorio lleno de animales y partes diseccionadas en frascos de cristal llenos de formol, para que se conserven mejor, siente náuseas y pavor, pero es lo más lógico de pensar, si lo creían muerto era obvio que lo iban a embalsamar, como a todos los cadáveres que entierran en un ataúd para que los familiares le vieran por última vez.

Se imagina sobre una fría plancha de metal, vivo o muerto no importa, porque ya lo van a enterrar pero para eso también hay que estar presentable, por eso el maquillaje, y para evitar que apestara una buena embalsamada, suena como el mas atroz tratamiento de spa.

Alguna vez, no recuerda si en un funeral de los abuelos u otro al que asistió, los cuales no son muchos, alguien comento que le cocían la boca a los cadáveres, y otras veces los ojos para que tuvieran una mejor presentación.

¡Qué horror!

¿Y si hubiera despertado y le hubieran hecho eso? Despertar pero con los labios y ojos cocidos, en un ataúd bajo kilos y kilos de tierra.

-¡Steve! ¿Está todo bien?- Matt llama desde afuera, se oye muy preocupado, apenas se da cuenta de cómo crujen y tiemblan las cosas a su alrededor.

-Si… solo… solo recordaba cuando desperté-

Bien Steve, ya paso, o no paso en realidad, no te habían cocido, solo inyectado cosas para que no apestaras en el funeral, tú funeral.

Y al parecer habías expulsado todas esas cosas de tu cuerpo de alguna forma, ¿eso era normal en los cadáveres? ¿Exudar los químicos que lo embalsamaron? Tal vez si, tal vez no.

Algo le decía que sería uno de los tantos misterios de su resurrección.

Enjabona más, la espuma se lleva la mierda sobre su piel y se siente más cómodo, más limpio, más normal y vivo, no deja recoveco sin tallar, así sea bajo la planta de los pies o incluso entre la línea de las nalgas o bajo sus bolas, oh y detrás de las orejas, como siempre le recordaba mamá cuando era niño y se iba a bañar.

La peste y suciedad ahora solo quedan en el traje tirado en el suelo y en la tubería de la regadera, obviamente no se pondrá ese traje, probablemente en mucho tiempo no se ponga uno de nuevo, por el frio recuerdo de lo que paso al usar por última vez uno.

Toma una toalla y se la enrolla en la cintura, no es de la misma talla que Matt pero prefería andar con ropa holgada a ese traje que terminara dentro de la basura dentro de poco, así que piensa pedirle prestadas algunas prendas.

Al salir encuentra a Matt al otro extremo de la habitación al lado de la ventana, sobre la cama la maleta y algo de ropa sobre esta, la parecer no es el único quien pensó en que necesitaría nueva ropa.

Unos jeans y camisa desgastados, junto a uno boxers azul marino, no es que se puede dar el lujo de ser exigente en este tipo de situación, no es del tipo de chico que le guste compartir ropa interior, pero como ya dijo, no hay que ser exigente en estos momentos.

Matt voltea hacia la ventana y le da privacidad a su amigo, es un poco como en las duchas después de prácticas de deportes en la escuela, se tiene la suficiente privacidad que se pueda permitir entre varios chicos en una habitación mientras se arreglan.

Aún hay gotas que se resbalan por el vidrio de la ventana, pequeños arroyos en las calles y charcos por aquí y allá, así es el escenario de su ciudad después de la lluvia, así es el escenario del lugar donde nació y creció.

Recuerda a Andrew y él, más pequeños, mas ingenuos y torpes, jugando con los charcos de lluvia o haciendo barcos de papel para ver cómo se los llevaban los pequeño arroyos de la calle, seguirlos hasta donde pudieran y a veces verlos desaparecer por las alcantarillas o a calles más lejanas de las que tenían permiso de ir, verlos alejarse a destinos inciertos, llegando a imaginar que pudieran llegar hasta el mar en una sola pieza, aunque ahora sabe que es imposible.

-Mucho mejor, tal vez tengan que lavar el baño con cloro o lejía después que nos vallamos, deje algo de peste a muerto en la regadera-

Toque broma y serio en ese comentario, aligera el ambiente como también los hace volver a estar conscientes de un hecho esencial, Steve había estado muerto pero ya no.

-¿Cuándo volviste?- esa es una pregunta que le haría alguien a una persona que vuelve de un largo viaje, se la debería de dar Steve a Matt, pero Steve no sabe que Matt salió de la ciudad después de todo lo ocurrido, es Matt quien se lo pregunta.

-Anoche, anoche desperté en mi ataúd y luego salí-

No es necesario saber cómo salió, es más que obvio, pero lo que lo deja perplejo, es la extraña coincidencia.

-¿Anoche? ¿Estás seguro?-

-Viejo, abre estado muerto pero no se me atrofio mi memoria, o eso creo, cuando logre volar la tapa vi claramente el cielo estrellado, luego termine en el parque y nos encontramos-

Demasiada coincidencia, eso le provoca un escalofrió, recorre su columna y se extiende por brazos y piernas erizando su piel.

-¿Matt?-

-Yo… yo regrese anoche-

-¿He? ¿Podrías explicarte?-

-Cuando paso lo de Andrew, no podía quedarme simplemente en la ciudad, ni en el estado, menos en el país, me fui, no soportaba la idea de quedarme después de todo lo que paso, de lo que hice-

-¿Estás diciendo que cuando regresaste a la ciudad... es el mismo tiempo que tú volviste?-

Estos dos hechos estaban relacionados, eso era claro, aun no sabían cómo, pero sabían que era así, era como en la edad antigua, una ley innegable era que todos los objetos caían al suelo, aun no sabían porque, pero era así, hasta que un tal Newton se puso a pensar bajo un manzano la ley de la gravedad.

Solo tenían que pensar un poco y encontrarían la respuesta.

Pero aún estaban confusos, sorprendidos y asustados.

-Eso creo-

*+*+*+*

-¿Pero qué pasó aquí?-

En la madrugada el vigilante dio una vuelta por el cementerio, no pasaban grandes cosas en el lugar, a excepción de a veces encontrarse uno que otro vándalo o aventurero que entraba por algún reto, a lo mucho, a veces podría encontrar a alguien tratando de robar algo, algún adorno, una ofrenda o algo dejado por los familiares para sus difuntos, uno pensaría que la gente tendría respeto al entrar a este lugar, pero siempre había uno que otro que nada tenía de eso.

Esa madrugada fue diferente, muy diferente a lo que estaba habituado.

No todos los días alguien entra para robar un cadáver.

Había de locos a locos, había quienes entraban para hacer sesiones espiritista, algún pariente borracho que entraba y se tumbaba sobre la tumba del ser querido a llorar a lagrima viva y quedarse dormido, o incluso quienes les gustaban las lapidas y fotografiaban, dibujaban u otra cosa, pero se debía de ser alguien realmente deschavetado si se le ocurriría interrumpir en un cementerio y hurtar un cadáver.

Llamo a la policía y ahí el oficial se encontraba viendo la escena del crimen con incredulidad, en su comunicador le había dicho que alguien había cometido un acto de vandalismo, grafiti, algún tonto que hubiera roto una estatua o una lápida fue lo que se imaginó, no un hoyo con tierra desperdigada y tapas de ataúd tiradas al lado del hoyo con un féretro vacío.

Ya no había respeto en este mundo, que triste era saber eso.

-Lo encontré así esta mañana, normalmente aquí es muy tranquilo por uno que otro incidente, pero esto, cielos, pobre de los padres cuando se enteren-

-¿Sabe quién es el dueño de la tumba?- el oficial se acercó a la tumba, cuidando no manchar el área del crimen, tendría que acordonarla y pedir refuerzos de los forenses para así tratar una pista de quien había sido el culpable.

-Oh sí, es triste cuando son tan jóvenes, más cuando tenían un futuro prometedor, era un tal Steve algo, M era con la que empezaba su apellido creo, ¿o era N?-

-¿Montgomery?- pregunta el oficial cuando encuentra la lápida, ahí tallado está el nombre, cree recordarlo de algo, es un poco aficionado a los partidos inter colegiales de futboll, tiene un hermano pequeño que juega a eso también, tal vez sea uno de los que escucho mencionar de él cuando se preparaba para un partido.

-Sí, ese, mi memoria ya no es como antes, ya son muchos nombres y caras de inquilinos en este lugar-

-¿Noto alguna actividad sospechosa estos últimos días alrededor de su tumba o el cementerio?-

-En realidad, como la víspera de día de muertos está cerca, algunos entran para hacer sesiones espiritistas, o quien sabe que otras cosas, aparte de eso nada, serán locos al entrar de noche aquí pero ninguno había llegado tan lejos-

-Era joven, ¿no es así?- ve la fecha de nacimiento y muerte, el chico no era más grande que su hermano, incluso pudieron haber sido compañeros de clase o algo así, que triste.

-Sí, es una lástima, este ni murió por alcohol o por cosas de pandillas, solo un accidente, no muchos mueren por un rayo-

-Pobre, por favor apártese, voy a acordonar la escena del crimen-

*+*+*+*

Es como la bruma, la neblina, nada sólido, un plano que no puede decirse que es falso o real, es aquí donde descansa.

~Tendrás que volver~ la voz a su lado resuena y hace eco en toda esa existencia y su conciencia.

~No quiero~

~Cariño…~

~No, no quiero, quiero estar aquí a tu lado~

~Yo también, no sabes cuánto… pero tendrás que volver~

~Mamá, aquí soy feliz, solos tu y yo~

~Lo sé, y yo también, pero ya hemos estado aquí demasiado tiempo, no era tu hora, aun no es tu hora~

~¡Él me atravesó el pecho! ¿Cómo que no fue mi hora?~

Es consciente de los hechos antes de este estado, y a la vez los ve tan lejanos como un sueño olvidado, prefiere esta existencia, esa pequeña brecha entre la existencia y la no existencia del plano físico en que alguna vez residió, un limbo que comparte junto a su madre, no avanzan ni retroceden, solo se quedan ahí y esta satisfecho con eso.

~Cariño, no pertenecemos aquí, ni tú, ni yo~

~Entonces iré junto a ti, llévame junto a ti~ su voz se quiebra, es una súplica que sabe bien aunque no quiera admitirlo que no se cumplirá.

~Mi vida, mi pequeño, no es tu hora, aún hay lazos que te unen a esta vida~

~No, no hay nada, solo estabas tú, y si ya no estas no hay motivos para estar ahí~

~Oh cariño, ¿recuerdas lo que te dije antes? Eres más fuerte que esto, lo superaras, pero mientras tengas que volver, estaré aquí a tú lado~

Los brazos que en vida alguna vez eran débiles como ramas secas, acurrucaban la figura del hijo que amo tanto a su madre en vida, y que también en este estado arraigaba este sentimiento como único consuelo.

En esta realidad no había dolor, no había soledad, y estaba su madre, ¿Qué más podría desear?

Pero sabía que lo dicho por su madre era verdad, no podían permanecer por siempre en este limbo.

Aun así no quería regresar, todo menos regresar, a una vida que solo le trajo tristeza y dolor, pero como había dicho mamá, había lazos que aún lo unían al plano terrenal antes que este, como hilos invisibles atados muy hondo en su ser, a veces los podía sentir vibrar, a veces ligeros como hilos de tela de araña, otras como cordeles de guitarra y a veces, últimamente, como cadenas de acero.

¿A dónde regresar si no había donde regresar?


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