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You're my BABY por Misa Tsukamoto

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Notas del capitulo:

Holaaa~~ BabyA al mano <3 Misa no se siente bien, por eso el cap ha tardado tanto hoy. Tuve que buscarlo entre mis cosas a ver si no lo habia borrado en una limpieza <3 pero aquí está. 

Mordía la uña de uno de sus dedos mientras su mirada se mantenía fija en un punto inexistente; sus pensamientos volaban a toda velocidad, mientras su mente intentaba procesar aquello que la persona que estaba frente suyo le decía.
«Yongguk hyung me besó»
Le miró de frente unos segundos saliendo de su estado hipnótico.
« ¿Hyung te besó?»
Pronunció con voz suave.
Daehyun asintió; si Youngjae no había oído mal su amigo le estaba contando que Yongguk le había besado, y no sólo eso sino que últimamente el mayor le miraba de una forma distinta, con mirada serena y penetrante como si su alma quisiera conectarse con la de él.
Al parecer, si había escuchado bien, Daehyun se dio cuenta de que quizás sus posibilidades con el mayor no fueran tan bajas, y posiblemente tuviera una oportunidad. Youngjae lo pensó y en su cabeza los engranes comenzaron a funcionar dando una idea por válida; sólo había una explicación para ello y era que Yongguk se había enamorado del autor de sus cartas anónimas, entonces, Yongguk amaba a Daehyun desde antes de saber que era él.
Y llegó a esa conclusión gracias a su memoria que recordaba cómo el mayor se enfurecía cuando creía que era una broma; para alguien que se enfada tanto sólo puede albergar miedos en su corazón y ese miedo era que aquella persona que le amara no existiera…

Y ahora con aquel razonamiento y las palabras de su amigo diciendo que no se rendiría para conquistarlo Youngjae sólo podía hacerse una pregunta… ¡¿Qué demonios hacía Daehyun sentado frente a él en vez de estar con Yongguk?!
Se levantó un poco de su asiento y golpeó la cabeza del mayor; Daehyun se encogió en el asiento y frunciendo el ceño le preguntó qué demonios le pasaba. ¿Acaso no era obvio?

« ¡¿Qué diablos haces aquí?! ¡Vete a la empresa con Yongguk ahora! Él te ama, idiota»


Daehyun recordaba a Youngjae así, y ahora que observaba por la ventanilla del taxi que le llevaba a la empresa aquella última frase se repetía incansablemente en su mente, dibujándole una sonrisa tonta de enamorado en su rostro radiante de esperanzas. ¿Yongguk le amaba?
Cuando Youngjae le explicó por qué pensaba que le amaba Daehyun vio todo más claro, por sus cartas había llegado al corazón del mayor y era obvio que si Yongguk se había enamorado de su admirador anónimo sus sentimientos no cambiarían de un momento a otro, quizás sufrió un shock al enterarse de que era su compañero quien escribía las cartas y le amaba, pero aun así se notaba que algo dentro de Yongguk era diferente.
Y es que el mayor ya se había dado cuenta de que Daehyun y su admirador eran la misma persona, no importaba que fuera su compañero, que parecieran dos personas distintas o por lo menos Yongguk en un pasado hubiera querido que lo fueran, ya nada de eso importaba porque Yongguk había asimilado que eran la misma persona y recién ahora se estaba dando cuenta de que estaba enamorado de Daehyun… muy a su pesar le amaba.
Pero temía tanto lastimarle… en el pasado muchas veces cometió errores y para él su más grande error fue decirle a Himchan que el amor no existía.
No era que no creyera en el amor, pero en ese momento lo único que quería era sacar a su amigo de la depresión en la que estaba cayendo y no se le ocurrió otra forma más que decirle aquello. Jamás pensó que Himchan lo tomara tan a pecho, que arruinara su vida amorosa convirtiéndose en un mujeriego que no creía en la magia del amor y que poco a poco fue arrastrando a Yongguk a su idea; había creado una mentira para su amigo y por cosas del destino esa mentira le terminó absorbiendo, creyéndola él también.
¿Qué el amor no existía? Extrañamente Yongguk comenzó a pensar eso.
Y hoy tenía tanto miedo de ilusionar a Daehyun y fallarle como le falló a Himchan intentando ayudarlo a salir de su crisis amorosa… temía tanto cometer un error y que Daehyun terminara arruinado como una vez Himchan lo estuvo, que terminara devastado y que, por acontecimientos diferentes terminara negándose al amor como Himchan lo hizo.
Pero no se daba cuenta que la diferencia era enorme, Himchan no lo amaba a él pero Daehyun sí; él no podía hacer que la pareja de Himchan en ese tiempo remendara sus errores, pero siendo él si podía ayudar a Daehyun si las cosas no funcionaban, podía intentar arreglar todo lo que fuese que saliese mal… pero Yongguk tenía tanto miedo de dañarlo que era incapaz de ver aquello.


Daehyun bajó del taxi al llegar, se paró frente al edificio y dirigió su mirada al piso donde sabía que se encontraba su amado. El corazón le latió con fuerza y las piernas le temblaron un poco.
No sabía qué sucedería allí dentro, pero tenía por seguro que ésta vez sería diferente, lo intentaría todo, pondría las cartas sobre la mesa y dejaría que Yongguk se encargara del resto; la suerte estaba echada y sólo Yongguk podría decidir si Daehyun se arriesgaba o se frenaba hasta esperar un poco más.
Bajó la cabeza con aquel pensamiento y caminó recto hasta el lugar preciso en el que sabía que le encontraría; pero cuando llegó se sorprendió de no verlo, se suponía que Yongguk estaba trabajando allí, pero al parecer no estaba.

Le buscó por otros pasillos de la empresa, abrió varias puertas y cuando por fin lo encontró en una de las salas de la empresa sonrió. Yongguk estaba allí, de pie con una botella de agua en una de sus manos y en la otra varias hojas; una remera negra, ancha y grande, el pantalón del mismo color, holgado. Su rostro era serio pero sereno, tranquilo como si el estrés no existiese en su vida, a pesar de que Daehyun sabía que sí; la mirada que le regalaba a su lectura era tierna, y sus labios parecían frescos como el pétalo de una flor en primavera; su perfume inundaba la habitación, ¿o sería el desodorante? Daehyun negó mentalmente, eso no importaba, lo importante era que su aroma característico llegaba hasta él, invadiendo su alma. Porque sí, muchos hombres podían usar ese mismo perfume, la misma marca, o lo que fuese, pero sólo él tenía ese aroma, era diferente a los demás y eso hacía que cada vello del cuerpo del mayor se erizara junto a su piel.

– ¿Te quedarás ahí sin decir nada? – Preguntó su voz grave dejando la botella y los papeles sobre un escritorio de la sala. Daehyun pareció volver a la realidad.; le miró sorprendido y sonrió negando.
– Pensé que no me habías visto, no quería incomodarte. – Dijo algo cohibido entrando y cerrando la puerta tras de sí.
Yongguk ni siquiera había desviado la vista hasta él, pero pudo reconocerlo y saber que estaba allí parado, observándole; como si tuviera un sexto sentido.
– No incomodas si entras, pero si te quedas mirándome sin decir nada… me pones nervioso, es como si me espiaras. – Su voz era seria, al igual que su rostro y el temor cubrió el cuerpo del menor como un manto frío cayendo sobre él.
Se sentía un poco culpable ahora, ¿estaría Yongguk enojado?

No tuvo tiempo de preguntar esa idea que por su mente pasó, porque por fin el otro desvió su rostro hasta Daehyun, le miró con aquellos profundos ojos negros, esa mirada que destilaba calidez, era como si le abrazara con su mirada, le protegiera en su pecho…
Y su sonrisa… la sonrisa que le regaló en ese momento era un sueño, su blanca dentadura resplandeciendo, amplia y llamativa; no se veían sus encías como muchas de las veces en las que sonríe, porque era una sonrisa tranquila, calma; Daehyun se sintió derretir en el mismo momento en el que la vio, era cautivadora. Yongguk no podía estar enojado si su rostro expresaba todo lo contrario.
Sintió calor en su pecho y sus mejillas parecieron colorarse, estaba comportándose tímido ante el mayor y eso no le ayudaría si quería jugarse a fondo.

– No te espió… aunque ganas no me faltan. – Confesó con una pequeña risa divertida.
Y si la sonrisa de Yongguk era capaz de derretir a Daehyun, entonces la sonrisa de éste era capaz de producir el mismo o un más fuerte efecto que ese en Yongguk. El corazón del mayor latía acelerado y carraspeó un poco para evitar que se notara su languidez repentina que estaba sintiendo en el cuerpo.
¿Estaría enfermo? Creía tener hasta ganas de desmayarse, pero no, todo tenía que ser producto de ese hombre frente a él… ¿Tanto le había conquistado sus cartas?
– ¿Going crazy? – Bromeó y Daehyun rio con su risa angelical como la describió Yongguk en ese momento; mientras daba unos pasos para quedar más cerca del mayor.
– Si pudiera raptarte solo para mí… sí, no me importaría volverme loco. – Dijo regalándole una mirada llena de brillo.

Yongguk dio unos pasos más y los cuerpos frente a frente se vieron fijos con miradas que iluminaban incluso a la noche más oscura que existiese. La sonrisa boba estaba en el rostro de un Daehyun esperanzado, y Yongguk… ¿para qué fingir? Si su rostro dejaba en evidencia lo que antes Youngjae le había dicho a Daehyun.
Jamás pensó el menor que fuera tan fácil que se diera aquel ambiente mágico, adecuado para poder confesarse otra vez, pero, en ese último tiempo la verdad era que cuando ellos dos estaban solos su entorno de inmediato se transformaba en mágico.
Pero el miedo estaba en el corazón de Yongguk…
Aun así no fue capaz de frenar sus impulsos, otra vez había caído en los labios de Daehyun, como un imán que le atraía, ni siquiera estaba seguro de que fueran polos opuestos, pero cuando aquellos labios tocaban los suyos el mundo dejaba de existir, y la física ya no tenía sentido para él.

Otra vez Daehyun estaba en el paraíso, dejándose llevar por el beso de Yongguk, que de inmediato tomó el mando y él sólo se entregaba con su corazón abierto al mayor; los labios de Yongguk volvían a ser como la dulce miel sobre los suyos, suaves, dulces y adictivos.
Cerró sus ojos e inclinó su cabeza cuando el mayor le abrazó, no fue un abrazo separado, le había estrechado contra su cuerpo, sus brazos le rodeaban por completo la cintura y había pegado cada parte de él a la anatomía ajena. Creían poder escuchar los latidos fuertes de sus corazones mutuamente, y las respiraciones se volvían aceleradas a falta del aire; Daehyun rodeó con sus brazos a Yongguk, sus manos llegaron a la espalda del mayor y la acarició subiendo éstas lentamente en una caricia, hasta llegar a la nuca y enredar sus dedos en el cabello ajeno.
El paraíso se volvía aún más grande frente a su mirada dormida; le estaban arrebatando la vida en un beso, embriagándolo de su olor, emborrachándole de sus labios y derritiendo todo su cuerpo en caricias en su espalda; Daehyun no podía estar más a gusto.

Y de pronto, todo terminó, Yongguk se separó de él como si hubiera estado besando a un fantasma, y ese fantasma no era cualquiera, era el fantasma del temor, del miedo a dañar al otro… ¿acaso su corazón no podía amar sin temor?

¿Amar?

¿Entonces el amor existía?

– Por favor no… no lo hagas. – Rogó el menor, sus labios hinchados del beso eran una fruta tentadora puesta frente a sus ojos para cegarle por completo.
Y ésta vez, desesperado y angustiado, con el alma colgando en un hilo de su cuerpo frío; Daehyun se lanzó con todas sus posibilidades ante Yongguk. Le tomó del rostro con ambas manos, las palmas abiertas en los costados de su cara, topándole sus ojeras y le besó, como si no hubiera mañana, como si el mundo fuera a terminar, como si ésta fuera su última posibilidad; impidiéndole escuchar las voces del temor.

Yongguk se sintió como un hombre frente a la famosa Medusa, creía haber visto sus ojos de frente en persona; su sangre se heló y se creyó de piedra cuando Daehyun actuó de aquella manera. ¿Le había rogado?
Y ahora se daba cuenta de que todo lo estaba haciendo mal, él lo quería… el amor al parecer sí existía, porque él lo había pensado hacía unos momentos; y Daehyun le quería a él, le amaba, se lo había demostrado en cada letra de su carta, y luego en cada mirada que le regalaba, en ese beso que una vez le robó y en su optimismo aun cuando él le rechazaba. ¿Por qué se negaba entonces? ¿Por temor a lastimarle? Pero… ¿acaso no le estaba lastimando más negándose al amor que él le regalaba?
Cuando uno obsequia algo, no es lindo que no te lo acepten…

Era un tonto si seguía rechazándole, porque si Daehyun había llegado al punto de rogarle entonces ya estaba bastante lastimado, lo único que hacía era jugar con él y eso lo dañaba.
Sonrió, como tonto sonrió durante el beso y por fin su estado de piedra se fue, cerró sus ojos entregándose a sus emociones, Daehyun era esa persona que escribía sus cartas, Daehyun era quien le había enamorado, y él, él no tenía más que agradecerle aquello; porque gracias a él estaba saliendo de aquella mentira que él mismo en un pasado creó, estaba creyendo otra vez en el amor.
Le abrazó con fuerza otra vez de la cintura y correspondió al apasionado beso, no fueron necesarias las palabras para que Daehyun comprendiera que ahora Yongguk le correspondía realmente, que no era otro más de sus impulsos, ahora le estaba dando una oportunidad, una que el menor no se atrevía a dejar pasar.
Las manos de Yongguk se extendieron en el cuerpo ajeno y bajaron acariciándole; llegó a su trasero y ejerció algo de fuerza obligando así al menor a saltar sobre él. Daehyun le rodeó con las piernas las caderas sin cortar el beso; abrazó su cuello aferrándose a él para no caerse y los pasos del mayor condujeron sus cuerpos hasta el sofá amplio de la sala.

Arrojó así al menor sobre el cuero de aquel sofá, su cuerpo quedó extendido sobre él y Yongguk se preguntó qué estaba haciendo en el momento en que vio los labios hinchados, las mejillas sonrojadas y ese cuerpo entregado sobre el sofá, con mirada pícara que le gritaba en silencio que no huyera de allí.
Pero las preguntas quedaron en el olvido; no quería frenarse, quería hacerle caso a aquello que el menor pedía sin palabras. Se acomodó sobre él y continuó el beso que había sido cortado cuando le depositó en el sofá, acarició sus costados por sobre la ropa y se enredó en sus piernas perdiéndose en el deseo que surgía desde su vientre en aquel momento.
No lo había pensado hasta ese momento, pero Daehyun podía ser, además de hermoso, excitante.

Y si Daehyun creía que con un beso antes estaba en el paraíso, entonces ahora no sabía cómo llamar a la experiencia que estaba viviendo con Yongguk sobre su cuerpo, con esas fuertes manos suaves que se adentraban bajo su camisa y tanteaban su piel como si esta quemase con sólo el tacto de la otra persona, lo cual era muy posible tratándose de que ésta persona era Yongguk, el hombre que él amaba. Casi pierde la respiración cuando los labios ajenos bajaron por su cuello, lo hizo suyo en un momento, con mordidas leves que seguro dejarían marca como si llevase un código o un tatuaje que advirtiera que era de su propiedad, besos mojados y su lengua que se paseaba por la piel recorriendo caminos hasta su oreja; en la cual luego depositó algunos besos suaves.
Esa mezcla era perfecta, el salvajismo de sus mordidas, la perversión de su lengua y la ternura de sus besos.
Sus manos tampoco se quedaron quietas, se adentraron a la ancha remera del mayor por debajo de ésta y las manos tocaron aquel fuerte abdomen que muchas veces había visto y deseado, arañó un poco y sus manos pidieron permiso a la prenda de color negro para seguir subiendo, tocó sus pectorales y sus palmas rosaron los pezones que rápido se irguieron. Yongguk soltó un suspiro y dejó que Daehyun quitara su remera ayudándole; la boca pareció hacérsele agua al menor, su hombre arrodillado sobre él, con el pecho desnudo, fuerte y bronceado, con la piel perlada como si ésta fuera de loza. Quería tocarlo, quería perderse en los surcos de sus abdominales, en cada centímetro de su piel…
El menor se irguió un poco y sacó su lengua paseándola por la línea del ombligo del mayor, Yongguk le miró serio, con sus ojos ya nublados por la excitación y Daehyun agradeció al cielo éste hecho, pues ahora estaba seguro que no se levantaría en cualquier momento arrepentido para irse.

El mayor se sentó sobre las rodillas ajenas y Daehyun pudo alcanzar su pecho, sus dientes apresaron uno de los pezones ajenos y le miró inocente como un gato que cometía una travesura y no quería ser castigado; el mayor llevó sus manos a la cabeza ajena y acarició su cabello, adentrando sus dedos en éste, era una caricia tranquilizadora, que calmaba los nervios que el menor sentía en aquel momento; puso todo de sí para estimular los pezones de Yongguk, los mordió, los jaló con los labios e hizo círculos con su lengua sobre éstos, y como tenía sus ojos cerrados se sorprendió de ver que ya no los tenía frente a él; otra vez el mayor se había erguido arrodillado, y ahora todo el abdomen que él había querido besar estaba allí, frente a su nariz; lo lamió, y luego repartió besos que se transformaron en fuertes chupones que seguro pretendían dejar marcas llamativas; una mordida por aquí y otra por allá, no podía estarse quieto, no teniendo a ese hombre frente a él, con su tersa piel salada sirviéndose en bandeja ante sus ojos y su boca.
Las manos de Daehyun acariciaban el costado de las piernas del mayor y subían lentamente, llegando hasta la pretina; la fueron desprendiendo poco a poco mientras aún repartía besos y mordidas sobre la piel; supo que estaba yendo por buen camino cuando el pantalón de Yongguk cayó emitiendo un ruido suave y al momento las manos grandes acentuaron sus caricias en su cabeza. Subió la mirada como un inocente cometiendo un pecado, con una sonrisa gatuna deslizándose poco a poco hasta más abajo, conduciendo sus labios por el vientre, siguiendo la línea desde su ombligo hasta más abajo, topándose con la tela del bóxer. La mordió suave con una sonrisa pícara en su rostro, observando la mirada atenta del mayor sobre él, parecía estarle pidiendo permiso para hacer aquello que su acelerado corazón a pálpitos grandes le decía que hiciera.
Bajó la tela cinchándola con sus dientes, ayudándose con ambas manos desde atrás y descubrió el miembro excitado del mayor y pudo sentir ahora los latidos en el fondo de su garganta, los nervios se habían incrementado al igual que su propia excitación; tener a Yongguk frente a él, desnudo, no era como siempre lo había pensado, era aún más hermoso, aún más apasionante, era algo que parecía irreal; después de tanto verlo en la lejanía, de desear pasar las noches con él, dormirse sobre su pecho luego de hacer el amor y que ahora lo tuviera así delante de él… era algo de no creer, por fin lo inalcanzable se había vuelto cercano.

Tomó el miembro algo despierto con una mano, le masturbó lentamente mientras un suspiro escapó de los labios del mayor con ansiedad; Yongguk mordió su labio inferior deseando y Daehyun acercó su boca con lentitud, calmando sus nervios. Sacó su lengua y saboreó lo que sus ojos antes habían apreciado, lo lamió desde el tronco y repartió besos húmedos por toda su extensión, chupó la cima del miembro ajeno y sus manos acariciaron los testículos. Con paciencia que Yongguk parecía no concebir, Daehyun adentró en su boca el pene del mayor; lo engulló por partes, ejerciendo presión con sus labios, apretándolo y cubriéndolo por completo con su saliva. Yongguk soltó un ronco gemido apretando un poco más los cabellos del menor, su boca era caliente y húmeda, perfecta; sus labios gruesos eran como un incentivo para el fuego que recorría el cuerpo del mayor, sentía calor, demasiado calor.
Y cuando Daehyun comenzó a mover su cabeza, sacando y adentrando el miembro de su boca, Yongguk no pudo soportarlo… era tan exquisita la sensación de estar dentro de aquellos labios que poco a poco sin darse cuenta comenzó a mover sus caderas acompañando el movimiento del menor. Daehyun sacó por completo el sexo del mayor de su boca y lo lamió de nuevo, jugó con su lengua; ya no era como antes, ya estaba firme, erecto completamente… su sabor era mucho más enloquecedor de lo que Daehyun había pensado, le invitaba a besarlo, a raspar sus dientes en él, a chuparlo y a hacer juegos con su lengua en el glande para tentar más a Yongguk, a tantas cosas que su mente pervertida podría haber imaginado en milisegundos, pero que sólo pudo cumplir una parte de ellas, pues Yongguk le necesitaba, necesitaba su boca rodeándole por completo otra vez, necesitaba sentirse dentro de él, que sus labios le apretaran, que su calor le absorbiera, necesitaba que su boca le succionara. Tomó los cabellos ajenos y le empujó para que otra vez metiera su miembro en la boca y Daehyun obedeció, como un pequeño minino manso que hacía lo que su amo le pedía; lo chupó con ímpetu y Yongguk movió más sus caderas, terminando por dejar fija la cabeza de Daehyun tomada con sus manos y sólo él moverse, adentrándose y saliendo de su boca como su instinto más bajo y más animal le pedía. Gemía, bajo, ronco con su respiración acelerada y delirando por el placer que recorría su cuerpo desde la punta de sus dedos del pie hasta la nuca; Daehyun se aferró a él apretando su trasero, clavando sus uñas y rasgándolo, hasta que finalmente cuando Yongguk sintió las olas de placer recorrerle la espina dorsal y el hormigueo en su zona íntima alertándole del orgasmo que pronto llegaría, quitó su miembro de la boca del menor.

Daehyun respiraba agitado, sus labios abiertos, húmedos que dejaban colgar un hilo de saliva desde su boca a su mentón, su mirada nublada fija en el mayor sobre él, y su cabeza tirada hacia atrás por la mano de Yongguk que sostenía su cabello. El mayor le atrajo hasta él, sus labios recorrieron el hilo de saliva y fue hasta los labios ajenos, los besó con sensualidad y lentitud, con una paciencia muy contraria al frenesí que el mayor había experimentado antes; Daehyun cerró sus ojos y se dejó llevar por el beso que le excitaba más y más, adentrándolo en un sueño que él seguía reconociendo como el mismísimo paraíso… o quizás el infierno, porque el calor que experimentaba en esos momentos sólo lo había visto en el fuego del inframundo de las películas, libros y fantasías que se crean con aquel mundo del más allá.
El mayor fue recostando al menos sobre el sofá otra vez, sus manos se colaron por debajo de la camisa acariciando su piel, rozándola y desprendiendo botón por botón mientras cortaba el beso de forma tal que pareciera que no deseaba terminarlo, saboreando todo lo que podía los labios de Daehyun, repartiendo besos sonoros y cortos antes de liberar de una vez por todas los labios del otro. Bajó sus besos hasta su cuello, besó su clavícula y mordió un poco el hueso que sobresalía, siguió su recorriendo bajando con su lengua, creando caminos imaginarios en su piel por donde pasaba dejándola brillosa. Terminó de desprender el último botón de la camisa y le ayudó al menor a quitársela, una vez hecho esto siguió besando su abdomen, mordiendo sus costados provocándole cierta cosquilla que Daehyun se negó a reír, gimió cuando los dientes se clavaron suaves en su piel, y las manos de Yongguk quitaron su pantalón arrastrando la ropa interior con ellos; tocó sus piernas, le acarició los muslos y bajó por sus rodillas hasta llegar a los tobillos, de nuevo volvió a subir sus manos, ésta vez por la parte interior de las piernas, mientras sus besos se repartían por las ingles del menor, pasaba su lengua por ellas, separando las piernas de la zona íntima del otro, bajaba y mordía los muslos interiores. Daehyun pensó que moriría en aquel momento, mordía sus labios desesperado, los jalaba, primero el superior, luego el inferior y de nuevo el superior, sus manos apretaban el sofá con ansiedad y dejó escapar un par de gemidos que intentaba ocultar.
Yongguk subió nuevamente hasta que su rostro quedó sobre el del menor, acarició sus brazos y se apoyó en el sofá para no aplastarlo, pero pegando lo suficientemente su cuerpo al del otro como para unirlos, juntando ambos miembros excitados, mezclando sus fluidos y profundizando sus miradas; porque cuando el menor abrió los ojos que había cerrado por el placer, se encontró con aquella mirada oscura sobre él, y ya no pudo despegar la suya otra vez; necesitaba verle, porque aún todo aquello era demasiado bueno para ser real.
A un ritmo lento Yongguk movió su cuerpo, simulando embestidas y Daehyun le rodeó con sus brazos, le besó, pero siempre mantuvo sus ojos abiertos, al igual que Yongguk, quien aunque correspondió el beso, no podía despegar su mirada de aquella hipnotizadora que tenía enfrente.

Daehyun estaba entregado, completamente entregado, a lo que su cuerpo sentía, a lo que Yongguk le proporcionaba, y a él, simple y sencillamente a él; a su cuerpo, a sus besos, a sus miradas, a su toque, a todo él, al Yongguk completo; en cuerpo y alma le estaba perteneciendo, y fue ahí cuando una idea cruzó su mente… ¿acaso él no iba a jugar todas sus cartas? ¿No era que le iba a conquistar del todo? ¿Y si por entregarse de aquella manera a Yongguk terminaba por no gustarle lo que estaban haciendo? ¿Quién quiere a un mojigato como amante?
El miedo de perderlo le embargó, tanto que por unos momentos ni siquiera había sentido su excitación, era difícil pensar cuando su cabeza más débil quemaba entre sus piernas pero su cerebro estaba reaccionando de mala forma, le estaba creando ideas negativas y él no quería perder a Yongguk, ésta era su oportunidad, era ahora o nunca, si iba a jugarse todas sus cartas no se iba a quedar como un tonto esperando a que Yongguk hiciera todo el trabajo, tenía que encantarlo, satisfacerlo.
Por ello dio vuelta los papeles; giró sobre el sofá dejando a Yongguk bajo él, el mayor frunció el ceño por la sorpresa, le había tomado desprevenido. Daehyun sonrió y le depositó un beso fugaz sobre sus labios. Bajó de nuevo hasta el sexo del mayor y lo llenó de saliva lubricándolo con ella desde la base hasta la punta; luego se arrodilló con sus piernas abiertas, una a cada lado de la cadera del mayor, y rozó el miembro bajo él con su entrada; Yongguk mordió sus labios y observó bajo una mirada tomada por la lujuria y su libido más oscuro como el mayor tomaba su miembro y lo dirigía a su entrada, para luego sentarse lento sobre él, auto-penetrándose. El mayor sintió las paredes del menor apresándolo de forma muy estrecha, le estaba ahorcando su miembro, un escalofrío recorrió su cuerpo haciéndolo temblar, no había mayor placer que ese, se sentía palpitar en su interior y luego una idea rápida cruzó su mente como un rayo; ni él le había preparado ni el mismo Daehyun lo había hecho, y la preocupación invadió su cara cuando vio los ojos llorosos y la expresión de dolor en su rostro mientras su miembro entraba por completo.

– ¿Estás bien, baby? – Daehyun sintió su cuerpo liviano al oír tales palabras de la boca de Yongguk… ¿le había llamado “baby”?
– Sí, no te preocupes. – Susurró y se inclinó un poco para regalarle un beso.
La realidad es que no, no estaba bien, pero no se lo diría, podía aguantar cualquier cosa por él y aunque le dolía sabía que se le pasaría, pues tampoco era un chico virgen, y no hacía tanto que había tenido sexo con alguien desconocido en una de aquellas salidas que tenía con Himchan y Youngjae; por lo tanto, sabía que pronto el dolor pasaría, solo debía acostumbrarse.

Yongguk no supo si creerle o no, pero si él decía estar bien solo le quedaba confiar. Daehyun empezó a moverse lento, acostumbrándose aún a la intromisión de Yongguk en su cuerpo, era tan perfecto que sentía que encajaba a la perfección, porque Yongguk era eso para él, perfecto, único en el mundo… estaba tan feliz en aquel momento que una sonrisa boba dibujó su rostro y al ver que el mayor también sonreía en medio de aquel acto que Daehyun describía de amor, su corazón tonto y enamorado no pudo más que apresurar el ritmo que ya tan acelerado tenía.
Se movió cada vez más rápido, guiado por aquellos latidos aligerados; los gemidos salieron de sus labios como música para los oídos del mayor, quien a su vez gemía jadeando con su ronca y profunda voz, llevando así a Daehyun al éxtasis total, a la locura sinigual.
Yongguk tomó el miembro del menor y le masturbó al ritmo de los saltos que Daehyun daba cabalgando sobre él; el menor le miró con los ojos nublados en placer, observó su rostro serio, y de ceño fruncido y labios apretados, sintiendo la mano ajena moverse a gran velocidad sobre su miembro.
No podría resistir mucho, estaba perdiendo los sentidos a la vez que uno solo de sus sentidos se intensificaba de gran manera, su tacto; sentía como el miembro del mayor le llenaba su interior, como el mismo se movía sobre él y como la mano ajena le proporcionaba placer subiendo y bajando por su miembro, aumentó el ritmo de su cuerpo y luego sintió como el cuerpo de Yongguk temblaba bajo él; el orgasmo había recorrido cada uno de los nervios del mayor, inundando el interior de Daehyun con aquel caliente líquido que se vertió dentro de él. Daehyun mordió sus labios erizándose y sintiendo espasmos en su cuerpo al sentir el semen de Yongguk. La mano del mayor se había frenado por un momento, los músculos que ahora se relajaban y antes se habían tensionado le dolían, pero aun así y con su respiración agitada a mas no poder retomó los movimientos de su mano, masturbando a Daehyun hasta el clímax de éste, él cual no tardó en llegar. Daehyun cerró los ojos al sentir la anhelada culminación, tensando sus músculos de manera tal que sus manos apretaron fuertemente los anchos hombros de Yongguk en los cuales momentos antes se había apoyado para poder moverse mejor.
Gimió endulzando los oídos del mayor con aquella varonil pero aguda tonada y cuando volvió a abrir sus ojos, intentando relajarse más, observó que la sustancia blanca que había salido de él había manchado, no sólo el pecho ajeno, sino también los morados y gruesos labios del mayor.

Se espantó, esas gotas de semen habían ido a parar donde no debían, una cosa era manchar su pecho, la superficie de su piel, y otra muy distinta era adentrarse a su boca. ¿Cómo tomaría aquello Yongguk? Seguramente escupiría con asco y le recriminaría; aunque él no tenía la culpa de haber eyaculado así; hacía tanto tiempo que deseaba pertenecerle al mayor, estar en sus brazos y gemir su nombre, que todos los sentimientos que había acumulado de alguna manera tenían que explotar en ese momento.
Pero seguro a Yongguk aquello no le importaría, él estaba esperando el momento justo en la que la voz grave se poseyera por un tono de enfado y repulsión, que en cualquier instante le diría algo. Mas no fue así y por ello, él decidió romper la tensión ante la mirada profunda de Yongguk viéndole a los ojos.

– L-lo siento, hyung. – Dijo apenado y completamente tomado por la agitación post-orgasmo.
Quería remediar lo que había hecho, o más bien lo que su cuerpo había hecho solo, por lo que dirigió una mano para limpiar los rastros de semen de los labios ajenos. Dicha mano, antes de siquiera llegar al rostro del mayor, se frenó.
Fue impedida por la propia mano de Yongguk, quien le tomó por la muñeca evitando que siguiera avanzando; no le estaba presionando tan fuerte, pero sí con la suficiente fuerza como para mantenerlo alejado, por lo que Daehyun no luchó, dejó su mano flotando en el aire, tomada por la de Yongguk, como si fuera la mano de una marioneta sostenida por el hilo de su dueño.

Y a continuación, sus ojos se abrieron de par a par, tragó saliva y sintió como los músculos de su cuerpo se tensaron nuevamente, aun cuando estaban lo suficientemente cansados y relajados. Pues Yongguk, con aquella mirada penetrante que no había despegado de los ojos ajenos, sacó su lengua y limpió con lentitud sus propios labios, como saboreando aquel fluido que había dado con ellos.
¡Madre de Dios! Qué Daehyun casi se desmaya al ver aquella escena; ese hombre de piel bronceada, de labios oscuros y ojos de noche, había asomado la punta roja de su lengua, para adentrar su semen, ¡su semen!, a la boca, como si de una bebida o comida se tratase. No pudo más que temblar reaccionando ante aquella situación, si es que le había excitado al punto de pensar que se le pararía nuevamente. Pero debía controlarse, dudaba mucho que el mayor quisiera seguir jugando con esa lengua, que quisiera rodearla en su falo, y recorrer cada vena palpitante de éste con ella…
El fuego nuevamente comenzaba a subir por su vientre, debía calmar los acelerados latidos de su corazón, no quería parecer tan necesitado ante el mayor, pero ¡al diablo todo! Yongguk le excitaba, y mucho. Por un momento recordó las cartas y pensó, ¿a dónde se había ido todo el romanticismo que en ellas expresaba? No, eso jamás se había ido, la razón por la que Yongguk le calentaba tanto era porque lo amaba, porque le gustaba completo, y él siempre supo que amaba su personalidad, que adoraba verlo; ahora era su momento de amar su físico, tocarlo, sentirlo, quería deshacerse en sus brazos, embriagarse de su olor, y besar cada ínfima parte de su ser.

De pronto, en medio de la laguna de sus pensamientos, sintió una calurosa y sudada mano apretando su nuca, sosteniéndola de forma firme, y notó, justo antes de que el mayor le besara, que su mano ya no estaba siendo sostenida.
Olvidó todo, completamente todo. Cuando Yongguk se afirmó de su cuello para erguirse un poco, aquellos labios, aun con su sabor en ellos, le besaron desenfrenadamente. Sólo pudo cerrar los ojos y dejarse llevar.
Y sí, nuevamente lo terminaron haciendo… porque no sólo Daehyun estaba entregado en aquel momento, sino que también Yongguk…

Notas finales:

Gracias por leer, nos vemos el otro lunes <3 

 

 


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