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Summerhill por StarryNightXIX

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Notas del capitulo:

Bueno, y aquí está la tercera y última parte del primer capítulo, Lunes. Antes de dejaros con él sólo quiero dar las gracias por los reviews. Parecerá una tontería, pero saber que algo que haces le gusta a la gente es una sensación fantástica. 

En fin, os dejo con el capi. Nos leemos abajo!

La habitación era maravillosa, pero aún así continuaba siendo demasiado grande y estando demasiado vacía. A penas llevaba allí un par de horas, y Thor ya estaba echando de menos la televisión de su cuarto y el ordenador de su escritorio. No es que tuviera dependencia hacia la tecnología -de hecho prefería pasarse las tardes entrenando que colgado frente a una pantalla-, pero estar solo le resultaba tremendamente aburrido, y el silencio y la quietud conseguían ponerle de los nervios.


En cuanto terminó de colocar las cosas en su sitio, lo cual le llevó unos escasos diez minutos, Thor se echó en la enorme cama. Sentir el mullido colchón hundiéndose bajo su cuerpo le recordó lo agotado que lo había dejado el viaje, pero no podía permitirse echar una siesta a aquellas horas. Así pues, rebuscó el cargador entre sus cosas y conectó el teléfono móvil. Intentó contactar con algunos de sus amigos, pero al parecer estaban demasiado ocupados para responderle. Lo más probable es que hubieran salido a alguna parte todos juntos, y claro, lo último de lo que estaban pendientes era de eso.


Thor los envidió durante un instante, pero luego se obligó a no pensar en ello. Después de todo no tenía sentido torturarse. Las cosas eran así: tenía que quedarse en aquella enorme y aburrida habitación mientras sus amigos salían a divertirse. No había nada que pudiera hacer para cambiarlo, y lo mejor era asumirlo de una vez por todas y concentrarse en buscar algo que hacer.


Después de trastear un rato con las aplicaciones de su móvil, Thor decidió abandonar la cama y salir de la habitación. Echó un vistazo al pasillo, pero estaba totalmente desierto. Sabía que una de las puertas cercanas correspondía a la de la habitación de Loki, ya que le había escuchado cerrarla después de que se marchara tan precipitadamente hacía un rato, pero no sabía cuál. Además, tampoco es que tuviera intención de ir a buscarle o algo parecido.


Loki era una persona extraña, aunque Thor no le asignaba aquél término como algo negativo. Simplemente era diferente a la mayoría de personas con las que había tenido la oportunidad de encontrarse a lo largo de su vida, y eso no quería decir en absoluto que fuera algo malo.


De hecho, consiguió despertar su curiosidad desde que lo vio por primera vez cuando entró al salón. Le resultó imposible no fijarse en su atuendo, basado en unos ajustados vaqueros negros y una camiseta oscura y sin mangas que dejaba a la vista sus brazos de piel inmaculadamente blanca. Era evidente que Loki no pasaba demasiadas horas al sol, aunque la palidez de su rostro no resultaba enfermiza, sino más bien... pura, por decirlo de algún modo.


Aunque lo que revelaba la extraña naturaleza de Loki no era su forma de vestir, sino la intensidad de su mirada. Thor se mezclaba con tanta gente tan distinta entre sí que con el tiempo se había hecho casi un experto en conocer a las personas a partir de detalles como aquél, aunque a veces ni siquiera lo hacía conscientemente. Y los ojos de Loki, que eran de un profundo color vede que contrastaba con su oscura melena, poseían un brillo enigmático y misterioso que había llamado la atención de Thor desde el primer momento. Estaba seguro de que podrían llegar a llevarse bien si el otro diera su brazo a torcer.


En cuanto pisó la planta baja, Thor se percató de que no tenía ni idea de adónde iba. Permaneció allí un momento, hasta que escuchó unas voces que decidió seguir. Un instante después, el rubio llegó hasta la cocina, donde Farba y Loki se entretenían preparando la cena mientras charlaban animadamente. En cuanto se percató de su presencia, la mujer le dedicó una amplia sonrisa. Loki, por su parte, se limitó a callar sin alzar la mirada de las verduras que estaba cortando.


–¿Vienes a ayudarnos, grandullón? –preguntó Farba, secándose las manos húmedas en un trapo que le colgaba de la cintura.


–Claro, será un placer –respondió él, aproximándose–. ¿Qué quieres que haga?


–Toma –Farba le pasó una cuchara de madera y le señaló una olla que reposaba sobre la vitrocerámica–. Dale vueltas para que no se pegue.


Thor cogió la cuchara y se acercó a la olla, donde hervía una salsa de olor delicioso que abrió su apetito. Hundió la cuchara en ella y comenzó a darle vueltas.


–¿Te ha gustado la habitación? –quiso saber Fabra, que se estaba encargando de engrasar las bandejas del horno con un poco de mantequilla –. Es una de las más frescas, así no pasarás calor por la noche.


–Sí, es muy bonita –respondió Thor, sin dejar de menear la cuchara–. Y grande. Y tiene unas vistas preciosas.


Fabra asintió, orgullosa.


–Las mejores vistas de Summerhill –dijo, y comenzó a poner algo de carne sobre las bandejas–. Nos encantan estos bosques.


Ante la alusión a Loki, Thor no pudo evitar dirigir su mirada hacia él. Sin embargo, parecía tan concentrado en su tarea como hacía un rato. El rubio sintió ganas de sonreír al percatarse de que llevaba puesto un delantal, pero se mordió el labio inferior para contenerla.


–Aunque me temo que tendrás que usar el baño de Loki –Fabra retomó el tema de la habitación–. Es la puerta que hay justo frente a tu cuarto. Hice sitio para que pudieras meter tus cosas, pero tendréis que hacer turnos por la mañana.


–Oh, no hay problema –él se encogió de hombros, restándole importancia–. No me importa.


Thor pudo haber jurado que Loki murmuró algo en ese preciso momento. No logró entender nada de lo que dijo, pero estaba completamente seguro de que aquella había sido justamente la intención del otro, así que no se molestó en pedirle que lo repitiera.


–¿Has terminado con eso, Loki?


–Sí, mamá –Loki dejó el cuchillo que había estado usando y le acercó a Farba las verduras cortadas para que pudiera ponerlas junto a la carne.


Thor observó la escena con curiosidad sin dejar de remover la salsa, pensando que Farba y su hijo estaban realmente unidos. Él también tenía buena relación con sus padres, pero entre ellos dos parecía haber una confianza especial y encantadora. En aquél momento, el rubio cayó en la cuenta de que no sabía por qué el padre de Loki no estaba en la casa. De hecho, su madre no había mencionado a ningún hombre al referirse a la familia de Farba. Sintió una repentina curiosidad por averiguar el motivo, aunque sabía que no debía meterse en la vida de los demás. En cualquier caso, intentaría preguntarle algo sobre el tema a Gaea cuando tuviera la oportunidad.


La elaboración de la cena se prolongó durante casi una hora en la que Farba no dejó de darle conversación a Thor, quien estuvo más que encantado de charlar con ella, reír sus comentarios y responder a todas las preguntas que le hizo sobre la cuidad en la que vivió en el pasado. La mujer intentó que Loki participara en el animado diálogo, pero él se mostró reacio a hacer más que un par de cortos comentarios cada vez que se le aludía. Finalmente Farba dejó de insistir, no demasiado sorprendida por el comportamiento de su hijo, al que conocía demasiado bien como para saber que era inútil tratar de obligarlo a hablar si no quería.


En cuanto la carne se hubo tostado en el horno, Farba partió en busca de Gaea y Oden. Mientras, Thor y Loki se encargaron de preparar la mesa, actividad que transcurrió en un silencio sepulcral que sólo era interrumpido por el metálico y ocasional tintineo de los cubiertos.


Mientras dejaba el último plato sobre la mesa, Thor se mordisqueó el labio. Observó a Loki mientras éste se quitaba el delantal y comenzaba a plegarlo, y no pudo contener las ganas de volver a intentar hablar con él. Aquél chico podía ser el más antipático de la tierra, pero sin duda alguna no lo ganaba en tozudez y perseverancia. Thor estaba muy lejos de rendirse con él.


–Tu madre pinta muy bien –dijo, señalando con la mirada un enorme cuadro que colgaba de una de las paredes del salón–. ¿Es profesora de arte?


Loki levantó la vista del delantal para observar a Thor, y luego al cuadro. Lo contempló detenidamente durante unos segundos, como si jamás hubiera tenido la oportunidad de hacerlo, y luego volvió a bajar la mirada.


–No –respondió, terminando de plegar el delantal. Thor apretó los labios, imaginando que Loki no diría nada más, pero para su sorpresa no fue así–: Enseña matemáticas.


–¿Matemáticas? –repitió, incrédulo–. No le pega.


–No, para nada –reconoció Loki , y esbozó una pequeña sonrisa. El rubio estaba a punto de sonreír también cuando se percató de que, en realidad, la sonrisa del otro era más bien una mueca maliciosa. Loki alzó la mirada hacia él, dedicándole una significativa mirada, antes de murmurar–: Pero a veces nos vemos obligados a aguantar cosas que no nos gustan.


Thor frunció el ceño, aún sin apartar la mirada de Loki. ¿Aquello había sido una indirecta? No, aquél chico no podía ser tan... así. ¿O sí? El rubio intentó escrutar su rostro en busca de algún gesto que delatara sus verdaderas intenciones, pero la repentinamente neutra expresión de Loki era del todo inexpugnable. Sintiéndose algo ofendido, Thor avanzó un par de pasos hacia él, aunque ni siquiera fue totalmente consciente de ello hasta que vio al moreno parpadear un par de veces y retroceder ligeramente.


–Oye, Loki... –comenzó a decir, manteniendo la mirada fija en él. Sin embargo, antes de poder terminar la frase, Oden entró en el salón acompañado de Gaea y Farba.


–Pero qué bien huele aquí –dijo, y pasó por el lado de Thor, dándole una cariñosa palmada en el hombro–. Me han dicho que has metido mano en la cocina. Esperemos que nadie se envenene por eso...


Después de dedicarle una burlona mueca a su padre, Thor volvió a girarse hacia Loki, dispuesto a terminar la frase interrumpida. Sin embargo, descubrió que éste había vuelto a adentrarse en la cocina para ayudar a su madre con los últimos detalles.


–Ven, vamos a sentarnos –Oden empujó a Thor hacia la mesa, donde el rubio tomó asiento no sin cierto fastidio.


No pasó mucho rato antes de que Gaea, Fabra y Loki se reunieran con ellos, trayendo consigo las salseras y los platos rebosantes de carne cuyo aroma especiado no tardó en inundar completamente la estancia. La buena pinta de la comida consiguió que Thor se olvidara rápidamente del pequeño percance que acababa de tener con Loki. En cuanto dio el primer bocado se percató que el sabor hacía justicia al delicioso aspecto de los alimentos; la carne estaba tan tierna que se le fundía en la lengua, y los ingredientes de la salsa le proporcionaban un sabor suave y exótico a la vez. No cabía duda de que los dotes artísticos de Farba se extendían también al ámbito culinario.


Los postres no quedaron atrás respecto al plato principal y, como si una comida excelente no fuera suficiente para tener la cena perfecta, la nostálgica y rememorativa conversación que Farba mantenía con los padres de Thor terminaron de añadirle la guinda a la noche. El rubio no podía dejar de sonreír mientras escuchaba con atención las anécdotas y las pequeñas historias que se narraban por turnos, rindiéndole un homenaje al pasado. A veces se le olvidaba que sus progenitores también habían sido jóvenes una vez, y que incluso habían cometido más locuras que él, como aquella vez que cruzaron la frontera de Canadá sólo para asistir a un concierto.


Por supuesto, a Thor le resultó imposible no alzar la cabeza hacia Loki, que se sentaba en el lado opuesto de la mesa, un par de veces. Sin embargo, el hijo de Farba parecía haber desarrollado un interés especial hacia el estampado del mantel que cubría la mesa, ya que se había pasado la velada contemplándolo.


–Bueno, Farba, creo que es necesario felicitarte por la comida –dijo Oden una vez su plato quedó vacío.


–Oh, eso es todo un halago viniendo de un gran comedor como tú –respondió Farba, orgullosa, antes de añadir–: Por cierto, ¿te he dicho ya que has engordado un poco?


–Sí, un par de veces, de hecho –Oden frunció el ceño haciéndose el ofendido, aunque luego sonrió–. Pero es que el trabajo no me deja tiempo para hacer ejercicio...


Gaea chasqueó la lengua, divertida al escuchar la típica excusa.


–Oh, ya veo –la madre de Loki entrecerró los ojos durante un segundo–. Eso tiene fácil solución... ¡Mañana mismo salimos a hacer senderismo!


–¿Senderismo? –repitió Oden, dispuesto a replicar, aunque Farba volvió a tomar la palabra.


–¡Claro! No hay nada mejor que un paseo al aire libre por estos bosques. En un par de días te habrás despedido de esos quilos que te sobran.


–Eso no suena nada mal –secundó Gaea, sonriendo maliciosamente.


Oden volvió la mirada hacia Thor, implorándole ayuda. Sin embargo, el rubio se limitó a imitar la sonrisa de su madre y a encogerse de hombros.


–Te hará bien.


–Mi propio hijo en mi contra –murmuró con exagerado dramatismo, antes de alzar las manos en un signo de resignación–. Bueno, como queráis. Iremos de senderismo.


Tras la derrota de Oden, la cena no se prolongó mucho más. Gaea quiso marcharse a dormir temprano para recuperar las energías que les había arrebatado el largo viaje desde la ciudad y poder así estar preparados para la marcha que Farba estaba dispuesta a darles el día siguiente. Thor agradeció la decisión en silencio, ya que se moría de ganas de poder tirarse en la enorme cama de su nueva habitación y abandonarse por fin al sueño. Por su parte, Loki y Farba consideraron que lo mejor era retirarse también y compensar el gran madrugón que se habían dado aquella mañana. Así pues, en cuestión de minutos la mesa quedó totalmente recogida, y tanto Farba como sus invitados se habían replegado ya a sus habitaciones.


Thor caminó junto a Loki mientras ambos recorrían el pasillo que conducía a sus dormitorios. No intercambiaron ni una sola palabra durante el trayecto, por lo que lo único que quebraba el silencio sepulcral que los acompañaba era el sonido de sus propios pasos y el canto de los grillos que se colaba por las ventanas abiertas. En aquél momento, el rubio no pudo evitar que las últimas palabras que Loki le habían dedicado hicieran eco en su mente y, de nuevo, aparecieron las dudas.


Aún no sabía decidir si el hijo de Farba le había dedicado de verdad una indirecta o si simplemente se estaba dando por aludido sin motivo alguno. Pese a que la mirada de Loki había sido bastante significativa, Thor no podía aceptar que hubiera sido capaz de decirle aquello. Después de todo, estaba acostumbrado a que la gente lo tratara con cariño y simpatía, y nunca se había encontrado con alguien a quien le desagradara. No le caía mal a nadie, jamás. Siempre se llevaba bien con absolutamente todo el mundo. Además, ¿qué sentido tenía que Loki dijera que él era una de esas cosas que no le gustaban? Si ni siquiera se conocían. No había podido ganarse su antipatía tan rápido... ¿no?


En cuanto alcanzó la puerta de su habitación, Thor se detuvo. Loki pasó de largo y continuó andando como si nada, por lo que al rubio no le costó deducir que ni siquiera se molestaría en despedirse. Bien, pues entonces él tampoco tenía por qué hacerlo... aunque cuando rodeó el pomo de la puerta con una de las manos, supo que era incapaz. Ser desagradable y rencoroso no era su estilo, ni siquiera cuando Loki lo pedía a gritos.


Así pues, Thor exhaló un pequeño suspiro de paciencia y volvió a alzar la mirada hacia Loki.


–Buenas noches –dijo, y aguardó unos segundos.


Tal como esperaba, el hijo de Farba no se molestó en pronunciar ni una sola palabra como respuesta, así que cruzó el umbral de la habitación y se dispuso a cerrar la puerta. Fue entonces cuando lo vio. Fue un gesto rápido, pero no lo suficiente como para que a Thor se le pasara por alto: sin dejar de andar, Loki giró la cabeza, dedicándole una intensa mirada por encima del hombro.


El azul y el verde de los ojos de ambos se encontró durante un efímero instante, antes de Loki volviera a mirar al frente. Y entonces, aunque ni siquiera supiera explicar por qué, Thor lo supo: aquella había sido su particular forma de darle las buenas noches.  

Notas finales:

Y hasta aquí.

Pasad una buena semana y nos leemos en la próxima!


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