Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Undisclosed Desires por Svanire

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Qué tal! Les dejo el nuevo capítulo de mi fanfic. Espero les guste, ya que contiene algunas revelaciones interesantes... Mil gracias por seguir mi historia capítulo a capítulo! Nos leemos pronto n_n

3…2…1… ¡¡¡¿¿¿Ehhh???!!!

Justo así desperté al amanecer, totalmente perturbado por lo ocurrido. Simplemente no podía creerlo (o no quería), pero debía hacerlo: allí estaba yo, acostado junto a Kaoru, ambos desnudos y cobijados con la misma sábana. NADA había sido un sueño.

-¿Qué te pasa?- me preguntó Kaoru con voz soñolienta, restregándose los ojos.

-¿Qué… yo… -dudé- N-Nada, sólo que…

-Sí, ese de anoche eras tú- rió -Algo así como tu alter ego- alzó la voz y añadió -: ¡Y QUÉ ALTER EGO! ¿Cuándo lo hacemos de nuevo? Por mí no hay problema si ahorita mismo…

-¿QUÉ? ¡¡¡NOOO!!!

Jugaba conmigo. Tan sólo se fue sobre mí para darme un beso en el cuello y pellizcarme un par de veces. Todo me dolió, y cuando digo TODO es TODO.

-¡Oh, sí!- dijo él alegremente -Recuerdo mi primera vez- sonrió un rato, luego se puso serio y añadió -: Bueno, de hecho no. Olvidemos el asunto.

Se levantó de golpe, recogió lo que quedaba de su vestido de bruja y se lo puso entre bostezos. Estaba en un deplorable estado, no pude evitar reirme en cuanto terminó de “vestirse”.

-Tienes facha de puta- le dije -Quítate eso.

-Quítamelo- sugirió, sonriendo lascivo.

-Ja ja.

-Deberías ver tu ropa.

Mi ropa no estaba tan… eh… rota como la de Kaoru, pero sí estaba muy arrugada y maltratada, si salíamos así a la calle nadie tendría dudas respecto a lo que habíamos hecho. Eso sin mencionar las marcas corporales, el maquillaje corrido y la horrenda mancha de lápiz labial rojo que tenía el cuello de mi camisa. Era una pesadilla.

Kaoru cedió ante lo terribles que lucíamos y decidió pedir ayuda a su mejor amigo, Rei. Tenía resaca, por lo que sugirió que fuésemos a su casa a cambiarnos, ya que él no pretendía salir por nosotros. Como pudimos, llegamos hasta la camioneta sin ser vistos. Sería más difícil que nos notaran gracias a los vidrios polarizados. Antes de marcharnos…

-¿Es tu casa, entonces?- pregunté.

-Sí, por herencia de mi abuelo- dijo con desgano.

-¿Por qué ya no vives aquí?

-Por una u otra razón- dijo evasivo -No importa.

Para él sí parecía importar, pero no quise preguntar nada más, él no me respondería. encendió el motor y puso en marcha el auto en dirección a la casa de Rei. Comencé a sentirme muy incómodo.

-Esto es sorprendente- dije sin pensarlo.

-¿A qué te refieres?- inquirió, riendo.

-A lo fácil que hemos vuelto a enredarnos. Casi siento lástima por mí.

-¿Lástima?

-Sí, porque se que todo terminará mañana.

Me miró con espanto hasta que el semáforo se puso en verde y volvió la vista al frente.

-¿Qué te pasó el día del parque?- pregunté de súbito.

-Olvidemos eso…

-No, quiero saber qué ocurrió- atajé -¿Qué hice mal para que te portaras así conmigo?

-¿Qué hay de ti?- atacó -Ahora sales con esa chica.

-Eso no viene al caso…

-¡Claro que viene al caso! Sales con una niña que ni siquiera te gusta. Lo haces por…

-¡Cállate! Tú sigues saliendo con Kaede y no te he dicho nada al respecto. Ayer me olvidé de lo ocurrido…

-¿Y por qué no te olvidas hoy también?

-¿Qué?- pregunté horrorizado.

-Hay cosas que no deben saberse y otras que es mejor olvidar. Ahora estamos juntos y deberíamos disfrutarlo. Mañana puedes volver con tu chica y fingir que nada pasó. Yo puedo hacer lo mismo…

-¡NO!

Dobló en una esquina y volvió la vista a mi, muy sorprendido.

-Yo ya no puedo vivir así- exploté -Tal vez para tí estas cosas sean de todos los días, pero para mí no. Es cierto, salgo con una chica a la que sólo quiero como una amiga, pero lo hago porque…

-¿Por qué?- preguntó, desafiante; yo estaba aterrado -¡Continúa!

-¡Tú me orillaste a esto!- grité -Salgo con ella porque la persona a la que amo no puede tomarme en serio.

Frenó bruscamente, ambos casi nos estrellamos contra el parabrisas. Era una calle con muy poca afluencia vehicular, por lo que no hubo mayor problema. Se quedó mirándome con una mezcla de temor y esperanza. Yo oculté todas mis emociones tras las máscara de mi enojo y mi indignación. Casi quería abrazarlo, pero no debía mostrar mi vulverabilidad.

-Me he acostado contigo- continué -y ni siquiera estoy seguro de qué tan real eres. Anoche te deseaba, hice lo que quise, igual que tú. ¿Mañana estarás conmigo? ¿Mañana me mostrarás el mismo deseo o me rechazarás como el día del parque? Yo también tengo sentimientos, no sólo tú.

Apenas dejé de hablar, me besó, tomándome por sorpresa. Una lágrima tibia resbaló por su mejilla izquierda y él la hizo desaparecer con el dorso de su mano.

Esa fue su respuesta, sólo ese beso. Volvió la vista al volante y condujo un tanto perturbado, directamente hasta la casa de Rei. Creía que encontraría un poco de paz en esa casa, pero al entrar nos topamos con Kaede y el resto de la pandilla en la sala. Quedamos a la merced de las miradas de todos. no tardaron en hacer comentarios picarones y en burlarse abiertamente. Como dije, lucíamos un tanto “obvios”.

-¡Wow, ya no eres casto!- exclamó uno -Bienvenido al club de “Todos nos hemos acostado con…

-Suficiente- cortó Kaoru -Rei, necesitamos tu ayuda.

-Ropa, concretamente- dijo él -Vengan.

Nos llevó a su habitación para mostrarnos su extenso guardarropa. No hubo algo que fuera totalmente de mi estilo (o de mi talla), pero pude conformarme con un pantalón y una camiseta. Salió de la habitación para que nos cambiaramos.

-Me vestiré en el baño- dije.

-¿Por qué?- preguntó, quitándose el liguero.

-Porque sí- enrojecí.

-¿Pena, idiota?- rió -Después de lo de ayer ya nada debería darte pena. Además, creo que ya he visto demasiado de ti como para que te cambies aquí.

-Pero…

-¡Cambiate aquí!

Le obedecí, aunque me vestí lo más rápido que pude, contrario a él, que se tardó toda una eternidad. Al final fue a desmaquillarse al baño. Me llamó.

-¿Qué?- dije de mala gana.

-También tienes pintura en la cara.

Tomó mi rostro con ambas manos y, con un pañuelo húmedo, empezó a limpiarlo cuidadosamente. Tan sólo miraba mi rostro sucio, yo miraba sus hermosos ojos azules como quien contempla la más impresionante obra de arte. Después de algunos lo notó y bajé la mirada temerosamente, sonrojandome.

-¿Por qué el rubor, tarado?- rió.

-Por nada. Apurate.

-He terminado.

Hice el ademán de marcharme, sabía que él me detendría y así fue. Me recargó suavemente en la pared, poniendo sus largos brazos a cada lado mío. Nuestros ojos hicieron contacto, un campo de fuerza parecía estarse formando, hasta que volví a sonrojarme y miré hacia la puerta. Kaoru se acercó a mi oído y me dió un beso que me hizo cosquillas.

-He aquí lo que siempre quisiste oír- susurró a mi oído; añadió - : Y lo que yo siempre quise decir.

Hizo una pausa, para luego susurrar aún más bajo:

-Te amo.

-¿Qué?- volví de inmediato al vista a él.

Sólo le ví sonreir melancólicamente, sin repetirme aquellas dos palabras que hicieron cambiar mi mundo tan radicalmente. Me tendió la mano y salimos juntos para volver a reunirnos con sus amigos, quienes iniciaron otra sarta de comentarios respecto a nuestra tardanza.

Nos invitaron a comer un poco de pizza y a beber refresco o cerveza. Al parecer ellos se habían divertido mucho más en la casa de Rei que en la propia fiesta de su colegio. Al mencionar la fiesta, Kaede despertó de su letargo y me dijo venenosamente:

-Eres un bastardo. Dejaste a tu chica a la merced de un tipo que “tuvo” que llevarla a su casa. ¿Qué tal si le hizo algo malo?

-¿Seguro que hablas de su chica?- dijo Kaoru -Parece que hablas de tí.

Todos rieron en la cara de Kaede y yo comencé a sentirme algo incómodo.

-¿Quién te trajo, Kaede?- preguntó Kaoru.

-Yo lo hice- respondió Rei.

-¿Te compadeciste de él?

-Sí- su voz se hizo sombría -Se lo que se siente que te dejen olvidado, así que lo traje a beber para que él también se olvidara de todo.

-¡Vaya, parece que anoche TODOS NOS OLVIDAMOS DE TODO!- se levantó, volvío la vista a mí y dijo -Vámonos, Sunao.

-¿Por qué?- inquirió Rei, muy serio.

-Te devolveré la ropa mañana- dijo secamente Kaoru -Adios.

Salimos en medio de un silencio atronador que, al llegar al recibidor, se convirtió en cuchicheos. Kaoru caminaba frente a mí, diciendo cosas ininteligibles en un tono hosco. En cuanto subimos a su camioneta, sin embargo, me sonrió cálidamente y encendió el motor.

-Pasó algo entre Rei y tú, ¿verdad?- pregunté tras unos instantes.

-Sí- respondió cansinamente.

-Entonces no sólo fue Kaede…

-¿Sabes?- me asustó -Si quisiera que me estuvieran restregando en la cara mis antiguas relaciones, conseguiría una chica. Estoy bien contigo, así que no lo arruines.

-Perdón. Llévame a casa- respondí malhumorado.

Pareció decepcionado, pero me obedeció. Yo, mientras tanto, no era consciente de los muchos problemas que me esperaban en casa, de lo contrario habría preferido no llegar nunca. En cuanto Kaoru se estacionó frente a mi hogar sentí cómo se me revolvía el estómago de nervios; incluso dudé antes de bajarme del auto.

-¿No olvidas algo?- preguntó risueño.

-¿Qué?- pregunté asustado.

Se lanzó a mí para darme un beso prolongado que me tumbó en el asiento y me dejó sin aliento. Seguramente hubiera durado mucho más de no ser porque oímos la voz de mi madre y entramos en pánico. Kaoru se levantó disimuladamente y yo hice lo mismo, arreglandome el cabello y la ropa. Bajé rápidamente de la camioneta para que él se marchara de inmediato. Cuando vi la cara de mi madre sólo se me ocurrió sonreirle tontamente. Me abofeteó un par de veces.

-¿Qué demonios te has creído?- me gritó.

Mi padre llegó también pero él nos hizo entrar a la casa, donde también estaban algunos familiares y -casi vomito- Mirna.

-¿Qué te pasó?- preguntó mi padre, entre aliviado y molesto -¿Dónde está el auto? Te marqué al celular…

¡¡¡EL AUTO!!! El maldito auto se había quedado en el estacionamiento de la horrenda casona, con todo y el celular que mis padres me acababan de comprar. Como todos notaron mi rostro de espanto, los gritos fueron en aumento y mi madre rompió a llorar histéricamente. Por si eso fuera poco, a Mirna se le ocurrió una fantástica pregunta:

-¿Dónde está tu traje?

Mi madre empezó a gritarme como una lunática, reclamándome el auto, el celular, la ropa y el que haya dejado sola a mi novia, sin mencionar lo de no haberme aparecido por la casa en toda la noche. Justo cuando creía que me volvería loco, mi padre y un tío se llevaron a mi madre a otro lado; aproveché para ir a refugiarme en mi habitación. Mirna me siguió hasta allá, tuve que dejarla entrar.

-Lamento lo de anoche- le dije casi inexpresivo.

-No parece así- dijo tristemente -Mas no he venido a exigirte explicaciones, se que no me dirás nada. Vine porque estaba preocupada y porque he decidido que terminar será lo mejor para nosotros.

-¿Eh? Yo…

-Me dijeron que… -me quedé paralizado, esperando que dijera que sabía lo de Kaoru; me sentía morir -Me dijeron que besaste a otra chica

-¿Qué?- no sabía si aliviarme u horrorizarme.

-Yo no vi nada, no me consta, pero prefiero no saberlo. Sólo quedemos como amigos.

-No quería lastimarte- dije sin pensar -No se quien te dijo lo de la chica, cosa que no es cierta… -estaba desesperado- Y lo que ocurrió anoche fue…

-¿Saliste con ella?

-¡No, no! Salí con unos amigos y… Todo se salió de control…

-¿Con Kaoru?

-¿Eh?- casi me da un ataque.

-Uno de sus amigos me lo dijo, lo siento.

“Kaede”, pensé de inmediato.

-También me dijo que te alejara de él.

-¿Por qué?

-Dice que es una muy mala influencia y que un día terminará destruyéndote.

-Platicaron largo rato- dije, sentandome en la cama.

-Me llevó a casa…

Sentí sus intenciones en la forma en que dijo esa frase tan reveladora. Al mismo tiempo recordé las palabras de Kaede: “Dejaste a tu chica a la merced de un tipo que tuvo que llevarla a su casa”. Algo andaba muy mal, por si mis problemas no eran suficientes. Piqué el anzuelo.

-¿Cómo que te llevó a casa? ¿Por qué?

-No me vengas con celos estúpidos. La fiesta terminó, tú no estabas en ninguna parte y él se ofreció para llevarme a mi casa tras platicar un rato conmigo.

-¿Puedo saber quién es?

-Se llama Kaede.

-Me sorprende que él se ponga a hablar de malas influencias porque sucede que él es una.

-A mí me parece una linda persona. De hecho, pienso salir con él.

-Eso es despecho. Por tu bien, no estés con él.

-¡Despecho, lo que sea, qué más da! Tal vez le importe más que a ti.

Se marchó sin mayor preámbulo que ese grito, sin despedirse ni mirar atrás. Me sentí miserable, aunque no mucho; era otra persona. Me sentía egoísta, no me importaba lo que mi mamá gritaba y maldecía, escuché las palabras de mi padre para olvidarlas apenas terminaba una frase. Ya nada era igual.

Tras darme un baño y ponerme mi propia ropa, fui al lugar de la fiesta para recuperar mi automóvil. No hubo ningún problema, el encargado de la casona me permitió entrar al estacionamiento y sacarlo sin el más mínimo rasguño. Inspeccioné el celular para checar las llamadas perdidas, todas de mi madre. Al volver a mi casa nadie me esperaba con aplausos por la acción: mi padre se limitó a recibir las llaves y mi madre no hablaba conmigo. En la comida me arrojaba las cosas o me las arrebataba, pero cuando quise retirarme sin haber terminado, me lo prohibió. Pedí permiso para salir a caminar un rato y ella sólo dijo: “Haz lo que te plazca”.

-¿A dónde vas?- preguntó mi padre en cuanto llegué a la puerta.

-Necesito aire.

-No vas a ir a ningún lado- alzó la voz.

-Necesito respirar.

Salí desafiante y azoté la puerta. Escuché cómo empezaron a discutir y eché a correr antes de que pudieran impedirmelo. Estaba mal, muy mal, pero no me importaba. Si las cosas iban a seguir así por mucho tiempo, terminaría muerto. Aquella tarde caminé sin rumbo por muchas calles de la ciudad, viendo las caras felices de algunas personas. Vi a muchas parejas ir y venir, ella con una tierna sonrisa, él sujetando su mano firmemente. Me di cuenta de mi amarga realidad: nunca podría verme tan feliz y despreocupado como ellos porque yo, un chico de preparatoria, estaba enamorado de un chico de Universidad. No era la edad ni la clase social, sino el maldito género que nos hacía en cierto modo incompatibles. Era injusto. Nunca había amado a una chica de la misma forma y medida en que amaba a Kaoru. Mas eso era algo que a nadie le importaba y me parecía injusto y detestable. ¿Seguía siendo egoísta? Sí, tal vez.

Al volver a casa, mi madre me aguardaba con un último regaño:

-Habló tu amigo, un tal Kaoru.

-¿Y?- traté de parecer despreocupado, pero era difícil.

-No quiero que te hable ni que te vea.

-¿Por qué?- salté.

-¿Y todavía lo preguntas?- gritó -Voy a vigilar más de cerca a tus amistades.

-¡No tienes derecho a impedirme…

-Tengo todo el derecho del mundo porque soy tu madre y ya me cansé de tu rebeldía.

-Soy yo el que está cansado de todo- me miró sorprendida -Estoy aburrido de mi vida, no la arruines más con estupideces.

-Ojalá fueras…

-¿Otra persona?- dije con tristeza -Sí, ojalá.

Subí a mi habitación y me quedé despierto toda la noche. Las cosas se complicaban. Yo las complicaba. ¿Qué me estaba pasando?

 

*

Volví al día siguiente a la escuela, con cara de desvelado, sin haber comido nada desde la noche anterior y con unas tremendas ganas de estar muerto. Llegué tarde, el profesor me dejó pasar de mala gana y tuve que sentarme junto a Mirna, quien para mi sorpresa había apartado un lugar. La clase se reanudó sin mucho ánimo, el profesor habló y habló, rematando con la amenaza de que el examen sería la semana entrante. En cuanto el sujeto aquel salió, Mirna volvió la vista a mí y me preguntó si me sentía bien.

-Pues, ahora que lo mencionas… -solté un resoplido por toda respuesta.

-Perdóname por la escena de ayer- dijo seriamente -No quise decir todas esas estupideces.

-No eran estupideces, y en todo caso, me lo merezco.

-Te quiero, Sunao, y lo sabes. No puedo ni quiero guardarte rencor.

-¿Qué hay de Kaede?

-Eso es otro asunto.

Me guardara rencor o no, la verdad es que se alejó de mí para volver a lo de antes: sus amigas, sus estudios. Cambió de la noche a la mañana conmigo, seguía siendo linda y amable, pero con ciertas reservas. Yo, por mi parte, tuve que arreglarmelas andando solo por la escuela, ya que ni Toshi se me acercaba. Era como tener la peste, o un enorme campo de fuerza que alejaba a todo el mundo, aislandome.

Al volver a mi casa las cosas no eran muy distintas, pues mis padres seguían tratándome fríamente, mi madre me daba más tareas caseras y ninguno quería hablar conmigo, más que para lo necesario.

¿Kaoru? Él no me buscó en toda esa semana, haciéndome sentir triste y, más tarde, enojado. Un día, saliendo de la escuela, me topé con Kaede, quien platicaba alegremente con Mirna. A su lado yacía aquel idiota, fumando con aire pensativo. En cuanto me vio, me sonrió y me guiñó el ojo, haciéndome sentir acalorado.

-¡Qué milagro!- exclamé, sin darle “mucha” importancia.

-¡Ah, hola Sunao! Gracias por saludar -dijo Kaede, intentando hacerse el gracioso.

-Hola- dije con desgano, sin mirarlo.

-Mirna me ha dicho que terminaron- dijo con veneno -¿Puedo saber por qué?

-No te importa, imbécil- dijo Kaoru con voz de trueno. Te veo luego.

Me hizo señas con la cabeza para que caminaramos hacia su camioneta, yo le seguí sin titubear. Una vez adentro…

-¿Cómo te fue con tus padres?- preguntó.

-Digamos que… -reí- Estoy vivo y eso es lo que cuenta. ¿Y a ti?

-Dudo mucho que a mi padre le importe.

Lo dijo en un tono muy amargo, su voz se me clavó como una espina y tuve miedo de una nueva faceta en su comportamiento. Sin embargo, él se dio cuenta de mi temor y me sonrió para aliviarme, tras lo cual sugirió que fuésemos a su casa. Yo tenía mucha tarea y muchos quehaceres domésticos, no obstante accedí a su idea. Los problemas que ello me causaría no me importaban mucho.

Su padre no se hallaba en casa, dio órdenes de no pasar llamadas y, de hecho, casi dio el día libre a su servidumbre. A la hora de comer preparó tallarines (instantáneos, claro) y bebimos… ¡wow, refresco de dieta! Decidimos tomar los alimentos en la terraza por tratarse de una tarde tan soleada. Una brisa fría llegaba de vez en cuando a refrescarnos, hacía calor a pesar de estar en otoño. Pasé unos instantes contemplando la vista que ofrecía el lugar: podía verse la ciudad entera con las montañas de fondo, teñidas de un naranja otoñal. Kaoru se limitó a comer y a contemplar mi fascinación.

-Puedo ver tu casa desde aquí- dijo de pronto.

-¿En serio?- pregunté incrédulo.

-Sí, se todo lo que haces. TODO.

-Jaja- reí de buena gana -Entonces no tienes mucho que ver.

-No lo creo. Por ejemplo, cuando tomas un baño…

-¡Suficiente!

Empezó a carcajearse, burlándose de mi estúpido sonrojo contra el que no podía ganar. Entonces, para cambiar de tema, se me ocurrió preguntarle algo que me tenía dudando:

-La otra noche…- tosí -Mencionaste que la casa donde solías vivir estaba embrujada. ¿Es cierto?

-Sí- una extraña sonrisa se dibujó en su rostro -En un libro mencionan un lugar llamado “La casa de los gritos”; es algo parecido.

-¿Por qué?- me sentí estúpidamente intrigado.

-Esa misma noche lo comprobaste. ¿No oíste gritos?

Volvió a reírse estridentemente y comprendí el dichoso chiste. Me limité a mirar hacia otro lado con cara de indignación, hasta que a Kaoru se le pasó la risa.

Terminando de comer puso algo de música para relajarnos aún en la terraza. Una fluída plática surgió entre nosotros, desde los tópicos que abundan en las conversaciones de todo el mundo hasta los problemas que tenía recientemente con mi familia. Parecía increíble pero Kaoru me estaba escuchando atentamente, sin interrupciones ni comentarios extraños.

-Tu familia parecía linda- comentó.

-Lo era. Yo la arruiné.

-O tal vez yo- rió.

-Nunca hacía nada; era como un fantasma. Solía ir bien en el colegio, hasta que un día simplemente me cansé. ¿Alguna vez has sentido que odias a todos y a todo aunque no tengas una razón para ello?

-Quizá…

Sonrió y detecté mucha tristeza en ese gesto, incluso sus ojos parecieron humedecerse. ¿Era ese el momento para adentrarme en su vida? No me puse a pensarlo, sólo lo intenté.

-Tal vez tú también quieras contarme algo.

-No hay mucho que contar- rió forzadamente.

La tarde se marchaba velozmente, revelando que la hora de marcharme a casa estaba muy próxima. Si mi madre llegaba y yo no estaba allí, seguramente tendría que empezar a vivir en la calle. Puesto que Kaoru había cambiado el tema radicalmente tras preguntarle de su vida, decidí partir con decepción. Él no confiaba en mí y, muy a mi pesar, quizá no lo haría nunca.

-Me voy- dije, levantándome de mi asiento.

-Aún hay tiempo- objetó, recargado en la mesa.

-No, es tarde.

-¡Hay tiempo aún, siéntate!- exclamó, ocultando su rostro entre sus brazos, recostandose en la mesa.

-¿Qué te pasa?- pregunté alarmado.

Alzó su rostro para mirarme con sus ojos azules arrasados en lágrimas. Fue como si me echaran un balde de agua helada; volví a su lado de inmediato, movido por una extraña e imperiosa fuerza.

-¿Quieres que te cuente algo de mi vida?- preguntó.

-S-Sí, si tu quieres.

-¿No importa qué sea?

-No.

Aspiró hondo, cerró los ojos, haciendo resbalar un par de lágrimas por sus lindas mejillas. Luego volvió la vista al suelo y empezó a hablar, o mejor dicho, a murmurar.

-Tenía cinco años cuando mi madre sue fue de la casa, junto con mi abuelo. Se fueron porque no pudieron soportar la idea de que…

Retorció sus manos en señal de desesperación, llenándome de ansiedad y temor ante la verdad que iba a revelarme. Le di un pañuelo para secar sus lágrimas y él continuó, cada vez más afectado:

-Quería mucho a mi padrastro, demasiado. Un día él… abusó de mí. No se si llamarle “abuso” o no, yo me sentía cómodo con la situación. Después de todo, lo hacía porque me quería, ¿no? -hizo una pausa para lanzarme una fugaz mirada; luego continuó: -Mi madre se dio cuenta un día: nos vió. Armó un escándalo, me golpeó y le contó al abuelo. Se marcharon al extranjero de inmediato y, hasta el momento, no se dónde se encuentran. Mi padrastro me apoyó mucho y yo me refugié en él. Crecí amándolo de una forma increíble, dependía totalmente de él. Llevábamos una relación padre-hijo-amante, era perfecta en muchas maneras.

Se tapó la boca con ambas manos para reprimir un sollozo. Más lágrimas nacieron y se derramaron de sus tristes ojos, para finalmente ir a morir en el suelo de la terraza. Una fría brisa lo cubría todo, pero eso no parecía hacernos ni cosquillas. Al menos yo me sentía ajeno al ambiente, no sabía qué hacer.

-Fue así por muchos años- inició nuevamente -hasta que ingresé a preparatoria y él empezó a salir con otras personas, mujeres para ser exacto. Yo quise hacer lo mismo, por despecho, y aproveché mi popularidad en la escuela para salir con cuanta chica se cruzó en mi camino. Él se mostró indiferente, causándome heridas terribles. En la Universidad conocí a Rei y a los otros chicos, eso me ayudó a distraerme. Cuando conocí a Kaede decidí salir también con otros hombres, siempre pensando en poder captar la atención de mi padrastro otra vez. No lo lograba, él se reía de mí.

-¿Puedo preguntarte algo?- dije temeroso; él asintió y continué: -¿Eso sigue vigente? ¿Sigues tratando de…

-¿Recuerdas cuando me conociste?- interrumpió -¿Recuerdas al tipa para el que los corazones humanos eran simple carroña?

-Claro que sí.

-¿He cambiado?

-N-No se- respondí angustiado -Quiero creer que sí.

-Salvo a él, nunca le había dicho a nadie que lo amaba. Tú eres una gran excepción.

-Eso no responde mi pregunta.

-Yo creo que sí. Dejé de ponerle atención. Él va a casarse. El día que fuimos al parque de diversiones me enteré de todo, he ahí la razón de mi enojo.

-Eso es muy reciente- alcé la voz -¿Cómo quieres que crea que te importo más que él?

 

Se acercó lentamente a mí y me dio un beso delicado que me dejó turbado por unos segundos. Al separarnos…

 

-Porque me importas- dijo seriamente -No puedo explicartelo de otra forma.

-Perdona mi pregunta- dije avergonzado.

-Perdóname todas las cosas horribles que te he hecho.

-¿Cuáles?- pregunté riendo.

-Sabes cuales- me miró un instante; añadió -¿Y ahora qué piensas de mí? Mi madre, antes de irse, dijo que yo era una monstruosidad.

Le miré detenidamente con la expresión más seria que encontré. Acerqué mis labios a su oído derecho para susurrarle:

-Incluso algunas monstruosidades son dignas de amor.

Le di un beso en la mejilla y me separé para sonreírle; él también sonreía.

Me levanté de mi asiento, di una última ojeada al panorama y luego caminé directo a la puerta para entrar a la casa por mis cosas. Kaoru me siguió, secándose los ojos con ambas manos. Sugirió llevarme a la casa, aunque le advertí de mi loca madre. No le dio importancia y me llevó en su camioneta; para evitar problemas se estacionó a una cuadra de mi casa.

-Bien, gracias por traerme- dije.

-La pasé bien hoy- sonrió -Gracias por todo.

-¿Todo?

-Bueno, aún me debes algo.

Me besó con su ya conocida efusividad, derribandome de nuevo en el asiento. El beso se hizo intenso, provocando a nuestras manos para que prodigaran caricias lentas y furtivas. Antes de que la situación se desbordara y saliera de control…

-Debo irme- me levanté como pude -Ya lo haremos otro día.

-Tenlo por seguro- rió malévolamente.

Bajé de la camioneta y corrí hasta mi casa cuando faltaban escasos quince minutos para que llegara mi madre.




Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).