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Lo que provocas. por Mare013

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Notas del capitulo:

¡Hola de nuevo!

Me alegra mucho que estén leyendo esto :3

Una vez más, nuevo capítulo, disfrútenlo.

 

-Lo siento mucho-

-No te preocupes, debería ser yo el que me disculpe-

Bajé un poco la mirada y decidido dije -Lo recompensaré, te lo prometo- sonreí juguetonamente- investigaré para que no te duela-

-¿Qué?-

-Hasta mañana-

Di media vuelta y me alejé caminando de la forma más normal que pude.

 

 

Estaba a unos pasos de llegar a mi casa y escuché unas cuantas palabras subidas de tono, suspiré y abrí la puerta. Lo primero que vi fue mi padre levantando el brazo, como si fuera un mayordomo que estuviera dejando pasar a una dama; sin embargo, su rostro no concordaba. Mi madre tenía ambos brazos cruzados y con preocupación miraba el suelo. Al notar mi llegada ambos parecieron cambiar su expresión y sonreírme de una manera que fácilmente pude ver era forzada.

-Marco, ¿por qué tardaste tanto?- preguntó mi madre acercándose a saludarme.

-Estaba con un amigo- al momento de decirlo pareció que a mi madre le faltó el aire y mi padre se tensaba.

-¡Oh!- suspiró cansada – pero ya estás aquí, eso es lo importante- otra sonrisa falsa- para comer de una vez-

-Sí, ya tengo hambre- respondí dejando mis cosas cerca de la escalera para subirlas después, y en el poco tiempo que tarde realizando aquello, sentí la mirada de mi padre atravesándome como un cuchillo. Podría jurar que me encontraba sudando y a punto de temblar. Tal vez, sería muy paranoico pensar que mis padres saben lo que estaba haciendo.

Dejando a un lado cualquier cosa que me parecía sospechosa como el tener las miradas puestas en mí en cualquier instante, temas un tanto incómodos y cualquier otra cosa que no sentía del todo bien. Mis padres estaban actuando raro.

El encontrarme paranoico y pensar que realmente sí sabían lo que hice, en un punto me llegó a sonar lo más lógico.

-Por cierto Marco, ¿tienes alguna novia o …- mi madre preguntó de repente.

-No- interrumpí un poco alterado -¿por qué la pregunta?-

-Tenía curiosidad, nunca nos hablas de ello y nunca traes a nadie a casa…- como si ustedes se enteraran de algo así o como si tuvieran tiempo de escucharme hablar de eso.

-No te preocupes cariño, estoy seguro de que mi hijo tiene a tantas pretendientes que no quiere estar con solo una ¿verdad?- mi padre me lanzó una mirada, nada agradable o cariñosa; su mirada daba miedo, diciendo “por favor dime que es verdad”. De alguna manera mi corazón se aceleró y sonreí asintiendo levemente. – ¡Te lo dije! ¡Él es un hombre!- sonrío alterado.

 

 

Todo esto tiene una explicación y un culpable. Sabía que no tenía que saberlo. Él habrá dicho algo, por supuesto. En cuanto lo vea le dejare en claro qué es lo que pasa cuando dice cosas que no son de su incumbencia. Si antes rozaba la línea de mi paciencia, ahora, no podría responder por mis actos. Lo tendría que haber supuesto. A veces se me olvida cómo realmente es. Realmente, realmente, no pensé que él me llegaría hacer algo así.

 

-¿Qué le dijiste a mis padres?- dije apretando los dientes tratando de contener el enojo que desde la tarde de ayer corría por todo mi cuerpo. Me gustaría que sólo fuera enojo y no estuviera mezclado con decepción y tristeza.

Hice más presión en el agarre del cuello de su playera para que Max sintiera dolor.

-¿De qué estás hablando?- se quejó colocando ambas manos en el agarre tratando de liberar su prenda.

-Mis padres. ¿Qué les dijiste a mis padres?- Una vez más, traté de llevar toda mi fuerza a mis manos, concentrándola para que el resultado fuera mejor.

-Tranquilízate, no sé de qué estás hablando- cerró los ojos en el intento vano de su liberación, sin embargo, algo hizo con sus manos que al darme cuanta mis manos dolían y Max arreglaba su playera arrugada. -¡Te puedes calmar un poco y decirme ¿qué es lo que sucede?!-

Suspiré sobándome las muñecas donde habían aparecido unas marcas rojas. Miré a los lados notando las pocas personas transitando en el lugar, me acerqué a él aún con mi mirada de dolor y enojo.

-¿Has hablado con mis padres?- pregunté calmado.

-No, ¿por qué? ¿Qué pasa?- me miró confundido acercándose.

Di un paso para atrás –Ayer estuvieron muy raros y me preguntaron si tenía novia…-

-¿Eso es todo? Marco, pensé que era algo grave- su tensión de hace un momento desapareció por completo dejando una postura perezosa.

-¡Es grave! Ellos nunca preguntan tal cosa, además estaban actuando raro, ya sabes cómo son respecto a ese tema ¿y si ya se enteraron? Pero ¿Quién les dijo?...-Entre más hablaba y por consecuente más pensaba en ello, más me tensaba.

-Marco, Marco, estás preocupándote por nada- colocó un brazo por encima de mis hombros -¿Tú crees que actuarían tan normal y tan “mantendré mi postura y no armaré un drama hasta que sepa la verdad”?- Miró mi cara.

Sin regresarle la mirada, además de estar tan cerca de él; bajé la cabeza pensando en lo que realmente estaba pasando. Ayer tuve toda la noche para pensarlo y siempre mi conclusión era “ya lo saben” y unas cuantas más como “al fin les interesa tu vida”, “solo tratan de hacer conversación”, “simple curiosidad”, todas de inmediato me parecían más tontas que la primera.

-Es muy precipitado estar pensando en estas cosas ¿no?- volvió a hablar al no recibir respuesta tratando de tranquilizarme –veras que no es nada- sonrió separándose de mí, dándome una palmada en la espalda.

-Tal vez… tengas razón, pero… presiento algo malo- susurré a penas.

-¿Qué es lo que habrás hecho para que te sientas tan culpable?- sonrió con su mirada burlona empezándose a reír.

 

Quisiera o no, un debate estuvo invadiendo mis pensamientos durante la mañana, tanto que no logré poner atención a lo que estaba sucediendo a mi alrededor.

Carlos me peguntó varias veces si tenía algún problema que quisiera contarle pero negaba con la cabeza. A decir verdad, sí me precipité demasiado en la conclusión de que mis padres sepan algo de mi relación con un hombre, entonces solo sería tonto hacer crecer ese pensamiento.

 

A pesar de un ajetreo mañanero, mi tarde se vio iluminada con la sorpresa de que Alex me arrastró lejos de la civilización y arrinconados en lo profundo de un salón vació y previamente cerrado, besó mis labios con ternura, empujando su cuerpo contra el mío, deslizando sus manos por mi espalda hasta dar con mi cintura donde por debajo de ella tocó mi piel, erizándola con cada roce circular que le proporcionaba. Yo no me quede atrás, cabe mencionar. Agarré su mandíbula con cariño, recorrí con delicadeza su nuca para llegar a su cabello masajeándole lentamente. Sonreímos entre besos y nos miramos muy de cerca. Hasta que noté una sonrisa traviesa entre aquellos labios dulces. Con sus brazos colocó los míos en su cuello susurrándome al oído que me agarrará fuerte, se inclinó y rápidamente sostuvo mis glúteos entre sus manos, cargándome y llevando mis piernas a que lo rodearan. Me sobresalté de inmediato y por ende me tensé. Todo fue disuelto por besos en el cuello y lo duro de la pared que apenas rozaba mi espalda.

Miré el techo blanco antes de bajar mi mirada para encontrarme con aquellos ojos negros que tanto me gustaban, busqué con mi boca sus labios y en un cerrar de ojos, nuevamente sentía su respiración chocando contra la mía. El beso dulce duró más de lo que esperaba y quería; abría mi boca más de lo que debía, anunciando que era tiempo de darle paso a su lengua, sin embargo, parecía no querer. Insistí varias veces antes de darme por vencido y seguir con aquel tierno beso. Y fue muy pronto para cuando Alex movió sus caderas haciéndome saltar y jadear sorprendido. Aprovechando ese corto lapso para meter su lengua y jugar un poco.

De alguna manera sin que me diera cuenta, llevó nuestros cuerpos al escritorio del profesor donde me soltó y jaló mis piernas haciendo chocar nuestros miembros por encima de la ropa. Era muy indirecto el contacto y casi no se sentía aquel roce pero para eso eran nuestros impulsos con fuerza y los movimientos irregulares. Por cada cercanía los besos que de alguna manera seguían, eran más feroces.

Llevé mis manos a su pantalón tratando de desabrocharlo pero me lo impidió, negándome con la cabeza. Mi intención era hacer el roce más íntimo.

-Hoy no- susurró besándome.

Hoy no ¿qué? Si ya estamos de esta manera” pensé viéndonos jadear.

-De hecho, debemos de irnos, ya nos desaparecimos un buen tiempo- besó mis labios y se separó extendiéndome una mano para ayudarme a levantar.

 

Salimos del salón y acordamos dividirnos y llegar por separado para que no hubiera sospecha alguna, sin embargo, Alex no apareció en lo que quedaba del día, me dijeron que lo vieron en enfermería pero cuando fui a ver, la enfermera me dijo que ya estaba en su casa. Quise ir a visitarle y vaya que me quede con las ganas pero Max me arrastró con él para platicar.

 

Cuando llegué a la casa, todo estaba tan silencioso que dude si mis padres seguían ahí. También pensé en la posibilidad de que estuvieran con los vecinos pero Max no hizo comentario alguno. Subí a mi habitación para encerrarme en ella pero algo llamó mi atención, se escuchaba la regadera pero la puerta de mi habitación estaba entrecerrada, normalmente la dejó cerrada. Caminé procurando no hacer ruido y al estar en frente a ella, la empuje suavemente para que se abriera por completo. Vi a mi madre sentada en mi cama con la mirada perdida. Al escucharme entrar subió la vista. Sus ojos decían algo que no entendía.

-¿Quién es Alex?- preguntó con voz entre cortada.

 

 

 

-----------     E   X   T   R   A     -----------

 

 


-¿Qué tal si me bailas?- preguntó con picardía.

Con las mejillas de un color tan rojo que hasta empezaba a sentir calor bajo su mirada, apenado cerró los puños fuertemente y después de un rato con un suspiro asintió.

-Siéntate- le indicó en dirección a la silla.

Obedientemente lo hizo, aún incrédulo de que en verdad lo fuera a hacer.

Ricardo se acercó posicionándose encima de Alberto sin sentarse sobre éste. Lo miró sonrojado y poco a poco bajó sus caderas hasta rozar sus partes íntimas. Inmediatamente se volvió a parar y comenzó un supuesto baile provocativo. Las caderas de Ricardo se movían lentamente en un tono inexistente, colocó ambas piernas a los costados de Alberto y ya apoyadas bien en el suelo, sus caderas empezaban a descender hasta nuevamente rozar su hombría con la del contrario, sin embargo, esta vez se quedó un momento inmóvil y siguiendo con la rutina frotó levemente ambos miembros. Se podía escuchar la respiración cargada de Ricardo y aunque sus movimientos eran torpes, eso le empezaba a calentar a su pareja. Éste subió sus manos las cuales las mantenía en la silla hasta dar con la cintura de su compañero, las agarró y lo empujó hacia él para que el roce se profundizará. Escuchó lo que debió ser una sonrisa y sintió como apartaban sus manos de manera brusca. 

-Tus manos en la silla- le susurraron al oído.

Eso lo había prendido más de lo que pensaba. Miró de forma lasciva a su compañero encima de él.
Ricardo se posicionó de nuevo enfrente y comenzó a mover sus caderas como si fuera una chica que acababa de entrar a hawaiano porque quería que sus caderas tomarán forma. 
Su trasero se colocó nuevamente arriba de su entre pierna y de un golpe se sentó, después se movió en círculos y de atrás hacia delante mientras sus piernas se iban abriendo. Cuando estas lo hicieron, nuevamente se levantó milímetros de su miembro y volvió a rozarlo, chocaba contra él sólo para provocarlo. 
Alberto empezaba a jadear, su miembro estaba duro y empezando a mojarse, posiblemente no era un secreto. Quería a su pareja cerca de él. Necesitaba un roce más personal entre pieles.

 
Casi instantáneamente sus manos se colocaron en las caderas contrarias indicándole el movimiento. Por lapsos pequeños su miembro presionaba el trasero del otro, lo cual hacia sacar leves gemidos.

-Ah..Al..ber..aah..to…-

Apenas si acabo de decir su nombre, el nombrado perdió la paciencia y le dio una fuerte estocada, como si no existiera la ropa de por medio. Apoyó el cuerpo de Ricardo en el suyo mientras su cintura empujaba hacia arriba. Le empezaba a dar embestidas, aún sentados y con ropa. Ricardo agarró las manos de su pareja y presionándolas en sí también marcó su paso. Subía y baja encima de él, movimientos circulares también los acompañaban.

La paciencia se estaba acabando para el que hace un momento sólo era el espectador. Se levantó de la silla empujando al otro por inercia y lo arrinconó a la cama. Con ambas piernas en el suelo y ambos brazos sosteniéndose de la cama como única agarradera para no caer de lleno en la cama, Ricardo sentía como la hombría de Alberto rozaba sus glúteos, después más estocadas. Desearon no tener ropa en ese momento.

Los jadeos se escuchaban cada vez más, su pecho estaba siendo invadido por manos ajenas las cuales por debajo de su playera apretaban sus pezones con brusquedad. Y lo único que ocasionaba era que las ansias de que sus pieles se rozarán incrementaran.

-Alber...to.. Bas..ta...- decía entre jadeos. 

A lo cual fue correspondido con el desprendimiento de su playera y de sus pantalones. Antes de remover sus boxers sintió como le recorrían los muslos y al llegar a su parte íntima gimió desesperado.

-Vaya, estas un poco mojado por aquí- le decía Alberto deslizándole los calzoncillos y masajeando su entre pierna. 

Una mano le frotaba y la otra le pellizcaba el pezón, mientras que una boca dejaba marcas en su espalda. No supo cuándo las manos empezaron a recorrerle todo el torso y cuándo dejó de sentirlas para que después sintiera algo duro entre sus glúteos. Su entrada se dilataba cada vez que la punta del miembro de su pareja le rozaba. Sentía subir y baja aquella parte, se estaban masturbando en su trasero. Gemía cada vez que sentía ser llenado.

-Esta parte de aquí me succiona- dijo Alberto mientras con un dedo rozaba la entrada del otro -deberías de ver cómo está de mojado aquí atrás- reía divertido.

-Apresúrate- 

-¿Esa fue una orden?-

-Por favor-

-Bien dicho- justo acabando de decirlo, su miembro entró de una embestida.

Ricardo gimió de placer y sus piernas comenzaron a temblarle, amenazaba en doblar sus rodillas en cualquier momento. Sus manos se cerraban en la colcha de la cama y veía por debajo de él su miembro pegar con su abdomen.

Tenía los ojos llorosos y la saliva comenzaba a salirle por la orilla de su boca. No después de mucho tiempo las embestidas como en un principio eran deseadas se realizaron. No era suaves ni mucho menos delicadas, eran salvajes y bruscas. Entraba y salía completo empujándolo cada vez más.

La mano de Alberto se deslizó al miembro contrario y comenzó a masturbarlo, no tardó mucho en retirar la mano para que esta ayudará a levantar el peso de su compañero.

Sus rodillas le habían fallado y no pudieron mantenerse erguidas por mucho más tiempo. 
Alberto retrocedió hasta caer nuevamente a la silla y llevarse con él el peso del otro, cuando cayeron de un sentó un gemido agudo resonó en todo el cuarto.


Ricardo con gotas de sudor por todo el cuerpo giró su cabeza para que de reojo viera a su pareja, este se le acercó como pudo y lo besó. El beso fue profundo, aunque dulce. Sus lenguas rozaban entre sí y sus labios de vez en cuando se salían del contorno de los otros. Y así como pudieron, Ricardo se levantaba y caía repetidamente en la hombría del otro. Los besos eran interrumpidos por jadeos y cuando la intensidad incrementó, Ricardo tuvo que enderezarse si es que quería continuar con el movimiento. Sentía también besos en su espalda y mordisco en el cuello, también lamidas por detrás de sus orejas. Cabe mencionar que sus pezones estaban siendo atacados por dedos que jalaban sin delicadeza alguna, aunque eso de alguna manera le excitaba y lo envolvía de placer. 

Estaba en sus últimos momentos antes de llegar al clímax. Su entrada apretaba a su compañero el cual gemía roncamente. Y en un movimiento rápido sus piernas se habían levantado del suelo y ahora colgaban por los brazos de Alberto. Recibía fuertes embestidas lo que le hizo llegar al final más rápido. El gemido prolongado junto con el chorro de semen en su abdomen lo dejo exhausto, sin embargo, seguían penetrándolo más fuerte y rápido.

-Ah... Duele...- sin ser escuchado se removió incómodo.

No fue de esperar que sintiera como su interior era llenado por la semilla del otro. Logrando así el paro del movimiento y la llegada del suelo a su pies.

Ambos respiraron profundo antes de voltearse a ver nuevamente y besarse, esta vez con una dulzura que no había mostrado en todo el día.

 

 

 

 

Notas finales:

Ya mejor no digo nada -.-´ sólo... tener altibajos no es lo mejor...

Buenoooooooooo he regresado una vez más después de unos cuantos días de ausencia, no se preocupen, no prometeré nada pero espero, Espero, seguir constante puesto que tendré un poco más de tiempo, además de que de ahora en adelante (como ya lo había mencionado ¬¬) los capítulos no serán tan largos para que se facilite su escritura, y se supone que éste no iba a ser "tan" largo pero las cosas salieron de esa manera...

Bueno, si eres una de las personitas que me han seguido más o menos desde el principio (gracias por aguantar) o si me has descubierto apenas... MUCHAS GRACIAS POR LEER *3*

Hasta luego.


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