Hace mucho que no sentía que el frío me calaba hasta los huesos…hasta el alma, si es que puedo decir que dentro de mi existe todavía indicios de una…
Recostado en mi cama solo pensaba en mi cabeza flotaba esa desesperación de no tenerte a mi lado en esos momento en que sentía que la soledad me asfixiaba con sus frías y huesudas manos alrededor de mi cuello. Gemía en silencio, sabiendo que no importaba si lo hacía en voz alta, tú nunca me escucharías de nuevo… y lo sé…bien merecido me lo tengo.
De repente, la puerta de mi habitación se abrió y yo me reincorporó rápidamente para ver tu mirada violácea cargada de odio y rencor posandose sobre mi. Yo solo atiné a sonreír, no por nervios ni por ironía, simplemente el verte me causaba tranquilidad a mi alma.
No hubo tiempo de intercambiar un dialogo, nunca lo ha habido desde que los dos acordamos estos encuentros en silencio, pero está bien…estoy acostumbrandome a nuestra rutina. Tus ojos brillaron con ímpetu de deseo y de hambre. Caminaste tranquilamente hacia mí, quedando frente a mi. Yo solo me limité a observarte en silencio conservando mi sonrisa. Tu gruñiste y rápidamente tu cálida mano golpeó mi mejilla con fuerza haciendome voltear mi rostro y mirar el colchón con seriedad, borrando esa sonrisa de mi mueca por unos momentos.
" Nada de tus miraditas Kuran solo vengo por lo que acordamos." me dijiste con rencor, sintiendo como te sentabas a un lado de mi alcoba y te inclinabas sobre mi cuerpo. Los mechones de mi cabello cubrían mi expresión y solo me limité a recostarme boca arriba y sin tardarte ni un segundo, sumiste tus afilados colmillos sobre mi cuello. Noté que estaban mas afilados que la última vez que me mordiste y no pude evitar ahogar un quejido en mi garganta.
Ah… Zero, como me dolía. Pero yo sé que este tipo de dolor no es ni la mitad de lo que tu sentiste.
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Ya habían pasado casi dos años desde eso… Tú me confesaste tu amor a inicios de primavera y yo te correspondí. Nuestra relación siempre fue un secreto a voces. Todos sabían de ella pero nadie se atrevía a mencionarla, ni siquiera yo.
Los días pasados y comencé a conocerte más. Tus preocupaciones, tus miradas, tu sonrisas, tus sis y tus nos. Lo que empezó para mi como un mero sentimiento vago, pronto mi corazón sintió por primera vez la expresión completa de lo que era el amor. Nuestro primer beso… y ese día justamente me confesaste que era a la primera persona que besabas. Nuestra primera noche juntos y también resultó tu primera vez. Lo pude notar, tus expresiones y tus sonidos cuando te encontrabas debajo de mí indicaba que el dolor que sentías era nuevo, aún así, me dijiste que lo habías disfrutado y nuevamente de tus jadeantes labios se te escapó un "te amo". Y yo mismo dije aquellas palabras que jamás creí decir: "Te amo, Zero." sin mentir, solo abrazando y cerrando mis ojos, dejandome llevar entre tus brazos a la ilusión perfecta, solos tú y yo. Y sentí que gracias a eso…mi oscura naturaleza podría desaparecer por completo. Pero la vida siempre nos da un obstáculo para ponernos a prueba.
Desgraciadamente…no todos las logran superar.
Esa noche me sentí abrumado, toda la clase nocturna me decía cuán equivocado estaba en enrolarme contigo en una relación: " No es bueno para ti Kaname, y tú lo sabes." ¿Por que los escuchaba tan atentamente, cuando toda mi vida lo que los demás pensaban de mi me tenía sin cuidado?
Simplemente ese día salí de la habitación dónde todos mis supuestos amigos y compañeros me hablaban a unísono. Cerré la puerta tras de mi, saliendo de los dormitorios y caminar hacia dónde sabia que te encontrabas haciendo guardia. Y justamente allí estabas, al verme, solo me sonreíste cálidamente. Y yo solo me limité a mirarte fríamente, tú lo notaste, acercando a mi con tu mirada preocupada.
"Kiryuu… lo nuestro no puede ser." tus orbes violetas se abrieron al escucharme. Moviste la aceza, diciendo que mentía y que si lo decía solamente porque los chupasangres me lo habían dicho. Yo bajé la mirada, no podía verte a los ojos. En esos momentos, el orgullo de mi clan y el mío propio era mas importante que tus palabras llenas de esperanza y tu mirada aún llena de amor por mi.
"Todo se acabó." dije cortante como palabras finales. Dandome la vuelta, soltando de tu agarre, caminando lentamente hacia mi dormitorio.
Toda esa noche me mantuve sentado en mi escritorio, como en algún tipo de trance. Takuma había entrado y me dio una reprimenda. Yo solo me limité a escucharlo, sin decir nada. Hasta que finalmente… su voz llena de consternación me sacó de mi trance.
"Kaname…¿por qué lloras" Abrí los ojos con sorpresa, llevando una mano a una de mis mejillas, sintiendo la humedad de mis lágrimas bajando. Y en ese momento todo en mí se aclaro.
"Takuma…¿que hice?" me levanté de mi asiento, ignorando sus gritos. Tenía que verlo y decirle cuanto lo sentía, cuanto sentía el haberlo echo eso. Las rejas de los dormitorios de la clase matutina estaban ya con llave cuando intenté entrar y me resigné a intentarlo a la mañana siguiente.
Solo recibí una carta tuya, Akatsuki me la entrego a solas. Las siguientes palabras que leí, me destruyeron:
" Con lo que ayer me dijiste ahora me queda todo muy claro, Kuran. Solo reafirme lo que yo ya sabía de tí. Eres un hombre sin sentimientos y sin consideración hacia otros. Creí ver algo diferente en ti pero es normal en ti ver a los demás como simples piezas de ajedrez. No quiero volver a saber nada de ti."
Por días intenté hablar contigo y claro, no logré nada. Yuuki parecía estar bien enterada de todo.
"Kaname sempai, Zero no quiere hablar."se limitaba a decirme mirando con seriedad.
Ya había pasado un año y medio, sabiendo que el volverte a ver frente a mi ya no sería posible, te escribí una carta:
"Zero…permiteme verte, solo una vez más. Quiero arreglar las cosas, quiero que no haya resentimientos. Quiero ser tu amigo."
No pude poner "Porque aún yo te amo." Sabía que eso lo detendría en acercarse nuevamente a mi. Jamás creí que eso funcionara. Pero esa noche, entraste a mi habitación como en el pasado lo hiciste. Algo en mi se volvió a regenerar… la esperanza de que me volvieras a amar.
Pero esa ilusión que lejos se encuentra de la realidad… la veo, pero no la puedo tocar… me duele, pero no logra destruirme.
Me aferro a tu espalda en un débil abrazo y tu sumes tus largos colmillos más profundamente en mi cuello, buscando lastimarme, buscando destruirme.
Zero…no me destruyas más….
Ya no me duele…ya no siento nada…
No me destruyas más… eso ya lo logré por mi mismo.