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Undisclosed Desires por Svanire

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Notas del capitulo:

Seré franca: estuve ocupada siendo feliz con una persona sumamente especial. Sin embargo, esa persona tuvo que abandonar este mundo hace apenas un par de meses. Él era mi mejor amigo, mi pareja ideal y mi mejor crítico, ya que también seguía mi fanfic. ¿Cuántos novios se interesan tanto por sus novias, hasta el grado de leer los fanfics que publican? No sé si haya muchos, pero él lo hacía. Desgraciadamente, jamás sabrá en qué terminó esta historia, porque a la suya le llegó el capítulo final de manera muy precipitada. Por ello, a él, donde quiera que esté, le dedico este capítulo con todo mi amor. Nuestra historia no tuvo un final tan afortunado, pero la llevaré por siempre en mi corazón… Y a ustedes, que han seguido mi historia y que quizá pensaron que no volvería a publicar, les pido una disculpa. ¡Gracias!

Normalmente el último día de cada año es el más triste e interminable de todos, al menos para mí. Es el día en el que deseo con todas mis fuerzas que el año no se me escape de las manos, que vuelva a ser noviembre y que los días soleados pero fríos se queden para siempre. Sin embargo, aquel fin de año era un poco diferente, porque no me sentía triste, si no ansioso por iniciar un nuevo amanecer. Por primera vez me levanté con ánimos la mañana de aquel 31 de diciembre, deseoso de gritarle al mundo que tenía una razón para soportar mi vida. Era algo perfectamente estúpido, pero también lo suficientemente fuerte como para levantarme de la cama y soportar el mal humor de mis padres. Se la pasaron discutiendo durante el desayuno ante mi mirada perdida. Cuando lo notaron se quedaron callados para finalmente decirme que se separarían para la cena de fin de año.

 

-¿Con quién vas?- preguntó mi madre.

-Da lo mismo- respondí.

-¿Cómo que da lo mismo?- saltó, encolerizada.

-Da lo mismo porque ambos se desquitarán conmigo. Elijan ustedes.

 

Me levanté de la mesa sin haberme terminado el desayuno y fui a encerrarme en mi habitación. Abajo, ellos continuaron discutiendo por lo que parecieron horas, sin poder llegar a ningún acuerdo. Si se llevaban tan mal, ¿por qué no sólo se divorciaban? De pronto sentí que todo el año habían hecho lo mismo. Ya sólo faltaba que al final cenaramos juntos y nos hiciéramos la misma promesa estúpida de siempre: ser una familia feliz y unida.

 

Subí el volumen del estéreo para opacar su riña, canté un poco mientras observaba a través de la ventana. Un deseo se apoderó de mi mente, haciéndome sufrir un poco. Era tan infantil, tan estúpido.

 

El celular vibró, asustandome. Recibí un mensaje de…

 

-Kaoru- sonreí.

 

“Recibamos juntos el año nuevo. No acepto negativas.”

 

Me mordí el labio inferior y luego reí alegremente. Había deseado pasar el día lejos de mis padres, muy lejos y muy a salvo de gritos y pésimos comentarios. Allí estaba mi escape, mas no sería sencillo. Tendría que ingeniarmelas.

 

-¿Mirna?

-Sí. ¿Sunao?

-Necesito que me hagas un favor.

 

Llamé por teléfono a mi mejor amiga para implorar un poco de su ayuda. Le pedí que les dijera a mis padres que pasaría el año nuevo con su familia.

 

-¿Qué planeas exactamente?- inquirió, recelosa.

-Te explico luego. Sólo di que sí.

-No sé, Sunao. ¿Qué tal si tu madre me exige detalles o si…

-Nada de eso. Sólo habla con uno de mis padres o…

-¿Qué harás, Sunao?- preguntó una vez más.

 

Noté mucha seriedad en su tono, prácticamente me estaba exigiendo que le contara mis planes. Sabía perfectamente que no le hacía mucha gracia que estuviese con Kaoru por lo que inventé la mejor excusa del momento:

 

-Mi novia me invitó a pasar el año nuevo en su casa, pero…

-¿Tu novia?- inquirió con un tono que se hizo triste.

-B-Bueno…- metí la pata -No es exactamente mi novia… El chiste es que…

 

Oí que mi madre me llamaba a gritos desde la planta baja, y como sonaba “algo” enojada, decidí terminar mi conversación con Mirna, sin haber conseguido absolutamente nada. Fui a reunirme con mi madre a la sala, donde me explicó “los planes” para las festividades:

 

-Vendrás conmigo- dijo secamente -Pasaremos el año nuevo con tu abuelo.

-¿QUÉ?- salté -¡]No, yo no quiero ir!

-No te pregunté si quieres ir o no. Vas a ir conmigo y punto.

-No, no quiero ir.

-¡Ah! ¿De qué se trata esto? Siempre te estás quejando de mi familia, siempre la estás atacando. ¿Y sabes qué? También es tu familia, te guste o no, así que vas a ir conmigo.

-No voy a ir contigo.

 

Mi padre me miraba con ojos desencajados por el asombro y el horror ante mis palabras. Mi madre parecía estarse transformando en el monstruo con el que agredía cada vez que se enojaba en serio. Puesto que yo expuse mi posición y los miré desafiante, mi madre me soltó un revés ruidoso y doloroso.

 

-Aquí siempre es lo mismo. Ni siquiera estos días nos salvamos de pelear. Los odio a los dos.

 

Estas palabras encendieron mi coraje y mi tristeza en unos cuantos segundos. Apretando los puños con todas mis fuerzas, atravesé la sala y me dirigí a la salida. Oía los gritos de mis padres, pidiendo (ordenando, mejor dicho) que volviera. Mi madre había montado en cólera, pero eso ya era problema de mi padre, porque yo ya había atravesado la puerta de salida y, una vez afuera, eché a correr calle abajo, sin mirar atrás, sin pensar en las consecuencias que mi huída tendría después. Sentía mis lágrimas brotar tibias de mis ojos, se perdían en la lejanía debido a la velocidad con la que avanzaba.

 

-Esto es el fin- me decía en voz alta.

 

Cuando sentí que me había alejado una distancia considerable, me refugié en la espesa vegetación de un parque. Me sentí como un gato asustado, cosa que me hizo reir un poco mientras sacaba mi celular. Era alguna clase de loco llorón que más tarde se reía de sus propias estupideces.

 

Con dedos un poco temblorosos busqué el número de Kaoru y marqué. Me contestó con voz alegre:

 

-Hola “Nao”. ¿Vienes o qué?

-Creo que sí- respondí, soltando un resoplido.

-¿Estas bien?

-Ven por mí.

-Planeaba ir a tu casa…

-¡No, a mi casa no!- me sobresalté.

-Bien, ¿entonces dónde?

 

Di mi ubicación a Kaoru, prometiendo explicar el lío en el que me hallaba metido. Me oculté perfectamente en un sitio donde podría saber si mis padres andaban cerca o si Kaoru ya había llegado. Volví a temblar, aún no podía calmarme y asimilar lo ocurrido. De pronto, cada minuto que pasaba me hacía sentirme más perdido, el problema parecía ir haciéndose más grande. Sabía que no tardarían en llamarme al celular y, de hecho, lo hicieron cual si yo los invocase. Estaba tan aterrado que no supe si contestar o no, así que dejé ir varias llamadas seguidas. Si contestaba tratarían de localizarme y hacerme volver, pero si no contestaba tal vez pensarían que me había ocurrido algo malo y eso hacía mi problema aún más grande. Finalmente decidí contestar:

 

-Sunao, ¿dónde estás?- preguntó mi madre, entre enojada y aliviada.

-En un lugar…- contesté, evasivo.

-¡Vuelve a casa de inmediato, tu padre y yo estamos aterrados!

-Voy a pasar el año nuevo en otro lado.

-Sunao, se que estás molesto pero…

-Dije que quiero pasar el año nuevo en otro lado.

-¿Dónde?- preguntó apesadumbrada.

-Con unos amigos.

-¿Dónde?

-No te diré. Eres capaz de ir a buscarme.

-Claro que no…

-Sólo quiero que sepas una cosa: No voy a pasar el año nuevo con ustedes porque quiero pasarla bien. Estoy cansado de sus riñas y sé que tendré que soportarlas todo el año, así que permíteme este pequeño respiro. No pido más.

 

Oí sus sollozos y antes de que empezara a decir tonterías falsas, colgué y apagué el celular. Me dispuse a esperar a Kaoru, mucho más tranquilo. De hecho, parecía como si la culpa se hubiese marchado para sólo dejarme mis ansias de ver a Kaoru.

 

Llegó rápidamente, lo vi descender de la camioneta con aire dubitativo, mirando en todas direcciones. Salí sigilosamente de mi escondrijo y caminé cuidadosamente hasta donde se encontraba. Estuve a sus espaldas en unos instantes y realmente se sobresaltó al darse la vuelta y verme allí.

 

-Idiota- rió -¿Qué haces aquí? ¿Te mudaste?

-Algo así- sonreí -Vámonos.

 

Subimos al auto que nos alejaría finalmente de ese sitio. En el recorrido le platiqué lo sucedido en mi hogar, dejando a mi interlocutor con la boca abierta.

 

-¿Cómo que huiste de tu casa?

-¿Tan increíble suena?

-De ti, sí.

-He cambiado…

 

Me sonrió con dulzura espectacular, fue un gesto que me dejó fascinado y me sonrojó. Kaoru se burló de mí por un buen rato.

 

-¿Te importa si pasamos al supermercado?- preguntó cuando se calmó.

-No, adelante.

 

Entramos a un supermercado a sufrir por la cantidad de gente que había allí. No ocupamos carrito, Kaoru sabía perfectamente lo que buscaba, y no era precisamente licor. Compró cosas que se me hicieron extrañas: una lata de aceitunas, vinagre, frutas en almibar. Cuando lo cuestioné al respecto sólo se rió y dijo:

 

-¡Mira, condones con aroma tropical!

 

Corrió hacia el aparador y tomó una caja de condones, causando que la dependiente se riera y que los colores se me subieran al rostro. Compró otras cosas más, parecía que lo hacía al azar (excepto lo de los condones).

 

Después de pagar, volvimos al auto, guardó las cosas y nos marchamos; él parecía bastante divertido al respecto. Tuvimos que afrontar un tráfico terrible y cuando ya sólo faltaban algunas calles para llegar a su casa, tomó otro camino, preguntándome si no me importaba pasar a otro lugar antes. Nos condujo a una casa tan grande como la de él. Tras hablar por el intercomunicador, el portón se abrió de par en par para que pudiéramos ingresar. Adivinen quién salió a recibirnos…

-¡PRIMO, HOOOOLAAAA!

 

Haruka se acercaba a nosotros con pasos agigantados y con los brazos abiertos, invitando a abrazarlo. Apenas tocó a Kaoru, éste lo empujó y Haruka cayó hacia atrás graciosamente. Llegué justo a tiempo para burlarme de él.

 

-¿Sunao?- preguntó sorprendido -¿Qué haces aquí?

-Yo lo traje- aclaró Kaoru, muy serio.

-Bien- rió Haruka -¿Puedo abrazarlo?

-Si tu madre te deja- rió Kaoru con malicia -Ella sospecha “cosas” de ti, primito.

 

Entramos los tres a la mansión, en cuya sala yacía un grupo de personas; “gente bonita”, concretamente. Haruka entró antes que nosotros y anunció nuestra llegada con la voz más varonil que le hubiese conocido.

 

-¿A quién crees que engañas?- pregunté disimuladamente.

 

Me guiñó un ojo y fue a sentarse junto a una joven pálida de oscuro cabello y verdes ojos; era sumamente hermosa.

 

-Oye, Leila- dijo Haruka, mirándome de reojo -¿no decías hace poco que tenías ganas de ver a Kaoru?

-¡Claro que no!- negó la chica, sonrojándose.

 

No se tenía que ser muy inteligente para comprender que esa niña era otra de las tantas enamoradas de Kaoru. La verdad era que el tipo tenía suerte, porque ninguna de las que había conocido era fea, siendo la tal Leila la más bonita. Miré entonces la expresión de Kaoru, esperando algo así como sorpresa, o embeleso, incluso. Sin embargo, miraba a la chica con horror, como si hubiese estado deseando que ella no se encontrara allí. Me miró y rió de mala gana, transmitiendo su incomodidad con un solo gesto.

 

-Kaoru, qué bueno que llegaste- dijo de pronto una voz femenina.

 

Era una mujer alta y bonita, de unos cuarenta y tantos, muy parecida a Haruka, por lo que asumí que debía ser su madre. Nos saludó efusivamente, aunque se mostró un tanto recelosa conmigo y detecté que no era una persona de fiar. Parecía tan falsa como su maquillaje.

 

-¿Trajiste mi encargo, querido?- le preguntó a Kaoru.

-¡Oh, sí!- rió él, falso también -Lo dejé en el auto, ahora vuelvo.

-Voy contigo- dijo de pronto la chica linda.

-No- dijo Kaoru y salió corriendo.

 

Leila salió tras él, arrancando una carcajada casi general (digo “casi”, porque a mi no me hizo ni pizca de gracia). La extraña mujer se fue a la sala para comentar con su familia lo lindos que lucían Leila y Kaoru juntos. Creo que ellos querían que hubiese algo más.

 

-Leila es mi hermana- me explicó Haruka, desde el recibidor -Está enamorada de Kaoru, y él…- rió y continuó -Él no la soporta.

-¡Oh, igual que tú!- dije burlón, en voz baja.

-Yo no estoy enamorado de él- negó indignado.

-¿Ah, no?

-No, sólo quiero acostarme con él. ¿Me dejas?

 

Abrí la puerta y salí al patio en silencio. Haruka me siguió, muerto de risa. Cuando me alcanzó me dijo:

 

-Si no me dejas, al menos cuéntame detalles.

-¿Detalles de qué?

-¿Cómo es?

-¿Eres virgen?

-Sí

 

Lo miré directamente a los ojos para descifrar si me estaba mintiendo o no. Él solo se delató porque empezó a reír sin control alguno.

 

-De acuerdo, de acuerdo- aceptó, aún riendo -Me acosté con Rei recientemente pero, ¿y eso qué? Rei no es Kaoru. Y no digo que sea malo ni nada, pero Kaoru… ¡Mierda, debe ser una bestia!

-Ya basta, ¿quieres?

 

Kaoru venía hacia nosotros, cargando las compras del supermercado; traía cara de fastidio y la niña no veía tras él. Haruka se adelantó para preguntarle por ella.

 

-Se quedó llorando- dijo, sin detenerse.

-¿Qué? ¿Otra vez la…

-¡Estoy harto de que la metas en mi vida!- estalló Kaoru -Dijiste que estaba en Europa, que no vendría. ¡Pero no! Llega y se me planta con su cara de insecto rastrero. ¿Cuántas veces tengo que decirle que no quiero estar con ella?

-Perdón- Haruka bajó la cabeza.

-¡Aléjala de mí o empezaré a ser grosero de verdad!

 

Haruka nos miró con aprensión y luego entró corriendo a la casa. Yo volví la vista a Kaoru para exigirle una explicación por todo lo que estaba pasando.

 

-No mencionaste nada de esto- dije.

-Porque no estaremos aquí mucho tiempo- me confesó en voz baja, sonriendo -Eiri me pidió que pasara aquí la fiesta, pero planeo irme temprano, junto contigo, claro.

-Más te vale- lo amenacé -Estar aquí no es cómodo para mí.

-Tranquilo- sonrió y guiñó un ojo.

 

Entramos una vez más a la casa para que Kaoru entregara el dichoso pedido a la supuesta madre de Haruka. Fuimos a la cocina, que era donde se encontraba esa mujer, y cuando vió el interior de la bolsa, se quedó pasmada. Volvió la vista a Kaoru y dijo:

 

-Creí que traerías una ensalada.

-Y eso hice, ¿no?- dijo Kaoru, con total naturalidad.

-No… Trajiste...- comenzó a sacar las cosas de la bolsa y continuó -Trajiste aceitunas, vinagre y… ¡Qué demonios es esto!

 

Cuando vi la caja de condones en manos de esa mujer, estuve a punto de salir corriendo. Kaoru, por el contrario, parecía estar conteniendo sus ganas de reir. No obstante, le arrebató la caja y, como si todo hubiera estado planeado, Haruka entró a la estancia en el justo momento en que Kaoru decía:

 

-¡Eso no es mío! Es de… de Haruka. Él me los pidió.

 

Jaloneó a Haruka y le puso la caja en las manos, ante la atónita mirada de su madre.

 

-De qué diablos…- inició Haruka.

-Juro que él me los pidió- alegó Kaoru, apretando con fuerza un costado de su primo para que no hablara; añadió - Pero no lo regañes, seguramente planea hacer un experimento o algo así.

 

Haruka salió corriendo con todo y caja de condones, dejando a todos con la boca abierta.

 

-A ver,- la mujer alzó los brazos en señal de desesperación -Todo es un desastre. ¿Qué se supone que haré con lo que trajiste?

-Una ensalada, ¿qué te parece?- dijo Kaoru, con burla. -Lo de los condones, lo dejo a tu criterio.

-¡Esto no sirve para una ensalada!

-Bueno, apuesto a que puedes improvisar.

 

Creí que la mujer explotaría en cualquier momento, mientras que Kaoru salía de la cocina con aire triunfante. Lo seguí sin pensarlo y fuimos al patio para sentarnos en unas sillas de jardín que yacían cerca de un par de columpios, en uno de los cuales estaba Leila, meciéndose levemente, con su hermano a su lado; lucía molesto.

 

-Lárguense de aquí- vociferó Haruka al vernos.

-¿Por qué? Lárguense ustedes- rió Kaoru.

-Lo de los condones fue demasiado. No tenían por qué…

-¡Oh, pobre niño!- se burló Kaoru -Santa no te traerá regalos por esconder condones.

-¡Cállate! Ni siquiera eran míos, cómo…

-Pobre niñito- siguió burlándose -¿Quieres un besito?

-¡¡Sí!!- exclamó, cambiando de inmediato.

 

Kaoru le mostró el dedo de enmedio y empezó a burlarse más de él. Casi empiezo a dormirme con su tonta discusión, y lo hubiera logrado, de no ser por la increíblemente pesada mirada verde de esa niña. Me impidió cerrar los ojos por más de dos segundos, obligándome a mirarla también.

 

-¿Cómo te llamas?- me preguntó tímidamente.

-Sunao- respondí contrariado.

-¿Cuántos años tienes?

-Diecisiete.

-Igual que yo.

 

Se levantó del columpio sin dejar de mirarme con sus penetrantes ojos verdes, y finalmente se marchó hacia el interior de la casa, con un aire sumamente misterioso. Haruka me dijo:

 

-Creo que le gustas a mi hermana.

-¿Qué?- reí.

 

Iniciamos una divertida charla en la que Haruka me contó parte de su vida. Resultaba que la bella Leila y él eran hermanos mellizos, aunque Leila siempre había sido mucho más retraída e infantil que él (y considerando que él ya era de por sí infantil…) También mencionó que, en un principio, su relación con Kaoru había sido muy mala.

 

-Y lo sigue siendo- dijo Kaoru, recostado en la silla, con los ojos cerrados.

 

Después quiso contarnos de su encuentro “casual” con Rei, pero cuando llegaron los detalles escabrosos le pedí que se callara, no tenía ganas de escuchar sus intimidades.

 

-¿Cómo se conocieron ustedes?- preguntó, al tiempo que se mecía fuerte en el columpio.

-Yo te contaré- dijo Kaoru, incorporándose -Pasaba por la calle tranquilamente y, en una esquina, vi a Sunao.

-¿Esquina?- pregunté, sin entender muy bien.

-Sí, en una esquina- continuó -Sólo que no se llamaba Sunao. Tenía nombre de mujer y se vestía como una…

 

Lo tiré de la silla de un empujón y aterrizó sobre el pasto entre risas.

 

-¡Cállate, “bruja”!- le grité -No querrás que hable de tu disfraz, ¿o si?

-¿Por qué no?- volvió a sentarse -Después de todo, te encantó.

-¡Ja! ¿Encantarme?- me burle.

-Te gustó tanto que lo rompiste.

-¡Debí romperte la cara!

-¡Detalles, detalles!- gritó Haruka.

-¿Qué demonios quieres saber?- preguntó Kaoru, exasperado.

-TODO- Haruka detuvo el columpio y lo miró muy lascivo, su tono de voz cambió.

-¡Wow! ¿Tanta es tu urgencia?- rió -Cuéntale todo, “Nao”.

-¿No quieres explicarme tú?- inquirió, acercándose a Kaoru.

-No creo que a Nao le agrade.

 

Desde mi silla los observé detenidamente y ellos me devolvieron la mirada; la de Haruka estaba ardiendo, realmente.

 

-Explícale- dije, y me acomodé en la silla.

 

Kaoru rió, y sin más ni más, Haruka se lanzó a él para darle un beso muy salvaje. Sus lenguas interactuaron un instante sólo para mí, haciéndome despertar de mi letargo. Era tal el impacto de la escena que empecé a sentirme un tanto alocado (¡ja! “excitado”, es la palabra). Esbocé una espontánea sonrisa y crucé las piernas por aquello de… Ustedes saben a qué me refiero.

 

-¡Wow!- exclamó finalmente Haruka, mirándome -Ahora sé dónde aprendiste a besar así.

-¡Jaja! ¿Aprender?

 

¿Saben lo que es estar lejos de casa y no saber qué hacer con tanta libertad? Me sentía algo imaginativo y, sobre todo, algo ansioso, por lo que me dejé llevar, tomando en cuenta los arbustos que nos cubrían de la casona. Volví la vista a Kaoru, lo miré directamente a los ojos y, aunque suene nada propio de mí, me mordí el labio inferior. Kaoru tiene unos fuertes instintos, no tardó en caerme encima y lamerme la mejilla derecha. Solté un ligero gemido, al tiempo que intentaba apretar con más fuerza mis piernas.

 

-¡Eres un tramposo envidioso!- se quejó Haruka -¿Cómo lo haces?

-¿Hacer qué?- le pregunté, mientras Kaoru succionaba la piel de mi cuello.

-¡Se acabó! Es mi turno…

 

Quitó a Kaoru de encima mío para arrojarlo al pasto y besarle el cuello. La “golfa” esa no decía nada; al contrario, me miraba fijamente entre sonrisas de placer. Fue así por un rato en el que yo sólo miré cómo Haruka lo acariciaba y lo besaba, acelerando mi respiración y sus gemidos. No estaba muy contento que digamos pero irme no era algo muy factible. Hice algo mejor: me levanté de mi silla, y de una fuerte patada, quité a Haruka de allí. Puso una mueca de dolor, pero comenzó a reír de buena gana cuando coloqué un pie encima de Kaoru. Con la misma punta del pie lo obligué a ladera el rostro violentamente y le pregunté:

 

-¿Te diviertes?

-Algo- rió.

-¡Qué bien!- reí forzadamente; añadí -Porque yo no.

 

Estaba a punto de apartarme cuando Kaoru, ya totalmente serio, empezó a incorporarse lentamente, aferrando sus manos a mi pierna. Subió demasiado, cruzando el límite y me hizo jadear en serio, aún cuando traté de reprimirme. Con el más leve empujón caí al pasto y él no dejaba de tocar donde no debía, acelerando mi pulso, mi respiración y mi excitación. Aquello empezó a resultarme tan provocativo que acepté jugar con él, alejándome lo más que podía pero sin poder levantarme, sólo arrastrándome con la ayuda de mis manos. Llegó un momento en que ya no pude alejarme más, no con sus manos toqueteando mi entrepierna. Dejé que posara su cuerpo sobre el mío, dejé que sujetara mis manos con fuerza y que apretara sus caderas contra las mías para luego iniciar una lenta y tortuosa fricción que me enloqueció. Reprimía mis gemidos mordiéndome los labios, haciéndome daño.

 

-¿Te… diviertes?- musitó entre jadeos prolongados.

 

Sin dejar de morderme los labios, solté una risita y lo miré fijamente para transmitirle todo mi sentir. Él pareció entenderme con sólo tres o cuatro segundos de contacto visual. Entonces pasó su lengua por mi cuello un par de veces, para luego arrastrar sus labios por los sitios cercanos a mi boca. Justo cuando parecía que entraría en ésta y yo me preparaba para ello, él se alejaba y me besaba en otro lugar. Me estaba poniendo extremadamente ansioso.

 

-¿Qué pasa?- inquirió divertido -¿Soy muy rápido para ti?

-Detente- pedí, respirando agitadamente.

 

Quería sus labios, los quería ya, pero él me los negaba para divertirse un rato. Me estaba volviendo loco, ¡LOCO!

 

-Puedo hacer esto para siempre- rió.

-No lo creo.

 

Capturé su labio inferior con mis dientes y lo atraje a mi boca a fuerza del dolor que le infligí. Tanta fue mi ansiedad que lo hice sangrar un poco, pude sentir el sabor de su preciosa sangre vertiéndose en mi boca hambrienta.

 

Finalmente nos dimos uno de esos besos encarnizados que resultaban tan excitantes. Adoraba el sabor de su dulce lengua y la humedad de sus labios tan suaves y degustables. ¡Dios, estaba totalmente eufórico y él me correspondía de forma tal! Por si eso fuera poco, Kaoru volvió a apretar sus caderas contra las mías de una forma muy salvaje y dolorosa Ambos ahogamos nuestros gemidos en la boca del otro, agotando el aire, destruyendolo todo.

 

Sin embargo…

 

-¡Paren! ¡Por Dios, paren!- casi gritó Haruka.

Nos volvimos un tanto asustados, creímos que alguien se acercaba. Lo vimos tumbado en el pasto, mirándonos ansiosamente y retorciéndose.

 

-¿Y ahora qué?- preguntó Kaoru, exasperado.

-Si continúan no voy a poder controlarme- dijo, agitado -Y créanme, no quiero dejar rastros de NADA en el jardín de mi tía.

 

Kaoru y yo nos miramos para luego echarnos a reír, burlandonos de Haruka y su “notable” excitación. Él no parecía nada cómodo.

 

-Pero si tú iniciaste todo- dijo Kaoru, incorporándose un poco y apartándose el cabello del rostro.

-No creí que terminarían… de esa manera… Ustedes son… Yo… ¡Mierda, debí grabarlos! No podré dormir en semanas.

-No digas idioteces- se quejó Kaoru.

-¿Cuándo me haces algo como eso?- preguntó -Mejor dicho, ¿cuándo me “hacen” algo como eso?

-Vete al carajo- dije.

-Sí, ¿qué te parece si te vas?- volvió su rostro al mío para añadir: -Y así dejas que termine la tarea que empecé hace un rato.

-¡NO!- protestó Haruka.

-¡VETE!- ordenó Kaoru con voz amenazante.

-Bien- dijo, levantándose -Espiar es aún más divertido.

 

Haruka se alejó (o al menos, eso pareció), cosa que me causó mucha gracia. Volví la vista a Kaoru, le sonreí y me besó, sin sangre esta vez. Al culminar, él me dijo, sin dejar de sonreír:

 

-Estas loco. De pronto emerge lo peor de ti y te transformas.

-¿Tú crees?- reí.

-Es hora de irnos.

-¿Seguro?- pregunté, desconfiado.

-Yo tampoco quiero “manchar” el jardín de esa zorra.

 

Se levantó y me ayudó a hacer lo mismo. Nos sacudimos la ropa, liberándola del pasto incrustado en las fibras, nos arreglamos el cabello y procuramos calmarnos y aparentar que nada pasó; sólo cuando estuvimos seguros salimos tranquilamente en dirección a la casa. Leila apareció en el pórtico en cuanto nosotros llegamos.

 

-¿Qué hacían?- preguntó.

-Cosas- respondió Kaoru, de mal talante.

-¿Qué cosas?- insistió la chica.

-Cosas de hombres- dijo Kaoru secamente.

 

La chica se marchó, muy indignada, hacia el primer piso, mientras que nosotros pasamos a la sala para que Kaoru anunciara nuestra retirada. O al menos, eso creí…

 

-Eiri envió algunos regalos para ustedes- anunció muy sonriente -Si me permiten, voy a la casa por ellos. Regresaré justo a tiempo para la cena.

-¿Regalos?- inquirió una mujer que no había notado antes -¿Cuándo los envió?

-Es toda una sorpresa- dijo Kaoru -Ahora vuelvo.

 

Salimos casi corriendo de la casa, yo procuraba seguirle el paso a Kaoru de camino hacia su camioneta. Una vez dentro del vehículo:

 

-Dijiste que ya nos íbamos- me quejé.

¿Y qué crees que estamos haciendo?- rió, girando la llave para encender el motor.

-Pero acabas de…

-No hay regalos, tonto. Nos vamos para ya no volver.

 

El auto nos sacó de esa horrenda casa y nos llevó rápidamente a la casa de Kaoru, puesto que no había mucha distancia entre las dos residencias. Revisé mi celular en el trayecto, tenía dos llamadas perdidas, ambas de mi madre. Volví bruscamente a la realidad y me sentí con la obligación de mandarle un mensaje para asegurarle que estaba bien, aunque no iría a casa esa noche. Guardé el celular y me quedé pensando un rato en mi situación, hasta que reconocí la casa de Kaoru e ingresamos en ella. Antes de bajar del vehículo, Kaoru me preguntó:

 

-¿Estás bien? ¿Prefieres ir a tu casa?

-No. Estaré allí todo el año, por una noche no se caerá el cielo.

 

Asintió y bajamos al mismo tiempo. Sólo entonces, al atravesar el vestíbulo, empecé a preguntarme qué haríamos. Primero se puso a desayunar… ¿Desayunar? ¡Esa era casi la cena! El muy idiota no había comido nada en todo el día, por lo que preparó un sándwich de mala gana y lo devoró en segundos. Luego prendió el equipo de sonido y puso una ruidosa canción que mejoró mi humor. Yo tarareaba mientras él comía otro sándwich recargado en la barra de la cocina. Yo lo veía, sentado en un banco, al otro lado de la barra; parecíamos idiotas.

 

-¿Puedes darme algo de beber?- dije finalmente.

-No- dijo bromeando; se echó a reir y luego me ofreció un…¿refresco?

-¿Hoy no hay cerveza?

-No, mi propósito de año nuevo es llevar una vida sana.

-¿Ah sí?- reí escandalosamente -¿Y cómo piensas lograrlo?

-Es sencillo: comer frutas y verduras, no tomar alcohol, no fumar, hacer ejercicio y… -me miró fijamente- No más sexo.

 

Solté una ruidosa carcajada y agradecí no haber bebido nada o me habría ahogado. Él sonreía muy divertido, dejando su alimento a un lado.

-No te burles- dijo, sonriendo aún -Hablo muy en serio, así que debes ayudarme a llevar a cabo mi propósito.

-Sí, claro- dije calmandome -Te voy a ayudar, será una ayuda estricta, empezando hoy mismo, ¿te parece?

-Bien- asintió.

 

Sin apagar el estéreo fue a encender el televisor y la consola de videojuegos. Nos pusimos a jugar un poco de todo, y sobra decir que fue algo reñido porque yo ya no era tan malo en eso de los videojuegos. El problema fue que Kaoru era muy competitivo y no soportaba la idea de perder en sus juegos favoritos, por lo que yo gozaba con su enojo. Primero parecíamos niños peleando, pero al pasar el tiempo, la competencia entre nosotros fue haciéndose más reñida, más intensa y eso nos entretuvo bastante tiempo. Sólo hizo una pausa para…

 

-No, no, no- dije, quitándole la cajetilla de cigarros para arrojarla -Tú ya no puedes hacer eso.

 

Se quedó atónito un instante y luego rió de buena gana, olvidando sus ganas de fumar.

 

Apenas nos dimos cuenta de cuando empezó a oscurecer afuera. Después de un rato considerable le pedí que encendiera la luz; me sentí cansado y dejé el control a un lado. Kaoru no quiso encender la luz porque…

 

-Tengo un videojuego de citas- reveló.

-¿Y?

-Juguemos.

-¿Eso no es para niñas?

-Me lo regalaron, supongo que soy una niña por eso- me miró y se lamió el labio -¿Qué quieres que haga?

-No, juega tú.

 

Jugó él, siendo un tipo idiota que debía conseguirse una novia y hacer cosas estúpidas. Bueno, se debe aclarar que en un principio todo parecía muy estúpido, hasta que su misión fue acostarse con la tipa. Y en eso, como en la vida real, Kaoru era todo un ganador, así que las cosas se pusieron algo explícitas y todo dejó de parecer un simple juego. Me entró curiosidad por ver la expresión en el rostro de Kaoru, considerando su grado de perversión; él me devolvió la mirada y dijo:

 

-Ésto no ayuda a mi propósito.

-Apágalo.

 

Me recosté en el sillón para cerrar los ojos, que estaban algo cansados. De pronto dejé de oír los gemidos de la chica, y al mirar, me di cuenta de que Kaoru había apagado todo: consola y televisor. Lo miré, estaba sentado con las piernas abiertas, mirando hacia el suelo. No sé por qué ese día me sentía así, pero tenía unas incontrolables ganas de lanzarme sobre él. Mas él se levantó, encendió la luz y dijo:

 

-Voy por cerveza.

 

Enseguida me levanté y le corté el paso, diciendo:

 

-No puedes. Nada de alcohol.

-Tengo sed- dijo, clavándome una mirada asesina.

-Toma agua.

-No quiero.

 

Intentó avanzar y le sujeté el brazo, ante lo cual él reaccionó forcejeando. No podía ceder aunque su fuerza fuese superior a la mía, seguí reteniendolo para evitar que se levantara. Kaoru comenzó a reír y a forcejear aún peor, a lo que yo respondía como podía, riendo también. Finalmente dijo:

 

-Si me dejas beber una sola cerveza, te prometo…

-¡No puedes prometer nada!- vociferé, jaloneandolo de la camisa.

-Te prometo… ¡una noche de sexo salvaje!

-Jaja, no puedes prometerme eso. El sexo también está prohibido.

-¡Sólo por un día!

-¡No!

 

Me tomó de los brazos y me tumbó sobre el sillón, en medio de risas y reclamos, de mi parte. Yo exigía que respetara sus “propósitos” de año nuevo, él alegaba que aún no era año nuevo y que tenía sed. Era todo un tumulto, seguía intentando empujarlo pero no podía. Terminamos muertos de la risa, más él. Su hermosa boca formaba una amplia carcajada, en la que fui hundiéndome más y más, hasta que sentí que no podía vivir más tiempo fuera de ella y me arrojé, como un suicida al vacío, a su preciosa boca para clavarme en ella con un beso. Nada sorprendido y sí muy ansioso, Kaoru me correspondió efusivamente, uniéndonos a un delicioso suicidio con aquel beso. Lo abracé, quería sentirlo muy cerca de mí, cual si al terminarse aquel momento fuésemos a ser separados para siempre; incluso puse mis piernas alrededor de su cintura, atándolo a mi cuerpo. Él me aceptó cómodamente y, apenas separándose muy poco de mi boca, aún besándome, comenzó a murmurar:

 

-No vayas… a soltarte.

-¿Por qué lo haría?- pregunté, besándolo.

-Porque voy a levantarme.

-¿Eh?- lo miré pasmado.

 

En efecto, se levantó del sillón como pudo, manteniendome unido a su cuerpo por medio de mi abrazo. Y empezó a caminar, tambaleándose por mi peso y porque no dejaba de besarme como un lunático. Chocamos contra algo, no sé muy bien qué era, y tuvo que detenerse con la pared, recargándose en ella; aprovechó el momento para acomodar mis piernas, fijandolas perfectamente a su cintura. Me apretó con tal violencia que, al tener contacto con su entrepierna, solté un gemido desesperado que me hizo aferrarme con mayor fuerza a su cuello. A su vez, estiró una mano y subió el volumen del estéreo, donde una estridente y loca canción nos ofrecía un ambiente de película (y no precisamente película porno). Siguió avanzando, casi a ciegas, sin dejarme comprender a dónde me llevaba pero eso a mí me importaba un carajo. Sólo vi que atravesamos una puerta, encendió la luz y… Aterricé sobre la mesa de la cocina. Comencé a reírme como un idiota.

 

-¿Qué?- preguntó Kaoru -¿No te gusta?

-Se romperá- reí -Y es muy dura, ¿no?

-Mmmh… hay cosas más duras, créeme. Ni siquiera sentirás la mesa.

-Tan duras como…

 

¡Mierda, estaba loco, enardecido! Al pronunciar aquella frase pasé un dedo por la entrepierna de Kaoru, quien sonrió muy complacido al tiempo que se mordía el labio inferior. Cuando terminé de tocarlo, tomó mi mano y se llevó mi dedo invasor a la boca. Luego dijo:

 

-Sí, así de duras- sonrió malévolo y añadió: -Pero, ¿qué tal éstas?

 

Puso toda su mano en mi entrepierna y cerró los dedos en torno a mi miembro que, sí, hay que admitirlo, estaba duro como la mesa. Me tomó varios segundos asimilar mi situación, tragué saliva ansiosamente y gemí después, buscando algo a lo que aferrarme. Sólo encontré aquel negro cabello sobre la cabeza de mi orgulloso amante y lo tomé con una mano, atrayéndolo violentamente hacia mí. Siguió tocándome y yo seguí gimiendo en su cara, viéndolo a los ojos casi sin parpadear. Parecía abusarme con la sola mirada, penetrando sin piedad mis pupilas. De pronto, se decidió a soltarme para fijar sus manos a cada lado mío.

 

-No eres nada útil para mis propósitos- me dijo con voz grave.

-Será tu última noche de sexo conmigo- reí.

-Mentira- sonrió malicioso -Ni tú podrías sobrevivir sin follarme.

-Entonces, ¿qué hacemos?

-Hacer nuevos propósitos.

 

Sin dejar de mirarme con esos bellísimos ojos azules, se acercó poco a poco a mi rostro y me besó. Comencé a desear que la mesa fuera en verdad fuerte, porque mi líbido volvía a alzarse y parecía estallar cada cinco segundos. Justo cuando volvía a remontarme y a sentirme tremendamente excitado, un ruido hizo que todo se detuviera bruscamente: el motor de un auto entrando a la propiedad y, más tarde, sonidos de voces. Kaoru y yo nos miramos aterrados por varios segundos, tras lo cual intentamos zafarnos y huir. Todo se hizo confuso, nos enredamos y terminamos cayendo al suelo juntos, con gran estruendo. lo admito, fue una situación muy graciosa, pero ni nos atrevimos a reirnos de lo asustados y nerviosos que estábamos.

Una vez de pie, Kaoru me indicó que lo siguiera en silencio hacia la salida de la cocina. Cruzamos el pasillo que daba a la sala y logramos escurrirnos hasta unas escaleras que conducían a los pisos superiores. Justo cuando empezábamos a ascender, distinguimos una voz femenina, secundada por una voz grave que sólo podía ser de…

 

-Eiri- murmuró Kaoru, apesadumbrado.

-¿Qué?- pregunté en voz muy baja.

-Es mi padrastro. ¡Corre! ¡A mi habitación!

 

“Corriendo” de puntillas, así llegamos a la habitación de Kaoru, donde nos atrincheramos, pero seguíamos sintiéndonos muy inseguros, más con las voces de ellos resonando por la casa. De pronto, el sonido del estéreo se apagó y Kaoru se llevó una mano al cabello en señal de desesperación.

 

-Sabe que estamos aquí. me dijo, preocupado.

-¿Y qué hacemos?- pregunté, encogiendome de hombros.

 

Estuvo a punto de responderme, cuando oímos pasos en las escaleras, haciendo que nuestro pánico volviera. Sonará muy gracioso y hasta irónico, pero no se nos ocurrió mejor idea que la de encerrarnos en el closet. Seguramente Eiri sabía que su hijo estaba escondido en algún rincón de la casa… ¿o creería que un ladrón había entrado? No, no lo creo.

 

-¿Sabías que llegarían hoy?- susurré.

-¡Claro que no!- dijo entre dientes.

 

Oímos pisadas acercándose, obligandonos a cerrar la boca y esperar. Las pisadas se pasaron de largo y pudimos oír las voces del padrastro de Kaoru y su esposa, hablando sobre la fiesta de año nuevo. Al parecer, querían dar una sorpresa en casa de la familia de la dama. Tardaron unos minutos haciendo no se qué, sin dejar de hablar, hasta que todo se hizo muy silencioso y, de pronto, la cerradura de la puerta de la habitación comenzó a crujir. Eiri intentaba abrirla pero Kaoru había echado el cerrojo; aún así, estaba nervioso.

 

-Kaoru- vociferó -¿Estás ahí?

 

Dejó pasar unos instantes de silencio, como esperando que Kaoru le respondiera, y luego volvió a gritar y forzar la puerta.

 

-Cariño- dijo la mujer -, ¿seguro que está ahí?

-¡Claro que sí! Está aquí, es obvio.

-Mejor déjalo así. Si no quiere ir, no lo obligues.

-¡Ya estoy harto! Siempre que…

 

Sus voces se alejaron muy rápido, junto con el sonido de sus pasos, era muy evidente que Eiri estaba colérico con su hijo. Cuando oímos el motor de su auto, volvimos a respirar aliviados. Kaoru incluso empezó a reír.

 

-¿Quién diría que este día sería tan divertido?

-¿Divertido?- sonreí débilmente.

-Y lo mejor fue nuestra caída- rió más.

-Sí, genial.

 

Algo se gestaba en mi interior, un sentimiento poco alentador que me impidió reír con él. Kaoru lo notó de inmediato y dejó de reír, me tomó de la barbilla con una mano y me preguntó lo que me ocurría.

 

-¿Cómo es que llegamos a escondernos en un closet?- pregunté, con tristeza.

-¿Eh?- sonrió -¡Fue gracioso, admítelo!

-Lo fue pero… ¿Hasta cuándo podremos mantener esto? ¿Hasta cuándo podremos seguir escondiendonos?

 

Se quedó pensativo un buen rato, mirando el suelo en el que estábamos sentados. Ese silencio me desanimó bastante, solté un resoplido que significaba resignación, tristeza… Hasta que él colocó su mano sobre mi mejilla, obligandome a ponerle atención.

 

-Te amo, Sunao. Nunca he estado con una persona como tú. Y tan fuerte es mi raro y obstinado corazón que podría hacer cualquier cosa por ti. Ya no le tengo miedo a nada.

 

Me hundí todo lo que pude en sus palabras, para sentirlas y saber, realmente saber, que eran una verdad pura y hermosa. Cuando dibujó una tierna sonrisa para mí, le dí un beso que afloró rápidamente y se moría por entregarse a su boca. Una poderosa sensación me invadió.

 

*

Reímos largo rato dentro del closet, hasta que se nos ocurrió salir a ver la hora. Eran la 01:37 de la madrugada del primero de enero, era algo tarde para celebrar el año nuevo. Kaoru salió del armario tras de mí, siguiéndome hasta la ventana en la que yo inspeccionaba el cielo nocturno. Sentí su cálida respiración rozando la piel de mi cuello, mientras que con una mano cerraba la persiana. Volví la vista a él, apenas y podía verlo en aquella penumbra.

 

-¿Iniciamos con los propósitos de año nuevo?- me preguntó.

-¿Cuáles?- reí.

-Para empezar...- me dio un beso fugaz -el pan nuestro de cada día.

-¿Eh?

 

Acercó sus labios a mi oído y murmuró:

 

-Nuevo año, nueva posición.

 

¡Diablos! Sería un año doloroso u_u

 

FIN

 

 

















Notas finales:

Hemos llegado al capítulo final de ésta historia. Gracias por sus reviews y por su apoyo. Seguiré escribiendo, tengo algunas ideas en mente. Cuando pueda pasarlas al papel, tendrán noticias ^^ Gracias.


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