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Lo que provocas. por Mare013

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Notas del capitulo:

-.-´ Estoy de vuelta… Nuevamente pido disculpas por mi ausencia, sé que estos días eran para que actualizara más rápido y seguido pero sucedieron muchas cosas… además me quede sin internet, de milagro pude subir el capítulo.

Por cierto~ hay lemon de recompensación. Quedan advertidos.


Sin más, espero que les guste.

 

-¿Max?- extendí mis brazos lentamente hasta devolver el abrazo inconscientemente quedando su cuello en mi nariz, aspirando la loción de su camisa -¿Qué haces aquí?- pregunté separándome sin tener una respuesta total en mi cuerpo ante su presencia.

-¡He regresado!, me alegra mucho volverte a ver, en verdad, extrañaba tener a mi amiguito- mencionó con una sonrisa radiante dándome un leve golpe en el brazo.

-Y no eres el único, Marco entristeció mucho cuando te fuiste, fue un golpe fuerte- rio mi mamá caminando hasta nuestra dirección saludando a Max, quien correspondió su beso. Mientras, veía a mi madre con desaprobación por haberle contado eso, Max me volteaba a ver de forma picara en una leve sonrisa, reaccione sintiéndome estremecer.

-Me alegra mucho escuchar eso- sonrió antes de que se le iluminara la cara –mmm… ¿mañana me podrías ayudar a desempacar todo?- preguntó en mi dirección -¿…podrías?-

Antes de poder inventar cualquier excusa con la cual evitar ir a su casa mi madre interrumpió diciendo que sería una grandiosa idea; ambos voltearon a verme esperando una respuesta afirmativa, y gracias al pequeño nerviosismo creciente no pude negarme, terminé planeado ir con el mañana después de clases.  Al poco rato se fue excusándose con que todavía tenía muchas cosas que arreglar y hacer, mencionó también que sus padres al terminar de arreglar nos invitaban a una comida, mi madre sin dudarlo, aceptó despidiéndose de él con una gran sonrisa.

-Vaya- habló mi madre después de que volviéramos a estar solos -ha crecido un montón, también se ha vuelto apuesto-   

Claro que lo ha hecho, no se parece en nada al pequeño bicho que podían aplastar en cualquier momento, al niño que por su estatura, podría llegar y salvarlo, tampoco al que aún le tenía miedo a la oscuridad y tenían que estar con él cuándo nos quedábamos en casa viendo películas de terror. No, ese Max de ahora, me rebasaba por unos centímetros, se podría pensar que era popular entre las chicas y más porque siempre ha usado su forma semi-formal de vestir... Hace mucho que no lo veo... espero que todo haya quedado en ese entonces...    

Desperté temprano al día siguiente, no tenía ganas de hacer nada y mucho menos de ir con mi vecino para ayudar a desempacar. Me senté en la orilla de la cama, levantando ambos brazos para estirarme, al hacerlo tomé una ducha, me vestí y salí al instituto con Carlos esperándome a medio camino.

-¿Sabes? Max ha regresado- comenté, sabía que le alegraría escuchar eso, después de todo los tres éramos muy cercanos de una manera extraña. La cara de Carlos se sorprendió y me miró incrédulo, no sabía si creerme o no, ya hace años que no teníamos noticias de él y ahora regresa así como si nada, estaba para no creerse.

-¡¿En serio?!- asentí -¡Oh qué bien! ¿Es de nuevo tu vecino?- volví a asentir -Me gustaría volver a reunirnos, ya sabes, para hablar de todo eso que nos hemos perdido- parecía emocionado con el regreso de Max y se veía contento de poder verle, seguramente pasaría a visitarlo cuando regresáramos a casa... después de clases... 

-Todavía no ha desempacado todas sus cosas- dije llamando su atención -entonces... ¿Por qué no le ayudamos?- sonrió ampliamente y aceptó con facilidad. Le expliqué si podía ser hoy después de clases, ocultando mi alivio en poder reunirnos todos de nuevo. Mi amigo comenzó a platicar la emoción que sentimos ambos al darnos cuenta que nos conocíamos indirectamente. Él lo conocía de su primaria y yo por ser mi vecino, después de todo los tres tuvimos un lazo que nos unía. Cuando por alguna razón lo mencionamos y descubrimos que era la misma persona nos sorprendimos bastante y reímos pensando en “cosas del destino”. Por alguna razón, a ninguno de los dos nos dijo por qué se iría y ambos resentimos su ausencia. “Un buen amigo” como lo decía Carlos, se fue de manera repentina. Fue un golpe duro, como había dicho mi mamá. Los días pasaron y cualquier cosa sobre él desapareció, con los días empezamos a olvidar su ausencia y la llegada de un buen amigo ayudó en tapar el agujero; Max por su lado, no sabía la relación tan cercana que teníamos ahora. Pero eso no importaba, decidí olvidarlo y solo esperar el ansiado regreso, el que ahora me parecía inoportuno.

 

 Las clases empezaron, el silencio se hizo presente, a excepción de unos cuantos murmullos entre las chicas de al final del salón. Últimamente han estado rumores raros sobre quien ha estado con quien, sinceramente pienso que es una gran estupidez, cada quien sabe qué pasa con sus vidas. También a veces se me rio de lo que podrían estar pensando los profesores "que niños tan tontos" “¿cuantos años tienen?" “A nadie le importa" posiblemente es algo que piensan, solo niños queriendo ya ser adultos, y no lo niego; adolescentes, sí, todavía lo somos; estúpidos e inmaduros, unos más que otros; queriendo ser adultos, no lo creo del todo; haciendo cosas fuera de nuestra edad, la mayoría de veces, no todos, claro está pero algunos ya querían brincar unos cuantos años. Nos falta menos de medio año y medio para ser todos unos universitarios, algunos ya quieren llegar.

A veces pasan cosas fuera de nuestro alcance o incluso dentro de él, que nos hacen cambiar, ya sea para bien o para mal, así somos y no solo nosotros, todos estamos dentro, no importa quién eres o cómo eres, cuando pasa no hay como evitarlo.  Supongo que muy en el fondo todos comprendemos eso, algunos viven cosas más rápido que otros, otros se arriesgan a probar, otros prefieren evitarlo. 

 

Cuando estábamos a punto de salir, Alex me llamó, parecía nervioso, sabía que quería decirme algo importante pero lo evitó al último momento preguntándome si quería ir a su casa. Me hubiera encantado pero, aunque no lo quisiera, ya tenía cosas que hacer. Lo rechacé, comprendió y nos despedimos. No podíamos hacer más, la mirada de su "amigo" aun seguía en nosotros. Aunque al parecer no habían cortado lazos por no levantar sospechas contra Alberto, su otro amigo, ellos casi no intercambiaban palabras. Alex lo ignoraba por completo, parecía no importarle, sin embargo yo le recordaba nuestra promesa, también parecía pasarla en alto. Evitábamos cualquier tema relacionado en ello y preferíamos seguir como si nada, como al principio, no importa que nadie nos viera, así estábamos bien, o eso es lo que yo pienso. Aunque esto no puede seguir así, algún día tenemos que hablarlo. Sigo posponiendo ese momento.

  Llegamos a casa de Max donde sus padres dentro nos saludaban diciendo cosas como lo grande que estábamos, lo mucho que ha pasado y unas cuantas palabras de "están en su casa" agradecimos y nos dirigimos al cuarto del por qué estábamos aquí.

Nuestro amigo se sorprendió mucho al vernos, en primero porque yo no venía solo; en segunda, porque mi acompáñate no era nada más y nada menos que Carlos y tercero, porque nos conocíamos. No dijo nada al vernos, supongo que pensó que tenía que ponerse al corriente de todo lo que se perdió esos años. Al estar solo los tres, preguntó todo lo que se le ocurriera, empezando en cómo nos conocíamos y qué era lo que sucedía en nuestras vidas. De igual manera, Carlos no se quedó callado y se enteró de su vida. Nos explicó el motivo de su despedida repentina “trabajo fuera de la ciudad”, lo que había vivido lejos de la ciudad y las personas que estaba seguro, nos encantaría conocer.

  Cuando comenzamos a sacar las muy pocas cosas de las cajas dentro de su cuarto “lo cual me hizo pensar en que quería que le ayudará pero no tiene casi nada, solo era un pretexto para tenerme aquí, pero afortunadamente le falló pues traje a Carlos conmigo” En una caja, Carlos observó detenidamente algo, me acerqué a ver qué era y descubrí un retrato de una muchacha de cabello rubio, ojos azules, una radiante sonrisa, mirando a su acompañante, Max, él tenía la misma sonrisa, estaban demasiado juntos, pareciera que se rodeaban con un brazo por su cintura pero la fotografía no llegaba hasta el punto de poderlo ver. 

-¿Quién es?- mi amigo preguntó levantando el retrato, enseñándoselo a Max.

-Una ex novia que tuve- respondió ahora sosteniendo la fotografía, la miró solo un momento para después solo apartarla en un cajón el cual dejo abierto pero lo que estaba haciendo era guardarla. Comentó brevemente de su relación y la razón de su ruptura. Carlos parecía entenderlo y le mencionaba lo buen parecida que era esa muchacha. Yo fingía escucharlos, sin embargo, mi atención se mantuvo en la caja donde había otro retrato, esta vez era él con un muchacho parecido a la mujer de antes, cabello rubio, ojos azules, alto... Ahora se lograba ver al muchacho rodearle con su brazo por los hombros, ambos sonriendo hacia la cámara, esa sonrisa se repetía...

-¿Quién es? ¿Un amigo?- me arriesgue a preguntar, negándome mentalmente en pensar que ellos tenían alguna relación más allá de la amistad. Al momento de preguntar llamé la atención de Carlos que me quitó la fotografía y la observó. Volvió a voltearla en dirección a Max y este sacó un "Oh"

-Era mi novio- contestó de lo más normal del mundo quitándola de las manos de mi amigo, observándola con cierta nostalgia en su mirada. Mientras tanto no era de esperar que nosotros estuviéramos con cara de sorpresa y solo una palabra en nuestra cabeza "¡¿Qué?!"

-¿A qué te refieres?- Carlos nuevamente fue el primero en hablar. Soltó una risita incómoda.

-¿Cómo que a qué? Pues un novio, soy bi- aclaró, seguramente por la cara que seguimos haciendo.

-¿Bi?- fui yo el que preguntó.

-Bisexual- completó- te gustan tantos hombres- movió su mano derecha a la derecha- como mujeres- movió la otra mano en dirección contraria a la primera. No sé qué tan asombrado estaba Carlos pero estaba seguro que mi boca estaba abierta.

Me levanté correctamente poniéndome derecho, llevando ambas manos a que se sobaran entre sí. -¿Y tus padres lo saben?- tartamudee al preguntar.

-Por supuesto, no era algo que ocultara- sonrió mirando un punto perdido en el techo. Tal vez recordó aquel momento.

Entonces me puse a pensar, si yo les fuera a decir a mis padres algo como eso, ¿qué es lo que me dirían? Que eso no estaba bien, que estoy confundido y es por mi edad o me insultarían. Si les dijera que mantengo una relación con un hombre, ¿cómo reaccionaría? Se sorprenderían y me dirían que les gustaría conocerlo, aceptarían con los brazos abiertos mi relación o se indignarían y se avergonzarían de mí, llegando al punto en que no me quieren como hijo y me correrían de la casa. Nunca he querido platicar de ello y tampoco hay mucho tiempo como para hacerlo. No recuerdo ¿cuál es su opinión acerca de eso, les molestara o lo pasaran por alto? ¿Cuánto les afectaría que les dijera algo así? Con el simple hacho de pensarlo un escalofrío me recorrió la columna vertebral. ¿Qué es lo que soy? ¿Soy un heterosexual como todo el mundo cree? ¿O soy un homosexual al que le aterra la idea de revelarle a la gente sus preferencias sexuales? No había pensado en eso; me gusta Alex, sin menor duda pero eso no significa que siempre me haya fijado en solamente hombres ¿O sí? No, no es así, también me fijo en mujeres. No me consideró gay del todo, no del todo.

-Siempre lo supuse- mencionó mi amigo dándole una sonrisa amable, era como si le estuviera diciendo que no le importaba.  

Max le devolvió la sonrisa, no creo que haya esperado la aceptación por parte de él. También le preguntó sobre su orientación sexual a lo que contesto sin pensárselo dos veces que era hetero, tenía una novia con la cual llevaban una hermosa relación. Todo el tiempo estuve callado creyendo que así se olvidarían de mí y pasarían en alto mi presencia y consigo, esa pregunta.

Error.

-¿Y tú Marco?- preguntó Max con una sonrisa traviesa, ya lo sabía, el más que nadie y de eso estaba seguro, lo sabía, solo quería molestar. 

Sentí ambas miradas como cuchillo, más la de Carlos que parecía realmente ansioso por mi respuesta. Sabía que él no pensaría en mí como alguien gay o bisexual pero aun así sabía que tenía sus dudas. Miré a todos lado esperando una salvación pero nada, evitaba las miradas de ambos y empecé a sentir sudor bajar por mi frente.

-Yo...- tartamudee- no lo sé- solté de un soplido.  Max sonreía con satisfacción y Carlos me miraba interrogante, tenía la palabra en la boca y estaba a punto de preguntarme algo cuando repentinamente cerró la boca y dirigió su vista a la caja.

-Eso pasa, no te preocupes- Max trató de tranquilizar el ambiente, ya había logrado su cometido para qué joder más.

Dentro de poco tiempo la conversación siguió otro rumbo, hablaron del instituto y de que Max se trasladaría (sorpresas y más sorpresas) a nuestro instituto, la próxima semana entraría, según explicó, todavía tenía la oportunidad de no repetir año. Carlos estaba emocionado y no dejaba de repetir lo genial que sería estar los tres. Por mi parte, solo rogaba que no le tocara en nuestro salón.  

 

Cuando decidimos irnos porque ya era "tarde", Max inventó lo primero que se le vino a la mente para detenerme y estar solos, eso me alarmó.

-Marco, ¿con que no lo sabes? ¿Todavía no te decides?- rió caminando lentamente alrededor de mi pasando su dedo índice por mi pecho -¿O no querías decirlo?- se detuvo frente a mí, recorriéndome de pies a cabeza - te has vuelto bastante apuesto- alzó su mano hasta llegar a mi rostro, sosteniéndolo para evitar rechazar su mirada -regresé por tí- se acercó lentamente -de cierta manera- apenas lo susurro. Acercó su rostro al mío, unos cuantos centímetros y nuestros labios hubieran chocado. Le aparte abruptamente, ignorando mi evidente sonrojo. -Espera, no me digas que hay alguien que te gusta- esperó mi respuesta pero la mirada furiosa que le lanzaba lo tomó como un sí -Oh que mal, yo te quería para mí- sonrió. Ya no soportaba el hecho de estar en un lugar encerrado con él a solas. Me encaminé hasta la puerta despidiéndome. Caminé hasta mi cuarto donde no pude evitar marcarle a una amiga.

-¿Elena? Tenemos que hablar-  

 

La semana estaba por acabar y nada bueno me había estado sucediendo en esos días, lo único que recuerdo de una manera agradable fue un dulce beso de Alex antes de salir de clases, cuando nadie nos viera, por supuesto.

Le había contado a Elena sobre Max, le hable de lo seguro que estaba que él haría algo desagradable a Alex y a mí en el momento en el que se diera cuanta que tenemos algo. Le pedí que tratara de evitar que Alex se juntara mucho conmigo, al fin y al cabo, últimamente se han estado hablando mucho; me rechazó la idea y dijo que era la oportunidad para dejar en claro que yo era de Alex y que mejor dejara de molestarme, me pareció una buena idea pero no estaba seguro de cómo hacerlo sin que se enteraran más de la cuenta.  

 

Al finalizar una clase, era de esperarse que cada quien se levantara a hablar con sus amigos o se reunieran con alguien más y tampoco era de extrañar, el que algunas muchachas fueran a conversar con Alex. Nunca me mostré celoso, era de suponerse, pero ahora más que nunca no lo podría estar; él está conmigo y muy dentro de mí siento como me rio de ellas al saber cómo no lograran nada.  Aunque, había alguien más que mostraba su inconformidad por la cercanía de todas ellas, y no trataba de ocultarlo o siquiera no darse a notar. “Su amigo”, el cual al poner atención descubrí que su nombre es Ricardo, molestaba a Alex cada vez que lograba tener oportunidad. Tal vez a algunos les parecía que eran bromas entre ambos pero ellos no sabían lo que realmente trataba de hacer. Debo de admitir que se ha mantenido a tope sin soltar todo de una vez, trata de dar a conocer lo que sabe con pequeñas insinuaciones, eso por supuesto, no quita lo molesto.  Tiempo después de que me enterara de las amenazas de aquel "amigo" no ha dejado de insinuarle a todos los que pudiera que Alex era gay. En cambio, por nuestra promesa de alguna forma lo negaba. Haciéndole quedar como tonto y guardando el enojo cada vez más, insistiendo tantas veces como pudiera. Hasta su amigo Alberto trataba de callarlo jalándolo a cualquier otro lado. La relación entre ellos cada vez estaba empeorando.

-Pero Alex es gay, muchachas- dijo su "amigo" dirigiéndose al grupo de niñas que lo rodeaban -¿no es así Alex?- esta vez le preguntó al nombrado.

Alex no le molestaba en lo absoluto que este estuviera diciéndole todo eso pero ya se estaba hartando, cada vez que le preguntaba guardaba silencio como para contenerse de decirle todo o golpearlo. -¿Y que si lo soy?- gritó al fin, descargando la frustración guardada.

Hubo un largo silencio en el cual todos voltearon a verlo sorprendidos. Me quede esperando cualquier otro comentario pero no llegaron, voltee a ver a Elena que con cara preocupada me veía desde su lugar. El silencio me estaba comiendo, quería decir algo para romper esa atmósfera, para quitarle la estúpida sonrisa que se le había formado a su "amigo" pero algo me ganó -¿que acaso te gusto?- continuo Alex insinuándosele de forma burlona, ganándose las risas de algunos presentes, aligerando el ambiente. El "amigo" no hizo nada más que apretar los puños fuertemente y antes de que pudiera hacer algo Alberto se lo llevo lejos.  Mire aliviado la situación, después de todo no había delatado nada.

Lo mire tranquilamente esbozando una leve sonrisa.

-Pero creo que a Marco sí- escuché a alguien gritar.

De inmediato me paralice y trate de buscar al culpable de que ahora todos tuvieran su vista puesta en mí. Mire lentamente a Alex que parecía también paralizado y lentamente encontró mi mirada soltando una risa, detectó rápido al dueño de la voz -¿Y que a ti no?- de nuevo más risas. Agradecí a todo lo vivo y no vivo por el pequeño milagro de su falta de interés por mí. Sin embargo una personita muy familiar no apartaba su vista de mí.  

La semana acabó y en ningún momento pude tocar a mi "pareja". Que si Carlos se encontraba literalmente todo el tiempo a mi lado o sus amigos de Alex no lo dejaban, aparte de no coincidir en la salida, o él se iba antes o Carlos me arrastraba con él a casa de Max. Tampoco le pude decir sobre Max y nuestra pequeña relación pasada además de lo precavido que teníamos que estar cerca de él.    

 

Aunque a veces la buena suerte me odiara a veces parecía tenerme lastima y me hacía buenas obras en mi beneficio, una de ellas y me alegró el día, fue enterarme de que mi amigo de la infancia no quedara con Carlos y conmigo en el mismo salón, y para mejorar le tocó un salón considerablemente separado al nuestro, lo cual agradecí y me dio por lo menos la libertad que perdería. De vez en cuando pasaba por nuestro salón o nos encontrábamos en cambio de clases o nos reuníamos en la cafetería, aunque solo era para estar conmigo "todo el tiempo que pudiera" porque fue bien recibido y aceptado.  

 

-¿Tienes novia?- alguna muchacha preguntó cuando comíamos con más personas de lo normal. 

-No, no la tengo- sonrió amablemente.

-¿Pero estas interesado en alguien no es así?- escarbó más en el asunto. Él solo asintió. -¡¿Quién es?!- un pequeño aire de esperanza la envolvió.

-¡Marco!- gritó feliz. Nuevamente las miradas se posaron en mi persona, algunos suspiraron cansados otros simplemente sonreían dudando si era verdad o no. Le preguntaron lo mismo que nosotros y respondió lo mismo que a nosotros, no tenía problema en gritarle al mundo quien le gustaba. La muchacha que molesta e indiferente le cambió la cara, mencionó -Que pena pues a Marco le gusta Alex- bromeó sacando risas de los presentes. Aunque todos reían la cara de Max se fue ensombreciendo lentamente. Al parecer no iba a pasar en alto la "broma" e investigó quien era Alex y la relación que teníamos. No falta decir que rápidamente colocó las piezas del rompecabezas y descubrió más cosas de las que me hubiera gustado. Entonces, cada que tenía oportunidad se acercaba a mí, con claras intenciones de molestar a Alex. Por apartado, él y yo ya habíamos discutido sobre quién era Max y qué es lo que hacía; no le pude responder con sinceridad ni todo lo que sabía, pensé que no hacía falta. Ya habíamos quedado de acuerdo en no darles señales de victoria pero Alex estaba en pésimas condiciones cuando se me acercaba y enfrente de él me abrazaba. 

Elena me dijo que tendría que evitar a toda costa el que los tres estuviéramos juntos, por fácil que sonara gastaba mucha energía lográndolo, sumándole el no levantar sospechas. En buena parte estaba agradecido de que Max no nos hubiera delatado pero solo hacía que me costara más trabajo. -Voy a hacer que quieras estar más tiempo conmigo- me había dicho Max cuando nos encontramos fuera de nuestras respectivas casas, colocándolo con un tono amenazador y diciendo indirectamente que lo lograría. Desde entonces de cierta manera se volvió más cercano, evitaba cosas que me molestaran aunque solo cierta parte del día, después se desesperaba y me amenazaba una vez más.

  Ya estaba cansado y lo único que quería hacer era llegar a mi casa y dormir. Carlos salió temprano para ir a ver a su novia y Alex desapareció.

-¡Marco!- la voz que menos quería escuchar. Lo ignoré siguiendo mi camino para salir. -¿Te vas a casa? Te acompaño- caminó a la par conmigo. Me detuve y él también lo hizo.

-Basta, déjame en paz, con tenerte viviendo a lado es suficiente- le dije de modo enojado.

-¿Enserio ya no sientes nada por mí? ¿Qué hizo que me odiaras tanto?- sonrió burlón agarrando mi brazo, forzándome a estar más cerca de él.

-Si ya sabes cómo me siento ¿por qué me molestas?- traté de apartarlo con mi mano libre pero la atrapó acercándome aún más.

-¡Marco!- gritaron mi nombre, voltee sorprendido y encontré los ojos negros de Alex, en cierto rostro el cual no supe descifrar la emoción que reflejaba. 

-Por esto en especial- susurró Max obligándome a girar, llevando sus labios a los míos, presionándolos fuertemente mientras mordió mi labio inferior provocando un quejido el cual aprovechó para meter su lengua y descaradamente se lograra ver en el exterior. Ya había soltado mis manos y ahora colocaba sus brazos envolviéndome para hacer más cercano el rose. Luché por separarme pero ejercía mucha fuerza y lo único que logré hacer fue empujarlo, mas no sirvió de mucho.

Una revoltura de enojo, vergüenza, culpa y asco empezaron a sentirse en mi estómago hasta que un puño directo en la cara de la persona que me obligó a besarlo nos separó. Inhalé aliviado.

-No te atrevas a colocar otra mano encima de él, ¿entendiste?- gritó Alex enojado controlándose para no golpearlo nuevamente.

Mientras tanto Max se sostenía la zona afectada y mostraba una sonrisa divertida. -¿Por qué tanto enojo? no es como si fuera la primera vez que lo beso. Tú no fuiste su primer beso ¿o sí? Pero ¿adivina quién sí?, y no solo el beso fue lo primero que le quite- rio mostrándose victorioso y satisfecho pero solo recibió otro golpe y uno más y otro más... Dándome cuenta de lo que pasaba, logre detener a Alex antes de otro golpe y lo aleje con mucho esfuerzo del pasillo. Ambas respiraciones estaban agitadas y los puños de Alex no se relajaban, acerqué mi mano para que sintiera mi toque pero rápidamente agarró mi muñeca jalándome dentro de un salón estampándonos en la puerta cerrada.

Sin darme oportunidad de reclamar, besó mis labios y casi al instante su lengua se adentró en mi boca, no podía hacer nada, mis manos eran sostenidas por las de Alex a un costado de mi cabeza y una de sus piernas abría paso entre las mías, empezando a rozar mi entrepierna la cual aunque me negaba a sentir su toque, esta fue despertando hasta lastimarme el pantalón. Los jadeos comenzaban a aparecer y los labios de Alex en la mía no ayudaban a que me controlará.

-¿Qué… haces?- lograba decir con cada pequeña bocanada de aire entre besos.

No me contestaba y tampoco parecía llegar a hacerlo, sus manos soltaron mis muñecas y bajaron recorriendo mi rostro, mi cuello, mi pecho, mi torso, pasando por mi espalda hasta llegar a mis glúteos los cuales apretó y al recibir un gemido de mi boca, pasaron a la parte delantera donde comenzó a acariciar aquella parte sofocada dentro de mi ropa, después fue liberada y entretenida con pequeñas subidas y bajadas. Mi fuerza desapareció y solo lograba sostener su camisa de su espalda esforzándome en no doblarme de rodillas, coloqué mi cabeza en su hombro y desde ahí podía ver como su mano se movía lentamente de arriba a abajo, aumentando la velocidad entre cada gemido escapándose de la boca que fue arrebatada por un beso salvaje mientras un estremecimiento se apoderaba de mí. Ahogue el sonido en sus labios y pensando que todo ya había acabado cerré los ojos volviendo a recargarme en su pecho. Sin embargo, sus manos no se habían detenido y ahora pasaban nuevamente a mi trasero empezándolo a tocar con caricias circulares, y en un momento estaba pasando debajo de mi ropa interior queriendo llegar a otra parte. Asustado trate de apartarlo.

-Soy virgen, soy virgen- repetía tratando de tranquilizarlo. De alguna manera pensé en su cambio de actitud tan repentina y sus toques desesperados se debían a lo dicho por Max, posiblemente haya llegado a suponer el hecho de que tuve alguna relación sexual con él. 

Su rostro lució un poco diferente al sostenerlo de los hombros y algo cambio, dejó de moverse y se tambaleó un poco, lo sostuve fuertemente preguntando si se encontraba bien pero no hubo respuesta, sus ojos comenzaron a cerrarse, le di unas palmaditas en sus cachetes pero no reaccionaba, me asuste completamente. Esta vez no estábamos ni siquiera cerca de la enfermería y no podía llevarlo cargando hasta allá. Lo senté en el suelo recargándolo en la pared para salir a buscar ayuda. Rápidamente saqué una servilleta limpiándonos, arreglando mi ropa al mismo tiempo, después salí pero no encontraba a nadie, miré por todos lados implorando que alguien pasara por ahí pero no había nadie, no se escuchaba nada.

-Marco- susurró Alex desde el salón. Fui a ver lo que pasaba y lo vi tratando de levantarse.

-¡No, espera!- grité yendo a sostenerlo, pasando su brazo por mis hombros.

-Vamos a la enfermería- susurraba tan bajo que apenas logré escucharlo.

-... Vamos- nos encaminamos al pasillo desierto empezando a caminar en dirección a aquella habitación blanca.

No podría decir que era tarea fácil pues Alex al ser más alto y de complexión más robusta que la mía, pesaba y cada paso me cansaba más, lo ignoré por completo y seguí caminado ayudándole a no caer. Cuando estábamos cerca de la puerta blanca grité todo lo que pude llamando a la enfermera. “Esperemos que todavía se encuentre ahí” De repente y casi al tocar la perilla, salió la señora viéndonos sorprendidos y ayudándome a cargarlo para llevarlo a una camilla donde lo dejó descansar.

-¿Está bien?- pregunté claramente preocupado.

-Por supuesto, solo está un poco cansado- me miró de forma amable, apoyándose de una sonrisa sincera -gracias de nuevo, creo que te está dando muchos problemas- rio a lo bajo.

-No, claro que no, me gustaría ayudarlo en lo que fuera- me apresuré a decir recibiendo una mirada sorprendida que se fue convirtiendo en una cariñosa.

-Entonces dile que no se sobre esfuerce, le haría mejor, también mañana tiene que descansar, para evitar mayores, ya sabes- sonrió tranquilizadoramente mientras asentía. -Si quieres ya puedes irte, yo me encargaré de que llegue a casa- mencionó al darse cuenta que no me apartaba de él.

-No se preocupe, me gustaría quedarme hasta que despierte- respondí sin dejarlo de ver.

-Está bien- fue lo último que dijo. Pasaron unos cinco minutos más donde apenas despertó se sentó y recargó su cabeza en sus manos. Parecía cansado e incómodo. Posee una mano en su hombro para que me volteara a ver y supiera que todo estaba bien.

-Gracias Rosa, creo que me sobrepase- rio tímidamente subiendo la mirada hasta encontrar mis ojos, al verme se sorprendió sin comprender mucho después su cara se sonrojo.

-No me lo agradezcas a mí, tu amigo fue el que te ayudó- aclaró de forma divertida -ya ve a tu casa, estoy segura de que él te acompañara- voltee a verla para asentir nuevamente.

-Sí, ya vámonos- me levanté indicándole que nos fuéramos de una vez, agradeciendo a la enfermera y retirándonos.  

 

-Gracias por llevarme a la enfermería... Te debió de haber constado trabajo- mencionó antes de entrar a su casa.

-No, para nada- mentí -además dijo que mañana descansaras, así que en la tarde paso por aquí- sonreí.

-Por cierto... Perdón- susurró. Lo miré sin comprender -Perdón por obligarte... No lo volveré a hacer- tenía la vista en el suelo y sus mejillas levemente estaban sonrojadas. Comprendí a lo que se refería

-No te preocupes... - quise decir algo más pero solo me despedí y me aleje.     

 

Al estar cerca de mi hogar pude distinguir la figura de Max recargado en su entrada. Llegué e inmediatamente trate de abrir la puerta para entrar lo más rápido posible.

-Hola Marco, ¿por qué tan tarde?- preguntó burlándose. Lo miré furioso y noté la hinchazón en su ojo. Reí.

-En vez de preocuparte por mi deberías ponerte algo, te ves horrible- sonreí para mis adentros al notar su cara de pocos amigos. Entre a casa y "extrañamente" mis padres no se encontraban pero había comida preparada. Me acerqué a olerla y al descubrir que fue hecha recientemente me serví y comí, después me encerré en mi cuarto.

"Muy bien, muy bien, ¿cómo le voy a explicar a Alex lo que dijo Max? ¿Le diría que era cierto lo que dijo pero tampoco mentía cuando le dije que sigo siendo virgen? ¿Cómo explicarle que antes me gustaba Max y por esa razón lo besé en el pasado? Le diría sobre nuestros besos a escondidas cuando éramos pequeños pero de repente desapareció y me rompió el corazón pero que no se preocupara por ahora él era el único que me importaba. Y justo ahora no quiero verlo ni de chiste, aunque lo tengo que hacer porque en especial es mi vecino. Pero no le pondré caso. De cualquier manera que lo vea, tengo mucho que decir."  

 

Cuando llegué al instituto no hizo falta el comentario de Elena para darme cuenta el que Alex no había asistido a clase. Ya lo sabía de antemano, aunque me alegra darme cuenta de que Max tampoco asistió. Mi amigo me preguntó el por qué, posiblemente yo sabría algo porque soy su vecino pero le negué saber algo.   

-Oye, ¿qué piensas hacer con Max?- me preguntó Elena en un momento en el que estábamos solos.

-Sabes que a mí me gusta Alex...- respondí como diciendo lo obvio.

-Si pero... Parece que va en serio- reí ante el comentario, oculta sus verdaderas intenciones -además nadie sabe tu relación con Alex...- temió decirlo. Y justo como esperaba mi sonrisa se apagó y mi rostro se ensombreció. En eso tiene toda la razón.

-Eso no tiene nada que ver, no importa si nadie sabe de nuestra relación...-

-¿Qué relación?- Carlos interrumpió. 

Di un mini saltito y voltee a ver a Carlos que se encontraba atrás de mi esperando una respuesta, solo le sonreí e inventé un tanto de cosas que Elena amablemente colaboró. De cierto modo fue suficiente para que no preguntará más y dejáramos ese tema de lado.  

 

Al salir fui directamente a casa de Alex, evite cualquier contratiempo y escapé sin ser visto. Cuando llegué y me recibió su padre, que al notar mi presencia se alegró y me dejo pasar, vi a sus pequeños hermanos merodear por la sala y el comedor, Diego y Susy me saludaron alegres, Oscar ni siquiera me dirigió la mirada. Algo incómodo por la situación me retiré al cuarto de la razón de mi visita. Toqué la puerta y esperé a que un Alex en pijama con cara de dormido me abriera, tal vez sería igual que cuando lo visité. Esperé y antes de que tocara otra vez, un Alex vestido y despierto completamente me abrió. Una pequeña desilusión apareció, realmente quería verlo como cuando vine la vez pasada.

-Hola- saludó dejándome entrar y cerrando la puerta detrás -¿qué haces aquí?- preguntó sentándose en la silla de su escritorio.  Voltee a verlo con cara de "¿no es obvio?" Y me senté en la orilla de su cama. Alex alzó los hombros y miró al suelo.

-¿Cómo estás?- preguntó haciéndole levantar la vista de nuevo.

-Bien, fue una exageración no dejarme ir a clase, estoy bien- dijo molesto.

-Nada, tenías que descansar- le sonreí cuando me miró aun con su molestia.

-Cambiando de tema, en serio me siento mal por lo que...- comenzó a decir con arrepentimiento. Le corté en seco.

-Ya te dije que no importaba, no me lastimaste, ni nada...- le aclaré viéndole a los ojos, me levanté caminando hasta donde él se encontraba. Alex abrió los ojos sorprendido, mientras me sentaba en él cómo podía y sin apoyar completamente mi peso -Además, faltaste tu- me acerqué besándole levemente, sintiendo la pequeña sonrisa que se había formado en su rostro.

Al separarnos, solo intercambiamos miradas para seguir basándonos y prolongar el beso mientras que mis manos recorrían su espalda pasando por sus costados hasta llegar a su pantalón e ir desabrochado y bajando el cierre. Alex se removió incómodo y me miró con desaprobación.

-No, ahorita no, mi padre y hermanos están allá bajo- dijo agarrando mis manos para que dejaran de frotar aquella zona.

-Por esa razón no hay que tardarnos mucho- con una sonrisa malvada me zafé de su agarre y seguí con el movimiento en mis manos mientras otro beso callaba lo que quería reprochar.

En este momento, me encantaba verlo con su leve sonrojo y con la boca entreabierta dejando salir su respiración que se volvía entrecortada y le costaba trabajo mantener un ritmo parejo, sus ojos empezaban a transmitir deseo y sus manos trataban de alcanzar algo para tocar, mientras su miembro despertaba lentamente por cada roce y su temperatura subía hasta que unas cuantas gotas hacían acto de presencia en aquella frente donde si pasaba más tiempo mojaba su cabello, dejándolo como recién salido de la ducha y parecía más deseable.

No le permití que me tocara, ayer me tocó a mí, ahora él era el que tenía que disfrutar y solo con la hermosa escena me quedaba satisfecho. Separé nuestros labios, mordiendo su labio inferior antes de empezar a besarle la mandíbula bajando poco a poco hasta su cuello donde lamí antes de morder delicadamente y repetir en toda la piel que pudiera; en respuesta, un leve gemido salió de aquella boca entreabierta. Sus manos que había contenido y hecho caso dejándolas en mi cintura, solo llegaba a sentir como apretaba de vez en cuando. Seguí besando su cuello pero mis manos ya estaban removiendo la parte que podía para poder sacar su miembro de esa prisión de bóxer, sosteniéndole entre ambas manos para comenzar un leve vaivén de arriba a abajo, comenzando con un suave movimiento repitiendo los mismos movimientos que había sentido el día anterior. Repetí la acción unas veces más hasta que el receptor de las caricias buscó mi boca besando, tratando de por lo menos dirigir esa parte. Recorrí cada mínima parte de su hombría antes de acelerar un poco más el ritmo. El agarre en mis caderas se volvió más fuerte y solo un poco más sabía que estaba en su límite, baje el movimiento del vaivén y con la otra mano cubrí el hecho de que su semen manchara nuestra ropa. 

Nos recargamos en el hombro del contrario, esperando tranquilizar (en el caso de Alex) su respiración, (en mi caso) mi entrepierna que sin quererlo así, despertó. No quería que él lo notara así que solamente permanecí inmóvil por un buen rato. 

Se lograba escuchar más movimiento en su casa y tres pares de zapatos retumbando en el suelo cada vez que corrían de un lado a otra terminando a dar a su habitación. En un rápido movimiento me levanté de Alex y me giré en dirección a la puerta.

-¡Alex!- entraron gritando sus tres hermanos –Mamá pregunta si no quieren algo de comer- dijo su hermana ganándole la palabra a sus hermanos, los cuales volteaban de él a mí.

-Con mucho gusto, solo espéranos, ya bajamos- respondió tranquilo, con su sonrisa tierna.

-¡Está bien!- gritaron saliendo pero Oscar se mantuvo en la habitación -¡Oscar, vamos!- regresaron sus hermanos agarrándolo de ambos brazos jalándolo a la fuerza fuera de la habitación. El aire que retuve en todo el tiempo salió y aliviados nos vimos el uno al otro. 

-Creo que mejor bajamos- mencionó Alex sonriéndome. Asentí de la misma manera.

Bajamos y sin darme cuenta terminé comiendo con ellos, me enteré de los típicos recuerdos bochornosos de los protagonistas pero los que tuvieron la oportunidad de presenciarlo no paraban de recordárselo y contárselo a cualquiera. Aunque la intranquilidad y el nerviosismo inevitable de estar ahí no me abandonaron, realmente me divertía con sus palabras.  

 

El fin de semana Carlos nuevamente me invitó a su casa para pasar el rato y afortunadamente Max saldría ese día por lo cual no nos acompañó. Fui a su casa desde temprano y en la tarde sus padres y la pequeña Carla salieron a comprar algo para la comida. Supongo que nuevamente seré invitado a comer pero tratare de irme antes de que eso suceda.

-Marco… ¿Qué opinas con lo que dijo Max…- preguntó cuándo subimos a su cuarto para jugar como normalmente lo haríamos. Lo miré confundido pero ya sabía a lo que se refería, mi corazón latió más rápido –con lo de… que le gustas?- sonó nervioso y no era el único intranquilo.

Reí incómodo y di vueltas al asunto en mi cabeza –Nada… él no me gusta- respondí con sinceridad. Miré nuevamente a sus ojos y parecía más tranquilo –pero me gustaría confesarte algo- continúe, llamado su atención. Regresó por completo su mirada la cual me incomodo más de lo que quería.

-¿Qué es?- preguntó curioso y aguardó esperando lo que pensaba decirle.

Sabía que en algún momento este día llegaría y solo estaba posponiendo el tema; no quiero ocultarlo más a un amigo muy apreciado para mí y este sería por lo menos, un paso para poder sacar a luz, solo un poco, la verdad de mi sentimiento por Alex. Mi amigo es un buen comienzo y por ser así no tengo que ocultarle muchas cosas sobre mi decisión. Lo quiero y sé que de alguna manera su opinión me importa, aunque se aparte de mí, por lo menos quise tenerlo como el buen amigo que afortunadamente encontré.

-Yo... a mí...- comencé a decir, tartamudeando ridículamente, parte de mí aun no quería decirlo, era mejor guardarlo y decirlo cuando estuviera listo y fuera un mejor momento pero ¿cuándo seria ese momento? Ya tenía que sacarlo, él es mi amigo y lo entenderá, pero aun así la voz me temblaba y no lograba sacarlo -me... gusta… Alex... Estoy saliendo con él...- pareciese que el corazón quería salirse corriendo para no ver la reacción de mi amigo, el cual, apenas recibió la noticia su cara parecía no poder estar más asombrada, pensó un rato buscando con la mirada un punto de apoyo hasta que formulo su pregunta.

-Entonces, ¿son novios?- trató de ir comprendiendo poco a poco.

-Sí, se diría que sí- aunque no sabía si lo éramos ya tendría tiempo para colaborar mi respuesta. Su rostro mostró un leve disgusto antes de hablar de nuevo.

-Por lo menos estas bien con eso ¿no?- esperó mi respuesta. Solo asentí -Me pregunto qué le habrás visto a él, digo es guapo, está bien, pero ¿su actitud es buena?- me pareció más que hablaba con él mismo.

-Sí, es buena persona- le respondí aun así.

Suspiró y lo único que provocó fue ponerme más nervioso, las manos me sudaban y quería salir de ahí, todavía no sabía que pensaba pero me dio la impresión de que no le molestó aunque si se sorprendió. Posó su mirada una vez más en toda su habitación terminando con la vista puesta en mis ojos.

-Pues ¿qué te puedo decir? Si te gusta y le gustas no hay nada que hacer- sonrió, tranquilizándome de inmediato -pero me gustaría... Antes... Por lo menos una vez- siguió hablando pero no entendía a lo que se refería, se acercó agarrándome de los hombros acercando mi cuerpo al suyo, pasando una mano en mi nuca para acercar mi rostro al suyo y poder besarme.  Mi asombro era mucho y no pude más que quedarme inmóvil sintiendo los labios de mi amigo en los míos, aunque solo los rozó, se separó y de nuevo miró mi cara asombrada.

-Bueno, yo aún prefiero a mi novia- sonrió. Reí agradecido porque para mí eso me decía que aceptaba la relación que tenía con Alex, no pareciese que nuestra amistad se fuera a acabar con algo tan simple y aunque me parecía confuso el que me besara, sabía que no le importaba a quien decidí querer.      

 

 

  ----------- E X T R A -----------  

Molesto era poco para describir su estado actual, estaba que quería molestarlo hasta hartarse para que dejara de tratar de coquetear a toda muchacha que pudiese. Aunque cabe señalar que era muy malo y todos sus esfuerzos eran en vano. No lo veían más que un amigo y eso es todo lo que querían. Entonces ¿qué es lo que animaba a continuar con sus pobres intentos de coquetear? Fastidiarlo, eso era.

¿Cuántas veces le habrá dicho que dejara de hacer eso? ¿Qué se veía ridículo poniéndose celoso por la atención que imploraba tener en él en vez de Alex? 

Además de que le pareció gracioso el estarlo molestando insinuándole todo el tiempo el que era gay, nadie le creía y a él poco le importaba si le llamaba así, aunque últimamente había notado el desagrado que se tenía el uno al otro, nunca fueron muy buenos amigos entre ellos, más bien se conocieron porque él mismo los presentó, pero estos últimos días ha estado insoportable la situación. 

Nadie le había dicho nada, ni Alex, ni Ricardo que aunque le amenazaba, de alguna manera escapaba sin haberle sacado algo. 

Pero aunque pareciera, no era eso lo que le molestaba hasta explotar. Lo que le molestaba era la poca atención que recibía y la desobediencia que le tenía cuando le decía que parara. Al parecer al niño le gustaba jugar con fuego y no tenía en cuenta que hasta cierto punto se podía quemar.

Ya había tomado la decisión de joderlo un poco para que por lo menos calmara su actitud tan arrogante. Tenía planeado hacerlo pero ¿cuándo seria el momento oportuno? El pobre muchacho le dio una sin siquiera darse cuenta. Molestar a Alex en clase no había sido su mejor manera de hacerlo, quedando en ridículo y teniéndoselo que llevar para que callara fue su oportunidad para avisarle que iría a su casa a pasar el rato.

Fue todo para que Ricardo se angustiara y quedara callado por el resto del día, sabía lo que significaba eso y solo pedía el que sus padres no estuvieran en casa. No había molestado a más personas por el resto del día y sudaba con la presencia de Alberto atrás de él. Caminaron en silencio hasta llegar a su hogar donde sus padres le recibieron. Parecían a gusto con la presencia del amigo de su hijo, se habían dado cuenta que era buen muchacho y lo mantenía a raya.

No los entretuvieron mucho, ellos se irían a la habitación de Rodrigo y bajarían cuando quisieran. Aunque parecía que su hijo quería platicar más con ellos que cualquier otro día… más no los molestaron más y se fueron.

El propietario de aquella habitación sudaba en frío y escuchar que cerraban la puerta detrás si no ayudó en mucho. De inmediato se alejó lo más que pudiera de su invitado y empezaba a escupir excusas tontas para mantenerse a salvo.

-Mis padres están abajo- le recordó, quedando atrapado por los brazos de Alberto y su cama.

-Entonces no hagas ruido- susurró en su oído. Ya no había duda de que se lo comerían vivo y pudo recordar las causas para que llegaran a esto.

Estaba fastidiado de que su amigo ganara toda la atención que él merecía tener y por más que pasaba tiempo con sus amigas diciéndoles cosas bonitas, no importaba. Estaba harto de eso. ¿Por qué su atacante no dejaba de molestarse por ello? Para él era más que suficiente la atención que podía ponerle a Alberto, y sus esfuerzos de encontrar a alguien más para que por fin escapara de sus garras no llegaban.

Un pellizco en uno de sus pezones lo trajo al presente y un quejido ahogado pareció suficiente para que empezara la verdadera tortura. Le fue quitando la playera para dejar la parte superior del cuerpo de su amante desnuda. Pero este se resistía. No le satisfacería tan rápido.

-No te conviene que te resistas- levantó los brazos que interferirán en su trabajo y prácticamente le arrancó la playera.

Su apariencia podía indicarles a muchos que su cuerpo era débil pero nadie mejor que él sabía que les engañaban sus ojos. En cuestión de fuerza, su compañero le ganaba en mucho, es cuando caía en cuenta que era en vano y mucho mejor no resistirse. 

Alberto se dio cuenta de la sumisión de su amigo y sonrió dándole a entender que había elegido el mejor camino. Continúo con sus besos y lamidas en el pecho de este, de vez en cuando mordía, pero lo que más le gustaba era morder esos sensibles pedazos de carne rosados. Desde hace mucho se había dado cuenta lo delicado que era en esa parte y como “buena” persona explotó su uso.

Por el contrario, Ricardo le molestaba que fuera tan brusco en sus pezones, además de que era muy sensible, le lastimaba mordiéndolos tan fuerte, lo único que podía hacer era morderse el labio inferior hasta hacerlo sangrar para callar los quejidos de dolor que después de un tiempo, en recompensa sentía como eran lamidos y seccionados, convirtiendo esos quejidos en gemidos. Cuando terminaba con ellos, regresaba a lamer su labio inferior quitando así los restos de sangre. 

Sonreía burlón y travieso bajando hasta su entrepierna que pasando por todo el dolor soportable de al principio este parecía ansioso por ser tocado. Le daba atención y si le parecía adecuado también recibía unos cuantos besos, lamidas y mordidas delicadas, a cambio de ser recompensado con el suave y tembloroso toque de su compañero en su parte íntima.

En ese punto, el que llevaba el control ya le había despojado todas su prendas para manipularlo de mejor manera, iniciando con la introducción de sus dedos para que se acostumbrara y sin que menos se lo esperara lo embestía lo más fuerte que pudiera. Ricardo controlaba sus gemidos y los ahogaba en sus antebrazos hasta que estos eran apartados de su boca y eran colocados a cada lado de su cabeza, aprisionados con las manos de Alberto, quien se deleitaba con el rostro de aquel muchacho.

-Pa... para...- apenas si lograba decir entre jadeos y embestidas que no le permitían hablar.

-¿Por qué... te debería de obedecer?... Si tu no... pareces hacerlo- y terminando de hablar, una fuerte embestida casi le hizo gritar.

No podía reprocharle nada, tenía razón, pero también era su culpa. Era su culpa porque era una manera de llamar su atención y hacerle más caso a él que a otros, además por hacerle estar al tanto de él y no conseguir a alguien que lo liberara de sus sentimientos. Entonces hubo silencio y solo se escuchaba el roce de sus cuerpos y los gemidos ahogados.

Pero ¿qué era aquel sonido? Parecía como si alguien subiera las escaleras, se dirigiera a su habitación, tocara su puerta y escuchara la voz de su madre. Palideció.

-¿No quieren algo de comer?- preguntó la mujer del otro lado de la puerta. Agradecía el que no entrara de un portazo y prefiriera hablar desde afuera. Pero qué tal si esta fuera una excepción y entrara, estaba seguro de que Alberto no le había puesto seguro a la puerta solo para fastidiarlo más.

Miró a quien lo embestía con mirada asesina y este sonrió, hizo un movimiento de cabeza indicándole que hablara, pero seguía embistiéndolo y más fuerte, no tenía planeado parar.

-No... Gra... Gracias- le costaba mucho trabajo hablar sin que se le entrecortara la voz y sin que hubiera cambios de sonidos.

-Está bien... ¿Tampoco quieren algo de beber? ¿Tú tampoco quieres Alberto?- seguía preguntando, a pesar de que claramente se dio cuenta de la voz de su hijo.

-No gracias señora, estoy bien- respondió este sin mayor trabajo.

Ricardo que de alguna manera cerró sus piernas cuando Alberto se levantó de la cama sin dejar de embestirlo, aprovechó el poco tiempo que esto le dio para responderle a su madre.

-No... Gracias, estamos... bien- logró decir más de corrido. Su amigo que había visto su acción y le molestó porque decidió joderlo y hacerle pensar un poco más si estaba de acuerdo que sucediera esto por su desobediencia; agarró ambas piernas y las separó bruscamente. Mientras hizo eso embistió varias veces más, provocando que un fuerte gemido saliera de la boca de Ricardo. 

-Ahhh... -gimió e inmediatamente cubrió su boca con sus manos. Se dio cuenta de que el sonido fue muy fuerte y posiblemente lo haya escuchado su madre. Ya nada podía hacer para evitar afirmaciones incómodas en la mente de aquella mujer. A menos... -Chuuuu - era lo mejor que pudo hacer para a completar el sonido vergonzoso.

Alberto esbozó una leve risa, le había parecido lindo y ya se encontraba satisfecho haciéndole pasar un mal rato; fue cuando decidió dejar de embestirlo para que su voz sonora firme, ya había sido suficiente por esta ocasión.

Se sostuvo de sus brazos apoyados a ambos lados del cuerpo de Ricardo. Dejó de hacer movimiento y lo miró para que dijera algo, le indicó que no se movería. Aun así, aquellos ojos no se despegaban del otro.

-Salud- fue el sonido que entró desde afuera de la puerta y otro siguiéndole el juego.

-Gracias- habló entonces tranquilo, trataba de controlar la respiración acelerada que aún estaba ahí. Inhaló nuevamente todo el aire que pudiera y volvió a hablar -en un momento bajamos- soltó el aire.

-Está bien, como quieran, después de todo nosotros estaremos abajo- se despidió dejándolos solo nuevamente. Parecía que por esta vez se había salvado de ser descubierto aunque no sabía cómo había tomado su "estornudo".

-Okay.... Ahhh- habló antes de que escuchara a su madre bajar las escaleras y poder sacar el gemido que provocó una estocada fuerte y directa a un punto sensible.

-Bas... Bas...ta... Ahh- volvió su respiración que le entrecortaba las palabras, decidió colocar su brazo en su boca para evitar sacar sonidos extraños pero poco le funcionó hasta que tuvo que morderse para no hacer tanto ruido.

Alberto que parecía divertido, supo que ya era suficiente, se acercó a él para plantarle un beso, separaron sus labios para absorber aire y de nuevo otro beso más salvaje y más húmedo los apartó del resto del mundo.

Para terminar, Ricardo abrazó el cuerpo encima de él, rodeándolo con sus piernas y sus brazos los cuales por el movimiento arañaba la espalda de éste. Unas cuantas embestidas más fueron suficientes para que ambos terminaran. Cansados se recostaron en la cama y tranquilizaron sus jadeos, aunque no lo iban a admitir sabían que había estado bueno; en el fondo les encantaba estar con la presión de ser descubiertos en cualquier momento.

Se miraron una vez más antes de sonreír y sacar una carcajada.    

 

Mientras tanto, en la cocina de la misma casa, dos esposos platicaban.

-¿Qué es lo que estaban haciendo?- preguntó el padre al ver llegar a su esposa.

-Jugando, ya sabes- le respondió, suponiendo al escuchar todo el alboroto. 

-Son buenos amigos ¿no crees?- nuevamente comentó el hombre.

-Me parece que sí- le contestó su mujer.    

 

Notas finales:

Debido a mi “pequeña” (nadie se lo cree xD) ausencia, quise traerles este capítulo más extenso, y quise agregar ese EXTRA… pero si no les gusta y quieren que lo borre, ustedes no han visto nada ~•_•~ ~•_•~ ~•_•~ De lo contrario, podría seguirlo.
… También por si me equivoqué: falten partes (no estoy completamente segura si se copió todo, aunque creo que afortunadamente quedo completo) o faltas de ortografía pido disculpas. Fue un verdadero espectáculo subirlo.
 
Muchas gracias por su espera, también por seguir hasta aquí y por sus lindos reviews *w*

 
Cualquier comentario/duda/sugerencia son bienvenidos.
Hasta luego.


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