En los días siguientes volvimos a nuestra era de hielo, no nos hablábamos ni nos volteábamos a ver, aunque en realidad yo si lo hacía, solo para descubrir que él ni por equivocación dirigía la mirada hacia mí.
El día cuando hicimos “eso” en los baños fue asombroso pero después de que Alex saliera de la enfermería simplemente me evito y cuando al fin lo encontré solo en la salida fui a decirle algo, me ignoró, insistí en hablarle y lo único que me dijo fue un “no me hables” frio y seco que fue como un golpe en el estómago.
Han pasado tres días desde entonces, mañana será fin de semana, no lo volveré a ver en dos días y eso no me agrada.
-Carlos, Carlos, Carlos oye…- le decía a mi amigo que se encontraba desde la mañana recostado en su pupitre - ¿me estas escuchando?
- Sí – respondió con voz adormilada.
- ¿Hoy puedo ir a tu casa? Es que no va a haber nadie en la mía y no me quiero quedar solito. ¿Si puedo?- le pregunte con la voz más dulce que pude hacer, hablándole al oído para que me escuchara.
- Sí si puedes- respondió casi de inmediato pero con voz apagada.
- Oye ¿qué te pasa?- pregunte preocupado, se veía triste.
- Mmm – se levantó de golpe, lo que hizo que me asustara, volteo a verme y me abrazo fuertemente.
- No sé qué hacer – empezó a murmurar – Mi novia y yo vamos a cumplir nuestro primer año de novios y no tengo ni la más remota idea de que darle- termino de decir, apegándose a mí, recargando su cabeza en mi hombro, haciendo sonidos como si estuviera llorando.
- Pues cualquier cosa que le des estará bien ¿no?- “no me preguntes esas cosas, soy pésimo en eso”
- Pero no tengo idea, ella dijo que me iba a sorprender bastante con lo que me va a dar- siguió con sus sollozos falsos.
- Mmm pues cómprale algo que le guste o llévala a comer o…- ya no sabía que decirle, ¿qué es lo que le gustaría a una mujer que le regalen en su aniversario?
Quedamos en silencio, pensando en un buen regalo cuando de repente Carlos se acomodó rápidamente en su asiento, agarrándome de los hombros y mirándome fijamente a los ojos.
- ¡Ya sé que hacer! Oh gracias, eres el mejor- gritó antes de abrazarme, sacándome todo el aire que tenía dentro. Se levantó y fue corriendo hacia la puerta, solo lo mire alejarse sonriendo como un idiota. “Tonto Carlos, quién sabe que se le ocurrió”
Volví al presente, me encontraba en el salón de clases con una sonrisa tonta viendo un punto perdido por donde se había ido mi amigo, pestañee varias veces y mire alrededor, buscando en especial una mirada, la cual sorpresivamente ya me miraba. Su cara parecía molesta “¿seguiría enfadado por lo de la última vez?”. Su mirada pareció como si me mandara una amenaza, solo para que después la volteara a un lugar opuesto a la mía.
Ya no sé qué hacer, no sé qué le molesto tanto, ¿Por qué hace esto?, es realmente molesto.
Para la siguiente clase, el profesor nos indicó que el trabajo lo haríamos en parejas, mire inmediatamente a Carlos quien ya tenía su puesta en mí, intercambiamos sonrisas pero fue arruinado nuestro plan al escuchar que el escogería a las parejas. Todos al unísono suspiramos decepcionados, al igual que nosotros ya tenían pensado a su pareja.
Empezó a decir nombres de la lista al azar, a Carlos le toco una muchacha que es bastante seria, son polos opuestos, será bastante divertido verlos.
Mi nombre no sonaba, me empecé a inquietar, solo espero que no me toque con Alex.
Error.
Como la buena suerte últimamente se enojó conmigo encontró esta oportunidad para desquitarse y me puso a Alex como pareja.
“Vale, es una oportunidad para hablarle” me encamine a un asiento a lado de él para que uniéramos las bancas y quedaran una enfrente de la otra. Al sentarme y ver esos ojos negros atravesándome como cuchillos mi idea fue directamente a la basura.
-Muy bien- empezó a hablar el profesor- así se quedaran en mi clase por lo menos el resto del bimestre- “Oh, esto es genial” –Hoy, deben ir a la página 149 de su libro y respondan las preguntas- finalizo, sentándose en su escritorio, abriendo un libro para solo ojearlo.
-Ah, entonces empecemos- saque mi libro, notando que mis manos temblaban, estaba dispuesto a compartirlo pero él ya había sacado su libro para que evitara hacer lo que tenía pensado.
-Bien, entonces la primera pregunta “¿Qué son las matemáticas?”-
….. ¿Es enserio?
Voltee a ver a Alex.
-No sé, pon lo que quieras- contesto indiferente.
-Bien- respondí y pasé a la siguiente pregunta –“¿Para qué nos sirven las matemáticas?”-
….. ¿Es enserio?
Volví a mirar a Alex.
-Contesta tú- ni siquiera me miro.
-Está bien- volví a contesta y pasar a la siguiente pregunta- “¿Crees que son importantes las matemáticas?”-
…... ¿Esto es enserio?
Hice un intento más para que Alex contestara pero ahora ni tuvo la decencia de contestarme.
-Suficiente, no podemos trabajar- me levante para ir con el profesor y hacerle cambiar de opinión para que no estuviera con él. Pero apenas unos pasos, Alex agarro mi muñeca, voltee a verlo.
-Perdón, si te voy a ayudar- dijo y pareció como si tuviera vergüenza al decirlo.
-Bien- volví a sentarme para pasar a la siguiente pregunta –“¿Cuándo fue la primera vez que se usaron las matemáticas?”-
….. ¿En verdad esto es enserio?
-¿Esto es enserio? ¿Qué clase de preguntas son estas?- rezongó Alex dirigiéndose al profesor.
-Señor Alex, estas preguntas son para saber que tanto saben sobre las matemáticas- contesto el profesor desde su asiento, todos lo veían con la misma cara de incredibilidad –lúzcase, después vienen ejercicios- menciono antes de seguir ojeando su libro.
-Ah- suspiro cansado- bueno, lo que sigue.
Continuamos respondiendo preguntas como esas por el resto de la clase pero antes de que terminara la mayoría hablaba con sus amigos. Carlos fue a platicar conmigo, ni importaba Alex se había ido con sus amigos.
-Que clase tan aburrida- se quejó Carlos.
-Sí- asentí –lo bueno es que después voy a ir a tu casa-
-¿Qué?- pregunto asombrado.
-¿Cómo que qué? Me dijiste que si- le dije molesto.
-¿Cuándo?- inclino su cabeza tratando de recordar.
-que grosero, no me haces caso y me das el avión- dije dramáticamente.
-Jaja no soy tú, si te escuche, tonto- rio para después tomar mis mejillas y hacer movimientos extraños con ellas.
Sentí una mirada, la mirada de Alex, me miraba con… no supe descifrar su mirada.
-Basta- me solté avergonzado. Soltándole un manotazo.
-Jaja que lindo- rio Carlos volviéndome a agarrar mis mejillas para seguir apretándolas. Solo voltee a ver a Alex quien tenía cara seria pero viendo a un punto perdido en su amigo.
Para el descanso, Carlos y yo empezamos a jugar empujándonos, chocando contra las paredes y las bancas del salón, la mayoría estaba afuera pero hacía demasiado frío para que nosotros quisiéramos salir.
Teníamos una pelea equilibrada pero en un empujón perdí el equilibrio y caí golpeándome contra una banca cayendo en pequeños vidrios votados en el suelo.
-Auch- me queje al sentir arder mi mano, la levante lentamente y vi pequeños vidrios incrustados en mi piel, también vi sangre que salía de una herida más grande.
-¡Marco!- gritó mi amigo al ver mi mano ensangrentada -¿Quién rayos dejo vidrios aquí tirados?- grito molesto. Las personas que también se quedaron en el salón lo voltearon a ver extrañados pero nadie dijo nada, lo que hizo que se molestara más -¡Respondan!- volvió a gritar.
-Tranquilo, solo es una cortada, voy a la enfermería y listo- le dije tratando de tranquilizarlo. Sintiendo pulsar mi mano al moverla, trate de levantarme, Carlos me ayudo y nos encaminamos a la enfermería.
-Carlos- llamó una voz femenina, los dos volteamos para ver de quien se trataba, era una profesora que prácticamente odia a Carlos – ¿podría venir un momento?- le miraba seriamente.
-Osh- rezongo Carlos.
-Ve, tal vez te suba un punto- bromee. Mi amigo me miro enfadado.
-Ya, no te enojes, yo voy solo-
-Lo siento, al rato de alcanzo- dijo antes de caminar perezosamente hacia la maestra.
Continúe mi camino hacia la enfermería, solo pasee unos pasillos y ya me encontraba enfrente de esa puerta blanca.
La abrí con mi mano sana y me asome, no vi a nadie, entre. Estaba a punto de ir al lavamanos cuando encontré a Alex sentado a lado, me sorprendí, no lo había visto al entrar.
-¿Y la enfermera?- pregunte.
-No está, dijo que en un momento regresaba- respondió calmado pero su cara cambio al ver mi mano sangrar, pareció preocupado, se levantó para ir a tomarla y examinarla. “Que inesperado”
-¿Qué te paso?- pregunto con preocupación.
-Nada, solo me encaje vidrios, no es nada grave- no sé porque se alteran tanto, es una simple cortada.
-Solo me lavo la mano y la desinfecto- dije tratando de soltarme pero no me dejo.
-Primero tienes que quitarte los vidrios- dijo analizando mi mano –yo te los quito- se apresuró a decir.
No me negué, le cedí mi mano para que quitara los pequeños vidrios, me dolía muy poco.
Al quitarme todos los pequeños vidrios, no soltó mi mano, la acerco al lavamanos y la dejo ahí.
-No te muevas- me ordenó, sacando un pequeño trapo, mojándolo con agua para limpiarme la sangre. Presiono mi palma, me dolió y me queje en bajo porque no quería que me escuchara.
-Ahora te pondré alcohol ¿ok?- me pregunto, aunque no esperaba respuesta alguna, parecía un experto como si lo hiciera a diario.
Agarro una botellita de alcohol y vacío un chorro en mi mano, empezó a arder.
-Espera, no te muevas- me volvió a ordenar, vaciando otro chorro.
Dejo la botella a un lado y con un trapo limpio las gotas que caían.
-Ahora a vendarte- se dirigió a un estante, sacando una venda y algodón. Parece que conoce bastante bien la enfermería.
Se acercó a mí, colocando el algodonen mi palma y enseguida la venda para que no cayera el algodón, empezó a rodearla en toda mi mano.
-¿Tú qué haces aquí?- pregunte al recordar que el también esperaba a la enfermera, aunque yo ya no la voy a necesitar.
-Me siento mal, creo que tengo fiebre- dijo sin dejar de vendarme.
Quede callado y levante la otra mano para tocarle la frente, se sobresaltó cuando lo toque.
-Estas muy caliente- le dije sorprendido al notar la temperatura elevada, además de esas gotas de sudor que caían en su frente y sus mejillas sonrojadas.
-¿Por qué no te vas a casa?-
-No hay necesidad- respondió serio.
-¿Cómo que no ha necesidad? Estas hirviendo, acaso te quieres desmayar, le regañe al notarlo tan calmado.
-Jaja, listo- rio golpeando suavemente mi mano vendada.
-Gracias-
-De nada- termino y se fue a sentar en la silla.
Estaba a punto de irme cuando me llego el impulso de preguntarle e por qué de su actitud contradictoria hacia mí. Me molesta.
-Oye- dije en voz baja.
Alex subió la cabeza para verme, enarcando las cejas.
-¿Por qué actúas así? Acaso te caigo mal- le pregunte reflejando el dolor que sentí cuando me grito que me fuera o cuando me dijo que no le hablara.
Quedo callado, no me respondió y bajo la mirada hacia sus zapatos.
-¿Po qué no contestas? Tan mal te caigo pero entonces porque tú… - no pude lograr terminar de decirlo, vi la fuerza que ponía al apretar sus puños.
-Está bien- dije, notando como Alex se sorprendía dejando de apretar sus puños pero no me volteo a ver.
-Ya no te hablare, tampoco me encontrare contigo, hare lo posible- fue lo último que dije antes de agarrar la perilla de la puerta para salir. Escuche el ruido de la puerta al azotarse, la mano de Alex la cerro con fuerza.
Me sobresalte y voltee a mirarlo. Su mirada seguía baja, negándose a verme pero de repente empezó a negar con la cabeza.
-No, no, no hagas eso- empezó a decir levemente para después aumentar su tono de voz –no lo hagas, sígueme hablando, sigue cruzándote conmigo, ¡sígueme viendo!- grito al final, subiendo su mirada para toparme con esos ojos negros.
-¿Qué?- apenas susurre, quede realmente sorprendido “¿Qué quiere decir?”
-¿Pero qué dices? Tú me… odias-
-Claro que no- respondió pero su voz sonaba entrecortada.
-Claro que sí, me evitas- no me respondió haciéndome pensar que estoy en lo correcto.
-Es mejor así- aclaro.
-¿Por qué? Claro que no, no es nada mejor así- respondí molesto – no te entiendo- solté en un suspiro.
-El día del baño, no estaba molesto contigo, estaba molesto conmigo- respondió en voz baja como si estuviera confesando un secreto.
-¿Contigo?- No lograba entender.
-Sí, porque…- callo.
-¿Por qué?....- trate de que continuara. No lo hizo, quedo callado.
Mire hacia la puerta y hacia la mano que no dejaba abrirla, levante mi mano para apartarlo pero sorpresivamente la otra mano de Alex estaba del otro lado mío, quedándome atrapado.
-¡Porque no podía detenerme!- confeso al fin.
Abrí mis ojos de golpe, sorprendido de lo que acababa de decir.
-Si no hubiera sido porque te corriste, quien sabe que es lo que hubiera hecho, quien sabe hasta dónde hubiera parado, ni siquiera sé si hubiera parado- dijo de una manera tan rápida, confesando todo, tarde en procesarlo. “¿Estaba molesto por eso? Porque no podía parar?”
-¡Entonces no lo hubieras hecho!- grite un poco enfadado.
-¡No! ¡No podía hacer eso!- devolvió el grito. Inmediatamente bajo su mirada como si apenas se hubiera dado cuenta de lo que acababa de confesar.
-No entiendo- confesé yo.
Volteo a mirarme sorprendido.
-No puedo, no entiendo la manera en la que piensas, ni siquiera se si no es broma lo que haces, no sé si solo te diviertes conmigo, no lo sé pero no puedo estar así, me duele, aunque suene tonto, así es, no puedo- dije, sintiendo como mis ojos se empezaban a llenar de lágrimas.
No pude notar bien pero la cara de Alex estaba bastante asombrada, reí por la idea.
Entonces sentí como era rodeado de unos brazos cálidos, olí ese rico perfume que emanaba de una camisa, sentí mi cabeza recargada en hombro con una mano acariciando mi cabello constantemente.
Me sentí cómodo rodeado de brazos cálidos, brazos calientes, realmente calientes.