“Mis lágrimas caen silenciosamente
El lado izquierdo de mi corazón duele
Sin fallos, vienes a mí nuevamente
La cruel y fría añoranza.”
En la fría habitación, con la lluvia cayendo de fondo, Junghwan vuelve a tomar un gran trago de agua. Era lo único que podía tomar desde que había caído en aquél hospital. Volvió a hacer lo mismo dos veces más hasta terminarse su vaso.
Inhaló antes de prender la televisión pequeña que se encontraba en una de las esquinas, blancas y frívolas, de la habitación. Lo único que pasaban en las noticias era ese accidente… su accidente. Vuelve a tomar aire, porque sabía que si se ponía a llorar de nuevo seguramente no pararía hasta que alguna enfermera viniera y le diera a tomar otra de sus “pastillas para dormir”.
Una semana entera se la pasó, prácticamente, drogado gracias a esas pastillas, porque cada vez que recordaba qué había ocurrido, no lograba calmarse. Toda esta semana no había probado bocado alguno, había bajado exactamente 10 kilos… y eso no estaba bien, no para una persona de su edad y/o altura.
Su accidente no fue tan grave, pero el problema psicológico que se quedó… ese si era duro. Tomó un poco más de aire antes de apretar el botón que se encontraba junto a su cama. La enfermera llegó, desconectó la televisión y fue por el vaso de agua que él había pedido.
No dejaban que Junghwan mirara la televisión, según el hospital, él solo sabía que había tenido un accidente y que había terminado así. Y era mejor que solo eso supiera.
¿Por qué querrían que cargara con la culpa de que su “mejor amigo” había muerto en aquél accidente? ¿Por qué dejarían que Junghwan se mata por dentro solo por la tristeza de perder a lo más importante que tenía? NADIE, ni su familia ni sus otros amigos hablaban, ni hablarían, de Cha SunWoo frente a Junghwan.
Pero Junghwan, en el fondo de su corazón, sabía que alguien faltaba... ¿pero quién? Él no sabía su nombre, ni su edad, ni siquiera sabía si existía o no… pero recordaba su cara, cada noche soñaba con él. Tal vez esa era la razón por la cual siempre hacía escandalo para que le dieran aquella pastilla; porque en el mundo de los sueños junto a él, al que todos conocían como SunWoo, era feliz.
Porque en su mente habían momentos que Junghwan creía relevantes donde solo SunWoo estaba. Besos, abrazos, caricias… palabras, promesas y alegrías.
Junghwan llora, pensando en que necesita volver a dormir para estar con él. Quiere, pero ya no tiene sueño… ni hambre… solo tiene frío, y se dedica a hacer que su mente se esfuerce para recordar quién es él, donde está… y por qué no está a su lado.
La enfermera viene y le da su pastilla, cansada de escuchar los lloriqueos del contrario. Junghwan agradece mentalmente su falta de tacto y comprensibilidad con los pacientes, pero su cara no tiene mueca expresiva. El solo quiere dormir y estar con el chico de las paletas grandes y tiernas.
“La última vez que fuimos a una cita
Las últimas palabras que me dijiste
Todavía permanecen como una cicatriz
Un trauma que no puede ser borrado”
Hoy, 16 de enero, ha pasado ya un mes desde que Junghwan está en el hospital. Ha subido cuatro kilos en estas tres semanas gracias a que el joven de las paletas grandes y tiernas, en su sueño, le dijo que no se abandonara o él no se lo perdonaría. En ese sueño, Junghwan tenía el cabello castaño oscuro; su cerebro, que aunque no avanza ayuda, le ha dicho que seguramente fue antes de que se tiñera de violeta el cabello, mucho antes del accidente. El violeta de su cabello se ha convertido en un lila muy poco notorio, ha de ser el tiempo.
Hoy, como todos los jueves, sus “amigos” (él no los recuerda, pero se nota que son sus amigos por todo lo que saben) ChanShik y Jinyoung han venido a visitarlo, trayendo galletitas que, según ellos, eran las favoritas de Junghwan.
Junghwan, ahora, odia esas galletitas, pero sonríe falsamente y se las aguanta. Algo le dice que ambos chicos son novios, pero no acota. Y, como siempre, ha tratado de sacar un poco de información… sus sospechas de que le ocultan cosas han crecido desde que una joven de cabellos negros ha venido diciendo que era la prima de un tal “Baro” el cual, tal parece, había sido su pareja en un pasado no tan lejano.
Junghwan entrecierra sus ojos por las miradas cómplices que aquellos chicos se mandan. Demasiado es no recordar nada más que su accidente para que le estén mintiendo.
— ¿Por qué no me dicen quién es Baro?
— Porque no sabemos quién es…
— Es imposible que no sepan quién es y que sean mis mejores amigos.
Ambos se quedaron en silencio por unos segundos, hasta que el más joven, ChanShik, se decidió a hablar.
— Baro era tu novio, en realidad se llamaba Cha SunWoo.
Era él, era con el que Junghwan había soñado… lo sabía, porque ese sobrenombre raro quedaba perfecto con su cara tan hermosa. Sonrió ampliamente, sintiendo su corazón golpear con su caja torácica, era obvio que era él.
La hora de la visita terminó y ambos se fueron, dejando a un feliz Junghwan pensando en aquel chico… de su boca, solo salió una palabra… un sobrenombre en realidad…”Baro”.
“Recuerdo que solíamos ser felices
Pero el amor es como el agua y el fuego
Me di cuenta de esto muy tarde
Se siente como si estuviera siendo castigado por no hacerlo bien
Esto es suficiente por lo que sólo hasta el sol salga en la pronta mañana
Esperaré por ti hasta que vengas”
Junghwan no pudo dormir esa noche, ni la siguiente, ni la siguiente a esa… porque lo esperaba. Dejo de alimentarse de nuevo, solo tomaba agua porque pensaba en la posibilidad de que SunWoo podría llegar y verlo comiendo… realmente no era un buen encuentro.
Pero las semanas pasaron, ya era el segundo mes para Junghwan allí… y Baro no había llegado. Perdió seis kilos, su piel ya no era tenía color y las bolsas bajo sus ojos por poco llegaban hasta sus labios. Aún no entendía, si todo lo que recordaba con SunWoo era puro amor y alegría, ¿Dónde estaba él?
Tampoco entendía por qué su familia lo había ocultado, ¿para qué? ¿Qué había ocurrido antes de aquél accidente para que SunWoo ya no lo quisiera? La prima de SunWoo no había vuelto, y Junghwan no podía convencer a sus amigos para que la llamaran.
¿Por qué el mundo era tan cruel? ¿Por qué solo el sufría? (o al menos, eso creía él, pero todos pensamos que siempre somos los únicos en sufrir… así que, ¿por qué culparlo?) ¿Por qué SunWoo no lo amaba? ¿Por qué su corazón y su mente se complotaban para matarlo con cada recuerdo?
Era martes, tocaba la visita de su madre. Ni hola le dijo que Junghwan ya estaba hablándole.
— Quiero verla, a HyungMin, estoy cansado de no saber nada. Necesito, lo necesito, quiero saber que le paso a Baro… ¿dónde está? ¿Por qué no está conmigo? No puedo con esto, me está matando por dentro.
— Junghwan, hijo…
— ¿Qué? ¿Cuántas veces tengo que salir herido para tener una respuesta?
“¿Cuándo vas a saber que mi corazón se enamoró eternamente?
¿Cuántas veces, cuántas noches, cuántos días tengo que sufrir para que vuelvas?
Te odio, tú que sigues sonriendo dentro de mi billetera
Ahora, por favor, desaparece…esa es una mentira que ni siquiera quiero decir”
— Baro está muerto.
Fue algo instantáneo, su cara palideció aún más (aunque no creía que eso fuera posible), sus ojos se cristalizaron… y sintió como si su corazón dejara de latir… aunque sabía que aún seguía funcionando, no tenía razón alguna para ello. Levantó la cabeza, tomando un poco de aire e inflando sus mejillas, las lágrimas comenzaron a recorrer su cara. Lo sabía, lo contaba como una posibilidad… pero no quería aceptarlo, él quería ser feliz. Cerraba sus ojos pero lo seguía viendo, aunque no quería… lo recordaría por siempre.
Apretó el botón rojo junto a su cama y pidió otra pastilla, dormir iba a ser la única forma de ser feliz… otra vez.