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El amor nace del recuerdo por Nami Takashima

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Notas del capitulo:

Hola hola!!! 

Aquí les dejo el capítulo 4 que terminé inesperadamente rápido... no sé, son de esas ocasiones en que las cosas se escriben solas XD a ver cuanto me dura el gusto

En fin, nos leemos en las notas finales!! ^w^/

Helena no podía dar crédito a mis acciones y para ser sincero yo tampoco podía terminar creer lo que estaba haciendo, entre lágrimas y sonrisas ella había aceptado; se escucharon algunos aplausos y pude ver sonrisas en todos los rostros, aún cuando no todas parecían ser genuinas.

Brandon sonreía pero algo en él no terminaba de convencerme, más tarde confirmaría que mi propuesta matrimonial no le había caído en gracia y a causa de ello sus ausencias entre nosotros se hicieron cada vez más prolongadas.

Mientras tanto el júbilo reinaba en nuestro hogar y mi futura esposa se hallaba de un excelente humor, al punto en que me dio un respiro; dedicaba su tiempo a escribirle a todas sus amigas, con intención de contarles el “gran suceso”, aunque a juzgar por la extensión de sus cartas bien podría jurar que les estaba contando desde el momento en que nos habíamos conocido.

No pasó demasiado tiempo antes de que se le ocurriera comenzar a visitar las tiendas en las cercanías con intensión de encontrar un vestido de novia y días más tarde me anunció que junto con algunas amigas planeaba salir del pueblo para buscar el vestido adecuado.

Sólo fueron un par de días sin ella y sin Brandon, y era increíble como en toda la casa se percibía una calma que resultaba inquietante; de manera que preferí pasar mi tiempo con papá y con Isaac, cuando éste no estaba tan ocupado.

Una tarde, después de cumplir con todas las actividades cotidianas mi padre y yo nos encontrábamos descansando en la sala, Isaac llegó con el té como acostumbraba hacer todos los días y esta ocasión, aprovechando que los Lowell no estaban en casa invitamos a Isaac a pasar el rato con nosotros y la conversación dio un giro que no había previsto.

—En verdad que comenzaba a dudar de que un matrimonio entre Helena y tú fuera posible —comentó mi padre, cambiando de tema.

—Concuerdo con usted —dijo Isaac dirigiéndose a mi padre, a quién a pesar de todo seguía tratando respetuosamente, algo muy diferente a la manera en que él y yo nos tratábamos—. La pobre señorita se desvivía por llamar tú atención y no dabas la menor señal de interés —concluyó entre risas, siendo seguido por mi padre que simpatizaba con el comentario.

—Bueno, he de admitir que todavía me pregunto si no me he precipitado —ante mi comentario las risas se detuvieron y ambos me miraron con incredulidad.

—Este muchacho ha enloquecido —dijo mi padre, sin prestar demasiada importancia a lo que había dicho.

—Por supuesto que no —repliqué torciendo la boca en una mueca de disgusto.

—Por supuesto que sí, Helena es una gran chica, es inteligente, cariñosa, bonita… ¿Acaso crees que podrías conseguir alguna mujer mejor que ella? —insistió mi padre muy seguro de lo que decía... una mujer quizá no, ¿pero y que tal un hombre?

—Tienes razón padre, no puedo objetar nada a eso —respondí logrando que la sonrisa reapareciera en el rostro de mis interlocutores—. Pero tal vez ella sí pudo haber conseguido a alguien mejor —mi padre negaba con la cabeza luciendo decepcionado por mis palabras. Lo que les decía era absolutamente cierto, yo no la amaba; me iba a casar con ella a sabiendas de que otra persona ocupaba mi mente.

—No deberías ser tan duro contigo mismo —intervino Isaac—. Es sorprendente que a estas alturas no seas capaz de ver tus propias cualidades —se habían tomado muy en serio el comentario…

—Pero yo… no puedo ofrecerle a ella riquezas —ambos entornaron los ojos ante mi respuesta, me había metido yo sólo en un aprieto y mentir había sido la única manera de salir bien librado de esto; era mucho mejor que pensaran que me preocupaba el dinero y no que se enteraran de que veía a Helena como mi salvavidas.

—¿Y qué te hace pensar que Helena va tras la riqueza? ¿No te das cuenta de que ella está conforme con lo que tiene y ha elegido el amor por encima de la ambición? Escucha bien Emile —decía mi padre—. No planeaba decirte esto, pero tras la muerte de Aarón, Helena ha buscado mi consejo ocasionalmente, ¿y sabes que uno de los temas más recurrentes eras tú?

He visto como el amor de una niña maduraba al pasar de los años, la he visto llorar desesperada por tu indiferencia y al contrario de su hermano que no muestra más interés que por los negocios, te puedo asegurar que ella está entregada al amor, así que deberías dejar de dudar sobre lo que has hecho —Sus palabras me habían dejado con la boca abierta… ¿Realmente le había causado tanto sufrimiento a Helena?

—¿Por qué nunca me habías dicho nada de esto? —cuestioné aturdido por todo el asunto.

—¿Habría servido de algo? ¿No te habrías sentido comprometido si te lo hubiera contado? Temía que en lugar de comprenderlo surtiera un efecto contrario y terminaras rechazándola con más ánimos.

—Ya veo… —Que complicado era todo esto del amor… ¡Y cuánto me faltaba por aprender! En este momento no era más que un cómodo observador que permanecía seguro a la distancia, casi indiferente a aquella persona que estaba siendo lastimada, ¿llegaría el día en que Helena me quitara el sueño?

—No te aflijas más Emile, has hecho lo correcto —agregó Isaac en un intento por darme aliento, mostrándose amable y comprensivo.

—Isaac tiene razón, ahora deja de autocompadecerte y apresúrate a darme muchos nietos —dijo mi padre entre risas rompiendo con la tensión que se había formado, de manera que pudimos continuar con la conversación de forma calma y amena.

La vida me pintaba un cuadro  muy distinto al que había imaginado para mi futuro; pronto sería un hombre casado y con nuevas responsabilidades; aún no estaba seguro de cómo iba a hacer para sobrevivir a la prueba en que yo mismo me había puesto, pero más me valía no pensarlo tanto, de una u otra forma ya estaba hecho.

De cualquier modo casi tenía la certeza de que Helena sería una excelente esposa y tal vez si me dedicaba a ella podría dejar en paz el recuerdo de Al, quise pensar que de aquí en adelante la vida sería color de rosa...

¡Pero que equivocado estaba! Otra vez me había adelantado ambiciosamente a los hechos…

Comenzábamos a tomarnos en serio los preparativos de la boda cuando una carta llegó a arruinarlo todo. Una de las amigas de Helena estaba gravemente enferma y solicitaba su presencia, pues la chica sentía que no resistiría mucho tiempo más. Sin tardanza terminamos en el jardín en donde la castaña planeaba despedirse de mí "sin interrupciones", cosa que de haber averiguado antes no hubiera aceptado.

—Debo ir Emile, ella es una buena amiga y si realmente está tan grave no me gustaría dejarla sola —comentaba Helena entristecida por ver nuestros planes estropeados.

—Lo comprendo, así que no te preocupes, mi padre y yo podemos seguir con los preparativos sin problema, todo estará listo para cuando regreses —dije en un intento por quitarle la culpa que inevitablemente estaría sintiendo.

—¿Lo prometes? —preguntó mientras cruzaba sus brazos por detrás de mí cuello, acercándose cada vez más a mí. Tan pronto me percaté de lo que estaba intentando sentí ganas de salir corriendo.

¡Era ridículo! Íbamos a casarnos y besarnos sería lo mínimo que haríamos si lo que estaban deseando todos aquí eran niños…

Pero aun pensando así no lograba calmarme, hasta ahora abrazarla y tomarla de la mano había sido suficiente, ¿por qué al menos no me podía dar la satisfacción de seguir así hasta consumado el matrimonio?

—Por supuesto que lo prometo —respondí zafándome del abrazo bruscamente y fingiendo enseguida un estornudo como excusa a mi actuar. Si bien no la había convencido, ella había tenido la amabilidad de dejarlo pasar.

—Por cierto, me llevo al mayordomo —¿Se llevaba a Isaac? ¡¿Cómo iba a sobrevivir todo este tiempo sin su compañía? ¡Cuánto pesar me ocasionaba sus palabras!

—De acuerdo, me sentiré más tranquilo si va con ustedes —mentí descaradamente intentando esbozar una sonrisa que sencillamente no logré. Maldición ¿por qué tenía que llevarse al mayordomo? Debía haberse llevado a su hermano.

Helena se limitó a abrazarme y darme un beso en la mejilla antes de partir, bajo la promesa de que nos casaríamos a su regreso.

No tarde mucho tiempo en darme cuenta de que iba a estar absolutamente solo…

Helena e Isaac estarían lejos, mi padre salía constantemente por asuntos de negocios y Brandon… ciertamente era preferible que Brandon estuviera fuera, pero aun así no me agradaba la idea de carecer de compañía durante las comidas.

Los vi partir sin poder decir una palabra, no podía ser tan egoísta como para exigir que Isaac se quedara. Resignado a lo que serían mis próximos días comencé a seguir a papá a todos lados, aprovechando al máximo su compañía.

—¡Hey! Ya fue suficiente pequeño acosador —dijo mi padre con su tono bromista en el momento en que se percató de mi cambio de comportamiento.

—Lo siento papá —respondí entre risas, tal vez sí se me estaba pasando la mano.

—No has cambiado en nada, todavía recuerdo a un pequeño niño que no se despegaba de su madre cuando estaba inquieto —comentó de manera que poco a poco su semblante alegre derivó en tristeza—. Pero eres un buen hijo y seguro que Marian estaría encantada con el hombre que eres ahora.

—Y estaría muy orgullosa de ti… Yo también lo estoy —él sonrió feliz y llevó su mano a mi cabello despeinándolo juguetonamente.

—Muchas gracias Emile, te quiero —dijo mientras me abrazaba.

—Y yo a ti papá… ¿puedo ir contigo? —pregunté aprovechando que la conversación iba tan bien.

—No creo que sea muy prudente Emile, recuerda que le prometiste a Helena que todo estaría listo a su regreso; además sólo me iré por dos días, no te preocupes pequeño, que regresaré a tiempo para ayudarte en lo que falte —concluyó con una sonrisa.

No pude replicar contra lo que yo mismo había dicho, ¿por qué había tenido que haber abierto mi enorme boca haciéndole esa promesa a Helena? Suspirando pesadamente me resigné a que me quedaría en casa.

A la mañana siguiente papá se fue y extrañamente  sentí un hueco en el estómago… Era cierto que generalmente pasaba mi tiempo a solas, pero en realidad nunca estaba completamente solo. Si me fastidiaba de mí mismo, siempre podía ir a ayudar a papá con el trabajo o hablar con Isaac, pero esta ocasión ninguno estaba aquí.

No estaba seguro de cómo iba a sobrevivir estos dos días, pero tenía muy claro que no sería estando encerrado, la casa me parecía enorme y prefería salir de paseo. Así que tomando un atuendo muy sencillo para no llamar la atención, decidí recorrer las calles, mercados y plazas.

Imitando a Helena pretendí interesarme en lo que vestiría el día de la boda y fui de tienda en tienda, mirando atentamente por algo que fuera de mi agrado. Cuando me  cansé de caminar fui a la plaza principal y me senté cerca de una fuente, en donde me entretuve mirando a las personas que transitaban el lugar; envidiando de cuando en cuando a las familias y parejas que se paseaban felizmente.

De pronto me había puesto tan melancólico…

El sol caía y decidí que era hora de regresar, llegaría justo a tiempo para la hora de la cena y se me ocurrió que con tal de no estar solo podría invitar a cenar a todos los empleados de la casa que estuvieran presentes. No conocía particularmente bien a ninguno, pero manteníamos una relación amistosa dentro de lo que cabía.

Llegué a casa sin armar mucho barulló, percatándome de que todo estaba en perfecto silencio.

¿Dónde estaban todos?

Atravesaba el vestíbulo cuando me encontré a una de las chicas, que se sobresaltó al verme pero no tardo en reaccionar.

—Le ofrezco una disculpa por mi comportamiento señor Fenette —dijo la chica intentando reponerse del susto.

—¿Ocurre algo? —pregunté al ver el extraño comportamiento.

—El señor Lowell está en casa y ha pedido que no se le moleste, incluso nos ordenó encerrarnos en nuestra habitaciones… y-yo… yo… sólo iba en busca de agua —se excusó de pronto como si yo fuera a delatarla.

—De acuerdo  y gracias por la información —la chica asintió y siguió su camino.

¿Qué había con todo el misterio de Brandon?

Me dirigía a mi habitación cuando escuché ruidos que provenía de la habitación del castaño y dejándome llevar por la curiosidad terminé espiando a través de la cerradura… Cuán grande fue mi sorpresa al ver que se encontraba en compañía de Albert, ¡¿Qué hacía ese hombre aquí?!

Estaban hablando y para fortuna o desgracia mía se escuchaba bastante bien lo que decían.

—¿Puedes creerlo? Ese matrimonio va a ser un molesto obstáculo. Helena me hubiera cedido fácilmente su parte de la herencia… ¡Pero la muy estúpida está enamorada y tan pronto se casen va a entregarle todo con los ojos cerrados! —gritaba Brandon notablemente exaltado, mientras se paseaba por la habitación intranquilo frente a un conde que apenas parecía prestarle atención.

—Bueno, no puedes culparla, Emile es realmente una belleza —Era extraño escuchar que un hombre se expresaba de mí en esa manera y a Brandon tampoco le pareció pues lo miró con disgusto—. Pero dudo que el chico en verdad sea una amenaza para tus planes.

—¿Lo dices enserio? —preguntó el castaño intrigado por las palabras del mayor.

—Aun eres muy joven Brandon —decía mientras negaba con la cabeza—. Y tal vez por ello también eres impulsivo y estúpido, ¿no te das cuenta de que debes ganarte la confianza de Emile? Obtener lo que buscas va a ser mucho más fácil si tomas la simpatía del chico en lugar de su enemistad… por supuesto que sólo en el hipotético caso de que se llegaran a casar —Así que Albert estaba al tanto de mi situación, sabía perfectamente que sin ese matrimonio hacerme a un lado sería sencillo.

Mis pensamientos fueron distraídos por el dolor en mis rodillas, que comenzaba a ser una molestia debido al peso que les había impuesto desde hacía ya algunos minutos… mi cabeza insistía en que debía irme cuanto antes, pero mi curiosidad era más grande y seguí pegado a la puerta observando la escena.

Brandon se acercaba a Albert y sin previo aviso lo había besado… Tuve que llevarme la mano hasta la boca para acallar la sorpresa que me causaba ver semejante cosa. De pronto Brandon se detenía y se giraba como intentando provocar a Albert, que no tardó en responder comenzando a deslizar sus manos sobre el cuerpo del castaño; deteniéndose en su entrepierna, regalándole varias caricias.

Brandon se había dado la vuelta y había empujado a Albert contra la cama, desabrochaba su pantalón y con ansiedad engullía el miembro de éste. ¡No me explicaba cómo demonios era que yo que seguía ahí observándolos!

Albert había detenido a Brandon y lo había hecho subir a la cama, donde el castaño sin más preámbulos se inclinaba para ser tomado por su acompañante…

Brandon no dejaba de gemir… yo no podía seguir mirando y me disponía a retirarme cuando el pelinegro habló:

—Entrégame a Emile —decía en medio de su excitación—. Y cuando lo haya hecho mío te ayudaré a conseguir el favor del rey —dijo antes de besarlo.

Esas palabras me habían dejado con la boca abierta, invadido por el pánico intenté levantarme pero mis piernas se habían entumido y caer sobre mi trasero fue inevitable. Por suerte la alfombra había absorbido en buena parte el ruido del impacto y me pareció que ellos, con todo el barullo que estaban armando no lo habrían notado, sin perder más tiempo me levanté y salí del lugar tan sigilosamente como pude.

Ya estando fuera de la casa tomé mi caballo y me dirigí nuevamente al pueblo en busca de un lugar donde pasar la noche. Después de lo que había visto y escuchado, ni loco regresaría a la casa; al menos no hasta que papá estuviera de regreso.

Recostado en una cama tan dura como una tabla, conseguí tranquilizarme, pero mis pensamientos estaban hechos un lío; un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando acudió a mi mente la idea de que Albert estaba planeando hacerme lo mismo que hacía con Brandon, ¿era eso de lo que me hablaba aquella noche durante el baile?

No había imaginado que Brandon fuera ambicioso como para aliarse con un hombre así, pero tendría que estar muy alerta ahora que conocía sus planes. Al parecer al castaño no le bastaba con lo que ya tenía y estaba intentando ganarse al conde para llegar al rey…

Estaba perfectamente claro que yo no encajaba en ninguna de sus proyecciones, en especial porque Helena estaba enamorada de mí; si conseguía sacarme del camino sería fácil manipular a su hermana para casarla y establecer alianza con alguna de las casas nobles del reino.

Que fastidio, ¿sería prudente poner al tanto a Helena? O tal vez sería más conveniente hablarlo primero con mi padre e Isaac. Pensando en está y mil cosas más no conseguí conciliar el sueño, el sol pronto asomó sus primeros rayos y fue cuando caí profundamente dormido. Decidí que me quedaría en aquel lugar hasta el día siguiente, entonces iría a casa para recibir a mi padre.

Por fin el día llegó y regresé a casa, afortunadamente ni Brandon ni Albert se hallaban ahí. Me prepararon el desayuno y salí para tomar el sol en el jardín, admirando las coloridas flores que se erguían presuntuosas desde la entrada de la primavera. La mañana pasó rápidamente, la tarde le siguió sin perder el paso y antes de darme cuenta estaba anocheciendo, pero mi padre no había aparecido.

Sin más remedio tuve que ir a encerrarme en mi habitación, sin poder encontrar calma pensando en que Brandon y Albert podían tomarme con la guardia baja; mi paranoia había llegado a tal punto que tuve ir a buscar mi espada antes poder tranquilizarme.

Toda la noche se me fue entre una pesadilla y otra… me sentí realmente feliz cuando el sol se anunció en mi ventana, alejando buena parte de mis temores. Permanecí sentado en la cama, sin mucho que hacer hasta el llamaron a la puerta; mi corazón se agitó y una extraña mezcla de miedo y ansiedad me invadió. Con mano temblorosa buscaba tomar la espada y entonces una voz se escuchó al otro lado.

—¿Señor Fenette? —preguntó una voz femenina; sentí que el alma me regresaba al cuerpo y suspiré aliviado. Abrí la puerta y ahí estaba una chica tímida con una carta en sus manos—. Es para usted —dijo antes de entregármela.

—Gracias —respondí con una sonrisa, para luego indicarle que podía retirarse—. Era una carta de Helena, me hablaba de que todo iba bien con su visita, su amiga estaba mejorando y ella estaría regresando el fin de semana… aún faltaban 4 días y lejos de alegrarme me deprimió bastante. No eran buenas noticias y no era la carta que estaba esperando de mi padre.

Nuevamente había pasado el día inquieto, esperando muy atento por el regreso de papá y nada…

¿Tendría que pasar otra noche como la anterior? A este paso iba a terminar completamente desquiciado. Sin más remedio volví a dirigirme a mi habitación con los ánimos por los suelos y los nervios destrozados; sabía que la probabilidad de que hoy volvieran los amantes era bastante alta y no pensaba correr riesgos; así que antes de irme a dormir tomé una silla y bloqueé la puerta.

Aun si conseguían abrirla tendría tiempo suficiente para reaccionar. Nuevamente había tomado la espada y dejándola al lado de mi cama, conseguí dormir más por el cansancio que por sentirme realmente en paz. Sin mayor problema sobreviví otra noche, si mi padre no regresaba decidí que iría a dar un paseo; así que nuevamente me vestí con la ropa más sencilla que encontré, aunque lo cierto es que en general mi ropa era muy sencilla, al menos comparada con la que usaban los hermanos Lowell, y sin olvidarme de llevar la espada en la cintura salí para ver cómo iba todo en la casa.

Me había metido hasta la cocina, rodeado por la servidumbre estaba desayunando realmente a gusto y ellos me confirmaron que tanto Brandon como Albert habían llegado en mitad de la noche. Recién estaba terminando y me disponía a ayudarlos con la limpieza cuando oímos un gran barullo fuera… Se escuchaban los caballos entrando al jardín, ¡cuánto había anhelado escuchar ese sonido!

Salí corriendo de la cocina y al llegar al vestíbulo vi que Brandon bajaba las escaleras en compañía del conde; pero no me importó demasiado, abrí la puerta y en lugar de encontrar a mi padre, hallé a un hombre de apariencia humilde  que se inclinaba para saludarnos.

Brandon se acercó a la puerta, mirando a aquel hombre de manera despectiva. Sentí cólera ante su actitud, pero la curiosidad hizo que me tragara mi enojo y prestara atención.

—¿Qué es lo que buscas aquí? —cuestionó el castaño con evidente disgusto por la presencia desaliñada que yacía frente a él.

—Señor Lowell, le traigo noticias —dijo el hombre sin levantar la mirada, me pareció que estaba herido y entonces caí en cuenta de que era uno de los hombre que había partido hace algunos días junto con mi padre.

—Entonces habla ahora antes de que pierda la paciencia y haga que te echen de aquí —respondió Brandon frunciendo el ceño con desespero.

—Ha ocurrido una tragedia, regresábamos de haber cerrado un trato y el señor Fenette cargaba con mucho dinero, pero camino aquí fuimos interceptados por un grupo de ladrones. Intentamos combatir, pero eran demasiado… Todos están muertos y el dinero fue tomado… —dijo de pronto rompiendo en llanto.

—¿Q-qué? ¡¿Dices que mi padre está muerto?! —pregunté exaltado, mientras sacudía a aquel hombre que me miraba aterrorizado; mi cabeza daba vueltas y por más que intentaba respirar me pareció que el aire no me llegaba—. ¡¡Mentiroso!! —bramé soltándolo, sintiendo como se me quebraba la voz, un nudo se hacía en mi garganta y me fue imposible contener las lágrimas.

—¡Imbécil! ¿Cómo te has atrevido a volver aquí sin el dinero? ¡Lárgate ya! —gritó de pronto Brandon y me volví para mirarlo con todo el desprecio del que era capaz, mi padre estaba muerto ¿y él le reclamaba a ese hombre por haber regresado sin el dinero? El castaño no tardó en advertir la rabia con que lo miraba—. Bien Emile, ahora eres huérfano y puesto que estás en mí casa todo lo que posees es mío, es hora de poner las cartas sobre la mesa ¿no crees?... Pero por favor no me mires así, te prometo que si cooperas conmigo te irá muy bien —decía sonriendo burlonamente.

—¡Estás loco si piensas que voy cooperar contigo!, sé lo que tú y ese pervertido conde planean —grité entre lágrimas, estaba tan enfadado, tan dolido y Brandon estaba aprovechando el momento para mover sus piezas en el tablero, mientras tanto Albert se mantenía a la distancia, completamente ajeno a la discusión.

—¿Disculpa? —dijo mientras se acercaba a mí, estaba lo suficientemente alterado como para reaccionar bien a ello, por lo que sin tardanza desenvainé la espada y se detuvo, con el temor invadiendo su rostro.

Él sabía perfectamente que mi habilidad con la espada era mil veces mejor con la suya, así que si quería acercarse más lo haría jugándose su propia vida…. La tensión en el ambiente se hacía insoportable, hasta que la risa de Albert rompió con ella, Brandon se volvió para mirarlo y al sentirse humillado frente a su amante estalló en irá.

—¡Estúpido! ¿Quién te has creído que eres? Te recogimos a ti y a tu padre de la calle… ¿y ahora te atreves a levantar esa espada contra mí? —el castaño apretaba sus puños y temblaba encolerizado.

—¡Me voy! —grité a la vez que me acercaba lentamente a la puerta sin bajar la guardia.

—¡Bien lárgate! Vuelve a las calles, donde ésta tu lugar —dijo con aire de suficiencia, mientras intentaba recuperar la compostura.

—Si Emile, anda y vete, quiero ver que tan lejos llegas antes de que mis hombres te traigan de regreso —agregó Albert divertido con toda esa situación.

Salí corriendo y crucé el jardín a toda velocidad, ¿qué tan lejos podría llegar? No estaba seguro, pero no iba a escatimar esfuerzos para escapar de esos dos. Las lágrimas se resecaban en mis mejillas y no pude más que sentirme aturdido, mi padre estaba muerto y ahora yo corría por mi vida.

En medio de la alocada carrera aterricé contra la tierra incontables veces y antes del mediodía yo estaba completamente agotado, no tenía ni idea de donde me encontraba y aun cuando sabía que era peligroso, me aventuré a buscar un camino. Si el anochecer me alcanzaba estando en el bosque definitivamente estaría perdido. Haciendo un esfuerzo sobrehumano seguí caminando sin rumbo, hasta que divisé una carreta.

¡Había encontrado el camino! Entonces haciendo uso de la poca energía que me quedaba corrí una vez más, sintiendo que mi cuerpo se desplomaría en cualquier momento. Al verme en medio del camino el hombre que dirigía se detuvo. Era un anciano, campesino por su aspecto y jamás en la vida me había sentido tan feliz de ver a un desconocido.

—Por favor… ¿p- podría… ayudarme? —pedí intentando recuperar la respiración—. Estoy perdido —mentí, esperando que así aceptara ayudarme. Después de todo ¿qué tan probable era que quisiera llevarme si se enteraba de que al hacerlo su vida podría estar peligrando?

—¿A dónde te diriges jovencito? —preguntó el anciano con toda calma, mientras yo miraba temeroso a todos lados, para comprobar que nadie me seguía.

—Iré a donde usted vaya, sólo necesito que me llevé al primer poblado que crucé en su camino, prometo pagarle—respondí intentando ocultar mi desesperación, el anciano me miró con incredulidad. Entonces recordé que vestía ropa similar a la de cualquier otra persona en el pueblo y estaba completamente sucio; yo en su lugar tampoco hubiera creído que alguien con una apariencia así pudiera pagarme, pero de todas formas el anciano acepto llevarme siempre y cuando yo viajara en la parte trasera de la carreta.

El hombre transportaba un montón de madera, por lo que el viaje no sería muy agradable y no había mucha posibilidad para esconderse. Una vez me pareció que mi vida estaba relativamente fuera de peligro, me relaje un poco y fue inevitable que me echara a llorar.

Amaba tanto a mi padre y ahora lo había perdido para siempre, yo debería haber estado ahí, debería haber peleado a su lado… ¡Debería haber muerto yo también!

No podía soportar la tristeza, me frustraba el hecho de saber que ni siquiera podría tomar venganza por su muerte, no tenía idea de quiénes lo había atacado, no sabía en dónde se hallaba su cuerpo y tampoco podía acercarme a Brandon para desquitarme por la forma tan fría en que se había comportado. Como si mi padre y yo fuéramos un artículo más de su lujosa casa,  de los que podía deshacerse en cualquier momento.

¡Maldita la hora en que habíamos puesto un pie en esa casa!

Sollozaba ante el dolor y la impotencia que sentía; pero más me valía aprender a controlarme cuanto antes, ahora estaba sólo y era más que obvio que a base de lágrimas no iba a conseguir llegar a ningún lado.

Tras algunas horas de recorrido, el anochecer cayó entregándole a la luna el control en lo alto del cielo. El anciano me anunció que nos detendríamos para descansar y caí presa de la ansiedad nuevamente…  ¡¿Y sí me alcanzaban mientras descasábamos?!

De cualquier manera seguir a pie en la oscuridad resultaría todavía más arriesgado y no me quedó más que resignarme. Mientras me perdía en mis cavilaciones aquel hombre ya se había abrigado y me entregaba una manta vieja con la cual cubrirme; buscamos un lugar para pasar la noche y no tuve más que ponerle buena cara a mi primera noche a la intemperie. Encendió una fogata y nos acercamos a ella en busca de un poco de calor; afortunadamente las noches primaverales no eran tan frías.

—¿Tienes hambre? —preguntó mientras sacaba una hogaza de pan de una pequeña bolsa que llevaba a cuestas. Honestamente para estas horas estaba muerto de hambre, pero no me atrevía a tomar la comida de alguien que parecía necesitarla más—. Anda come un poco —insistió mientras me entregaba un trozo de pan.

—Gracias —luego de la “comida” me regalo unos tragos de agua y me dio las buenas noches, no sin antes advertirme que continuaríamos el viaje muy temprano. Por ratos dormitaba pero me fue imposible descansar, estaba incómodo, inquieto y mi mente era acosada una y otra vez por los recuerdos de todo lo que había ocurrido.

Cuando fui consciente de mí, me encontraba sollozando de nuevo…

Una vez más la vida me había reventado la burbuja… todas las comodidades que me estuve dando por diez años, mi amistad con Isaac, el compromiso con Helena… ¡Todo se había ido al demonio en cosa de un pestañeo!

El amanecer llegó y yo no había conseguido dormir, las lágrimas ya se me habían terminado, además de que estaba física y mentalmente agotado; hacía por lo menos 3 noches que no había logrado descansar decentemente… ¿Cuánto tiempo más podría soportar a este ritmo?

Pronto retomamos el camino y horas más tarde el paisaje boscoso era reemplazado por las grandes extensiones de cultivo y pequeñas casitas que aparecían con mayor frecuencia. El lugar me resultaba agradable y extrañamente familiar…

—¿En dónde estamos? —pregunté al anciano sin perder el tiempo.

—Nos estamos acercando al palacio real —dijo con toda calma.

—¿El palacio? —repetí atónito, a lo que éste asintió. Y así fue como después de 10 años conseguí regresar al lugar de mi infancia…

—¿Te quedarás aquí? —preguntó amablemente mientras detenía a los caballos y asentí esbozando mi primera sonrisa en 3 días. Bajé de la carreta, le agradecí al anciano por su ayuda y le entregué algunas de las monedas de oro que traía conmigo.

—No puedo aceptar esto —dijo aquel hombre sin poder contener el asombro. Quizá le habría pasado por la mente que las había robado, pero no fue algo que realmente me importara; insistí en que se las quedara y tras agradecerle retomé mi camino solo.

De alguna forma este lugar me inspiraba cierta seguridad, así que lo primero que hice fue buscar en donde descansar, con el único objetivo dormir hasta hartarme; de aquí en adelante seguro tendría muchas dificultades por lo que no estaría de más recuperar energías tanto como fuera posible.

En los siguientes días me vi en aprietos para repartir mi dinero de manera eficiente, por más que cada mañana salía desde temprano para intentar encontrar un trabajo, el resultado siempre era el mismo. No sabía mucho de oficios y en más de una ocasión fui rechazado por ser “demasiado escuálido” para realizar un trabajo pesado; otra vez mi físico me estaba causando problemas.

¡La vida era tan injusta! Durante mi estancia en casa de los Lowell mi tutor me había obligado a practicar todo tipo de deportes, y fuera del esgrima siempre fui un fiasco en ellos, pero aun así los había practicado, ¿cómo era posible eso no hubiera tenido repercusiones en mi cuerpo? ¿Por qué no podía ser tan robusto como los chicos de mi edad?

Mi última opción era trabajar en el campo, nunca había sido precisamente de mi agrado, pero si no encontraba algo pronto iba a estar en apuros. Aquella tarde, con los ánimos por los suelos, caminé sin rumbo; aún faltaban varias horas antes de la puesta de sol y por ello no me preocupaba demasiado volver a la posada, comenzaba a alejarme del bullicio de la plaza y pronto me encontré frente a la que había sido mi vieja casa.

No estaba ocupada y gracias a ello su aspecto era terrible, parecía que en cualquier momento se vendría abajo, pero decidí que si me llegaba a quedar sin dinero antes de encontrar trabajo, sería una opción para no quedarme en la calle.

Entonces visualicé ese sendero que había recorrido tantas veces en el pasado; no pude contener una sonrisa cargada de melancolía… estaba tan cerca del bosque y no me atrevía a adentrarme en él. Intentaba mantener mis pensamientos alejados de este lugar y de cualquier manera había llegado hasta ahí.

Al final me decidí y comencé a caminar, no pasó mucho tiempo antes de escuchar el murmullo del agua al correr y momentos después me encontraba observando ese riachuelo que tanto me gustaba; me sentía feliz de estar en ese bello lugar nuevamente, pero no pude evadir a la decepción que se precipitaba sobre mí velozmente. No importaba cuánto lo intentara, seguiría siendo el mismo niño tonto e iluso de siempre, ¿por qué había pensado que Al estaría ahí?

El viento soplaba suavemente y jugaba con mi flequillo, haciendo que este obstruyera mi visión de vez en cuando; admiré el paisaje unos minutos más y decidí que ya había tenido suficiente para un solo día. Di la vuelta con intenciones de regresar y vi aparecer a un elegante pelirrojo de imponente presencia… no podía ser cierto.

Mi corazón comenzó a golpetear dentro de mi pecho alocadamente, sentí que todo el aire se me había ido y me encontraba incapaz de recuperarlo…

 

 

 

Notas finales:

¿Y bien? ¿Qué opinan? Tal vez se me fue un poco la mano con todo el drama ._. pero así lo había pensado y así lo escribí jeje

Espero les haya gustado (si no fue así sientanse en libertad de decirmelo, no esta de más saber cuales son mis errores, sólo no vayan a ser tan crueles ._.) intentaré tener pronto el siguiente, gracias a todos los que leen n_n

Es bonito ver que a alguien le entretiene leer mis desvarios XD pero bueno, de momento me despido, hasta pronto!!!!


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