Negación
No había sentido.
De ninguna manera era posible que estuviera comprometido con un hombre.
Por muy apuesto y valiente que fuera seguía siendo un hombre.
Si me pongo a analizarlo, él es todo lo opuesto a mí, o al menos en su mayoría.
Yo tengo el cabello y los ojos negros, todos me dicen que soy piadoso, que tengo un gran corazón y no me molesta ayudar a los demás, al contrario, es un placer poder ayudar a mi pueblo, después de todo soy el rey de Shin Makoku, reino demonio.
Él, en cambio, es rubio y sus ojos son de color verde esmeralda. Cuando lo conocí su actitud para conmigo fue realmente agresiva. Con decir que todo el asunto del compromiso comenzó por que él insultó a mi madre.
Lo admito. Puede que haberlo abofeteado no fuese la mejor acción que pude haber tomado, pero él también tuvo la culpa.
Volviendo a como es, un muchacho terco. Según me han dicho, caprichoso y egoísta; pero eso último lo dudo. Alguien egoísta no habría arriesgado su vida para salvar a un niño, mas aún si se trataba de uno humano, como lo hizo él. Es un terrible pintor. Pero, Wolfram Von Bielefeld también cuenta con un sin número de virtudes, sin contar con su tan resaltable belleza, y no quiero que malinterpreten eso último.
Una persona bella, es una persona bella, sin importar de qué género sea.
Puedo mencionar su arrojo, el valor que demuestra ante las situaciones de peligro. Es un gran espadachín, no tanto como Conrad pero aún así. Muy buen soldado.
Recuerdo la vez en que fuimos a la ciudad en busca de aquel objeto que en este momento no recuerdo que era pero servía para reparar toda clase de objetos. Cuando aquella banda de hombres intentó atacarnos. Wolfram sacó su espada y se encargó de todos ellos en un santiamén.
Otra de sus cualidades es, a mi parecer, lo persistente que es. Y con esto me refiero a que no se rinde con facilidad. Aunque me volvía loco cada vez que lo encontraba echado en mi cama a la hora de dormir, terminé por acostumbrarme, tal y como él decía.
Un punto que debo tocar es el hecho de que es un buen padre, aunque al principio la idea de que se hubiera auto-proclamado como el segundo padre de mi niña no me hizo mucha gracia, ahora reconozco que ha sido de gran ayuda, apoyándome en las labores de padre que no he podido realizar por mis constantes viajes inter-dimensionales y mis deberes como monarca, mucho papeleo.
Greta siempre habla muy bien de él y me siento culpable por no atreverme a confesarle lo que pienso yo en verdad cada vez que expresa lo feliz que se sentirá el día en que Wolf y yo por fin nos casemos.
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- Lo siento – fue lo que no pude decirle, no me atreví a encararlo.
Aquella noche cometí un grave error, estando acostados los tres, Greta, Wolfram y yo, sentí esos expresivos ojos verdes sobre mí, como a la expectativa.
Los nervios me asaltaron pero no entendí por qué.
Alargué mi mano hasta rozar la suya, la coloqué encima con timidez, él no la quitó, apreté su mano y el apretó la mía.
Sentí un brillo de esperanza aparecer en aquellas esmeraldas, me pareció que una sonrisa casi imperceptible surcó su rostro. /Aunque estuviera de espaldas a él/ La misma que desapareció al yo soltar y alejar mi mano tan pronto sentí a mi hija adoptiva moverse.
Le oí suspirar.
La cama se movió, por lo que supuse que se había acomodado en la misma para dormir.
Tardé mucho en quedarme dormido aquella noche, la verdad creo que esperaba oír los ronquidos del rubio para poder estar tranquilo; el sonido nunca llegó.
Cuando desperté a la mañana siguiente para mi entrenamiento matutino con mi padrino, Wolfram ya se había levantado.
Vaya que me extrañó, yo sabía a la perfección que el demonio no era de levantarse temprano.
Tuve un mal presentimiento sobre él, pero la tierna imagen de Greta me ayudó a tranquilizarme y la oportuna aparición de Conrad, con su tan característica sonrisa, me hizo olvidarlo.
No vi al rubio hasta la cena de esa noche. Cuando entré al comedor ya estaban todos sentados, incluyéndolo.
Al verme entrar sus ojos se posaron en mí. Claramente vi como su mirada se endureció pero casi al instante se relajó e incluso me sonrió. Tomé asiento.
La cena transcurrió sin ningún percance, todos platicando acerca de su día.
Me retiré despidiéndome poco después de que Wolfram salió.
Lo encontré esperándome, tenía una pose relajada, no muy común en él. Con la espalda recostada en la pared y los brazos cruzados despreocupadamente en su pecho.
- Hola, Wolfram – lo saludé.
- Buenas noches, Maou Heika – me tensé, con el solo hecho de que me hubiera llamado de esa manera indicaba que algo no andaba bien.
- ¿Qué suce--…? – traté de preguntar pero me interrumpió.
- Nada, solo quería avisarle que dejaré de incomodarle en su habitación, puesto que dormiré en la mía a partir de hoy – me informó. No esperó a que le respondiera siquiera. Comenzó a alejarse caminando, dejándome en completo estado de shock y confusión.
Continuará . . .