Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Undisclosed Desires por Svanire

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!!! Les traigo el nuevo capítulo, que en comparación con el anterior, es más extenso. Espero que lo lean de principio a fin y me puedan dejar algún review ^^ Agradezco enormemente a quienes se han tomado el tiempo de hacerlo. Nos leemos pronto!!

-Estoy muy resignada a ayudarte con tu parte del trabajo.


Mirna estaba cansada de mi flojera y apatía, por lo que aquella tarde se propuso acompañarme a mi casa para avanzar en el dichoso trabajo de Sociología. Despidió a sus amigos en la reja de salida y partió conmigo, recorriendo mi camino de siempre hasta la parada del autobús. Ella había hablado con su padre para que no fuera a recogerla; su padre se puso algo nervioso al saber que su “princesa” viajaría en un autobús del transporte público. Me sentí incómodo al respecto, puesto que era una niña rica, como casi todos los de la escuela, pero me tranquilizó con una gran sonrisa, al tiempo que me decía:


-No tengo ningún problema con viajar en autobús. Por favor, no te preocupes.


Sonreí nerviosamente para corresponderle. En el camino me platicó lo desconfiado que era su padre, razón por la que iba siempre por ella a la escuela y por la que no la dejaba salir muy seguido. Siendo hija única, su situación era muy asfixiante, aunque a ella no parecía desagradarle tanto. Estaba contenta con los cuidados de sus padres, gracias a ello era tan ordenada y responsable.


-Mis padres son ordenados y responsables- dije en cuanto nos sentamos en la parada a esperar el autobús -,pero yo no soy así. No todas las cualidades se heredan, ¿verdad?


-Eres muy flojo- me reprendió de buen modo -pero si te esfuerzas puedes cambiar tu situación. No es tan difícil como crees.


-Suena fácil para tí -objeté -, a tí te encanta la escuela desde siempre, supongo.


-No es que me encante, es sólo que soy consciente de lo necesaria que es.


Lindas palabras. Sí, ella tenía razón, pero eso no me iba a hacer cambiar de la noche a la mañana.


Subimos al autobús y escogimos los asientos del final. Llevábamos una media hora de recorrido cuando Mirna sacó un tema poco agradable para mí:


-Haz cambiado- dijo.


-¿Cambiado?- me puse un poco nervioso -¿A qué te refieres?


-Siempre has sido un chico diferente, pero últimamente te siento muy extraño, muy distante.


-Ya me lo habías dicho, pero no entiendo en qué he cambiado.


-Toshi dice que se debe a la chica que no te hace caso.


-¿Eso dijo?- mi tono cambió al enojo y la sorpresa.


-¿De qué chica hablaba?


El destino quizo demostrarme toda su crueldad o una casualidad infame se tropezó conmigo; cualquiera de esas dos cosas, sin importar cual, atrajo a mi pesadilla viviente: Kaoru subió al autobús, acompañado de Kaede y Rei. Los dos primeros iban muy sonrientes, platicando de cosas ininteligibles para mí; Rei los miraba recelosamente, sólo esbozando una sonrisa muy de vez en cuando. Kaoru y Kaede tomaron asientos juntos, tras Rei, y antes de sentarse notaron mi presencia.


-¿Sunao?- inquirió Mirna -¿Qué te pasa?


-Nada- me apresuré a decir, mirándola.


Forcé una plática alejada del tema que había sacado mi amiga, para así poder reír y hablar sin parar, luchando contra los nervios. Mirna reía con algunos de mis comentarios respecto a Toshi, e incluso alguna vez ella me hizo reir (raro, teniendo en cuenta su seriedad). Le conté la vez que a Toshi le dio diarrea por comer jamón en mal estado, y cuando cayó a un hoyo y tuve que llamar a los vecinos para que lo sacaran. Eran anécdotas graciosas pero yo sólo podía fingir que reía, porque sentía las penetrantes miradas de ese par de idiotas.


-No sabía que Toshi fuese tan estúpido- rió.


-Ja! No lo conoces- respondí, procurando reír de verdad.


-Antes me gustaba, pero no se lo digas- dijo seriamente.


-¿Toshi te gustaba?- me sorprendí -¿Por qué?


-Me parecía tierno, pero no lo es. Existen personas con más sentido común que él.


-Menos mal que lo olvidaste- reí burlonamente -Ahora tienes novio, ¿no?


-Por ahora- dijo apesadumbrada.


-¿Qué pasa? ¿No te gusta ya?


-Creo que encontré a alguien mejor. Sólo que… No se…


Me miró temerosamente y retorció las manos con ansiedad. Luego volvió la vista a otro lado, rió y me dijo:


-Olvídalo. Estoy loca.


Nos quedamos callados; no pude negar que su reacción me sorprendió, mas lo único que hice fue dejarla pasar. Miré por la ventanilla, deseoso por llegar a casa. Casi me había olvidado de Kaoru y compañía cuando…


-Me llamo Sakura.


-Y yo Yuiko.


Un par de chicas muy bonitas estaban presentándose con Kaoru, quien incluso se levantó del asiento y obligó a Kaede a hacer lo mismo, todo con tal de verse como unos caballeros al cederle el asiento a las niñas. Vislumbré la carismática sonrisa de Kaoru y el gesto de fastidio de Kaede; las chicas reían y soltaban estúpidos comentarios de emoción. Entablaron una animada conversación en la que empezaron a conocerse. Kaoru hablaba con soltura y despreocupación, tenía a las chicas al borde de su asiento, extasiadas. Kaede las miraba con odio.


De pronto, al detenernos por un semáforo, las chicas rieron estrepitosamente por un comentario de Kaoru respecto a Kaede (cuyo rostro se tornó más hosco todavía). Mientras ellas reían, Kaoru volvió la vista hacia mí, clavandome sus ojos altaneros; se acomodó el cabello con arrogancia, de una forma que se me hizo sumamente provocativa, porque no dejó de mirarme. Esbozó una sonrisa malévola y yo me volví hacia Mirna.


-Ya debemos bajar- le dije.


El autobús se detuvo en la parada asignada, abriendo sus puertas para permitirnos bajar. Sabía que Kaoru me observaba porque sentía su mirada y porque las chicas trataban de llamar su atención. Yo tan solo bajé a la carrera para luego tenderle una mano a Mirna. Ni siquiera volví la vista al autobús en cuanto éste arrancó.


La verdad ni siquiera estábamos en el lugar donde tenía que bajar, si no que faltaba una parada más. Tanta era mi ansiedad por alejarme de él.


-Es mi imaginación- inició Mirna, mirándome -o algo te asustó de verdad.


¡Ella lo había notado todo! Me sentí atrapado, ni siquiera me atreví a inventarle algo estúpido. Simplemente dije que lo olvidara.


-¿Falta mucho para llegar?- me preguntó poco después.


-No… Ocurre que olvidé dónde bajar y… Bajé antes!


Reí trabajosamente, ella tan sólo me observaba con un poco de recelo. Aceleré el paso hasta finalmente toparme con mi casa, en la que me sentí muy a salvo. Di una bebida a mi invitada para que se relajara y descansara, cosa que no fue así, porque apenas le dio un trago, me pidió la computadora y los libros de consulta.


-Trabajadora compulsiva, ¿eh?- le dije sonriendo.


-Nada de eso- respondió seriamente -pero tenemos el tiempo encima. Si no nos apresuramos, terminaremos en la escuela de verano.


-No me molesta la escuela de verano- dije, divertido.


-A mí, sí.


Era su sentencia: no pretendía ir a la escuela de verano por nada del mundo y ni mi flojera la obligaría. Dejé mi risa para adoptar mi actitud de trabajo (si es que la tenía; quizá sólo fingía) y la ayudé a transcribir información en la computadora y a sacar datos de los libros. Sin embargo, no hicimos gran cosa, porque según ella, aquellos libros eran poco completos en información, por lo que mi tarea consistió en indagar en internet y conseguir más información para complementar el trabajo.


-Cuando la consigas, me la muestras- dijo -Yo te diré si es útil o no.


Tomó sus cosas y la acompañé hasta la esquina, donde su padre pasaría por ella. En lo que esperábamos…


-No me dijiste quién es la chica que no te hace caso.


-No hay tal- reí -Hace tiempo que me gustaba una chica de último curso, pero lo dejé por la paz.


-¿Qué pasó?


-Le gusta otro- dije amargamente.


-¿Es por eso que te comportas extraño últimamente?


-No, no es por eso- comencé a sentirme incómodo.


-Sabes que puedes contarme lo que sea.


-No hay nada que contar.


Vió hacia la carretera y vislumbró el auto de su padre que se acercaba. Se volvió hacia mí y me dio un beso en la mejilla para despedirse. Antes de subir al auto me sonrió con ternura y se marchó, dejándome un poco sorprendido por su dulce gesto.


*


Justo daban las tres de la madrugada cuando el teléfono sonó, sobresaltándome por lo frágil que era mi sueño. Iba a dejar que sonara, pero mi curiosidad y un lejano deseo me forzaron a levantarme para ir a contestar.


-¿Hola?- dije, con voz temblorosa.


-Hola- respondió una grave voz.


-¿Quién habla?- pregunté, aunque ya sabía la respuesta.


-Sabes bien quién habla, Sunao.


-¡Te dije que no quería…


-...volver a verme, ya sé- atajó -pero si te das cuenta, no me estas viendo, ¿o si?


-¡No seas idiota!


-¿Estrenas novia?- preguntó con un tono ácido.


-Voy a colgar…


-Sólo quería felicitarte.


-Ella no es mi novia, y en todo caso, qué te importa. A tí te sobran, ¿no es así?


-¡Ja! No me vengas con eso.


-¿Qué quieres?


-Verte.


-¡No!


-Tengo que regresarte tus fotos. Si un día te hacen brujería no quiero que me culpes a mí.


-No me importa. ¡Quédate con ellas!


-Iré por tí a la escuela.


-¡Claro que no!


Colgó. Mi respiración agitada fue todo lo que se oyó tras el inminente silencio. Colgué el auricular, dispuesto a irme a la cama.


*


Salí de la escuela.


A kilómetros podrían haberse notado mis nervios, por lo que imaginen los comentarios de Toshi y Mirna. Ambos me cuestionaban sobre mi ansioso comportamiento, poniéndome más nervioso de lo que ya estaba.


-¿Verás a tu novia?- se burló Toshi.


-Sí- respondí de mal talante -,veré a MI NOVIA.


Toshi casi se atraganta, ya que había estado bebiendo refresco. Mirna, por su parte, sonrió ampliamente y me preguntó:


-¿Cómo se llama?


-¿Qué?- me sobresalté -Pues… Prefiero no decir nada ahora.


-¡Estás mintiendonos!- atacó Toshi.


-Calla y ve a casa. Tu chica te espera.


En efecto, su novia estaba a lo lejos, viéndolo con impaciencia. Toshi se fue con ella, no sin antes volver a dejarme en claro que no me creía ni una sola palabra. Al cruzar el umbral de salida, Mirna me dijo:


-No quiero hacer mal tercio, así que me voy antes de que ella llegue. ¡Adios!


Me dio un tierno beso en la mejilla y se marchó para localizar a su padre. -’Mirna se está volviendo extrañamente cariñosa’- me dije, mientras la miraba alejarse.


-Sunao- me llamó alguien.


Volví la vista para encontrarme con el dueño de aquella voz, quien, para mi sorpresa, no era otro que Rei, amigo de Kaoru.


-Hola- saludé.


-Vine a darte un recado de Kaoru.


-¿Qué pasa?


-No puede venir…


-¡Wow! ¡Qué raro!- exclamé sarcásticamente -Bien, me largo entonces. Debo verme tan estú…


-Déjame terminar- pidió Rei entre risas -Me pidió que te llevara a su casa. Él te espera allá.


-¡Oh, claro!- reí -De cualquier forma, yo tengo todo el tiempo del mundo- adopté una hosca actitud y le dije -Mándale otro mensaje: dile que no voy a hacer lo que él quiera.


-¿Por qué estas tan molesto con él?


-¡Porque sí!- me di la vuelta.


-No pierdes nada con ir- me dijo al alcanzarme -Yo creo que tan sólo quiere charlar contigo. Hoy no fue a la escuela, debe sentirse mal.


-¿Qué tan seguido le ocurre?- pregunté con algo de sorna -Ve tú a hablar con él, yo tan sólo quería verlo para que me devolviera las fotos.


-No estoy al tanto de todos sus problemas, y en todo caso, no querría hablar conmigo. Además- esbozó una sonrisita macabra -a ti no te interesaba verlo sólo por las fotos, ¿o si?


-Cállate- di otro paso.


-Ven conmigo- pidió -Mi auto está por allá. Te llevaré a su casa, me iré y todos contentos, ¿vale?


-¿Por qué haces esto?


-Porque a Kaoru le importa.


Fueron unas enigmáticas palabras, y haya sido por ellas o no, le acompañé hasta su auto, un modelo deportivo en color rojo. Subí a su lado, giró la llave y el motor se encendió, dando inicio a nuestro viaje. Yo no dije prácticamente nada en todo el camino, pero él no paraba de platicarme cosas de la Universidad. Era un chico agradable, lejos de ser exasperante; al menos él no me causaba miedo.


Me condujo hasta un enorme barrio residencial, algo más suntuoso que el que había visitado al ir a la casa de Kaede. De hecho, Rei me dijo:


-La familia de Kaoru tiene mucho dinero, es de renombre.


-Eso imaginaba.


-A Kaoru no le gusta alardear al respecto. Usa el auto de vez en cuando y en la Universidad no le gusta andar divulgando su apellido, como a la mayoría le encanta hacer.


-Es un tipo raro.


-No tienes idea.


Me pareció ver un ligero brillo en los ojos de Rei en cuanto pronunció aquella frase. Luego me miró fugazmente y me sonrió con dulzura. Es extraño hablar de dulzura en el rostro de un hombre, pero Rei era un chico sumamente guapo, de facciones muy finas y delicadas, por lo que no se podía aplicar otro calificativo.


-Llegamos- me dijo, tras varios instantes.


Bajó del auto, yo le seguí de cerca, dejándome guiar hasta un portón de madera tallada; era precioso. Rei habló por el intercomunicador, donde reconocí la voz de Kaoru al instante.


-¿Rei?- preguntó.


-Sí- respondió éste -Traje tu “encargo”.


-Espera. Ya voy.


¿”Encargo”? Esa palabrita no me gustó nada, mi rostro se torció en una mueca de enojo de inmediato. Rei lo notó y se rió de mí.


-Al chico no le gustó que le llamara “encargo”- dijo a Kaoru en cuanto éste salió.


-Tiene un pésimo carácter- dijo Kaoru, mirándome.


Rieron un rato más, hablaron sobre algo de la Universidad y Kaoru remató con una pregunta sobre Kaede.


-Estuvo enojado todo el día- dijo Rei -Es una mierda el tipo.


-Pobre- rió Kaoru malévolamente, al tiempo que me pasaba una mano por la cintura -¿Qué hará cuando se entere de que invité a un amigo a mi casa?


Se despidieron, permitiéndome zafarme del brazo de Kaoru. Cuando Rei se marchó en su flamante automóvil, Kaoru me hizo pasar al patio, tras lo cual la enorme puerta se cerró con un mecanismo automático. El patio parecía más un pequeño bosque que un simple jardín: árboles en ambos lados del camino oscurecían un poco el lugar. Frente a la casa yacía una enorme fuente en cuyo centro descansaba un ángel de cantera; era algo muy magestuoso.


-No acepto comentarios de ninguna especie respecto a este sitio- me dijo secamente cuando dejábamos la fuente atrás y comenzábamos a subir una ancha escalinata.


-No iba a decir nada.


Entramos a la casa, cuya decoración me dejó impactado, ya que constaba de mármol, en su mayoría. Mas como al dueño no le agradaban los “comentarios”, me guardé mis palabras de sorpresa y admiración. Atravesamos el amplio vestíbulo para llegar a unas escaleras, en cuyo principio me detuvo para preguntar:


-¿A dónde vamos?


-A mi habitación- respondió como si fuese muy obvio.


-Yo sólo vine por las dichosas fotos…


-Que están arriba, en mi habitación.


Me jaló de un brazo y me condujo escaleras arriba, donde caminamos por un estrecho pasillo que nos llevó a su habitación. Era una vasta estancia oscura, ya que todas las cortinas estaban corridas; una enorme cama de alta cabecera era lo primero que resaltaba a la vista; más allá estaba un escritorio y al otro lado estaba un restirador saturado de papeles. Sobre un caballete descansaba una pintura a medio terminar. Cuando estaba por acercarme a ella, Kaoru corrió a cubrirla con una manta.


-¡No puedes verla! Aún no la termino.


Me sobresalté y me dirigí al otro extremo del cuarto, mientras que él buscaba y rebuscaba en un closet. Tras mucho tumulto y ruidos secos de cosas cayendo, sacó un sobre blanco; lo revisó y me lo entregó.


-Todas están ahí- me aseguró.


-Bien, gracias- dije nervioso -Ahora me voy.


-No veniste hasta aquí sólo por esto, ¿o si?


Fue hacia mí para acercar su boca a mi cuello, respirandome sobre la piel, haciéndome estremecer. Antes de que tuviese oportunidad de besarme, me separé de él e intenté abrir la puerta. Sus brazos rodearon mi cintura y puso su cabeza junto a la mía. Mi cuerpo se paralizó por completo al sentir sus labios en mi oído izquierdo, para hablarme:


-Conseguiste novia, ¿no es así? Bien por ti.


-¿Qué tal tú?- espeté, volviendo a la realidad -¿Cómo está Kaede?


-No tan bien como tú.


Forcejeé, pero no pude evitar aquel beso que plasmó en mi cuello, con tal suavidad y precisión… Una oleada de placer me recorrió de pies a cabeza. El sobre con fotografías se me cayó de las manos.


-Bebamos algo- propuso.


Me soltó para abrir la puerta y salir. Bajamos hasta la cocina, en cuyos detalles ya ni me fijé. Preferí observar a Kaoru mientras sacaba cerveza del refrigerador y me di cuenta de que -muy a mi pesar- lucía bastante atractivo. Vestía pantalón negro, camisa blanca con las mangas dobladas y una corbata negra con un nudo flojo. Su negro cabello se esparcía por sus hombros y cubría su rostro; él intentaba apartarlo siempre, ya fuera con una leve sacudida de su cabeza o con un movimiento de su mano derecha.


-¿Me extrañaste?- preguntó de pronto.


-¿Extrañarte?- me burlé -Bromeas, ¿no?


-Entonces deja de mirarme así- se acercó a mí, me pasó una mano por la mejilla y añadió -Pareces un pervertido.


-¿QUÉ?


Pasó a un lado de mí con el paquete de cervezas, muy despreocupado, carcajeandose por su estúpido comentario. Le seguí muy de cerca, insultándolo.


-¿Cómo puedes TÚ hablar de perversión?- dije muy indignado.


-Cállate ya y pasa.


Me jaló del saco para hacerme entrar nuevamente en su habitación.


Tomó asiento en la silla de su escritorio, una de esas cómodas sillas de oficina. Sacó dos cervezas, me lanzó una y abrió la otra para sí. No pude evitar mirar la lata con cierto recelo, no acostumbraba beber alcohol.


-Se abre igual que cualquier otra lata- me dijo entre risas.


-¡YA SE CÓMO SE ABRE, IDIOTA!- vociferé.


-No me digas que no bebes.


Abrí la lata de inmediato, dejando que se escuchara el chasquido como una señal de que no debía retarme ni subestimarme, aunque sonara muy estúpido de mi parte. Dí un trago como si fuera la cosa más deliciosa sobre el planeta, ahorrandome mis gestos.


-Muy bien- aprobó -Siéntate.


Caminé hasta la cama, donde tomé asiento. No me sentía plenamente cómodo, mi cuerpo estaba algo acartonado, pero fingí soltura y tranquilidad. Bebí otro trago de cerveza para ver si lograba calmarme, y aunque primero no funcionaba, descubrí que de trago en trago todo cambiaba.


-¡Tranquilo!- exclamó Kaoru -Tengo más.


-¿Qué te hace pensar que tomaré otra? Sólo quiero acabarme esta para poder irme.


-¿A dónde?- dio otro sorbo a la cerveza.


-A mi casa.


-Nos tocan tres a cada uno- señaló, divertido.


-¡No tomaré más!


Pero lo hice, casi a la par de él. Bebía y bebía, sin dejar de mirar al misterioso y carismático sujeto que tenía frente a mí. Me platicaba detalles de su exposición fotográfica, me explicaba términos utilizados en el ámbito de la fotografía e incluso llegó a comentarme ciertos chismes referentes a Kaede. Le causaba mucha gracia recordar lo “pobre” que era a veces Kaede en la cama.


-No tienes vergüenza- señalé.


Dio un sorbo a la cerveza, lento y exquisito, tras el cual me miró fijamente; me sonrió. Yo estaba extasiado, sin poder comprender aquel gesto tan seductor.


-Me dijeron que hablaste con Victoria- dijo de súbito -¿Puedo saber de qué?


-De ti, para variar- dije, mirando mi lata.


-Perra…


Me causó cierta molestia la expresión que usó para referirse a su supuesta ex-novia. Mas era obvio que la detestaba porque no volvió a mencionarla. Muy al contrario, se quedó callado, mirando el suelo con expresión indescifrable. Un misterioso deseo me atacó, una voz en mi mente que me pedía a gritos que lo tocara; de pronto, todo mi cuerpo estaba exigiendo lo mismo. Para calmarme, pregunté como algo muy casual:


-¿Y tus padres?


-No tengo- respondió secamente.


-Mientes.


-Mi madre me dejó. Mi padre viaja.


Su tono fue especialmente cortante y amargo, lo que me dio a entender que no diría nada más al respecto. Cuando su mirada volvió hacía mí, había algo distinto e inquietante en ella. Dejó la cerveza en el escritorio, se levantó de la silla y se inclinó ante mí. Con una de sus manos me quitó la cerveza y con la otra me atrajo hacia él para darme un beso.


-Ya basta de charla- me dijo -Es hora de mostrarte a mi verdadero YO.


Me tumbó sobre la cama, sujetando mis muñecas con una fuerza increíble. Sus labios estaban plenamente unidos a los míos en un beso que se hacía más y más intenso. Podía sentir su lengua desatándose en mi boca, actuando como una loca provocación para mi propia lengua. De pronto, sus manos ya no sujetaban mis muñecas, las había soltado para poder acariciarme y dar total satisfacción a mis deseos más ocultos. Y a pesar de todo, a pesar de que mi cuerpo lo deseaba totalmente en aquel momento…


-Suéltame, Kaoru- pedí, comenzando a forcejear.


Su húmeda y lasciva lengua recorrió mi cuello, ahogando mis súplicas en un gemido que me destrozó internamente. Un enorme placer cubría cada centímetro de mi cuerpo, Kaoru parecía reconstruirme con cada caricia y con cada pasional beso. Mas aún sabía que no debía…


-Kaoru, quítate- volví a pedir, intentando apartar su cuerpo del mío.


-No- dijo tajantemente, mirándome con algo de crueldad -Me rechazaste una vez y no ocurrirá de nuevo.


-¿Es eso?- dije enojado -¿Sólo eso, estúpido? ¿Tu orgullo es demasiado frágil como para soportar mi rechazo?


-¡CÁLLATE!


Me golpeó un par de veces seguidas, haciéndome sentir un crudo dolor que comenzó a adormecerme. Después todo se hizo confuso, sentí como si hubiese pasado horas dormido y al despertar, Kaoru seguía allí, sobre de mí. Su cabeza descansaba sobre mi pecho, donde sus cabellos me cubrían. Sentía que me estaba abrazando, pero lo que más me sobresaltó fue oírlo sollozar. ¿Estaba llorando?


El primer impulso que tuve fue de levantarme, para arrojarlo de mi lado, pero mi cuerpo se negó a hacerlo. Me dolía la cabeza y quizá tenía un daño cerebral, porque a pesar de todo lo ocurrido, moví una de mis manos hasta colocarla sobre la cabeza de Kaoru.


-¿Estas bien?- preguntó al sentir mi mano.


-Me duele la cabeza- respondí seriamente.


-Perdóname- pidió, con su voz transformada por el llanto; no dejaba de ser una voz grave, pero el dolor se reflejaba en ella.


Al darme cuenta de lo real de su llanto y su abatimiento, tuve ganas de contemplarle, sólo para saber que estaba con un humano normal.


-Levántate- le pedí.


Para aumentar mi sorpresa, Kaoru obedeció: liberó a mi cuerpo del peso del suyo, quedando sentado en la cama, ante mí. Su rostro estaba pálido, sus ojos azules prodigaban lágrimas que mojaban sus mejillas. No me miraba, prefería evitarme, quizá por vergûenza.


-Vete- dijo con voz sombría -No debo hacerte daño.


Mas yo me quedé allí sentado frente a él, contemplando sus lágrimas y su cabello revuelto. Insistió con más fuerza.:


-¡Vete!


-No quiero- dije serenamente.


-¡¿Qué quieres entonces?!- dijo exasperado, limpiándose las lágrimas toscamente.


-Quiero verte así.


-¡Bien, contempla mi humillación!


-Contemplo a tu verdadero Yo. Es hermoso.


Me miró de súbito, con una mezcla de sorpresa y emoción que le arrancaron todavía una lágrima más. No le sonreí, siento que ni siquiera mostré ternura, pero sequé su llanto con el dorso de mi mano, ante su atónita mirada. Su cuerpo estaba rígido, indeciso por lo que estaba sintiendo.


Yo no había encontrado nunca tan hermosa a una persona e hice patente mi debilidad al respecto. Siguiendo a mis “ocultos” deseos, tomé el rostro de Kaoru entre mis manos y le dí un beso, el más tierno, el más suave y quizá el más sincero de todos los que había dado en mi vida.


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).