Había pasado un mes y unos cuantos días desde la declaración de Jun. Ambos habían mantenido la relación en algo casual, extremadamente casual. Seguían viéndose casi que a diario, pero todo era por trabajo. Se suponía que el mes sería “suave” porque no tenían tantos eventos programados, pero una cosa es lo que piensa el burro y otra quien lo arrea.
Los eventos de sus superiores, D, y múltiples conciertos en solitario e incluso con más bandas, habían convertido su tiempo libre en nada. Pero por fin llegó el día final de la gira metropolitana: 17 de Noviembre. Era un día especial, no sólo por el hecho de que era fin de tour, ni porque después tendrían un respiro, sino porque Jun cumplía 30 años de vida.
- Wow, las fans están muy emocionadas –comentó Toya, que veía la fila que se formó para entrar a la sala de conciertos.
- ¡Claro! ¡Su guitarrista favorito cumple años! –Toya vio a Jun con cara de pocos amigos.
- Gracias –dijo con sarcasmo.
- De nada –y Jun no dejaba de sonreír. Definitivamente estaba muy animado ese día. Toya se limitó a bufar.
Era mejor verlo sonreír que deprimido porque estaba entrando a los temidos 30s.
- ¿Ya vieron todos los arreglos que enviaron? Muchos están hermosos –debido al amor por los perfumes de Shingo, este se había quedado embobado con todas las flores.
- Sí… -susurró Jui, que estaba sentado en la silla donde el staff de maquillaje y peinado trabajaban.
- Jui-san, ¿Por qué tan de mal humor? –preguntó Shingo. No era usual ver al cantante así.
- Me duele un poco el cuerpo… -apenas Jui dijo eso, Jun lo vio directamente y rio solo. El castaño le dirigió una mirada feroz y lo ignoró por el resto de la charla.
Luego de mes y varios días de relación sin tiempo para intimar, Jun le había pedido un regalo especial al mayor.
Definitivamente Jui no olvidaría el pequeño detalle de que tuvo sexo con el guitarrista… En un baño… Mejor aún: en el baño del camerino que compartían con el resto de la banda y staff. El cantante aún no entendía como había accedido a eso… O cómo fue que no los descubrieron. Esa idea que tenía Jun de pasar su cumpleaños pidiendo cualquier cosa le estaba saliendo más costoso que ir a comprar una joya exclusiva. Aunque debía ser realista; la situación se dio por su culpa también.
El no haber pensado en un regalo decente para el guitarrista lo había llevado a hacer la pregunta del millón: “¿Qué quieres de cumpleaños?”.
El menor, sin pensarlo dos veces, le respondió con un simple: -A ti.
- ¿Qué? –¿Había escuchado bien?
- A ti, ahora.
Y es que esa petición tuvo que ser formulada en ese instante.
Justo estaban los dos solos, y todo se prestaba para tener la “seria” conversación.
Jui se había quedado en silencio por estar imaginándose la escena, pero volvió a la realidad cuando Jun se acercó a él para besarlo.
Esos labios podían convencer hasta a la persona más recta del mundo. Debía admitirlo, el menor era un experto en los besos.
Anteriormente, se habían besado en los conciertos pero jamás y nunca se podían comparar esos besos del fanservice con los reales que compartían ahora.
Después de unos segundos, el menor arrastró a Jui consigo hasta el baño. Entraron y de una, Jun pasó el seguro de la puerta. De algo debía servir eso.
Jun alzó al castaño y lo sentó sobre el lavamanos de cerámica azul que se encontraba allí. Con lentitud, comenzó a besarle el cuello hasta llegar al hombro que la camisa dejaba al descubierto.
El pelirrosa prestó atención a las reacciones de Jui, sin descuidar lo que hacía. Sus manos iban recorriendo el torso del mayor, delineando la marcada cintura que el contrario poseía. Sintió como se estremeció cuando una de sus manos se coló debajo de la camisa. Jui era realmente sensible cuando se trataba de su cuerpo. El menor sabía que Jui temblaba fácilmente si le tocaban en la parte interior de sus deseables piernas. Era como tener un gatito a su cuidado.
Sin nada que temer, el guitarrista se aventuró a quitarle la camisa. Menos mal que aún no se habían puesto la ropa del concierto. Lo matarían si tirase la pieza al suelo como hizo con la sencilla camisa gris del mayor.
Continuó explorando la piel del castaño, y ya para cuando la excitación de ambos había aumentado, tomó a Jui por la cadera, lo bajó de la improvisada silla y lo desvistió por completo.
Jui se sintió un poco frágil y expuesto, la mirada que Jun le daba no lo tranquilizaba… Y mucho menos cuando se relamía los labios.
- Veo que estás tan caliente como yo… -susurró el más alto en la oreja de Jui justo antes de morderle el lóbulo- Nee… Jui… Quiero entrar en ti… ¿Me dejarás? –el mayor no dijo nada. Tan sólo se dio la vuelta y apoyó sus brazos en el lavamanos, dejando su prieto trasero un poco alzado.
La vista de Jui así, desnudo, totalmente excitado y restregando su trasero frente de él, sin pudor o pena alguna, hizo que Jun se calentase aún más. Bajó la cremallera de su pantalón y sacó su muy excitado miembro.
Hace dos semanas lo había hecho por primera vez con el cantante y se sentía igual de caliente que en ese momento.
Comenzó a entrar lentamente. La sensación que el castaño le daba no iba a ser superada por nadie.
Jui emitió un sonoro gemido por culpa de la intromisión, le había dolido un poco. Y eso era culpa del menor, no lo había preparado para nada. Sin embargo, el dolor comenzó a ser sustituido cuando el pelirrosa comenzó a masturbarlo.
Al sentir que el cantante ya estaba más relajado, Jun comenzó a penetrarlo con lentitud, disfrutando del placer que le brindaba cada estocada.
Los gemidos de Jui comenzaron a escucharse.
- Nee, Jui… Si sigues así, nos descubrirán –dijo el pelirrosa sólo para fastidiarlo. Pero nunca contó con que Toya y Shingo los buscaban.
- ¿Has visto a Jui? –se escuchó la voz de Toya.
- No. Ya va siendo hora de practicar –contestó Shingo. Y era cierto, debían ir al ensayo.
- ¿Saldría a fumar?
- Con todas las fans que hay, lo dudo…
Si el par que estaba intimando podía escuchar la conversación del guitarrista y el bajista, los gemidos del mayor también podrían escucharse afuera. Pero eso no detuvo las estocadas de Jun.
- Aquí no está –dijo Toya, resaltando lo evidente.
- Vamos a buscarlo… -propuso el mayor.
Eso fue lo último que escucharon. El resto de la conversación se la perdieron porque el pelinegro y el castaño salieron del camerino.
- Continuemos con esto –dijo Jun, aunque en ningún momento se había detenido.
El mayor alzó la cabeza y vio el reflejo de lo que pasaba en el espejo. No sabía si era la adrenalina de estar haciendo eso en un lugar público o el panorama que veía a través del espejo, pero un factor nuevo le estaba haciendo disfrutar aún más esta tanda de sexo. Sonrojado, con el flequillo pegado a su piel por todo el calor que hacía allí dentro, y poniendo una expresión que ni él sabía que podía hacer.
Esos factores más las múltiples penetraciones que el menor le brindaba, lograron que se corriera, ensuciándose a sí mismo con su propia semilla y el pantalón que el pelirrosa le había quitado.
- Me voy a correr –dijo Jun entre cortos gemidos. La entrada de Jui se había puesto más estrecha y esa presión lo llevaría a los cielos-. Jui, ¿adentro o afuera? –preguntó por mera formalidad.
- ¡¿Eh?! Ni se te ocurra hacerlo adentr-
El pelirrosa ni lo dejó terminar le oración. Había llegado al tan ansiado orgasmo, y por supuesto, no le pudo hacer caso al mayor.
Jui sintió como su interior se llenaba del semen de Jun. Esto le había molestado.
“¿Cómo hago ahora?” pensó ya que no había una ducha en ese lugar.
- Lo siento –susurró el guitarrista mientras salía del interior de su amante. La entrada de Jui goteaba parte del semen, dejándole una vista muy sensual al pelirrosa.
- Te dije que adentro no…
- Lo siento –repitió. Ya ambos habían controlado la respiración. Jun atinó por abrazar al mayor para luego besarlo con mucho cariño.
- Debiste ponerte un condón… -pero el mayor seguía con el regaño.
- Lo siento.
- ¿Eso es todo lo que dirás?
- No, esto también diré: Te quiero, Jui. Gracias por ser mi mejor regalo –le dio un corto beso y luego una gran sonrisa.
- Idiota… -el castaño lo besó. Esas palabras le habían gustado-. Feliz cumpleaños.
- Gracias… -continuaron compartiendo besos hasta que recordaron que los buscaban por cielo, mar y tierra.
- Sal… debo limpiar esto –ordenó el castaño.
- ¿Eh? Te ayudo –diligentemente, Jun se había ofrecido pero terminó agarrando el trasero del mayor sin pena alguna.
- ¡No! –exclamó el cantante al sentir esas manos en la zona que ya había dejado de ser privada.
Luego de una pequeña discusión sobre si Jun se quedaba dentro del baño o no, y de que Jui resultara ganador, por fin el cantante salió con la ropa casi pulcra… Casi… Su pantalón tenía unas misteriosas manchas que él alegaba que fueron hechas con crema de un bocadillo.
Continuaron con la rutina normal, pero Jui escapaba de cualquier contacto visual con el guitarrista. Y es que… Lo había hecho en un baño… Pero nadie, más que ellos dos, lo sabría.
Ni el detalle que ambos lo disfrutaron. Y con creces.
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