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Undisclosed Desires por Svanire

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Notas del capitulo:

Felíz Día de Reyes! XD........Disfruten el nuevo capítulo ^^

Tumbado boca arriba sobre la cama, yacía Kaoru con una expresión hostil. Su cabello estaba esparcido sobre el edredón de una forma casi artística, como si alguien lo hubiese acomodado a propósito…como si alguien con un poderoso talento le hubiera plasmado en un lienzo. Me vi forzado a admitir que lucía hermoso, a pesar de su cruda mirada clavada en el techo y de lo rígido que estaba su cuerpo.


-¿Qué miras?- me dijo mordazmente.


No le respondí, en parte por miedo, y él se molestó más, me lo dijeron sus ojos al mirarme.


-Creí que te gustaba- me dijo, con una tenebrosa resonancia en su voz.


-¿Y eso qué?


-Me rechazaste, ¿te parece poco?


-De modo que tú creías que todo sería muy fácil, ¿no?


-Cállate ya.


Se levantó, me empujó de la cama y comenzó a levantar las cobijas, dispuesto a acostarse. Yo le miraba desconcertado, preguntandome dónde dormiría yo puesto que él se estaba apropiando de la cama. Cuando estuvo perfectamente acostado, me dio las buenas noches con un tono seco y se durmió, dejándome ahí de pie, como un estúpido.


Me senté en la silla que estaba ante el escritorio y miré hacia la nada, pensando en lo idiota que debía verme allí, tras haber rechazado al pervertido de Kaoru. Él era como un objeto, una máquina o algo así, sin alma. Había querido acostarse conmigo sin más ni más. Yo no lo conocía y él no me conocía a mí, y un beso puede significar nada… Para él.


No niego que estuve tentado a ceder ante sus besos y la forma en que me tocaba, pero algo en mi cabeza preguntaba: “¿por qué?” Debo confesar que ya entonces me sentía atraído por él, pero no fue razón suficiente como para darle algo más. Menos aún tras lo que la tal Victoria me dijera, cuyas palabras quedaron resonando en mí.


Ya desde antes algo me decía que Kaoru no era una buena persona, me daba miedo incluso. No obstante, sentía una enorme debilidad por él, una sensación que se estaba volviendo irrefrenable; pero no confiaba mucho en él y no existía nada profundo que nos conectara. Si para él sólo significaba una diversión, yo no iba a permitir que se burlara de mí. Tal vez otros le habían entretenido con todo gusto, pero yo no caería en lo mismo.


-Quisiera estar en mi cama- murmuré con pesar.


Volví el rostro hacia el aprovechado de Kaoru, quien parecía estar durmiendo muy plácidamente. Sentí unas enormes ganas de aplastarle la cara con una almohada, hasta lograr asfixiarlo. Luego podría huir feliz, pensando en que había exterminado a esa lacra, a ese virus, a aquella criatura extraña a la que jamás debí conocer.


*


Cuando la luz me dio en el rostro me sentí como herido y comencé a abrir los ojos trabajosamente, poniendo mis manos sobre mi rostro para evitar al sol.


Había dormido recargado en el escritorio, por lo que al incorporarme sentí un intenso dolor en el cuello y los brazos. Miré a mi alrededor, tratando de poner mis ideas en orden y así recordar por qué había dormido allí. Cuando vi a Kaoru sentado sobre la cama, arreglado y listo para salir, lo entendí todo de golpe y me sobresalté.


-Tienes que ir a la escuela- me dijo gravemente.


-¿Qué hora es?- pregunté alarmado.


-Aún hay tiempo. Te espero en la camioneta.


Se levantó y se marchó de la habitación, dejándome helado. Me miré en un espejo para arreglar mi cabello y mi uniforme, aunque no pude hacer mucho; recogí mi mochila y salí de la habitación. En el patio estaba la camioneta de Kaoru, sus amigos comenzaban a abordarla con caras alegres. Cuando subí al asiento del copiloto, escuché sus animadas pláticas y sus extraños comentarios que pretendían “sacar” alguna información de lo que había ocurrido entre Kaoru y yo.


Me sentí muy incómodo, pero todo empeoró cuando el propio Kaoru los hizo callar, usando un tono de voz grave (más de lo usual) y un enojo muy acentuado. Ninguno de ellos se atrevió a decir algo más en el camino.


Miré a Kaoru furtivamente en el recorrido hacia la escuela. Sus ojos azules lucían tan fríos y altivos, como un par de trozos de hielo. Manejaba horrible, intentando rebasar siempre por las malas, sonaba el claxon enfurecido y aceleraba demasiado cuando tenía oportunidad. ¿Todo ese enojo sólo por lo de la noche pasada?


Dejó a sus amigos en la Facultad, lo cual me puso muy nervioso, pues tendría que soportarlo yo solo, desde la Facultad hasta mi colegio. Fueron treinta tortuosos minutos en los que tuve que soportar a la enfurecida criatura que conducía la camioneta. Sólo verle doblar las curvas o rebasar a otros autos me hacían tener ganas de estar muerto de una vez. Quería que acabara aunque, en cierto modo, también quería que me dijera algo antes de que acabara.


-Llegamos- dijo, con el tono más agrio que encontró.


Lo miré con aprensión, mas él no me miró a mí; tan sólo cruzó los brazos y miró al frente todo el tiempo. Si él no iba a decir nada, yo no quería quedarme callado; mi orgullo tomó la palabra.


-No quiero volver a verte- dije, procurando mantenerme sereno y relajado.


-Tus deseos son órdenes. Lárgate.


Bajé apresuradamente y entré al colegio en el preciso instante en que él se alejaba a toda velocidad. Corrí por los pasillos a pesar de que muchos prefectos me exigieron que no lo hiciera. Llegué a mi salón para aporrear la puerta, esperando que el profesor se apiadara de mí y la abriera. Cinco minutos después lo hizo, y pasé ante las miradas inquietantes de los sujetos de mi salón. Hubo uno que otro cuchicheo.


-Es muy tarde, ¿no crees?- inquirió el profesor, malhumorado.


-Algo…


-¿Traes tu tarea?


-No.


¿A qué vienes?


-¿Me va a dar clase o no?


Sí, me dio clase, pero el chistecito me costó bastante caro: me reprobó por adelantado y me dio tarea adicional. Creo que nunca le había respondido a un profesor de aquella forma, pero se sintió muy bien… Al menos en un principio.


-¿Te estas revelando?- me preguntó Toshi en el receso.


-No- respondí cortante.


-¿Te quedaste dormido?


-Sí- no tenía ganas de hablar.


-¿Son los estragos del 14 de febrero?


Lo miré muy disgustado, y aunque solía hacer eso, él tampoco estaba como para soportarme, por lo que me mandó a la mierda y se fue a buscar a su novia. Me dejó a solas con todos mis horrendos recuerdos de la noche anterior y los de esa mañana. No podía creer lo que le había dicho a Kaoru y menos aún lo que él me había respondido.


-De modo que eso era todo lo que sentía por mí- me dije amargamente.


¿Una simple atracción sexual? Días anteriores había sido una persona interesante, aunque asfixiante, mas había mostrado sus verdaderas intensiones, revelando que, en efecto, no tenía sentimiento alguno, al menos no para conmigo. Ví otro mundo a través del primer beso que me dio, llegué a sentirme atraído por él, incluso sentí preocupación y celos. ¿Por qué había sido tan inocente? Debí verme ridículo, dejándome seducir por un hombre sinvergûenza.


-¿Qué te pasa?- me preguntó Mirna en la salida.


-Nada. ¿Por qué?- me apresuré a responder.


-Últimamente actúas más raro que de costumbre.


-¿Tú crees?- reí lo menos falso que pude.


-Sunao, si tienes un problema cuenta conmigo, ¿vale?


-¿Qué?- me sobresalté.


-No importa lo que te ocurra y no importa que no seamos muy apegados. Puedes hablar conmigo.


Se fue con un par de amigas, mientras que sus amables palabras resonaban en mi cabeza. Me sentí un poco más aliviado.


 


*


Realmente yo no aceptaba lo que había ocurrido. Al decirle que no quería volver a verlo, en realidad lo estaba poniendo a prueba, experimentando con su posible reacción. Sí, esperaba una respuesta como aquella, pero… La vi sólo como una posibilidad, no como una realidad.


Me sentí tan mal, tan devastado. -’Tus deseos son órdenes’- dijo él. ¿Sabría que mis deseos habían cambiado?


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