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You're my BABY por Misa Tsukamoto

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Notas del capitulo:

Holaaaaaa Misioneros y misioneras -Baby A no se ha rendido en busca dle nombre del fandom- (???) Baby A al habla <3 actualizando en lugar de Misa ya que mi hermosa bebé está en examenes y no volverá por un ratito, pero don't worry, be happy! los capitulos están bajo mi mando para que no dejen de leerlos <3 Espero lo disfruten. 

Cuando Youngjae volteó su rostro, lo que encontró en él no fue rechazo, no fue una mirada juzgadora, o que pedía una explicación para la “aberración” que se supone que había dicho. Al contrario de eso, Zelo se mostraba sereno, incluso hasta se podía decir que arrepentido, arrepentido por haber leído algo privado, y haber escuchado tal confesión de sus labios; no era él quien debía oírla, quizás debía Jongup, pero en realidad aquella confesión en aquel momento estaba dirigida al silencio, al aire de la habitación, y al vacío de aquella soledad que Youngjae creía tener.

Se miraron a los ojos sin saber qué decir, Zelo ya se había disculpado, pero en el brillo de su mirada se notaba que aún quería disculparse más; Youngjae, sus ojos, expresaban el temor de lo que el maknae pudiera pensar, ¿sería capaz Zelo de contarle a Jongup aquello que sus suaves labios habían pronunciado?

El silencio les había rodeado, como un tigre que asecha a su presa, cada vez se volvía un silencio más tenso, más doloroso, más acosador. Alguien debía romper el hielo, y Youngjae sabía que ese alguien debía ser él.

 

-        ¿Escuchaste entonces lo que dije? – Preguntó el mayor sabiendo la obvia respuesta; las manos le temblaron, y juraba que si no hubiera estado sentado se hubiera caído arrodillado a causa de la fragilidad de su equilibrio en ese momento.

Zelo se veía aún más alto y enorme visto desde aquella perspectiva sentado, llegaba hasta intimidarle un poco.

-        Sí, lo siento yo no quise. – Como su corazón lo indicaba se volvió a disculpar. Youngjae bajó su rostro y observó el suelo, hasta creyó que las lágrimas habían inundado sus ojos, sentía vergüenza, como un pequeño niño al que le desnudan frente a una prostituta para tener su primera vez. – ¿Hyung? – Preguntó tras el silencio.

-        Lo que dije es verdad… ¿Te doy asco? – Subió la mirada tan lastimera que el corazón del maknae se partió en pedacitos, y en ese momento, su mente recordó las manos de Himchan. – No tienes por qué ocultar nada, si ya no te doy confianza o no te agrado…

-        ¡No! No digas eso hyung – Inmediatamente le calló, se sentó a su lado y le abrazó pasando un brazo sobre sus hombros. – Esto es repentino, solamente me sorprendí, pero no me das asco…

Youngjae sentía que el mundo se le había caído encima, pero saber que Zelo quizás le aceptaba o parecía tan malo, por fin alguien sabía su más custodiado secreto, alguien había revelado sus sentimientos como los pétalos de una flor que se abren para evitar que su centro se esconda. Zelo le había descubierto, pero si le aceptaba… entonces él tendría a alguien con quien hablar.

-        ¿Lo dices enserio? ¿Aceptas que sea homosexual?

-        Acepto que te hayas enamorado de Jongup – sonrió.

La sonrisa de Zelo le devolvió el alma al cuerpo a Youngjae, porque el menor no solo aceptaba que su preferencia sexual fueran los hombres, sino que también aceptaba que estuviera enamorado de Jongup. Aquello, extrañamente había sido muy fácil de digerir para el menor.

-        Jongup es un buen chico… deberías decírselo. – Dijo luego de un silencio en el que sólo el ventanal de enfrente acaparaba su campo de visión. Youngjae le miró enseguida, sorprendido.

-        No, no podría… seguramente me odiaría. – Comentó con tono suave, él había aceptado hace mucho tiempo el hecho de que Jongup quizás, no fuera muy feliz de saberlo. – Se sentiría incomodo… no podríamos vivir juntos y mirarnos al rostro sabiendo que él me rechaza y yo le amo.

-        Sí, eso puede que sea cruel, pero es una mochila muy pesada para cargar tu solo hyung, deberías decírselo; quien sabe, en una de esas termina dándote una oportunidad. – Comentó con una sonrisa y finalmente le devolvió la mirada al mayor.

-        Zelo, ¿estás enamorado? – Preguntó de repente Youngjae.

 

El corazón de Zelo se aceleró, su cuerpo tembló ligeramente y abrió sus ojos sorprendido, casi perplejo. No supo por qué en ese instante en la que la pregunta llegó a sus oídos, a su cerebro le dio ganas de reproducir las imágenes de la noche anterior con Himchan; pero no era imágenes que hasta se podrían considerar eróticas, no… era simplemente imágenes del recuerdo del rostro del mayor.

Ese rostro sonrojado por el calor, no vergüenza, pero si fuego… por esa respiración agitada y esa sonrisa de lado que de vez en cuando le había regalado mientras le llevaba al cielo con sus manos. Zelo suspiró recordando aquello… ¿qué le pasaba?

No podía quitar de su cabeza aquello que habían hecho, y todo empeoraba cuando recordaba lo cariñoso y confortante que Himchan solía ser; el mayor siempre solía estar junto a él, abrazarlo, incluso hasta darle besos en las mejillas… y cuando tomaba su mano; ¿Por qué todo esto lo recordaba ahora? ¿Por qué su corazón se aceleraba tanto? ¿Sería producto de la magia del amor?  Entonces, ¿se había enamorado de Himchan? ¿Así tan fácil?

De repente sonrió. No importaba nada anterior a todo aquel sentimiento, su corazón estaba cálido, y el sonrojo de sus mejillas le indicaba algo de pena; se sentía como esas personas que se enamoran a primera vista, esas personas que no conocen nada de las otras y ya saben que les gustan; aunque en su caso, él conocía a su hyung, así que con más razón la respuesta fue rápida, él sabía que Himchan le gustaba, después de lo de la noche anterior, se sentía atraído por su hyung.

 

Himchan le dijo que el pequeño secreto era de lo que habían hecho… pero jamás le dijo que el secreto incluía confesar sentimientos a alguien cercano, y aprovechando la charla con Youngjae, Zelo sentía ganas de expresar aquello que había recién descubierto en su corazón. En su alegre y feliz corazón.

 

-        Sí, de hecho, no es muy alejado a tu situación – Bajó el rostro algo avergonzado, quitó el brazo de los hombros de Youngjae y jugó con sus dedos. – Estoy enamorado de Himchan hyung. – Finalmente lo dijo. Esa alegría en su alma sólo podía ser amor ¿cierto?

Youngjae no salía de su asombro, y por dentro pensó que ahora comprendía por qué Zelo no se había alarmado con la situación de él, claro, Zelo también era homosexual, y también quería a uno del grupo… era extraño que su gayradar no se lo dijera, hubiera apostado que el chico era heterosexual; lo que Youngjae no sabía, es que hasta la noche anterior, Zelo sólo pensaba hacer su vida con una chica y no un chico.

-        Eso sí no me lo esperaba… te lo tenías bien guardado – Sonrió picarón el mayor. Y aunque tuvo ganas de agregar «Lo siento mucho por ti, con lo mujeriego que es Himchan» a su dialogo, no lo hizo, no quería herir a ese pequeño que sonreía.

-        Algo así… – Tan bien guardado que ni él lo sabía. –¿Sabes? Para darte valor y demostrarte que no hay porqué temer, me confesaré a Himchan, así tu luego lo harás a Jongup. – Sonrió finalmente el menor.

-        ¡¿Qué?!

¿Acaso Zelo estaba loco? ¿Por qué proponer algo así? Youngjae no lo comprendía, pero en realidad nada tenía que ver con él, ni con su no valor a la confesión; realmente Zelo deseaba hacerlo, primero porque su corazón así lo pedía, porque todo su cuerpo gritaba que se lo dijera a Himchan, y segundo, porque había sido Himchan quien había comenzado todo la noche anterior, por lo que seguramente él no pasaba desapercibido para el mayor… la sonrisa se iluminó en su rostro, las mejillas rojas y la mirada brillosa de enamorado; sí, seguramente Himchan le correspondería.

Además, si con eso ayudaba a Youngjae se sentía aún más feliz y esperanzado.

-        Zelo, no hagas una locura por mí, sino quieres decírselo a Himchan no lo hagas.

-        Tranquilo, lo haré, quiero hacerlo, y así te demostraré que no hay nada que temer, que ellos nos quieren y jamás nos mirarán raros.

«¡Pero Himchan es un mujeriego!» Insistió la mente de Youngjae, estaba seguro de que ese pequeño sufriría.

-        ¿Y qué si te rechaza? – Preguntó para no ser tan cruel.

-        Todo seguirá igual, no tienen por qué cambiar las cosas entre nosotros, es mi amor, mi problema, así que si lo hace veras que sí se puede vivir y verse a los ojos luego de una confesión – El maknae cerró los ojos al sonreír, creía que Himchan no lo rechazaría y si lo hacía, no sería de manera cruel, confiaba en su hyung.

-        Bien… – Youngjae aceptó. – ¿Y cómo surgió éste romance?

-        …Mejor, cuéntame tú como surgió el tuyo.

La sonrisa de Youngjae se mostró en su rostro, ni siquiera un gran pintor hubiera podido retratar el sentimiento que su mirada expresaba, las palabras tan dulces que de sus labios salían al contarle la historia de su enamoramiento, e incluso, nadie podía pintar ni describir las mejillas y los gestos apenados cuando le contaba hasta la historia del fanfic que leía sobre él y Jongup.

Instantáneamente, fue algo que a Zelo contagió… esa era la magia del amor, que Zelo solía creer ciegamente en ella.

 

 

 

Justamente otra persona que estaba experimentando la magia del amor, como Zelo solía describir, era Yongguk. Yongguk había recibido su segunda carta anónima, en ella palabras dulces de una persona enamorada se distribuían con letras entintadas sobre una hoja azul muy parecida a la anterior, los sentimientos eran los mismos, lo que transfería en sus palabras era idéntico a la primera carta.

El corazón del líder dio un vuelco ante tales sensaciones, el vello de sus brazos erizándose, un calor confortante acobijándose en la boca de su estómago, la sonrisa boba que adornaba su rostro. ¿Por qué aquellas palabras le afectaban tanto?

La había encontrado en su mochila, juraba no haberla visto cuando fue hasta los casilleros de TS, pero quizás se le podía haber pasado; pero si no era así, entonces significaba que esa carta había sido escrita por alguien de TS, era como una confirmación que le daban, seguro era alguna de las chicas de allí.

 

La imaginación voló mientras se dirigía al apartamento luego de salir de la empresa, su blanca dentadura parecía alumbrar el camino, mientras la mirada brillaba entusiasmada; recién era una segunda carta pero Yongguk sentía una conexión extraña con quien la estuviera escribiendo. Lo pensó, ¿sería alguna de las chicas de SECRET? Por un momento se sonrojo, ¿si era Jieun? Con la cual había hecho un dúo y era gran amigo… quizás Hana, otra de sus grandes amigas, que en un pasado junto a Jieun habían pensado en la idea de formar un grupo… algo que quedó en el pasado momentos después…

Ellas le agradaban, no sabía si podía decir que le gustaban, aunque no estaban nada mal. ¿Y si era Hyosung? El sonrojo se volvió más fuerte, inevitablemente las fotos de Hyosung promocionando ropa interior le pasaron como una galería por la mente, quizás por aquella incomodidad que había vivido una vez en un programa cuando le preguntaron qué le parecían.

También plateó la idea de que fuera Sunhwa, y más adelante, cuando sus pies casi se arrastraban en vez de dar pasos, se planteó la posibilidad de que fuera alguna trainee.

Ahí debería tener cuidado, quizás era una fan que entró a la empresa por él, o quizás una chica entusiasta menor de edad… esa idea llegó a preocuparle, y aunque le borró un poco la sonrisa del rostro se sentía tan lleno de luz e intrigado por dentro que no le dio importancia a esas ideas. Si resultaba ser así sería amable diciéndole que él no le convenía, que él no podía corresponderle; pero de no ser así, Yongguk se estaba proyectando la posibilidad de tener una pareja.

 

Aunque, nunca se le ocurrió el nombre de aquella persona que realmente escribía sus cartas.

 

Llegó tras unos minutos más, el clima caluroso y húmedo era algo sofocante, por lo que apenas entró se sintió como si estuviera en otra dimensión. La recepción del edificio donde el apartamento de B.A.P se ubicaba era fresca con aire acondicionado.

Subió por el ascensor, y cuando estuvo en la puerta oyó el alboroto del interior, sonrió con una de esas sonrisas de galanes de cine, de lado, confiado… estaba en casa.

Efectivamente al abrir la puerta se encontró con un panorama de todos sus compañeros, levantó las cejas y les observó curioso. Himchan jugaba un videojuego con Jongup, gritándose y peleando por ver quien ganaba, metiéndose tanto en la fantasía del juego que olvidaban el dolor de cabeza de Youngjae, quien desde el sofá les miraba con molestia, sosteniendo un almohadón que Yongguk apostaba que se estamparía contra la cabeza de Himchan.

Zelo estaba comiendo unos bocadillos mientras un apurado Daehyun hablaba rápido en su dialecto por teléfono; no era como si se sintiera libre de poder hablar con tal fluidez, sino que más bien parecía que ansiaba cortar la llamada sea quien sea esa persona al otro lado de la línea.

Yongguk suspiró, no había nada como llegar al que hoy llamaba hogar.

 

Se adentró al apartamento quitando sus zapatos, su amor secreto parecía habérsele olvidado por un momento, siguió, y saludó a todos quienes les respondieron a su manera, menos Daehyun que se había alejado para poder entender lo que le hablaba la otra persona en el teléfono sin interrupciones de los gritos y lamentos de Himchan porque había perdido.

Se adentró al dormitorio, últimamente se sentía cansado y las promociones de Badman le agotaban más de lo que él podía asumir, sin contar que aún seguía algo molesto por no cantar su línea en Coffee Shop…

Bostezó e impulsivamente sus pies le llevaron hasta su cama, refregó su entrecejo y se dejó caer boca abajo, los brazos laxos colgando a los costados y sus piernas ligeramente separadas, incluso un pie tocaba el suelo fresco. Su cabeza girada, con la mejilla apoyada contra el colchón, y los ojos cerrados.

Y prefería haberlos mantenido así, prefería nunca haberlos abierto, porque cuando lo hizo, sus ojos se posaron en la cama perteneciente a Himchan, y un papel azul idéntico al de sus cartas estaba a mal doblar sobre la cama. La mirada se fijó como la de un halcón, las cejas juntas, fruncidas, y los labios apretados; realmente aquello no le gustaba nada.

Se levantó tan rápido como había caído, sus suaves manos delgadas agarraron el papel sin importar la privacidad ajena, y lo leyó sin rodeos.

 

«Hoy vi tu sonrisa deslumbrar, sentía ganas de saltar y gritar, es tonto que una persona esté tan enamorada; me apena sentir esto, no debería porque estás tan lejos de mí, tan distante pero a la vez tan cerca; Si supieras mis sentimientos, yo… ¿qué digo? Ya los sabes, sabes que me haces tiritar con sólo hacerte presente ante mis ojos, sabes que haces que mi corazón corra por ti, que mi espalda crie alas con las que puedo volar en esperanza… te lo he dicho por vía de cartas, y me molesta mucho ser una persona tan cobarde, creo que la desesperación por desear tenerte me hace enojar conmigo; es mejor que mi amor por ti sólo quede guardado en el papel en cual escribo. Por lo menos, por ahora.

Que sea un secreto, mío, de usted, Yongguk, y de la tinta que marca esta hoja.

Atentamente, quien le ama en secreto.»

 

La sangre de Yongguk hirvió tras sólo leer aquellas líneas. ¿Qué hacía esa carta en su apartamento? ¿Qué hacía sobre la cama de Himchan?

La cabeza le daba vueltas, arrugó el papel con furia y lo estrujó en sus manos; ¿acaso se trataba todo de una broma de los chicos? O peor, ¿de Himchan? Se sentía un estúpido por haberse ilusionado con tales palabras de amor, porque no había otra explicación para encontrar esa carta en su apartamento más que una de burla. Era demasiado ilógico pensar que ese amor anónimo había entrado al apartamento y había colocado la carta en la cama de Himchan confundiéndola con la de él; no, eso obviamente no era así, sobretodo porque aún estaba a medio doblar, como si aún no estuviera lista para que Yongguk la viera.

Un fuego recorrió su estómago y subió por su garganta transformándose en un colérico grito que destelló, estrellando sus cuerdas vocales, haciéndole resaltar sus venas y desorbitando los ojos. Podía hasta jurar que cuando esos labios gritaron el nombre de su compañero, las paredes y el techo temblaron.

 

Justo en el momento en el cual el maknae se adentraba a la ducha guiñándole un ojo a Himchan, siendo rechazado inmediatamente por aún ese sentimiento de asco que el mayor mantenía, el grito de Yongguk volvió a estallar.

Pero ahora, a pasos apresurados caminaba por el pasillo para buscar al culpable.

 

 

-        ¡HIMCHAN! – Un escalofrío recorrió al nombrado. ¿Qué había pasado?

¿Sería posible que Yongguk se hubiera enterado de lo que había hecho con Zelo? Si era así, se podía dar por muerto, porque con lo que Yongguk protegía a ese niño, si además de haberlo… violado en cierta forma, le decía que ahora sentía repulsión por el menor, seguro Yongguk le asesinaría.

-        ¡¿Tú  escribiste esto?! – Preguntó furioso al haber llegado frente al otro, con aversión lanzó el papel azul arrugado frente a sus ojos y Himchan quedó perplejo ante el no entendimiento de la situación que vivía. – ¿Me estabas jugando una broma maldito hijo de perra? ¿Te parece gracioso jugar con los sentimientos ajenos? – Le señaló con el dedo y hablando pronta y claramente se le fue encima, acortando las cercanías entre los dos, mirándolo a los ojos fijamente y susurrando contra su rostro.

Himchan tembló, muy pocas veces había visto enojado a Yongguk así, estaba al borde de la locura y de golpearlo en cualquier momento; el sentimiento extraño de terror se asentó en su estómago al dar cuenta de la mirada felina y depredadora del mayor frente a él, al sentir esa respiración caliente y amenazante combinada con el tono agrio de sus palabras.

Lo peor de todo, es que Himchan no tenía mucha idea de qué estaba pasando.

-        ¡¿De qué hablas?! – Se retiró con prudencia y un poco de lentitud para no alterarlo más.

-        No te hagas el idiota, encontré la próxima carta en tu cama, como bromita bastaba una, pero ¿hasta dónde pensabas llegar? – Se separó mirando incrédulo a su amigo, ¿de verdad era capaz de jugar así con él? Estúpido Himchan, y estúpido de él para creer en aquellas cartas. Así se sentía, además de defraudado.

-        Yongguk de verdad no sé de qué estás hablando. – Se atajó con una mano mientras torció su rostro.

 

Rápidamente la discusión subió más de tono, entre aquel que se negaba a creer y aquel que era ignorante.

Cuando se dieron  cuenta o fueron conscientes, los demás chicos le estaban rodeando, Youngjae había aparecido rápidamente por los gritos, Jongup había pausado el videojuego y les miraba como un niño aterrado que ve a sus padres discutir, Daehyun había lanzado el teléfono quien sabe a dónde con los nervios, y finalmente Zelo se encontraba con riesgo de un resfriado completamente desnudo y mojado con una toalla cubriéndole sus caderas nada más.

Todos presenten, expectantes y sin saber bien cómo calmar aquella situación; daban un aire al coliseo en sus mejores épocas, siendo los dos mayores los gladiadores a luchar en el centro, y los demás los espectadores que clamaban sus nombres. Pero en realidad lo que ellos querían era intervenir, aunque viendo cómo se ponía la situación más tensa cada vez, les era difícil.

Daehyun miró el papel en el suelo, pronto para él la discusión cobraba sentido, sus ojos se agrandaron más de lo que ya sorprendido estaba, tragó saliva sonoramente y el corazón le latió con tanta fuerza que parecía explotarle; miró a Youngjae preocupado, y la mirada telepáticamente le fue devuelta, los ojos de Youngjae mostraban enojo y Daehyun sintió que se encogía de hombros sin saber muy bien porqué, como si su amigo fuera superior a él, como un padre… o quizás era porque sabía que estaba en falta y Youngjae le recriminaría aquel acto.

 

-        Hey, chicos, basta, ¿qué sucede aquí? – Youngjae entró al cuadrilátero de lucha libre, donde en apenas segundos comenzarían los golpes.

-        No lo sé, Yongguk está delirando, dice que le juego bromas, que le escribo cartas… ¡estás loco! – Le gritó, y quizás inconscientemente su cuerpo se escondió levemente detrás del de Youngjae.

-        ¿Yo? Eres tú quien se hace pasar por una admiradora para escribirme estúpidas cartas. ¿Por qué no maduras de una vez?

-        No soy yo el que se comporta con un animal sin ningún sentido, ¿qué paso con eso de que con palabras se arreglan los problemas? ¿No eres tú el que piensa así? – Himchan parecía temerle pero no se quedaría atrás y si Yongguk le golpeaba… él lo haría.

-        Me tienes harto Himchan, siempre te comportas como un menor más, no haces nada como hyung que eres, me desapruebas como hoy lo hiciste delante de Jongup sabiendo que yo tenía razón, y ahora me entero que eres tú quien escribe las cartas…

-        ¡Que yo no escribí ninguna carta! – Chilló.

-        Basta, Himchan… hyung, cálmate, cálmense ambos… – Youngjae les apartó con las manos, evitando el contacto físico entre ellos. – Arreglemos esto hablando ¿sí?

-        Al Diablo, no quiero arreglar nada, tú y tus inmadureces se pueden ir a donde no les da el sol.

 

Y con aquella frase Yongguk dio por terminada la potente discusión, que si no fuera por Youngjae les habría llevado a los puños.

El líder, colérico aún, se fue dando un portazo hueco y potente, no sabía a dónde iba, pero sabía que quería desaparecer de ese al que momentos antes había clasificado como su hogar y tan feliz estaba de estar de vuelta.

Se preguntaba una y otra vez el porqué de que aquella broma de Himchan le hubiera afectado tanto, quizás la fantasía de poder hacer realidad a esa persona que tan linda era en letras, le había llevado a ilusionarse demasiado, y ahora, cuando descubría que todo era una mentira, su sueño de amor se rompía, sus esperanzas se esfumaban como el polvo en el viento, y la única forma que tenía para descargar aquella tristeza interior era la furia.

Como una vez alguien dijo, el enojo, la rabia, a veces esconde una gran y profunda tristeza.

 

Por otra parte, Himchan no terminaba de comprender qué había pasado hacía momentos.

Youngjae se había llevado a rastras a Daehyun, y Jongup le había dado un abrazo tímido para apoyarlo pero luego se había ido cabizbajo ante la mirada insistente de Zelo, sin saber bien qué decir. Zelo se había quedado, con sus labios algo temblorosos, pues no importaba el calor que hiciese fuera, cuando su cuerpo se empezaba a secar solo el frío le recorría.

Todo había pasado tan rápido que no entendía, ¿qué era aquello de las cartas? ¿Por qué le había culpado a él? Si le hubiera reclamado el masturbar a Zelo, el permitir que Jongup tomara hasta emborracharse, o hasta que no había preparado almuerzo para ese día teniendo tiempo y en vez de eso había pedido comía a domicilio, él lo entendería porque en todo tenía la culpa, pero ¿esto? ¿Cartas? No había una respuesta para eso.

Zelo le observó callado frente a él, los ojos llorosos de Himchan evidenciaban  que su amigo, su mejor amigo de hacía años, le había gritado, le había insultado, llamado inmaduro y hasta por poco le habría pegado. No sabía qué hacer, sintió el impulso de abrazar a aquel que ahora él creía dueño de su corazón… porque verle así tan destrozado le partía el alma, no había otra definición que fuera tan clara como era esa… le estaba partiendo el alma verlo tan perplejo y abatido.

Tomó la carta del suelo y la leyó, las letras en el papel arrugado se imposibilitaban leer, pero tampoco era inentendible, y cuando terminó un nudo enmudeció su garganta, el cerebro pareció dejar de funcionar y el temor le hizo preguntar algo que quizás, si lo hubiera pensado mejor le hubiera sabido como un mal trago.

 

-        Es una carta de amor… hyung ¿de verdad la escribiste tú? ¿Estás…enamorado de Yongguk hyung?

Himchan le miró de reojo como si le fuera a asesinar, y Zelo se dio cuenta de la torpeza que había cometido, sabiendo que en toda la discusión Himchan negó aquello, él iba y le preguntaba si lo había hecho. Se sintió diminuto, como un pequeño gusano al que el mayor pudiera aplastar cuando quisiera, pues al parecer lo merecía.

-        Lo… lo siento. – Bajó la cabeza y arrugó el papel nervioso entre sus manos, lo estiraba y jugaba con él mientras la mirada fija en el suelo bailoteaba brillosa.

Himchan refregó sus ojos y se centró, Zelo no tenía la culpa de nada y no podía desquitarse con él. Por más que le cayera como una bomba el verle desnudo de frente.

-        No, no escribí esa carta, ni estoy enamorado de Yongguk, sabes qué no me gustan los hombres, jamás tendría algo con uno – Apoyó los puños en su cadera, y miró con ojos irritados como si hubiera llorado horas aun sin haber derramado una lágrima, a los ojos del menor. Observó el titubeo del niño, y de forma cansada suspiró para luego agregar: – Tú… bueno tú sabes, lo que pasó entre nosotros… tú… – ¿Cómo decirle que jamás lo volvería a repetir y de sólo pensarlo le asqueaba?

-        ¿Soy tu excepción? ¿Es eso? – La mirada oscura del menor se volvió brillosa, la ilusión de enamorado se reflejaba en sus ojos y casi se le escapaba una sonrisa.

-        Junhong…

-        Hyung… – Tomó valor, era ahora o nunca, se lo había prometido a Youngjae, y ahí estaba, frente a Himchan, dispuesto a soltar toda la verdad. – Hyung tú me gustas.

El mundo se le cayó a Himchan encima, primero Yongguk le peleaba, ahora, Zelo se le confesaba, ¿qué debía hacer? ¿Debía ser sincero con él y decirle que no creía en el amor? ¿Qué lo que sintió fue sólo placer que luego se convirtió en malestar?

Suspiró derrotado, podía mentirle, pero así no era él, y si le mentía, más le dolería al menor…

-        Junhong, no me gustas, de hecho ni siquiera creo en el amor realmente, es sólo un fenómeno bio-psico-social, no hay nada de mágico, tan sólo es eso; por eso no busco enamorarme, busco placer, y esa noche me habían dejado plantado, no tenía a quien acudir, no lo sé, creo que tenía ganas y fuiste lo primero que se me cruzó por enfrente, lo siento, no diré la típica frase de no eres tú, soy yo, porque sí eres tú, te fijaste en el equivocado, de verdad, lo lamento por ti.

 

Podía haber sido menos doloroso, pero Himchan sabía que cuanto más suavizara las cosas, más le costaría a Zelo olvidarle, ya lo había vivido con mujeres antes, esas que le amaban y luego le terminaron odiando porque era la única manera de que ellas pudieran ser felices y dejarlo tranquilo; con aquellas que había sido suave, jamás se les había roto la burbuja de la esperanza, siempre que podían le reclamaban el desamor… Himchan era así, él no se enamoraba, tenía una concepción fría de lo que significaba amor para él, no había magia, como Zelo creía; para Himchan, tan sólo había reputaciones, culturas, ideales sociales, exageraciones en la percepción, sexo, y endorfinas.

Pero para Zelo, aquella respuesta había sido el principio de un corazón roto, podía sentir tristemente como los pedazos de él se iban cayendo, desarmándose, quebrándose… tan sólo se sentía usado, él había sido lo único que se le había cruzado por delante a Himchan cuando estaba necesitado de placer, mientras que para él, las manos del mayor habían sido un nuevo mundo, un nuevo descubrimiento. Y para completar, Himchan sentía pena de él, lamentaba el que se hubiera fijado en él, y ahora Zelo estaba lamentándolo también, ¿por qué su corazón se había encariñado con ese ser hipócrita que parecía tan atento y cariñoso con él por una razón, que al final no resultó? ¿Por qué se sentía antes de aquellas palabras, tan ilusionado y ahora tan desgarrado por dentro? 

Miles de por qué invadieron la mente del menor, mientras los fríos pasos de Himchan se alejaban haciendo eco en sus oídos. No pudo más que taparse la boca con la palma de su mano, apretar fuerte para no ser escuchado, mientras las lágrimas caían como cascada desde sus ojos, queriendo transformar aquel temblor de sus hombros y el cuerpo en un fuerte y sonoro llanto, mientras el cuerpo húmedo aún y frío, se deslizaba trágicamente por la pared. De inmediato y antes de ser visto por alguno de los otros chicos, e incluso por Himchan si volvía para decirle algo o repetirle aquellas odiosas palabras, Zelo corrió hasta el baño, abrió la ducha nuevamente y se metió bajo ella, donde sollozó lo más que pudo, donde el desgarrador dolor de su corazón partiéndose le hacía arañar los azulejos y golpearlos a veces con su puño, al momento que el agua tibia se mezclaba con las saladas lágrimas, los fluidos nasales y la saliva de su boca abierta.

Como odiaba en ese momento a Himchan… y como le dolía… sentía asco de sí mismo, y como ya antes había pensado, el jabón recorrió toda la piel que el mayor había tocado, quería eliminar como si aquel perfumado objeto fuera una  goma, que borrara todo rastro que el mayor dibujó en él con sus dedos. 

Notas finales:

Gracias por leer <3 espero les haya gustado~ no se olviden comentar o golpe de remo <3 


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